Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Tras el umbral
Una vida en el Opus Dei
Autora: Carmen Tapia
Índice del libro:
I. Prólogo, presentación e introducción
II. Mi encuentro con el Opus Dei
III. Crisis vocacional
IV. Cómo se llega al fanatismo
V. Viaje a Roma
VI. Roma, la jaula de oro
VII. Venezuela
VIII. Roma II: retorno a lo desconocido
IX. Regreso a España
X. Represalias
XI. Retratos
XII. Los silencios
XIII. Bibliografía sobre el Opus Dei
XIV. Bibliografía general
 
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CAPITULO VII: VENEZUELA (continuación)

"Lugares seguros"

Con respecto a la custodia de los documentos, cumplíamos órdenes concretísimas de Roma de tener un "lugar seguro" (secreto) donde se archivaban tanto los documentos más delicados como los duplicados de todas las fichas personales de las asociadas numerarias, supernumerarias, oblatas y sirvientas; los originales los llevaba un correo personal, en mano, a Roma, a la Asesoría Central. Estas fichas personales, a más de las fotografías, incluían la consabida información personal: fecha de nacimiento, etc., más los detalles de la incorporación al Opus Dei. La sigla de Venezuela era Vf para la sección de mujeres. La clasificación de estas fichas estaba hecha por fecha y orden de incorporación a la Obra. Por ejemplo, mi clasificación era Vf-1/50. Lo que significaba que yo era la número 1 que había hecho la oblación en el año 1950.

En el "lugar seguro" se guardaban estas fichas, como digo, a más de los testamentos de las numerarias, las Constituciones del Opus Dei (aquellos días que nos las prestaba el consiliario) y las Instrucciones, Reglamentos, cartas, etc., de monseñor Escrivá. Es decir, aquellos documentos que eran "ad usum nostrorum" (para uso interno). Junto al lugar secreto había una botella de gasolina para quemar, en caso de emergencia, lo que hiciera falta. Por ejemplo, en "Casavieja", en mi propio closet, que estaba dentro del cuarto de baño, Alicia Álamo, arquitecto, había abierto un pozo en el suelo, lo revistió de cemento y luego lo cubrió con una portezuela de madera. Encima estaban los mosaicos que ocultaban la portezuela y que se quitaban para poder abrirla. Esto jamás se le hubiera encargado a un obrero de fuera. Por ello lo hizo Alicia Álamo quien, además de arquitecto, fue bastantes años numeraria del Opus Dei. Después pasó a ser supernumeraria, porque ella necesitaba mayor libertad en su actuación y como numeraria se ahogaba.


Claves

Nos enviaron de Roma, por correo a mano, naturalmente, el libro con las claves para escribir informes. Se titulaba "San Gerólamo", estaba encuadernado como un libro insignificante y reposaba tranquilamente, como uno más, en una de las estanterías del cuarto de la directora regional. Consiste en una serie de capítulos sin explicación alguna en ninguno de ellos. Simplemente hay unos puntos con algunas palabras a continuacion. Me explico: aparece un número en romanos como si fuera un capítulo y luego una serie de números arábigos seguidos de, por ejemplo:

1. buen espíritu
2. mal espíritu
3. ordenada
4. respetuosa con los superiores
5. faltas graves de unidad
6. falta a la pobreza, etc., etc., etc.

A guisa de ejemplo: Supongamos que una Asesoría Regional quiere enviar un informe diciendo que una numeraria, pongamos por caso, llamada Isabel López ha faltado a la unidad gravemente. Entonces, en una ficha de 10 x 5 se anota, arriba a la izquierda, la sigla del país y el número que identifica a esta ficha; en el centro, Vf-3/53 (que corresponde a Isabel López); y, al pie, la fecha. En otra ficha, que irá en "sobre aparte", se anota, arriba a la izquierda, la sigla del país seguida por el número que identifica a esta nueva ficha; y, a la derecha, la referencia (Ref.) a la anterior; en el centro solamente:

IV.I.5.

Al recibir la nota, se abre el "San Gerólamo" en el capítulo IV, sección 1 y se va al número 5, donde se lee "faltas graves de unidad". El resultado es que Isabel López, la tercera numeraria en el año 1953 con la oblación hecha, ha cometido graves faltas de "unidad".

En cuestión de rescriptos, avisos y notas en el Opus Dei hay montañas, y lo curioso es que a las superioras nos recomendaban de la Asesoría Central que se leyesen estos rescriptos como lectura espiritual y que se llevaran también como temas de oración personal. Como puede verse una vez más, el adoctrinamiento del espíritu del Opus Dei va por encima de la formación cristiana. Obviamente en la casa central, en el piso de oficinas, había igualmente un lugar "seguro" para documentos. Estando una vez con monseñor Escrivá en su despacho, y en alguna otra ocasión también, le oí decir a él mismo que una de las paredes de su despacho se movía para dar entrada a los archivos secretos. Luego agregó que no es que tuviéramos gran cosa, pero que eran cosas de familia que a nadie interesaban.

Respecto a que hubiera lugares "seguros", monseñor Escrivá lo recomendaba mucho. Empezando por los oratorios. Lo decía muy a menudo y hay cantidad de material escrito repitiendo obsesivamente esta idea que él solía expresar así: "Nuestros oratorios deben ser lugares seguros donde no nos pueda entrar nadie."

La casa de Roma, respecto a seguridad, es una auténtica fortaleza medieval (me sigo refiriendo a la casa de las mujeres). Empezando por la puerta principal que es blindada y no tiene cerradura por fuera, sino por dentro únicamente. Para abrirla hay que dar cinco vueltas de llave, llave que no se deja jamás encima de un mueble o bandeja, por ejemplo. La llave de la puerta principal de la casa de mujeres en Roma, Via di Villa Sacchetti, 36, la lleva siempre colgada del cinturón la portera, es decir, la doncella o persona encargada de abrir la puerta. Si uno quiere salir a la calle, ha de pulsar un timbre que está junto a la puerta, y esperar a que venga la portera a abrir. Si uno llega de la calle, al oír el timbre de la puerta en el cuadro de timbres que está en el cuartito de la Galleria della Madonna, salen dos personas, que pueden ser dos sirvientas o una sirvienta y una numeraria, para abrir la puerta. La acompañante se queda rezagada y la portera abre.

