CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL
OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau
DIRECCIÓN
Punto 56. Madera de santo. -Eso dicen de algunas
gentes: que tienen madera de santos. -Aparte de que los santos
no han sido de madera, tener madera no basta. Se precisa mucha
obediencia al Director y mucha docilidad a la gracia. -Porque,
si no se deja a la gracia de Dios y al Director que hagan
su obra, jamás aparecerá la escultura, imagen
de Jesús, en que se convierte el hombre santo. Y la
"madera de santo", de que venimos hablando, no pasará
de ser un leño informe, sin labrar, para el fuego...
para un buen fuego si era buena madera!
Contrapunto. Hay dos clases de santos: Los inéditos
y los de cliché. Los primeros son los únicos
que merecen de verdad tal nombre. Por ejemplo, una Juana de
Arco, un Tomás de Aquino o un Francisco de Asís,
santos perseguidos por la incomprensión. El verdadero
santo se adelanta a su tiempo y adopta una forma de pensar
y de vivir más conforme con el Evangelio. Estos santos
escapan a la capacidad de todo director. Se sitúan
por encima de él. Lo dice la Historia. Para ser un
santo de éstos, sí que hace falta tener madera.
Si te sujetas "pasivamente" al director, te excluirás
tú mismo de la santidad verdadera. Serás simplemente
un santo de cliché, sin nervio propio. Un cristiano
que irá al cielo a decir amén. No a entonar
su propio canto de gloria.
Punto 57. Frecuenta el trato del Espíritu
Santo -el Gran Desconocido- que es quien te ha de santificar.
No olvides que eres templo de Dios. -El Paráclito está
en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente
sus inspiraciones.
Contrapunto. Muchas veces confundimos los pájaros
que tenemos en la cabeza con el Espíritu Santo. Es
una manera de andar "a la buena de Dios", es decir,
de hacer nuestra real gana. No seas tan ingenuo que vayas
a esperar que te hable el Espíritu Santo. Dios ya nos
habló. Lee -escucha- su palabra evangélica.
El espíritu de su palabra ha de ser tu norte y tu guía.
Es menos fácil perderse teniendo el evangelio por brújula,
que andar aguzando el oído a las inspiraciones interiores.
Punto 58. No estorbes la obra del Paráclito:
únete a Cristo, para purificarte, y siente, con El,
los insultos, y los salivazos, y los bofetones..., y las espinas,
y el peso de la cruz..., y los hierros rompiendo tu carne,
y las ansias de una muerte en desamparo... Y métete
en el costado abierto de Nuestro Señor Jesús
hasta hallar cobijo seguro en su llagado Corazón.
Contrapunto. No rehúyas la realidad poniéndote
a sentir muy "místicamente" los insultos,
y los salivazos, y los bofetones, y las espinas, y el peso
de la cruz de Cristo. Es fácil aquí también
salirse de madre. No es lo mismo sentirse solidario con unos
puñetazos o insultos lejanos en el tiempo, que aceptar
"ahora" como propias las cárceles frías
y lóbregas de los perseguidos por la justicia, o sentir
como propios los cosquilleos de los estómagos vacíos,
la inseguridad de una barraca de hojalata, la desesperación
de un jornal insuficiente, etc., de millones de personas.
Aquí es donde Cristo padece de verdad. Ésta
es la pasión actual y realísima de Cristo a
quien tanto dices que amas.
Punto 59. Conviene que conozcas esta doctrina segura:
el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para
dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los
escollos de la vida interior. Por eso es Voluntad de Dios
que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para
que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro.
Contrapunto. Conviene que conozcas esa doctrina segura:
Dios te ha hecho libre y responsable. No intentes, pues, descargar
sobre la conciencia del director -un pobre diablo como tú-
toda la responsabilidad de tu salvación. Harto quehacer
tiene él consigo mismo. Dios quiere que cada uno lleve
la dirección de su nave. Un director, por muchas luces
que tenga y por muchas cosas que le comuniques, no podrá
captar del todo ese cúmulo de imponderables que quedan
en tu interior y que en definitiva son los que deciden la
situación. A la postre, tú mismo te tienes que
salvar.
Punto 60. Si no levantarías sin un arquitecto
una buena casa para vivir en la tierra, ¿cómo
quieres levantar sin Director el alcázar de tu santificación
para vivir eternamente en el cielo?
