TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO V. LAS EMOCIONES
INUTILES: CULPABILIDAD Y PREOCUPACIÓN
Si tú crees que sentirte mal
o preocuparte lo suficiente cambiará un hecho pasado
o futuro, quiere decir que resides en otro planeta con un
diferente sistema de realidad.
A lo largo de la vida, las dos emociones más inútiles
son la culpabilidad por lo que se ha hecho y la preocupación
por lo que se podría hacer. Son los grandes despilfarros:
la preocupación y la culpabilidad; la culpabilidad
y preocupación. Al examinar estas dos zonas erróneas,
te irás dando cuenta de lo conectadas que están;
en realidad pueden ser vistas como los extremos opuestos de
la misma zona.
La culpabilidad quiere decir que despilfarras tus momentos
presentes al estar inmovilizado a causa de un comportamiento
pasado, mientras que la preocupación es el mecanismo
que te mantiene inmovilizado ahora por algo que está
en el futuro y que a menudo es algo sobre lo que no tienes
ningún control. Podrás ver esto con claridad
si tratas de pensar en ti mismo como sintiéndote culpable
de algo que aún no ha sucedido.
Aunque una respuesta está dirigida al futuro y la
otra al pasado, ambas sirven el mismo propósito inútil
de mantenerte inquieto o inmóvil en tu momento presente.
Robert Jones Burdette escribió en su obra Golden Day
(El día dorado):
No es la experiencia del día de hoy lo que vuelve
locos a los hombres. Es el remordimiento por algo que sucedió
ayer, y el miedo a lo que nos pueda traer el mañana.
Es fácil ver ejemplos de culpabilidad y preocupación
en todas partes, prácticamente en todas las personas
que encontramos a nuestro paso. El mundo está poblado
por personas que se sienten pésimamente por algo que
no deberían haber hecho o asustados y consternados
por cosas que pueden llegar a pasar. Y probablemente tú
no eres una excepción. Si tienes zonas extensas de
culpa y preocupación, hay que exterminarlas, limpiarlas
y esterilizarlas para siempre. Sácate de encima esas
pequeñas "c" y "p," que infestan
tantos sectores de tu vida.
La culpabilidad y la preocupación son quizá
las dos formas más comunes de angustia en nuestra cultura.
Con la culpa, te fijas en sucesos pasados, te sientes abatido
o molesto por algo que dijiste o hiciste y gastas tus momentos
presentes afligido por comportamientos pasados. Con la preocupación
gastas el valioso presente obsesionándote por algún
suceso futuro. Ya mires atrás o adelante, el resultado
es el mismo. Estás malgastando el momento presente.
El Golden Day de Robert Burdette es realmente "hoy día,"
y él resume la insensatez de la culpabilidad y la preocupación
con estas palabras:
Hay dos días en la semana que nunca me preocupan.
Dos días despreocupados, mantenidos religiosamente
libres de miedos y temores. Uno de esos días es ayer...
y el otro día que no me preocupa es mañana.
EXAMINANDO LA CULPABILIDAD CON MÁS ATENCIÓN
Somos muchos los que hemos sido sometidos a una verdadera
conspiración de culpabilidad en nuestras vidas; una
conspiración no premeditada pero muy eficiente destinada
a convertirnos en verdaderas máquinas culpables. La
máquina funciona de la siguiente manera. Alguien emite
un mensaje destinado a recordarte que has sido una mala persona
por algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste,
hiciste o no hiciste. Tú respondes sintiéndote
mal e incómodo en tu momento presente. Tú eres
la máquina de culpabilidad. Un aparato que respira,
habla, camina y reacciona con cargas de culpabilidad cada
vez que le echan el combustible apropiado. Y debes estar bien
aceitado si has estado totalmente inmerso en nuestra cultura
que es una cultura productora de culpas.
¿Por qué has recibido los mensajes de preocupación
y culpabilidad que te han echado encima todos estos años?
En gran parte porque se considera "incorrecto" que
no te sientas culpable, e "inhumano" que no te preocupes.
Todo está relacionado con la IMPORTANCIA que le des
a los problemas. Si realmente te importa una persona o cosa,
demuestras este interés sintiéndote culpable
por las cosas terribles que has hecho al respecto, o dando
muestras visibles de que su futuro te preocupa. Es casi como
si tuvieras que demostrar tu neurosis para que te clasifiquen
y consideren como a una persona a Quien le importan los demás.
La culpabilidad es, de todas las zonas erróneas de
comportamiento, la más inútil. Es de lejos la
que despilfarra mayor cantidad de energía emocional.
¿Por qué? Porque, por definición, te
estás sintiendo inmovilizado en el presente por algo
que ya pasó. Y no existe culpabilidad por grande que
sea, que pueda cambiar la historia.
LA DIFERENCIA ENTRE LA CULPABILIDAD Y LA
POSIBILIDAD DE APRENDER LAS LECCIONES DEL PASADO.
La culpabilidad no es sólo una preocupación
por el pasado; es la inmovilización del momento presente
en aras de un suceso del pasado. Y el grado de inmovilización
puede abarcar desde una pequeña incomodidad hasta una
severa depresión. Si simplemente estás aprendiendo
lecciones de tu pasado, y prometiéndote evitar la repetición
de algún comportamiento específico, eso no se
llama culpa. Experimentas culpabilidad sólo cuando
este sentimiento te impide actuar ahora porque antes te comportaste
de una cierta manera. Aprender de tus equivocaciones es una
parte sana y necesaria de tu crecimiento y desarrollo. La
culpabilidad es malsana porque gastas inútilmente tu
energía en el presente sintiéndote molesto y
deprimido a causa de un acontecimiento ya histórico.
Y eso es tan inútil como malsano. No hay culpabilidad
por grande que sea, que pueda resolver un solo problema.
LOS ORÍGENES DE LA CULPABILIDAD
Son dos las formas básicas que toma la culpabilidad
para convertirse en parte integrante del mecanismo emotivo
de un individuo. La primera es la culpabilidad aprendida a
muy temprana edad que queda como un residuo infantil en la
personalidad adulta. La segunda es la culpabilidad que ha
sido autoimpuesta por un adulto después de infringir
un código al que se suscribe.
1. La culpa residual: Esta culpa es la reacción emocional
que la gente Lleva consigo desde sus memorias infantiles.
Estos productores de culpa son numerosos y si funcionan en
el caso de los niños, la gente mayor sigue cargando
con ellos en su edad adulta. Algunos de estos residuos implican
amonestaciones como las siguientes:
"Papá no te va a querer si haces eso otra vez."
"Deberías sentirte avergonzado por lo que has
hecho.," (Como si eso te fuera a ayudar.)
