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Viernes, 20 de Diciembre de 2024
VILLANCICO.- Ramana
VILLANCICO* (en cuaderna vía o tetrásforo monorrimo)
Las ex cuarenta y tres de san Josemaría
se acercan al portal, con paz, con alegría,
le cuentan su denuncia al hijo de María,
José les da un abrazo con gran algarabía.
Relatan jubilosas que han ido hasta un notario
y así explicar su causa al tal protonotario
por ver de que se arregle su caso extraordinario:
trabajar sin cobrar mimando al numerario.
Recién nacido Niño que traes la paz del cielo,
bendice a estas mujeres porque han barrido el suelo
desde que eran muy niñas pensando que su celo
era cosa muy santa y obraron sin recelo.
Ahora están en la calle, sin plata y sin sustento,
quieras tú darles hoy un poco de contento,
mira que estas mujeres, junto a otras mil y ciento,
solo quieren justicia y no un falso lamento.
Ya que están en Belén, te han cambiado pañales
y han fregado el establo, y son tan maternales
que a José y a la Virgen les preparan, filiales,
unos ramos preciosos de lirios y rosales.
Quieras, Dios, que muy pronto, a estas buenas personas
las traten rectamente, y no como matronas,
ya no trabajan gratis ni viven en casonas
cuidando a miserables y tristes solteronas.
Ramana
* Si deciden incluirla entre las canciones de Casa, habrán de pedir el copyleft a Opuslibros.
Adelanto del Capítulo 9. San Manuel González y El cura fundador.- Stoner
Adelanto del Capítulo #9. San Manuel González y El cura fundador
Era grande, grandioso: una exuberancia de músculos que no sé cómo había huesos que lo sostenían. Tenía cara de niño y una doctrina muy clara, a la vez.
Pues bien, es necesario aquí adelantar gran parte del Capítulo #9 sobre sobre san Manuel González. Es un paréntesis importante, porque muchos no sabéis de quién estoy hablando. Y, además, porque es necesario que estos personajes tengan vida. Al conocerlos, al ver fotografías suyas, es más sencillo empatizar con ellos. Como me sucede a mí con el querido don Norberto, y también con san Manuel.
[Hoy, 5 de diciembre de 2024, mientras edito para compartir este texto (que había escrito en 2017), me alegro al recibir el aviso que el Papa Francisco citó a san Manuel González. Ya al leer la expresión Vivan “chiflados” de amor de Dios en el título de la noticia, me dije: esto es de san Manuel, y así era. Esperemos a ver si en los próximos meses el Papa utiliza expresiones de san Josemaría.]
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Para Stoner.- Gervasio
Hay que agradecer a Stoner que finalmente se haya decidido a facilitarnos, aunque sea a modo de boceto, todo lo que lleva investigando, rumiando y elucubrando desde hace tanto tiempo sobre los años más oscuros de $anjosemaría €scrivá de Balaguer y Albás y de los grandes expresos europeos.
En vida no permitió que se escribiese sobre él nada más que semblanzas. E hizo bien. Las hagiografías, posteriores a su fallecimiento —se veía venir—, resultan insatisfactorias y poco convincentes como sucede, con las hagiografías en general, por excesivamente encomiásticas y llenas de el Señor le hizo ver que… el Señor le había preparado… La Divina Providencia quiso…
Por supuesto algunas de las premisas de las que parte y algunas afirmaciones que realiza necesitan ser contrastadas. No digo rebatidas, sino contrastadas. Unas reforzadas otras quizá desechadas. Las valoraciones de los hechos, que es materia bastante subjetiva, se prestan a diversas opiniones. De lo que no cabe duda es de que su relato arroja nuevos datos y luz, mucha luz, sobre cosas que antes ni se entendían. Aporta informaciones y enfoques que, yo al menos, no conocía.
¡Bravo, Stoner!
Gervasio
Obras son amores. - Eilad
Obras son amores
Eilad, 20/12/2024
Primero quería desear una muy feliz Navidad a todos los lectores de esta web. Y agradecerles sus colaboraciones. Me resultan muy interesantes las últimas de Stoner, quizá porque trabajé algo en la Positio.
Como está terminando el 2024, es momento de revisar los propósitos para el nuevo año. Y, en este sentido, me voy a permitir sugerirle al prelado del Opus Dei algunas ideas. Pues, en declaraciones a El Debate, dijo:
«En los asuntos públicos, todo cristiano tiene la responsabilidad de formar su conciencia según la doctrina social de la Iglesia».
En el punto 2436 del Catecismo de la Iglesia Católica, referido a la doctrina social, se afirma:
«Es injusto no pagar a los organismos de seguridad social las cotizaciones establecidas por las autoridades legítimas».
