Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Contrapuntos al camino del Opus Dei
Índice del libro
Prólogo
Carácter
Dirección
Oración
Pureza
Corazón
Mortificación
Penitencia
Examen
Propósitos
Escrúpulos
Presencia de Dios
Vida sobrenatural
Más de vida interior
Tibieza
Estudio
Formación
El plano de tu santidad
Amor de Dios
Caridad
Los medios
La Virgen
La Iglesia
Santa Misa
Comunión de los Santos
Devociones
Fe
Humildad
Obediencia
Pobreza
Discreción
Alegría
Otras virtudes
Tribulaciones
Lucha interior
Postrimerías
La voluntad de Dios
La gloria de Dios
Proselitismo
Cosas pequeñas
Táctica
Infancia espiritual
Vida de infancia
Llamamiento
El apóstol
El apostolado
Perseverancia
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CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau

CARÁCTER

Escrivá:

Lee despacio estos consejos.
Medita pausadamente estas consideraciones.
Son cosas que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre.
Y estas confidencias las escucha Dios.
No te contaré nada nuevo.
Voy a remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera: y así mejores tu vida y te metas por caminos de oración y de Amor.
Y acabes por ser alma de criterio.

El autor:

Lee aprisa estos consejos.
Medita rápidamente estas consideraciones. No hay tiempo que perder!
Son cosas que te digo a grito limpio, como si fueras un desconocido en peligro inminente, al borde de un precipicio o con el pie en una trampa. Lo hago en este momento en el que las vidas de seres extraños se confunden y se identifican, y sin ninguna pretensión de ser maestro, hermano mayor o padre; sino simplemente uno como tú.
Este grito lo da Dios mismo, hecho hombre.
Te contaré cosas nuevas.
Quiero darte nueva savia, nuevos estímulos, nueva vida a tu vida; vacunada contra las frases hechas que vienen rodando sin sentido por tu interior desde tu infancia.
Para que se te abran así caminos de oración.
Y acabes huyendo de todo criterio prefabricado.
Y sepas servir fielmente a las exigencias reales de la situación en que te encuentras.

Punto 1. Que tu vida no sea una vida estéril. -Sé útil. -Deja poso. -Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. -Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón.

Contrapunto. No te emperres en querer ser útil y en dejar poso. Es una manera de ser estéril, cuando no nocivo. Hombres que han organizado cruzadas han asesinado en nombre de Cristo. Sé fiel a la verdad y respeta la opinión de los otros. Con este voto de confianza a la Vida y a los otros colaborarás a que la Bondad tenga clima favorable para arraigar más fácilmente sobre la Tierra. Borra con tu vida de hombre común la señal viscosa y sucia que dejaron "los apóstoles privilegiados" pagados de sí mismos. Abre resquicios de naturaleza en medio de la barrera cerrada de las "clases superiores", que impide ver la naturalidad, la sencillez y la normalidad del Hijo del Hombre.


Punto 2. Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo.

Contrapunto. Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación, que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: "éste no es de esos "intelectuales" que hablan de lo que leen, sino de lo que descubre viviendo su propia fe".


Punto 3. Gravedad. -Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo. -Que tu porte exterior sea reflejo de la paz y el orden de tu espíritu.

Contrapunto. Gravedad. Deja esos meneas y carantoñas de gravedad estirada, de hombre reflexivo y de orden cuadriculado. La vida está hecha de muchas cosas sin importancia. El chiquillo travieso y la moza bailarina lo demuestran sobradamente.


Punto 4. No digas: "Es mi genio así..., son cosas de mi carácter". Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón -"esto vir".

Contrapunto. No me vengas con: "De ahora en adelante seré otro. Quiero cambiar de carácter". Piensa que serás siempre un pobre hombre. Como cada quisque. Quien no lo cree así, es además un fantoche. ¿Para qué entonces vino Cristo al mundo?


Punto 5. Acostúmbrate a decir que no.

Contrapunto. Acostúmbrate a decir que sí. Cuesta tanto y es tan bueno como acostumbrarse a decir que no. Más te voy a decir: no creas en ninguna frase redonda y absoluta.


Punto 6. Vuelve las espaldas al infame cuando susurra en tus oídos: ¿para qué complicarte la vida?

