OPUS DEI O CHAPUZA DEL DIABLO
Carlos Albás
EPÍLOGO
Todo el mensaje del Fundador del Opus Dei se concentra en
un solo punto de Camino, su número 291: "Tienes
obligación de santificarte. Tú también.
¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva
de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción,
dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial
es perfecto."
Como hemos visto a lo largo de este libro, mi tío
José María no aportó esencialmente nada,
ni vislumbró y mucho menos arrojó nueva luz
sobre la riqueza de las Sagradas Escrituras. Los referentes
se hallan en la Iglesia desde su fundación y hasta
nuestros días ininterrumpidamente. Incluso si se detiene
uno en el análisis de sus mensajes, encontraremos contradicciones
que los invalidan como supone la incorporación de los
sacerdotes diocesanos al Opus Dei. A mi tío José
María sólo le faltó incorporar a los
religiosos y así crear su propia Iglesia.
"Los sacerdotes diocesanos que -en uso legítimo
del derecho de asociación- se adscriben a la Sociedad
Sacerdotal de la Santa Cruz (Opus Dei), lo hacen única
y exclusivamente porque desean recibir esa ayuda espiritual
personal, de manera en todo compatible con los deberes de
su estado y ministerio: de otra manera, esa ayuda no sería
tal ayuda, sino complicación, estorbo y desorden.
"E1 espíritu del Opus Dei, en efecto, tiene como
característica esencial el hecho de no sacar a nadie
de su sitio. (...) Por eso, cuando un sacerdote se adscribe
a la Obra, no modifica ni abandona su vocación diocesana
-dedicación al servicio de la Iglesia local a la que
está incardinado, plena dependencia del propio Ordinario,
espiritualidad secular, unión con los demás
sacerdotes, etc.-, sino que, por el contrario, se compromete
a vivir esa vocación a plenitud, porque sabe que ha
de buscar la perfección precisamente en el mismo ejercicio
de sus obligaciones sacerdotales, como sacerdote diocesano."
Nunca fue excesivamente inteligente, pero sí lo suficientemente
hábil para justificar la propia medianía de
su mensaje: "tan viejo como el evangelio y como el evangelio
nuevo". Pero este simple artificio servirá para
catapultarle a la conquista del mundo.
Su originalidad estriba en un énfasis hasta radical
puesto en cada uno de los ejes centrales de su predicación,
y evidentemente en los medios coactivos que no dudará
en emplear y recomendar para mentalizar las conciencias, con
una constancia sistemática, impropia de la Iglesia
pero más concretamente de los tiempos que corren.
Ésa y no otra ha sido la base única del éxito
del Fundador: "La mentalización de conciencias."
Pero ¿cómo pudo hacerlo sin apenas obstáculos?
¿Cómo lo logró? ¿En qué
se basó? ¿Cuál fue su motivo?
Realmente, es muy difícil dar con una respuesta clara
y tajante sobre el fenómeno. Pero del análisis
de su comportamiento, de sus manifestaciones y su Obra, en
una introspección sicológica de lo que pudo
ser el personaje, creo que es posible aportar una conclusión
sobre la que he vuelto una y otra vez y que no se aleja de
otros razonamientos críticos con su forma de proceder:
"La soberbia, el pecado de los Ángeles";
que en él nace en sus primeros años de adolescente,
tras sufrir la ruina económica a que se vieron abocados
sus padres y que irá incrementándose con el
paso de los años.
Tampoco hay que olvidar otro elemento con el que siempre
supo jugar a su favor, sus especiales características
para la teatralidad, sus condiciones de actor, que explotará
y rentabilizará durante toda su vida para arrastrar
a miles de personas que de buena fe se acercaron a él.
El carisma es una condición inexcusable para atraer
sobre sí a las masas.
Desde un principio busca diferenciarse de los demás.
El fundamento de todo cristiano, la filiación divina,
lo hace suyo y posteriormente lo transmite a sus seguidores
como método de hacerlos vivir una autenticidad que
los discrimina desde la superioridad ante sus semejantes y
los coloca por encima del bien y del mal. Lo que él
ha fundado no es obra suya, es Obra de Dios, lo expone convencido,
e incluso así la denomina. ¿Puede el lector
arrancar a comprender ahora el cierto grado de amoralidad
que se detecta en algunas de sus actitudes?
Su directa conexión, su comunicación directa
con Dios, será invocada como medio seguro para alcanzar
los propósitos marcados: "Dios se dignó
iluminarle", se nos dice hasta la saciedad. "Soy
un trapo sucio, soy basura, y "me ha elegido Dios Nuestro
Señor" a mí para que se vea que la Obra
es suya." "Permitidme que, una vez más, os
manifieste una partecica de mi alma, "en la presencia
de Dios", con la persuasión más absoluta
de que no soy un modelo de nada, de que soy un pingajo, un
pobre instrumento -sordo e inepto- "que el Señor
ha utilizado" para que se compruebe, con más evidencia,
que El escribe perfectamente con la pata de una mesa..."
"Miro mi vida y, con sinceridad, veo que no soy nada,
que no valgo nada, que no tengo nada, que no puedo nada; más:
¡que soy la nada!, "pero El es todo y, al mismo
tiempo, es mío, y yo soy suyo, porque no me rechaza,
porque se ha entregado por mí". ¿Habéis
contemplado amo más grande?"
Y continúa dejando el mismo rastro en sus escritos:
"La sabiduría infinita me ha ido conduciendo,
como si jugara conmigo, desde la oscuridad de los primeros
"barruntos" hasta la claridad con que veo cada detalle
de la Obra." "Y para abrir paso a este fenómeno
teológico, pastoral y social en la vida de la Iglesia,
"Dios me ha llevado de la mano", calladamente, poco
a poco, hasta hacer su castillo: da ese paso -parece que decía-,
pon esto ahora aquí, quita esto de delante y ponlo
allá. "Así ha ido el Señor construyendo
su Obra", con trazos firmes y perfiles delicados, antigua
y nueva como la palabra de Cristo. En la historia de nuestro
camino jurídico dentro de la vida de la Iglesia aparece
con mucha claridad este juego divino del que hablo: no he
tenido que andar calculando, como jugando al ajedrez; entre
otras cosas porque nunca he pretendido averiguar la jugada
del otro, para poder dar jaque mate después. Lo que
he tenido que hacer es dejarme llevar."
Cualquier cristiano que escuche estas palabras, si se mueve
por una sincera vivencia evangélica, quedará
impresionado. Mi tío José María siempre
trabajó la admiración hacia su persona y la
fe que se le debía como "el Padre". Esta
"mentalización" calará hondo en presencia
de un "humilde cura" que se sabe elegido y guiado
por Dios. Y él les ha dicho: "Que Dios los ha
elegido también para hacer el Opus Dei en la tierra."
