LIBRO:
TRAS EL UMBRAL,
UNA VIDA EN EL OPUS DEI
(Un viaje al fanatismo)
PRÓLOGO, PRESENTACIÓN E INTRODUCCIÓN
Maria del Carmen Tapia nació en Cartagena (España)
en 1925. En 1960 adquirió en Caracas la nacionalidad
venezolana, que conserva. Creció y se educó
en Madrid Entró en el Opus Dei como asociada numeraria
en 1948. Vivió en las casas del Opus Dei en España
hasta 1952, en que fue llamada a Roma para trabajar directamente
a las órdenes de monseñor Escrivá. En
1953 fue nombrada en Roma superiora de la Asesoría
Central de la sección de mujeres, donde trabajó
también como primera directora de la imprenta del Opus
Dei. En 1956 fue destinada a Venezuela como directora regional
de la sección de mujeres. Vivió en Caracas hasta
1965, año en que monseñor Escrivá la
llamó a Roma. Desde 1966 no pertenece al Opus Dei.
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN ESPAÑOLA
Agotada la primera edición de este libro en España,
sale ahora, a menos de dos años, esta segunda edición
en formato de bolsillo, pero revisada y puesta al día.
En este año y medio de pausa, Publicaciones Europa-América
en Portugal lanzó ya la tercera edición del
libro y escasamente han pasado cuatro meses desde que Benziger
Verlag, en Alemania, sacara a la luz la versión alemana
del mismo, también para Austria y Suiza.
Me ha conmovido recibir en este tiempo cientos de cartas
de España y muchos otros países que conservo
con hondo respeto. Me escribieron tanto personas que pertenecieron
al Opus Dei por muchos años (unos antes que yo, otros
en mi época y otros, mucho después) como mujeres
y hombres, chicos y chicas y también padres de alumnos
de colegios y clubs dirigidos por esta institución,
preguntando, con comprensible ansiedad, qué deben hacer
para salirse de la órbita del Opus Dei o cómo
sacar a sus hijos de esos colegios y centros evitando consecuencias
posteriores. Otras muchas cartas provienen de hombres, algunos
de ellos sacerdotes, que fueron numerarios del Opus Dei y,
al salirse, se alejaron de Dios y de la Iglesia. Otros, han
seguido un sacerdocio humilde lejos de aquella pompa y circunstancia.
De sirvientas, a quienes el Opus Dei después de muchos
años despidió sin retribución ni muestra
de afecto o ellas mismas, valientemente, se salieron de sus
filas. Muchas de las numerarias, numerarios y supernumerarias
que dejaron el Opus Dei o fueron expulsados de él,
se pusieron en guardia de la Iglesia y se alejaron de Dios.
Es alentador, por otra parte, el que mi propia experiencia
haya hecho comprender a muchas de estas personas que Dios
está por encima del Opus Dei y tiene intrínsecamente
poco o nada que ver con la doctrina efectiva de esa Institución.
Aunque el 17 de mayo de 1992 Su Santidad Juan Pablo II beatificó
al fundador del Opus Dei, monseñor José María
Escrivá, hecho que como es sabido no implica culto
público, han quedado en el aire interrogantes a dicho
proceso de beatificación, a la composición del
tribunal en el que se repite y perpetúa el culto al
fundador por miembros de la Institución, al hecho de
no haber incluido críticas negativas en los documentos
presentados a los jueces de esta causa ni a una serie de conflictos
institucionales en las actitudes tomadas por monseñor
Escrivá, así como que el 40 % de los testimonios
fueron presentados por dos de sus colaboradores más
cercanos.
Indiscutiblemente la publicación de mi libro perturbó
al Opus Dei hasta el punto de intentar por varios medios impedir
o al menos retrasar, la primera edición española
y cuestionar la publicación portuguesa. Lógicamente
el Opus Dei intenta silenciarme porque me refiero en mi narración
a puntos álgidos, tales como la falta de libertad existente
en la Institución o la manera de convertir a sus miembros
en fanáticos, hechos éstos, entre otros, que
reflejan el carácter sectario del Opus Dei. Y aseguran
públicamente que miento, aunque saben muy bien que
digo la verdad. Utilizan para ello a la actual directora central
del gobierno de mujeres del Opus Dei, quien por cierto es
alemana. Rebatir el libro implicaría rebatir textos
íntegros de documentos del propio Opus Dei, algunos
incluidos en este volumen y otros en el Apéndice documental
del mismo, que es fidedigno y cuyos originales conservo en
mi poder.
