VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ, FUNDADOR
DEL OPUS DEI
LA ESTETICA DEL APELLIDO
El más temprano indicio documental de que disponemos
respecto a las inclinaciones aristocratizantes del padre Escrivá,
que con el tiempo había de cristalizar en la solicitud
de rehabilitación del título de marqués
de Peralta, es un edicto publicado en el Boletín Oficial
del Estado de fecha 16 de junio de 1940. No se trata aquí
de la reivindicación de un título nobiliario
ni de otra grandeza, prebenda o beneficio a que se creyera
con derecho el interesado. Se trata de una operación
que en cierto modo pudiera considerarse preparatoria para
la obtención del marquesado, pero que tiene por sí
misma significación considerable. Es el anuncio, que
se publica a efectos de que puedan oponerse en el plazo de
tres meses cuantos se consideren con derecho a ello, de la
solicitud presentada por los hermanos, Carmen, José
María y Santiago Escrivá y Albás en el
juzgado número nueve de los de Madrid para que:
"se les autorice para modificar su primer apellido
en el sentido de apellidarse Escrivá de Balaguer
que, según se expresa en el escrito inicial, es el
nombre que individualiza a la familia".
La justificación que para ello se da es la siguiente:
"ya que por ser corriente en Levante y Cataluña
el apellido Escrivá, dando lugar a confusiones molestas
y perjudiciales, se unió al apellido el lugar de
origen de esta rama de la familia, la que es conocida por
todos como Escrivá de Balaguer".
Se aportan al expediente del juzgado número nueve,
en apoyo de esta última afirmación de que la
familia era conocida por Escrivá de Balaguer, tres
certificados: uno del Vicariato General del Arzobispado de
Valencia de 17 de mayo de 1940, otro del vicecanciller del
Obispado de Madrid-Alcalá de 18 de mayo de 1940 yei
tercero de la Jefatura de FET y de las JONS del pueblo de
Albuixech (Valencia) de 17 de mayo de 1940. Curiosamente,
sin embargo, no se aportaba ninguna certificación procedente
de Barbastro ni de ningún otro pueblo o ciudad de Aragón.
[Los biógrafos oficiales silencian esta operación
de maquillaje de los apellidos del fundador]
Del documento se desprende, por tanto, sin lugar a dudas,
que el apellido original de monseñor no es el sonoro
de Escrivá de Balaguer y Albás, con que ahora
se le conoce, sino el más modesto de Escrivá
y Albás. El argumento que se da en la solicitud, de
que el apellido Escrivá es corriente en Levante y Cataluña
y por ello "puede dar lugar a confusiones molestas y
perjudiciales", es ya de por sí revelador de un
evidente deseo de distinguirse en quien, como el padre Escrivá,
no es catalán ni valenciano, sin o aragonés,
y en esa época, es decir, a principios de los años
cuarenta, tenía establecida su residencia en Madrid.
El único apellido que podía haberle inquietado
en el sentido de las "confusiones molestas y perjudiciales"
es un apellido noble: Escrivá de Romaní, de
quien podría muy bien ser que se hubiera sentido competidor
el futuro marqués de Peralta. Por otra parte, con este
criterio, ¿qué confusiones no habrían
de molestar y perjudicar entonces a los millones de españoles
que llevan apellidos corrientes en la propia región
y ciudad en que viven?
Veamos ahora si en la partida de bautismo de monseñor
Escrivá, pues la de nacimiento se perdió en
los últimos desastres nacionales, se arroja alguna
luz sobre este estupendo caso. Transcribo la partida que copié
en el libro de registro de la catedral de Barbastro:
En Barbastro, a trece de enero de 1902, don Angel Malo,
regente de la Vicaría Catedral, bautizó solemnemente
a un niño nacido a las veinte y dos del día
nueve, hijo legítimo de don José Escriba,
natural de Fonz y de doña Dolores Albás, natural
de Barbastro, cónyuges vecinos y del comercio de
esta ciudad. Abuelos paternos, don José, de Peralta
de la Sal, difunto, y doña Constancia Corzán,
de Fonz; maternos, don Pascual, difunto, y doña Florencia
Blanc, de Barbastro. Se le puso por nombre José María
Julián Mariano, siendo padrinos don Mariano Albás
y doña Florencia Albás, tíos del bautizado,
siendo aquél y ésta casados vecinos de Huesca
y representada en virtud de poderes por doña Florencia
Blanc, a quienes hice la advertencia del ritual.
