VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ, FUNDADOR DEL OPUS DEI
"MADE IN SPAIN"
En abril del 1967, monseñor Escrivá de Balaguer le decía a un periodista:
"En pocos sitios hemos encontrado menos facilidades que en España. Es el país -siento decirlo porque amor profundamente a mi Patria- donde más trabajo y sufrimiento ha costado hacer que arraigara la Obra."
Esta admirable afirmación, en modo alguno ajena a ese espíritu de "santa audacia" que el fundador ha sabido imprimir a la Obra, se complementa todavía con esta otra, hecha a un corresponsal extranjero:
"Entre los sesenta y cinco países en los que hay personas del Opus Dei, España es un país más y los españoles son una minoría".
Se viene observando en estos últimos años una creciente preocupación, en monseñor Escrivá y en los portavoces oficiales de la Obra, por desligar lo más posible al Opus Dei del contexto español en el que fue creado y en donde, necesariamente, dio sus primeros pasos. Sin que, naturalmente, se llegue a negar nunca su origen, hay un visible interés por "deshispanizar" el contenido histórico y cultural del desarrollo del Instituto.
Tal vez no sea ajeno a este deseo el hecho de que la Obra no haya tenido el menor empeño en divulgar más detalles de la biografía del fundador que los meramente necesarios para certificar su existencia física. [Como he dicho en el prólogo a esta edición, después de la muerte de Monseñor Escrivá de Balaguer han aparecido algunas biografías escritas por miembros de la Obra. El lector encontrará una relación de ellas en la bibliografía.]
Como sería exagerado afirmar que monseñor Escrivá de Balaguer ha sido lo que llamaríamos un católico de tipo "nacionalista" o "patriotero" español, especie, como se sabe, muy bien representada dentro y fuera del clero de la época que a él le ha tocado vivir. En los escritos de Escrivá de Balaguer no nos persigue, como sucede a menudo en la literatura religiosa de la posguerra, la sensación de que la divinidad sea, por decirlo en frase de José María González Ruíz, de nacionalidad española. No cae directamente en la tentación, a la que sucumbieron muchos de sus contemporáneos, de identificar el catolicismo con la Hispanidad. Claro está que no faltan en sus libros algunas afirmaciones que pueden hacer pensar que está muy cerca de caer en esa identificación, como, por ejemplo, la que hace en el prólogo de "Santo Rosario", libro escrito en los años inmediatamente posteriores a la guerra y fechado en el santuario de Fátima en febrero de 1945:
Como en otros días -¡Lepanto!-
ha de ser hoy el Rosario
arma poderosa,
para vencer a los enemigos
de la Santa Iglesia Romana y de la Patria.
Pero el belicoso catolicismo de Escrivá de Balaguer no parece querer encerrarse dentro de las fronteras españolas. Aspira a la universalidad, y si habla de "Patria" se refiere a todas las patrias. No aparece como un nacionalista español aunque su pensamiento es de clara afiliación nacionalista en el sentido político de la palabra. Tal vez el pasaje que más claramente identifica las ideas del fundador del Opus Dei en este punto sea la máxima 525 de "Camino" en la que, después de afirmar:
Ser "católico" es amar a la Patria. Sin ceder a nadie mejora en ese amor.
añade:
Y a la vez tener por míos los afanes nobles de todos los países. ¡Cuántas glorias de Francia son glorias mías! Y, lo mismo, muchos motivos de orgullo de alemanes, de italianos, de ingleses..., de americanos y asiáticos y africanos son también mi orgullo.
No cabe duda, sin embargo, que el Escrivá de la época en que escribe "Camino" se mueve plenamente dentro del campo de la cultura española tradicional. Todas las referencias a autores, personajes o hechos históricos son autores, personajes y hechos históricos españoles. Sucesivamente van apareciendo santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja, Cisneros, Velázquez, Valdés-Leal... y las Navas de Tolosa, Lepanto..., buena prueba de que, aunque el autor admirara e hiciera suyas, como él mismo dice, las "glorias" de franceses y alemanes e italianos e ingleses, no se acordaba probablemente en el momento de ninguna de esas glorias. Hay, en una de las máximas, una alusión a "un autor extranjero" que no he podido identificar, pero que podría muy bien ser el voluntarista monseñor Tihamer Toth, entonces muy de moda entre los que se ocupaban de la formación de la juventud. La constante preocupación a que antes me refería, manifestada por el fundador y por la Obra, de correr, como suele decirse, un tupido velo sobre el origen español de su contenido cultural aparece con mucha claridad haciendo el interesantísimo ejercicio que consiste en comparar la versión original española de "Camino" con las versiones en otros idiomas. He elegido para ello concretamente la versión inglesa y he podido comprobar, no sólo que desaparecen las alusiones a personajes españoles como Cisneros, símbolo de la energía y voluntad, o a batallas como la de las Navas de Tolosa o Lepanto, como imagen gráfica de la lucha interior, lo cual puede ser explicable en función de la comprensión del texto, sino que también desaparecen referencias mucho más próximas y acaso comprometedoras. En la conocida máxima 145, escrita en Burgos, se dice:
Frente de Madrid. Una veintena de oficiales en
noble y alegre camaradería. Se oye una canción y después otra más.