"Bueno, muy bien, a fin de cuentas, yo sólo
soy tu madre."
A la persona adulta las implicaciones subyacentes en este
tipo de frases pueden seguir con vigencia cuando desagrada
a su jefe o a otras personas que sirven como imágenes
paternales y maternales.
El intento persistente de lograr el apoyo de estas figuras
está presente y en consecuencia, lo mismo sucede con
la culpa cuando los esfuerzos fracasan.
La culpa residual también aflora en el sexo y en
el matrimonio. Es fácil verlo en los múltiples
remordimientos y en las excusas por comportamientos pasados.
Estas reacciones de culpa se producen porque en la infancia
el niño aprende a ser manipulado por los adultos y
estas mismas reacciones pueden seguir funcionando en el hombre
que ha dejado de ser niño para convertirse en adulto.
2. Culpa autoimpuesta: Esta segunda categoría de
reacción culpable cubre una zona mucho más molesta.
Aquí el individuo se siente inmovilizado por cosas
que ha hecho recientemente pero que no tienen necesariamente
que estar conectadas con algo que pasó en su infancia.
Es la culpabilidad impuesta por sí mismo cuando se
infringe una norma adulta o un código moral adulto.
El individuo puede sentirse mal durante mucho tiempo aunque
el dolor nada puede hacer para cambiar lo que ha sucedido.
Entre las culpas autoimpuestas más típicas está
la de haber reñido con alguien y luego detestarse por
haberlo hecho; o el sentirse emocionalmente nulo debido a
algo que se ha hecho como haberse ido sin pagar en un negocio,
no haber asistido a la iglesia, o haber dicho algo indebido.
De este modo, puedes considerar la culpa como una reacción
a residuos de normas que te fueron impuestas y por las que
aún estás tratando de complacer a alguna ausente
figura de autoridad, o como resultado de tus esfuerzos por
vivir a la altura de normas autoimpuestas que realmente no
te convencen, pero sientes que debes contemporizar con ellas.
En ambos casos, se trata de un comportamiento estúpido
y lo que es más importante, inútil. Puedes
seguir lamentándote hasta el fin de tus días,
pensando en lo malo que has sido, y lo culpable que te sientes,
y ni la más pequeña tajada de culpa podrá
hacer algo para rectificar ese comportamiento. Se acabó
tu culpabilidad es una tentativa de cambiar la historia, de
desear que las cosas no fueran como son. Pero la historia
es así y tú no puedes hacer nada al respecto.
Lo que sí puedes hacer es empezar a cambiar tu actitud
respecto a las cosas que te producen culpa. En nuestra cultura
hay muchas venas de pensamiento puritano que nos envían
mensajes de este calibre: "Si te diviertes, tendrías
que sentirte culpable por ello". Muchas de tus propias
reacciones de culpa autoimpuestas podrían encontrar
su origen en este tipo de pensamiento. Quizás has aprendido
a que no debes satisfacer tus gustos, o que no debes disfrutar
de un chiste verde, o que no debes participar en cierto tipo
de comportamientos sexuales. Si bien los mensajes represores
son muy comunes en nuestra cultura, la culpa que sientes cuando
te estás divirtiendo es puramente autoimpuesta.
Puedes aprender a disfrutar del placer sin sentirte culpable.
Puedes aprender a verte a ti mismo como una persona que es
capaz de hacer cualquier cosa integrada en su propio sistema
de valores sin perjudicar a los demás. Y hacerlo sin
sentir culpa. Si haces algo y te disgustas contigo mismo luego
de haberlo hecho, puedes proponerte evitar ese tipo de comportamiento
en el futuro.
Pero soportar una sentencia de culpa autoimpuesta es un
"viaje" neurótico que te puedes evitar. La
culpabilidad no sirve de ayuda para nada. Por el contrario,
no sólo sirve para inmovilizarte sino que aumenta las
posibilidades de que repitas el mismo comportamiento indeseado
en el futuro. La culpa puede servir de retribución
en sí misma y también de permiso para repetir
el mismo comportamiento. Mientras retengas la posibilidad
de retribución que significa el absolverte a ti mismo
por medio de la culpabilidad, podrás seguir dando vueltas
como un burro atado a la noria sin lograr nada a no ser la
infelicidad del momento presente.
TÍPICAS CATEGORÍAS Y REACCIONES PRODUCTORAS
DE CULPA
Culpa filial en niños de todas las
edades
Una de las maneras de manipular a un niño por medio
de la culpa para que haga algo podría ser más
o menos como la que se usa en el ejemplo siguiente:
Madre: Donny, trae las sillas del sótano porque vamos
a comer en un momento.
Niño: Bueno mamá, en seguida voy; estoy mirando
el partido y lo haré cuando se acabe este tiempo.
Mensaje materno productor de culpa: No importa entonces.
Yo lo haré... con lo que me duele la espalda. Tú
sigue disfrutando el partido.
Donny se imagina a su madre cayéndose por las escaleras
con seis sillas sobre las espaldas. Y él es el responsable.
El tipo de mentalidad de "Yo me sacrifiqué por
ti", es un productor de culpa sumamente eficiente. Aquí
el padre o la madre pueden recordar los momentos difíciles
cuando sacrificaron su propia felicidad a fin de que tú
tuvieras algo. Cuando te recuerdan tus deudas, tú naturalmente
te preguntas cómo puedes ser tan egoísta. Las
referencias a los dolores del parto son uno de los ejemplos
de esta actitud productora de culpa. "Sufrí dieciocho
horas seguidas sólo para traerte a este mundo."
Otra frase muy eficiente es: "Si seguí casada
con tu padre, fue por ti". Están tratando de hacerte
sentir culpable por la infelicidad
matrimonial de tu madre.
La culpa es uno de los métodos más eficientes
que tienen los padres para manipular las acciones de los niños.
"Está muy bien. Nosotros nos quedaremos aquí
solos. Tú ve y diviértete como siempre lo has
hecho. No te preocupes por nosotros.," Este tipo de comentario
sirve mucho para conseguir que llames por teléfono
o vayas de visita a menudo a casa de tus padres. Si le das
vuelta ligeramente podrás oír algo así
como: "¿Qué diablos te pasa? ¿Acaso
te has roto el dedo y no puedes marcar un número de
teléfono?,". Los padres enchufan la máquina
de la culpa y tú te comportas de acuerdo con ella,
vale decir con rencor.
La táctica de "Nos dejaste avergonzados"
es también muy útil. O: "¿Qué
dirán los vecinos?",. Se recurre a las fuerzas
externas para hacerte sentir mal por lo que has hecho y para
evitar que pienses por ti mismo. La táctica de "Si
llegas a fracasar en algo nos dejarás avergonzados"
es un ataque de culpabilidad que puede hacer casi imposible
tu vida normal después de haber experimentado el más
leve fracaso.
