LIGERO DE EQUIPAJE
Tony de Mello, un profeta para nuestro tiempo
Carlos G. Vallés S.J.
GARABATOS
Si alguno de mis lectores o lectoras va sacando la impresión
de que me está resultando fácil escribir este
libro, estará profundamente equivocado o equivocada.
Para empezar, me acompaña, al escribir este libro,
la preocupación constante de ser fiel al pensamiento
de Tony y a mi manera de entenderlo. Soy consciente de que
quienes lean este libro serán, en su mayoría,
personas que conocieron a Tony, que le oyeron hablar o han
leído sus libros y, en consecuencia, se han formado
en su mente su propia imagen de Tony, esperarán verla
reflejada en este libro y quedarán desilusionados si
no la encuentran o, peor todavía, si la encuentran
deformada o esencialmente distinta de la que ellos defienden
como verdadera. Este libro tendrá tantos críticos
como lectores, y esa consideración me ha frenado muchas
veces la mano y me ha hecho volver a escribir más de
una página.
Y luego, para complicar más la cosa, Tony fue el charlista
más desordenado de todos a los que he tenido el honor
de escuchar a lo largo de toda mi vida. Si he conseguido poner
algún orden en los capítulos de este libro y
alinear cada tema bajo un título, ha sido sólo
a base de un esfuerzo consciente y constante por lograr cierta
claridad en la exposición y gradación ascendente
en el desarrollo de las ideas. Tony no hizo nada por el estilo.
El tocaba todos los temas en todas las sesiones, los mezclaba
alegremente según salían, saltaba de uno a otro
sin previo aviso, cambiaba de dirección casi a cada
instante, respondiendo siempre al aquí-y-ahora con
despreocupación absoluta de seguir un orden sistemático
o de acabar o dejar de acabar lo comenzado. Nombróa
uno de los miembros del grupo (mi encantador amigo Tony Matta)
para que tomara nota cada vez que dijera: "recordadme
que vuelva a tratar este punto más adelante",
y para que se ocupara de recordárselo en sesiones sucesivas,
para ir atando todos los cabos sueltos. Pero le salió
todo al revés, porque precisamente el saber que había
alguien encargado de recordarle los temas dejados a medias
le hizo despreocuparse en absoluto de llevar cuenta de lo
dicho y lo que quedaba por decir, y por mucho que se lo recordasen
y se lo volvieran a recordar, no había manera de controlar
sus digresiones de digresiones dentro de otras digresiones.
Las mismas notas que yo tomé dan testimonio, línea
por línea, del espontáneo desorden de su imaginación
creadora.
Ante esa situación, lo que yo he hecho ha sido escoger
los temas principales de que él trató en esos
días, revisar mis notas cada vez para entresacar todas
las alusiones que hizo al tema, y ordenarlas luego de alguna
manera, título por título. Eso he venido haciendo
en todos estos capítulos; y al acabarse los temas principales,
me queda todavía una serie de citas y pensamientos
aislados, como garabatos entre las líneas de una página
impresa, y me propongo ahora recoger algunos de ellos sin
ningún orden concreto o relación especial entre
los mismos. No lo hago por deseo de agotar el pensamiento
de Tony, sino, sencillamente, porque sentiría dejarme
algunas cosas que me agradó oírle decir.
* * * * * * * * * *
"¿Estás nervioso porque no sabes dónde
te has dejado las llaves? Solución barata: Levántate
y encuéntralas. Solución verdadera: Ponte en
contacto con tus propios sentimientos, enfréntate con
tu nerviosismo, admítelo, acéptalo, abrázalo
hasta que se calme y vuelvas a sentir paz. Luego sí,
levántate y busca y récobra las llaves. A fin
de cuentas, también las vas a necesitar. "
* * * * * * * * * *
"Aplicaos a vosotros mismos lo que yo digo, y no penséis
en otros mientras tanto. No seáis 'trinchadores', como
decía el Padre Rodríguez, que sólo piensan
en lo bien que le vendría esto a fulano o a mengano,
y no se les ocurre pensar en lo bien que les vendría
a ellos mismos; toman notas a la desesperada para endilgarles
a otros todo lo que yo digo, y ellos se quedan tan frescos.
