Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Hijos
en el Opus Dei

Hijos en el Opus Dei
Autor:
Javier Ropero
ÍNDICE
Agradecimientos, prólogo y prefacio
1. El desafío de un documento
2. Faenas de pesca
3. El camino más directo
4. Ser un pequeño tornillo... en una gran maquinaria
5. Andanzas, desventuras y obligaciones de un pequeño tornillo
6. Ser o no ser
7. El dulcísimo precepto
8. Autoprogramación versus autodesarrollo
9. Tan antiguo como el Evangelio
10. La caridad bien entendida...
11. ¿Es un acto impuro meterse un dedo en la nariz?
12. Ni de broma...
13. "Tejas abajo, tejas arriba"
14. Brillos, luces e iluminados
15. El mágico poder del incienso
16. Jaculatorias y charla semanal
17. El dulce ingrediente de la mortificación
18. Sentí que pedía usted por mí
19. "No digas nunca que soy un santo"
20. Evolución hacia una madurez psicológica en los ex miembros
21. Correcciones y correctivos
Epílogo
Apéndice 1. Glosario de terminología emplea por el Opus Dei
Apéndice 2. Otros textos en relación con el proseltismo agresivo del Opus Dei
Apéndice 3. Organizaciones de asesoramiento e información en diferentes países
Apéndice 4. Documento vaticano: "El desafío de los nuevos movimientos religiosos (sectas o cultos)
Apéndice 5. Colegios controlados por el Opus Dei
Bibliografía
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HIJOS EN EL OPUS DEI
Javier Ropero

20.EVOLUCIÓN HACIA UNA MADUREZ PSICOLÓGICA EN LOS EX MIEMBROS

-¡Cuanto lo siento! -dijo el psicólogo a su paciente-. Yo puedo cambiar su comportamiento, pero la Naturaleza se toma su tiempo y sigue su propio ritmo...

La evolución hacia una madurez psicológica en las personas que abandonan la Obra suele ser penosa y difícil, sobre todo si llevan muchos años en la institución. Sin embargo, tras un período de integración, estos individuos pueden llegar a convertirse en unas personas realmente felices, creativas y seguras de sí mismas.

Haber pertenecido al Opus, como

...pertenecer a una secta destructiva, te marca para siempre. Llegas a comprender muchas cosas que habías dado por sentadas: la familia, los amigos, la educación, la capacidad de tomar decisiones, la individualidad, todo el sistema de valores. Abandonar una secta brinda la ocasión única de sentarse "desnudo" con uno mismo y analizar todo lo que has conocido o creído alguna vez. Este proceso puede ser liberador, como también bastante terrorífico. Es una oportunidad para comenzar de nuevo tu vida. (Steven Hassan: "Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas", Ediciones Urano, 1990, pág. 202.)


Un primer sentimiento que invade a la persona que abandona la institución es el de la soledad. Al salir, los directores del Opus Dei le habrán avisado de que nunca vuelva a pisar un centro, pues, supuestamente, esto podría representar un peligro para la vocación de los que quedan. Por otra parte se dará cuenta de que ha perdido a la mayoría de los amigos ajenos a la institución porque a todos habrá tratado de introducirlos en ella. Por esto es necesario que el joven intente asistir a actividades que le distraigan y le procuren nuevas amistades, como apuntarse a un gimnasio, a unas clases de baile, un equipo deportivo, etc. No recomiendo que, para paliar su soledad, el nuevo ex miembro se adhiera a otras organizaciones ideológicas al menos hasta que se encuentre feliz y equilibrado. No sería el primer caso en que un ex numerario terminara agrupándose en asociaciones de corte sectario como La Comunidad, Hare Krishna, etc., o con partidos de extrema izquierda.

La idea de la soledad al salir de la Obra es la que impide que muchas personas que desean abandonar la institución lo hagan. En otras ocasiones el temor a la soledad se ve acrecentado por el hecho de que todo el dinero que posee el miembro está en manos del Opus Dei, e incluso su puesto de trabajo le ha sido proporcionado por personas afines a la Obra. Uno de los casos más conocidos es el de Coyadonga Carcedo García:

Poco después de formalizar su adhesión al Opus le ordenaron que trabajara como administrativa en la inmobiliaria Edificaciones Asturianas, S. A., entonces propiedad del Opus Dei. Como buena militante del Opus, entregaba todo su salario a la institución. Al mismo tiempo hizo testamento de sus bienes a favor de la Obra e, incluso, les entrgó el testamento de su padre, del que era beneficiaria. Simultáneamente firmó cuantos documentos le presentaron: cartas de compra de acciones y documentos de titularidad de empresas. Unos veinte papeles que, teóricamente, la hacían dueña de inmuebles, sociedades y comercios. Ya se sabe que el Opus, como tal, no tiene nada y entonces utiliza a los socios como falsos propietarios, colocándolos en la titularidad de las propiedades de la Obra... Covadonga había sido una buena hija del Opus. En cinco años entregó a la institución, en metálico, unos seis millones de pesetas... Por todo ello Covadonga, cuando la expulsaron, decidió no cllarse y pensó que lo mejor era poner el tema en manos de la justicia. "Yo no pretendo que me devuelvan todo el dinero que les di, sino sólo una parte, la mitad." Sin embargo, lo que más le preocupa a Covadonga no es el dinero, sino la utilización que la Obra pueda hacer de los papeles que ella firmó, haciéndose cargo de empresas y sociedades, y el testamento de su padre. "Me dirijo a los tribunales para que anulen todos los documentos que la Obra puede utilizar de ahora en adelante en mi nombre y para que me sea devuelto el testamento efectuado por mi padre." (Artículo publicado en la revista "Tiempo" el 28 de julio de 1986, titulado "He demandado al Opus Dei por estafa", págs. 38-39.)

En estos casos todavía puede haber solución. Mi consejo es que el interesado busque un buen asesoramiento y pida información a instituciones sensibilizadas en esta problemática.

Otro sentimiento que acaba invadiendo a la persona que ha abandonado el Opus Dei es el de haber perdido el tiempo y gastado los mejores años de su vida en algo que, aparentemente, no le ha proporcionado ningún beneficio. También puede sentirse culpable por los sufrimientos que ha causado a sus padres y familiares, o herido en su orgullo cuando ha de recurrir nuevamente a ellos. Todo esto suele terminar desembocando en una clara aversión hacia todo lo que huela a Opus. Así, rechazará cualquier tipo de religión y se transformará, temporalmente, en un virulento ácrata. Sin embargo, aunque esta reacción es natural, es la respuesta a un estímulo desencadenado por la Obra, con lo cual no es intrínsecamente libre. Además, subconscientemente, el ex numerario está mediatizado por la idea imbuida por el Opus de que todo aquel que se sale de allí termina pervirtiéndose:

Además, en el Opus están utilizando métodos coercitivos para impedir que alguien salga de la organización, como crear un profundo sentimiento de culpabilidad, argumentando que si te sales del camino marcado, te convertirás en objetivo del castigo divino. ("Tribuna", 18 de julio de 1988, pág. 27.)

Es esta idea la que argumenta Steven Hassan en relación con las sectas destructivas:

El último criterio para juzgar a un grupo es la libertad de marcharse de los adeptos. En otras palabras, los miembros de las sectas destructivas son prisioneros psicológicos. Como ya he mencionado antes, las sectas destructivas implantan fobias en las mentes de sus seguidores para fomentar el temor a abandonar el grupo. De esta forma, cierran de hecho la puerta a la libre elección. La gente tiene libertad para adherirse, pero no tiene libertad para abandonar una secta destructiva. (Steven Hassan: "Las técnicas de control mental de las sectas y cómo combatirlas", Ediciones Urano, 1990, pág. 64.)

La fobia a marcharse es un mecanismo útil antes de que el muchacho abandone la institución. Sin embargo,. otras fobias quedan latentes en el subconsciente del joven aunque éste ya haya salido del Opus Dei. En este sentido, el ex miembro habrá de asumir que, aunque sus ideas y actitudes externas vayan cambiando, su ser más íntimo conserva otros muchos modos de conducta implantados en su yo profundo por la Obra. Por ejemplo, "la santa intransigencia" aprendida en el Opus la aplicará a adoptar nuevos fanatismos ideológicos y a la crítica destructiva, el "plan de vida" lo realizará viviendo una vida excesivamente organizada y reglamentada, dicotomizar la realidad en bien y mal le impedirá ver los variados matices de la existencia, el haberse asesorado siempre por su director espiritual le dificultará la toma inmediata de decisiones, el desprecio hacia sí mismo vivido en la institución le impedirá adoptar actitudes de gratificación y enriquecimiento personal, el "afán de prestigio" le hará valorar a las personas por lo que ostentan y no por lo que son, su antigua represión sexual le llevará a confundir la cordialidad con la insinuación en el trato con el sexo opuesto, utilizará las técnicas de persuasión psicológica aprendidas en el Opus con sus amistades o con su pareja, su anterior "rechazo de lo instintivo" le dificultará el trato espontáneo y afectuoso, el haber estado examinando su conducta diariamente le hará que continúe haciéndolo de forma compulsiva, etc. Este panorama, aparentemente tan sombrío, sólo se soluciona con tres actitudes: asumir la propia programación por deplorable que sea, autocomprensión y paciencia. Si tenemos en cuenta de que las pautas de pensamiento llegan a modificar tangiblemente las interconexiones neuronales nos daremos cuenta que nuestro progreso no estará exento de cierta inercia. Por tanto el ex miembro ha de ser paciente consigo mismo. Aunque desee fervorosamente cambiar sus pautas de conducta en un determinado sentido, esto no sucederá sin provocar una cierta tensión en él, hasta que se hayan reorganizado las interconexiones dendríticas de su sistema nervioso. Esto, llanamente, quiere decir que el pensamiento del ex miembro irá muy por delante de sus sentimientos y emociones. Pensará de una manera nueva pero seguirá sintiendo según la programación opusdeísta. He comprobado que el estrés generado por esta causa puede eficazmente aliviarse de dos maneras:

a) Asumiendo este estrés como algo normal en el proceso de cambio. Si el ex miembro está nervioso no ha de realimentar este nerviosismo sintiéndose, por esta razón, aún más molesto, pues entraría en un círculo vicioso y lo único que conseguiría es una mayor intranquilidad. Si se dice a sí mismo: asumo lo que me está pasando como algo natural, o aún más: ¡qué tranquilo y feliz me siento cuando sé que este nerviosismo es la señal de mi evolución!, entonces romperá el círculo vicioso y sin proponérselo logrará más paz interior.

b) Otra manera de aliviar este estrés es mediante la técnica de repetición de "mantras" descrita en un capítulo anterior. Esta técnica, que como vimos es utilizada por diversas organizaciones sectarias para realizar un auténtico lavado de cerebro, es muy útil para descongestionar la mente en este período de desarrollo.

Una consecuencia de este estrés y del que el ex numerario ya vivía estando dentro del Opus Dei es la pérdida, en mayor o menor grado, de la concentración y la memoria. Esto no debe alarmarle pues es algo natural que se soluciona con el tiempo y un adecuado aporte de vitaminas. Cuando, tras un tiempo, el ex socio se percate de que su concentración y memoria se han restablecido normalmente, quizás también se dé cuenta de que su creatividad ha mejorado de manera notable. Es razonable que el antiguo socio sea más creativo porque durante el proceso de cambio conductual nuestro cerebro modifica, como hemos dicho, su propio sistema de interconexiones neuronales. Pienso que el cerebro, al sufrir un cambio estructural de esta envergadura, termina estando más predispuesto a la posibilidad de otros cambios. También creo que esta flexibilidad mental adquirida puede influir notablemente en la capacidad creativa de la persona.

Para que el ex socio progrese en su nueva andadura ha de abrirse a nuevas fuentes de información y a variadas apreciaciones sobre la realidad. Para ello es importante que pregunte constantemente a las personas que le rodean cuando tenga cualquier duda o inquietud aun a riesgo de pecar de pueril o ingenuo. Por ejemplo, muchas personas que ingresaron en el Opus Dei durante su adolescencia parten de esa misma etapa cuando se apartan de la Obra muchos años después:

Por lo que se refiere a ex numerarios del Opus -continúa el psiquiatra- yo he tenido en mi consulta a hombres cuya entrega absoluta durante años al juicio de sus superiores les dificulta llegar a la madurez. En sus vidas no ha habido esa normal "construcción social del yo" y con frecuencia, por debajo de la entrega, lo que hay, lo que resta, es un tremendo narcisismo, un infantilismo ético, con déficits y carencias grandes. (Ponencia presentada por Alberto Moncada en el 12 Congreso Mundial de Sociología celebrado en julio de 1990 en la Universidad Complutense de Madrid, cuyo título fue "Sectas católicas: el Opus Dei".)

Si el ex miembro siente que en su entorno inmediato no obtiene contestación a todas sus inquietudes le recomiendo que no dude en acudir a un psicólogo de confianza:

André van Bosbeke, psicólogo, ya había tenido que cuidar a alguna persona que había estado ligada al Opus Dei. Los problemas psicológicos enormes que sufría el paciente a causa de lo que había vivido en las casas del Opus Dei le habían llamado la atención por su semejanza con los daños ocasionados por la acción de sectas denunciadas por sus abusos. Yo ya había leído mucho sobre el Opus Dei en el extranjero, especialmente en España. Entonces me pregunté qué hacía en Bélgica el Opus Dei... (Testimonio recogido por "Le Soir" el 15 de diciembre de 1983.)