La enfermedad de uno de los padres es un superfabricante
de culpa. "Has hecho que me suba la presión."
Alusiones a que "me estás matando" o "provocando
un ataque al corazón" son muy eficientes a la
vez que te culpabilizan por todas las dolencias típicas
de la vejez. Necesitas hombros muy anchos para poder llevar
este tipo de culpa puesto que puede durar toda una vida, literalmente,
y si eres muy vulnerable, puedes incluso llegar a sentirte
culpable de la muerte de uno de tus padres.
La culpa sexual impuesta por los padres es muy común.
Todos los pensamientos o comportamientos sexuales son como
campos fértiles para el cultivo de la culpa. "Dios
no permita que te masturbes. Eso es malo.," Por medio
de la culpa te pueden manipular para que adoptes la actitud
sexual apropiada. "Debería darte vergüenza
leer esas revistas. Ni siquiera deberías tener esos
pensamientos."
La culpabilidad puede estimular ciertos comportamientos
socialmente correctos. "¡Cómo puedes dejarme
avergonzada ante la abuela hurgándote la nariz en público!"
"Olvidaste darle las gracias. Debería darte vergüenza
o ¿es que quieres que nuestros amigos piensen que yo
no te enseño nada?," No obstante, es posible ayudar
al niño a tener un comportamiento social adecuado sin
cargarlo de culpa. Una simple y directa explicación
del porqué ese comportamiento es indeseable es un método
más eficiente. Por ejemplo, si se le dice a Donny que
sus interrupciones constantes son molestas y no dejan conversar
a los mayores se habrá plantado en él la primera
semilla evitando la culpa que acompaña a una frase
como la siguiente: "Tú siempre interrumpes, debería
darte vergüenza, es imposible hablar cuando tú
estás cerca".
Y el sólo hecho de alcanzar la madurez no logra poner
fin a la manipulación filial por medio de la culpa.
Yo tengo un amigo que tiene cincuenta y dos años. Es
un pediatra de origen judío casado con una cristiana.
Aún mantiene en secreto su matrimonio por miedo a que
si se lo dice a su madre "podría matarla,",
lo que en realidad significa que él siente que podría
matarla. Mantiene un apartamento aparte con todos los enseres
necesarios en una casa con el único propósito
de recibir allí todos los domingos a su madre que tiene
ochenta y cinco años. Ella no sabe que él es
dueño de otra casa donde vive seis días a la
semana. Él hace este pequeño juego por miedo
y por la culpa que siente al estar casado con una "shiksa".
Aunque es un hombre maduro en todos los aspectos y que ha
triunfado ampliamente en su propio mundo profesional, sigue
bajo el control de su madre. Todos los días la llama
desde su oficina y vive con ella la fantasía del hijo
soltero.
La culpabilidad asociada a los padres o a la familia es
una de las estrategias más comunes para mantener a
raya a la gente. Los ejemplos que di más arriba sólo
son una pequeña muestra de la infinidad de frases y
técnicas que sirven para ayudar al hijo o la hija a
escoger la culpa (inmovilidad del momento presente por un
suceso del pasado) como tributo a la genealogía.
LA CULPABILIDAD RELACIONADA AL CÓNYUGE O AMANTE
La culpabilidad por el "Si tú me quisieras,"
es una de las maneras eficaces de manipular a un amante. Esta
táctica es particularmente útil cuando uno quiere
castigar a su pareja por algo que ha hecho. Es como si el
amor dependiera de un tipo de comportamiento determinado.
Cada vez que alguien no está a la altura de lo que
se espera de él se puede usar la culpa para hacerlo
volver al redil. Tiene que sentirse culpable de no amar al
otro.
Los resentimientos, los silencios pronunciados y las miradas
doloridas son métodos muy útiles para provocar
la culpa en los demás. "Yo no te voy a hablar,
así aprenderás., O "Ni te me acerques ¿cómo
pretendes que te quiera después de lo que has hecho?"
Esta es una táctica muy usada en los casos en que uno
de los amantes empieza a descarriarse.
A menudo, años después de ocurrido un incidente,
uno de los cónyuges se lo recuerda al otro para ayudarlo
a escoger la culpa del momento presente. "No te olvides
de lo que hiciste en 1951. , O "¿ Cómo
puedo tener confianza en ti cuando me fallaste entonces?"
De esta manera uno de los miembros de la pareja puede manipular
el presente del otro refiriéndose al pasado. Si uno
de ellos ha logrado finalmente olvidarlo, el otro puede recordárselo
periódicamente y así mantener al día
sus sentimientos de culpa por comportamientos pasados.
La culpa es muy útil para conseguir que el partenaire
en el amor se adapte a las demandas y normas del otro. "Si
tuvieras algo de sentido de responsabilidad, me hubieras llamado."
O "Ésta es la tercera vez que he tenido que vaciar
la basura, me imagino que simplemente te niegas a hacer tu
parte,. La meta? El fin de todo esto? Lograr que uno haga
lo que quiere el otro.¿El método? La culpabilidad.
LA CULPABILIDAD INSPIRADA POR LOS NIÑOS
El juego de la culpabilidad filial puede ser invertido.
La culpa es una calle de dos vías y los niños
son tan capaces de usarla para manipular a sus padres como
ellos a sus hijos.
Si un niño se da cuenta de que sus padres no pueden
soportar el verlo sufrir y que se sienten culpables de ser
malos padres, el niño usará a menudo esta culpa
para manipularlos. Una pataleta en el supermercado puede lograr
el caramelo deseado. "El papá de Sally le deja
hacerlo." O sea que el papá de Sally es un buen
padre y tú no. "Tú no me quieres. Si me
quisieras, no me tratarías así.", Y el
extremo: "Seguro que soy adoptado. Mis verdaderos padres
no me tratarían así". Todas estas afirmaciones
llevan el mismo mensaje: tú, como padre, deberías
sentirte culpable por tratarme a mí, tu hijo, de esta
manera.
Los niños, por supuesto, aprenden a usar este comportamiento
destinado a producir sentimientos de culpabilidad en sus padres
al observar cómo los adultos en su mundo lo usan para
conseguir las cosas que ellos quieren. La culpa no es una
manera natural de comportarse. Es una reacción emocional
aprendida que sólo puede ser usada si la víctima
le muestra al explotador que es vulnerable a ella. Los
niños saben cuándo es posible manipular a un
adulto. Si constantemente te recuerdan las cosas que hiciste
o no hiciste por ellos con el fin de lograr lo que quieren,
quiere decir que han aprendido el truco de la culpa. Si tus
niños usan esas tácticas es que las han aprendido
en alguna parte. Y lo más probable es que observándote
a ti.