Él busca una identificación, incoar unos sentimientos
de autenticidad similares a los suyos, y logra que ellos y
sólo ellos se sientan elegidos por Dios. La llamada
divina es privilegio que los señala directamente a
ellos, a sus frentes como los hijos de Dios. Esta "humildad"
rayana con una obsesiva exhibición contrasta con otras
manifestaciones que al final de sus días solía
hacer. Así lo recuerda Salvador Bernal: "En mayo
de 1974, Mons. Escrivá de Balaguer conversaba con un
grupo de socios de la Obra de Brasil, de edad madura. Y los
situaba con fuerza, ante su responsabilidad, como cofundadores
del Opus Dei:
"Cuando era joven, no me atrevía a decirlo; pero
desde hace años, si lo digo. Yo soy un pobre pecador
que ama a Jesucristo, un pobre pecador. Pero mirad: he conocido
y tratado a grupos de personas importantísimas... Pero
Fundadores del Opus Dei, hay uno solo: muy pecador, pero uno.
¿Padre vuestro? Sí. Siempre habrá uno
que será mejor que yo; el que me suceda, y los que
vengan detrás de él. Lo habéis de amar
y de querer mucho más que a mí. Primero, porque
ésa es la Voluntad de Dios; después, porque
lo merecerá. Pero el Señor os pedirá
cuenta de haber estado cerca de mí. No porque sea bueno,
sino porque EL -no encontró otra cosa peor- me buscó
para que se vea que ha sido ÉL quien ha hecho la labor.
Vosotros y yo -os lo diré, como suelo hablar, con comparaciones
muy fáciles de entender- escribimos con una pluma.
El Señor escribe con la pata de una mesa. Y escribe
maravillosamente, para que se vea que es su mano, no la pata
de la mesa. Y una vez que hago presente que soy un pobre palo,
como un borriquito delante de Dios, un borriquito que tira
del carro, pues a pesar de todo, insisto: el Señor
os pedirá cuenta, porque habéis estado cerca
del Fundador. Por lo tanto, tenéis gracia fundacional
y, mientras que yo viva, sois cofundadores. Tenéis
que poner el hombro de verdad, con alegría, con entusiasmo.
Y sin entusiasmo, lo mismo."
Estas manifestaciones vuelven a evidenciar una falsa humildad
y ponen en solfa una vez más un comportamiento del
que no se desvió a lo largo de su vida; al contrario,
lo fomentó. El es plenamente consciente de su importancia,
de su poder, su influencia, y así lo declara, y no
limitándose a las palabras, sino que lo refleja en
los hechos. Durante su existencia se rodeará del suficiente
boato e inaccesibilidad como para generar el distanciamiento
que requiere su pompa misterio en una persona que se cree
hilo transmisor de Dios. Nadie puede sugerirle, a nadie aporta
explicaciones o da cuenta de sus actos, todo lo que sale de
él no es otra fuerza que "la santa Voluntad de
Dios". Así lo hace creer. En su caso hay una sola
respuesta y no cabe enfrentarse a cualquier otra explicación.
¿Acaso se le puede requerir una explicación
mínima a un ser que se reviste del sagrado misterio:
"Lo ha dicho el Padre" Como máximo de sus
labios se podrá escuchar "es conveniente".
Sobran, pues, las razones. No hace falta justificación.
Camino es una mina sin fondo para reconstruir el retrato
del Fundador, ilustra su actuación como Padre y la
que imbuirá en sus hijos, haciendo desaparecer el rastro
del prejuicio si hay que salvar algo primordial para la Obra.
En el lema 387 afirma: "El plano de santidad que nos
pide el Señor está determinado por estos tres
puntos: La santa intransigencia, la santa coacción
y la santa desvergüenza."
Sobre esta base y en nombre de estas "santas" recomendaciones
tanto mi tío José María como sus hijos
se lanzarán a una larga serie de atropellos con la
suficiente fuerza moral para eludir los requerimientos de
los perseguidos ante semejantes procederes. Miguel Fisac,
Antonio Pérez Tenesa y otros muchos nos marcan en sus
testimonios las pautas de sus violentos comportamientos con
sus disidentes. Pero entiendo que aquel que mejor recoge los
apuntes clave se halla en el caso dramático de Maria
Angustias Moreno. Creo que el relato contenido en su libro
La otra cara del Opus Dei es lo suficientemente aclaratorio
como para resistirnos a la tentación de traerlo a este
otro libro abierto a la disidencia, a la libertad de conciencia
que nos debemos como cristianos unos a otros y al respeto
de los mínimos que Jesucristo dejó tras su paso
por esta Tierra.
Ya hemos expuesto aquel término acuñado para
la sentencia inapelable que pesa sobre los individuos que
tuvieran las agallas para abandonar la Obra en una determinación
coherente con sus creencias, y no nos engañemos con
aquellas creencias que los empujaron a ingresar en ella para
conducirlas a buen puerto, honestamente. Me refiero a la "muerte
civil". Jamás volverá a pronunciarse su
nombre en los círculos de la institución, dejó
de existir.
Pero, amigo lector, la virulencia de la Obra alcanza su máxima
expresión cuando, en uso de su libertad y con la conciencia
bien limpia, el antiguo miembro, sabedor de lo que realmente
se cuece en la trastienda, decide hablar, exponer comentarios
negativos sobre la Obra, su Fundador o alguno de sus miembros
destacados. El aparato opusdeísta reacciona con celeridad
y contundencia, se lanza a una campaña de descalificaciones
y descrédito de estas personas, y en algunos casos
no hay problema si ha de hacerse uso de las injurias y las
calumnias, como el caso que pasamos a tratar, María
Angustias Moreno.
María Angustias fue numeraria del Opus Dei durante
quince años y ocupó cargos de cierta responsabilidad,
como el de directora de diversas casas de la Sección
Femenina. Diversas circunstancias vividas la llevan a pedir
explicaciones por distintos motivos. Como ahora ya sabemos,
no iba a obtener respuesta. Sólo le queda elegir entre
estas dos opciones: "obedecer o marcharse". Ante
tamaña postura decide abandonar la Obra, pero sin provocar
escándalos de ningún género.
Lo mismo que le había sucedido con anterioridad a
personas que habían abandonado la institución,
sufre la "muerte civil". Nadie volverá a
hablar de ella, y quienes fueron sus amigas, sus hermanas
espirituales, la olvidarán como si un agujero negro
se la hubiera tragado. "Los que se van es como si hubieran
muerto." Se acabó, que nadie se entere, en primer
lugar se sitúa la elusión del peligro que podría
incubarse para la pureza vocacional de los restantes miembros.
Ningún germen pernicioso debe manchar el rostro límpido
de la Obra.
Este comportamiento se reproducirá con cada una de
las personas que se decidan a dar el gran paso y acopien el
valor para encararlo. Son cientos, miles, pero ellos ya se
encargarán de ocultar las estadísticas, sería
un escándalo, no sólo para los de dentro, también
para los que se mantuvieron al margen. En todo caso obtendremos
los datos del conjunto de fieles propios, como recoge Luciano
M. Santareii en su libro "Amar al Mundo": según
la edición del Anuario pontificio, el presbiterio de
la Prelatura está compuesto por 1.348 sacerdotes, mientras
los fieles laicos ascienden a 74.348: hombres y mujeres de
todas las profesiones y oficios, de todas condiciones sociales,
pertenecientes a 87 nacionalidades y con una labor de apostolado
en más de 80 países.
Sería un sueño -una pesadilla para los de dentro-
ofrecer una estimación de la cantidad de socios que
han salido, los porcentajes correspondientes a sus profesiones
y oficios, a las distintas clases sociales. Ésta, como
tantas otras, es la verdad del Opus Dei, medias verdades;
o es lo mismo, grandes mentiras.
