CAPITULO VII: VENEZUELA
(continuación)
"Lugares seguros"
Con respecto a la custodia de los documentos, cumplíamos
órdenes concretísimas de Roma de tener un "lugar
seguro" (secreto) donde se archivaban tanto los documentos
más delicados como los duplicados de todas las fichas
personales de las asociadas numerarias, supernumerarias, oblatas
y sirvientas; los originales los llevaba un correo personal,
en mano, a Roma, a la Asesoría Central. Estas fichas
personales, a más de las fotografías, incluían
la consabida información personal: fecha de nacimiento,
etc., más los detalles de la incorporación al
Opus Dei. La sigla de Venezuela era Vf para la sección
de mujeres. La clasificación de estas fichas estaba
hecha por fecha y orden de incorporación a la Obra.
Por ejemplo, mi clasificación era Vf-1/50. Lo que significaba
que yo era la número 1 que había hecho la oblación
en el año 1950.
En el "lugar seguro" se guardaban estas fichas,
como digo, a más de los testamentos de las numerarias,
las Constituciones del Opus Dei (aquellos días que
nos las prestaba el consiliario) y las Instrucciones, Reglamentos,
cartas, etc., de monseñor Escrivá. Es decir,
aquellos documentos que eran "ad usum nostrorum"
(para uso interno). Junto al lugar secreto había una
botella de gasolina para quemar, en caso de emergencia, lo
que hiciera falta. Por ejemplo, en "Casavieja",
en mi propio closet, que estaba dentro del cuarto de baño,
Alicia Álamo, arquitecto, había abierto un pozo
en el suelo, lo revistió de cemento y luego lo cubrió
con una portezuela de madera. Encima estaban los mosaicos
que ocultaban la portezuela y que se quitaban para poder abrirla.
Esto jamás se le hubiera encargado a un obrero de fuera.
Por ello lo hizo Alicia Álamo quien, además
de arquitecto, fue bastantes años numeraria del Opus
Dei. Después pasó a ser supernumeraria, porque
ella necesitaba mayor libertad en su actuación y como
numeraria se ahogaba.
Claves
Nos enviaron de Roma, por correo a mano, naturalmente, el
libro con las claves para escribir informes. Se titulaba "San
Gerólamo", estaba encuadernado como un libro insignificante
y reposaba tranquilamente, como uno más, en una de
las estanterías del cuarto de la directora regional.
Consiste en una serie de capítulos sin explicación
alguna en ninguno de ellos. Simplemente hay unos puntos con
algunas palabras a continuacion. Me explico: aparece un número
en romanos como si fuera un capítulo y luego una serie
de números arábigos seguidos de, por ejemplo:
1. buen espíritu
2. mal espíritu
3. ordenada
4. respetuosa con los superiores
5. faltas graves de unidad
6. falta a la pobreza, etc., etc., etc.
A guisa de ejemplo: Supongamos que una Asesoría Regional
quiere enviar un informe diciendo que una numeraria, pongamos
por caso, llamada Isabel López ha faltado a la unidad
gravemente. Entonces, en una ficha de 10 x 5 se anota, arriba
a la izquierda, la sigla del país y el número
que identifica a esta ficha; en el centro, Vf-3/53 (que corresponde
a Isabel López); y, al pie, la fecha. En otra ficha,
que irá en "sobre aparte", se anota, arriba
a la izquierda, la sigla del país seguida por el número
que identifica a esta nueva ficha; y, a la derecha, la referencia
(Ref.) a la anterior; en el centro solamente:
IV.I.5.
Al recibir la nota, se abre el "San Gerólamo"
en el capítulo IV, sección 1 y se va al número
5, donde se lee "faltas graves de unidad". El resultado
es que Isabel López, la tercera numeraria en el año
1953 con la oblación hecha, ha cometido graves faltas
de "unidad".
En cuestión de rescriptos, avisos y notas en el Opus
Dei hay montañas, y lo curioso es que a las superioras
nos recomendaban de la Asesoría Central que se leyesen
estos rescriptos como lectura espiritual y que se llevaran
también como temas de oración personal. Como
puede verse una vez más, el adoctrinamiento del espíritu
del Opus Dei va por encima de la formación cristiana.
Obviamente en la casa central, en el piso de oficinas, había
igualmente un lugar "seguro" para documentos. Estando
una vez con monseñor Escrivá en su despacho,
y en alguna otra ocasión también, le oí
decir a él mismo que una de las paredes de su despacho
se movía para dar entrada a los archivos secretos.
Luego agregó que no es que tuviéramos gran cosa,
pero que eran cosas de familia que a nadie interesaban.
Respecto a que hubiera lugares "seguros", monseñor
Escrivá lo recomendaba mucho. Empezando por los oratorios.
Lo decía muy a menudo y hay cantidad de material escrito
repitiendo obsesivamente esta idea que él solía
expresar así: "Nuestros oratorios deben ser lugares
seguros donde no nos pueda entrar nadie."
La casa de Roma, respecto a seguridad, es una auténtica
fortaleza medieval (me sigo refiriendo a la casa de las mujeres).
Empezando por la puerta principal que es blindada y no tiene
cerradura por fuera, sino por dentro únicamente. Para
abrirla hay que dar cinco vueltas de llave, llave que no se
deja jamás encima de un mueble o bandeja, por ejemplo.
La llave de la puerta principal de la casa de mujeres en Roma,
Via di Villa Sacchetti, 36, la lleva siempre colgada del cinturón
la portera, es decir, la doncella o persona encargada de abrir
la puerta. Si uno quiere salir a la calle, ha de pulsar un
timbre que está junto a la puerta, y esperar a que
venga la portera a abrir. Si uno llega de la calle, al oír
el timbre de la puerta en el cuadro de timbres que está
en el cuartito de la Galleria della Madonna, salen dos personas,
que pueden ser dos sirvientas o una sirvienta y una numeraria,
para abrir la puerta. La acompañante se queda rezagada
y la portera abre.
Hay otra entrada llamada de "proveedores" o de
"servicio" en esta misma zona, que consta como de
dos partes. Si alguien llama por esta puerta, la portera ha
de abrir: primero, la puerta que comunica con el vestíbulo;
luego, una puerta con una especie de ventanilla que da al
sector contiguo a la calle y entonces, después de quitar
las vueltas de llave que da a la calle, regresar y meterse
tras la puerta con la ventanita que tiene un gran cerrojo,
echar ese cerrojo y pulsar entonces el sistema eléctrico
que abrirá la puerta de la calle a control remoto.