Contrapunto. Da la cara a quien susurra en tus oídos: "¿Para qué complicarte la vida? Dile sencillamente tus razones y ofrécele tu amistad.


Punto 7. No tengas espíritu pueblerino. -Agranda tu corazón, hasta que sea universal, "católico". No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas.

Contrapunto. Procura ser pueblo y de un pueblo. Limita tu condición, no sea que, por querer universalizarte, te difumines y te desarraigues de la tierra que te ha visto nacer, y te vuelvas anodino, incoloro e inodoro. Los hombres no somos águilas; somos aves de corral. Nos hacemos grandes empequeñeciéndonos, limitándonos.


Punto 8. Serenidad. -¿Por qué has de enfadarte si enfadándote ofendes a Dios, molestas al prójimo, pasas tú mismo un mal rato... y te has de desenfadar al fin?

Contrapunto. Serenidad. ¿Por qué pasas insensible delante de lujos desafiantes o de miserias infrahumanas? Mira que con esta fría serenidad, con ese imperturbable equilibrio, ofendes a Dios, molestas al prójimo, te haces daño a ti mismo... y al fin te vas a arrepentir. Rebélate como se rebeló Cristo.


Punto 9. Eso mismo que has dicho dilo en otro tono, sin ira, y ganará fuerza tu raciocinio, y, sobre todo, no ofenderás a Dios.

Contrapunto. Sí. Eso mismo que has dicho, dilo en otro tono, sin ira, y habrás dicho una frase muy relamida. Habrás perdido la solidaridad: como aquel que ve, desde la playa a alguien que se ahoga, y no se mueve.


Punto 10. No reprendas cuando sientes la indignación por la falta cometida. -Espera al día siguiente, o más tiempo aún. -Y después, tranquilo y purificada la intención, no dejes de reprender. -Vas a conseguir más con una palabra afectuosa que con tres horas de pelea. -Modera tu genio.

Contrapunto. Es fácil reprender a alguien o darle un consejo cuando uno está tranquilo y ve los toros desde la barrera. Hazlo, en cambio, en el momento oportuno. No esperes al día siguiente. Es fácil olvidarse o no llegar a tiempo. Si esperas a que pase tu indignación, no la vencerás y se morirá ella sola. Vas a conseguir más con una palabra acalorada en un momento crítico que con tres largas horas de palabras afectuosas. ¡Un poco más de genio, hombre!


Punto 11. Voluntad. -Energía. -Ejemplo. -Lo que hay que hacer, se hace... Sin vacilar... Sin miramientos... Sin esto, ni Cisneros hubiera sido Cisneros; ni Teresa de Ahumada, Santa Teresa...; ni Iñigo de Loyola, San Ignacio... Dios y audacia! -"Regnare Christum volumus!"

Contrapunto. ¡Voluntad! ¡Energía! ¡Ejemplo! Encubren a menudo tres maneras de ser intransigente: ¡Tozudez! ¡Dictadura! ¡Fariseísmo! No se hace lo que se pensaba hacer, sino todo lo contrario. Así, un fraile como Cisneros se pasó de rosca y llevó la nación a la guerra con los moros de Orán. y así un militar como Ignacio de Loyola llegó a exigir la sumisión de juicio al superior aprovechando abusivamente una ventaja que sólo existe en la infalibilidad divina. Y podríamos seguir contando... ¡Dios y delicadeza!


Punto 12. Crécete ante los obstáculos. -La gracia del Señor no te ha de faltar: "inter medium montium pertransibunt aquae!" - pasarás a través de los montes! ¿Qué importa que de momento hayas de recortar tu actividad si luego, como muelle que fue comprimido, llegarás sin comparación más lejos que nunca soñaste?

Contrapunto. Aprovecha los obstáculos para medir tus propias fuerzas. La gracia de Dios no debe servir para atrapar y acaparar cargos o para hacerse célebre en el mundo. Si eres fiel a la Gracia, darás con tus huesos en el calabozo. Te lo aseguro. "El discípulo no es mayor que su Maestro." Los santos no suelen llegar muy lejos ni muy alto en este mundo. No son hombres de poder.