Cuatro años después de dejar la Obra, María
Angustias Moreno toma la iniciativa de publicar un primer
libro, "Anexo
a una historia". En diciembre de 1976 y en enero
de 1977 aparece publicada una carta
en "Diario de Barcelona" en la que más de
veinte personas que habían pertenecido al Opus Dei
se solidarizan con el contenido del citado libro. Al poco,
esta carta es recogida por la revista "Blanco y Negro".
Unos meses después, seis sacerdotes del Opus Dei,
Benito Badrinas Amat -vicepostulador en el proceso de santificación
de José María Escrivá de Balaguer- y
Severino Monzón en Barcelona, Emilio Navarro Rubio
y Juan García Llovet en Madrid y Ernesto Peñacoba
Muñoz-Chapulli y Antonio del Val en la ciudad de Sevilla
-de donde proviene María Angustias- visitan de dos
en dos a las personas firmantes de la carta para difamarla,
injuriarla y calumniarla, en definitiva, para desacreditarla.
Las conversaciones se iniciaban siempre del mismo modo: "Queremos
advertirte que María Angustias es lesbiana, es decir,
que ha tenido trato carnal." Y por supuesto, que podían
ofrecer tantas pruebas de corrupción dentro de la Obra
como se quisieran.
En este caso, a la Obra le salió el tiro por la culata.
Todas las personas visitadas llamaron y escribieron a María
Angustias reconstruyendo las visitas que habían tenido
por dos sacerdotes del Opus Dei tras las dos publicaciones
de la carta. Y siempre bajo los mismos denominadores comunes:
la injuria y la calumnia por el solo hecho de levantar la
verdad sobre el Opus Dei y su Fundador.
De todas las cartas que recibió María Angustias
Moreno y que transcribe en su libro "La otra cara del
Opus Dei" sujetándose al relato de los hechos,
recojo la visita efectuada en Barcelona por Severino Monzón
Romualdo, secretario de la Delegación del Opus Dei
en Barcelona, y Benito Badrinas Amat, antiguo rector de la
iglesia de Santa María de Montealegre de Barcelona
y ahora vicepostulador de la Causa de Santificación
de mi tío José María Escrivá de
Balaguer.
El criterio que me guía para esta selección
no es otro que el papel jugado recientemente por Benito Badrinas,
también participante en el programa de Antena 3 "La
Clave" que versó sobre la figura de Josemaría
Escrivá de Balaguer.
Barcelona, 29 de abril de 1977.
El pasado 27 de abril, miércoles, sobre las 17.15,
el telefonista de mi empresa me llamó para comunicarme
que tenía una llamada exterior de don Benito Badrinas
Amat, a quien yo conocía como sacerdote del Opus
Dei, el cual deseaba hablar conmigo. Dado que mi relación
personal con dicho sacerdote había sido -y es- nula,
indiqué al telefonista que le interrogara sobre si
deseaba tratar algún asunto comercial; contestó
que no, que era un asunto personal. Ante esa respuesta,
me negué a que el telefonista me pasara la comunicación,
indicándole que respondiera a don Benito Badrinas
Amat que tengo por norma no atender llamadas personales
en mis horas de trabajo.
A las 21 de ese mismo día don Benito Badrinas llamó
por teléfono al domicilio de mi madre y preguntó
por mí. Mi madre le contestó que yo acababa
de salir de casa y añadió que, si deseaba
hablar conmigo, me localizaría melor en mi despacho.
Por cierto, ignoro cómo consiguió don Benito
Badrinas mi teléfono profesional y el de mi domicilio
familiar, pues yo no se los había dado nunca.
Sobre las 10.30 del 28 de abril, el telefonista de mi empresa
me comunicó que tenía nuevamente una llamada
de don Benito Badrinas para mí. Ante tanta insistencia,
accedí a que me pasaran la comunicación. Don
Benito Badrinas me pidió si podía recibirlo
aquella mañana. Contesté afirmativamente y
quedé citada con él para las 11.30.
A esa hora mi secretaria, Elena de Diego Oriol, me avisó
de que habían llegado dos sacerdotes, uno vestido
de clergyman y el otro con sotana, y que habían dicho
que yo los esperaba. Me extrañó que vinieran
dos personas, pues yo sólo había citado a
don Benito Badrinas Amat. Mientras ellos esperaban en la
sala de visitas, conecté en presencia de mi secretaria
el magnetófono que tenía en mi despacho y
le pedí que dijera algo para comprobar el funcionamiento
del mismo. Hecho esto, y ya con la grabación en marcha,
le indiqué que hiciera pasar a mis visitantes, a
los cuales, previamente, mi secretaria había preguntado
sus nombres. Sólo dio su nombre don Benito Badrinas.
Mi despacho tiene un amplio ventanal de cristal transparente
que comunica con otro despacho más amplio, donde
trabajan varias personas. Allí se encontraba en aquel
momento, a petición mía, mi hermano, F. J.
C. J., y uno de mis colaboradores, P. M. A. Ellos fueron
testigos de la entrada de dos sacerdotes y de su entrevista
conmigo, si bien no escucharon el diálogo, pues la
puerta de comunicación entre ambos despachos estaba
cerrada.
Los sacerdotes que se entrevistaron conmigo fueron don
Benito Badrinas Amat, sacerdote numerario del Opus Dei,
antiguo rector de la iglesia de Montealegre de Barcelona,
y que en la actualidad trabaja en los trámites del
proceso de beatificación de don José María
Escrivá, fundador del Opus Dei, y don Severino Monzón
Romualdo, sacerdote numerario del Opus Dei, que era, en
los últimos años de mi pertenencia a dicho
Instituto Secular, sacerdote secretario de la Delegación
del Opus Dei en Barcelona. Por razón del cargo que
ocupaba, don Severino Monzón era superior interno
mío, con autoridad real y moral sobre mi persona.
Ignoro si sigue ocupando actualmente dicho cargo.
Resumo a continuación la entrevista que sostuve
con ellos.
En primer lugar, manifesté mi extrañeza por
el hecho de que se presentaran dos personas, cuando yo sólo
había quedado citada con una, y les indiqué
la conveniencia de llamar a otra persona más para
que fuera mi testigo. Me dijeron que no tuviera ningún
miedo, que sólo venían a darme información,
y que yo, si así lo quería, podía no
decir nada.
Seguidamente les pregunté el motivo de su visita.
Don Benito Badrinas, con voz bastante entrecortada, me repitió
que yo no necesitaba decir nada, que no pretendían
de mí ningún cambio de conducta ni rectificación.
Le pregunté si podía actuar según mi
conciencia, y él me contestó que eso era lo
que él quería pedirme. Le respondí
que yo actuaba así.
A continuación, y siempre en este estilo entrecortado
y confuso, se dirigió a "esas cosas que habéis
hecho". Le pregunté qué cosas eran ésas,
y él me contestó que publicar una carta, que
yo también había firmado. Le recordé
que yo era la primera firmante de la misma. Don Benito Badrinas
siguió diciendo entonces que con esa carta habíamos
hecho daño, que "posiblemente era lo que se
pretendía". Le aseguré que no habíamos
pretendido hacer daño a nadie, sino dar un testimonio
de justicia y de verdad. Se refirió entonces, quejoso,
al hecho de sacarlos en la prensa, públicamente,
cuando yo sabía que ellos jamás utilizarían
nada de nadie, que "absolutamente nunca nosotros diremos
nada de ti". (Esta última frase me produjo cierta
hilaridad interna, pues me consta lo contrario.)
