AGRADECIMIENTOS,
PRÓLOGO Y PREFACIO
Javier Ropero
AGRADECIMIENTOS
En ocasiones pienso que este libro se habría hecho
conmigo o sin mí. A lo largo de su redacción
he sentido como si una alfombra roja se fuese extendiendo
bajo mis pies: acontecimientos, amistades, viajes, libros..,
representaron regalos que la providencia me iba brindando
cuando parecía que me hallaba en un dique seco, cuando
la musa de la argumentación racional parecía
haberme abandonado. Por eso quiero agradecer en primer lugar
a esta fuerza universal que actúa en todo hombre, en
definitiva a Dios, el haber puesto en mis manos estos gratuitos
dones. A continuación quiero dar las gracias a mis
padres por su paciencia y perseverancia durante los años
que ha durado la redacción del libro. A muchas otras
personas he de manifestar también mi profundo agradecimiento:
En primer lugar mi gratitud al padre Darío Carracedo
por haberme estimulado a poner por escrito mis experiencias
e ideas y por asesorarme en la parte doctrinal del libro.
A María Angustias Moreno, Alberto Moncada, Agustina
López de los Mozos, Luis Carandell y John Roche. Gracias
por haber leído pacientemente el manuscrito original
y por vuestras críticas y sugerencias.
A María Rosa Boladeras, Mercedes Montenegro y José
María Jansá. Gracias por vuestro asesoramiento
profesional acerca de la problemática sectaria.
PRÓLOGO
Es difícil entender lo que sucede actualmente en
la Iglesia católica. La Iglesia es una organización
inconmensurable y variada. Personalmente no tengo acceso
a las reuniones privadas del Vaticano, y no sigo los acontecimientos
de la Iglesia muy de cerca; sin embargo, el mosaico de impresiones
que he recogido durante el presente pontificado me anima,
al mismo tiempo que me inquieta. Personalmente me siento
tan a gusto con las tendencias liberales como con las conservadoras
de la Iglesia. Con las primeras por sus más honestos
afanes de reforma y con las segundas por su laudable preocupación
de que las reformas que son excesivamente rápidas
podrían trastornar y secularizar la Iglesia. La predominante
indiferencia religiosa entre las mentes dirigentes de Occidente
y entre grandes sectores del resto del mundo cristiano,
unida al deseo de que se demuestren y justifiquen las creencias,
deseo que, por el momento la religión cristiana no
puede satisfacer, está socavando, de forma lenta
y sosegada pero profunda, las creencias de aquellos católicos
allá donde éstos se exponen a las anteriores
influencias.
En muchos países de Europa el actual parece ser
un periodo de transición, de una fe que sobrevive,
pero que está siendo rápidamente minada en
los ambientes juveniles y en los no tanto. Los responsables
de la supervivencia de la fe en el Vaticano, al trabajar
en medio de una de las civilizaciones más mundanas
de Europa, no pueden dejar de constatar que las llamadas
metafísicas de la Iglesia, en ese entorno, pueden
caer en saco roto.
La Iglesia ha tenido siempre un lado oscuro, no sólo
por estar formada por seres humanos falibles, sino también
a nivel de la ética y la práctica institucionalmente
establecidas. Incluso algunas de las directrices promovidas
por los más altos niveles han sido ocasionalmente
incompatibles con la proclamada moralidad cristiana. Aun
cuando los movimientos liberales de la Iglesia tienen indudablemente
aspectos insanos, es en el lado más oscuro de la
vertiente conservadora donde se centra el libro de Javier
Ropero.
El Vaticano no tiene más remedio que darse cuenta
de las numerosas acusaciones de prácticas ilegales
relativas al Opus Dei que provienen de cada país
donde la institución actúa: acusaciones de
secretismo, de captación subrepticia de los hijos,
de alienación de éstos respecto de sus familias,
de totalitarismo interno, de fraudes de diversos tipos,
de amenazas y de destrucción de su capacidad de crítica.
A pesar de las poco santas actuaciones del fundador del
Opus Dei que ya eran conocidas durante su vida y otras que
lo han sido tras su muerte, su beatificación ha prosperado,
causando un gran escándalo a bastantes católicos
y mucho daño al presente pontificado, lo cual era
previsible sin lugar a dudas.