Hay otra entrada llamada de "proveedores" o de "servicio" en esta misma zona, que consta como de dos partes. Si alguien llama por esta puerta, la portera ha de abrir: primero, la puerta que comunica con el vestíbulo; luego, una puerta con una especie de ventanilla que da al sector contiguo a la calle y entonces, después de quitar las vueltas de llave que da a la calle, regresar y meterse tras la puerta con la ventanita que tiene un gran cerrojo, echar ese cerrojo y pulsar entonces el sistema eléctrico que abrirá la puerta de la calle a control remoto. Muy complicado, evidentemente. Hay una tercera puerta, que da a la otra calle. Esa parte del edificio la estaban construyendo cuando yo dejé Roma y no conozco los detalles de su funcionamiento.

Lo que quiero dejar muy claro es que nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE, en Roma, puede abrir una puerta directamente y salir a la calle.

En Venezuela, por contraste, y en "Casavieja", como el servicio que teníamos entonces se componía de pocas muchachas y muy jovencitas, que sólo nos ayudaban en la cocina y en la ropa, instalamos un portero eléctrico, de forma que yo, si alguien llamaba, desde mi mesa pudiera abrir la puerta sin necesidad de levantarme. Y quien quisiera salir de la casa, lo único que tenía que hacer era agarrar la llave que estaba colgada junto a la puerta, para abrirla, porque la que daba al jardín funcionaba como cualquier otra puerta en la casa.

En una de las épocas en que la seguridad dentro de las casas era muy necesaria, por el riesgo de que ocurrieran robos o violaciones, recuerdo que los asistentes eclesiásticos nos aconsejaron que tuviéramos armas en la casa. Las numerarias que por cualquier circunstancia tenían armas en casa de su familia trajeron unos cuatro o cinco revólveres, no recuerdo el número exacto, con la munición correspondiente, por supuesto. Recuerdo que los tenía en un cajón de un mueble junto a mi mesa de trabajo y que por la noche "revisaba el armamento". Yo nunca he usado un revólver en mi vida, pero Elsa Anselmi, hija de militar, sabía muy bien manejar armas y parece ser que tenía buena puntería. Un día me dijo que quería saber lo que debería hacer en caso de emergencia, "si apuntar a herir o a matar". Recuerdo muy bien a Ana María Gibert diciendo: "¡Ay, matar no, por favor!" La verdad es que yo me quedé perpleja y le dije que mejor se lo preguntásemos a los asistentes eclesiásticos, cosa que hicimos. La respuesta fue muy vaga, algo así como "en esos momentos haz lo que puedas".

Cuando salí de Venezuela, aún estaban allí aquellos revólveres. Muchos años después, un día que conversaba yo con Raimundo Panikkar y le contaba este sucedido, me escuchó atentamente y, al final, me dijo:

"¡Estas cosas no pueden compararse! ¿Cómo vas a comparar la gravedad de matar a una persona con el trauma personal que hubiera producido una violación?"


Testamentos

Otro de los documentos que se guardaban en el lugar "seguro" eran los testamentos de todas aquellas asociadas de la Obra que hubieran hecho la "fidelidad". Al llegar a Venezuela mencioné que curiosamente no tenía dicho testamento -no lo escribimos cuando hicimos la "fidelidad" en Roma-. Había otras varias que tampoco lo tenían hecho. Pedimos al consiliario el modelo para hacerlo. Y recuerdo que lo escribimos de nuestro puño y letra. Al empezar, a más de la fórmula usual de identificación de la persona que lo escribe, seguía la afirmación de haber vivido y querer morir con arreglo a la fe católica, así como el deseo explícito que el Padre había indicado que pusiéramos: "Deseo que se me amortaje con una sencilla sábana blanca." Respecto a la disposición de bienes, al hacer el testamento con arreglo a la ley venezolana, había que contemplar que si nuestros padres vivían, se les tenía que dejar a ellos la llamada "legítima", pero con respecto a los bienes de libre disposición, o sea todo lo demás, se los legaba a dos miembros del Opus Dei, cuyos nombres se dejaron en blanco. Cuando la sección de mujeres tuvo la correspondiente "sociedad auxiliar", de la que hablaré a continuación, nos dijo el consiliario que teníamos que volver a hacer testamento y dejar todos los bienes, menos la legítima, claro, a esta sociedad auxiliar llamada ASAC. A todos los miembros nos dijeron que teníamos libertad para dejar nuestros bienes a quien quisiéramos, pero que lógicamente era absurdo que se los dejase a otra persona que no fuera la Obra, y el ejemplo era: si una mujer está casada le deja sus bienes a su marido y a sus hijos, no al marido y a los hijos de la vecina de enfrente.

Aparte de que el ejemplo no es correcto, "por vecina de enfrente" se consideraba a nuestros hermanos o a cualquier persona de nuestra familia que pudiera verdaderamente necesitar lo que era nuestro. Curiosamente hay órdenes y congregaciones donde el testamento hay que hacerlo a favor de cualquier persona, excepto la orden o congregación a la que pertenecen. Monseñor Escrivá siempre contaba como ejemplo de una persona con "mal espíritu", el de una sirvienta que tenía un burro en su pueblo y dejó en su testamento que fuera para algún pariente de ella. Nunca supimos quién era la sirvienta, ni qué hubiera hecho el Opus Dei con el burro. De estos testamentos se manda copia a Roma y el original se deja en el lugar "seguro", como dije al empezar.

Cuando un miembro del Opus Dei dimite o "es dimitido" no le entregan el testamento que hizo. Y no es sorprendente que uno de los primeros pasos que dimos al salir todos los que dejamos el Opus Dei fuera hacer nuevo testamento.


Estudios internos: actas y certificados

Es totalmente cierto y así puedo asegurarlo que, de documentos como las actas de los exámenes de cada asignatura que estaba comprendida en el "pensum" oficial de los estudios internos del Opus Dei de Filosofía y Teología, se mandaba el original a Roma, a la Asesoría Central. La copia se guardaba en el lugar "seguro" y, a veces también, en el archivo. En estas actas de examen constaba por supuesto el título de la asignatura, así como los nombres de cada una de las numerarias que habían tomado ese examen, seguido, a continuación y en la columna correspondiente, de la calificación obtenida, que iba de 1 a 20. Al final de la página firmaba, en primer lugar, el profesor de la asignatura, y luego la directora regional de Estudios, el consiliario regional, el sacerdote secretario regional y la directora de la región. Al final, se estampaba el sello del Opus Dei.