Volvió a referirse a la carta y dijo que la encontraba
muy genérica. Yo la saqué de uno de los ca
jones de mi mesa y le leí los párrafos en
los que corroboramos con nuestra experiencia "los complicados
entresijos de esta asociación -el Opus Dei-, su autoritarismo
llevado a extremos aniquiladores de la personalidad, su
radical integrismo religioso". Don Severino Monzón
intervino por primera vez en la conversación y dijo
que esto era muy vago. Le contesté que eran cuestiones
de fondo. No insistieron en el tema, quizá fuera
que los convencí...
Don Benito Badrinas volvió a repetirme entonces
que les habíamos hecho daño, y yo me reafirmé
en mi postura de que decir la verdad no es hacer daño
a nadie. Me insistió en que lo pensáramos
bien. Respondí que pensado estaba, que la carta no
era una improvisación, sino una cosa muy meditada.
Se refirió entonces a las posturas de las personas
firmantes, y dijo que era dudoso que todas pensáramos
del mismo modo. Le hice ver que él mismo podía
comprobar si hablaba con ellas, que ninguno firmó
con inconsciencia, engaño o desconocimiento. Ante
esa respuesta me contestó que él no iba a
preguntar a las personas por qué habían firmado,
y que eso tampoco le interesaba. He de decir que sus palabras,
entrecortadas y deshilvanadas, me iban dejando cada vez
más sorprendida. Dada la impresión de estar
muy nervioso.
Seguidamente me dijo que en la carta había una serie
de cosas evidentemente peyorativas, y que si él supiera
algo de mi vida -"que no sé nada, se apresuró
a añadir"- no andaría publicándolo.
Y dijo textualmente esta frase: "Sí sabemos
de otras personas, o sea, quiero decir, sabemos, pero vamos
sin entrar en detalles, por ejemplo, que María Angustias
no tuvo, es decir, una actuación, ¡hombre.',
moralmente.., y los motivos de salida, pues moralmente no
son los motivos de salida, es decir, que como pueden ser
los tuyos, es decir, un problema que esto no es lo mío
y me voy."
Le pregunté qué pretendía decirme
con eso. Respondió: "¡Hombre! quiero decir...
ya te puedes imaginar... Bueno, moralmente quiere decir
que ella, a pesar de que después en ese libro, eh,
con una exageración a que se guarden unas precauciones
en una serie de cosas en las que ella cayó. ¿Comprendes?"
Le confesé que no entendía nada; que me dijera
a qué página del libro se refería.
Me contestó que no se refería al libro, sino
a la vida suya; que ella en el libro hablaba de la guarda
de la castidad de manera que a los ojos del público
quedaba como algo peyorativo, siendo así que era
natural que se guardaran una serie de precauciones. Y que,
además de eso, lo escribía "una persona
que a pesar de esas precauciones, no ha vivido bien la castidad".
Le interrogué sobre qué quería decir
no vivir bien la castidad. Me contestó: "Bueno,
pues que ha tenido relaciones con otras chicas."
Dirigiéndome entonces a don Benito Badrinas y a
don Severino Monzón les pregunté: "¡Eso
les consta?" Don Benito Badrinas dijo: "Sí."
Don Severino Monzón añadió: "Hay
una documentación bastante abundante..." Don
Benito Badrinas concluyó: "¡Hombre! No
todo debía ser acostarse con otras chicas."
Ante la gravedad de estas palabras, les pedí si
podían asegurarme bajo juramento lo que acababan
de decirme. Don Benilo Badrinas pronunció un "Sí"
en voz bastante baja, pero perfectamente audible. Seguí
insistiendo: "Aquí delante, ahora mismo."
Entonces ambos se pusieron muy nerviosos y empezaron a hablar
al mismo tiempo, quitándose las palabras el uno al
otro. Dijeron que no lo decían en sentido de acusación,
sino sólo de información.
Yo estaba muy indignada por dentro, pues no entendía
cómo dos sacerdotes, demostrando a las claras su
condición de tales, y de los que me constaba su pertenencia
al Opus Dei, podía pronunciar las palabras que yo
acababa de escuchar. Por eso insistí en que les pedía
como sacerdotes que se comprometieran bajo su palabra delante
de Dios de que lo que acababan de decirme de María
Angustias Moreno era cierto. Don Benito Badrinas pronunció
nuevamente "Sí" en voz baja, pero audible.
Repetí nuevamente: "¿Se comprometen bajo
juramento?" Don Severino Monzón insistió
en que no se trataba de ninguna acusación.
Les pedí pruebas, les pedí detalles. Muy
nerviosos, repitieron que no se trataba de ninguna acusación,
que no querían entrar en detalles, que era exclusivamente
para que yo lo supiera.
Seguidamente don Benito Badrinas dijo: "Este tema,
en el momento preciso, se comentará." Yo exclamé:
"Entonces ustedes están dispuestos a..."
Don Benito Badrinas acabó la frase diciendo: "Utilizarlo."
Le pregunté si a utilizarlo públicamente,
y me contestó que públicamente no. Le interrogué
entonces si lo iban a decir "privadamente" a mil,
dos mil, a sesenta mil personas. Me contestó que
no, que, de momento, sólo lo iban a decir a las personas
que nos habíamos solidarizado con esto. Les dije
que había cooperadoras que lo habían ido diciendo
por ahí. Respondieron que no lo creían, que
no dudaban de mi palabra, pero que se trataría de
personas que se habrían enterado por su cuenta. Insistí:
"¿Tienen datos concretos? ¿O son deseos,
o son suposiciones, o son imaginaciones?" Me contestó:
"Hechos concretos."
"¿Hechos concretos? ¿Y la han tenido
durante catorce años siempre en cargos de gobierno
y de formación de otras personas?" Me contestó
don Severino Monzón que no se sabía. Le manifesté
mi extrañeza por "tamaña" ignorancia,
pues las tendencias homosexuales se pueden detectar con
facilidad. Nuevamente don Severino Monzón me respondió
que en este caso no aparecieron hasta ahora. Les pregunté
si las habían descubierto ahora (cuando han pasado
cuatro, ya más de cuatro años, de su salida
del Opus Dei) porque espontáneamente la gente lo
ha dicho o bien si se había fomentado que se dijera.
Don Benito Badrinas me respondió entonces que eso
él ya no lo sabía, que él no había
hecho la investigación, que él había
visto la documentación terminada, pero que no sabía
cómo la habían realizado.
Finalmente, yo les contesté que conocía a
María Angustias Moreno y que me constaba su honradez,
su espíritu cristiano, su veracidad, su sinceridad
y su deseo de llevar una vida entera cara a Dios. Don Benito
Badrinas me dijo: "De acuerdo." Añadí:
"Que quede constancia." "Bueno, que quede
constancia de lo otro", replicó don Benito Badrinas.