Punto 13. Aleja de ti esos pensamientos inútiles que, por lo menos, te hacen perder el tiempo.

Contrapunto. Procura llenar, de vez en cuando, tu cabeza de pájaros y divagar en pensamientos inútiles. Merece la pena. El que no sueña imposibles no consigue ni lo posible.


Punto 14. No pierdas tus energías y tu tiempo, que son de Dios, apedreando los perros que te ladren en el camino. Desprécialos.

Contrapunto. No se ofende menos a Dios, sino más, menospreciando los perros que otros apedrean cuando les ladran. El desprecio es más cínico que una pedrea.


Punto 15. No dejes tu trabajo para mañana.

Contrapunto. Aprende -como los benedictinos- a saber dejar el trabajo para mañana. Hay que saber estar un poco en todas partes.


Punto 16. ¿Adocenarte? -¿ Tú... del montón!? Si has nacido para caudillo! Entre nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor.

Contrapunto. ¿Quién no ha creído alguna vez que nació para caudillo? ¿No lo has soñado muchas veces? Piensa, más bien, que tienes que ser uno de tantos. Es la única manera de descubrir la urgencia que tenemos los hombres de vivir la solidaridad humana, la igualdad y la fraternidad, que reclama nuestra común filiación divina. No hay sitio para los caudillos en la sociedad del mañana, más igual, más libre y más comunitaria.


Punto 17. No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento...: la frivolidad, en una palabra. Y la frivolidad -no lo olvides- que te hace tener esos planes de cada día tan vacíos ("tan llenos de vacío"), si no reaccionas a tiempo -no mañana: ahora!-, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.

Contrapunto. No caigas en la enfermedad de los hombres "de carácter", que suele tener como síntomas: la rigidez en todo, la manía de profundizar cuando hablan, y la ingenuidad de creerse promotores de obras y empresas perennes..., en una palabra: eso que llaman gravedad. La gravedad que te hace concebir cada día estos planes tan trascendentes, tan redondos, tan meticulosos, hará de ti el hazmerreír de todo el mundo -un quiero y no puedo-como los gigantes y los cabezudos de las procesiones de fiestas.


Punto 18. Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?

Contrapunto. Te encasquetas y te refugias en tu religiosidad, porque tu cobardía no te deja ser mundano, o la falta de cualidades humanas no te deja ser frívolo o atolondrado. ¿No es verdad que huyes del mundo para no enfrentarte con tu misma religiosidad? Ya me dirás si esto no es ser un cobarde.


Punto 19. Voluntad. -Es una característica muy importante. No desprecies las cosas pequeñas, porque en el continuo ejercicio de negar y negarte en esas cosas -que nunca son futilidades, ni naderías- fortalecerás, virilizarás, con la gracia de Dios, tu voluntad, para ser muy señor de ti mismo, en primer lugar. Y, después, guía, jefe, caudillo!..., que obligues, que empujes, que arrastres, con tu ejemplo y con tu palabra y con tu ciencia y con tu imperio.

Contrapunto. Voluntad. No te dediques a hacer ejercicios de voluntad del género simplón -como no comer nunca postre-. Así no virilizarás ni darás fuerza a nadie. Al contrario, caerás en un tonto infantilismo. Te hartarás de hacer actos de voluntad con cosas artificiales y no aprenderás a ver las realidades que te presenta la Vida, a las que la Fidelidad te exige una respuesta seria. En vez de hacer entrenamientos de vida, vive de verdad. La Vida no es un partido de fútbol que deja tiempo para entrenamientos; la vida de cada día no tiene momentos vacíos. Es un partido continno, sin tregua ni descanso. Te aseguro que si te entrenas para tener voluntad serás un infatuado. Jamás un hombre de carácter.


Punto 20. Chocas con el carácter de aquel o del otro... Necesariamente ha de ser así: no eres una moneda de cinco duros que a todos gusta. Además, sin esos choques que se producen al tratar al prójimo, ¿cómo irías perdiendo las puntas, aristas y salientes -imperfecciones, defectos- de tu genio para adquirir la forma reglada, bruñida y reciamente suave de la caridad, de la perfección? Si tu carácter y los caracteres de quienes contigo conviven fueran dulzones y tiernos como merengues, no te santificarías.