M.C.T.
Santa Bárbara, 6 de enero de 1994
Epifanía del Señor
ADVERTENCIA DE LA AUTORA
He pedido a mis editores que respeten los regionalismos con
que mi lengua se ha enriquecido en Venezuela: hoy son míos,
son rasgos de mi personalidad. Y que se me excusen inconsistencias
del lenguaje, naturales en una experiencia como la que yo
he hecho.
Santa Bárbara, 3 de marzo de 1992
María del Carmen Tapia
DEDICATORIA
A Dominique de Ménil, qui tient sí profondément
aou coeur les droits humanis. Pour son encouragement, toute
ma gratitude.
María del Carmen Tapia
AGRADECIMIENTOS
Este libro es el resultado del cariño de los familiares
y amigos. Cada uno jugó un papel principal en el mismo.
En primer lugar, Joseph Cunneen, editor de Cross Currents
-y mi editor de la edición inglesa en preparación
desde hace varios años-, quien con su eficiencia profesional
y cariñoso tesón, supo organizar mis ideas al
recibir las primeras páginas de mi manuscrito inglés.
Fue mi amiga Laura Showalter-Astiz la que, con infinita paciencia,
me acompañó en la búsqueda y preparación
de documentos para la edición de esta obra. Mi sobrino
Javier, a muchos kilómetros de distancia, supo tenerme
al día con valiosos datos que sobre este tema aparecieron
en los diversos medios de información. Y a Matilde
de Urtubi, que con su cariñosa y aguda crítica
supo corregirme a tiempo párrafos no claros.
Y nunca podré agradecer bastante la incansable ayuda
literaria y los comentarios críticos de la profesora
Marta Gallo, de la Universidad de California, quien no regateó
esfuerzo ni tiempo en la corrección del texto. Al doctor
Roberto de Souza y al doctor Carlos Albarracín Sarmiento,
profesor este último de la Universidad de California,
les debo un agradecimiento especial, imborrable, por su generosidad
y paciencia sin límite al haber dedicado, periódicamente,
la mayor parte de sus vacaciones anuales, a la lectura de
mi manuscrito, a su evaluación y a la corrección
minuciosa del mismo.
Quisiera expresarle aquí a Christine Hopper Warsow
no sólo mi agradecimiento, sino mi cariño, por
su colaboración de primera hora a este volumen. Lo
mismo al doctor Manuel Albarracín, quien dedicó
muchas horas, a distancia, discutiendo conmigo, los primeros
balbuceos de estas páginas.
El apoyo y la efectiva colaboración de mis amigos
de Venezuela me sostuvo, línea a línea, desde
el principio al fin de este libro. E, igualmente, mi familia
y amigos en España supieron alentarme para que llevara
al final este trabajo.
Sin la valiosa cooperación de amigos míos en
Estados Unidos, que de momento prefieren no hacer público
su nombre, no hubiera podido tener acceso a importantes fuentes
de información para la terminación de mi trabajo.
Ha sido, sin duda alguna, gracias a la colaboración
personal y directa de Héctor Chimirri, editor de Ediciones
B en España, la que ha permitido llevar a feliz término
la edición de este volumen en castellano.
Vaya, una vez más, a Dominique de Ménil, a
quien va dedicado este libro, mi agradecimiento profundo y
sincero, por su comprensión, aliento y ayuda cariñosa
que me proporcionó sin desmayo, a través de
los años que duró la elaboración de este
volumen.
Quisiera agradecer aquí a Tito Lyon de Castro de Publicaciones
Europa-América, mi editor en Portugal y a su colaboradora
Ana Sampaio, así como a Markus Fels, mi editor en Alemania
de Benziger Verlag, todo el cariño, esfuerzo y entusiasmo
que pusieron en las respectivas ediciones de este libro en
esos países.