Aquel tenientillo del bigote moreno sólo oyó
la primera:
"Corazones partidos
yo no los quiero
y si yo doy el mío
lo doy entero".
En la versión inglesa, la frase "Frente de Madrid" se convierte en "The battle front", es decir, "Frente de Batalla", y queda eliminada por tanto la alusión a la guerra civil española y al asedio de Madrid, en el que tomaron parte algunos de los miembros que entonces tenía el Opus Dei y, entre ellos, el tenientillo del bigote moreno que, al parecer, es uno de los doce discípulos iniciales del padre Escrivá. Lo mismo sucede en otras versiones -al griego, húngaro, esperanto, alemán, entre otras-, en que incluso suprime la alusión bélica. El lector extranjero verá, por tanto, en esta máxima, una pura anécdota de camaradería militar que pudo ocurrir perfectamente, por ejemplo, entre los soldados ingleses o americanos en la Segunda Guerra Mundial. [Coincidiendo con el final del proceso de beatificación de Monseñor Escrivá de Balaguer, un sacerdote inglés, ex-miembro de la Obra y que había tratado mucho al fundador, Vladimir Feltzman, hizo a la revista "Newsweek" unas declaraciones en las que señaló las simpatías pro-nazis del Padre. Feltzman le dijo: "Se ha acusado a Hitler de matar a seis millones de judíos. En realidad, sólo fueron cuatro". La Obra ha desmentido enérgicamente la posibilidad de que el fundador dijera tal cosa y ha asegurado que, por el contrario, amaba mucho a los judíos. Y que, en un coloquio de los que él solía celebrar, contestando a un hebreo que le había hecho una pregunta, le dijo:"Yo amo mucho a los judíos porque amo mucho a Jesucristo. Le amo locamente y es hebreo, y no digo que "era" hebreo sino que "es". Jesucristo vive y es un hebreo como tú. Luego, el segundo amor de mi vida, es una hebrea, María Santísima".]
Como tendremos ocasión de ver, no terminan aquí las muestras de la sutil cirugía practicada en "Camino" para la "desespañolización" de la ideología del fundador. Cosa, por otra parte, lógica para una Obra que aspira a ser, como ha dicho el propio Escrivá de Balaguer, "un mar sin orillas". Y, sin embargo, aunque el Opus Dei haya llegado a ser hoy una Obra universal, aunque se haya extendido por setenta países y afirme tener setenta mil miembros en todo el mundo, aunque su libro fundamental, "Camino", se haya editado en setenta mil lenguas diferentes, continúa siendo de todo punto imposible comprender al Opus Dei, que por ahora es inseparable de la personalidad del fundador, desligándolo del contexto español en que el fundador vivió y se formó.
Esto no lo digo solamente por el hecho de ser España, todavía hoy, el país en que el Opus Dei tiene comparativamente mayor importancia. Se viene estimando que el total de los socios del Opus Dei en todo el mundo asciende en la actualidad a unos setenta mil, sin que al parecer se incluyan en esta cifra sus cooperadores y mucho menos sus simpatizantes. No hace mucho, un periódico madrileño dirigido y controlado por miembros de la Obra, ha dicho que el Opus Dei tiene en España unos treinta mil miembros. Por otra parte, basta echar un vistazo a la tabla de ediciones que aparece publicada en la última edición de "Camino", de venta al público en las librerías, para darse cuenta de que de las 71 ediciones que se han hecho de este libro, 25 lo han sido en castellano y las demás se distribuyen en una larga lista de idiomas que comprende no sólo el inglés, el francés, el alemán o el ruso, sino también el latín, el griego, el albanés, el húngaro, el croata, el rumano, el chino mandarín, el tagalo, el armenio, el swahili, etc. Curiosear en las estanterías de la librería del Opus en Madrid, Neblí, dedicadas a las ediciones de "Camino", constituye una experiencia pintoresca. Leemos junto a "The Way", "Der Weg", "Chemin" o "Caminho", títulos como "Ut", "Put", "Roa", "Drum", "Michi" o "Vojo". Esta proliferación de traducciones "a todos los idiomas del mundo" es una de las manifestaciones más expresivas de la capacidad propagandística de la Obra.
