HIJOS EN EL OPUS DEI
Javier Ropero
20.EVOLUCIÓN HACIA UNA MADUREZ
PSICOLÓGICA EN LOS EX MIEMBROS
-¡Cuanto lo siento! -dijo el psicólogo
a su paciente-. Yo puedo cambiar su comportamiento, pero
la Naturaleza se toma su tiempo y sigue su propio ritmo...
La evolución hacia una madurez psicológica
en las personas que abandonan la Obra suele ser penosa y difícil,
sobre todo si llevan muchos años en la institución.
Sin embargo, tras un período de integración,
estos individuos pueden llegar a convertirse en unas personas
realmente felices, creativas y seguras de sí mismas.
Haber pertenecido al Opus, como
...pertenecer a una secta destructiva, te marca para siempre.
Llegas a comprender muchas cosas que habías dado
por sentadas: la familia, los amigos, la educación,
la capacidad de tomar decisiones, la individualidad, todo
el sistema de valores. Abandonar una secta brinda la ocasión
única de sentarse "desnudo" con uno mismo
y analizar todo lo que has conocido o creído alguna
vez. Este proceso puede ser liberador, como también
bastante terrorífico. Es una oportunidad para comenzar
de nuevo tu vida. (Steven Hassan: "Las técnicas
de control mental de las sectas y cómo combatirlas",
Ediciones Urano, 1990, pág. 202.)
Un primer sentimiento que invade a la persona que abandona
la institución es el de la soledad. Al salir, los directores
del Opus Dei le habrán avisado de que nunca vuelva
a pisar un centro, pues, supuestamente, esto podría
representar un peligro para la vocación de los que
quedan. Por otra parte se dará cuenta de que ha perdido
a la mayoría de los amigos ajenos a la institución
porque a todos habrá tratado de introducirlos en ella.
Por esto es necesario que el joven intente asistir a actividades
que le distraigan y le procuren nuevas amistades, como apuntarse
a un gimnasio, a unas clases de baile, un equipo deportivo,
etc. No recomiendo que, para paliar su soledad, el nuevo ex
miembro se adhiera a otras organizaciones ideológicas
al menos hasta que se encuentre feliz y equilibrado. No sería
el primer caso en que un ex numerario terminara agrupándose
en asociaciones de corte sectario como La Comunidad, Hare
Krishna, etc., o con partidos de extrema izquierda.
La idea de la soledad al salir de la Obra es la que impide
que muchas personas que desean abandonar la institución
lo hagan. En otras ocasiones el temor a la soledad se ve acrecentado
por el hecho de que todo el dinero que posee el miembro está
en manos del Opus Dei, e incluso su puesto de trabajo le ha
sido proporcionado por personas afines a la Obra. Uno de los
casos más conocidos es el de Coyadonga Carcedo García:
Poco después de formalizar su adhesión al
Opus le ordenaron que trabajara como administrativa en la
inmobiliaria Edificaciones Asturianas, S. A., entonces propiedad
del Opus Dei. Como buena militante del Opus, entregaba todo
su salario a la institución. Al mismo tiempo hizo
testamento de sus bienes a favor de la Obra e, incluso,
les entrgó el testamento de su padre, del que era
beneficiaria. Simultáneamente firmó cuantos
documentos le presentaron: cartas de compra de acciones
y documentos de titularidad de empresas. Unos veinte papeles
que, teóricamente, la hacían dueña
de inmuebles, sociedades y comercios. Ya se sabe que el
Opus, como tal, no tiene nada y entonces utiliza a los socios
como falsos propietarios, colocándolos en la titularidad
de las propiedades de la Obra... Covadonga había
sido una buena hija del Opus. En cinco años entregó
a la institución, en metálico, unos seis millones
de pesetas... Por todo ello Covadonga, cuando la expulsaron,
decidió no cllarse y pensó que lo mejor era
poner el tema en manos de la justicia. "Yo no pretendo
que me devuelvan todo el dinero que les di, sino sólo
una parte, la mitad." Sin embargo, lo que más
le preocupa a Covadonga no es el dinero, sino la utilización
que la Obra pueda hacer de los papeles que ella firmó,
haciéndose cargo de empresas y sociedades, y el testamento
de su padre. "Me dirijo a los tribunales para que anulen
todos los documentos que la Obra puede utilizar de ahora
en adelante en mi nombre y para que me sea devuelto el testamento
efectuado por mi padre." (Artículo publicado
en la revista "Tiempo" el 28 de julio de 1986,
titulado "He demandado al Opus Dei por estafa",
págs. 38-39.)