LA CULPABILIDAD INSPIRADA POR EL COLEGIO
Los maestros son originadores superlativos de culpabilidad,
y los niños, ya que son muy sugestionables, son también
muy fáciles de manipular.
Éstos son algunos de los mensajes de culpa que perturban
la felicidad del momento presente de la gente joven:
"Qué desilusión se va a llevar de ti
tu mamá." "Debería darte vergüenza...
Sacar un insuficiente un niño inteligente como tú."
"¿Cómo puedes hacer sufrir así
a tus padres, después de todo lo que han hecho por
ti? ¿No sabes la ilusión que tienen de que vayas
a Harvard?"
"Fallaste el examen porque no estudiaste, ahora te
fastidias."
A menudo se usa la culpabilidad en los colegios para hacer
que los niños aprendan ciertas cosas o se comporten
de una manera especial. Y recuerda que aunque seas una persona
mayor aún sigues siendo un producto de esos colegios.
OTRAS INSTITUCIONES CAUSANTES DE CULPABILIDAD
La mayor parte de las prisiones operan sobre la teoría
de la culpabilidad. Si una persona pasa bastante tiempo pensando
en lo malo que ha sido, gracias a la culpa llegará
a ser una persona mejor. Las sentencias de cárcel por
delitos no violentos, como pueden ser las evasiones de impuestos,
violaciones de tráfico, infracciones civiles y faltas
por el estilo son ejemplos de este tipo de mentalidad. El
hecho de que un gran porcentaje de los internados vuelva a
cometer infracciones a la ley no ha hecho nada para modificar
o poner en tela de juicio esta creencia.
Quédate encerrado en la cárcel y sufre lo
que has hecho. Este procedimiento es tan caro e inútil
que resulta difícil, casi imposible, explicarlo con
lógica. La explicación ilógica por supuesto,
es que la culpa es una parte tan integral de nuestra cultura
que se ha convertido en la columna vertebral de nuestro código
criminal. En vez de hacer que los infractores de la ley civil
ayuden a la sociedad o paguen sus deudas, tratan de reformarlos
por medio de encarcelamientos productores de culpa que no
benefician a nadie y menos aún al culpable. No hay
sentimiento de culpa por grande que sea que pueda alterar
el comportamiento pasado. Peor aún, las cárceles
no son los sitios más apropiados para aprender las
diversas posibilidades legales de elección. Por el
contrario, fomentan una repetición del delito al amargar
al preso. (La práctica de encarcelar a los criminales
peligrosos para proteger a los demás es otra cosa y
aquí no trataremos ese tema.)
En nuestra sociedad, la práctica de dar propina ha
venido a reflejar, no que el servicio o la atención
es de buena calidad, sino el grado de culpabilidad de la persona
beneficiaria del servicio. Los camareros y camareras eficientes,
los chóferes de taxi, botones y otros empleados domésticos
se han dado cuenta de que la mayoría de la gente no
puede enfrentarse con el sentimiento de culpabilidad que les
produce el no comportarse correctamente, y que darán
la propina establecida sin que esto tenga relación
alguna con la calidad del servicio recibido. Así pues
el gesto ostentoso de la mano estirada, los comentarios desagradables
y las miradas intencionadas están destinados a producir
un sentimiento de culpabilidad y seguidamente, lo más
rápido posible, la gran propina.
El ser desordenado, el fumar y otros comportamientos inaceptables
por el estilo pueden ser motivos de culpa. Si por ejemplo
dejaste caer un cigarrillo o un vaso de papel, la mirada severa
de un extraño puede sumirte en paroxismos de culpabilidad
por haberte comportado de una manera torpe.
En vez de sentirte culpable por algo que ya hiciste, ¿por
qué no decides más bien no volver a comportarte
de una manera antisocial o torpe?
Los regímenes para adelgazar son una actividad cargada
de culpa. El que está haciendo dieta, se come un caramelo
y se siente culpable todo un día recordando su debilidad
de un momento. Si estás tratando de perder peso y caes
en comportamientos contraproducentes, puedes aprender de ellos
y hacer lo posible para ser más eficiente en tu momento
presente. Pero el sentirse culpable y lleno de autorreproches
es una pérdida de tiempo, pues si te sientes así
durante mucho tiempo es muy probable que volverás a
comer en exceso como una manera de salirte de tu dilema, una
manera neurótica por cierto.
LA CULPABILIDAD EN LAS RELACIONES SEXUALES
Quizás el sexo sea la actividad que más culpa
produce en nuestra sociedad. Ya hemos visto cómo los
padres engendran culpa en los niños por hechos o pensamientos
relacionados con el sexo. Y los adultos no se sienten menos
culpables en los asuntos del sexo. La gente se introduce subrepticiamente
en las salas en que se proyectan películas pornográficas
para que los demás no vean lo depravados que son. Mucha
gente no quiere reconocer que disfrutan con ciertas prácticas
sexuales como puede ser el sexo oral y se sienten culpables
de sólo pensar en ello.
Las fantasías sexuales son también productoras
muy eficientes de culpa. Muchas personas se sienten incómodas
por tener tales pensamientos y niegan su existencia en privado,
o incluso en sus sesiones de terapia.
En efecto, si yo tuviese que localizar un centro para la culpabilidad
en el cuerpo humano, lo pondría en el sexo.
Esta es sólo una pequeña lista de las influencias
culturales que conspiran para impulsarte a escoger la culpa.
Ahora echemos una mirada a las retribuciones psicológicas
del sentimiento de culpabilidad. No te olvides que sea cual
sea el dividendo éste será siempre autofrustrante
y recuérdalo la próxima vez que prefieras la
culpa a la libertad.
LAS RETRIBUCIONES PSICOLÓGICAS DE LA ELECCIÓN
DE LA CULPABILIDAD
He aquí las razones más básicas para
escoger el desperdiciar tu presente sintiéndote culpable
por cosas que hiciste o dejaste de hacer en el pasado.
- Si absorbes tus momentos presentes sintiéndote
culpable por algo que ya sucedió, no tendrás
que emplear tu momento actual en actividades eficientes y
provechosas. Simplemente, como muchos comportamientos autofrustrantes,
la culpa es una técnica de evasión que sirve
para impedir que trabajes por ti mismo y en ti mismo en el
momento presente. Así trasladas tu responsabilidad
por lo que eres o no eres ahora a lo que eras o dejabas de
ser en el pasado.
- Al trasladar tu responsabilidad hacia atrás, no
sólo evitas el trabajo pesado que significa cambiarte
a ti mismo ahora, sino también los riesgos que acompañan
dicho cambio. Es más fácil inmovilizarse con
sentimientos de culpa por los sucesos del pasado que emprender
la senda llena de riesgos que lleva a crecer y desarrollarse
en el presente.