Así terminó la conversación. Inmediatamente
después de la marcha de don Benito Badrinas Amat
y de don Severino Monzón Romualdo, entró en
mi despacho mi hermano. En su presencia paré el magnetófono,
desconecté el micro y, juntos ambos, escuchamos el
resultado de la grabación, deficiente por las malas
condiciones acústicas de mi despacho, pero perfectamente
audible. Quisiera que se adjuntara como prueba de mi testimonio.
Así lo manifiesto en Barcelona, fecha ut supra.
Fdo.: Ana María Calzada (Barcelona).
Me imagino que cuesta creer la veracidad del comportamiento
de estos sacerdotes del Opus Dei, y todavía puede resultarnos
mayor la extrañeza al constatar que uno de ellos ocupe
la responsabilidad de vicepostulador de la Causa de Santificación
de monseñor Escrivá de Balaguer. Pero a quienes
conocemos los entresijos, la tramoya espectacular que esconde
la institución, ya nada puede sorprendernos al ver
oír, leer y sufrir los comportamientos que miembros
destacados han empleado con cada uno de nosotros.
Naturalmente, ellos no asumen la autoría como competencia
propia de la organización, escudándose en la
responsabilidad que a título personal contrae cada
uno según sus actos. Y no es una excepción María
Angustias Moreno. Yo también lo he sufrido. Sin embargo,
de una vez por todas, esa responsabilidad debe alcanzar hasta
su fundación, y no sólo a los miembros, sino
caer sobre su Fundador como inspirador primero de estos medios
coactivos. La gran parte de los miembros han creído
en mi tío, en sus exposiciones, y por tanto estaban
convencidos de su justo proceder al cumplir con un mandato
de Dios. Pero ellos también han contraído su
ración de culpa. Dios los hizo libres. Y entre sus
obligaciones se encuentran el análisis y la búsqueda
de la verdad.
María Angustias Moreno detalla claramente en su libro
"La otra cara del
Opus Dei" cómo únicamente a través
de una profunda mentalización puede darse tal ceguera.
Esta es la verdadera razón. Desde un principio mi tío
José María emprende un proceso de mentalización
que se transmitirá en sus formas y contenidos de unos
hijos a otros. esta es otra de las explicaciones que cabría
esgrimir para acertar a comprender que ningún sacerdote
captara el "espíritu del Opus Dei", echando
mano como alternativa de la Orden de la Santa Cruz.
María Angustias, con todas las pruebas en sus manos,
ejerció su derecho de recurrir ante los tribunales
ordinarios de justicia, y previo consejo de su abogado José
María Gil-Robles y Quiñones, presentó
las conciliaciones pertinentes y necesarias para querellarse
contra los seis sacerdotes del Opus Dei que habían
realizado parecidas manifestaciones a las que nos acaban de
relatar.
Estas conciliaciones fueron presentadas en los juzgados de
Madrid el 18-10-1978, en Barcelona en el juzgado número
17 el 21-10-1978 y en Sevilla en el juzgado número
5 el 25-10-1978. Y todas ellas en los siguientes términos:
Al JUZGADO (...) Procurador de los tribunales, en nombre
y poder especial, que exhibo y retiro después de
debidamente testimoniado, de la Srta. María Angustias
Moreno Cerei jo, ante el Juzgado comparezco y como mejor
proceda en derecho DIGO:
Que solicito la celebración de acto de conciliación,
previo a la querella por injuria y calumnia, contra D. Juan
García Llovet, con domicilio en Madrid, calle Diego
de León, 14, para que se avenga a reconocer:
1. Que es miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa
Cruz y Opus Dei.
2. Que ostenta o ha ostentado puestos directivos de dicha
Obra.
3. Que acompañado de don Emilio Navarro Rubio, también
sacerdote miembro de la Obra citada, visitó a diversas
personas de la ciudad de Madrid.
4. Que ante esas personas visitadas formuló imputaciones
contra la señorita María Angustias Moreno
Cereijo, asegurando que era una pervertida sexual y una
lesbiana, y que había intentado pervertir a varias
jóvenes pertenecientes a la "Sociedad Sacerdotal
de la Santa Cruz y Opus Dei".
5. Que cuando realizó esas visitas tenía
conocimiento de que la Srta. María Angustias Moreno
Cereijo había publicado un libro titulado "El
Opus Dei. Anexo a una historia".
6. Que las visitas a que se refiere el número 4
fueron hechas a personas que habían firmado y publicado
una carta solidarizándose con la Srta. María
Angustias Moreno Cereijo con motivo de la publicación
de su libro.
7 Que reconoce que las imputaciones hechas a la Srta. María
Angustias Moreno Cereijo obedecieron a informaciones que
han resultado falsas.
8. Que, en consecuencia, reconoce y declara que esas imputaciones
son gravemente injuriosas y calumniosas, por lo que las
rectifica totalmente en este acto, estando dispuesto a dar
a la Srta. Moreno Cereijo las reparaciones morales procedentes
por el daño que se le ha causado.
9. Finalmente que se compromete y obliga a enviar copia
del acto de conciliación a todas las personas que
visitó haciendo las imputaciones referidas contra
la Srta. Moreno Cereijo con una carta suya de simple remisión
de copia, hecha por conducto notarial.
Y SUPLICO AL JUZGADO se sirva tener por presentada esta
papeleta, citar a D. Juan García Llovet, con domicilio
en calle Diego de León, 14, de Madrid, y señalar
la fecha de celebración del acto de conciliación
a los efectos indicados en el cuerpo de este escrito.
Es justicia que pido en Madrid (...) de octubre de 1977
En ninguna de las tres conciliaciones hubo avenencia, por
lo que Maria Angustias presentó en el Juzgado de Sevilla
la correspondiente querella criminal:
AL JUZGADO DE INSTRUCCIÓN AL QUE POR TURNO CORRESPONDA
(...) Procurador de los Tribunales y de Doña María
Angustias Moreno Cereijo; como con la copia de poder especial
bastante que acompaño (Doc. núm. 1) ante el
Juzgado comparezco y como mejor proceda en Derecho, DIGO:
- Que siguiendo instrucciones (le mi poderdante promuevo
en su nombre, mediante el presente escrito, querella criminal
por injurias al amparo del art. 270 y concordantes de la
Ley de Enjuiciamiento Críminal contra D. Antonio
del Vals, mayor de edad, soltero, sacerdote, con domicilio
en Sevilla, calle Río de la Plata, núm. 7,
y contra D. Ernesto Peñacoba Muñoz-Chapulli,
con las mismas circunstancias personales e idéntico
domicilio, por el delito de injurias graves.
Sirven de base a esta querello los siguientes HECHOS:
PRIMERO. Mi representada, Dña. María Angustias
Moreno Cereijo, soltera mayor de edad, ingresó en
el año 1959 en la institución religiosa denominada
"Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei",
conocida más frecuentemente por estas dos últimas
palabras de "Opus Dei" y a la que pueden pertenecer
mujeres, así como va rones que no tengan el estado
sacerdatal.