Aun contando con que parte de las 25 ediciones castellanas se hayan distribuido en Iberoamérica, no cabe duda de que España sigue siendo, con mucho, el país del mundo donde se ha vendido mayor número de ejemplares. Sin embargo, aunque esto no fuera cierto y tuviera razón monseñor al afirmar que los españoles son en la Obra una minoría, por más que en el Consejo General que dirige el Opus Dei se haya procurado reducir al mínimo el número de miembros españoles, ello no quiere decir que no siga siendo primordialmente una obra española. Y no lo digo tampoco por el hecho de que la evangelización emprendida en todo el mundo se haya llevado a cabo desde sus orígenes con fondos allegados de fuentes españolas. Los habitantes de este país, desde la época de Felipe II, estamos acostumbrados, y resignados, a sufragar la salvación de las almas de allende los Pirineos, por decirlo de alguna manera. Así no puede impresionarnos el hecho, del que deberá tomarse buena nota cuando se haga en el futuro la historia de este Instituto Secular [Actualmente, convertido en Prelatura Personal.] de que las primeras "misiones" que el Opus Dei tuvo en los Estados Unidos y en otros países fueron creadas y organizadas por becarios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, cuyo secretario general era uno de los cerebros del Opus Dei, don José María Albareda, y que esos becarios, a lo que iban era a "fundar" las primeras casas y residencias del "mar sin orillas", con arreglo al principio del padre Escrivá de que "gasta lo que debas aunque debas lo que gastes". Eso no importa, como tampoco importa, el objeto de determinar la "españolidad" de la Obra, el hecho, de por sí significativo, de que los primeros extranjeros que formaron parte del Opus Dei, cuando éste no se había lanzado todavía a la conquista de los cinco continentes, fueran croatas refugiados en España, perseguidos en su país por colaboracionismo con los alemanes. Estos son temas que sin duda serán estudiados a medida que se haga necesario poseer informaciones sobre la historia del Opus Dei, pero que caen totalmente fuera del ámbito de este trabajo. Lo fundamental en la apreciación de esa "españolidad" que la Obra parece querer disimular ahora es que nadie que no sea español o no esté familiarizado con el estilo de vida y la mentalidad de un sector muy concreto de la sociedad española, al que el fundador pertenece desde su nacimiento, puede comprender las profundas connotaciones culturales e ideológicas que el Opus Dei lleva consigo. Esto es lo que da un interés especialísimo al estudio de la historia personal del fundador, un sacerdote nacido y educado en la tradicional clase media provinciana española. La Obra que él va a fundar, recogiendo profundas aspiraciones de su clase, quedará indeleblemente marcada por sus orígenes y se desarrollará al amparo de determinados acontecimientos de la historia española.
He aquí una afirmación que no compartirán los miembros de la Obra, a quienes he oído repetidamente expresar su convencimiento de que el Opus Dei surgió en la mente del fundador por inspiración divina y, por lo tanto, tiene muy poca importancia el dato meramente accidental del país en que la Obra naciera o las situaciones puramente personales por las que pudiera pasar el fundador. En una ocasión pregunté a un periodista amigo mío que pertenece a la Obra cuáles creía él que eran los autores que más pudieron influir en monseñor en la época de gestación del Opus Dei. Yo pensaba, por ejemplo, en los grandes místicos o ascéticos del pasado como santa Teresa, san Ignacio o santa Catalina de Siena, o bien escritores modernos como Ramiro de Maeztu, Unamuno, Ortega o el jesuita padre Ayala, fundador de la Congregación de "Los Luises", de la que surgió el núcleo inicial de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, o su primer presidente, Ángel Herrera. Ante mi asombro, y con el aplomo de quien está repitiendo una consigna, mi amigo me contestó que no había existido en monseñor ningún tipo de influencias intelectuales, por el sencillo hecho de que el Opus Dei había sido inspirado por Dios en su mente y Dios no acostumbra a tener influencias intelectuales de ningún tipo. Naturalmente, yo no me propongo negar esa posibilidad en la intervención divina en una Obra que lleva el nombre de Opus Dei, es decir, Obra de Dios. Todos los miembros de la Obra con quienes he hablado, sin excepción, me han insistido en la imposibilidad de estudiar la figura del padre Escrivá sin tener en cuenta el carácter sobrenatural de la inspiración que le llevó a crear el Opus Dei. El mismo fundador, en un coloquio celebrado en la capilla Barbazana de la catedral de Pamplona con un grupo de periodistas, lo dio a entender claramente. El corresponsal de France-Presse en España le preguntó:
-¿A qué atribuye usted el gran desarrollo del Opus Dei en el mundo?
A lo que el padre respondió:
-¿Usted se lo explica? Yo, no. Humanamente no tiene explicación. Es Obra de Dios y sólo Él podría satisfacer su curiosidad".
Calculo que, por muy perfectos que hubieran sido, y lo son, los servicios de la France-Presse, difícilmente habrían podido "cubrir" la información que el padre Escrivá sugería. El corresponsal se limitó a tomar nota de la respuesta, como yo me limito a transcribirla, no sin añadir que, a pesar de todo, creo que puede tener alguna importancia en la formación histórica del Opus Dei el hecho de que su fundador naciera en Barbastro, en casa de un honrado comerciante de tejidos que, con el tiempo, vino a menos; o bien el hecho de que el libro fundamental del Opus Dei, esa especie de "Así hablaba Zaratustra" del opusdeísmo, "Camino", fuera escrito en la habitación de un hotel de Burgos, entonces capital de la España del 18 de julio, en el fragor de la guerra civil.
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