- Existe la tendencia a creer que si te sientes lo suficientemente
culpable, a la larga quedarás exonerado de tu mal comportamiento.
Esta retribución de perdón es la base de la
mentalidad carcelaria que describimos arriba, por lo cual
el preso paga sus pecados sintiéndose terriblemente
mal durante un largo período de tiempo. Cuando más
grande haya sido el delito, más largo será el
período que se necesite para lograr el perdón.
- La culpabilidad puede ser el medio de volver a la seguridad
de la niñez; un período cómodo en el
que otros tomaban las decisiones en tu nombre y se ocupaban
de ti. En vez de hacerte cargo de ti mismo en el presente,
confías en los valores de los otros en tu pasado. Y
una vez más la retribución radica en sentirse
protegido del peligro de hacerte cargo de tu propia vida.
- La culpa es una manera muy útil de transferir la
responsabilidad de tu comportamiento hacia los demás.
Es fácil enfurecerse con los demás por la manera
en que te manipulan, y trasladar el enfoque de la culpa de
ti mismo hacia esas otras personas terribles que son tan poderosas
que pueden hacerte sentir lo que quieran, incluso culpable.
- A menudo puedes ganarte la aprobación de la gente,
incluso cuando está de acuerdo con tu conducta, simplemente
sintiendo culpa por ese comportamiento. Puedes haber hecho
algo que transgreda las normas establecidas, pero al sentirte
culpable estás demostrando que sabes muy bien cómo
debes comportarte y que estás haciendo lo posible por
adaptarte.
- La culpa es una espléndida manera de ganarse la
compasión de la gente. Y no importa si el deseo de
compasión demuestra claramente que tienes una pobre
idea de ti mismo. En este caso prefieres que los demás
sientan pena por ti en vez de amarte y respetarte a ti mismo.
Ahí tienes los dividendos más notorios que
podrás lograr si te aferras a la culpa. La culpa, como
todas las emociones autoanulantes, es una elección,
algo que puedes controlar. Si no te gusta y prefieres deshacerte
de ella para quedarte completamente "libre de culpa"
he aquí algunas estrategias que te servirán
para borrar por completo el pizarrón de tu culpa.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA ELIMINAR LA CULPABILIDAD
Empieza a mirar el pasado como algo que jamás puede
modificarse, sientas lo que sientas respecto a él.
;Se acabó! Y cualquiera que sea la culpa que escojas,
no te servirá para cambiar el pasado. Graba esta frase
en tu conciencia: "Mi sentimiento de culpabilidad no
cambiará el pasado ni hará que yo sea una persona
mejor". Este tipo de enfoque te ayudará a diferenciar
la culpabilidad del conocimiento que puedas arrancar al pasado.
- Pregúntate a ti mismo lo que estás evitando
en el presente por culpa del pasado. Al trabajar en este sentido,
eliminarás la necesidad de la culpa.
Un paciente mío que llevaba un tiempo comprometido
en una relación extramatrimonial nos brinda un buen
ejemplo de esta clase de eliminación de culpa. El hombre
decía que se sentía culpable de tener esta relación,
pero seguía dejando a su mujer una vez por semana para
ir a ver a su amante. Le hice notar que la culpa de la que
hablaba era un sentimiento, completamente inútil. No
hacía que su matrimonio mejorara y evitaba que disfrutara
de la relación con su amante.
Podía elegir una de dos cosas. Podía reconocer
que dedicaba su presente a sentirse culpable porque le era
más fácil que examinar de cerca su matrimonio
y hacer algo por él y por sí mismo.
O podría aprender a aceptar su comportamiento. Podía
reconocer que aceptaba las exploraciones sexuales extramatrimoniales
y darse cuenta de que su sistema de valores incluía
ciertos comportamientos que eran censurados por mucha gente.
En cualquiera de los dos casos, él elegiría
eliminar la culpa y cambiar o aceptarse a sí mismo.
- Empieza a aceptar en ti mismo cosas que tú has
escogido pero que le pueden disgustar a cierta gente. Así,
si tus padres, jefe, vecinos, o incluso tu cónyuge,
toman una posición contraria a la tuya en algo puedes
pensar que es muy natural, acuérdate lo que dijimos
anteriormente respecto a la búsqueda de aprobación.
Es necesario que te apruebes a ti mismo; la aprobación
de los demás es agradable pero no viene al caso. Cuando
logres no necesitar aprobación, desaparecerá
la culpa que puedes sentir por el comportamiento que no obtiene
la aprobación de los demás.
- Escribe un diario de culpas y apunta todas las ocasiones
en que te sientes culpable, anotando cuidadosamente por qué,
cuándo y con quién sucede y lo que estás
perdiendo en el presente al angustiarte por el pasado. El
diario te podrá dar sin duda algunas percepciones internas
de tu zona de particular culpabilidad.
Reconsidera tu sistema de valores. ¿ Cuáles
son los valores que realmente aceptas y cuáles los
que solamente finges aceptar? Haz una lista de todos estos
valores falsos y decide vivir según un código
ético determinado por ti mismo y no por uno impuesto
por otra gente.
- Haz una lista de todas las maldades que has hecho en tu
vida.
Imponte clasificaciones de culpa para cada una en una escala
de valores que vaya del uno al diez. Suma los resultados y
constata si hoy te importa que la diferencia sea de cien o
un millón. El momento presente sigue siendo el mismo
y toda tu culpabilidad no es más que una actividad
desperdiciada.
- Evalúa las verdaderas consecuencias de tu comportamiento.
En vez de buscar sentimientos místicos para determinar
las afirmaciones y las negaciones en tu vida, determina tú
mismo si los resultados de tus actos han sido agradables y
productivos para ti.
- Trata de enseñarle a las personas que tienen que
ver con tu vida y que tratan de manipularte por medio de la
culpa de que tú eres muy capaz de enfrentarte con las
desilusiones que les provoque tu comportamiento. Si mamá
empieza con su escena de culpa, "Tú no hiciste
eso" o "Yo iré a buscar las sillas, tú
quédate sentado ahí", aprende a contestarle
de distinta manera, por ejemplo: "Muy bien mamá,
si quieres lastimarte la espalda por unas sillas sólo
porque no puedes esperar unos minutos, supongo que no puedo
hacer nada para evitarlo". El resultado tardará
en llegar pero el comportamiento de aquella gente empezará
a cambiar cuando vean que no te pueden forzar a sentirte culpable.
Una vez que logres desconectar la culpa, la posibilidad de
manipularte y de controlarte emocionalmente habrá desaparecido
para siempre.
