LOS HIJOS DEL OPUS: LA SOCIALIZACIÓN
DE LAS SEGUNDAS GENERACIONES DEL OPUS DEI
Autora: Esther Fernández Mostaza
Editorial: Mediterrania
CAPÍTULO VI. Matrimonio, familia
y el lema de la santificación
Empezaremos por advertir que al tratar el tema de las relaciones
conyugales y familiares dentro del Opus Dei, no haremos distinción
entre matrimonio y familia. La razón de esta correspondencia
es que estas dos instituciones nunca, en ninguno de los textos
analizados, se presentan de manera diferenciada: de hecho,
son consideradas indistinguibles. La justificación
de esta indisolubilidad la encontramos expresada en el siguiente
fragmento:
"El matrimonio y la familia son, evidentemente, dos
instituciones que ni pueden confundirse ni deben identificarse,
pero, por designio de Dios, se hallan tan estrechamente
vinculadas entre sí que, de hecho, son inseparables.
Ambas se exigen y se complementan, de ahí que al
separarlas -incluso a nivel de exposición doctrinal-
tanto la familia como el matrimonio mismo se desvanecen.
La familia sin matrimonio, aquella "familia" que
no tiene su origen en el matrimonio, da lugar a formas de
convivencia -los distintos tipos de poligamia, por ejemplo-
que muy de lejos tienen que ver con la auténtica
institución familiar. Y viceversa: el matrimonio
que no se orienta a la familia, conduce a la negación
de una de sus características más radicales
-la indisolubilidad- y se sustrae de la primera y más
fundamental de sus finalidades: la procreación y
la educación de los hijos". [Cuestiones fundamentales
sobre matrimonio y familia. II Simposio Internacional de
Teología (Pamplona: EUNSA, 1980), 21]
Esta definición de familia, restrictiva y equiparada
exclusivamente a la unión indisoluble y con hijos,
es la que guiará parte de esta investigación.
Otro elemento conductor lo encontramos expresado con claridad
por el fundador de la Obra en una entrevista publicada en
la revista Telva en 1968, incluida después en el libro
Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer
bajo el título de "La mujer y la vida del mundo
y de la Iglesia". En esta entrevista, al ser preguntado
por los valores más importantes del matrimonio cristiano,
Mons. Escrivá responde así:
"La mayor parte de los socios del Opus Dei viven en
el estado matrimonial y, para ellos, el amor humano y los
deberes conyugales son parte de la vocación divina.
El Opus Dei ha hecho del matrimonio un camino divino, una
vocación, y esto tiene muchas consecuencias para
la santificación personal y para el apostolado. [...]
El matrimonio está hecho para que los que lo contraen
se santifiquen en él, y santifiquen a través
de él: para eso los cónyuges tienen una gracia
especial, que confiere el sacramento instituido por Jesucristo.
[...] Los esposos cristianos han de ser conscientes de que
están llamados a santificarse santificando, de que
están llamados a ser apóstoles, y de que su
primer apostolado está en el hogar. Deben comprender
la obra sobrenatural que implica la fundación de
una familia, la educación de los hijos, la irradiación
cristiana en la sociedad. [...]
Pero que no olviden que el secreto de la felicidad conyugal
está en lo cotidiano, no en ensueños. Está
en encontrar la alegría escondida que da la llegada
al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en
el trabajo de todos los días, en el que colabora
la familia entera; en el buen humor ante las dificultades,
que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento
también de todos los adelantos que nos proporciona
la civilización, la vida más sencilla, la
formación más eficaz." [Conversaciones,
n. 91]
En esta respuesta encontramos expuestas, de manera sintetizada,
algunas de las formulaciones que nos ayudarán a iniciar
la caracterización de lo que denominamos modelo
opusiano de familia. Estas formulaciones son: a) el concepto
de vocación matrimonial, b) el lema de la santificación
trasladado a la familia; y c) la función apostólica
-socializadora- de la familia (numerosa, deberíamos
decir).