Contrapunto. ¿Te gustaría vivir en una
casa que ha sido planeada a gusto o criterio de otro? ¿Cómo
puedes, entonces, aceptar tan bobamente y tan a ciegas -como
si todo fuera indudable, y sin poner nada de tu parte- las
decisiones del director?
Punto 61. Cuando un seglar se erige en maestro
de moral se equivoca frecuentemente: los seglares sólo
pueden ser discípulos.
Contrapunto. Es una equivocación creer que
el sacerdocio nos consagra también como maestros de
moral. Muy a menudo, en este campo, los seglares nos dan sus
buenas lecciones, que los sacerdotes recibimos como buenos
discípulos.
Punto 62. Director. -Lo necesitas. -Para entregarte,
para darte..., obedeciendo. -Y Director que conozca tu apostolado,
que sepa lo que Dios quiere: así secundará,
con eficacia, la labor del Espíritu Santo en tu alma,
sin sacarte de tu sitio..., llenándote de paz, y enseñándote
el modo de que tu trabajo sea fecundo.
Contrapunto. Amén. Amén. Amén.
El que obedece pasivamente acaba siendo un títere;
un individuo instrumentalizado y prostituido.
Punto 63. Tú -piensas- tienes mucha personalidad:
tus estudios -tus trabajos de investigación, tus publicaciones-,
tu posición social -tus apellidos-, tus actuaciones
políticas -los cargos que ocupas-, tu patrimonio...,
tu edad, ya no eres un niño!... Precisamente por todo
eso necesitas más que otros un Director para tu alma.
Contrapunto. Tú -piensas- tienes mucha personalidad:
la adolescencia superada, tu trabajo de tornero o fresador,
tu cargo de enlace sindical, tus reivindicaciones sociales,
tu actuación política, tu prestigio en el mundo
obrero, tu experiencia de lucha... ¡Todo esto hace que
no seas un cualquiera! Pero no te fíes mucho de ti
mismo. Lo que eres es gracias a los otros. No te desentiendas
de ellos. Escúchales y hazles caso. Los necesitas -al
menos a algunos de ellos- para no perderte a ti mismo.
Punto 64. No ocultes a tu Director esas insinuaciones
del enemigo. -Tu victoria, al hacer la confidencia, te da
más gracia de Dios. -Y además tienes ahora,
para seguir venciendo, el don de consejo y las oraciones de
tu padre espiritual.
Contrapunto. Hacerse confidente de un problema es
compartir también su carga. No limites tu confidencia
a una sola persona. A la larga puedes quedar alienado. Confía
en todos aquellos que te merecen confianza. Tendrás
así más posibilidades de resolverlo satisfactoriamente;
contarás con sus oraciones... y, sobre todo, te harás
libre.
Punto 65. ¿Por qué ese reparo de
verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director tal
como en realidad eres? Habrás ganado una gran batalla
si pierdes el miedo a darte a conocer.
Contrapunto. ¿Cómo te explicas esa inclinación
a decir al primero que pasa todas tus cosas buenas y malas?
¿Es que quieres hacer gala de tu manera de ser? Eres
entonces un pedante. Tendrás una cualidad más,
si te frenas un poco y te guardas más para ti las cosas
que haces y piensas.
Punto 66. El Sacerdote -quien sea- es siempre otro
Cristo.
Contrapunto. Sea quien sea, cualquiera -el barrendero,
por ejemplo, es siempre otro Cristo.
Punto 67. No quiero -por sabido- dejar de recordarte
otra vez que el Sacerdote es "otro Cristo". -Y que
el Espíritu Santo ha dicho: "nolite tangere Christos
meos" -no queráis tocar a "mis Cristos".
Contrapunto. Esto no te lo han dicho muchas veces:
Los poderes sobrenaturales de los sacerdotes son más
instrumentales que personales. Por esto, no conviene crear
una exigencia de respeto por esa cosa accidental, por mucho
relieve que tenga. No vaya a ser que, escudándose en
su dignidad sacerdotal, sigan manteniendo una injusta situación
de privilegio enojosa para muchos. Hoy todo el mundo exige
respeto. Para Dios "todo el mundo" ha sido siempre
respetable.
Punto 68. Presbítero, etimológicamente,
es tanto como anciano. -Si merece veneración la ancianidad,
piensa cuánto más habrás de venerar al
Sacerdote.
Contrapunto. Antiguamente el pueblo cristiano escogía
a sus sacerdotes entre los más valiosos y experimentados.
Solían ser los más ancianos. Presbítero
quiere decir anciano. Es justo que rehabilites y veneres "el
saber" y la "experiencia" de los otros. Te
pueden servir de guía.