Contrapunto. Chocas con el carácter de aquél o del otro... Es normal que sea así. No somos todos iguales. Tenemos que aprender a respetarnos. Sin esta infinita variedad de modos de ser y de comportarnos, igualmente buenos, acabaríamos creyendo cándidamente que la verdad es muy simple y que coincide con nuestra manera de pensar. Ten en cuenta el carácter y el temperamento de los que chocan contigo; al menos, son tan santos y llenos de buenas intenciones como tú. La comprensión y el respeto de las diversas formas de ser y de pensar son una forma de amor tan poco practicada, como desconocida en muchos sitios.


Punto 21. Pretextos. -Nunca te faltarán para dejar de cumplir tus deberes. Qué abundancia de razonadas sinrazones! No te detengas a considerarlas. -Recházalas y haz tu obligación.

Contrapunto. Pretextos, sí que los hay. Pero no siempre son razonadas sinrazones. Frecuentemente son verdaderas razones que nos obligan a corregir la primera decisión, que por comodidad no queremos reconsiderar. Preferimos seguir adelante. Y es harto problemático que un bien de conjunto justifique males parciales en personas concretas.


Punto 22. Sé recio. -Sé viril. -Sé hombre. -Y después... sé ángel.

Contrapunto. No pretendas ser recio, ni viril. Sé sencillamente hombre. Y mucho menos intentes ser ángel. Sería una intentona suicida.


Punto 23. ¿Qué... no puedes hacer más!? -¿No será que... no puedes hacer menos?

Contrapunto. ¿Qué ¿no puedes hacer más? Es posible. Llega un momento en que los hombres no podemos más. La Humanidad está averiada. No te alejes de la miseria moral de los otros, si has sido suficientemente sincero para aceptar la tuya. Cristo nos libera una y otra vez.


Punto 24. Tienes ambiciones:... de saber..., de acaudillar..., de ser audaz. Bueno. Bien. -Pero... por Cristo, por Amor.

Contrapunto. Tienes ambiciones: ¿De saber..., de acaudillar..., de ser audaz? Malo. Ambicionar así es malo. Fácilmente te quedas con lo que es de otros. Sé cauto en este punto.


Punto 25. No discutáis. -De la discusión no suele salir la luz, porque la apaga el apasionamiento.

Contrapunto. Discute con frecuencia tus puntos de vista; no sea que por miedo a apasionarte, te quedes a dos velas.


Punto 26. El Matrimonio es un sacramento santo. -A su tiempo, cuando hayas de recibirlo, que te aconseje tu director o tu confesor la lectura de algún libro provechoso. -Y te dispondrás mejor a llevar dignamente las cargas del hogar.

Contrapunto. El matrimonio es un sacramento. No esperes a tomar conciencia de su contenido ni de su mística hasta la hora de recibido. Llegarías tarde. Procura analizar a plena luz todos sus problemas, aun los puntos más "verdes". Todo tiene un significado muy real y muy divino a la vez.


Punto 27. ¿Te ríes porque te digo que tienes "vocación matrimonial" -Pues la tienes: así, vocación. Encomiéndate a San Rafael, para que te conduzca castamente hasta el fin del camino, como a Tobías.

Contrapunto. Te quedas como pasmado porque alguien te aseguró que tienes vocación matrimonial. No es para menos. Tú mismo todavía no lo sabes, y ya hay quien te lo asegura. No te dejes dirigir ni conducir por nadie. Intenta ser fiel a ti mismo, a tu propia conciencia. Dios te habla por ella.


Punto 28. El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo. -Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia sólo para la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares. ¿Ansia de hijos?... Hijos, muchos hijos, y un rastro imborrable de luz dejaremos si sacrificamos el egoísmo de la carne.

Contrapunto. El matrimonio no es un sacramento de segunda clase -¡para la clase de tropa!-; es de primera, como el orden y como el bautismo. Es sencillamente sagrado -sacramento-, es decir, donde Dios se hace presente. No te tengas por inferior en la fe delante de un sacerdote. Eres como él un hijo de Dios con misión diaria en el mundo. El único privilegio que hay en la Iglesia es el de la santidad. Y ésta no es monopolio del clero, ni mucho menos. Ha habido papas y obispos que, con toda su dignidad sacramental, han quedado muy por debajo de un labrador casado como Isidro o Medardo.