Todas sabíamos por el "Catecismo" del Opus Dei que estos estudios internos eran válidos para el Opus Dei y podían tener validez pública, porque, si uno de los varones de la Obra iba a Roma para hacer su doctorado en una universidad pontificia, sólo necesitaba un máximo de dos años más para adquirir ese doctorado, ya que estos estudios internos les eran reconocidos en cierta manera por aquellas universidades pontificias. Pero al mismo tiempo nos habían advertido que no eran estudios que reconociera una universidad del Estado, por ejemplo.

En Venezuela comentamos el caso extraordinario -fundacional- de que, siendo yo también una de las alumnas de estas clases, y por tanto, calificada como cualquier otra numeraria, tenía yo, al ser también la directora regional, que estampar mi firma al pie del acta de examen. Y, como digo, los originales de estas actas se enviaban a Roma y nosotras guardábamos en el archivo una copia, igualmente estampada y firmada.

En verdad nunca he llegado a comprender por qué el Opus Dei es tan reacio a declarar abiertamente que sus miembros han hecho esos estudios y por qué, a fin de negarlo, llega a mentir. Incluso tampoco declaran ni emiten certificados a los miembros del Opus Dei que, habiendo sido profesores de sus centros de estudios internos regionales o interregionales, dimitieron. Esto, en mi opinión, es una gran injusticia hacia esas personas que honradamente dedicaron su tiempo a impartir una enseñanza con arreglo a los programas de estudios del Opus Dei. Y una falta de ética profesional por parte del Opus Dei. ¿Cómo podría justificarse tal modo de proceder si el hecho viniera de un centro de enseñanza que no se atribuye ningún carisma de "santidad en el trabajo"?

Conviene recordar esto especialmente en la última parte de este libro, cuando hablo de lo que el Opus Dei públicamente dijo y escribió sobre mis estudios.

Bastantes meses después de llegar yo a Venezuela, el doctor Moles vino a nuestra casa un día después de almorzar y me anunció que le acababan de destinar a Roma para hacer el doctorado de Teología. Yo no me lo podía ni creer. ¡Irse a Roma ahora que las vocaciones estaban llegando y que había tanto por hacer! Por razones de discreción hacia el doctor Moles, a quien siempre respeté y quise mucho, prefiero no detallar la conversación que tuvimos. Pero el punto importante de la misma era que él se iba y que en su lugar se quedaba don Roberto Salvat Romero, recién ordenado. Yo no podía dar crédito a lo que oía.

Y, efectivamente, el doctor Moles, con todo el dolor de nuestro corazón, se fue de Venezuela y don Roberto Salvat Romero se quedó de consiliario. En la primera reunión de Asesoría que tuvimos con él, nos dijo antes de nada que "ahora todo va a ser distinto y todo va a cambiar". Con semejante preámbulo empezó la sesión.

Una vez más en mi vida acepté lo indicado por los superiores, pero bien es cierto que la actuación de don Roberto fue el origen de un cambio profundo en mi vida interior. Vi lo poco que nos quería a las mujeres del Opus Dei y lo mucho que nos despreciaba y esto me hizo acercarme mucho más a Dios como único sostén, hasta para las labores de gobierno, y querer mas a todas las asociadas a mi cargo. No es que él nos dijera directamente que no nos quería, pero era ese dejarnos ver que no teníamos cerebro, que éramos tontas. Y empezó a dar órdenes, claro.

Era un fuguilla: nervioso, comiéndose las uñas, tenso. No respiraba paz, seguridad, ni calma. No ayudaba a solucionar problemas, sino que se enfadaba rápidamente. Era de Madrid, abogado sin haber ejercido la carrera profesionalmente en serio, estuvo en Roma, fue a Venezuela de seglar, se ordenó y regresó de sacerdote a Venezuela para reemplazar al doctor Moles.

Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que le pedimos las Constituciones del Opus Dei. En lugar de facilitar el libro que la Asesoría tenía derecho a leer, según indicaciones de Roma, nos dijo:

-¿Para qué queréis las Constituciones si no sabéis latín?

Yo le aseguré que entre nosotras había varias que sabían muy bien latín, lo que era verdad. Nos trajo el libro y, naturalmente, le tuve que firmar un recibo diciendo que lo conservaríamos por tres días.

Queríamos las Constituciones para preguntar a Roma el tema de si las numerarias podíamos ir de manga corta, como expliqué al principio.

Las reuniones de Asesoría las preparábamos cuidadosamente. Delante de cada uno estaba la agenda del día, preparada de antemano. En esta ocasión, llevábamos igualmente en borrador la nota para enviar a Roma. Primero nos dijo que "era una tontería" preguntar a Roma lo de las mangas cortas. Que hiciéramos lo que habíamos hecho siempre. Al final y, gracias a don José María Peña que era un bendito, aunque demasiado pasivo, nos dijo que la mandásemos. Cuando respondieron de Roma que sí podíamos llevar manga corta, lo primero que me dijo fue: "Pero tú no te las pondrás."

A mi pregunta de por qué, no supo ni qué responderme.

La primera vocación de oblata, ahora llamadas agregadas, en Venezuela, fue Trina Gordils, que era abogada y excelente profesional, por cierto. Vivía muy cerca de "Casavieja". Yo la traté mucho. Era una persona que me aseguraba que había sido intelectualmente comunista por el amor que el comunismo dice tener a los pobres, pero que cuando leyó cl Evangelio a fondo pensó que Cristo era quien de verdad amaba al pobre. Trina, además de inteligente y de un sentido excelente del humor, era profundamente contemplativa. Traducía a su modo el espíritu de oración y vivía la presencia de Dios con alegría, con sencillez, sin empalagos. Fue oblata varios años y su sentido apostólico de la vida hizo que Berta Elena Sanglade se acercara al Opus Dei. Ahora quisiera hablar de Trina: después de varios años de ser oblata y la primera, como digo, me planteó que quería irse del Opus Dei y entrar en el Carmelo. Había hablado con la reciente fundación del Carmelo y la vida contemplativa la atraía fuertemente. A ella, el Opus Dei le pesaba. La acción la torturaba. Luché mucho para convencerla de que no se fuera, que siguiera en el Opus Dei, pero llegó un momento en que tuve que comprender que verdaderamente quería irse. Tenía la "oblación" (votos temporales) hecha como oblata y el querer irse al Carmelo antes de la siguiente fiesta de san José hacía que la dispensa de los votos hubiera de solicitarse al Padre (Después de pronunciada la oblación, para que pueda un miembro abandonar el Instituto durante el plazo para el que aquélla se pronunció, necesitará dispensa que sólo el Padre puede conceder, después de oído el consejo propio (Asesoría Central) y la Asesoría Regional. "Constituciones, 1", n° 98, p. 61). Trina no participaba de ese cariño tan extraordinario al Padre que todas decíamos tener. Ella me hizo notar que muchas veces anteponíamos el Padre a Dios y que eso no lo encontraba bien. También me hizo notar, y con su sinceridad habitual nos lo repetía, que más que decir "el Padre dice esto" o "el Padre dice aquello" o "al Padre le gustan las cosas así", deberíamos decir lo mismo, pero cambiando el nombre de "el Padre" por el de Cristo.