En una anotación al margen, dice:
Por orden del M.I. señor delegado episcopal de
esta Diócesis de Barbastro, dictada el 27 de mayo
de 1941 se muda en esta partida el apellido "Escriba"
en "Escrivá de Balaguer", debiéndose
escribir así en lo sucesivo: José María
Julián Mariano Escrivá de Balaguer Albás,
hijo legítimo de don José Escrivá de
Balaguer y de doña Dolores Albás.
Barbastro, 20 de junio de 1941
José Palacio
Aquí aparece otro elemento interesante y es que la
familia no se llama originalmente Escrivá, sino Escriba,
es decir, con be y sin acento. Confirmando este extremo, muchas
personas con quienes hablé en Barbastro y sobre todo
las que, por su edad, recordaban al padre y a la madre de
monseñor en la época en que vivieron en la ciudad,
conocían a la familia por "Escriba" y se
sorprendían mucho de que, andando el tiempo, hubiera
surgido como por ensalmo el apellido "de Balaguer",
de que en aquella época no se tenía la menor
noticia. Un señor me dijo: "Mire, yo creo que
se lo han sacado de la manga". Todos en el pueblo hablaban
de "la casa de Escriba", "la tienda de Escriba".
Con esto de Escriba me sucedió una cosa y es que cuando
le conté a un sacerdote de Madrid amigo mío
cómo llamaban a monseñor en Barbastro, aprovechó
la oportunidad para hacer el chiste de que el Opus Dei estaba
constituido "por un escriba y setenta mil fariseos",
y añadió la españolísima pregunta
de si monseñor no sería de origen judío.
Esto dio ocasión a que en el retrato robot del fundador
del Opus Dei interviniera inesperadamente don Julio Caro Baroja,
experto, como se sabe, en cuestiones de onomástica,
el cual me dijo que el apellido de Escriba no demostraba nada
y que los judíos conversos españoles habían
procurado más bien ocultarse en la época de
las persecuciones, para lo cual no era lo más indicado
ponerse, como dijo don Julio, "semejante apellido".
Hay que decir, sin embargo, que desde una fecha muy temprana,
la familia tiene conciencia del origen catalán de su
apellido, escribiéndolo con uve y con acento. En el
expediente de estudios de monseñor en el Instituto
de Enseñanza Media de Logroño (1915-1918) que
he tenido ocasión de ver, él mismo se firma
"José María Escrivá", aunque
en el encabezamiento las autoridades académicas transcriban
su nombre como "José María Escriba",
que es el que debía figurar en sus documentos personales
y, como hemos visto, en la fe de bautismo. No hay ningún
inconveniente en aceptar que el abuelo de monseñor,
don José, que había nacido en el pueblo de Peralta
de la Sal, fuera de familia leridana, y oriundo de la muy
próxima ciudad de Balaguer. No he podido comprobar
este extremo, aunque es un hecho que la región del
Somontano, a que pertenece Barbastro, y también Peralta
de la Sal, ha estado históricamente más ligada
a Lérida que a la misma Huesca.
Pero si el apellido "Escrivá", pese a la
vacilación de los documentos oficiales, encuentra ya
una forma definitiva en la infancia de monseñor, el
gentilicio "de Balaguer" es de invención
mucho más reciente. El padre de monseñor, que
murió en Logroño hacia 1922, no supo nunca probablemente
que, una vez difunto, iba a ser rebautizao con el altisonante
"don José Escrivá de Balaguer y Corzán",
en vez del más corriente "don José Escrivá
y Corzán", que parecía convenir mejor al
modesto empleo de dependiente de comercio textil que ejerció
hasta su fallecimiento. Este apellido "de Balaguer"
no aparece en ningún documento ni referencia hasta
que su hijo José María hace en 1940 la solicitud
que hemos comentado. El seminarista zaragozano cuya actitud
y cuyos modales chocaban a sus sencillotes y noblemente baturros
compañeros, se ha puesto ya en contacto, una vez ordenado
sacerdote, con el ambiente aristocrático de la Corte
y ha asistido, en la guerra civil, al triunfo de los ideales
hispánico-católicos. Aliviada la amenaza que
planteaban las "hordas" populares, que tantísimo
juego habían de dar en la literatura oficial de la
posguerra, es ya el momento de añadir distinciones,
honores o dignidades a los apellidos de quienes aspiran a
desempeñar un papel de primera fila en la moderna historia
de España. La decisión de añadir el apellido
gentilicio "de Balaguer", tal vez incubada ya en
años anteriores, toma cuerpo definitivamente al terminar
la guerra civil.