Antes de profundizar en estos aspectos, es preciso recordar
que ya a finales de los años sesenta (momento en que
se realizó la entrevista presentada más arriba)
los miembros casados eran los que tenían más
importancia numérica dentro del Opus Dei. Hoy, esto
no sólo se confirma, sino que además se añaden
cambios en otro sentido: los miembros casados del Opus, a
parte de aumentar las filas de la organización con
hijos nacidos en el seno de ella, la hacen crecer en medios
(educativos, deportivos, de ocio...) a fin de dar respuesta
tanto a las necesidades de los miembros casados, como (y muy
especialmente) a las necesidades de las segundas generaciones:
jardines de infancia, colegios, universidades, convivencias
de vacaciones, clubs... Convirtiéndose los miembros
casados en motor de la organización.
Volvamos ahora a la cita de Escrivá de Balaguer, centrándonos
primero en la afirmación de que "El Opus Dei ha
hecho del matrimonio un camino divino, una vocación",
para continuar después con lo que desde la propia institución
se presenta como consecuencia de esta concepción del
matrimonio como vocación: la santificación de
la familia y su función apostólica con la socialización
de los hijos.
1. Vocación, también, matrimonial
En toda la literatura del Opus se insiste en que el concepto
de vocación matrimonial, que aparece por primera
vez en la máxima número 27 de Camino (justo
antes de aquella otra que identifica el matrimonio con "la
clase de tropa"), ha formado parte de los principios
teóricos del Opus Dei desde sus comienzos. Por otro
lado, si observamos la historia reciente del Opus Dei no cuesta
admitir que los miembros casados que pertenecen a la Obra
han ido creciendo en importancia a medida que lo han hecho
en número. De hecho, si acudimos a los primeros escritos
del Opus Dei, y más concretamente a los primeros escritos
de su fundador, es difícil -por no decir imposible-
coincidir en afirmar que los miembros casados han formado
parte desde siempre del proyecto original de Escrivá
de Balaguer.
Prueba de esta "alteración" histórica
la encontramos en el mismo concepto de vocación
aplicado al matrimonio. En nuestros días, de entre
los textos afines al Opus, son muchos los que al hablar de
los miembros casados recuerdan que ya desde los primeros años
del movimiento se hablaba de vocación matrimonial,
presentando como prueba la máxima número 27
de Camino:
"¿Te ríes porque te digo que tienes
"vocación matrimonial"? -Pues la tienes:
así, vocación. Encomiéndate a San Rafael,
para que te conduzca castamente hasta el fin del camino,
como a Tobías."
Lo que no se explica, sin embargo, es que este comentario
no se encuentra en el volumen Consideraciones espirituales,
librito anterior a Camino y que se presenta como la
primera edición de este último: "Camino
aparece por primera vez en 1934, con el título de Consideraciones
espirituales; en 1939, fecha de la segunda edición
aumentada, recibe el nombre actual y definitivo" [Camino,
XII]. Y lo que es más importante: aparece justamente
antes que otra máxima en la que se compara al matrimonio
con la clase de tropa:
"El matrimonio es para la clase de tropa y no para
el estado mayor de Cristo. -Así, mientras comer es
una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia
sólo para la especie pudiendo desentenderse las personas
singulares. ¿Ansia de hijos?... Hijos, muchos hijos,
y un rastro imborrable de luz dejaremos si sacrificamos
el egoísmo de la carne." [Consideraciones
espirituales, 10; Camino n. 28]
Así mismo, los miembros casados del Opus Dei han ido
aumentado su importancia a medida en que lo han hecho en número:
de hecho, si acudimos a los primeros escritos del fundador
del Opus Dei, se hace difícil entender que desde el
principio los miembros casados participarían en los
proyectos que para la organización ideó el mismo
Escrivá. Más bien afirmaríamos que el
concepto de vocación aplicado al matrimonio, en el
contexto donde apareció por primera vez, respondía
al intento de matizar la máxima de Consideraciones
espirituales donde se afirmaba que el matrimonio es para
la clase de tropa. No al revés, como a veces se intenta
demostrar. Un ejemplo de esta, podríamos decir, reinterpretación
la encontramos expresada muy claramente en "24 preguntas
a Monseñor Escrivá de Balaguer", un folleto
donde Jesús Urteaga, recopilando párrafos de
las entrevistas concedidas por Escrivá de Balaguer
y recogidas en el ya citado Conversaciones con...,
comenta la máxima "El matrimonio es para la clase
de tropa y no para el Estado mayor de Cristo" con las
siguientes palabras:
"Le aconsejo leer el número anterior de Camino,
donde se dice que el matrimonio es una vocación divina.