Hay en Italia una mujer célebre, médica, conocida en los medios internacionales del psicoanálisis. Cuando supo que mi hijo había ingresado en el Opus Dei, me reveló que ella tenía entre sus pacientes a muchas personas que habían salido de esta organización. Y que éstos eran neuróticos. Espero que a mi hijo no le suceda algo parecido, pero constantemente vivo con el temor... (Testimonio de un padre en el libro de Yvon le Vaillant "La Santa Mafia. El expediente secreto del Opus Dei", editado por Edamex, México, 1985, pág. 68.)

Si aun así la orientación del psicólogo no le satisface, aconsejo al ex socio que acuda a alguna de las asociaciones de ayuda mencionadas en el apéndice, como hizo el joven José S. C.:

José S. C. tiene veinticinco años. Miembro de una familia de los alrededores de Barcelona de gran fervor religioso, es un joven que quiere volver a ser normal, como los demás, como cualquiera de su edad. Tras haberse hecho del OpusDei a los quince años y ahora haberlo abandonado, se siente engañado y frustrado. Y siente miedo, "aunque mis padres tienen mucho más. Piensan en represalias hacia ellos o hacia mí". Pero José también se siente y se ha sentido muy solo, y he tenido que enfrentarme a muchas dificultades para ese "volver a ser como los demás".

José acudió en busca de ayuda a un centro de Barcelona tras enterarse por la prensa de que "miembros del Opus Dei son tratados, a petición de sus familiares, con técnicas de desprogramación mental". Hasta ese momento, y según indicaron Josep María Jansá y Enric Sagnier, médico y asistente social responsables de C.R.O.A.S., se han efectuado tratamientos clínicos a dos menores de edad y a una persona adulta con el fin de "corregir los posibles desarreglos psíquicos y emotivos que pudieran presentar". En los tres casos ha sido la familia la que ha reclamado ayuda. Otras veinte familias han solicitado información sobre el mismo asunto. ("Tribuna", 18 de julio de 1988, pág. 26.)

Una terapia que aconsejo al ex miembro para facilitar su proceso de integración con la realidad es que anote en un diario lo que vaya circulando por su cabeza en relación con el hecho de haber pertenecido al Opus Dei. Esto representará para él un desahogo y, posteriormente, un medio de constatar que efectivamente existe una evolución en sus actitudes, permitiendo, además, realizar un seguimiento más distanciado de las mismas.

Otro método de evolución e integración que puede compaginarse con el anterior es el de relajarse, cerrar los ojos y, con la imaginación, crear un personaje que se corresponda con la idea que tiene el ex miembro de su "yo opusdeístico", otro personaje que sea el "nuevo yo", y otros varios que actúen a modo de consejeros y moderadores. Hay que dotarlos de personalidad y vida propias, con nombres y rasgos físicos distintos para cada uno de ellos. Luego debe dejar que estos personajes interactúen en su imaginación: dialoguen, confronten respetuosamente sus puntos de vista, pidan consejo a los otros personajes, etc. El ex miembro ha de situarse como un espectador que presencia la trama sin involucrarse sentimentalmente en ella, aunque si esto ocurre tampoco pasa nada. Tras realizar este ejercicio de imaginación es recomendable que el ex socio anote en un diario las intervenciones que considere más relevantes.

Es probable que el ex socio desee consultar libros que, sin condicionar su libertad, le ayuden en su nueva situación emocional y psicológica y vayan haciendo crecer su "nuevo yo". Personalmente considero muy recomendables las publicaciones mencionadas en la bibliografía, en la sección de "Obras útiles para ex numerarios".

Por otra parte, dado que todo numerario termina expresándose, como ocurre en muchas sectas, con una jerga especial (algunas de cuyas expresiones detallo en el apéndice: "Glosario de terminología utilizada en el Opus Dei"), suele suceder que, cuando éste abandona la institución y utiliza dichas palabras en un contexto diferente al de la Obra, éstas le recordarán la vida en ella haciéndole retroceder momentáneamente hacia su anterior identidad opusdeísta. Por ejemplo, el oír la palabra "pitar" le puede conducir a retrotraerse a dicha identidad. Otras veces no será una palabra sino un hecho, como ver a un socio o pasar delante del centro de la Obra, el que actúe de estímulo o detonante para despertar diversos sentimientos, con frecuencia contradictorios en relación con el Opus. Todo lo anterior se puede corregir provocando deliberadamente el estímulo y cargándolo con nuevos contenidos, como imaginar un silbato cuando se oye la palabra "pitar". El ex miembro no arregla nada diciéndose a sí mismo que no debe pensar con la terminología opusdeísta. La mente no sabe cómo no pensar algo. Por tanto el ex socio ha de asociar las palabras y demás estímulos con nuevos contenidos mentales que sean positivos.