Como abogado, Trina era impecable y jurídicamente hizo muchas cosas en el Opus Dei. Una de las cuales, por la que yo siempre le estuve personalmente muy agradecida, fue llevar el asunto de mi ciudadanía venezolana, así como la de Lola de la Rica, con gran eficiencia y rapidez. Recuerdo que, después de haber salido el decreto de nuestra ciudadanía en el "Boletín Oficial de la Nación" y habérsenos concedido el pasaporte venezolano, nuevecito, Irma, al revisarlo y dárnoslo, nos dijo con su característica gracia y sentido del humor:

"Ahora, pues, señoras mías, ya están ustedes autorizadas para hablar mal del gobierno venezolano."

Cualquier cosa de régimen jurídico se le consultaba a ella y fue ella quien preparó y escribió las Constituciones de la primera asociación civil sin fines lucrativos, que se llamó y se sigue llamando Asociación de Arte y Ciencia (ASAC), nombre que, en honor a la verdad, tengo que decir que lo ideé yo. Tanto Irma como Alicia Álamo fueron para mí una gran ayuda técnica en el gobierno regional.

Con Trina, sor Isabel de la Trinidad, era su nombre como carmelita descalza, seguí mi amistad cuando ella se fue al Carmelo. Conservo, por cierto, una bellísima carta suya de cuando salí yo del Opus Dei. Siempre la visité en el Carmelo cuando iba a Caracas, cosa que no podrá suceder en mi próximo viaje, porque Dios se la llevó hace pocos meses. Siempre me quedó el recuerdo de ella, de su espíritu contemplativo, de su sincera y profunda amistad, de su cariño y de su buen humor. La última vez que la visité y le hice unas fotos, me dijo con gracia, acerca de que se le había quedado un ojo cerrado después de su última enfermedad:

-Hazme el favor, mi hijita, y me tomas una foto en que no se me vea el ojo caído.

Ya en la conversación seria que tuve con ella, me comentaba a propósito del proceso de monseñor Escrivá: "Niña, antes ni se ocupaban de nosotras [refiriéndose a los sacerdotes del Opus Dei]. Pero, desde que se murió el Padre, pululan por aquí [el Carmelo] todos sus curas: el don Roberto [Salvat] y el otro y el otro, para que pidamos por la beatificación de monseñor. Y nos dan estampitas y toda la parafernalia." Y cuando yo le preguntaba: "Trina, ¿tú realmente crees que el Padre era santo?", ella me respondió:

-¡No, niña! ¡Qué va a ser santo ese hombre después de todo lo que te hizo a ti en Roma! Y "el de Arriba" [como Irma siempre llamaba a Nuestro Señor] lo sabe igualito que nosotras. Y si sale, será por un apaño humano o porque el Espíritu Santo se tomó vacaciones.

Cualquier persona que conoció de cerca a Trina Gordils puede darse cuenta de que esta manera de hablar la retrata.


Sociedades auxiliares

El primer paso que da el Opus Dei al llegar a un país es el de establecer legalmente una asociación cultural sin fines de lucro. Son éstas las plataformas desde donde el Opus Dei lanza, como proyecciones suyas, cualquier tipo de apostolado por el que deseen empezar. Ello es también una forma legal de lograr ayuda económica y de evitar cargas impositivas, a más de tener total libertad de actuación en ese país.

Las personas que están en la junta directiva de estas asociaciones son ordinariamente numerarias indicadas por las superioras, de acuerdo con el consiliario del país y de la Asesoría Central. Una vez constituida la Asociación, queda al arbitrio de las superioras regionales, el que una determinada numeraria dimita de esta junta directiva de la Asociación o, por el contrario, forme parte de la misma.

Por tanto, las asociaciones sin fines de lucro, son instrumentos legales que el Opus Dei usa para su conveniencia. Desde hace ya bastantes años, y en muchos países es un criterio común, el que los hombres y las mujeres del Opus Dei tengan distintas sociedades sin fines de lucro.

En países donde el Opus Dei quiere pasar "desapercibido" al inicio de la labor, por razones de discreción, poder usar el nombre de una sociedad auxiliar es una gran ayuda para cualquier clase de trabajo.

En Estados Unidos, el Opus Dei tiene una sociedad sin fines de lucro en la Costa Este y otra en la Costa Oeste, registrada bajo el nombre de Association for Educational Development (Asociación para el Desarrollo Educacional), cuyo número de registro es el 09730, siendo e número corporativo el D-538 1860. Con fecha 12 de mayo de 1992, el tesorero de la misma el Mr. Mark Bauer, da como domicilio oficial de esta Asociación el n.0 490, Sexta Avenida, Apartamento 221, en San Francisco, California, 94118.

Mr. Bauer declara oficialmente que, del 1 de enero al 31 de diciembre de 1991, hubo una entrada de 985.670 US$, y que todos los bienes de esta asociación, muebles e inmuebles, durante ese mismo año asciende a 525.593 US$. Para curiosidad del lector, incluyo algunas de estas informaciones al final del libro.