Y es gracias también al impecable trabalo y esfuerzo
de José Moya, mi editor para esta segunda edición
de bolsillo a quien debo que este nuevo libro vea la luz.
Pero no quisiera dejar de subrayar que sin la inteligente
dirección y cooperación de Blanca Rosa Roca,
la directora de Ediciones B, este libro no existiría.
Vaya a ella mi especial gratitud.
M.C.T.
Santa Bárbara, California, enero de 1992.
Desde el llano adentro vengo
tramoliando este cantar,
Cantaclaro me han llamado.
¿Quién se atreve a replicar? (1)
(1) Rómulo Gallegos, Cantaclaro. Obras Completas.
Tomo I.
PRÓLOGO -EPÍLOGO A MODO DE PRÓLOGO-
El prólogo a este libro lo iba a escribir un buen
amigo mío que es sacerdote. Durante meses estuvo ilusionado
por escribirlo y yo porque lo escribiera. Hoy, acaba de decirme
que no me disguste, pero que no iba a escribir el prólogo
a este libro porque, debido a la polémica y controversia
que ocurren en España últimamente sobre el tema
del Opus Dei, él prefiere mantenerse al margen, quedarse
fuera y no entrar en un "juego eclesiástico".
Me dijo también: "Tu libro no necesita prólogo.
Se apoya en sí mismo porque tú eres una persona
sena."
Santa Bárbara, marzo de 1992.
1. INTRODUCCIÓN
Pocas personas en Roma, caminando por Via di Villa Sacchetti,
en el elegante distrito del Panoli, sentirían curiosidad
por detenerse ante una puerta hermética, la del número
36. El edificio al cual da acceso no impresiona a primera
vista porque encaja en la arquitectura clásica de esa
calle. Pero si estas mismas personas avanzaran unos cuantos
metros, volvieran la vista hacia Viale Bruno Buozzi y mirasen
un poco hacia arriba, se quedarían impresionados por
la torre -"il Torreone", como los italianos lo llamarían-,
que se alza en el edificio próximo al número
36, un moderno edificio cuya fachada, uno descubre más
tarde, da a Viale Bruno Buozzi, 73. Entonces, uno empieza
a descubrir que ambos edificios son parte de una inmensa estructura
compleja e interconectada. Quizás uno pueda sentir
el choque de esta curiosa combinación de estilos arquitectónicos,
pero lo que a uno no se le ocurre pensar es que está
frente al cuartel general del Opus Dei.
La palabra española puerta, del latín "porta",
como es sabido, la definen los diccionarios como la abertura
en una pared o muro que permite a alguien pasar, de un lado
al otro. La puerta del número 36 de Via di Villa Sacchetti
está herméticamente cerrada. Y precisamente
el propósito de escribir este libro es permitir al
lector que cruce la entrada de la casa de la sección
femenina del Opus Dei, donde yo viví como numeraria
(miembro pleno) por unos seis años.
Lo que el lector va a conocer será más interesante,
seguramente, que la forma en que estos edificios están
conectados por dentro, o el tamaño de estos edificios
con sus aproximadamente 12 comedores y 14 oratorios. El mayor
de estos oratorios tiene cabida para cientos de personas,
hombres y mujeres que viven ahí. Con respecto al número
de comedores y oratorios, el fundador del Opus Dei, José
María Escrivá de Balaguer, solía decir:
"De donde puede verse que rezamos más que comemos."
Y con respecto a la totalidad del complejo, monseñor
Escrivá solía hacer la siguiente observación:
"Os aseguro que puedo tomar a un cardenal en la entrada
principal, llevarle a buen paso a través de la casa,
pararnos media hora para comer, seguir la visita, y dejarle
salir por la puerta de atrás a la hora de la cena,
sin tan siquiera haber visto ni la mitad de la casa."