Punto 29. La relativa y pobre felicidad del egoísta, que se encierra en su torre de marfil, en su caparazón..., no es difícil conseguirla en este mundo. -Pero la felicidad del egoísta no es duradera. ¿Vas a perder, por esa caricatura del cielo, la Felicidad de la Gloria, que no tendrá fin?

Contrapunto. No te vayas a creer que hemos de ser buenos, generosos, etc., porque esto es un buen negocio. Un día, un militante comunista le decía a un militante cristiano: "Nuestros mártires son mejores que los vuestros. Vosotros dais la vida a cambio de una mejor. Nosotros la damos sin esperar nada más".


Punto 30. Eres calculador. -No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa.

Contrapunto. Si quieres ser un joven de verdad, sé calculador. Si no lo eres, las personas mayores te venderán a su antojo o te harán servir de carne de cañón, en las guerras -¡a tus 20 años!- o en cualquier revuelta.


Punto 31. Egoísta. -Tú, siempre a "lo tuyo". -Pareces incapaz de sentir la fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños. Presiento tu fracaso rotundo. -Y, cuando estés hundido, querrás que vivan contigo la caridad que ahora no quieres vivir.

Contrapunto. Egoísta. No es difícil "salirte con la tuya", teniendo a Cristo por bandera. Podría decirte muchas cosas feas en las que Cristo ha servido de "recomendación" para conseguirlas y de justificación personal para no sentir remordimientos. Todo el mundo burgués y capitalista, en general, vive justificando su conciencia creyendo que vive la fraternidad de Cristo. En el fondo va "a lo suyo". ¡Hablan, claro, a veces con algún obrero! No es casual que cuando se persigue a los burgueses se quemen las iglesias en nuestro país.


Punto 32. Tú no serás caudillo si en la masa sólo ves el escabel para alcanzar altura. -Tú serás caudillo si tienes ambición de salvar todas las almas. No puedes vivir de espaldas a la muchedumbre: es menester que tengas ansias de hacerla feliz.

Contrapunto. Quítate de encima esta dichosa manía de ser caudillo. Hundido en la masa, piérdete como el conde Carlos de Foucauld y sus "hermanitos", y solamente así la harás feliz.


Punto 33. Nunca quieres "agotar la verdad". -Unas veces, por corrección. Otras -las más-, por no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre, por cobardía. Así, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio.

Contrapunto. No des nunca por definitivamente resuelta ninguna cuestión. No se puede agotar la Verdad, por mucho que quieras. Revisa y repiensa constantemente. Una verdad hecha, establecida, fija, es una verdad muerta. Dios es un Dios de vivos, que no de muertos. A menudo se tiene por hombre de criterio al que sólo posee cuatro prejuicios brillantes, de aspecto religioso quizás.


Punto 34. No tengas miedo a la verdad, aunque la verdad te acarree la muerte.

Contrapunto. No es nada fácil aceptar la verdad. Da miedo y hasta pánico. Los que aceptan la verdad, no es que no tengan miedo, es que lo vencen.


Punto 35. No me gusta tanto eufemismo: a la cobardía la llamáis prudencia. -Y vuestra "prudencia" es ocasión de que los enemigos de Dios, vacío de ideas el cerebro, se den tono de sabios y escalen puestos que nunca debieran escalar.

Contrapunto. No me gusta un pelo tanto eufemismo. A la temeridad la llaman audacia. Y esta valentía sin contenido hace que muchas veces los que se llaman cristianos, con el cerebro hueco de ideas se hagan los sabihondos y escalen puestos que nunca debieran escalar. Entre tanto, los "enemigos de Dios" los descalifican por necios y acaban ganando -por méritos propios al servicio del pueblo- los cargos que los creyentes habían arrebatado y retenido por la fuerza.


Punto 36. Ese abuso no es irremediable. -Es falta de carácter consentir que siga adelante, como cosa desesperada y sin posible rectificación. No soslayes el deber. -Cúmplelo derechamente, aunque otros lo dejen incumplido.