SEGUNDO. Dña. María Angustias Moreno Cereijo
formó parte de esta institución del "OPUS
DEI", que sus adheridos y simpatizantes denominan por
antomasia la OBRA. En ella ocupó diversos puestos
de mayor o menor confianza, nunca cargos de auténtica
dirección que la OBRA reserva para una minoría
estimada comto selecta. Durante los 14 años que perteneció
a esta Institución pudo observar una profunda discrepancia
entre lo que se proclamaba y lo que se realizaba en relación,
sobre todo, con la mayoría de sus miembros. Esa comprobación
de hechos, que para ella fue profundamente dolorosa, le
hizo comprender que no tenía vocación para
seguir perteneciendo a tal institución, por lo que
sin escándalos ni rompimientos abandonó la
OBRA, sin que le extrañara, porque lo sabia por otros
muchos casos similares, que la institución a partir
de ese momento la marginase y aislase de un modo harto notorio.
TERCERO. El recto espíritu de Dña. Maria
Angustias Moreno Cereijo le hizo reaccionar serena, pero
firmemente, contra las autoalabanzas que se dispensaba la
Obra y que tan vivamente contrastaban con la realidad distinta
que había tenido ocasión de comprobar en sus
14 años de servicios a la Obra. Contrastes que no
afectaban, por supuesto, a materias de fe y costumbres,
pero sí al ambiente de caridad, comprensión
y auténtica fraternidad cristiana, con el que tantas
veces soñó en su anhelo de perfección.
La reacción de su espíritu la movió
a escribir en el año 1976, después de madura
reflexión, un libro titulado "EL OPUS DEI, ANEXO
A UNA HISTORIA", en el que en términos respetuosos,
pero empapados de indiscutible serenidad y equilibrio espirituales,
analizó distintos aspectos de la vida interna del
"Opus Dei", de los que ya mucha gente hallaba
como cosa corriente, pero que hasta entonces no tenía
el apoyo moral de una persona que durante tantos años
había vivido lo que contaba.
CUARTO. Aunque el libro -del que se acompaña un
ejemplar como documento núm. 2- no con tiene nada
injurioso ni siquiera depresivo para la OBRA, la publicación
y el éxito de venta produjeron una pésima
impresión en los directivos del "OPUS DEI",
impresión que se acentuó cuando diversas personas
que habían pertenecido a la Institución y
pasaron en ella momentos de honda crisis, escribieron una
carta a María Angustias, solidarizándose con
cuanto en el libro se narraba y se comentaba. La carta apareció
en el núm. 3.390 de la revista "Blanco y Negro",
correspondiente a los días 20-26 de Abril de 1974.
QUINTO. Vieron los directivos del "OPUS DEI"
en esta carta algo así como el resultado de una conjura
de cuantos se apartaron decepcionados de la OBRA, y creyeron
llegado el momento de pasar a la contraofensiva, atacando
a María Angustias Moreno Cereijo en términos
que esta parte no puede menos de considerar delictivos.
SEXTO. El plan de contraata que -llamémosle así-
se desenvolvió simultáneamente en varias ciudades,
principalmente en Madrid, al parecer -lo decimos con toda
clase de reservas- bajo la dirección de D. Juan García
Llovet, y consistió en que dos sacerdotes del "Opus
Dei" visitaran a las firmantes de las cartas de adhesión
a la querellante, para comentarles la pretendida conducta
de ésta y desacreditando en el concepto de sus oyentes.
Todo ello, invocando motivos de conciencia y altas razones
de índole moral.
La relación de causa a efecto entre la publicación
del libro de la querellante con la adhesión de sus
amigas, y la ofensiva del "OPUS DEI" es muy clara.
En primer lugar los sacerdotes que visitan a las personas
que luego detallaremos, se refiere con frecuencia al libro
y a la carta. Además, si los sacerdotes indicados
hacen afirmaciones tan rotundas como inexactas y ofensivas
a la conducta de María Angustias, ¿por qué
la tuvieron en sus filas 14 años? ¿Por qué
esperaron para atacarla hasta que había publicado
su libro cuatro años después de su salida
voluntaria? ¿O es que el "OPUS DEI" mantiene
un servicio de vigilancia de las personas que salen de sus
filas, para atacarlas cuando lo crean conveniente?
SEPTIMO. Divididos en grupos de dos -los sacerdotes del
"OPUS DEI" no pueden visitar solos a mujeres-
los dos querellados invocan los más varíados
pretextos para ser recibidos por las interesadas (...).
Se acompañan declaración de éstas
(..) legalizadas notarialmente. (Documentas n. 3 y 4.)
OCTAVO. No vamos a hacer un estudio detallado de estas
declaraciones. Con este escrito se presentan para conocimiento
de S. Sa. En todos ellos, sin más motivo que un resentimiento
imposible de ocultar por la publicación del libro,
se ataca una y otra vez a la querellante tratándola
de desviada sexual, de lesbiana, de corrompida antes de
pertenecer a la OBRA, durante su permanencia en ella y después.
Todo ello con verdadera saña, enmascarada con preocupaciones
morales y sin la menor necesidad de plantear temas tan ofensivos.
NOVENO. Antes de decidirse a plantear la querella, doña
María Angustias Moreno Cereijo intentó que
los querelladas le dieran una reparación. Su abogado
-el Letrado que suscribe esta querella- propuso al Letrado
del "Opus Dei" que los ofensores repararan en
conciencia el mal que habían causado. Todo fue inútil.
DÉCIMO. En vista de esta actitud, la querellante
promovió en tiempo útil el acto de conciliación
previo a la querella por injuria, que se celebró
sin avenencia. Se acompañan las correspondientes
certificaciones (documentos números 5 y 6).
Invocando los Fundamentos de Derecho pertinentes, la querella
fue desestimada y recurrida ante la Audiencia Provincial,
quien confirmó que fuese desestimada. Lo mismo ocurrió
en los Tribunales de Justicia de Madrid. Por su interés
reproduzco el AUTO dictado por la Audiencia Provincial.
AUTO
Madrid a diecinueve de Mayo de mil novecientos setenta
y ocho.
Audiencia Provincial.
Sres. Sección 4: D. Sixto López López,
D. Antonio Martínez Carrera, D. Álvaro Núñez
M. Maturana.
RESULTANDO que interpuesta por el Procurador D. Argimiro
Vázquez Guillén, en nombre y representación
de Dña. Ma. Angustias Moreno Cereijo, querella por
supuesto delito de injurias verbales, imputadas a los querellados
D. Juan García Llovet y D. Emilio Navarro Rubio,
y repartida la misma, que fue presentada el 20 de diciembre
de 1977 al Juzgado de Instrucción número 11
de los de esta Capital por auto de 12 de Enero de 1978 se
denegó su admisión a trámite, e interpuesto
por la representación de la querellante el oportuno
recurso de reforma por auto de 20 de Enero de 1978, se declaró
no haber lugar a la reforma pretendida, admitiéndose
en ambos efectos el recurso de apelación subsidiariamente
interpuesto, y acordándose para su sustanciación,
la elevación de los autos originales a esta Audiencia
Provincial, Sección Cuarta, previo emplazamiento
de la querellante por término de diez días.