No era nada frecuente oír afirmaciones como ésa
en los alrededores de 1935. [...] Con esta metáfora
quería recoger lo que ha enseñado siempre
la Iglesia sobre la excelencia y el valor sobrenatural del
celibato apostólico. Y recordar al mismo tiempo a
todos los cristianos que, en palabras de San Pablo, deben
sentirse milities Christi, soldados de Cristo, miembros
de ese Pueblo de Dios que realiza en la tierra una lucha
divina de comprensión, de santidad y de paz. Hay
en todo el mundo muchos miles de matrimonios que pertenecen
al Opus Dei, o que viven según su espíritu,
sabiendo bien que un soldado puede ser condecorado en la
misma batalla en la que el general huyó avergonzado".
[Jesús Urteaga, 24 preguntas a Monseñor
Escrivá de Balaguer (Madrid: Palabra, 1971), n. 7]
Ninguna referencia, en cambio, al hecho de que la máxima
donde se dice que el matrimonio es una vocación divina
no apareciera en la edición de Consideraciones espirituales.
2. La santificación de la familia
Son frecuentes los textos de la colección "Hacer
Familia" que asocian el concepto de vocación matrimonial
con la expresión santificación de la familia
Se trata de fragmentos que recuerdan afirmaciones de Escrivá
de Balaguer como: "El Opus Dei ha hecho del matrimonio
un camino divino, una vocación, y eso tiene muchas
consecuencias para la santificación personal y para
el apostolado"; o esta otra: "Los esposos cristianos
han de ser conscientes de que están llamados a santificarse
santificando". Así lo encontramos expresado en
la siguiente cita que, dirigiéndose a los cónyuges,
les exhorta diciendo:
"Sois y hacéis lo mismo que ayer, que hoy y
que mañana. Ahí está el secreto. Saber
encontrar en el quehacer de todos los días, la alegría,
la fuerza y la esperanza de no estar solo. Te lo diré
con palabras de Mons. Escrivá de Balaguer, que lo
ha enseñado a vivir así a miles de almas:
"Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido
en las situaciones más comunes, que toca a cada uno
de vosotros descubrir. (...) O sabemos encontrar en nuestra
vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca."
[Jesús Urteaga, 24 preguntas a Monseñor
Escrivá de Balaguer (Madrid: Palabra, 1971), 97]
Y se ponen ejemplos de ello: Hablando con tu marido de aquello
que más le interesa a él, antes de lo que a
ti te gusta; Saliendo a cenar con la mujer "aunque hayas
llegado roto de cansancio"; Respondiendo a la pregunta
del hijo cuando estás leyendo las noticias más
interesantes del diario. "Lo encontrarás también
-no te quepa la menor duda- en el tálamo nupcial. En
el gozo y en la abstinencia, pero siempre por amor. Allí,
también está Dios". [Urteaga, Ibid.]
Como veremos en capítulos siguientes, el lema de la
santificación de la familia se expresa como renuncia.
En cuanto a este tema, aunque a menudo se habla -simplificándolo-
de la doctrina de la santificación del trabajo como
el lema doctrina del Opus Dei, su fórmula completa
es: "Ser santo supone santificar el propio trabajo, santificarse
en el trabajo, y santificar a los demás con el trabajo".