En una de las capillas subterráneas, monseñor
Escrivá mandó construir, en vida, su propia
tumba, así como las tumbas de unos cuantos miembros
del Opus Dei, quienes por diferentes circunstancias, habían
estado más allegados a él. Una de ellas, la
del actual Prelado del Opus Dei, monseñor Alvaro del
Portillo, respecto de la cual monseñor Escrivá
decía: "Y Alvaro estará cerquica de mí
hasta después de mi muerte." Otras tumbas estaban
dedicadas para el arquitecto Jesús Gazapo, que terminó
las obras de esta casa central, y dos numerarias del Opus
Dei, de las primeras en la fila de mujeres. Una de ellas siempre
se consideró que sería Encarnita Ortega, por
muchos años directora central de la sección
de mujeres del Opus Dei, actualmente bastante enferma en España,
y quien cayó en desgracia de Escrivá a raíz
del escándalo en Caracas de su hermano Gregorio (1)
, numerario entonces.
(1) Gregorio Ortega Pardo, el numerario de confianza de monseñor
Escrivá en Portugal se fugó a Venezuela, en
octubre de 1965, con mucho dinero y joyas, se hospedó
en el mejor hotel y fue descubierto a raíz de la denuncia
hecha a la policía.)
Muchas veces oí al mismo monseñor Escrivá
expresarse con cierta jocosidad al contarnos: "Vengo
de estar sentado en mi tumba y pocas personas podrían
decir lo mismo."
Su tumba se ha convertido desde hace varios años en
un lugar de peregrinación para los miembros del Opus
Dei. Constantemente, noche y día, mujeres y hombres
del Opus Dei rezan y vigilan la tumba de monseñor Escrivá.
Los miembros del Opus Dei de otros países tratan de
venir a Roma, bajo pretextos profesionales muchas veces, para
poder visitarla. Algunas veces, los superiores del Opus Dei
admiten o invitan a algunas personas, como deferencia, para
que visiten este lugar y recen junto a los restos del Fundador.
Las mujeres del Opus Dei, numerarias y supernumerarias, suelen
llevar una mantilla -me refiero al velo corto usado por las
mujeres españolas en la antigua liturgia de la Iglesia-.
Un miembro del Opus Dei, generalmente una mujer, toca la lápida
de mármol donde está tallada la palabra "El
Padre", con rosarios o estampas impresas por el Opus
Dei que llevan, en el anverso, la foto del Fundador con una
oración para la devoción privada y, en el reverso,
una especie de currículum vitae en versión un
tanto retocada sobre las virtudes de Escrivá. Por supuesto
que los "favores concedidos"3 por la intercesión
de monseñor Escrivá serán considerados
más tarde como "milagros" para su proceso
de beatificación.
Flores frescas, generalmente rosas, adornan la tumba de monseñor
Escrivá, cualquiera que sea la estación del
año, mayormente procuradas por los directores de la
casa central del Opus Dei.
Luego, respecto a la idea por todos conocida de que a su
muerte sería enterrado allá, él solía
agregar, dirigiéndose especialmente a las superioras
mayores del Opus Dei: "Pero, hijas mías, no me
tengáis aquí mucho tiempo para que no os den
la lata. Luego, que me lleven a una iglesia pública
para que podáis seguir trabajando aquí tranquilamente,
¡ hala!"
Y así ha empezado a realizarse: el 14 de mayo de 1992,
el féretro de monseñor Escrivá fue trasladado
privadamente a la Basílica de San Eugenio donde las
personas tuvieron libre acceso para entrar y rezar. El féretro
estaba dentro de una caja de cristal cubierta con un lienzo
rojo. El 17 de mayo de 1992, descubrieron la gran caja de
cristal quedando a la vista el féretro. En la tarde
del 21 de mayo de 1992 el féretro fue trasladado en
procesión pública desde la Basílica de
San Eugenio al oratorio de Nuestra Señora dc la Paz,
ahora llamada Iglesia Prelaticia de Nuestra Señora
de la Paz. El féretro de monseñor Escrivá
está ahora expuesto dentro de una caja de cristal bajo
el altar de este oratorio (4.Boletín oficial sobre
la vida de monseñor Escrivá. Nueva York (oficina
de la Vicepostulación del Opus Dei en Estados Unidos
1993).cuya entrada coincide con la puerta de Viale Bruno Buozzi,
75, en la casa central del Opus Dei en Roma.