Una vez, un párroco les estaba predicando un sermón
de infierno a sus feligreses con rayos y centellas: 'Todos
vosotros moriréis, y cada uno de los miembros de esta
parroquia habrá de presentarse un día ante el
Juez Eterno a dar cuenta de todo lo que ha hecho en su vida
con todos sus pecados, y someterse al castigo que el Justo
Juez le imponga. ¡Atemorizaos y temblad!' Mientras los
fieles temblaban al unísono, alguien se echó
a reír a carcajadas desde el centro mismo de la iglesia.
El párroco le increpó desde el púlpito:
'¿Estás loco, que te ríes y eres el único
que no te das cuenta de lo serio de la situación?'
A lo cual el buen hombre contestó:'¡Es que yo
no soy de 'esta parroquia!' Pues ya lo sabéis. Aquí
todos somos de la misma parroquia."
* * * * * * * * * *
Una historia con segundas intenciones... muy a lo Tony. "Un
señor iba todos los días a comprar el periódico
a un puesto cercano a su casa, pero cuyo dueño era
tan arisco que, al venderle el periódico, le insultaba
y se reía de él a diario. Un amigo de aquel
señor lo notó y le dijo: '¿Por qué
te empeñas en comprarle todos los días el periódico
a ese vendedor que te trata tan mal? A la misma distancia
tienes otro puesto cuyo dueño es muy amable y tendrá
sumo gusto en proporcionarte todos los días el periódico
sin que tengas que someterte a los insultos de ese loco.'
A lo que la víctima de los insultos contestó:
'Y ¿por qué ha de ser ese señor, que,
según tú, me insulta, quien decida dónde
he de comprar yo el periódico?' ¿Entendéis?"
* * * * * * * * * *
"A veces la mejor manera de decir la verdad es con una
mentira. Una vez, un hombre estaba a punto de morir, y en
sus últimos momentos expresó el deseo de ver
a su hijo único antes de fallecer. Buscaron al hijo,
lo encontraron y lo llevaron al lado del moribundo, que había
perdido ya la facultad de ver y hablar, pero aún podía
oír y sentir. El hijo entró y llegó a
su lado, pero, al verle la cara de cerca, cayó en la
cuenta de que el moribundo no era su padre. Alguien se había
equivocado, y no había ya tiempo para emprender otra
búsqueda. ¿Qué hacer en esas circunstancias?
El supuesto hijo reaccionó rápidamente, tomó
la mano del moribundo entre las suyas, se inclinó con
cariño y le dijo al oído: 'Padre, he llegado.
Soy tu hijo. Aquí me tienes a tu lado.' Una sonrisa
de felicidad iluminó el rostro del moribundo, y en
paz murió con su mano aún cogida en las de su
supuesto hijo. ¿Fue eso una verdad o una mentira?"
A continuación, Tony contó otra historia, aún
más realista, para probar la misma tesis, pero esa
historia no se puede contar por escrito.
* * * * * * * * * *
No puedo ponerme aquí a contar todas las historias
que nuestro incomparable "cuentista" nos contó
en Lonaula, pero sí voy a referir ahora mi favorita
entre todas ellas. Es de una inocencia literalmente pastoril
a primera vista, pero encubre valientes consecuencias para
quien sepa interpretada. También Jesús habló
en parábolas. "Quien tenga oídos para oír,
que oiga."
"Un pastor apacentaba su rebaño en el campo cuando
un forastero se acercó y comenzó a hacerle preguntas
sobre las ovejas. 'Dime', le preguntó, '¿cuánto
andan tus ovejas en un día aproximadamente?' El pastor
contestó: '¿Se refiere Usted a las blancas o
a las negras?' -'Digamos, a las blancas.' -'Unos cuatro kilómetros.'
-'¿Y las negras?' -'Unos cuatro kilómetros.'
El forastero volvió a preguntar: 'Y ¿como cuánto
comen?' -'¿Se refiere usted a las blancas o a las negras?'