RESULTANDO que recibidos los autos originales en esta sección
y formando el rollo correspondiente, en el que en tiempo
y forma compareció la querellante Dña. María
Angustias Moreno Cereijo, única parte interviniente
por providencia de 4 de Mayo de 1978, después de
evacuados los trámites de instrucción, se
señaló para la vista del recurso el 19 de
los actuales, a las 11 de la mañana, día y
hora en que tuvo lugar la misma con asistencia del Letrado
de aquélla, don José María Gil-Robles
y Quiñones, quien después de informar lo pertinente
a sus pretensiones, interesó la revocación
del auto apelado del 20 de Enero de 1978, que en definitiva,
al denegar la reforma de su precedente, mantuvo el pronunciamiento
de éste, de no haber lugar a admitir a trámite
la querella por injurias presentada el 20 de diciembre de
1977, pues si bien se han subsanado alguno de los defectos
formales denunciados en el inicial auto de 12 de Enero de
1978, con olvido del núm. 4 del art. 277 de la Ley
de E. Criminal, no se hace en el escrito de querella una
relación circunstanciada del hecho objeto de la misma,
ni se rodea al mismo de la concreta expresión del
"lugar, año, mes, día y hora en cuanto
se ejecutó", necesarios en su caso para determinar
la competencia, o para computar el corto plazo de seis meses
que para las prescripciones de las injurias señaladas
en el art. 113 del Código Penal, pues al respecto,
aquella concreta y detallada relación, por ser determinante
de extremos que pueden ser interesantes, no puede ser suplida
por una simple remisión de relatos supuestamente
efectuados por terceras personas o decisiones a efectuar
de estas supuestas y no muy ordenadas declaraciones testificales
acompañadas con la querella, sino que en la cual
indica el artículo 277 citado, han de considerarse
y concretarse en el propio escrito de la que rella, y tanto
más en delito de índole privada y eminentemente
circunstanciales como son los de calumnia e injuria, pues
si bien en delitos de carácter público, la
simple denuncia de un delito de tal índole, aunque
sea por medio de querella, es bastante y suficiente, para
poner en marcha, según constante jurisprudencia,
la actividad jurisdiccional, de delitos como el contemplado,
han de cumplirse con rigurosidad, por la parte querellante,
todos y cada uno de los requisitos exigidos por la Ley,
y tanto más cuando por la remisión aludida,
parece ser que aquellas circunstancias de lugar y tiempo
se conocían, y podían dar lugar, salvo dato
en contrario no considerado, a la prescripción del
delito pues, inferidas, al parecer, las injurias a finales
de Abril, el acto de conciliación de uno de los querellados
se celebra sólo el 21 de noviembre de igual año
de 1977, y en relación al otro querellado celebrado
el acto de conciliación el 14 de octubre de 1977,
la querella se interpuso sólo en 20 de diciembre
de igual año, pasados los dos meses de que habla
el artículo 479 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Vistos los artículos citados y demás de general
aplicación.
La Sala, por ante mí el Secretario, dijo: Que desestimando,
como desestimamos, el recurso de apelación interpuesto
por la representación de la parte querellante Dña.
María Angustias Moreno Cereijo, contra el auto dictado
por el Juzgado de Instrucción núm. 11 de los
de esta Capital, con fecha 20 de enero de1978, debemos confirmar
y confirmamos el mismo, y en su consecuencia su precedente
-de 12 de enero de igual año- por el que se declaró
no haber lugar a admitir a trámite la querella por
injurias interpuesta por referida querellante contra D.
Juan García Llovet y D. Emilio Navarro Rubio.
Así lo mandan y firman los Sres. del margen que
certifico.
Apenas puedo agregar algo más a lo relatado. Todo
ello consta en los archivos de los tribunales. Como cristiano
que siempre ha puesto su fe en una Justicia divina sin plazos
de prescripción, estas querellas acabarán siendo
admitidas a trámite.
Por mi parte, sólo me resta suscribir los dos párrafos
que voy a extractar del libro de Maria Angustias Moreno, "La
otra cara del Opus Dei", con verdadero dolor de corazón
por tratarse de un familiar mío, pero párrafo,
por párrafo, frase por frase y palabra por palabra:
"Lo malo de la OBRA no es lo que hagan o dejen de hacer
(aun siendo en muchos casos cuestionable); si así fuere,
no cabría otra alegación que la de "allá
ellos". Lo malo es que hagan una cosa y digan otra. Lo
malo es la confusión que crean. Lo malo es la utilización
que en nombre de Dios hacen de las personas y hasta de la
propia doctrina cristiana.
"Algo que al canonizar al Padre, quedaría canonizado
con él. Porque no es todo esto lo que en la Obra pasa,
sino el propio mito de un Fundador que ha impuesto el carisma
de su vida como única razón o explicación
de todo lo que en la Obra se hace: como exigente garantía
de salvación inequívoca, sencillamente porque
así lo ha dicho monseñor Escrivá. Y a
lo cual el Opus Dei (todo entero) reduce su ser y hacer."
Que el Espíritu Santo nos ilumine a todos, y que "La
verdad nos haga libres". Como mi tío José
María, y parafraseando su propia retórica, "soy
un pobre pecador" que no tiene otro sentido, otra aspiración,
que aportar un grano de arena para que resplandezca "LA
VERDAD".
Desde que acepté la oferta de escribir un libro sobre
el Opus Dei bajo la condición de sobrino del Fundador
no han transcurrido ni dos meses. En este corto período
de tiempo me han entrevistado para distintos medios de comunicación
y asistí al debate de Antena 3 "La Clave".
Como era de esperar, he escuchado a lo largo de estos días
diversos comentarios sobre la actuación de los distintos
invitados, y casi unánimemente todos coincidían
en destacar el desgarrante testimonio de Miguel
Fisac, sobre todo la autenticidad de su relato, el estado
de ánimo abatido que se advertía en él.
Esta impresión tan lamentable y negativa para la Obra
debió de llegar hasta sus oídos. ¿Qué
otra reacción cabía esperar de ellos? Una campaña
de descalificaciones contra Fisac, apuntando que ya era muy
mayor, que chocheaba, y se llevaban el dedo a la sien para
afirmar que estaba loco.
Siempre es y será igual. No tienen otro recurso en
sus manos ante la verdad, no saben, no pueden proceder ante
quienes se atreven a expresarse en distintos términos.
Dejan a un lado el daño que originan, desconocen la
palabra caridad, qué es el amor al prójimo.
Como bien decía Miguel Fisac en aquel programa, en
el Opus Dei mi tío José María ha sustituido
la fe y el amor por la piedad. El sinnúmero de prácticas
de piedad, la misa, el rosario, la lectura espiritual, meditaciones,
retiros... sustituyen al mandamiento de la Ley de Dios que
los encierra a todos en él: "Amarás a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".
Hasta los últimos días, terminado mi relato
y a punto de acabar de corregir, he observado el comportamiento
de las personas ante mi no oculta postura sobre mi tío
José María, y verdaderamente no he tenido sorpresa
alguna. Ya sabía cómo se iban a decantar las
distintas posiciones. Aquellos que me paraban para decirme
que habían visto el programa de "La Clave",
en general estaban de acuerdo con la línea general
del debate y criticaban el cinismo de la actuación
de los sacerdotes, a quienes calificaban de prepotente.
Del periodista de "La Vanguardia" no se ofrecían
comentarios importantes; a lo sumo, que no se había
mostrado muy lúcido. Miguel Fisac, como ya he comentado,
recogía unánimemente el aprecio de todos por
verdadera sensación de realismo que había dado.