Muy complicado, evidentemente. Hay una tercera puerta, que
da a la otra calle. Esa parte del edificio la estaban construyendo
cuando yo dejé Roma y no conozco los detalles de su
funcionamiento.
Lo que quiero dejar muy claro es que nadie, ABSOLUTAMENTE
NADIE, en Roma, puede abrir una puerta directamente y salir
a la calle.
En Venezuela, por contraste, y en "Casavieja",
como el servicio que teníamos entonces se componía
de pocas muchachas y muy jovencitas, que sólo nos ayudaban
en la cocina y en la ropa, instalamos un portero eléctrico,
de forma que yo, si alguien llamaba, desde mi mesa pudiera
abrir la puerta sin necesidad de levantarme. Y quien quisiera
salir de la casa, lo único que tenía que hacer
era agarrar la llave que estaba colgada junto a la puerta,
para abrirla, porque la que daba al jardín funcionaba
como cualquier otra puerta en la casa.
En una de las épocas en que la seguridad dentro de
las casas era muy necesaria, por el riesgo de que ocurrieran
robos o violaciones, recuerdo que los asistentes eclesiásticos
nos aconsejaron que tuviéramos armas en la casa. Las
numerarias que por cualquier circunstancia tenían armas
en casa de su familia trajeron unos cuatro o cinco revólveres,
no recuerdo el número exacto, con la munición
correspondiente, por supuesto. Recuerdo que los tenía
en un cajón de un mueble junto a mi mesa de trabajo
y que por la noche "revisaba el armamento". Yo nunca
he usado un revólver en mi vida, pero Elsa Anselmi,
hija de militar, sabía muy bien manejar armas y parece
ser que tenía buena puntería. Un día
me dijo que quería saber lo que debería hacer
en caso de emergencia, "si apuntar a herir o a matar".
Recuerdo muy bien a Ana María Gibert diciendo: "¡Ay,
matar no, por favor!" La verdad es que yo me quedé
perpleja y le dije que mejor se lo preguntásemos a
los asistentes eclesiásticos, cosa que hicimos. La
respuesta fue muy vaga, algo así como "en esos
momentos haz lo que puedas".
Cuando salí de Venezuela, aún estaban allí
aquellos revólveres. Muchos años después,
un día que conversaba yo con Raimundo Panikkar y le
contaba este sucedido, me escuchó atentamente y, al
final, me dijo:
"¡Estas cosas no pueden compararse! ¿Cómo
vas a comparar la gravedad de matar a una persona con el trauma
personal que hubiera producido una violación?"
Testamentos
Otro de los documentos que se guardaban en el lugar "seguro"
eran los testamentos de todas aquellas asociadas de la Obra
que hubieran hecho la "fidelidad". Al llegar a Venezuela
mencioné que curiosamente no tenía dicho testamento
-no lo escribimos cuando hicimos la "fidelidad"
en Roma-. Había otras varias que tampoco lo tenían
hecho. Pedimos al consiliario el modelo para hacerlo. Y recuerdo
que lo escribimos de nuestro puño y letra. Al empezar,
a más de la fórmula usual de identificación
de la persona que lo escribe, seguía la afirmación
de haber vivido y querer morir con arreglo a la fe católica,
así como el deseo explícito que el Padre había
indicado que pusiéramos: "Deseo que se me amortaje
con una sencilla sábana blanca." Respecto a la
disposición de bienes, al hacer el testamento con arreglo
a la ley venezolana, había que contemplar que si nuestros
padres vivían, se les tenía que dejar a ellos
la llamada "legítima", pero con respecto
a los bienes de libre disposición, o sea todo lo demás,
se los legaba a dos miembros del Opus Dei, cuyos nombres se
dejaron en blanco. Cuando la sección de mujeres tuvo
la correspondiente "sociedad auxiliar", de la que
hablaré a continuación, nos dijo el consiliario
que teníamos que volver a hacer testamento y dejar
todos los bienes, menos la legítima, claro, a esta
sociedad auxiliar llamada ASAC. A todos los miembros nos dijeron
que teníamos libertad para dejar nuestros bienes a
quien quisiéramos, pero que lógicamente era
absurdo que se los dejase a otra persona que no fuera la Obra,
y el ejemplo era: si una mujer está casada le deja
sus bienes a su marido y a sus hijos, no al marido y a los
hijos de la vecina de enfrente.
Aparte de que el ejemplo no es correcto, "por vecina
de enfrente" se consideraba a nuestros hermanos o a cualquier
persona de nuestra familia que pudiera verdaderamente necesitar
lo que era nuestro. Curiosamente hay órdenes y congregaciones
donde el testamento hay que hacerlo a favor de cualquier persona,
excepto la orden o congregación a la que pertenecen.
Monseñor Escrivá siempre contaba como ejemplo
de una persona con "mal espíritu", el de
una sirvienta que tenía un burro en su pueblo y dejó
en su testamento que fuera para algún pariente de ella.
Nunca supimos quién era la sirvienta, ni qué
hubiera hecho el Opus Dei con el burro. De estos testamentos
se manda copia a Roma y el original se deja en el lugar "seguro",
como dije al empezar.
Cuando un miembro del Opus Dei dimite o "es dimitido"
no le entregan el testamento que hizo. Y no es sorprendente
que uno de los primeros pasos que dimos al salir todos los
que dejamos el Opus Dei fuera hacer nuevo testamento.
Estudios internos: actas y certificados
Es totalmente cierto y así puedo asegurarlo que, de
documentos como las actas de los exámenes de cada asignatura
que estaba comprendida en el "pensum" oficial de
los estudios internos del Opus Dei de Filosofía y Teología,
se mandaba el original a Roma, a la Asesoría Central.
La copia se guardaba en el lugar "seguro" y, a veces
también, en el archivo. En estas actas de examen constaba
por supuesto el título de la asignatura, así
como los nombres de cada una de las numerarias que habían
tomado ese examen, seguido, a continuación y en la
columna correspondiente, de la calificación obtenida,
que iba de 1 a 20. Al final de la página firmaba, en
primer lugar, el profesor de la asignatura, y luego la directora
regional de Estudios, el consiliario regional, el sacerdote
secretario regional y la directora de la región. Al
final, se estampaba el sello del Opus Dei.