-'Las blancas.' -'Como tres kilos de hierba.' -'¿Y
las negras?' -'Como tres kilos.' El forastero comenzaba a
escamarse, pero siguió preguntando: Y ¿cuánta
lana dan tus ovejas?' Al pastor no se le olvidó precisar
una vez más: '¿Las blancas o las negras?' -'Veamos
las blancas primero.' -'Cinco medidas de lana al año,
señor.' -'¿Y las negras?' -'Cinco medidas.'
Con eso se acabó la paciencia del forastero, que exclamó
con justificada indignación y sorpresa: '¿Es
que me estás tomando el pelo, o qué? Yo te hago
preguntas bien claras y directas sobre tus ovejas, y tú
cada vez me haces decir que a ver si es de las blancas o de
las negras; y cuando te lo pregunto por separado, me das siempre
exactamente la misma respuesta para las unas que para las
otras. Dime de una vez: ¿hay alguna diferencia entre
las blancas y las negras o no?' -'Claro que sí, señor',
contestó el pastor con la serena sonrisa de la sabiduría
campesina en los labios, , ¡las ovejas blancas son mías!'
-'¿Y las negras?, preguntó el forastero para
satisfacer una última curiosidad. El pastor, sin perder
la sonrisa, contestó: 'Las negras también son
mías, señor'."
Esa historia me hizo un buen servicio a mí el mismo
día en que dejé Lonaula, y por eso la recuerdo
con especial cariño. En mi viaje de vuelta a Ahmedabad,
paré un día en Bombay, que me pillaba de paso,
y di allí una conferencia como me habían pedido
y anunciado de antemano. De hecho, yo había pensado
preparar esa conferencia en Lonaula, donde esperaba tener
tiempo de sobra aquellos quince días. No sucedió
así, pues me entregué en cuerpo y alma a nuestro
cursillo y no quise distraerme con otros asuntos, con lo cual
mi charla de Bombay se quedó sin preparar. Ya en Bombay,
me enfrenté a mis oyentes con sólo una somerísima
preparación de última hora; pero venía
yo tan lleno de la alegría engendrada en Lonaula que
mi bullicio interior me salía por todos lados, contagió
desde el primer momento a mis oyentes, y las dos horas de
charla fueron un festejo de buen entendimiento y buen humor
que a mí mismo me dejó asombrado. Lo pasamos
en grande.
Al final de la charla tenían derecho a hacerme preguntas
y, como había mucha gente, se les había rogado
al principio que me hiciesen las preguntas por escrito en
papeletas que se les distribuyó allí mismo.
Me llegó al estrado la primera papeleta. La leí,
y un temblor de alegría me sacudió todo el cuerpo
y se me asomó a los labios en éxtasis perplejo.
La pregunta era: "Padre, al hablar usted se le notan
una felicidad y alegría irreprimibles. ¿Puede
decirnos cuál es su secreto?" Me guardé
cuidadosamente aquella papeleta con la intención de
enseñársela a Tony la primera vez que nos viéramos.
Su muerte no me lo permitió.
Y veamos ahora cómo me valí de la historia
de las ovejas. Entre los oyentes, que eran en su mayoría
jainistas (seguidores de Mahávir, contemporáneo
de Buda y semejante a él en muchos aspectos), había
tres monjes jainistas que se unieron a la hora de las preguntas
para imponer a su manera su propia filosofía y concepción
del universo, que conozco bien. Es uno de los sistemas filosóficos
más minuciosos, detallados, ordenados y clasificados
que existen.
Todo tiene su nombre, su definición, sus divisiones
y subdivisiones, con tal perfección conceptual y gramatical
que engendra en ellos un verdadero orgullo escolástico
no del todo injustificado. Demostraron aquellos tres monjes
sus conocimientos ante mí y ante todos los oyentes,
y arremetieron con sus listas de los cinco "elementos",
las cuatro "funciones", las siete "sustancias"
con sus catorce "semisustancias" y toda la interminable
letanía de sus categorías escolásticas.