Si cara a la galería establece legalmente estas asociaciones sin fines de lucro, internamente el Opus Dei manipula estos instrumentos legales para su propio beneficio y conveniencia. Y me permito hacer aquí algunas observaciones:

a) En Estados Unidos esta sociedad auxiliar, llamada Association for Educational Development, es común a los hombres y mujeres del Opus Dei, contrario a su propia política en la que indica que "los hombres y las mujeres son como dos obras distintas" (Rocca, Giancarlo, L'Opus Dei. Appunti e documentiper una storia, p. 224) en palabras del Fundador y de acuerdo a sus Constituciones. Como dato interesante, entre la lista de los donantes aparece Janie Pansini, una mujer del Opus Dei, con domicilio en la casa de la Sección de mujeres del Opus Dei en San Francisco (2589 Chesnut Street) contribuyendo con nada menos que con 18.815 US$. Y me pregunto: ¿cómo puede hacer donativos a una asociación sin fines de lucro una persona que vive una pobreza total? En el Opus Dei, debido al voto de pobreza, las numerarias no pueden hacer regalos de clase alguna a nadie, sean o no miembros del mismo Opus Dei. Son bien conocidas las palabras del Fundador del Opus Dei: "Nuestro apostolado es el apostolado de "no dar"". A menos que en este caso concreto esta asociada haya trabajado en esa asociación y en vez de estar registrado como tal, aparezca, cara a los Estados Unidos como un donativo, lo que no deja de ser poco claro.

b) En la lista de donantes a la Association for Educational Development la Woodlawn Foundation (del Opus Dei en Chicago), la Clover Foundation (relacionada con el Opus Dei) y la Association for Cultural Interchange (igualmente relacionada con el Opus Dei). Todo esto significa una transferencia de fondos entre las mismas asociaciones sin fines de lucro del Opus Dei.

c) En la lista de directores de esta misma asociación siguen apareciendo los nombres de Diana Jackson y Kathryn Kelly, ambas numerarias del Opus Dei, domiciliadas en 2589 Chesnut Street, en San Francisco, Kathryn Kelly, tal como en las declaraciones anteriores al Internal Revenue Service, aparece recibiendo "0" compensación económica, en cambio Diana Jackson aparece recibiendo 9.240 US$ anuales por cinco horas semanales de trabajo, lo que significa que recibe 38,50 US$ por hora, cantidad que no es corriente en este país ni en California y mucho menos en este tipo de asociaciones.

d) Aparece igualmente en la lista de directores John G. Layter, quien en papel timbrado del Departamento de Física de la Universidad de California, Riverside, y bajo la designación de "Profesor Adjunto", tuvo la audacia de escribir al editor del International Herald Tribune en París el 22 de mayo de 1992, asegurándole que yo nunca había sido secretaria de monseñor Escrivá. Al conocer este hecho, le llamé personalmente por teléfono y le pregunté si él me conocía personalmente, a lo que obviamente me respondió que no. Y me dijo que la razón que le dieron en el Opus Dei de que yo nunca había sido secretaria de monseñor Escrivá era porque "ello hubiera implicado que monseñor Escrivá hubiera estado a solas en una habitación con una mujer, cosa que nunca sucedió". Tuve que decirle que en más de una ocasión cuando monseñor Escrivá nos pidió a María Luisa Moreno de Vega o a mí que fuéramos a buscar alguna cosa que necesitábamos para seguir trabajando, cualquiera de nosotras dos nos habíamos quedado a solas con él unos minutos. Le dije también al Dr. Layter que en los Estados Unidos no se usa el papel timbrado de una Universidad estatal para hablar de asuntos religiosos y mucho menos para mentir sobre un funcionario de dicha universidad, en este caso una mujer.

e) Aunque es totalmente legal en los Estados Unidos la libertad de cambio de moneda y las operaciones financieras con instituciones y bancos extranjeros, nos encontramos aquí con una actuación típica del Opus Dei o, mejor dicho, de una de sus sociedades auxiliares: estando legalmente establecida esta sociedad en Estados Unidos y en California, ejecuta sus operaciones bancarias, tanto de préstamos como de hipotecas en Suiza con el Limmat-Stiftung Patronat Rhein en Zúrich, que tiene una estrecha relación con el Opus Dei en ese país. Buena prueba de ello es que un préstamo de 131.358 US$ "unsecured" tiene un interés de 1%. Con el Crédito Andorra, totalmente relacionado con el Opus Dei tiene igualmente otro préstamo "unsecured". Aparecen otros préstamos a nombre de tres personas, siendo una de ellas la madre (fallecida) del Dr. Layter, de quien él es el único heredero. Otro, por un monto de 75.000 US$ está a nombre de Federico Vallet y otro de 45.000 US$ a nombre de Elisa Herrera.

En Venezuela, el 7 de septiembre de 1961, con la aprobación de los superiores en Roma y de acuerdo a la ley venezolana, empecé, como dije, con un grupo de numerarias del Opus Dei una asociación civil sin fines de lucro, que llevaba por nombre ASAC (Asociación de Arte y Ciencia) de cuya constitución tengo una copia legalizada en mis archivos.

Por una coincidencia curiosa recibí fotocopias de las páginas 4 y 5 del libro de actas de ASAC, donde, con fecha 19 de noviembre de 1962, se habla de la apertura de una residencia de estudiantes universitarias, "Dairén", en la avenida principal de El Bosque en Caracas, cosa cierta: yo asistí a esa reunión de ASAC. Con fecha 1 de marzo de 1963, hay otra acta de ASAC donde se aprueba igualmente la apertura de otra residencia de estudiantes universitarias, "Albariza", en Maracaibo. Yo también asistí a esa reunión.

Junto a las fotocopias anteriores, recibí también otras dos hojas del mismo libro de actas de esta asociación -libro que ordinariamente se guardaba en el archivo de la Asesoría Regional-, las páginas 14 y 1512, que reflejan una información falsa: la presidenta de ASAC, Eva Josefina Uzcátegui, dice que yo había pedido dimitir de ASAC, así como también Ana María Gibert; ambas éramos miembros activos de dicha asociación. Dice esta acta que todas las presentes votaron y que unánimemente se aceptaron estas dimisiones. Esta afirmación es falsa. Generalmente suelo tener buena memoria y más para estos asuntos. En esa fecha yo estaba aún de directora regional en Venezuela, y no recuerdo por nada que Ana María Gibert presentara su dimisión y en absoluto el haber presentado yo la mía verbalmente o por escrito. Naturalmente, el hecho de que aparezca la firma de estas numerarias tiene validez legal. Pero estoy segura de que ésta es una verdad fabricada, probablemente a petición de los superiores del Opus Dei cuando yo dejé de pertenecer a la Obra.