En estos casos todavía puede haber solución.
Mi consejo es que el interesado busque un buen asesoramiento
y pida información a instituciones sensibilizadas en
esta problemática.
Otro sentimiento que acaba invadiendo a la persona que ha
abandonado el Opus Dei es el de haber perdido el tiempo y
gastado los mejores años de su vida en algo que, aparentemente,
no le ha proporcionado ningún beneficio. También
puede sentirse culpable por los sufrimientos que ha causado
a sus padres y familiares, o herido en su orgullo cuando ha
de recurrir nuevamente a ellos. Todo esto suele terminar desembocando
en una clara aversión hacia todo lo que huela a Opus.
Así, rechazará cualquier tipo de religión
y se transformará, temporalmente, en un virulento ácrata.
Sin embargo, aunque esta reacción es natural, es la
respuesta a un estímulo desencadenado por la Obra,
con lo cual no es intrínsecamente libre. Además,
subconscientemente, el ex numerario está mediatizado
por la idea imbuida por el Opus de que todo aquel que se sale
de allí termina pervirtiéndose:
Además, en el Opus están utilizando métodos
coercitivos para impedir que alguien salga de la organización,
como crear un profundo sentimiento de culpabilidad, argumentando
que si te sales del camino marcado, te convertirás
en objetivo del castigo divino. ("Tribuna", 18
de julio de 1988, pág. 27.)
Es esta idea la que argumenta Steven Hassan en relación
con las sectas destructivas:
El último criterio para juzgar a un grupo es la
libertad de marcharse de los adeptos. En otras palabras,
los miembros de las sectas destructivas son prisioneros
psicológicos. Como ya he mencionado antes, las sectas
destructivas implantan fobias en las mentes de sus seguidores
para fomentar el temor a abandonar el grupo. De esta forma,
cierran de hecho la puerta a la libre elección. La
gente tiene libertad para adherirse, pero no tiene libertad
para abandonar una secta destructiva. (Steven Hassan: "Las
técnicas de control mental de las sectas y cómo
combatirlas", Ediciones Urano, 1990, pág. 64.)
La fobia a marcharse es un mecanismo útil antes de
que el muchacho abandone la institución. Sin embargo,.
otras fobias quedan latentes en el subconsciente del joven
aunque éste ya haya salido del Opus Dei. En este sentido,
el ex miembro habrá de asumir que, aunque sus ideas
y actitudes externas vayan cambiando, su ser más íntimo
conserva otros muchos modos de conducta implantados en su
yo profundo por la Obra. Por ejemplo, "la santa intransigencia"
aprendida en el Opus la aplicará a adoptar nuevos fanatismos
ideológicos y a la crítica destructiva, el "plan
de vida" lo realizará viviendo una vida excesivamente
organizada y reglamentada, dicotomizar la realidad en bien
y mal le impedirá ver los variados matices de la existencia,
el haberse asesorado siempre por su director espiritual le
dificultará la toma inmediata de decisiones, el desprecio
hacia sí mismo vivido en la institución le impedirá
adoptar actitudes de gratificación y enriquecimiento
personal, el "afán de prestigio" le hará
valorar a las personas por lo que ostentan y no por lo que
son, su antigua represión sexual le llevará
a confundir la cordialidad con la insinuación en el
trato con el sexo opuesto, utilizará las técnicas
de persuasión psicológica aprendidas en el Opus
con sus amistades o con su pareja, su anterior "rechazo
de lo instintivo" le dificultará el trato espontáneo
y afectuoso, el haber estado examinando su conducta diariamente
le hará que continúe haciéndolo de forma
compulsiva, etc. Este panorama, aparentemente tan sombrío,
sólo se soluciona con tres actitudes: asumir la propia
programación por deplorable que sea, autocomprensión
y paciencia. Si tenemos en cuenta de que las pautas de pensamiento
llegan a modificar tangiblemente las interconexiones neuronales
nos daremos cuenta que nuestro progreso no estará exento
de cierta inercia. Por tanto el ex miembro ha de ser paciente
consigo mismo. Aunque desee fervorosamente cambiar sus pautas
de conducta en un determinado sentido, esto no sucederá
sin provocar una cierta tensión en él, hasta
que se hayan reorganizado las interconexiones dendríticas
de su sistema nervioso. Esto, llanamente, quiere decir que
el pensamiento del ex miembro irá muy por delante de
sus sentimientos y emociones. Pensará de una manera
nueva pero seguirá sintiendo según la programación
opusdeísta. He comprobado que el estrés generado
por esta causa puede eficazmente aliviarse de dos maneras:
a) Asumiendo este estrés como algo normal en el
proceso de cambio. Si el ex miembro está nervioso
no ha de realimentar este nerviosismo sintiéndose,
por esta razón, aún más molesto, pues
entraría en un círculo vicioso y lo único
que conseguiría es una mayor intranquilidad. Si se
dice a sí mismo: asumo lo que me está pasando
como algo natural, o aún más: ¡qué
tranquilo y feliz me siento cuando sé que este nerviosismo
es la señal de mi evolución!, entonces romperá
el círculo vicioso y sin proponérselo logrará
más paz interior.