Yo estaba en plan de buen humor y, con cara seria para ocultar
mis intenciones, le pregunté al monje que llevaba la
voz cantante: "Eminencia, ¿qué tal resultaría
si, en vez de poner siete sustancias, pusiéramos...
ocho y media"? El no vio la broma, pero todos los demás
la captaron al vuelo. Cuando los buenos monjes cayeron en
la cuenta de que yo me estaba tomando su sagrado sistema con
cierta ligereza, se pusieron a defenderlo apasionadamente
sin ceder ni un ápice de sus siete sustancias y catorce
semisustancias, con todo el resto de su disciplinada terminología.
Entonces, para apaciguarlos y abrir con el humor la puerta
a la amplitud de miras, les conté la historia de las
ovejas blancas y las ovejas negras. Todas las distinciones
que inventa nuestra mente vienen a ser, a fin de cuentas,
como las distinciones del pastor. A todos les hizo gracia
el cuento. A los monjes no.
* * * * * * * * * *
"Nunca os olvidéis del consejo que U Ba Kin dio
a su discípulo, el maestro Goenka (bajo cuya dirección
habíamos hecho todos nosotros unos Ejercicios Espirituales
budistas en Igatpuri): 'El mejor amigo del hombre es... su
nariz.' La respiración consciente, el fijarse al inhalar
y exhalar el aire, el ponerse a tono con los ritmos del cuerpo.
Gran secreto de paz interior."
* * * * * * * * * *
"San Ignacio dice: Al comer, pensad en Jesús.
El Zen dice: Al comer, pensad en el comer. ¿Son estos
dos enfoques tan distintos? ¿No es Jesús nuestro
alimento? ¿No es toda comida símbolo de la Eucaristía?
¿No está Dios presente en todo lo que comemos?
¿No es cada acto nuestro un acto de fe? Haz lo que
haces, y come cuando comes. Jesús está contigo."
.
* * * * * * * * * *
"¿Sabéis la historia de la boda de los
italianos? La pareja andaba en busca de un lugar para la fiesta
después de la ceremonia religiosa, y, al no conseguir
ningún salón y temer un festejo a aire libre,
porque podía llover, le pidieron al párroco
que les dejara tener la fiesta en la iglesia misma después
de la celebración de la Santa Misa y el sacramento
del matrimonio. El párroco accedió al final,
después de muchos ruegos, pues tenía sus dudas
y miedos, y puso como condición indispensable que ni
se bebiera ni se bailara en la iglesia.
Los novios se comprometieron a ello alegremente... y alegremente
se olvidaron de ello. ¿Cómo puede concebirse
una boda en Italia sin música y sin baile? El párroco
oyó el barullo y fue a pararlo inmediatamente, pero
antes llamó a su vicario para que le ayudase a echar
de la iglesia a los del festejo. El vicario le hizo reflexionar:
'Piense usted en Caná de Galilea. ¿No era eso
una boda con buen vino y, sin duda, buen baile, en presencia
de Jesús y María?' -'Sí', contestó
el reacio párroco, 'pero ahí no tenían
el Santísimo Sacramento.' Hay que tener ojos para ver
a Jesús."
* * * * * * * * * *
"Sed siempre fieles a la Iglesia; es nuestra Madre.
y digo fieles no sólo a la Iglesia del presente, sino
también a la Iglesia del futuro,"
* * * * * * * * * *
"Sé muy bien que hay gente que me odia. Un sacerdote
no me ha perdonado el que le dijera que él trataba
al Espíritu Santo como si fuera un juguete. Otros dicen
que tengo complejo de 'prima donna'. Sí es verdad que
me gusta estar en el centro del grupo en el que me encuentro
y llevar yo la voz cantante. Por otro lado, yo mismo estoy
sorprendido y casi no puedo creerlo, aunque es un hecho, que
lo que otros dicen de mí, sean insultos o alabanzas,
me tiene sencillamente sin cuidado. No me afecta en absoluto
de una manera ni de otra, y también sé que antes
no era así."
* * * * * * * * * *
"La religión es el dedo que señala a la
luna. ¡No te pongas a chupar el dedo!"