- Haz algo que sabes muy bien que te hará sentir
culpable. Cuando vayas a un hotel y te indican un botones
para que te acompañe a una habitación que fácilmente
podrás encontrar tú sólo con tu pequeña
maleta, di que no lo necesitas. Si no te hace caso dile a
este compañero indeseado que está perdiendo
su tiempo y su energía ya que tú no le darás
propina por un servicio que no deseas. O tómate una
semana para estar sólo como siempre has querido hacerlo,
a pesar de las protestas culpabilizantes de los demás
miembros de la familia. Este tipo de comportamiento te ayudará
a enfrentarte con la culpa omnipresente que tantos sectores
de nuestro entorno te ayudan a elegir con tanta eficiencia.
- El diálogo siguiente representa un ejercicio de
interpresentaciones en una sesión de psicoterapia de
grupo que yo dirigía, en la que una chica joven (de
23 años) se enfrentaba con su madre (representada por
otro miembro del grupo) porque quería irse de casa.
La madre usaba todas las posibles respuestas productoras de
culpa para evitarlo. Este diálogo fue el resultado
final de una hora de enseñarle a la hija cómo
capear las frases productoras de culpa de su madre.
Hija: Mamá, me voy de casa.
Madre: Si lo haces me dará un ataque al corazón;
tú sabes lo delicada que estoy y cuánto te necesito
para que me ayudes con la medicina y todo lo demás.
Hija: Estás preocupada por tu salud y crees que , no
te las puedes arreglar sin mí.
Madre: Claro que no. Mira, yo he sido buena contigo todos
estos años y ahora me abandonas. Si eso es todo lo
que te importa tu madre, hazlo, sigue adelante.
Hija: Tú crees que porque me ayudaste de niña
yo debería pagarte quedándome aquí y
no ser independiente y vivir por mi cuenta.
Madre: (Cogiéndose el pecho.) Ahora mismo estoy con
taquicardia. Creo que me voy a morir. Me estás matando,
eso es lo que estás haciendo.
"Hija: ¿Quieres decirme algo antes de irme?
En este diálogo la hija se niega a rendirse ante
los evidentes productores de culpa que le ofrece su madre.
Esta muchacha había sido una verdadera esclava de su
madre y todos los esfuerzos que había hecho antes para
irse de su casa y establecerse por su cuenta habían
chocado con ese tipo de retórica culpabilizante. La
madre estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir
a su hija y ésta tenía que aprender nuevas respuestas,
o resignarse a ser la esclava de su madre y de su culpa por
el resto de sus días. Toma nota cuidadosamente de las
respuestas de la hija. Todas empiezan con referencias a su
madre responsabilizándola por sus propios sentimientos.
Al decir "Tú sientes" en vez de "Yo
siento" se disminuye el potencial de culpa con mucho
tino.
La culpabilidad en nuestra cultura es una herramienta útil
para manipular a los demás y una inútil pérdida
de tiempo. La preocupación, la otra cara de la moneda,
es desde el punto de vista del diagnóstico, idéntica
a la culpa, pero está enfocada exclusivamente hacia
el futuro y a todas las cosas terribles que podrían
llegar a suceder.
OBSERVACIONES RESPECTO A LA PREOCUPACIÓN
¡No hay de qué preocuparse! ¡Absolutamente
nada! Puedes pasarte el resto de tu vida, empezando ahora
mismo, preocupado por el futuro, y por mucho que te preocupes,
no cambiarás nada. Recuerda que la preocupación
ha sido definida como el sentimiento que te inmoviliza en
el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el futuro.
Debes tener cuidado en no confundir la preocupación
con el hacer planes para el futuro. Si estás haciendo
planes para el futuro y la actividad del momento presente
puede contribuir a que ese futuro sea mejor esto no es preocupación.
Sólo es preocupación cuando de alguna manera
te encuentras inmovilizado en el presente por algún
acontecimiento que puede suceder en el futuro.
Así como nuestra sociedad alienta y da alas a la
culpa, también fomenta la preocupación. Una
vez más todo empieza con la falacia de parangonar la
preocupación con el amor. Si quieres a alguien, es
el mensaje, debes preocuparte por él. Oirás
frases como "Por supuesto que estoy preocupado por ella;
es natural cuando quieres a alguien" o "No puedo
dejar de preocuparme porque te quiero". Así pruebas
tu amor preocupándote suficientemente en el momento
apropiado.
La preocupación es endémica en nuestra
cultura. Casi todo el mundo pierde una increíble cantidad
de momentos presentes preocupándose por el futuro.
Y todo ello no sirve para nada. Ni un solo momento de preocupación
logrará mejorar las cosas. Peor aún, es muy
posible que la preocupación anule tu eficacia en el
presente. Más aún, la preocupación
no tiene nada que ver con el amor que debe ser una relación
en la que cada persona tiene el derecho de ser lo que elige
ser sin condiciones impuestas por la otra persona.
Imagínate que estás en el año 1860
al principio de la Guerra de Secesión. El país
se moviliza para la guerra y hay aproximadamente treinta y
dos millones de personas en los Estados Unidos. Cada una de
estos treinta y dos millones de personas tiene miles de cosas
en que preocuparse y pasan muchos momentos presentes angustiados
por el futuro. Se preocupan por la guerra, el precio de los
alimentos, las inundaciones, la economía, por las mismas
cosas que siguen preocupándote hoy en día. En
1975, unos 115 años más tarde, todos esos que
tanto se preocupaban están muertos y si sumamos todas
sus preocupaciones, veremos que ni esa inmensa cantidad de
preocupación logró cambiar ni un momento de
lo que ahora es historia. Lo mismo es cierto en lo que respecta
a los momentos en que más te has preocupado por el
futuro. Cuando la tierra esté poblada por un personal
completamente diferente, ¿crees que alguno de tus momentos
de preocupación habrán logrado cambiar algo,
hacer que algo sea distinto a lo que fue? No. Y alguno de
esos momentos de preocupación hacen que las cosas sean
distintas hoy en día, en el sentido de cambiar las
cosas que te preocupan? Otra vez, no. Entonces ésta
es una de las zonas que debes ordenar, puesto que estás
desperdiciando esos preciosos momentos presentes en comportamientos
que no te brindan retribuciones positivas.
Gran parte de tu preocupación se refiere a cosas
sobre las que no tienes absolutamente ningún control.
Puedes preocuparte todo lo que quieras sobre la guerra, o
la economía, o posiblemente las enfermedades, pero
la preocupación no nos traerá la paz ni la prosperidad
ni buena salud. Como individuo, tienes muy poco control sobre
cualquiera de esas cosas. Además, la catástrofe
que tanto te preocupa a menudo resulta ser menos horrible
en la realidad de lo que fue en tu imaginación.