[Conversaciones con..., n. 55]. Este lema lo encontramos
igualmente trasladado a la familia, donde se dice que el matrimonio
es medio de santificación e instrumento para santificarse.
Y así como los matrimonios cristianos, en los términos
del Opus Dei, son llamados a santificarse, también
la vocación les llama a ser apóstoles. Su primer
apostolado es en el hogar, tanto en la relación conyugal
con los hijos, lo cual remite a la tarea de los padres como
primeros y más importantes propagadores de la doctrina
opusiana.
Esta llamada la podemos encontrar claramente expresada en
el siguiente fragmento:
"A los que por llamamiento de Dios os corresponde
servir al Señor en medio del mundo y desde el hogar,
y no en el claustro ni en la soledad, tenéis que
vivir entre los afanes humanos, junto a las otras familias
ocupadas en sus quehaceres. A vosotros incumben de modo
directo y particularísimo todos los problemas, todas
las circunstancias, todos los acontecimientos de la vida
social." [Jesús Urteaga, Dios y familia,
colección "Hacer Familia", n. 11 (Madrid:
Palabra, 1992), 19-21].
Es ésa la manera como se presentan los padres (especialmente
la mujer) en calidad de colaboradores, cooperadores, matizando:
"Vosotras, madres, habéis sido siempre las
mejores colaboradoras de Dios.
Vosotras -¡las más fuertes!- estuvisteis solas
al pie de la cruz. Vosotras y un hombre joven: Juan.
Vosotras fuisteis las mujeres audaces que, contra toda ley
humana, os encaminasteis al sepulcro en las horas difíciles
en que los hombres cerraban las puertas de su casa por temor
a los judíos. Y Cristo os premió, y os hizo
apóstoles de los apóstoles.
Siempre será la prudencia sobrenatural la que señale
el camino, pero será la audacia la que nos haga volar
por él.
En vuestras manos vigorosas están miles de chiquillos
que saldrán al mundo como los hayáis formado.
Vosotros, padres, madres, tenéis una misión
grande, realmente grandiosa."
[Loc.cit.]
En este último fragmento, esta doctrina tiende a resaltar
a la mujer como protagonista dentro de la esfera familiar.
De hecho, el modelo de familia que se presenta en un modelo
en el que la mujer tiene un papel central, un papel que por
otro lado ya había interpretado pero que recientemente
con su incorporación al mundo laboral, entre otros
motivos, ha delegado o comparte con otras instituciones. En
este sentido, se presenta como propósito el "rescatar
a la mujer" [Matrimonio para un tiempo nuevo, 73-76]
para convertirla en el motor de aquel modelo de familia que
se dibuja como nuevo pero que, como iremos viendo, tiene muchos
elementos de lo que podríamos considerar como modelo
tradicional de familia.
Paradójicamente, estos elementos tradicionales (entre
los que situaremos el de modelo familiar alrededor de la figura
femenina) se combinan, al mismo tiempo, con otros muy cercanos
a un modelo "empresarial" de relaciones familiares
donde el tradicionalismo deja paso a la modernización.
Basándonos en esta equiparación de la familia
con la empresa, será como podremos interpretar algunos
de los aspectos más innovadores y modernos que integran
el grupo familiar. Estos aspectos innovadores contrastarán
con el modelo tradicional de familia que tan activamente se
promueve en temas como la procreación, la sexualidad
o la situación que dentro de la familia y en relación
con el mundo profesional tendrá que ocupar la mujer.
3. Actitud ante el número de hijos: paternidad
o procreación responsable.