Punto 69. Qué poca finura de espíritu
-y qué falta de respeto- supone dedicar bromas y vayas
al Sacerdote -quien sea- bajo ningún pretexto!
Contrapunto. Qué poca finura de espíritu
y qué falta de respeto supone dedicar bromas de mal
gusto a cualquiera que sea y por la razón que sea.
El sacerdote no ha de ser más ni menos.
Punto 70. Insisto: esas bromas -burlas- al Sacerdote,
con todas las circunstancias que a ti te parezcan atenuantes,
son siempre, por lo menos, una ordinariez, una chabacanería.
Contrapunto. Insisto: hay que tratar al sacerdote
con la naturalidad y el respeto debidos a todas las personas.
Harás un acto de justicia y le ayudarás a no
segregarse de los hombres concretos.
Punto 71. Cómo hemos de admirar la pureza
sacerdotal! -Es su tesoro. -Ningún tirano podrá
arrancar jamás a la Iglesia esta corona.
Contrapunto. La pureza -en el sentido de no ejercicio
de la sexualidad- ni es un tesoro admirable en el sacerdote
-sería desvirtuar la dignidad del sacramento del matrimonio,
y la pureza en sí misma no es ni un sacramento-, ni
se puede afirmar que la Iglesia la mantendrá para siempre
jamás.
Punto 72. No me pongas al Sacerdote en el trance
de perder su gravedad. Es virtud que, sin envaramiento, necesita
tener. Cómo la pedía - Señor, dame...
ochenta años de gravedad!- aquel clérigo joven,
nuestro amigo! Pídela tú también, para
el Sacerdocio entero, y habrás hecho una buena cosa.
Contrapunto. Ya se pasaron, gracias a Dios, los tiempos
del espectáculo y de la comedia social. Sinceridad,
sinceridad, sinceridad. Esto es lo único que hoy convence.
Esos aires postizos de gravedad, de delicadeza y dignidad
ofendidas, hoy dan risa. Pide al Señor que el clero
no adopte actitudes de "gran dignidad": impiden
la comunicación.
Punto 73. Te ha dolido -como una puñalada
en el corazón- que dijeran de ti que hablaste mal de
aquellos sacerdotes. -Y me alegro de tu dolor: ahora sí
que estoy seguro de tu buen espíritu!
Contrapunto. He tenido la gran satisfacción
de saber que te ha dolido, como una puñalada en el
corazón, el darte cuenta que hablaste mal, no del obispo,
del financiero o del empresario, sino de aquel señor
obrero que pasaba por tu calle.
Punto 74. Amar a Dios y no venerar al Sacerdote...
no es posible.
Contrapunto. Amar a Dios y mantener privilegios económicos,
de dignidad o de poder... no es posible.
Punto 75. Como los hijos buenos de Noé,
cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu
padre, el Sacerdote.
Contrapunto. Procura cubrir con la capa de la caridad
y la comprensión las miserias morales de la gente,
sin distinción (¿Qué más da que
sea cura o gitano el culpable?). Es la humanidad entera la
que cojea, no sólo la parte alta de la sociedad.
Punto 76. Si no tienes un plan de vida, nunca tendrás
orden.
Contrapunto. Andate con cuenta de que el orden del
plan de vida no te agarrote la existencia o te margine de
la vida. Se ha dicho muy bien: "Ama y haz lo que quieras".
Punto 77. Eso de sujetarse a un plan de vida, a
un horario -me dijiste-, es tan monótono! Y te contesté:
hay monotonía porque falta Amor.
Contrapunto. Eso de sujetarse a un plan de vida, a
un horario, es tan monótono, porque la vida no suele
ser así. La Vida no tolera moldes. Se escapa. No es
nunca igual. Es nueva cada día.
Punto 78. Si no te levantas a hora fija nunca cumplirás
el plan de vida.
Contrapunto. No es esencial levantarte a hora fija.
Levántate a la hora que te has propuesto al irte a
dormir.
Punto 79. ¿Virtud sin orden? - Rara virtud!
Contrapunto. ¿Virtud sin orden? Virtud heroica.
Punto 80. Cuando tengas orden se multiplicará
tu tiempo, y, por tanto, podrás dar más gloria
a Dios, trabajando más en su servicio.
Contrapunto. Cuando tengas orden, no tendrás
tal vez tiempo de hacer cosas nuevas. Serás un hombre
bloqueado y acabado. ¡Quién sabe si también
delante de Dios!
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