Todas sabíamos por el "Catecismo" del Opus
Dei que estos estudios internos eran válidos para el
Opus Dei y podían tener validez pública, porque,
si uno de los varones de la Obra iba a Roma para hacer su
doctorado en una universidad pontificia, sólo necesitaba
un máximo de dos años más para adquirir
ese doctorado, ya que estos estudios internos les eran reconocidos
en cierta manera por aquellas universidades pontificias. Pero
al mismo tiempo nos habían advertido que no eran estudios
que reconociera una universidad del Estado, por ejemplo.
En Venezuela comentamos el caso extraordinario -fundacional-
de que, siendo yo también una de las alumnas de estas
clases, y por tanto, calificada como cualquier otra numeraria,
tenía yo, al ser también la directora regional,
que estampar mi firma al pie del acta de examen. Y, como digo,
los originales de estas actas se enviaban a Roma y nosotras
guardábamos en el archivo una copia, igualmente estampada
y firmada.
En verdad nunca he llegado a comprender por qué el
Opus Dei es tan reacio a declarar abiertamente que sus miembros
han hecho esos estudios y por qué, a fin de negarlo,
llega a mentir. Incluso tampoco declaran ni emiten certificados
a los miembros del Opus Dei que, habiendo sido profesores
de sus centros de estudios internos regionales o interregionales,
dimitieron. Esto, en mi opinión, es una gran injusticia
hacia esas personas que honradamente dedicaron su tiempo a
impartir una enseñanza con arreglo a los programas
de estudios del Opus Dei. Y una falta de ética profesional
por parte del Opus Dei. ¿Cómo podría
justificarse tal modo de proceder si el hecho viniera de un
centro de enseñanza que no se atribuye ningún
carisma de "santidad en el trabajo"?
Conviene recordar esto especialmente en la última
parte de este libro, cuando hablo de lo que el Opus Dei públicamente
dijo y escribió sobre mis estudios.
Bastantes meses después de llegar yo a Venezuela,
el doctor Moles vino a nuestra casa un día después
de almorzar y me anunció que le acababan de destinar
a Roma para hacer el doctorado de Teología. Yo no me
lo podía ni creer. ¡Irse a Roma ahora que las
vocaciones estaban llegando y que había tanto por hacer!
Por razones de discreción hacia el doctor Moles, a
quien siempre respeté y quise mucho, prefiero no detallar
la conversación que tuvimos. Pero el punto importante
de la misma era que él se iba y que en su lugar se
quedaba don Roberto Salvat Romero, recién ordenado.
Yo no podía dar crédito a lo que oía.
Y, efectivamente, el doctor Moles, con todo el dolor de nuestro
corazón, se fue de Venezuela y don Roberto Salvat Romero
se quedó de consiliario. En la primera reunión
de Asesoría que tuvimos con él, nos dijo antes
de nada que "ahora todo va a ser distinto y todo va a
cambiar". Con semejante preámbulo empezó
la sesión.
Una vez más en mi vida acepté lo indicado por
los superiores, pero bien es cierto que la actuación
de don Roberto fue el origen de un cambio profundo en mi vida
interior. Vi lo poco que nos quería a las mujeres del
Opus Dei y lo mucho que nos despreciaba y esto me hizo acercarme
mucho más a Dios como único sostén, hasta
para las labores de gobierno, y querer mas a todas las asociadas
a mi cargo. No es que él nos dijera directamente que
no nos quería, pero era ese dejarnos ver que no teníamos
cerebro, que éramos tontas. Y empezó a dar órdenes,
claro.
Era un fuguilla: nervioso, comiéndose las uñas,
tenso. No respiraba paz, seguridad, ni calma. No ayudaba a
solucionar problemas, sino que se enfadaba rápidamente.
Era de Madrid, abogado sin haber ejercido la carrera profesionalmente
en serio, estuvo en Roma, fue a Venezuela de seglar, se ordenó
y regresó de sacerdote a Venezuela para reemplazar
al doctor Moles.
Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que le pedimos las
Constituciones del Opus Dei. En lugar de facilitar el libro
que la Asesoría tenía derecho a leer, según
indicaciones de Roma, nos dijo:
-¿Para qué queréis las Constituciones
si no sabéis latín?
Yo le aseguré que entre nosotras había varias
que sabían muy bien latín, lo que era verdad.
Nos trajo el libro y, naturalmente, le tuve que firmar un
recibo diciendo que lo conservaríamos por tres días.
Queríamos las Constituciones para preguntar a Roma
el tema de si las numerarias podíamos ir de manga corta,
como expliqué al principio.
Las reuniones de Asesoría las preparábamos
cuidadosamente. Delante de cada uno estaba la agenda del día,
preparada de antemano. En esta ocasión, llevábamos
igualmente en borrador la nota para enviar a Roma. Primero
nos dijo que "era una tontería" preguntar
a Roma lo de las mangas cortas. Que hiciéramos lo que
habíamos hecho siempre. Al final y, gracias a don José
María Peña que era un bendito, aunque demasiado
pasivo, nos dijo que la mandásemos. Cuando respondieron
de Roma que sí podíamos llevar manga corta,
lo primero que me dijo fue: "Pero tú no te las
pondrás."
A mi pregunta de por qué, no supo ni qué responderme.
La primera vocación de oblata, ahora llamadas agregadas,
en Venezuela, fue Trina Gordils, que era abogada y excelente
profesional, por cierto. Vivía muy cerca de "Casavieja".
Yo la traté mucho. Era una persona que me aseguraba
que había sido intelectualmente comunista por el amor
que el comunismo dice tener a los pobres, pero que cuando
leyó cl Evangelio a fondo pensó que Cristo era
quien de verdad amaba al pobre. Trina, además de inteligente
y de un sentido excelente del humor, era profundamente contemplativa.
Traducía a su modo el espíritu de oración
y vivía la presencia de Dios con alegría, con
sencillez, sin empalagos. Fue oblata varios años y
su sentido apostólico de la vida hizo que Berta Elena
Sanglade se acercara al Opus Dei. Ahora quisiera hablar de
Trina: después de varios años de ser oblata
y la primera, como digo, me planteó que quería
irse del Opus Dei y entrar en el Carmelo. Había hablado
con la reciente fundación del Carmelo y la vida contemplativa
la atraía fuertemente. A ella, el Opus Dei le pesaba.
La acción la torturaba. Luché mucho para convencerla
de que no se fuera, que siguiera en el Opus Dei, pero llegó
un momento en que tuve que comprender que verdaderamente quería
irse. Tenía la "oblación" (votos temporales)
hecha como oblata y el querer irse al Carmelo antes de la
siguiente fiesta de san José hacía que la dispensa
de los votos hubiera de solicitarse al Padre (Después
de pronunciada la oblación, para que pueda un miembro
abandonar el Instituto durante el plazo para el que aquélla
se pronunció, necesitará dispensa que sólo
el Padre puede conceder, después de oído el
consejo propio (Asesoría Central) y la Asesoría
Regional. "Constituciones, 1", n° 98, p. 61).