En nuestros días, la decisión sobre el número
de hijos se presenta como un tema de decisión exclusiva
de la pareja. En este sentido hay que situar el concepto procreación
responsable que quiere substituir a otros quizá
más usados: limitación, control o regulación
de la natalidad. Se trata de una expresión que supone
afirmar que "es propio del discernimiento de los casados
la decisión del número de hijos como del método
de regulación". [Matrimonio para un tiempo
nuevo, 164]. Se entiende así por procreación
responsable el carácter que tiene de elección
propia de la pareja la decisión sobre el número
de hijos.
Este carácter de decisión propia y exclusiva
de los padres respecto del número de hijos y los medios
de regulación de los nacimientos, lo encontramos expuesto
de manera muy diferente en textos de la colección "Hacer
Familia". En estos fragmentos, bajo la expresión
de paternidad responsable se quiere expresar, en primer
lugar, que se trata de paternidad, no de fecundidad, y por
tanto se impide su control o regulación. En segundo
lugar, se apunta que "tendremos que calificarla de responsable
pues son el hombre y la mujer dotados de libertad los que
adoptan una decisión de la que han de responder ante
Dios que les otorgó esa facultad". [Matrimonio
para un tiempo nuevo, 170-171]. Una responsabilidad, por
tanto, delegada a la pareja que les releva de la posición
de primeros responsables. Así: "La paternidad
responsable supone que el hombre y la mujer, teniendo en cuenta
todas las circunstancias de ese momento concreto,
busquen que se cumpla en ellos la voluntad de Dios".
[Loc. Cit.]. Entendiendo que la voluntad de Dios impide
a la pareja ejercer control sobre el número de hijos
con medios que no sean considerados como naturales.
Reproducimos a continuación dos textos que claramente
pueden ilustrar cual es la interpretación que desde
los postulados del Opus Dei se hace de la paternidad responsable.
En el primero (titulado ¡No tengáis miedo
a los hijos!) se declara que el amor entre un hombre y
una mujer exige de hijos, en caso contrario no es "auténtico",
ya que "un amor auténtico tiende al hijo como
a su fin natural". En el segundo texto (¡Defended
la familia numerosa!) se hace apología de la familia
numerosa combinando lo que se considera fin último
de la pareja (la procreación) y la mejor forma de educar
a los hijos (en compañía de muchos hermanos).
[Nota del traductor: El original presenta a continuación
la reproducción íntegra de los textos citados
en el párrafo anterior. Su referencia bibliográfica
es: Urteaga, Jesús; Dios y familia (Madrid: Editorial
Palabra, 1992), pp. 46-50 - Contenido: Arenga a la procreación
y apología de la familia numerosa]
Si al hablar del papel de la mujer dentro de la familia lo
calificábamos de tradicional, el mismo adjetivo se
puede utilizar para referirnos a la manera de vivir la sexualidad.
Este "tradicionalismo" queda reflejado en el hecho
de considerar la sexualidad humana como materia ajena a investigaciones
científicas, lo que provoca una condena sin paliativos
de cualquier avance técnico en el campo de la regulación
del embarazo, así como de la influencia en los comportamientos
sexuales. Sólo se admiten los considerados métodos
naturales. A lo anterior hay que añadir el carácter
procreador de las relaciones sexuales: La sexualidad se entiende
más en función de procreación que no
como ámbito de relación de la pareja (en gran
parte por la postura contraria a las nuevas técnicas
en contracepción). Sólo así podemos entender
afirmaciones como la siguiente: "El uso de anticonceptivos
es gravemente ilícito sin ninguna excepción.
Pensar o decir lo contrario equivale a suponer que en la vida
humana se pueden dar situaciones en las que sea lícito
no reconocer a Dios como Dios". [Dios y familia, 53-54].
Así, se acaba creando un modelo de sexualidad dentro
del matrimonio que, por su carácter prescriptivo, tiende
a homogeneizar conductas que una vez formuladas de manera
clara y rotunda hacen que la sexualidad deje de ser un asunto
privado (en el sentido de interesar sólo a los implicados),
para convertirse en un medio para conseguir unos fines que
sobrepasan a la pareja.
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