* * * * * * * * * *
Tony contó una vez más la célebre historia
de los Upánishads, aunque cambió el tigre en
león, cosa que a mí no me gustó, y así
se lo dije. Es verdad que aún quedan unos pocos leones
en la India en la selva del Gir, precisamente en el estado
en que yo vivo, que es el Gujarat; pero el símbolo
de la vida animal salvaje en la India es el tigre, que ocupaba
en un tiempo toda su geografía, y él es protagonista
de la historia original que tiende a esclarecer la doctrina
básica del verdadero Yo. Un cachorro de tigre se perdió
en la selva, se encontró con un rebaño de cabras,
se unió a ellas y vivió y creció como
una cabra más, comiendo hierba, balando como ellas
y creyendo él mismo que era una cabra. Un día,
un tigre adulto se encontró con el rebaño y
vio e! extraño espectáculo de un tigre como
él portándose en todo como una cabra. Se acercó
a él, lo llevó a un lado y trató de convencerle
de que no era una cabra, sino un tigre. Pero sus argumentos
no le valieron de nada. Entonces se fueron los dos tigres
a un charco, donde vieron sus caras reflejadas en la superficie
del agua, y eran iguales. Y por fin la prueba decisiva. El
tigre de verdad mató a una cabra y le hizo probar su
sangre al tigre-cabra. Con eso se despertó en sus entrañas
su instinto y su naturaleza de tigre y, dando un gran rugido,
se unió por fin a los suyos. Tony me explicó
que había cambiado al tigre por el león, porque
había usado esa historia en América, y allí
el león y su rugido y su título de rey de la
selva encajaban mejor que e! tigre. Sea como fuere, el cambio
era puramente circunstancial, y e! sentido profundo y el reto
moral de esa antigua historia continúan intactos. Tony,
con frecuencia, acababa sus charlas públicas o incluso
sus cursillos con esta historia.
* * * * * * * * * *
Presencié esta breve escena entre Tony y uno del grupo.
-"¡Qué bonito es ese pequeño tocacassettes
que tienes, Tony!"
-"¿Te serviría a ti de algo?" -"Sí.
Precisamente andaba buscando uno como ése."
-"Pues quédatelo. Yo siempre puedo conseguirme
otro cuando lo necesite. Es la ventaja de viajar con frecuencia
al extranjero." Y allí mismo e! tocacassettes
cambió de dueño.
* * * * * * * * * *
Una de las Hermanas de! grupo, mujer de belleza singular,
vino un día a una de las sesiones con el pelo suelto
cayéndole ampliamente sobre los hombros y la espalda
a la bella y típica manera de las mujeres de Kérala
en e! sur de la India. Yo lo noté y, al acabar la sesión,
crucé el salón, me dirigí adonde ella
estaba, sentada todavía en su silla, me incliné
hasta mirarla cara a cara y le dije directamente a los ojos:
"Gracias por haber venido con el pelo suelto. ¡Estás
bellísima!" Ella no supo más que sonreír
en agradecida sorpresa, y yo me enderecé, seguí
adelante y salí. Tony, que había observado e!
breve encuentro desde la otra esquina del salón, me
preguntó al salir: "Carlos, ¿qué
le has dicho que le ha sacado esa sonrisa tan espontánea?"
Se lo dije, y él comentó: "Te apuesto lo
que quieras a que mañana viene otra vez con e! pelo
suelto. Y ¡esperemos que no sepa el sentido que la frase
tiene en inglés! "En inglés, "soltarse
el pelo" quiere decir... bueno, ¡soltarse!.
* * * * * * * * * *
"Creer no es coleccionar certezas, sino ser capaz de
dudar."
* * * * * * * * * *
"El patriotismo es una enfermedad tan perniciosa como
e! racismo."
* * * * * * * * * *
El himno de Sádhana que se cantaba
en las despedidas con la música de "Ein Schneider
hat'ne Maus": "Sentimos que os marchéis -
Sentimos que os marchéis - Pero ¿qué
diablos estáis haciendo aquí? Sentimos que os
marchéis."