¿Por qué este apoyo a un instrumento que
tiene tan profundas lacras internas aun para muchos de sus
más fervientes admiradores y que está socavando
la consideración internacional ganada para la Iglesia
por el Papa Juan XXIII?
Es, sin duda alguna, la declarada lealtad del Opus Dei
al presente pontificado, su energía y seguridad en
promover las creencias y prácticas tradicionales,
su éxito en captar nuevos miembros, su militancia
ante el secularismo y su convicción al tildar cualquier
crítica como marxista y atea lo que persuade a las
más altas jerarquías de la Iglesia a hacer
la vista gorda ante las facetas menos claras del Opus Dei.
Uno no necesita ser un profeta para vaticinar el espantoso
daño que este apoyo a organizaciones como el Opus
Dei causará a la Iglesia a largo plazo. Cuanto más
se va conociendo públicamente la venalidad de su
fundador tanto más el proceso de canonización
va perdiendo gran parte de su valor y credibilidad. El apoyo
del Santo Padre a una organización moralmente cuestionable
puede socavar la autoridad de futuros pontificados. Si prevalece
la visión de la Iglesia representada por el Opus
Dei y los círculos que lo apoyan los partidarios
de una visión no tradicionalista serán tratados
como un leño seco al no resultar válidos para
formar parte de la estructura de la Iglesia, sobreviviendo,
mientras tanto, una pequeña facción tradicionalista
con todos los atributos característicos de una secta.
Este conglomerado de circunstancias bastante lúgubres
que perfilan la actual crisis que sufre interiormente la
Iglesia impide la libre acción del Espíritu
Santo y los nobles esfuerzos de un número ingente
de irreprochables obispos diocesanos, sacerdotes y laicos
que pertenecen a ella. La Iglesia católica, a pesar
de las apariencias, es una organización descentralizada,
donde hay fuerzas operativas extremadamente saludables en
las órdenes religiosas, comunidades monásticas
y en las asociaciones de laicos.
Cuanto más informados estén los católicos
honrados de las inaceptables actividades del Opus Dei más
difícil les resultará a las altas autoridades
eclesiásticas el permitir que las actividades del
Opus Dei prosigan sin ser exhaustivamente examinadas.
La experiencia de los ex miembros es de fundamental importancia
a la hora de componer un retrato verídico de la vida
dentro del Opus Dei. Es imposible juzgar el Opus Dei desde
la perspectiva de los documentos que éste publica,
porque la realidad interna de la organización es
completamente diferente de la reflejada en estos documentos.
Personalmente no he leído prácticamente ninguna
publicación de personas ajenas a la institución
que se aproximen ni siquiera un poco a la vida y a la praxis
en el Opus Dei de la manera en que ésta se experimenta
desde dentro de la organización. Tan sólo
por este hecho la contribución del autor sería
muy valiosa. Es tal el control de la autopercepción
y del lenguaje dentro de la organización que aquellos
que la abandonan encuentran dificultades a la hora de explicarse
a sí mismos y a los demás todo cuanto les
ha acontecido. El autor Javier Ropero, tras una amplia lectura
de la literatura más adecuada, se encuentra capacitado
para llevar a cabo este análisis. En éste
se realiza una importante contribución para mejorar
nuestra comprensión de esta extraña y apocalíptica
organización que se ve a sí misma luchando
por conquistar el mismo corazón de la Iglesia católica.
Dr. JOHN J. ROCHE,
Linacre College, Oxford
PREFACIO
La homilía de aquel domingo, hace ya seis años,
había suscitado en mí ciertos interrogantes.
Así que fui a la sacristía a aclarar algunos
puntos de la misma con el desconocido sacerdote. Cuando llegué,
me lo encontré hablando con otro muchacho sobre un
tema particularmente conocido para mí: el Opus Dei.
Así que intenté incorporarme a la charla diciendo:
-Perdonad que os interrumpa, pero yo fui numerario del
Opus Dei y hace dos años que lo dejé.
Los dos contertulios volvieron hacia mí la vista
y el sacerdote me preguntó:
-Cuánto tiempo estuviste dentro del Opus Dei?
-Siete años.
El sacerdote me miró fijamente y, con voz atemperada
y segura, me dijo:
-Entonces tardarás al menos cuatro años en
volver a ser normal.