b) Otra manera de aliviar este estrés es mediante
la técnica de repetición de "mantras"
descrita en un capítulo anterior. Esta técnica,
que como vimos es utilizada por diversas organizaciones
sectarias para realizar un auténtico lavado de cerebro,
es muy útil para descongestionar la mente en este
período de desarrollo.
Una consecuencia de este estrés y del que el ex numerario
ya vivía estando dentro del Opus Dei es la pérdida,
en mayor o menor grado, de la concentración y la memoria.
Esto no debe alarmarle pues es algo natural que se soluciona
con el tiempo y un adecuado aporte de vitaminas. Cuando, tras
un tiempo, el ex socio se percate de que su concentración
y memoria se han restablecido normalmente, quizás también
se dé cuenta de que su creatividad ha mejorado de manera
notable. Es razonable que el antiguo socio sea más
creativo porque durante el proceso de cambio conductual nuestro
cerebro modifica, como hemos dicho, su propio sistema de interconexiones
neuronales. Pienso que el cerebro, al sufrir un cambio estructural
de esta envergadura, termina estando más predispuesto
a la posibilidad de otros cambios. También creo que
esta flexibilidad mental adquirida puede influir notablemente
en la capacidad creativa de la persona.
Para que el ex socio progrese en su nueva andadura ha de
abrirse a nuevas fuentes de información y a variadas
apreciaciones sobre la realidad. Para ello es importante que
pregunte constantemente a las personas que le rodean cuando
tenga cualquier duda o inquietud aun a riesgo de pecar de
pueril o ingenuo. Por ejemplo, muchas personas que ingresaron
en el Opus Dei durante su adolescencia parten de esa misma
etapa cuando se apartan de la Obra muchos años después:
Por lo que se refiere a ex numerarios del Opus -continúa
el psiquiatra- yo he tenido en mi consulta a hombres cuya
entrega absoluta durante años al juicio de sus superiores
les dificulta llegar a la madurez. En sus vidas no ha habido
esa normal "construcción social del yo"
y con frecuencia, por debajo de la entrega, lo que hay,
lo que resta, es un tremendo narcisismo, un infantilismo
ético, con déficits y carencias grandes. (Ponencia
presentada por Alberto Moncada en el 12 Congreso Mundial
de Sociología celebrado en julio de 1990 en la Universidad
Complutense de Madrid, cuyo título fue "Sectas
católicas: el Opus Dei".)
Si el ex miembro siente que en su entorno inmediato no obtiene
contestación a todas sus inquietudes le recomiendo
que no dude en acudir a un psicólogo de confianza:
André van Bosbeke, psicólogo, ya había
tenido que cuidar a alguna persona que había estado
ligada al Opus Dei. Los problemas psicológicos enormes
que sufría el paciente a causa de lo que había
vivido en las casas del Opus Dei le habían llamado
la atención por su semejanza con los daños
ocasionados por la acción de sectas denunciadas por
sus abusos. Yo ya había leído mucho sobre
el Opus Dei en el extranjero, especialmente en España.
Entonces me pregunté qué hacía en Bélgica
el Opus Dei... (Testimonio recogido por "Le Soir"
el 15 de diciembre de 1983.)
Hay en Italia una mujer célebre, médica,
conocida en los medios internacionales del psicoanálisis.
Cuando supo que mi hijo había ingresado en el Opus
Dei, me reveló que ella tenía entre sus pacientes
a muchas personas que habían salido de esta organización.
Y que éstos eran neuróticos. Espero que a
mi hijo no le suceda algo parecido, pero constantemente
vivo con el temor... (Testimonio de un padre en el libro
de Yvon le Vaillant "La Santa Mafia. El expediente
secreto del Opus Dei", editado por Edamex, México,
1985, pág. 68.)