* * * * * * * * * *
Le comente a Tony que me sorprendía ver de qué
manera tan distinta e inesperada reaccionaba él ante
casos que a primera vista parecían ser enteramente
semejantes. Me contestó: "Mi éxito depende
de eso."
Durante el segundo cursillo de renovación que hice
con Tony, me hizo la siguiente confidencia: "Leo bastante
para estar al tanto de lo nuevo que sale y repasar lo antiguo,
y también, desde luego, para coleccionar historias
y cuentos con vistas a mis charlas y a mis libros. Pero para
mi provecho personal sólo leo (su expresión
exacta fue 'sólo aguanto') a tres autores: Krishnamurti,
Alan Watts y Bertrand Russell." Por lo que se refiere
a Krishnamurti, eso representaba un cambio de opinión
en Tony. Durante mi "Sádhana I", yo le había
preguntado una vez qué opinaba de Krishnamurti, y su
respuesta había sido: "No ha llegado a interesarme."
Cuando ahora le recordé aquel juicio, me dijo: "Sería
que tropecé con alguno de sus libros menos interesantes,
o que no presté atención. Ahora me encanta,
y lo encuentro de lo más sano, profundo y sincero."
Yo me había encontrado dos veces en la vida con KrishnamUftí,
y las dos fueron largas entrevistas privadas, y Tony me hizo
contarle esas entrevistas en detalle y la impresión
que Krishnamurti me había causado en su trato personal.
A Tony no le impresionaba mucho su biografía, pero
sí sus escritos, o más bien su charlas.
Hasta tal punto que, en Lonaula, algunos días venía
a la sesión con un libro de Krishnamurti y comenzaba
a leerlo en voz alta y a comentarlo frase por frase, convirtiendo
así el texto en la base de toda una charla. Eso no
era algo que Tony hiciera con ningún otro autor, y
demuestra el grado de aprecio a que había llegado con
respecto al pensamiento de Krishnamurti. También nos
dijo que, si alguien quería hacer ahora Ejercicios
Espirituales de ocho días bajo su dirección,
le daba el primer día al ejercitante un libro de Krishnamurti
(casi siempre "Think of these Things", que, al estar
compuesto de charlas a estudiantes, es más asequible)
y le decía que leyese un capítulo al día
y viniera a comentarIo con él. Reconocía que
a veces requiere bastante esfuerzo y concentración
el entenderlo, pero insistía en que merecía
la pena. Pasé algunos ratos deliciosos con Tony canjeando
citas favoritas de Krishnamurti. Un botón de muestra:
"Todo esfuerzo distrae del puro ser," Por ahí
iba el juego.
* * * * * * * * * *
"Cada vez que te quejas de alguien estás diciendo
que tú eres mejor que él."
* * * * * * * * * *
"Os solía yo decir, como os acordaréis
bien, que siempre que alguien a vuestro alrededor hiciera
algo bien hecho le dierais 'palmaditas en la espalda' psicológicas,
es decir, que le alabaseis para hacerle sentirse a gusto y
así reforzar su buena conducta. Ahora os digo que no
hagáis tal cosa, a no ser por las expresiones oficiales
de buena educación en tales casos. 'Palmaditas en la
espalda' son sólo una manifestación sutil para
hacer que esa persona dependa de vuestras alabanzas y ceda
ante vuestros deseos."
* * * * * * * * * *
"Cuando hace mucho calor en Lonaula, como está
pasando estos días, yo me siento culpable y pido perdón
por ello a los participantes del curso como si se tratase
de 'mi' clima. Fijaos a qué extremos llegamos cuando
nos identificamos equivocadamente con cosas que no tienen
nada que ver con nosotros y sobre las que no tenemos control
alguno. Eso es exactamente lo que nos pasa con el Yo."
* * * * * * * * * *
"Sabido es que en la investigación médica
se administran a veces medicamentos aparentes, como agua destilada
o píldoras inocuas que el sujeto de la investigación
cree ser verdaderas medicinas. Pues bien, médicos serios
en los Estados Unidos me han dicho que tales supuestas medicinas
causan el mismo efecto que las verdaderas... ¡hasta
en sus efectos secundarios que el paciente ignora! Es un ejemplo
impresionante, y para mí espeluznante, del poder que
la mente tiene sobre el cuerpo."