El Ministerio de Justicia, por Orden de 18 de octubre de
1940, autorizó a don José María Escrivá
y a su hermana soltera, doña Carmen, "para adicionar
a su primer apellido el de Balaguer, formando el compuesto
Escrivá de Balaguer que usarán como uno solo
y primero, conservando como segundo el que tienen en la actualidad"
(es decir, el de Albás). La autorización al
tercer hermano, don Santiago, fue objeto de otra Orden de
12 de noviembre de 1940. En la autorización a don José
María y a doña Carmen se decía que:
"teniendo en cuenta que el apellido Balaguer no
corresponde a los peticionarios, es indudable que debe ser
incluido en la categoría de los gentilicios, constituyendo
esta forma de adición de los apellidos uno de los
modos más importantes de formarse estos en castellano,
que por la importancia de la población de la cual
procede la gente no existe el peligro de que los solicitantes
se introduzcan subrepticiamente en otra familia a la cual
corresponde legítimamente el apellido".
La primera edición de Camino, publicada en Valencia
en 1939, va firmada todavía por "José María
Escrivá". Lo mismo sucede con La abadesa de Las
Huelgas, escrita durante la guerra aunque editada en 1944,
y con Santo Rosario, producto igualmente del ardor bélico-religioso
del autor y fechado en 1945. En ediciones más recientes
de Camino, en cambio, aparece ya el nombre en su forma actual:
Josemaría Escrivá de Balaguer. Es interesante
añadir que, cuando el fundador del Opus Dei solicitó
y obtuvo el alargamiento de su apellido, algunos miembros
de la familia Albás se lamentaron de ello, expresando
su temor de que el ennoblecimiento del apellido paterno oscureciera
y postergara al materno. Monseñor recogió probablemente
la sugerencia, que no hacía otra cosa que dar todavía
mayor realce y longitud a sus apellidos, y en alguna grandes
ocasiones, como por ejemplo cuando presidió como gran
canciller de la universidad de Navarra la asamblea de que
he hablado anteriormente, gustó de hacerse llamar monseñor
Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás.
Pero esto no es todo. A lo largo de la vida de monseñor
se observa una constante preocupación que pudiéramos
llamar onomástica. Y no solamente su apellido, sino
también su nombre sufre variaciones. Tal vez el lector
haya percibido en el curso de este relato que existe una cierta
vacilación en el nombre de pila del fundador del Opus
Dei. Unas veces escribimos "José María"
y otras "Josemaría", dependiendo ello del
momento de su vida de que se trate. Para esta operación,
monseñor no ha solicitado los permisos que fueron necesarios
para la ortopédica prolongación del apellido.
Es una cosa particular, sin pretensiones oficiales, aunque
altamente expresiva de su obsesión por distinguir claramente
su personalidad. Si no me equivoco, esta variación
del nombre de pila procede de principios de la década
de los sesenta, o es al menos a partir de entonces cuando
empiezan a encontrarse testimonios impresos de esta sutil
estilización. Hasta entonces venía escribiendo
su nombre separando la palabras "José" y
"María" en vez del actual "Josemaría",
que debe parecerle más estético. Así
escriben su nombre los miembros de la Obra y así aparece
en las actuales ediciones de Camino. Su primera versión,
en cambio, editada en 1934 bajo el nombre de "Consideraciones
espirituales" iba firmada sólo con el nombre,
sin el apellido: "José María". Aquí
tenemos otra variante en la forma de presentarse al público
este "Frégoli" de la antroponimia.
Resumiendo la historia de las variaciones en los apellidos
y en el nombre de monseñor Escrivá, con arreglo
a la forma en que él mismo gusta de presentar su personalidad
a sus contemporáneos, podemos trazar la siguiente tabla
dando las sucesivas fechas aproximadas de los cambios introducidos:
1902 José María Escriba.
1915 José María Escrivá.
1934 José María.
1940 José María Escrivá de Balaguer.
1960 Josemaría Escrivá de Balaguer.
1964 Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás.
1968 Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás,
marqués de Peralta.
Arriba
Anterior
- Siguiente
Ir a la página
principal
|