Yo traté a Harold, que tenía cuarenta y siete
años, durante varios meses. Estaba preocupado porque
podía despedirlo de su trabajo y entonces no podría
mantener a su familia. Era un ser compulsivo que se preocupaba
compulsivamente. Empezó a perder peso, no podía
dormir y enfermaba a menudo. En las sesiones de terapia, hablamos
sobre la inutilidad de la preocupación y sobre el modo
que podía elegir para estar contento. Pero Harold era
un preocupado de verdad y sentía que era su diaria
responsabilidad el preocuparse por los desastres que podían
ocurrir. Finalmente, después de angustiarse durante
meses, recibió su notificación de despido y
se quedó sin empleo por primera vez en su vida. Al
cabo de tres días, encontró otro trabajo que
no sólo era mejor pagado sino que le brindaba muchas
más satisfacciones. Había usado su fuerza compulsiva
para encontrar el nuevo empleo. La búsqueda fue rápida
y sin tregua. Y toda su preocupación anterior resultó
inútil. Su familia no se murió de hambre y Harold
no se desplomó. Como la mayor parte de los cuadros
sombríos de nuestra imaginación, el cambio resultó
más beneficioso que terrible. Harold experimentó
en carne propia la inutilidad de la preocupación, aprendió
de primera mano lo inútil que resulta preocuparse y
ha empezado a adoptar una actitud más despreocupada
para su vida.
En un ensayo muy inteligente y divertido publicado por The
New Yorker, titulado "Busca lo Imbuscable", Ralph
Shoenstein hace una sátira de la preocupación:
¡Menuda lista! ¡Algo viejo y algo nuevo, algo
cósmico y sin embargo algo trivial también,
pues el preocupado creativo debe siempre combinar lo pedestre
con lo inmemorial. Si se apaga el sol, ¿podrán
los METSs cumplir todos sus compromisos nocturnos ?
Si reviven algún día a los seres humanos que
han sido congelados criogénicamente, ¿tendrán
que volver a inscribirse en el registro electoral?
Y si desaparece el dedo pequeño del pie, valdrán
menos los goles en la Liga Nacional de Fútbol?
Puede que seas de los que se preocupan como profesionales
de la preocupación, produciendo todo tipo de stress
innecesario y de ansiedad en tu vida a consecuencia de las
opciones que haces por el hecho de preocuparte por todo tipo
de cosas. O puede que seas uno de los angustiados de talla
menor que se preocupa sólo de sus propios problemas.
La lista siguiente presenta las respuestas más comunes
a la pregunta "¿Qué es lo que te preocupa?"
TÍPICOS COMPORTAMIENTOS DE PREOCUPACIÓN
EN NUESTRA CULTURA
Reuní los datos siguientes de un grupo de unas doscientas
personas que asistieron a una conferencia una tarde. Los denomino
"la hoja de la preocupación", y puedes darte
"puntajes de preocupación," parecidos a los
"puntajes de culpa" de los que hablamos antes. No
están colocados en orden de frecuencia o importancia.
Las oraciones entre paréntesis representan los tipos
de frases que justifican la preocupación.
TU LISTA DE PREOCUPACIONES
Yo me preocupo de..
1. Mis hijos. ("Todo el mundo se preocupa de sus hijos,
no sería muy buen padre si no me preocupara de mis
hijos, ¿no es verdad?")
2. Mi salud. ("Si no te preocupa tu salud, te puedes
morir en cualquier momento.")
3. La muerte ("Nadie quiere morirse. La muerte preocupa
a todos.")
4. Mi trabajo ("Si no te preocupa tu trabajo, puedes
perderlo.")
5. La economía. ("Alguien tiene que preocuparse;
al presidente parece que no le importa nada.")
6. Un ataque al corazón. ("A todo el mundo le
da un ataque al corazón, ¿no es cierto?"
"El corazón se te puede detener en cualquier momento".)
7. La seguridad. ("Si no te preocupa la seguridad puedes
terminar en un asilo o viviendo de la caridad pública.")
8. La felicidad de mi marido o mujer. ("Dios sabe lo
que me preocupa su felicidad, aunque no me lo reconozcan.")
9. ¿Estaré haciendo bien las cosas? ("Siempre
me preocupa hacer las cosas bien, y así estoy tranquilo.")
10. Tener un niño sano si estás embarazada.
("Todas las futuras mamás se preocupan de eso.")
11. Precios. ("Alguien se tiene que preocupar por los
precios antes que suban tanto que desaparezcan de nuestra
vista.")
12. Accidentes. ("A mí siempre me preocupa que
mi mujer/marido o mis hijos puedan sufrir un accidente; es
natural ¿no es cierto?")
13. Lo que piensan los demás. ("Me preocupa
que mis amigos no me quieran.")
14. Mi peso. ("Nadie quiere ser gordo; por tanto es
natural que me preocupe la posibilidad de recuperar el peso
que perdí.")
15. Dinero. ("Nunca nos alcanza el dinero, y me preocupa
que algún día no tendremos nada y tendremos
que vivir de la caridad o del estado.")
16. Que se me estropee el coche. ("Es un cacharro viejo
y voy en el por la autopista y por supuesto que me preocupa
pensar que puede tener una avería y lo que pasaría
si la tuviera.")
17. Mis cuentas. ("Todo el mundo se preocupa de pagar
sus cuentas. Uno no sería humano si no se preocupara
de pagar sus cuentas.")
18. La muerte de mis padres. ("No sé qué
haría si se murieran mis padres; me enfermo de sólo
pensarlo. Me preocupa quedarme solo y creo que no podría
arreglármelas.")
19. Irme al Cielo o ¿qué pasa si no hay Dios?
("No puedo soportar la idea de que no haya nada.")
20. La meteorología. ("Hago planes para salir
de picnic y de repente llueve. Me preocupa que no haya nieve
si vamos a esquiar.")
21. Envejecer. ("Nadie quiere envejecer y, no me tomes
el pelo, a todo el mundo le preocupa.")
22. Viajar en avión. ("Se oye hablar de tantos
accidentes")
23. La virginidad de mi hija. ("A todo padre que quiere
a su hija le preocupa que puedan hacerla sufrir o que se meta
en algún lío.")
24. Hablar en público. ("Me paralizo cuando
tengo que hablar ante mucha gente y me muero de preocupación
antes de hacerlo.")
25. Cuando mi cónyuge no me llama. ("A mí
me parece normal preocuparse cuando uno no sabe dónde
está la persona que ama, o de si tiene algún
problema.")
26. Ir a la ciudad. ("Quién sabe lo que va a
pasar cada vez que una va a esa jungla. A mí me preocupa
cada vez que voy" "Siempre me preocupa conseguir
un sitio para el coche.")