* * * * * * * * * *
"El día en que digas, ¿Estoy loco yo...
o están locos todos los demás?, ese día
ha comenzado tu salvación."
* * * * * * * * * *
"¡Bienvenido al género humano!" era
la exclamación espontánea de Tony cuando alguien
del grupo mencionaba con miedo y timidez alguna debilidad
personal que todos sabíamos era debilidad universal.
* * * * * * * * * *
Tony tenía un gran sentido del humor y gran capacidad
para explotar el ridículo, como saben muy bien todos
aquellos que hayan pasado un rato en un grupo con él.
En particular, él usaba esas dotes de humor cuando
asomaba el tema del sexo, y así descargaba el ambiente
al tratar materias delicadas. Le oí decir: "El
lado cómico del sexo me ha divertido siempre. Chistes
como el del músico tímido que se casó,
o el de la pareja de jóvenes en un campamento nudista,
que todos vosotros me habéis oído contar, sacan
siempre a relucir al niño travieso que llevo dentro,
y así disfruto con esos chistes y veo que los demás
también disfrutan. La risa y el desahogo que engendran
en el grupo sirven para aliviar la tensión que inevitablemente
se va acumulando cuando unos cuantos hombres y mujeres pasan
varios meses juntos. Yo me encargo de proporcionar ese desahogo.
Y un buen chiste verde no deja de ser un buen chiste."
Me sobran ganas de contar aquí esos chistes, que recuerdo
perfectamente, pero me abstengo de hacerla para que no se
frunzan ceños sin necesidad. Por otro lado, no puede
haber retrato completo de Tony sin el rasgo travieso de su
atrevido humor, y así me propongo contar, en el mismo
tono sano y alegre en que sucedió, un incidente que
tuvo lugar en Lonaula al final de una de las sesiones y que
nos hizo reír a todos de buena gana. Tony tenía
una pícara mente que le permitía cambiar el
sentido de la palabra más inocente en algo sonrojante
con sólo un ligero cambio de voz, y aquel día
una cándida Hermana resultó víctima del
humor escabroso de Tony cuando menos se lo esperaba. Tony
había estado enredando con el papel y el lápiz
los últimos minutos, y la buena Hermana le pidió
con sencilla curiosidad femenina: "Tony, enséñame
tus garabatos." Desde aquel momento estaba sentenciada.
Tony vio al instante las posibilidades cómicas de la
situación y se metió en ella de cabeza. "¿Garabatos?
¿Mis garabatos? ¿Sabes lo que estás diciendo?
¿Sabes lo que quiere decir 'garabatos'?" La Hermana
claro que lo sabía, y había usado la palabra
en su directo y único sentido; pero para entonces ya
se había dado cuenta del sentido que Tony le había
dado a la palabra, y había comenzado a sonrojarse.
Todos escuchábamos sabiendo que nos íbamos a
divertir un poquillo. Tony miró alrededor, se aseguró
de que todo el mundo le escuchaba y se dirigió al grupo
con fingida indignación, como si estuviera gravemente
escandalizado: "¿Habéis oído? Quiere
que le enseñe mis garabatos. Y aquí, en público,
delante de todo el mundo. ¿Habéis visto alguna
vez conducta tan desvergonzada?" Todo el grupo se reía
ya, mientras la pobre Hermana no sabía dónde
esconderse. Tony prosiguió: "Te propongo un trato.
Si tú me enseñas tus garabatos, yo te enseño
los míos." Con eso el salón se vino abajo
en una ola de carcajadas, y Tony mismo se rió gozosa
y aparatosamente, como lo hacía en los momentos en
que se estaba divirtiendo de veras. Luego clausuró
el incidente diciendo: "Desde ahora la palabra 'garabatos'
pasa a formar parte del vocabulario de Sádhana. Ya
sabéis todos lo que significa." Nadie volvió
a pronunciar la palabra.
Confío en que alguien publique algún día
una colección de todos los cuentos y chistes que Tony
contó en su vida... sin dejarse los chistes verdes.
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