Trina no participaba de ese cariño tan extraordinario
al Padre que todas decíamos tener. Ella me hizo notar
que muchas veces anteponíamos el Padre a Dios y que
eso no lo encontraba bien. También me hizo notar, y
con su sinceridad habitual nos lo repetía, que más
que decir "el Padre dice esto" o "el Padre
dice aquello" o "al Padre le gustan las cosas así",
deberíamos decir lo mismo, pero cambiando el nombre
de "el Padre" por el de Cristo.
Como abogado, Trina era impecable y jurídicamente
hizo muchas cosas en el Opus Dei. Una de las cuales, por la
que yo siempre le estuve personalmente muy agradecida, fue
llevar el asunto de mi ciudadanía venezolana, así
como la de Lola de la Rica, con gran eficiencia y rapidez.
Recuerdo que, después de haber salido el decreto de
nuestra ciudadanía en el "Boletín Oficial
de la Nación" y habérsenos concedido el
pasaporte venezolano, nuevecito, Irma, al revisarlo y dárnoslo,
nos dijo con su característica gracia y sentido del
humor:
"Ahora, pues, señoras mías, ya están
ustedes autorizadas para hablar mal del gobierno venezolano."
Cualquier cosa de régimen jurídico se le consultaba
a ella y fue ella quien preparó y escribió las
Constituciones de la primera asociación civil sin fines
lucrativos, que se llamó y se sigue llamando Asociación
de Arte y Ciencia (ASAC), nombre que, en honor a la verdad,
tengo que decir que lo ideé yo. Tanto Irma como Alicia
Álamo fueron para mí una gran ayuda técnica
en el gobierno regional.
Con Trina, sor Isabel de la Trinidad, era su nombre como
carmelita descalza, seguí mi amistad cuando ella se
fue al Carmelo. Conservo, por cierto, una bellísima
carta suya de cuando salí yo del Opus Dei. Siempre
la visité en el Carmelo cuando iba a Caracas, cosa
que no podrá suceder en mi próximo viaje, porque
Dios se la llevó hace pocos meses. Siempre me quedó
el recuerdo de ella, de su espíritu contemplativo,
de su sincera y profunda amistad, de su cariño y de
su buen humor. La última vez que la visité y
le hice unas fotos, me dijo con gracia, acerca de que se le
había quedado un ojo cerrado después de su última
enfermedad:
-Hazme el favor, mi hijita, y me tomas una foto en que no
se me vea el ojo caído.
Ya en la conversación seria que tuve con ella, me
comentaba a propósito del proceso de monseñor
Escrivá: "Niña, antes ni se ocupaban de
nosotras [refiriéndose a los sacerdotes del Opus Dei].
Pero, desde que se murió el Padre, pululan por aquí
[el Carmelo] todos sus curas: el don Roberto [Salvat] y el
otro y el otro, para que pidamos por la beatificación
de monseñor. Y nos dan estampitas y toda la parafernalia."
Y cuando yo le preguntaba: "Trina, ¿tú
realmente crees que el Padre era santo?", ella me respondió:
-¡No, niña! ¡Qué va a ser santo
ese hombre después de todo lo que te hizo a ti en Roma!
Y "el de Arriba" [como Irma siempre llamaba a Nuestro
Señor] lo sabe igualito que nosotras. Y si sale, será
por un apaño humano o porque el Espíritu Santo
se tomó vacaciones.
Cualquier persona que conoció de cerca a Trina Gordils
puede darse cuenta de que esta manera de hablar la retrata.
Sociedades auxiliares
El primer paso que da el Opus Dei al llegar a un país
es el de establecer legalmente una asociación cultural
sin fines de lucro. Son éstas las plataformas desde
donde el Opus Dei lanza, como proyecciones suyas, cualquier
tipo de apostolado por el que deseen empezar. Ello es también
una forma legal de lograr ayuda económica y de evitar
cargas impositivas, a más de tener total libertad de
actuación en ese país.
Las personas que están en la junta directiva de estas
asociaciones son ordinariamente numerarias indicadas por las
superioras, de acuerdo con el consiliario del país
y de la Asesoría Central. Una vez constituida la Asociación,
queda al arbitrio de las superioras regionales, el que una
determinada numeraria dimita de esta junta directiva de la
Asociación o, por el contrario, forme parte de la misma.
Por tanto, las asociaciones sin fines de lucro, son instrumentos
legales que el Opus Dei usa para su conveniencia. Desde hace
ya bastantes años, y en muchos países es un
criterio común, el que los hombres y las mujeres del
Opus Dei tengan distintas sociedades sin fines de lucro.
En países donde el Opus Dei quiere pasar "desapercibido"
al inicio de la labor, por razones de discreción, poder
usar el nombre de una sociedad auxiliar es una gran ayuda
para cualquier clase de trabajo.
En Estados Unidos, el Opus Dei tiene una sociedad sin fines
de lucro en la Costa Este y otra en la Costa Oeste, registrada
bajo el nombre de Association for Educational Development
(Asociación para el Desarrollo Educacional), cuyo número
de registro es el 09730, siendo e número corporativo
el D-538 1860. Con fecha 12 de mayo de 1992, el tesorero de
la misma el Mr. Mark Bauer, da como domicilio oficial de esta
Asociación el n.0 490, Sexta Avenida, Apartamento 221,
en San Francisco, California, 94118.
Mr. Bauer declara oficialmente que, del 1 de enero al 31
de diciembre de 1991, hubo una entrada de 985.670 US$, y que
todos los bienes de esta asociación, muebles e inmuebles,
durante ese mismo año asciende a 525.593 US$. Para
curiosidad del lector, incluyo algunas de estas informaciones
al final del libro.
Si cara a la galería establece legalmente estas asociaciones
sin fines de lucro, internamente el Opus Dei manipula estos
instrumentos legales para su propio beneficio y conveniencia.
Y me permito hacer aquí algunas observaciones:
a) En Estados Unidos esta sociedad auxiliar, llamada
Association for Educational Development, es común a
los hombres y mujeres del Opus Dei, contrario a su propia
política en la que indica que "los hombres y las
mujeres son como dos obras distintas" (Rocca, Giancarlo,
L'Opus Dei. Appunti e documentiper una storia, p. 224)
en palabras del Fundador y de acuerdo a sus Constituciones.