No soy experto, pero me parece que, en España, al menos desde el Decreto 2346/1969, de 25 de septiembre, era obligatoria la afiliación a la Seguridad Social de las empleadas del hogar. No sería de aplicación si esas personas hubiesen prestado servicios amistosos, benévolos o de buena voluntad. Pero con tantas horas durante tanto tiempo, ese supuesto parece completamente irrazonable. Una curiosidad: el decreto especifica que las mujeres parientes de sacerdotes célibes por el hecho de convivir con ellos no están excluidas de la obligación de afiliarse a la Seguridad Social.
Quizá el Prelado debería reconocer públicamente que se ha cometido esta injusticia con bastantes numerarias auxiliares, y también con oficiales y sacerdotes. Además, el Catecismo, en el punto 2412, dice:
«En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario».
Por si no está claro, el bien robado es por un lado al Estado, por no haber contribuido por las horas trabajadas, y hacerle pagar pensiones no contributivas a gente que debía haber contribuido. Por otro lado, la merma en la pensión de los interesados, pensión más necesaria a los que se han ido de la Obra. Pero para un examen más profundo sobre esta cuestión quizá debería releer el punto 2424, porque va a la raíz de estas injusticias cometidas:
«El apetito desordenado de dinero no deja de producir efectos perniciosos... “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24; Lc 16, 13)».
Y esto al fin y al cabo es una cuestión de dinero, que podrían solucionar fácilmente pagando lo que deben en justicia. Mi sugerencia más interesante, me parece, se refiere a la siguiente frase del Prelado, en la que creo que lleva toda la razón, pero que pienso que debía decir las cosas mucho más claras, para evitar que se repitan. Porque muchas vidas han quedado vacías por no dejar discernir a los interesados:
«Lo que me causa más dolor es que no siempre hayamos sabido acompañar bien a las personas en el discernimiento de su vocación...».
Y sugiero la claridad, porque no es una cuestión de no haber sabido, sino algo institucional. En el Catecismo de la Obra (cito el n. 302 de la edición de 2010) se lee:
«Ante las contradicciones o las caídas, se aconseja a las vocaciones recientes –y a todos los fieles– que no se provoquen tontamente un problema personal de perseverancia. Se les aconseja no cuestionar la perseverancia, ya que lo lógico es razonar de este modo: porque tengo vocación y no me falta la gracia del Señor, la ayuda de mis Directores y de todos mis hermanos, si me esfuerzo, en lo sucesivo venceré».
La doctrina de siempre en la Obra ha sido cargar la conciencia del que comienza –como ahora dicen– su discernimiento vocacional con el peso de la traición a Dios si lo que se desea es no seguir en la Obra. Le oí a Ricardo Fdz-Vallespín decir que Pepe Romeo, el primer numerario, era como Esaú, que vendió la primogenitura por un plato de lentejas. Lo que hizo fue discernir, pero fue interpretado –quizá por el mismo fundador– como traición.
Por ejemplo, para el Papa el discernimiento está asociado a la alegría, y la «tristeza, o el miedo, son... signos de lejanía con Dios». En el Opus Dei se decía que eran signos de vocación. Por eso, el miedo, las dificultades, la tristeza, o las caídas quizá lo que significan es que no se tiene eso que llaman vocación. Pero los directores de modo sistemático –lo dicen su Catecismo y sus documentos internos– lo han interpretado como una falta de esfuerzo o un problema de salud mental.
Cuando uno veía que la Obra no era lo suyo y lo comunicaba a los directores (a través de los cuales se nos decía que venía la voluntad de Dios), el mensaje que se nos daba era que había que esforzarse más, ser más fiel, que Dios no se equivoca... Además, al cargar la conciencia con la idea de que irse de la Obra es ser infiel a Dios, se nos retrasaba esa decisión, a veces muchos años, años que luego algunos ven, porque lo pueden ser, como perdidos. Esta injusticia solo puede ser reparada plenamente en la otra vida. Pero se puede aliviar en parte diciendo la verdad claramente, y no ocultándola bajo frases como «no siempre hemos sabido acompañar bien».
Y para animarle a que se decida, en serio, a tratar de reparar las injusticias, le recordaré algo que el fundador contaba:
«...hoy, después de dar la sagrada Comunión a las monjas, antes de la santa Misa, le dije a Jesús [...] “te amo más que éstas”. Inmediatamente, entendí sin palabras: “obras son amores y no buenas razones”.»
Pues eso, menos buenas razones como pedir perdón genéricamente por los que se hayan podido sentir dañados, etc., y más reparar con obras: decir la verdad claramente, dejando abierta al público toda la documentación oculta sobre la Obra y el fundador, incluidas las notas, con la que se ha gobernado la institución; dejar de echar de labores personales (y quizá también de obras corporativas) a los que abandonan la Obra; destruir todas las copias de los informes de conciencia, etc.; y devolver el dinero defraudado con engaños e injusticias.
Eilad
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