Después de muchos años de pensar en lo anterior, llegué a la conclusión de que, a fin de hacerme salir de esta asociación sin enviarme a mí una notificación de las razones, fue necesario para el Opus Dei "fabricar" tal petición, marcando una fecha muy anterior a mi salida y cuando aún yo era miembro de la Obra. De esta forma, los superiores del Opus Dei pudieron borrar una huella de mi persona y actividades como numeraria, especialmente en Venezuela.

Tengo que hacer notar la política que el Opus Dei sigue hacia cualquiera de los que abandonan su vocación o "es dimitida": consiste en tratar a ese ser humano como una "no persona" de los regímenes comunistas, lo mismo frente a una institución legal que frente al Vaticano, como lo demuestro en la última parte de mi libro. Quiero hacer recordar igualmente el procedimiento que se seguía en la imprenta de Roma para hacer desaparecer, de las fotografías y artículos de las revistas internas, a aquellas personas que habían dejado de pertenecer al Opus Dei.

Existe otra indicación para las directoras y es que, cuando salgan de su domicilio habitual, bien sea de viaje corto o largo, deben dejar firmadas varias hojas en blanco. Recuerdo que antes de irme a Roma la segunda vez, dejé al menos seis hojas firmadas en blanco.

Uno de los interrogantes que me hago hoy día sobre el Opus Dei, y a la vista de los diferentes sucesos marcados en páginas anteriores, es por qué en el Opus Dei existe ese temor de que, si una carta se extravía, alguien pueda enterarse de su contenido, ese afán de una discreción rayana en lo misterioso o en el misterio: como el de las claves al enviar los informes que señalé anteriormente. Diría que existe como un miedo o temor latente a "ser descubiertos", y no me cabe en la cabeza que una institución que se califica de "transparente" tenga esos miedos o recelos. ¿A qué tanta discreción y misterio? No me imagino, por ejemplo, a una madre que, enterándose de que su hijo se droga y queriendo comunicárselo a otro hijo suyo que viva lejos, se valga de un sistema de fichas con clave, como las que detallaba anteriormente. El dolor de esa madre, si alguien por error abriera su carta, sería motivo de compasión. Y aquí es donde considero que falta cariño en el Opus Dei: ¿es dolor de las faltas cometidas por sus miembros o es miedo a que los demás lo sepan? Y pasa lo mismo sobre los que dejan de pertenecer a la Obra: el Opus Dei los borra del presente y del pasado. No lo dice. Da órdenes a los que se quedan dentro para que no hablen de quien se fue. Y, por supuesto, que yo sepa, no hay estadística del Opus Dei indicando el número de hombres y mujeres que -por la causa que fuera- dejaron de pertenecer a la Obra. Sólo hay estadísticas sobre el número global de miembros que según dicen existen, pero nunca indican estas estadísticas cuántos miembros son numerarios, cuántos sacerdotes, cuántos supernumerarios y cuántos son los cooperadores, aunque jurídicamente no sean miembros de la Prelatura. Y, de ellos, cuántos son hombres y cuántos son mujeres.

El 6 de diciembre de 1969, cuando yo ya no era miembro del Opus Dei, los superiores modificaron los estatutos de ASAC, que son prácticamente copia calcada de los primeros que hizo Trina Gordils, en donde constan como cabeza visible dos supernumerarias y una oblata, y, como miembro del comité ejecutivo, las mismas personas de antes.

El Opus Dei sigue haciendo constar hasta el día de hoy en Venezuela, en todos sus folletos de propaganda, las labores que realizan como una proyección de esta Asociación de Arte y Ciencia.


Cotos de caza

"Juniors. Clubs, centro de actividades

Quisiera ser transparente en estas líneas al mostrar los lugares donde el Opus Dei recluta a la gente joven y cómo lo hace.

Los lugares son: colegios, clubs de toda especie, centros de actividades extraescolares y residencias universitarias.

En sí mismos, estos centros y sus labores son buenos, pero su intrínseca intención, por encima de cualquiera de las metas que los definen, es reclutar gente para las filas del Opus Dei, sea ello gente joven, adultos, sirvientas, trabajadores, sacerdotes diocesanos, etc., de acuerdo en cada caso con el lugar específico.

En su forma de reclutar gente joven, el sistema del Opus Dei es muy parecido o casi idéntico al de más de una secta; y dentro de la Iglesia Católica el Opus Dei puede servir de ejemplo de secta católica, por así decirlo.

Hace unos treinta años monseñor Escrivá nos explicaba a las numerarias que estábamos en la Asesoría Central en Roma que, a semejanza de las instituciones religiosas que tenían las llamadas Escuelas Apostólicas, de donde les llegaban un buen número de vocaciones, nosotras, en el Opus Dei, deberíamos empezar un apostolado semejante, pero sin llamarlo "escuelas apostólicas" (estaba claro que nunca en el Opus Dei podía usarse un lenguaje religioso, porque éramos seglares), con chicas jóvenes, muy jóvenes, "aspirantes", dijo textualmente monseñor Escrivá. Estaba convencido de que, de este tratar a muchachitas muy jóvenes, saldrían muchas vocaciones para el Opus Dei, especialmente de numerarias.

Por este motivo, en Venezuela, y copiando el término "juniors" usado en Estados Unidos, empezamos a trabajar con muchachitas jóvenes. En esta categoría estaban incluidas las estudiantes de colegios, niñas que oscilaban entre los 12 y 14 años de edad. El término "juniors" fue aceptado por los superiores del Opus Dei en Roma y su uso se extendió a otras muchas casas de la Obra, en diferentes países, para marcar este apostolado específico con gente jovencita. Actualmente, sin embargo, si una de estas muchachas quisiera entrar al Opus Dei, no se le permitiría hacerlo en la categoría de "aspirantes" hasta que no alcanzase los catorce años y medio.

Un ejemplo concreto de cómo monseñor Escrivá auspiciaba la idea de hacer proselitismo con niñas de esta edad, es el de Alida Franceschi, que con sus catorce años era "aspirante". Esta criatura era hija de una supernumeraria y sobrina de una numeraria médico del mismo nombre. Durante la última visita de monseñor Escrivá a Venezuela, y meses antes de que ella cumpliera sus catorce años y medio, la invitaron las superioras del país a que participase en una tertulia con el Padre, oficialmente destinada con exclusividad a numerarias.