Al igual que ocurre en muchas organizaciones sectarias, el Opus Dei es capaz de atraer a muchos jóvenes porque les proporciona la ilusión de tener un objetivo en la vida, supuestamente de servicio a la comunidad humana. Al joven se le convencerá, como hemos visto, de que la única manera de ayudar a esta humanidad es, primeramente, dedicando todas las energías al proselitismo para que, luego, con una gran cantidad de asociados la ayuda a los necesitados sea más efectiva. Pero ya hay más de setenta y seis mil asociados y al Opus Dei no se le conoce por sus labores humanitarias sino por su auténtico objetivo, el del poder. Aun así es probable que el joven, hasta que abandone la Obra, no se dé cuenta de esto y haya vivido con la ilusión de haber estado trabajando, mediante su apostolado, para conseguir un mundo mejor. Es por ello que, cuando abandona la institución, el ex numerario se suele encontrar sin ninguna motivación que dé sentido a su vida. Este sentimiento se puede agravar cuando el joven se dé cuenta de que ha sido engañado y su entrega sólo ha repercutido para el bien de la propia organización. Es posible que, finalmente, crea que todas las organizaciones de ayuda o beneficencia ocultan oscuros fines bajo su apariencia respetable. Esto básicamente no es así, y además aconsejo al ex numerario que, asesorado por personas de su confianza, incluya entre sus actividades la de la ayuda al necesitado, llámesele drogadicto, sectario, enfermo, etc. Ello contribuirá a acelerar su proceso de maduración y llenará su vida de sentido. El vivir con una motivación de servicio a los demás es una de las características definitorias de los individuos más plenamente felices y realizados.

Es posible que el primer tipo de ayuda a los demás que se le ocurra sea el de sacar de la institución a todos los amigos a los que ha introducido en ella. Aunque este objetivo es laudable es posible que todo intento por conseguirlo sea infructuoso. Esto no debe producir intranquilidad o autoinculpación en el ex numerario. Al introducir a sus amigos en el Opus Dei actuaba como un autómata que secundaba ciegamente las directrices de sus programadores, que habían anulado previamente, mediante diversas técnicas de control mental, su capacidad de crítica racional.

Un problema que experimentan muchos ex numerarios es el de su adecuación a una nueva vida sentimental y afectiva. Como mencionamos anteriormente, muchos de estos ex numerarios se comprometen prematuramente en una relación de tipo matrimonial sin haber evolucionado psicológicamente dentro de su nueva condición. Esto conduce a desequilibrios importantes dentro de la relación de la pareja y con cierta frecuencia a la posterior ruptura. El shock sentimental que conlleva esta ruptura se agrava aún más en el ex numerario que no completó en su momento su evolución psicológica y se encuentra ahora, de nuevo, con esta asignatura pendiente. Personalmente recomiendo al ex socio que amplíe, como ya dije antes, el círculo de sus amistades incorporándose a actividades lúdicas, deportivas o humanitarias, sin atarse temporalmente a otra persona.

Además de estas inadecuaciones afectivas, al ex socio le puede resultar difícil armonizarse con su propia realidad corporal, tan fustigada mientras estaba dentro de la institución. "Incluso pasé mucho tiempo hasta familiarizarme con mi cuerpo, hacia el que tenía la típica reserva que se nos aconsejaba en la Obra", relata un ex numerario. En este sentido he observado que la danza, el baile de salón y algunos deportes, especialmente el yoga y el físico-culturismo mejoran notablemente el sentido de corporeidad del sujeto. También puede representar una ayuda el cambiar la costumbre de la ducha rápida impuesta por la Obra por la del baño tranquilo y relajante.

Como apunté anteriormente, el ex socio que asuma conscientemente su propia evolución alcanzará, con el tiempo, cotas de felicidad que antes no habría imaginado atisbar. Su experiencia en el Opus Dei terminará siendo para ellos un auténtico trampolín que los habrá lanzado hacia una valoración sin precedentes de la auténtica libertad del hombre y del verdadero sentido del respeto y el amor hacia los demás.

Si han sido capaces de superar su experiencia en el Opus Dei, entonces ya pueden hacer frente a todo lo que les depare la vida. Un último estadio en esta evolución quizá sea el de aquellas personas que, sin miedo a posibles represalias del Opus Dei, se atreven a compartir su experiencia con los demás. De esto hablaré en el siguiente capítulo.

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