La contestación me dejó petrificado. Cuando
estaba en el Opus Dei mis directores espirituales insistían
en que éramos gente normal, gente corriente, gente
de la calle... Cuando salí del Opus Dei, sin ningún
tipo de aversión o resentimiento hacia la asociación,
aunque con un gran agotamiento físico y psíquico,
empecé a darme cuenta de que los socios de la Obra
no éramos tan normales. Tras abandonar el Opus Dei
comprendí que mis esquemas mentales eran distintos
de los del mundo que me rodeaba. Sin pretender contemporizar
con la sociedad, quería encontrar mi puesto en ella
y por eso me esforzaba en ser nuevamente "normal".
Pero creía que me hallaba cerca de la meta, no a cuatro
años vista, como auguraba aquel sacerdote. Por suerte
o por desgracia aquel hombre llevaba razón y tardé
varios años en recuperar la primitiva armonía
que había dejado atrás cuando ingresé
en la institución. Posteriormente me unió a
aquel sacerdote una sólida amistad. Un día le
dije que pretendía escribir un libro sobre el Opus
Dei. Todo un verano estuve intentando escribir las primeras
quince páginas. Por fin, un 3 de septiembre acudí
a visitar a mi amigo y le comenté que había
comenzado a encarrilar el libro.
-¡Ese libro no lo terminarás nunca! -apostillé
el sacerdote con cierta picardía.
Empezaba a conocer a aquel hombre curtido en labores pastorales
y comprendí que sus palabras no eran de desánimo
sino que representaban un soterrado desafío. Ese era
el estímulo que necesitaba, el chispazo que pondría
en movimiento a aquel joven de veintitrés años.
Así que aproveché la oportunidad que se me brindó
y exclamé con decisión:
-¡El 1 de octubre verás el libro sobre la
mesa!
Y, tras un encierro de un mes en la Biblioteca Nacional,
cumplí con el plazo que me había propuesto y
mostré el libro a mi amigo.
-El libro está muy bien. Esperaba algo más
superficial y anecdótico, pero lo que has hecho podría
ser una buena tesis doctoral. Sin embargo, te recomiendo que
no lo publiques ahora.
Otra vez este cura consiguió exasperarme.
-¡Ahora no! ¿Por qué?
Posteriormente intuí que la razón básica
por la que este sacerdote me animé a escribir el libro
y luego a no publicarlo era la de mi propia evolución
personal. Con el libro tuve la oportunidad de poner sobre
el tapete ciertas llagas que aún no habían cicatrizado.
Por eso todavía no era el momento idóneo para
publicarlo.
Fueron pasando los años y aquel primitivo libro fue
enriqueciéndose con mi propia experiencia y con las
opiniones, críticas e interrogantes, de muchas personas
que lo leyeron. Desde aquel 1 de octubre intenté ir
eliminando del mismo todo atisbo de apasionamiento, todo rasgo
de demagogia, para que los hechos hablasen por sí mismos.
Posteriormente utilicé el manuscrito como un manual
de orientación para algunos padres que recurrieron
a mí porque tenían problemas con sus hijos en
el Opus Dei. Esto fue lo que dio al libro un sesgo definitivamente
nuevo, y lo que condicioné su redacción última.
En muchas ocasiones tuve que eliminar algunos párrafos
con consejos que, a la hora de la verdad, eran impracticables
o no surtían el efecto deseado. En otras ocasiones
incorporé sugerencias e informaciones proporcionadas
por los propios padres.
Un buen día este amigo sacerdote me preguntó
por qué no había publicado todavía el
libro. Ya no se trataba de cerrar viejas heridas, ya perfectamente
cicatrizadas, sino de aportar una experiencia que podría
ayudar a los demás. Ahora era yo el remolón,
el que pensaba que el libro no estaba definitivamente acabado,
el que esperaba que el tiempo aportase al libro tan generosas
dádivas como en años anteriores.
Estaba a punto de publicarlo cuando en junio de 1991 tuve
la oportunidad de entrevistarme con John Roche, profesor de
la universidad de Oxford, quien también leyó
interesado el manuscrito. Sus invitaciones al rigor y a la
ausencia de demagogia supusieron un ulterior esfuerzo de depuración
del libro. Por fin, ha sido la insistencia de varios padres
y mi deseo de dar a luz esta obra, tras tan prolongada gestación,
lo que me ha llevado a publicarla en este momento.
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