Las superioras estaban convencidas de que, si esta muchacha conocía a monseñor Escrivá, eso sería el empujón definitivo para que fuera numeraria. Y de hecho sucedió así: esta muchacha fue numeraria desde muy temprana edad.

Estas jóvenes reciben un adoctrinamiento suave, lento y sutil. Se las invita a ir a una casa dcl Opus Dei, bien con un grupo de compañeras de colegio o solas, especialmente los sábados, cuando en la mayoría de los colegios no hay clases. Se las integra también en los clubs, clubs de todas clases, cuya propaganda no dice a menudo que las actividades pertenecen al Opus Dei. Lo más que indican es que la dirección espiritual está a cargo del Opus Dei o de los sacerdotes del Opus Dei. Las actividades de estos clubs, de acuerdo con las diferentes edades, incluyen excursiones, fines de semana, retiros espirituales, tertulias, clases de cocina, de arte, de decoración, de idiomas, incluso de ordenadores, en algunos países. Es decir: de cualquier cosa que pueda interesar a muchachitas de esas edades.

Es un sistema bien planificado el que se lleva con estas jóvenes para orientarlas, durante esta edad, hacia la vocación de numeraria del Opus Dei. A los 14 años, como digo, una muchacha puede pedir ser admitida en el Opus Dei como "aspirante" sin que lo sepan sus padres. En ese momento, la petición debe ser hecha por escrito en una carta dirigida al vicario regional (consiliario). La jovencita ha de entregar su carta a la numeraria que la suele atender o a la directora de aquella casa o centro a donde suele ir.

En vida de monseñor Escrivá, esta carta se le dirigía a él. Aunque esta petición no implica un compromiso legal, y la candidata es libre de abandonar esta idea cuando le plazca, no puede evitarse que la numeraria que la atiende, o la directora de la casa o centro, la "bombardeen" para evitar que se vaya.

Por otra parte, si esta muchacha, al cumplir sus 16 años persevera en la idea de querer ser numeraría del Opus Dei, ha de escribir entonces otra carta, esta vez dirigida al prelado (Padre). También puede suceder que le digan que no es necesario que escriba una nueva carta, sino que renueve la que escribió a sus 14 años. Sucede que, en términos legales de incorporación, muchas veces en el Opus Dei lo que cuentan es el tiempo a partir de la primera carta que escribió pidiendo ser "aspirante".

En el mundo anglosajón, la forma de hacer proselitismo con chicas jovencitas ocasionó una grave controversia y crítica, hasta el punto de que S.E. el cardenal Basil Hume de Inglaterra, tuvo que escribir una nota que es uno de los documentos más serios que un prelado haya publicado como recomendaciones a seguir en su propia diócesis. Y fue un gesto amable el de S.E. mandarme copia de ella en el momento de su publicación.

¿Y quiénes son las candidatas a ser numerarias del Opus Dei? puede uno preguntarse. ¿Quiénes son las mujeres que reúnen estas condiciones?

La respuesta es: muchachas alegres, felices, de familias conocidas y bien consideradas, no necesariamente ricas, pero sí socialmente bien situadas, personas sin problemas. Gente más bien idealista, generosa, capaz de renunciar a las cosas en aras de un bien superior. Gente sana, responsable y, de ser posible, abierta, extrovertida. Pero si estas personas combinan todo esto con una situación financiera familiar buena, tanto mejor. El Opus Dei considera que a través de personas con relieve social, puede llegarse a muchas partes y a mucha gente. A veces utilizan el ejemplo de la máquina de tren: si uno agarra la máquina, ha cogido al tren entero; pero si solamente agarra un vagón, no tiene gran cosa.

A las personas con poca salud o con defectos físicos, se las encauza para que sean agregadas, no numerarias. Tampoco pueden ser consideradas para numerarias, según las Constituciones del Opus Dei, aquellas personas que han pertenecido a un Instituto Secular (Constituciones-1950, op. cit., n.0 36, párrafo 3-d, p. 37; y Constituciones-1982, op. cit, n.0 20, párrafo 5-2, p. 39). Puede pensarse en ellas como agregadas o supernumerarias, según los casos. Éstas son las reglas del juego que las numerarias encargadas de la labor de san Rafael, de que hablé al principio, deben tener presente.

Aunque no está expresamente dicho, existe también en la práctica, como criterio de selección, el de que a una muchacha muy fea no se la tome muy en cuenta para ser numeraria.

Como esbocé al principio del libro, existe una "instrucción de san Rafael" escrita por monseñor Escrivá, documento "ad usum nostrorum" (para uso de los miembros solamente) que imprimimos en la imprenta de Roma cuando yo estaba allá, y esto dio lugar a que hablara con frecuencia con monseñor Escrivá.


Colegios del Opus Dei

"Nosotros nunca tendremos colegios", dijo y repitió monseñor Escrivá durante muchos años. Es más: marcó que "una de las mayores diferencias que tiene el Opus Dei con los religiosos es que nosotros nunca tendremos colegios".

Sin embargo, en 1951, el Opus Dei tuvo el primer colegio en Las Arenas: "Gaztelueta", del que hablé anteriormente. Dedicado a niños. Monseñor Escrivá nos dijo que ""Gaztelueta" es la única excepción que tendremos".

Hay que tener en cuenta que los niños son como una masa blanda y el Opus Dei los va moldeando de acuerdo a su sistema. Es el jardín de infancia donde estos niños empiezan a subir, escalón a escalón, hasta llegar a la universidad.

Insisto en que mis observaciones se refieren a la sección de mujeres del Opus Dei y quiero dejar muy en claro este punto: desde que una niña es aceptada como alumna en un colegio del Opus Dei, siempre, y a diferentes niveles de su educación, el Opus Dei seguirá sus pasos, independientemente del país donde habite o a donde se traslade. Su nombre quedará siempre en los archivos del Opus Dei como posible "presa" en la categoría para la cual se la considere apropiada. E incluso en el caso de que nunca llegase a pertenecer al Opus Dei, los miembros de la Obra siempre tratarán de que los ayude de algún modo: bien como cooperadora o bien con dinero, limosnas o recomendaciones de una clase u otra. Algo, siempre existirá algo, que puedan pedirle a aquella "antigua alumna".