Lo que el lector conozca a través de este libro reflejará
mi vida en el Opus Dei y revelará al mismo tiempo su
intrínseca naturaleza -desde 1948, cuando pedí
en Madrid ser admitida como numeraria, hasta 1966, cuando
en Roma fui obligada por monseñor Escrivá a
pedir mi dimisión-. Igualmente relatará la persecución
de que fui objeto por el Opus Dei durante bastantes años
y cuando ya había dejado de pertenecer a esa institución.
¿Qué es el Opus Dei? Gente no especializada
en estos temas tendrá seguramente ideas nebulosas,
basadas en relatos periodísticos. Decir que el Opus
Dei es una asociación de "72.375 miembros de 87
nacionalidades, incluyendo sacerdotes (aproximadamente un
2 %) y laicos que dedican su vida a actividades cristianas
en el mundo, sería al mismo tiempo objetivo y superficial.
Para aquellos que aún deseen saber algo más,
parecería que ya hay bastante escrito sobre el Opus
Dei, bien sea en favor o en contra de él (al final
de este libro hay una bibliografía sobre el Opus Dei),
con mejor o peor intención, con mayor o menor conocimiento
de causa. La atención de aquellos autores que no han
pertenecido al Opus Dei se concentró casi siempre en
el hermetismo del grupo, en la supuesta orientación
política de sus miembros en general o de algunos de
ellos prominentemente conocidos. Se han efectuado también
investigaciones sobre el tema complejo de las finanzas y bienes
de esta organización, y de su participación
en bancos y empresas internacionales; y también sobre
la propiedad personal y bienes raíces de algunos de
sus miembros. Tales trabajos recogen a menudo informaciones
inexactas y reflejan aspectos incompletos de la situación.
Por otra parte, libros escritos por aquellos que pertenecen
o han pertenecido al Opus Dei o bien son adulatorios o bien
demasiado concentrados en temas especiales.
Después de revisar a conciencia la literatura sobre
este tema, me di cuenta de que casi todos estos libros se
refieren mayormente a los varones del Opus Dei (Alberto Moncada,
El Opus Dei Una interpretación, Madrid (Índice),
1974. También del mismo autor: Historia oral del Opus
Dei, Barcelona (Plaza y Janés), 1987; y otros varios,
escritos en plan de ficción, que incluyo en la bibliografía
de este libro).
Prácticamente nada se ha escrito aún y seriamente
sobre los aspectos teológicos, políticos y económicos
de esta institución; y, desde luego, no hay nada de
fondo escrito sobre las mujeres del Opus Dei. Cuando estos
autores hablan sobre las mujeres del Opus Dei, se refieren
generalmente a mí, citando alguna frase o dicho recogido
de algún artículo que escribí. (Por ejemplo:
Michael Walsh, El mundo secreto del Opus Dei, donde me cita
con frecuencia, sin mi permiso).
La única persona que describió, condensadamente,
la situación de las mujeres del Opus Dei, aunque referida
solamente a España, fue María Angustias Moreno.
(María Angustias Moreno, El Opus Dei. Anexo a una historia,
Barcelona (Planeta), 1976. La autora dc este libro fue objeto
de una crítica difamatoria promovida por los superiores
del Opus Dei como ella misma relata en su libro: La otra cara
del Opus Dei, Barcelona (Planeta), 1978, donde incluye mi
"Carta abierta a María Angustias Moreno",
pp. 104-111)
Creo en verdad que ha llegado la hora de que me decida a
hablar seriamente sobre las mujeres del Opus Dei, puesto que,
por suerte o por desgracia, me encuentro en situación
propicia para dar una visión de conjunto sobre el tema.
Mi propia vida será el hilo conductor de esta historia.
Por este motivo deseo relatar mi experiencia con respecto
al sistema con que opera el Opus Dei. Yo, que entré
al Opus Dei llena de entusiasmo y de fe en ellos, pensando
que representaban la voluntad de Dios, y allí quemé
18 años de mi vida.