Como dato interesante, entre la lista de los donantes aparece
Janie Pansini, una mujer del Opus Dei, con domicilio en la
casa de la Sección de mujeres del Opus Dei en San Francisco
(2589 Chesnut Street) contribuyendo con nada menos que con
18.815 US$. Y me pregunto: ¿cómo puede hacer
donativos a una asociación sin fines de lucro una persona
que vive una pobreza total? En el Opus Dei, debido al voto
de pobreza, las numerarias no pueden hacer regalos de clase
alguna a nadie, sean o no miembros del mismo Opus Dei. Son
bien conocidas las palabras del Fundador del Opus Dei: "Nuestro
apostolado es el apostolado de "no dar"". A
menos que en este caso concreto esta asociada haya trabajado
en esa asociación y en vez de estar registrado como
tal, aparezca, cara a los Estados Unidos como un donativo,
lo que no deja de ser poco claro.
b) En la lista de donantes a la Association for Educational
Development la Woodlawn Foundation (del Opus Dei en Chicago),
la Clover Foundation (relacionada con el Opus Dei) y la Association
for Cultural Interchange (igualmente relacionada con el Opus
Dei). Todo esto significa una transferencia de fondos entre
las mismas asociaciones sin fines de lucro del Opus Dei.
c) En la lista de directores de esta misma asociación
siguen apareciendo los nombres de Diana Jackson y Kathryn
Kelly, ambas numerarias del Opus Dei, domiciliadas en 2589
Chesnut Street, en San Francisco, Kathryn Kelly, tal como
en las declaraciones anteriores al Internal Revenue Service,
aparece recibiendo "0" compensación económica,
en cambio Diana Jackson aparece recibiendo 9.240 US$ anuales
por cinco horas semanales de trabajo, lo que significa que
recibe 38,50 US$ por hora, cantidad que no es corriente en
este país ni en California y mucho menos en este tipo
de asociaciones.
d) Aparece igualmente en la lista de directores John
G. Layter, quien en papel timbrado del Departamento de Física
de la Universidad de California, Riverside, y bajo la designación
de "Profesor Adjunto", tuvo la audacia de escribir
al editor del International Herald Tribune en París
el 22 de mayo de 1992, asegurándole que yo nunca había
sido secretaria de monseñor Escrivá. Al conocer
este hecho, le llamé personalmente por teléfono
y le pregunté si él me conocía personalmente,
a lo que obviamente me respondió que no. Y me dijo
que la razón que le dieron en el Opus Dei de que yo
nunca había sido secretaria de monseñor Escrivá
era porque "ello hubiera implicado que monseñor
Escrivá hubiera estado a solas en una habitación
con una mujer, cosa que nunca sucedió". Tuve que
decirle que en más de una ocasión cuando monseñor
Escrivá nos pidió a María Luisa Moreno
de Vega o a mí que fuéramos a buscar alguna
cosa que necesitábamos para seguir trabajando, cualquiera
de nosotras dos nos habíamos quedado a solas con él
unos minutos. Le dije también al Dr. Layter que en
los Estados Unidos no se usa el papel timbrado de una Universidad
estatal para hablar de asuntos religiosos y mucho menos para
mentir sobre un funcionario de dicha universidad, en este
caso una mujer.
e) Aunque es totalmente legal en los Estados Unidos
la libertad de cambio de moneda y las operaciones financieras
con instituciones y bancos extranjeros, nos encontramos aquí
con una actuación típica del Opus Dei o, mejor
dicho, de una de sus sociedades auxiliares: estando legalmente
establecida esta sociedad en Estados Unidos y en California,
ejecuta sus operaciones bancarias, tanto de préstamos
como de hipotecas en Suiza con el Limmat-Stiftung Patronat
Rhein en Zúrich, que tiene una estrecha relación
con el Opus Dei en ese país. Buena prueba de ello es
que un préstamo de 131.358 US$ "unsecured"
tiene un interés de 1%. Con el Crédito Andorra,
totalmente relacionado con el Opus Dei tiene igualmente otro
préstamo "unsecured". Aparecen otros préstamos
a nombre de tres personas, siendo una de ellas la madre (fallecida)
del Dr. Layter, de quien él es el único heredero.
Otro, por un monto de 75.000 US$ está a nombre de Federico
Vallet y otro de 45.000 US$ a nombre de Elisa Herrera.
En Venezuela, el 7 de septiembre de 1961, con la aprobación
de los superiores en Roma y de acuerdo a la ley venezolana,
empecé, como dije, con un grupo de numerarias del Opus
Dei una asociación civil sin fines de lucro, que llevaba
por nombre ASAC (Asociación de Arte y Ciencia) de cuya
constitución tengo una copia legalizada en mis archivos.
Por una coincidencia curiosa recibí fotocopias de
las páginas 4 y 5 del libro de actas de ASAC, donde,
con fecha 19 de noviembre de 1962, se habla de la apertura
de una residencia de estudiantes universitarias, "Dairén",
en la avenida principal de El Bosque en Caracas, cosa cierta:
yo asistí a esa reunión de ASAC. Con fecha 1
de marzo de 1963, hay otra acta de ASAC donde se aprueba igualmente
la apertura de otra residencia de estudiantes universitarias,
"Albariza", en Maracaibo. Yo también asistí
a esa reunión.
Junto a las fotocopias anteriores, recibí también
otras dos hojas del mismo libro de actas de esta asociación
-libro que ordinariamente se guardaba en el archivo de la
Asesoría Regional-, las páginas 14 y 1512, que
reflejan una información falsa: la presidenta de ASAC,
Eva Josefina Uzcátegui, dice que yo había pedido
dimitir de ASAC, así como también Ana María
Gibert; ambas éramos miembros activos de dicha asociación.
Dice esta acta que todas las presentes votaron y que unánimemente
se aceptaron estas dimisiones. Esta afirmación es falsa.
Generalmente suelo tener buena memoria y más para estos
asuntos. En esa fecha yo estaba aún de directora regional
en Venezuela, y no recuerdo por nada que Ana María
Gibert presentara su dimisión y en absoluto el haber
presentado yo la mía verbalmente o por escrito. Naturalmente,
el hecho de que aparezca la firma de estas numerarias tiene
validez legal. Pero estoy segura de que ésta es una
verdad fabricada, probablemente a petición de los superiores
del Opus Dei cuando yo dejé de pertenecer a la Obra.