Si aun así la orientación del psicólogo
no le satisface, aconsejo al ex socio que acuda a alguna de
las asociaciones de ayuda mencionadas en el apéndice,
como hizo el joven José S. C.:
José S. C. tiene veinticinco años. Miembro
de una familia de los alrededores de Barcelona de gran fervor
religioso, es un joven que quiere volver a ser normal, como
los demás, como cualquiera de su edad. Tras haberse
hecho del OpusDei a los quince años y ahora haberlo
abandonado, se siente engañado y frustrado. Y siente
miedo, "aunque mis padres tienen mucho más.
Piensan en represalias hacia ellos o hacia mí".
Pero José también se siente y se ha sentido
muy solo, y he tenido que enfrentarme a muchas dificultades
para ese "volver a ser como los demás".
José acudió en busca de ayuda a un centro
de Barcelona tras enterarse por la prensa de que "miembros
del Opus Dei son tratados, a petición de sus familiares,
con técnicas de desprogramación mental".
Hasta ese momento, y según indicaron Josep María
Jansá y Enric Sagnier, médico y asistente
social responsables de C.R.O.A.S., se han efectuado tratamientos
clínicos a dos menores de edad y a una persona adulta
con el fin de "corregir los posibles desarreglos psíquicos
y emotivos que pudieran presentar". En los tres casos
ha sido la familia la que ha reclamado ayuda. Otras veinte
familias han solicitado información sobre el mismo
asunto. ("Tribuna", 18 de julio de 1988, pág.
26.)
Una terapia que aconsejo al ex miembro para facilitar su
proceso de integración con la realidad es que anote
en un diario lo que vaya circulando por su cabeza en relación
con el hecho de haber pertenecido al Opus Dei. Esto representará
para él un desahogo y, posteriormente, un medio de
constatar que efectivamente existe una evolución en
sus actitudes, permitiendo, además, realizar un seguimiento
más distanciado de las mismas.
Otro método de evolución e integración
que puede compaginarse con el anterior es el de relajarse,
cerrar los ojos y, con la imaginación, crear un personaje
que se corresponda con la idea que tiene el ex miembro de
su "yo opusdeístico", otro personaje que
sea el "nuevo yo", y otros varios que actúen
a modo de consejeros y moderadores. Hay que dotarlos de personalidad
y vida propias, con nombres y rasgos físicos distintos
para cada uno de ellos. Luego debe dejar que estos personajes
interactúen en su imaginación: dialoguen, confronten
respetuosamente sus puntos de vista, pidan consejo a los otros
personajes, etc. El ex miembro ha de situarse como un espectador
que presencia la trama sin involucrarse sentimentalmente en
ella, aunque si esto ocurre tampoco pasa nada. Tras realizar
este ejercicio de imaginación es recomendable que el
ex socio anote en un diario las intervenciones que considere
más relevantes.
Es probable que el ex socio desee consultar libros que, sin
condicionar su libertad, le ayuden en su nueva situación
emocional y psicológica y vayan haciendo crecer su
"nuevo yo". Personalmente considero muy recomendables
las publicaciones mencionadas en la bibliografía, en
la sección de "Obras útiles para ex numerarios".
Por otra parte, dado que todo numerario termina expresándose,
como ocurre en muchas sectas, con una jerga especial (algunas
de cuyas expresiones detallo en el apéndice: "Glosario
de terminología utilizada en el Opus Dei"), suele
suceder que, cuando éste abandona la institución
y utiliza dichas palabras en un contexto diferente al de la
Obra, éstas le recordarán la vida en ella haciéndole
retroceder momentáneamente hacia su anterior identidad
opusdeísta. Por ejemplo, el oír la palabra "pitar"
le puede conducir a retrotraerse a dicha identidad. Otras
veces no será una palabra sino un hecho, como ver a
un socio o pasar delante del centro de la Obra, el que actúe
de estímulo o detonante para despertar diversos sentimientos,
con frecuencia contradictorios en relación con el Opus.
Todo lo anterior se puede corregir provocando deliberadamente
el estímulo y cargándolo con nuevos contenidos,
como imaginar un silbato cuando se oye la palabra "pitar".
El ex miembro no arregla nada diciéndose a sí
mismo que no debe pensar con la terminología opusdeísta.
La mente no sabe cómo no pensar algo. Por tanto el
ex socio ha de asociar las palabras y demás estímulos
con nuevos contenidos mentales que sean positivos.