Muy a menudo hemos oído que el Opus Dei está
formado por hombres y mujeres de todas clases sociales "que
se santifican a través del trabajo ordinario",
pero ¿ quién nos ha dicho concretamente y en
términos específicos lo que sucede realmente
dentro de las casas de las mujeres de esa asociación,
ahora llamada Prelatura Personal? Soy consciente de que los
años que viví en el Opus Dei, el grado de responsabilidad
que ejercí en esa institución, el hecho de haber
vivido y trabajado varios años junto a monseñor
Escrivá y mi oportunidad de haber estado en la Asociación
en muchos lugares del mundo, me han convertido en un testigo
importante.
Ocupé cargos en el gobierno central del Opus Dei y
en casas de la sección femenina de la Obra en España,
y en Italia -donde trabajé directamente en Roma con
el fundador del Opus Dei-. En Venezuela, fui la directora
regional del Opus Dei en ese país al frente de la sección
de mujeres por más de diez años.
Visité también Colombia y Ecuador; y Santo
Domingo, a donde fui con otras dos superioras del Opus Dei
en Venezuela, Eva Josefina Uzcátegui y Elsa Anselmi,
para explorar las posibilidades de una nueva fundación
del Opus Dei en ese país.
Estando en Santo Domingo nos cogió la revolución
de 1965 y nos evacuaron como refugiadas en un barco de guerra
de la flota norteamericana, que nos llevó a Puerto
Rico. De ahí regresamos a Venezuela. Al llegar a Maiquetía,
el aeropuerto de Caracas, vimos que nos esperaba un supernumerario
del Opus Dei, el doctor Héctor Font, quien, sin darnos
tiempo a pensar, nos metió en una ambulancia para evitar
la prensa y la televisión que, sin saberlo nosotras,
nos esperaba en el aeropuerto. Esto se hizo para evitar publicidad
y vivir de esta manera una faceta más de la tan cacareada
"discreción" del Opus Dei. Curiosamente,
y a pesar de tales precauciones por parte del Opus Dei, nuestros
nombres aparecieron en las noticias por varios días.
Pocos días después, acompañada por una
supernumeraria, la señora Laura Drew-Bear, fui de visita
oficial a la embajada de Estados Unidos, para agradecerle
al embajador que nos hubiera permitido, a las tres que estábamos
en Santo Domingo, unirnos al grupo de familias norteamericanas
que también salieron de esa ciudad en el transporte
militar estadounidense.
Mientras hablaba con nosotras dos el "embassador's deputy"
(es la persona que reemplaza al embajador en alguna de sus
funciones. No existe en español un cargo similar )
supimos que había una manifestación popular
contra Estados Unidos en la calle y frente a la embajada.
Segundos después, alguien de la manifestación
escogió la ventana del embajador como blanco. El ayudante
del embalador notó el peligro y nos lanzó espontáneamente
el grito marinero de "hit the deck, ladíes"
(¡besen el suelo, señoras!). Terminamos debajo
de una mesa baja, frente al sofá. Las balas dieron
en la pared, justo a la altura de nuestras cabezas si hubiéramos
seguido sentadas. El embajador, que estaba en la habitación
contigua, vino de inmediato a vernos, y aquella visita de
protocolo se convirtió en una de las visitas más
amistosas que recuerdo en mi vida (El embajador de Estados
Unidos en Venezuela en aquella ¿poca era el señor
Maurice Bernbaum. Su ."deputy" era el señor
Sterling Cottrel). Según tengo entendido, el embajador
conserva aún esos cartuchos en su casa.
Por mi cargo en el gobierno central en Roma y más
tarde durante mi estancia en Venezuela, estuve muy en contacto
con la labor del Opus Dei en otros países, tales como
Estados Unidos, México, Colombia, Perú, Chile,
Argentina, etc.
En las páginas de este libro relataré mi vida
en el Opus Dei, claramente y sin tapujos.
Bajo muchos aspectos -y quizá sea ésta la mayor
importancia del libro- mi relato podría ser igualmente
la historia de cualquier mujer joven que, de buena fe, se
hiciera hoy día miembro del Opus Dei.
Excepto en algunos casos, muy pocos, que señalaré
específicamente (ya que no quisiera exponer a quienes
aún viven con ellos a ser castigados por los superiores
del Opus Dei), emplearé los nombres auténticos
de las personas a quienes me refiera. (En un caso particular
me será preciso mencionar a alguien, aunque sólo
sea por su nombre de pila).