Contrapunto. Ese abuso no es irremediable. Basta comprender que no basta ser bueno para ser sabio. Que la gente que tiene cargos ha de contar con el consentimiento del pueblo y no sólo con la designación o el espaldarazo de los superiores. Antiguamente el pueblo cristiano escogía a sus obispos y no las autoridades civiles. Aplícate el cuento.


Punto 37. Tienes, como ahora dicen, "mucho cuento". -Pero, con toda tu verborrea, no lograrás que justifique - ¡providencial!, me has dicho- lo que no tiene justificación.

Contrapunto. Las cosas aparentemente más disparatadas suelen tener su justificación. ¿ O es que la expresión Mau-Mau te trae a la mente sólo una banda de negros salvajes? Y resulta que tenían razón (todavía eran más salvajes los blancos). El cabecilla que organizaba aquellas "fechorías", de las que hablaban los periódicos occidentales, salió de la cárcel para ocupar la presidencia del gobierno de una nación que acababa de nacer.


Punto 38. ¿Será verdad -no creo, no creo- que en la tierra no hay hombres sino vientres?

Contrapunto. Es, de verdad, terriblemente cierto que uno de los elementos esenciales de la vida es el vientre. Sin él, no hay hombres.


Punto 39. "Pida que nunca quiera detenerme en lo fácil". -Ya lo he pedido. Ahora falta que te empeñes en cumplir ese hermoso propósito.

Contrapunto. "Orad hermanos para que jamás nos suban los humos a la cabeza ni creamos que estamos haciendo cosas muy difíciles y trascendentales". Que recordemos que somos unos inútiles. Ya veremos si somos capaces de vivir con naturalidad.


Punto 40. Fe, alegría, optimismo. -Pero no la sandez de cerrar los ojos a la realidad.

Contrapunto. Sueña un mundo social y religioso más justo. Rechaza la triste realidad que hemos recibido como herencia.


Punto 41. Qué modo tan trascendental de vivir las necedades vacías y qué manera de llegar a ser algo en la vida -subiendo, subiendo- a fuerza de "pesar poco", de no tener nada, ni en el cerebro ni en el corazón!

Contrapunto. Es cierto que hay una manera trascendental de vivir las necedades vacías de cada día y de llegar a ser algo en la vida, sin "pensar demasiado" y teniendo poco caldo en el cerebro. ¿ Tú crees que no es nadie ese hombre anónimo que transportó las piedras de las pirámides de Egipto, o que construye carreteras o labra el campo? Cristo no lo cree así.



Punto 42. ¿Por qué esas variaciones de carácter? ¿Cuándo fijarás tu voluntad en algo? -Deja tu afición a las primeras piedras y pon la última en uno solo de tus proyectos.

Contrapunto. De sabios es cambiar. Estate atento a todas las circunstancias. No sea que emprendas ciegamente algún proyecto, desentendiéndote de todo y de todos, y que cuando pongas la última piedra, comprendas que tenías que haberlo dejado como estaba, o debías haberlo cambiado profundamente porque ya estaba superado.


Punto 43. No me seas tan... susceptible. -Te hieres por cualquier cosa. -Se hace necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante. No te molestes si te digo que eres... insoportable. -Mientras no te corrijas, nunca serás útil.

Contrapunto. ¿Eres de verdad tan insoportable porque cualquier cosa hiere tu sensibilidad? Yo no lo diría. Hablando del tema más insignificante, uno no acaba de encontrar las palabras exactas. Tus inconvenientes, tus detalles, tus experiencias científicas, etc., obligan a la reflexión, y hacen tomar conciencia de las propias limitaciones. Es un buen favor el que nos haces.


Punto 44. Pon la amable excusa que la caridad cristiana y el trato social exigen. -Y, después, ¡camino arriba!, con santa desvergüenza, sin detenerte hasta que subas del todo la cuesta del cumplimiento del deber.

Contrapunto. Las excusas no son nunca amables. Son un subterfugio, un engaño. Y un engaño no es jamás amable. "Que nuestro lenguaje sea sí, cuando es sí; no, cuando es no; todo lo que está de más procede del malo." (Mt. 5,37.) Lo exigen la caridad cristiana y un trato social decente.