Después de muchos años de pensar en lo anterior,
llegué a la conclusión de que, a fin de hacerme
salir de esta asociación sin enviarme a mí una
notificación de las razones, fue necesario para el
Opus Dei "fabricar" tal petición, marcando
una fecha muy anterior a mi salida y cuando aún yo
era miembro de la Obra. De esta forma, los superiores del
Opus Dei pudieron borrar una huella de mi persona y actividades
como numeraria, especialmente en Venezuela.
Tengo que hacer notar la política que el Opus Dei
sigue hacia cualquiera de los que abandonan su vocación
o "es dimitida": consiste en tratar a ese ser humano
como una "no persona" de los regímenes comunistas,
lo mismo frente a una institución legal que frente
al Vaticano, como lo demuestro en la última parte de
mi libro. Quiero hacer recordar igualmente el procedimiento
que se seguía en la imprenta de Roma para hacer desaparecer,
de las fotografías y artículos de las revistas
internas, a aquellas personas que habían dejado de
pertenecer al Opus Dei.
Existe otra indicación para las directoras y es que,
cuando salgan de su domicilio habitual, bien sea de viaje
corto o largo, deben dejar firmadas varias hojas en blanco.
Recuerdo que antes de irme a Roma la segunda vez, dejé
al menos seis hojas firmadas en blanco.
Uno de los interrogantes que me hago hoy día sobre
el Opus Dei, y a la vista de los diferentes sucesos marcados
en páginas anteriores, es por qué en el Opus
Dei existe ese temor de que, si una carta se extravía,
alguien pueda enterarse de su contenido, ese afán de
una discreción rayana en lo misterioso o en el misterio:
como el de las claves al enviar los informes que señalé
anteriormente. Diría que existe como un miedo o temor
latente a "ser descubiertos", y no me cabe en la
cabeza que una institución que se califica de "transparente"
tenga esos miedos o recelos. ¿A qué tanta discreción
y misterio? No me imagino, por ejemplo, a una madre que, enterándose
de que su hijo se droga y queriendo comunicárselo a
otro hijo suyo que viva lejos, se valga de un sistema de fichas
con clave, como las que detallaba anteriormente. El dolor
de esa madre, si alguien por error abriera su carta, sería
motivo de compasión. Y aquí es donde considero
que falta cariño en el Opus Dei: ¿es dolor de
las faltas cometidas por sus miembros o es miedo a que los
demás lo sepan? Y pasa lo mismo sobre los que dejan
de pertenecer a la Obra: el Opus Dei los borra del presente
y del pasado. No lo dice. Da órdenes a los que se quedan
dentro para que no hablen de quien se fue. Y, por supuesto,
que yo sepa, no hay estadística del Opus Dei indicando
el número de hombres y mujeres que -por la causa que
fuera- dejaron de pertenecer a la Obra. Sólo hay estadísticas
sobre el número global de miembros que según
dicen existen, pero nunca indican estas estadísticas
cuántos miembros son numerarios, cuántos sacerdotes,
cuántos supernumerarios y cuántos son los cooperadores,
aunque jurídicamente no sean miembros de la Prelatura.
Y, de ellos, cuántos son hombres y cuántos son
mujeres.
El 6 de diciembre de 1969, cuando yo ya no era miembro del
Opus Dei, los superiores modificaron los estatutos de ASAC,
que son prácticamente copia calcada de los primeros
que hizo Trina Gordils, en donde constan como cabeza visible
dos supernumerarias y una oblata, y, como miembro del comité
ejecutivo, las mismas personas de antes.
El Opus Dei sigue haciendo constar hasta el día de
hoy en Venezuela, en todos sus folletos de propaganda, las
labores que realizan como una proyección de esta Asociación
de Arte y Ciencia.
Cotos de caza
"Juniors. Clubs, centro de actividades
Quisiera ser transparente en estas líneas al mostrar
los lugares donde el Opus Dei recluta a la gente joven y cómo
lo hace.
Los lugares son: colegios, clubs de toda especie, centros
de actividades extraescolares y residencias universitarias.
En sí mismos, estos centros y sus labores son buenos,
pero su intrínseca intención, por encima de
cualquiera de las metas que los definen, es reclutar gente
para las filas del Opus Dei, sea ello gente joven, adultos,
sirvientas, trabajadores, sacerdotes diocesanos, etc., de
acuerdo en cada caso con el lugar específico.
En su forma de reclutar gente joven, el sistema del Opus
Dei es muy parecido o casi idéntico al de más
de una secta; y dentro de la Iglesia Católica el Opus
Dei puede servir de ejemplo de secta católica, por
así decirlo.
Hace unos treinta años monseñor Escrivá
nos explicaba a las numerarias que estábamos en la
Asesoría Central en Roma que, a semejanza de las instituciones
religiosas que tenían las llamadas Escuelas Apostólicas,
de donde les llegaban un buen número de vocaciones,
nosotras, en el Opus Dei, deberíamos empezar un apostolado
semejante, pero sin llamarlo "escuelas apostólicas"
(estaba claro que nunca en el Opus Dei podía usarse
un lenguaje religioso, porque éramos seglares), con
chicas jóvenes, muy jóvenes, "aspirantes",
dijo textualmente monseñor Escrivá. Estaba convencido
de que, de este tratar a muchachitas muy jóvenes, saldrían
muchas vocaciones para el Opus Dei, especialmente de numerarias.
Por este motivo, en Venezuela, y copiando el término
"juniors" usado en Estados Unidos, empezamos a trabajar
con muchachitas jóvenes. En esta categoría estaban
incluidas las estudiantes de colegios, niñas que oscilaban
entre los 12 y 14 años de edad. El término "juniors"
fue aceptado por los superiores del Opus Dei en Roma y su
uso se extendió a otras muchas casas de la Obra, en
diferentes países, para marcar este apostolado específico
con gente jovencita. Actualmente, sin embargo, si una de estas
muchachas quisiera entrar al Opus Dei, no se le permitiría
hacerlo en la categoría de "aspirantes" hasta
que no alcanzase los catorce años y medio.
Un ejemplo concreto de cómo monseñor Escrivá
auspiciaba la idea de hacer proselitismo con niñas
de esta edad, es el de Alida Franceschi, que con sus catorce
años era "aspirante". Esta criatura era hija
de una supernumeraria y sobrina de una numeraria médico
del mismo nombre. Durante la última visita de monseñor
Escrivá a Venezuela, y meses antes de que ella cumpliera
sus catorce años y medio, la invitaron las superioras
del país a que participase en una tertulia con el Padre,
oficialmente destinada con exclusividad a numerarias.