Al igual que ocurre en muchas organizaciones sectarias, el
Opus Dei es capaz de atraer a muchos jóvenes porque
les proporciona la ilusión de tener un objetivo en
la vida, supuestamente de servicio a la comunidad humana.
Al joven se le convencerá, como hemos visto, de que
la única manera de ayudar a esta humanidad es, primeramente,
dedicando todas las energías al proselitismo para que,
luego, con una gran cantidad de asociados la ayuda a los necesitados
sea más efectiva. Pero ya hay más de setenta
y seis mil asociados y al Opus Dei no se le conoce por sus
labores humanitarias sino por su auténtico objetivo,
el del poder. Aun así es probable que el joven, hasta
que abandone la Obra, no se dé cuenta de esto y haya
vivido con la ilusión de haber estado trabajando, mediante
su apostolado, para conseguir un mundo mejor. Es por ello
que, cuando abandona la institución, el ex numerario
se suele encontrar sin ninguna motivación que dé
sentido a su vida. Este sentimiento se puede agravar cuando
el joven se dé cuenta de que ha sido engañado
y su entrega sólo ha repercutido para el bien de la
propia organización. Es posible que, finalmente, crea
que todas las organizaciones de ayuda o beneficencia ocultan
oscuros fines bajo su apariencia respetable. Esto básicamente
no es así, y además aconsejo al ex numerario
que, asesorado por personas de su confianza, incluya entre
sus actividades la de la ayuda al necesitado, llámesele
drogadicto, sectario, enfermo, etc. Ello contribuirá
a acelerar su proceso de maduración y llenará
su vida de sentido. El vivir con una motivación de
servicio a los demás es una de las características
definitorias de los individuos más plenamente felices
y realizados.
Es posible que el primer tipo de ayuda a los demás
que se le ocurra sea el de sacar de la institución
a todos los amigos a los que ha introducido en ella. Aunque
este objetivo es laudable es posible que todo intento por
conseguirlo sea infructuoso. Esto no debe producir intranquilidad
o autoinculpación en el ex numerario. Al introducir
a sus amigos en el Opus Dei actuaba como un autómata
que secundaba ciegamente las directrices de sus programadores,
que habían anulado previamente, mediante diversas técnicas
de control mental, su capacidad de crítica racional.
Un problema que experimentan muchos ex numerarios es el de
su adecuación a una nueva vida sentimental y afectiva.
Como mencionamos anteriormente, muchos de estos ex numerarios
se comprometen prematuramente en una relación de tipo
matrimonial sin haber evolucionado psicológicamente
dentro de su nueva condición. Esto conduce a desequilibrios
importantes dentro de la relación de la pareja y con
cierta frecuencia a la posterior ruptura. El shock sentimental
que conlleva esta ruptura se agrava aún más
en el ex numerario que no completó en su momento su
evolución psicológica y se encuentra ahora,
de nuevo, con esta asignatura pendiente. Personalmente recomiendo
al ex socio que amplíe, como ya dije antes, el círculo
de sus amistades incorporándose a actividades lúdicas,
deportivas o humanitarias, sin atarse temporalmente a otra
persona.
Además de estas inadecuaciones afectivas, al ex socio
le puede resultar difícil armonizarse con su propia
realidad corporal, tan fustigada mientras estaba dentro de
la institución. "Incluso pasé mucho tiempo
hasta familiarizarme con mi cuerpo, hacia el que tenía
la típica reserva que se nos aconsejaba en la Obra",
relata un ex numerario. En este sentido he observado que la
danza, el baile de salón y algunos deportes, especialmente
el yoga y el físico-culturismo mejoran notablemente
el sentido de corporeidad del sujeto. También puede
representar una ayuda el cambiar la costumbre de la ducha
rápida impuesta por la Obra por la del baño
tranquilo y relajante.
Como apunté anteriormente, el ex socio que asuma conscientemente
su propia evolución alcanzará, con el tiempo,
cotas de felicidad que antes no habría imaginado atisbar.
Su experiencia en el Opus Dei terminará siendo para
ellos un auténtico trampolín que los habrá
lanzado hacia una valoración sin precedentes de la
auténtica libertad del hombre y del verdadero sentido
del respeto y el amor hacia los demás.
Si han sido capaces de superar su experiencia en el Opus
Dei, entonces ya pueden hacer frente a todo lo que les depare
la vida. Un último estadio en esta evolución
quizá sea el de aquellas personas que, sin miedo a
posibles represalias del Opus Dei, se atreven a compartir
su experiencia con los demás. De esto hablaré
en el siguiente capítulo.
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