Punto 45. ¿Por qué te duelen esas equivocadas suposiciones que de ti comentan? -Más lejos llegarías, si Dios te dejara. -Persevera en el bien, y encógete de hombros.

Contrapunto. Es normal que te duelan esas equivocadas posiciones que de ti se comentan. Pero no te encojas de hombros ni continúes aparentemente imperturbable tu camino. Detente un momento y da explicaciones de tus actos, sencillamente, con verdaderas ganas de aceptar las palabras del que te ha criticado. Sólo así te harás querer, admirar y respetar.


Punto 46. ¿No crees que la igualdad, tal como la entienden, es sinónimo de injusticia?

Contrapunto 46. ¿No crees que la justicia, tal como los "bien pensantes" la entienden, es sinónimo de desorden establecido por la fuerza?


Punto 47. Ese énfasis y ese engolamiento te sientan mal: se ve que son postizos. -Prueba, al menos, a no emplearlos ni con tu Dios, ni con tu director, ni con tus hermanos: y habrá, entre ellos y tú, una barrera menos.

Contrapunto. Procura decir las cosas con énfasis; oirás tú mismo lo que dices y te harás oír. Demasiadas veces tu miedo a opinar por tu cuenta no te deja dialogar con tu Dios, ni con tus directores, ni con tus hermanos. Verás cómo lo que piensas y dices no está tan traído por los pelos como creías. Y cobrarás confianza.


Punto 48. Poco recio es tu carácter: qué afán de meterte en todo! -Te empeñas en ser la sal de todos los platos... Y -no te enfadarás porque te hable claro- tienes poca gracia para ser sal: y no eres capaz de deshacerte y pasar inadvertido a la vista, igual que ese condimento. Te falta espíritu de sacrificio. Y te sobra espíritu de curiosidad y de exhibición.

Contrapunto. Intenta hacer recio tu carácter metiéndote un poco en todo. Alimenta la curiosidad, sé un tantico sal de todos los platos. Cuesta entrar en ciertas zonas desconocidas de la vida: el ambiente, las personas, la mentalidad, todo eso es demasiado grande para que te muevas con dominio. Pero no te espante la aventura. Si perseveras, dominarás las situaciones y tu personalidad se enriquecerá con dimensiones nuevas.


Punto 49. Cállate. -No me seas "niñoide", caricatura de niño, "correveidile", encizañador, soplón. -Con tus cuentos y tus chismes has entibiado la caridad: has hecho la peor labor, y... si acaso has removido -mala lengua- los muros fuertes de la perseverancia de otros, tu perseverancia deja de ser gracia de Dios, porque es instrumento traidor del enemigo.

Contrapunto. Habla. Tus cuentos y tus chismes pueden crear un ambiente agradable y risueño a tu alrededor, sobre todo en personas cortas de palabras o demasiado serias. Es una manera de fomentar la caridad entre los hermanos. Mira por donde, cosas tan simples pueden ser instrumento de Dios.


Punto 50. Eres curioso y preguntón, oliscón y ventanero: ¿no te da vergüenza ser, hasta en los defectos, tan poco masculino? -Sé varón: y esos deseos de saber de los demás trócalos en deseos y realidades de propio conocimiento.

Contrapunto. ¿Sabes cuál es el modo de conocer las posibilidades, las limitaciones y las riquezas ignoradas que llevamos dentro? Tener el gustazo de saber cosas de los otros en confidencias personales. Cada persona es un mundo exótico y fascinante, que resulta ser a la larga una de nuestras posibilidades.


Punto 51. Tu espíritu de varón, rectilíneo y sencillo, se abruma al sentirse envuelto en enredos, dimes y diretes, que no acaba de explicarse y en los que nunca se quiso mezclar. -Pasa por la humillación que supone andar así en boca ajena, y procura que el escarmiento te dé más discreción.

Contrapunto. Seguro que has debido quedarte boquiabierto por la polvareda que ha levantado tu espíritu de justicia y tu sencillez. ¿Te tachan de comunista? Señal de que has roto viejos moldes y que has dado en el blanco. Si haces cosas que valgan la pena, no podrás evitar que hablen de ti. No les tengas tirria. No lo hacen con mala intención. No ven más allá de sus narices. La verdad sola se abrirá paso.