Las superioras estaban convencidas de que, si esta muchacha
conocía a monseñor Escrivá, eso sería
el empujón definitivo para que fuera numeraria. Y de
hecho sucedió así: esta muchacha fue numeraria
desde muy temprana edad.
Estas jóvenes reciben un adoctrinamiento suave, lento
y sutil. Se las invita a ir a una casa dcl Opus Dei, bien
con un grupo de compañeras de colegio o solas, especialmente
los sábados, cuando en la mayoría de los colegios
no hay clases. Se las integra también en los clubs,
clubs de todas clases, cuya propaganda no dice a menudo que
las actividades pertenecen al Opus Dei. Lo más que
indican es que la dirección espiritual está
a cargo del Opus Dei o de los sacerdotes del Opus Dei. Las
actividades de estos clubs, de acuerdo con las diferentes
edades, incluyen excursiones, fines de semana, retiros espirituales,
tertulias, clases de cocina, de arte, de decoración,
de idiomas, incluso de ordenadores, en algunos países.
Es decir: de cualquier cosa que pueda interesar a muchachitas
de esas edades.
Es un sistema bien planificado el que se lleva con estas
jóvenes para orientarlas, durante esta edad, hacia
la vocación de numeraria del Opus Dei. A los 14 años,
como digo, una muchacha puede pedir ser admitida en el Opus
Dei como "aspirante" sin que lo sepan sus padres.
En ese momento, la petición debe ser hecha por escrito
en una carta dirigida al vicario regional (consiliario). La
jovencita ha de entregar su carta a la numeraria que la suele
atender o a la directora de aquella casa o centro a donde
suele ir.
En vida de monseñor Escrivá, esta carta se
le dirigía a él. Aunque esta petición
no implica un compromiso legal, y la candidata es libre de
abandonar esta idea cuando le plazca, no puede evitarse que
la numeraria que la atiende, o la directora de la casa o centro,
la "bombardeen" para evitar que se vaya.
Por otra parte, si esta muchacha, al cumplir sus 16 años
persevera en la idea de querer ser numeraría del Opus
Dei, ha de escribir entonces otra carta, esta vez dirigida
al prelado (Padre). También puede suceder que le digan
que no es necesario que escriba una nueva carta, sino que
renueve la que escribió a sus 14 años. Sucede
que, en términos legales de incorporación, muchas
veces en el Opus Dei lo que cuentan es el tiempo a partir
de la primera carta que escribió pidiendo ser "aspirante".
En el mundo anglosajón, la forma de hacer proselitismo
con chicas jovencitas ocasionó una grave controversia
y crítica, hasta el punto de que S.E. el cardenal Basil
Hume de Inglaterra, tuvo que escribir una nota que es uno
de los documentos más serios que un prelado haya publicado
como recomendaciones a seguir en su propia diócesis.
Y fue un gesto amable el de S.E. mandarme copia de ella en
el momento de su publicación.
¿Y quiénes son las candidatas a ser numerarias
del Opus Dei? puede uno preguntarse. ¿Quiénes
son las mujeres que reúnen estas condiciones?
La respuesta es: muchachas alegres, felices, de familias
conocidas y bien consideradas, no necesariamente ricas, pero
sí socialmente bien situadas, personas sin problemas.
Gente más bien idealista, generosa, capaz de renunciar
a las cosas en aras de un bien superior. Gente sana, responsable
y, de ser posible, abierta, extrovertida. Pero si estas personas
combinan todo esto con una situación financiera familiar
buena, tanto mejor. El Opus Dei considera que a través
de personas con relieve social, puede llegarse a muchas partes
y a mucha gente. A veces utilizan el ejemplo de la máquina
de tren: si uno agarra la máquina, ha cogido al tren
entero; pero si solamente agarra un vagón, no tiene
gran cosa.
A las personas con poca salud o con defectos físicos,
se las encauza para que sean agregadas, no numerarias. Tampoco
pueden ser consideradas para numerarias, según las
Constituciones del Opus Dei, aquellas personas que han pertenecido
a un Instituto Secular (Constituciones-1950, op. cit.,
n.0 36, párrafo 3-d, p. 37; y Constituciones-1982,
op. cit, n.0 20, párrafo 5-2, p. 39). Puede pensarse
en ellas como agregadas o supernumerarias, según los
casos. Éstas son las reglas del juego que las numerarias
encargadas de la labor de san Rafael, de que hablé
al principio, deben tener presente.
Aunque no está expresamente dicho, existe también
en la práctica, como criterio de selección,
el de que a una muchacha muy fea no se la tome muy en cuenta
para ser numeraria.
Como esbocé al principio del libro, existe una "instrucción
de san Rafael" escrita por monseñor Escrivá,
documento "ad usum nostrorum" (para uso de los miembros
solamente) que imprimimos en la imprenta de Roma cuando yo
estaba allá, y esto dio lugar a que hablara con frecuencia
con monseñor Escrivá.
Colegios del Opus Dei
"Nosotros nunca tendremos colegios", dijo y repitió
monseñor Escrivá durante muchos años.
Es más: marcó que "una de las mayores diferencias
que tiene el Opus Dei con los religiosos es que nosotros nunca
tendremos colegios".
Sin embargo, en 1951, el Opus Dei tuvo el primer colegio
en Las Arenas: "Gaztelueta", del que hablé
anteriormente. Dedicado a niños. Monseñor Escrivá
nos dijo que ""Gaztelueta" es la única
excepción que tendremos".
Hay que tener en cuenta que los niños son como una
masa blanda y el Opus Dei los va moldeando de acuerdo a su
sistema. Es el jardín de infancia donde estos niños
empiezan a subir, escalón a escalón, hasta llegar
a la universidad.
Insisto en que mis observaciones se refieren a la sección
de mujeres del Opus Dei y quiero dejar muy en claro este punto:
desde que una niña es aceptada como alumna en un colegio
del Opus Dei, siempre, y a diferentes niveles de su educación,
el Opus Dei seguirá sus pasos, independientemente del
país donde habite o a donde se traslade. Su nombre
quedará siempre en los archivos del Opus Dei como posible
"presa" en la categoría para la cual se la
considere apropiada. E incluso en el caso de que nunca llegase
a pertenecer al Opus Dei, los miembros de la Obra siempre
tratarán de que los ayude de algún modo: bien
como cooperadora o bien con dinero, limosnas o recomendaciones
de una clase u otra. Algo, siempre existirá algo, que
puedan pedirle a aquella "antigua alumna".