Se habían percatado de lo mal que lo había pasado,
cuando estuvo en la Obra y con motivo de las persecuciones
de las que fue objeto tras su salida.
De Luis Carandell y Alberto Moncada, los comentarios apuntaban
siempre al buen tono de sus intervenciones y reflexiones aproximativas
al Opus Dei. Estos criterios y comentarios fueron los más
numerosos. La audiencia fue muy representativa, y muchos habían
grabado el programa para que también tuvieran la oportunidad
otras personas de verlo.
Por el contrario, los miembros del Opus Dei respondían
que no lo habían visto, y era cierto. Por distintos
medios me enteré que previamente se los había
aleccionado para que no leyesen ni viesen nada acerca de lo
que se iba a decir.
Exclusivamente en una ocasión mantuve una charla con
un amigo supernumerario, cuya amistad quedaba por encima de
su vinculación a la Obra. Después de más
de una hora de conversación, me di cuenta de que no
había nada que rascar. La mentalización es tan
absoluta y dominante que no es comparable con nada ni con
nadie. Quizá no pueda compararse con los fundamentalistas
árabes, ni con los mayores fanáticos. Pero al
margen de tu opinión, digas lo que digas, demuestres
lo que demuestres, expongas lo que expongas, ante ellos se
pierde como el aire. En principio, no se lo creen, y si hay
pruebas palpables, imposibles de rebatir, vienen a caer en
el mismo soniquete, en el formulario que tienen enterrado
ya en el fondo de sus conciencias.
Para ellos, el sufrimiento no conoce la carne donde muerde.
Una Voluntad mayor ha designado con claridad. No sólo
los antiguos miembros. Aquellos familiares que supieron del
torbellino de la angustia, de la persecución inexorable
durante años y años, de la rabia ante el trato
más execrable que cabe hacia la dignidad humana, también
tienen la palabra.
T. B. 0. 59 años. Sevilla. Mujer de un antiguo socio.
Hace 40 años de aquello. Y hoy...
Estos meses, previos a la beatificación del 17 de
mayo, se están oyendo opiniones distintas sobre el
Opus Dei: unas a favor -los de "dentro"-, otras
en contra -los de "fuera".
Ciertamente hay que descubrirse ante las lecciones de humildad
y de verdad que en muchos casos están dando esos
miembros de "fuera", de fuera del Opus Dei, no
de la Iglesia.
Por mi parte he decidido dar mi testimonio. Un testimonio
que arranca de una persona que nunca ha estado vinculada
al Opus Dei, que no pertenece a esa "especie de club",
como se ha publicado en algún medio de comunicación,
refiriéndose a personas que en su día estuvieron
unidas a la Obra. En primer lugar, porque creo que ese club
no existe, y en segundo porque no pertenezco a ningún
club ni a ninguna Organización de este tipo ni de
tipo eclesial. Solamente, y por encima de todo, me siento
creyente de ALGUIEN que se despojó de toda ostentación.
He compartido mi vida, y sigo compartiendo, con una persona
que perteneció al Opus Dei. No he vivido dentro de
la Obra pero sí he compartido, y he sentido, esa
persecución, muchas veces "etérea",
que sufren aquellos que fueron sus miembros.
He conocido las tácticas que se aplican a los "ex"
socios: la calumnia. Lanzar la noticia: "¡Qué
pena tan grande! ¡Alguien está ingresado en
un psiquiátrico!" Cuando ese alguien que había
dejado la Obra hacía varios años estaba casado
y trabajando en su profesión.
La persecución directa: traslados obligados, y no
muy legales, disminución de ingresos al mínimo
provocados por personas pertenecientes al Opus Dei y que
consideraban "era lo adecuado".
La aparición siempre de fantasmas reales que hablaban
de pactos -¿pactos de qué?-, de amenazas veladas.
La frialdad ante los problemas, la risa, la ironía.
La vida no es ningún camino de rosas para los que
fueron miembros del Opus Dei, es un camino sinuoso que va
arrancando jirones al andar. Son sus jirones y los de las
personas que por encima, y a pesar de todo, compartimos
todo con ellos.
Entre las muchas llamadas que he recibido en los últimos
días de padres con hijos en la Obra, felicitándonos
a todas aquellas personas que intentábamos aclarar
"la verdad sobre el Opus Dei", quiero resaltar el
impacto que me causó la de un matrimonio que ha perdido
a sus dos hijos: el primero falleció, y el segundo,
una chica, ingresó en la Obra. Hasta aquí más
o menos normal. Pero ¿cuál fue el asidero principal
para llevar hacia sí a la hija? Los miembros del Opus
Dei usaron el argumento de la muerte de su hermano para hacerle
ver que Dios la había elegido para unirse a ellos.
Desde ese momento, por la forma de proceder, los padres sintieron
que el cariño se había perdido en favor de su
nueva familia espiritual, recurriendo a ellos sólo
para pedirles dinero. Ante la angustia, hablaron con el obispo
de la diócesis, que realizó varias gestiones
ante diversos sacerdotes vinculados a la Institución.
Pero sólo sirvió para provocar un mayor distanciamiento.
Tomaron también la iniciativa de dirigirse a Su Santidad
el Papa, de quien aún esperan respuesta. Insistieron
en pedirme consejo y estudiar de qué manera lograrían
sacarla. Estaban convencidos de que no es una Obra de Dios.
Mi consejo fue escueto: no le den ningún dinero al
Opus Dei.
Y el 17 de mayo de 1992, al filo de las 10.20 de la mañana,
Su Santidad el Papa Juan Pablo II declaraba oficialmente beato
a mi tío Josemaría Escrivá de Balaguer,
pero en su homilía exhortaba a todos los miembros de
la prelatura del Opus Dei a una "más generosa
participación en la vida eclesial, con particular atención
hacia los más pobres y necesitados".
La presencia aproximada de 200.000 miembros, familiares o
simpatizantes de la Obra, en la plaza de San Pedro puede ser
un botón de muestra de su poder económico.
Las oraciones y trabajos que los críticos con el Opus
Dei, con su Fundador y con el proceso de canonización
hemos elevado a Dios Todopoderoso ha movido al Espíritu
Santo a iluminar a Su Santidad al realizar estas manifestaciones.
Que nadie, farisaicamente, rasgue sus vestiduras al leer
que Su Santidad ha podido equivocarse en esta beatificación.
Somos muchos ya los católicos que seguiremos orando
y trabajando en busca de la verdad. Y es muy probable que
Su Santidad, posteriormente, rectifique.
De todos es conocido los esfuerzos que tanto mi tío
Josemaría como sus hijos han venido realizando para
hacer ver que en vida era "un gran santo", ocultando
todo aquello que pudiera oscurecerlo.
Es bien patente y a todas luces vistas el incumplimiento
de los artículos contenidos en la actual legislación
sobre las Causas de los Santos y, por tanto, el citado proceso
está viciado y es necesario la reiniciación
del mismo.
Para finalizar, manifestar el convencimiento de que Su Santidad
el Papa desconoce los tejes y manejes del Opus Dei, sobre
todo de las descalificaciones, injurias y calumnias que lanzan
contra los críticos de esta institución.
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