Por tanto, los colegios del Opus Dei son el trampolín para un reclutamiento futuro. Oficialmente está prohibido en estos colegios hacer proselitismo. Lo que no está prohibido es crear un ambiente que auspicie vocaciones. Así el Opus Dei puede decir abiertamente que en sus colegios no se hace proselitismo con las niñas. Y es verdad, según ellos, porque las preceptoras no hablan de vocación "directamente" a las alumnas a su cargo. Pero basados en que sus colegios son católicos, acentúan en las alumnas la necesidad de tener un director espiritual. El capellán de los colegios del Opus Dei es siempre un sacerdote de la Obra. Esto por una parte. Por otra, a las alumnas se les recomienda mucho que asistan y participen de una forma u otra en los llamados Centros de Actividades Extraescolares, dirigidos también por el Opus Dei.

Una alumna que ya sea "aspirante" del Opus Dei actúa en los Centros de Actividades Extraescolares, como cebo para reclutar a sus compañeras, provengan o no de un colegio del Opus Dei; y éstas, una vez convertidas en "aspirantes", atraen a otras, en los medios en que actúan. Los colegios de niñas del Opus Dei funcionan en el marco de las Asociaciones Culturales, explicadas anteriormente. A grandes rasgos pueden ser agrupados en:

A) "Colegios dirigidos solamente por miembros del Opus Dei" como obra corporativa.

B) "Colegios controlados por el Opus Dei": oficialmente no son "colegios del Opus Dei", pero de hecho están dirigidos por personas que pueden ser o no miembros de la Obra. Es lo que llaman una "obra común". La dirección espiritual está a cargo del Opus Dei. En el número de Tiempo del 11 de abril de 1988, Luis Reyes publicó un artículo sobre los colegios que el Opus Dei controa en España. Como regla general estos colegios no son mixtos. Solamente durante el jardín de infancia los niños y niñas pueden estar juntos.

Pongo como ejemplo el de niñas de "Los Campitos", que está en Venezuela, en una zona residencial de Caracas. La junta directiva de este colegio está formada ordinariamente por cinco miembros que tienen la responsabilidad de cumplimentar las directrices dadas por el Ministerio de Educación en Venezuela. Los miembros de la junta directiva son asociadas numerarias del Opus Dei y, excepcionalmente, puede haber en ella alguna agregada o supernumeraria. La espiritualidad del colegio responde al sistema y la doctrina de la prelatura del Opus Dei. Algunas de las profesoras son numerarias y otras están contratadas por la junta directiva, pero no son de la Obra. La capacidad máxima de las clases es ordinariamente de 30 alumnas.

"Los Campitos" está bien equipado, tanto en sus laboratorios como en lo que respecta a los deportes. Hay también una clase para ballet, cuya profesora fue por largo tiempo Pascuita Basalo (prima de las muchachas Vegas que mencioné al hablar de las primeras vocaciones en Caracas). Sin embargo la enseñanza artística no es sólida, especialmente en arte dramático (teatro).

La biblioteca de "Los Campitos" es muy incompleta y las lecturas están controladas por los directores del Opus Dei, especialmente aquellas relacionadas con humanidades. Y esto es también común en los otros centros docentes de la Obra, donde, por ejemplo en la Universidad de Navarra en Pamplona, a los libros que según el criterio de las autoridades espirituales del Opus Dei son considerados "peligrosos" se los saca de la biblioteca de la universidad y se los guarda en "El Infierno", como los alumnos llamaron al almacén del sótano de dicho centro docente.

En "Los Campitos" las labores de tipo administrativo, como contabilidad, etc., están a cargo de un grupo de empleados que pueden ser o no del Opus Dei. De hecho, la limpieza del colegio está asignada a personas que no tienen nada que ver con la Obra, y lo mismo sucede con la cafetería.

La piedra angular de los colegios del Opus Dei son las "preceptoras". Todas ellas son numerarias cuya misión es servir de puente con la familia de las alumnas. Dispone cada "preceptora" de una pequeña oficina donde las alumnas que le han sido asignadas pueden entrar a hablar con ella siempre que quieran y consultarle cualquier cosa del tipo que sea: desde lo divino, o cualquier problema docente que se les presente. Mensualmente habla la "preceptora" con los padres o representantes de las alumnas que tiene asignadas y conversa con ellos sobre el comportamiento de las niñas y el aprovechamiento de las clases.

La "preceptora" tiene, como numeraria, una gran autoridad sobre la alumna a quien guía y aconseja, y ésta cree en ella y la obedece ciegamente, puesto que la ve como a su mejor amiga dentro del colegio. Precisamente esta ciega confianza hace que la "preceptora" tenga la máxima influencia sobre la alumna para tocar toda clase de temas, tanto docentes como familiares o espirituales. El apostolado es un tema que suelen discutir las alumnas con las "preceptoras", y es más, de acuerdo con ellas, la alumna acude a participar en tertulias, clubs, días de retiro espiritual, etc., organizados por los Centros de Actividades Extraescolares, que dirige el Opus Dei. Ni qué decir tiene que antes de que una alumna de "Los Campitos" llegue por primera vez a uno de estos centros, también del Opus Dei, la directora ha recibido una ficha de la "preceptora" correspondiente, con pelos y señales "de conciencia" relativos a la alumna, incluyendo la indicación de si puede o no ser una futura numeraria.

La "preceptora" también aconseja a la alumna participar en apostolados directos; el más popular de ellos es visitar los pueblos del interior, ayudando a familias humildes a base de enseñarles el catecismo de la doctrina cristiana, o bien a leer y a escribir. Las alumnas no hacían a estas familias regalos de clase alguna. Y si por ejemplo llevaba a esos pueblos ropa o algo similar, la vendían a precios bajísimos. Con el dinero recibido, las alumnas solían comprar catecismos de la doctrina cristiana que distribuían más tarde gratis entre estas mismas familias de aquel pueblito.

Éste es uno de los apostolados que la "preceptora" suele aconsejar a las alumnas para llevar a cabo principalmente durante las vacaciones, bajo cuyo pretexto continúa el trato entre "preceptora" y alumna también durante este período.

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Fin del capítulo VII

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