Punto 52. ¿Por qué, al juzgar a los demás, pones en tu crítica el amargor de tus propios fracasos?

Contrapunto. Cuando juzgas a los otros, ¿no te das cuenta que criticas los defectos que tú no tienes y callas los tuyos, para que el que te escucha no piense: "este tío es un cínico"?


Punto 53. Ese espíritu crítico -te concedo que no es susurración - no debes ejercitarlo con vuestro apostolado, ni con tus hermanos. -Ese espíritu crítico, para vuestra empresa sobrenatural -¿me perdonas que te lo diga?- es un gran estorbo, porque mientras examinas la labor de los otros, sin que tengas por qué examinar nada -con absoluta elevación de miras: te lo concedo-, tú no haces obra positiva alguna y enmoheces, con tu ejemplo de pasividad, la buena marcha de todos. "Entonces -preguntas, inquieto- ¿ese espíritu crítico, que es como sustancia de mi carácter...?" Mira -te tranquilizaré-, toma una pluma y una cuartilla: escribe sencilla y confiadamente - ah!, y brevemente- los motivos que te torturan, entrega la nota al superior, y no pienses más en ella. -El, que hace cabeza -tiene gracia de estado-, archivará la nota... o la echará en el cesto de los papeles. -Para ti, como tu espíritu crítico no es susurración y lo ejercitas con elevadas miras, es lo mismo.

Contrapunto. El espíritu crítico es imprescindible, si queremos que nuestro apostolado diga algo a las personas y a los ambientes. Ha sido hasta ahora casi habitual en cristianos fervorosos y predicadores de campanillas no decir nunca frases que pudieran ser una crítica de la estructura de la Iglesia, de la conducta de sus jerarcas o de los jornales de miseria que pagaban los prohombres católicos de nuestra sociedad. ¡Y mira a qué extremos hemos llegado! Hemos quedado sepultados por una hojarasca de autocrítica y todavía no acabamos de tocar fondo. Es muy importante el espíritu crítico de las actividades propias y ajenas. No lo fíes todo a las decisiones del superior. La gracia de estado no lo resuelve todo ni mucho menos. Los grandes herejes han sido casi siempre obispos. La gracia de estado no pudo evitarlo. El superior que no escucha las opiniones de los súbditos abusa de su autoridad. El superior tiene una visión de conjunto. El súbdito tiene una visión detallada del objeto concreto. Son dos mundos que se necesitan mutuamente. Si eres súbdito y tienes carácter, observa con espíritu crítico y hazte escuchar. Si eres superior y tienes carácter, aprende del súbdito y ordena según las experiencias que te aportan. Eres un déspota si no tienes en cuenta sus observaciones.


Punto 54. ¿Contemporizar? -Es palabra que sólo se encuentra - ¡hay que contemporizar!- en el léxico de los que no tienen gana de lucha -comodones, cucos o cobardes-, porque de antemano se saben vencidos.

Contrapunto. ¿Contemporizar? Es palabra que sólo se encuentra en léxico de los que creen -y no por comodones, cucos o cobardes- que una guerra es el peor de los males. Es un pensamiento lleno de bondad y de sentido común. El que no contemporiza -sabiendo que la verdad flota por encima de nuestras cabezas- y no se reconoce falto de razón, o es un cabeza dura para comprender el punto de vista del contrario, o se reconoce vencido de antemano. Como aquél que decía: "he tenido que sacudirlo de prisa y corriendo porque comenzaba a tener razón". Hay que contemporizar. Una guerra no es buena a los ojos de Dios, por muy santa que parezca.


Punto 55. Hombre: sé un poco menos ingenuo (aunque seas muy niño, y aun por serlo delante de Dios), y no me "pongas en berlina" a tus hermanos ante los extraños.

Contrapunto. No vayas tan lejos, hombre, en el amor a tu país que, por no "poner en berlina" a los tuyos, acabes -¡cómplice!- ocultando las propias injusticias, cuando sabes que haciéndolas conocer, ayudarías a desarmar su despotismo.

 

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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?