Tengo también que confesar que durante muchos años
pensé que las cosas que habían sucedido en mi
vida referentes al Opus Dei eran únicamente importantes
para mí. Hoy día, a mi edad, y después
de una reflexión muy seria, he llegado a la conclusión
de que esas mismas cosas también tienen importancia
para otras personas, especialmente para las mujeres, que consideren
la posibilidad de pertenecer al Opus Dei. Mis propias experiencias
podrán, quizá, servir de ayuda para clarificar
ideas, en primer lugar, a muchas familias de miembros del
Opus Dei que desconocen las características del lugar
donde sus hijos se fueron a vivir; en segundo lugar, a la
jerarquía de la Iglesia Católica, Apostólica
y Romana que espero llegue así a conocer al Opus Dei
por dentro y no solamente a través de las visitas que
les prepararon en casas especiales los superiores del Opus
Dei, o a través de lo que digan esos mismos superiores
sobre la santidad y sencillez de la Prelatura. En tercer lugar,
a los cristianos y no cristianos, y especialmente a los católicos
que, por cualquier circunstancia, se desviaron de la Iglesia
pero que están conectados al Opus Dei, como "cooperadores"
(es decir, los que ayudan a la Obra con sus finanzas, poder
social, político, etc.) y, finalmente, a la sociedad
en general.
Actualmente el Opus Dei está tratando de abrir nuevas
casas en Estados Unidos, principalmente en la costa del Pacífico,
así como en los países del Este y Norte de Europa.
Concretamente en la costa del Pacífico, el Opus Dei
recaba fondos en gran escala, aprovechándose de la
virtual independencia de la Iglesia de que gozan gracias a
su nuevo status como Prelatura Personal. (San Francisco Chronicle,
1 de junio de 1986)
Puedo asegurar que, hoy día, los esfuerzos e intereses
del Opus Dei, empezando por su Prelado y terminando por la
última persona que pueda estar en contacto con ellos,
no son el apostolado y mucho menos el apostolado con los pobres
y los necesitados, ni los problemas serios de la humanidad
en general. Su objetivo es manejar todos los instrumentos
a su alcance del poder político, religioso y económico;
y, actualmente, utilizar todos, absolutamente todos los medios
a su alcance para poner en los altares a monseñor Escrivá,
hacerlo santo. Llegaron ya, el 9 de abril de 1990, a hacerle
"venerable". El 17 de mayo de 1992 fue beatificado.
Sin embargo, espero con toda mi alma que la información
que brindo en este libro ayude a nuestro Santo Padre, Su Santidad
Juan Pablo II, a aclararle la información muy probablemente
deformada e indiscutiblemente tendenciosa, reunida por la
parte interesada, sobre la vida de monseñor Escrivá
antes de que llegue a ser canonizado. La vida de monseñor
Escrivá no fue ciertamente admirable ni, mucho menos,
digna de imitación.
Nuestras voces no son voces del Maligno, ya que somos hijos
de la Iglesia, y católicos practicantes. Impedir el
avance de ese proceso es evitar, por un lado, confusión
entre los católicos y por otro, una desorientación
penosa a la cristiandad.
Yo puedo atestiguar con verdad que en Roma, y tras la puerta
de Via di Villa Sacchetti, 36, existe una tramoya gigantesca
desde donde los superiores del Opus Dei manejan los hilos
que, en el mundo entero, hacen moverse a sus miembros todos,
hombres y mujeres, como marionetas, sea bajo el voto de obediencia
o bajo la sugerencia más fuerte que pueden usar: "Conviene
para el bien de la Obra." ("Conviene", y la
frase "conviene para el bien de la Obra", es la
orden más fuerte, que, como obediencia, un miembro
del Opus Dei puede recibir.)
¿No sería, pues, un acto de irresponsabilidad
por mi parte y un crimen de complicidad si yo archivase mis
experiencias en mi corazón y las abandonase a un olvido
total?
Aceptar ser silenciada por el Opus Dei seria ir contra mi
creencia más fuerte en la defensa espiritual de la
libertad y de los derechos humanos.
Santa Bárbara, California,
3 de marzo de 1993.
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