Por tanto, los colegios del Opus Dei son el trampolín
para un reclutamiento futuro. Oficialmente está prohibido
en estos colegios hacer proselitismo. Lo que no está
prohibido es crear un ambiente que auspicie vocaciones. Así
el Opus Dei puede decir abiertamente que en sus colegios no
se hace proselitismo con las niñas. Y es verdad, según
ellos, porque las preceptoras no hablan de vocación
"directamente" a las alumnas a su cargo. Pero basados
en que sus colegios son católicos, acentúan
en las alumnas la necesidad de tener un director espiritual.
El capellán de los colegios del Opus Dei es siempre
un sacerdote de la Obra. Esto por una parte. Por otra, a las
alumnas se les recomienda mucho que asistan y participen de
una forma u otra en los llamados Centros de Actividades Extraescolares,
dirigidos también por el Opus Dei.
Una alumna que ya sea "aspirante" del Opus Dei
actúa en los Centros de Actividades Extraescolares,
como cebo para reclutar a sus compañeras, provengan
o no de un colegio del Opus Dei; y éstas, una vez convertidas
en "aspirantes", atraen a otras, en los medios en
que actúan. Los colegios de niñas del Opus Dei
funcionan en el marco de las Asociaciones Culturales, explicadas
anteriormente. A grandes rasgos pueden ser agrupados en:
A) "Colegios dirigidos solamente por miembros
del Opus Dei" como obra corporativa.
B) "Colegios controlados por el Opus Dei":
oficialmente no son "colegios del Opus Dei", pero
de hecho están dirigidos por personas que pueden ser
o no miembros de la Obra. Es lo que llaman una "obra
común". La dirección espiritual está
a cargo del Opus Dei. En el número de Tiempo del 11
de abril de 1988, Luis Reyes publicó un artículo
sobre los colegios que el Opus Dei controa en España.
Como regla general estos colegios no son mixtos. Solamente
durante el jardín de infancia los niños y niñas
pueden estar juntos.
Pongo como ejemplo el de niñas de "Los Campitos",
que está en Venezuela, en una zona residencial de Caracas.
La junta directiva de este colegio está formada ordinariamente
por cinco miembros que tienen la responsabilidad de cumplimentar
las directrices dadas por el Ministerio de Educación
en Venezuela. Los miembros de la junta directiva son asociadas
numerarias del Opus Dei y, excepcionalmente, puede haber en
ella alguna agregada o supernumeraria. La espiritualidad del
colegio responde al sistema y la doctrina de la prelatura
del Opus Dei. Algunas de las profesoras son numerarias y otras
están contratadas por la junta directiva, pero no son
de la Obra. La capacidad máxima de las clases es ordinariamente
de 30 alumnas.
"Los Campitos" está bien equipado, tanto
en sus laboratorios como en lo que respecta a los deportes.
Hay también una clase para ballet, cuya profesora fue
por largo tiempo Pascuita Basalo (prima de las muchachas Vegas
que mencioné al hablar de las primeras vocaciones en
Caracas). Sin embargo la enseñanza artística
no es sólida, especialmente en arte dramático
(teatro).
La biblioteca de "Los Campitos" es muy incompleta
y las lecturas están controladas por los directores
del Opus Dei, especialmente aquellas relacionadas con humanidades.
Y esto es también común en los otros centros
docentes de la Obra, donde, por ejemplo en la Universidad
de Navarra en Pamplona, a los libros que según el criterio
de las autoridades espirituales del Opus Dei son considerados
"peligrosos" se los saca de la biblioteca de la
universidad y se los guarda en "El Infierno", como
los alumnos llamaron al almacén del sótano de
dicho centro docente.
En "Los Campitos" las labores de tipo administrativo,
como contabilidad, etc., están a cargo de un grupo
de empleados que pueden ser o no del Opus Dei. De hecho, la
limpieza del colegio está asignada a personas que no
tienen nada que ver con la Obra, y lo mismo sucede con la
cafetería.
La piedra angular de los colegios del Opus Dei son las "preceptoras".
Todas ellas son numerarias cuya misión es servir de
puente con la familia de las alumnas. Dispone cada "preceptora"
de una pequeña oficina donde las alumnas que le han
sido asignadas pueden entrar a hablar con ella siempre que
quieran y consultarle cualquier cosa del tipo que sea: desde
lo divino, o cualquier problema docente que se les presente.
Mensualmente habla la "preceptora" con los padres
o representantes de las alumnas que tiene asignadas y conversa
con ellos sobre el comportamiento de las niñas y el
aprovechamiento de las clases.
La "preceptora" tiene, como numeraria, una gran
autoridad sobre la alumna a quien guía y aconseja,
y ésta cree en ella y la obedece ciegamente, puesto
que la ve como a su mejor amiga dentro del colegio. Precisamente
esta ciega confianza hace que la "preceptora" tenga
la máxima influencia sobre la alumna para tocar toda
clase de temas, tanto docentes como familiares o espirituales.
El apostolado es un tema que suelen discutir las alumnas con
las "preceptoras", y es más, de acuerdo con
ellas, la alumna acude a participar en tertulias, clubs, días
de retiro espiritual, etc., organizados por los Centros de
Actividades Extraescolares, que dirige el Opus Dei. Ni qué
decir tiene que antes de que una alumna de "Los Campitos"
llegue por primera vez a uno de estos centros, también
del Opus Dei, la directora ha recibido una ficha de la "preceptora"
correspondiente, con pelos y señales "de conciencia"
relativos a la alumna, incluyendo la indicación de
si puede o no ser una futura numeraria.
La "preceptora" también aconseja a la alumna
participar en apostolados directos; el más popular
de ellos es visitar los pueblos del interior, ayudando a familias
humildes a base de enseñarles el catecismo de la doctrina
cristiana, o bien a leer y a escribir. Las alumnas no hacían
a estas familias regalos de clase alguna. Y si por ejemplo
llevaba a esos pueblos ropa o algo similar, la vendían
a precios bajísimos. Con el dinero recibido, las alumnas
solían comprar catecismos de la doctrina cristiana
que distribuían más tarde gratis entre estas
mismas familias de aquel pueblito.
Éste es uno de los apostolados que la "preceptora"
suele aconsejar a las alumnas para llevar a cabo principalmente
durante las vacaciones, bajo cuyo pretexto continúa
el trato entre "preceptora" y alumna también
durante este período.
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Fin del capítulo
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