- Y quizás el más neurótico de todos...
27. No tener nada de qué preocuparse. ("Simplemente
no me puedo quedar tranquilo cuando todo parece andar sobre
ruedas. Me preocupa no saber lo que va a pasar.")
Esta es la hoja de preocupaciones colectiva en nuestra cultura.
Puedes darle puntajes de preocupación a los que te
parecen más aplicables a tu caso, sumar el total y
no importa cuál sea el resultado, siempre será
cero.
El párrafo siguiente ilustra el alcance de la preocupación
en nuestro mundo. Está sacado de un artículo
del Newsday (3 de mayo, 1975) que trataba sobre el seguro
de accidentes hospitalarios.
West Islip.- Dos funcionarios del Consejo del Hospital de
Nassau-Suffolk advirtieron ayer al público que los
que están preocupados por los problemas que puede crear
la crisis del seguro de accidentes ( si los médicos
dejan de atender a los pacientes totalmente o atienden sólo
los casos de emergencia) no se han preocupado lo suficiente.
Esto es un llamamiento para que la gente pase más
tiempo preocupada por un problema determinado. ¿Cómo
es posible que siquiera se publique una nota de este tipo?
La respuesta es que nuestra cultura de más importancia
a la preocupación que a la acción. Si todos
los que tienen algo que ver con el asunto se preocuparan mucho
más, quizá podría llegar a solucionarse
el problema.
Para eliminar la preocupación es necesario comprender
la razón que la respalda. Si la preocupación
tiene importancia en tu vida, puedes estar seguro que tiene
muchos antecedentes históricos en que apoyarse. Pero
¿cuales son las retribuciones ? Las retribuciones son
muy similares a los dividendos neuróticos que te proporciona
la culpa como la preocupación son comportamientos autoanulantes
que únicamente varían en un sentido temporal.
La culpa está enfocada en el pasado; la preocupación
en el futuro.
LAS RETRIBUCIONES PSICOLÓGICAS DE LA PREOCUPACIÓN
- La preocupación es una actividad del momento presente.
De este modo, si gastas tu vida actual inmovilizado por la
preocupación que te inspira el futuro, puedes evitar
el presente y lo que en él haya de amenaza. Por ejemplo,
yo pasé el verano de 1974, en Karamursel, Turquía,
dando clases y escribiendo un libro sobre psicoterapia. Mi
hija, que tenía siete años en aquel entonces,
se había quedado en Estados Unidos con su madre. Y
a pesar de que me encanta escribir, encuentro que es una labor
difícil y muy solitaria que requiere mucha autodisciplina.
Cuando me sentaba frente a mi máquina de escribir con
el papel en su sitio y los márgenes puestos, me daba
cuenta de pronto que mis pensamientos habían volado
hacia la pequeña Tracy Lynn. ¿ Qué pasará
si sale a andar en bicicleta por la calle y no mira por dónde
va? Espero que la estarán vigilando si está
en la piscina porque ella es bastante descuidada. Sin darme
cuenta había pasado una hora y yo la había gastado
preocupándome. Y todo en vano por supuesto. Pero ¿era
realmente en vano? Mientras pudiese gastar todos mis momentos
presentes preocupándome, no tenía que luchar
con las dificultades que se me presentaban cuando trataba
de escribir. Y ésta era una retribución estupenda
realmente.
- Puedes evitar tener que correr riesgos usando tus preocupaciones
como excusa para inmovilizarte. ¿Cómo vas a
poder actuar si estás preocupado con tu problema del
momento presente? "No puedo hacer absolutamente nada;
estoy tan preocupado." {ésta es una queja muy
común que te mantiene inmóvil evitando el riesgo
que significa la acción.
- Puedes autodenominarte como una persona cariñosa
o amante porque te preocupas por los demás. La preocupación
demuestra que eres un buen padre, una buena esposa o lo que
seas. Es un dividendo estupendo pero malsano y que carece
de lógica.
- Las preocupaciones son muy útiles para justificar
ciertos comportamientos autofrustrantes. Si eres gordo, seguro
que comes de más cuando estás preocupado, por
lo que tienes una razón estupenda para aferrarte al
comportamiento angustioso producido por las preocupaciones.
Igualmente, verás que fumas más en situaciones
difíciles y puedes usar tu angustia y tu preocupación
para no dejar de fumar. Este mismo sistema de retribución
neurótica es aplicable a otras zonas como el matrimonio,
el dinero, la salud y cosas por el estilo. La preocupación
te ayuda a evitar el cambio. Es más fácil preocuparse
por los dolores que tienes en el pecho que correr el riesgo
de averiguar la verdad y consecuentemente tener que habértelas
contigo mismo.
- Las preocupaciones impiden que vivas tu vida. Los angustiados
se quedan quietos preocupándose por todo mientras las
personas activas y positivas tienen la necesidad de moverse.
La preocupación es un recurso muy hábil que
sirve para mantenerte inactivo y ciertamente es mucho más
fácil angustiarse aunque menos estimulante y agradable,
que ser una persona activa comprometida con las cosas.
- Las preocupaciones pueden provocar úlceras, hipertensión,
calambres, dolores de cabeza, dolores de espalda y muchas
dolencias por el estilo. Y aunque éstas no parecen
retribuciones, obtienen como resultado mucha atención
de parte de la demás gente y también mucha autocompasión.
Y mucha gente prefiere ser compadecida que realizarse.
Ahora que comprendes cuál es el sistema psicológico
de apoyo que está detrás de tu preocupación,
podrás empezar a proyectar algunos esfuerzos estratégicos
que te servirán para deshacerte de los molestos microbios
de la preocupación que se incuban en esta zona errónea.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA ELIMINAR LA PREOCUPACIÓN
Empieza a ver tus momentos presentes como un tiempo para
vivir en vez de obsesionarte por el futuro. Cuando te
pilles angustiándote, pregúntate a ti mismo:
"¿De qué me estoy evadiendo al gastar este
momento en preocupaciones?". Entonces empieza a atacar
lo que estás evitando o lo que sea que te impulsa a
evadirte. El mejor antídoto para la preocupación
es la acción.
Un paciente mío muy propenso a la angustia, me relató
uno de sus últimos triunfos al respecto. Durante su
estadía en un lugar de veraneo, entró en una
sauna una tarde. Allí se encontró con un señor
que simplemente no podía tomarse unas vacaciones y
olvidarse de sus problemas. Este señor habló
largo y tendido sobre todas las cosas que debían preocupar
a mi paciente. Habló de la Bolsa, pero dijo que no
había que preocuparse de las fluctuaciones de corto
alcance. Dentro de seis meses habría un colapso total
y eso sí que era para preocuparse. Mi paciente se enteró
bien de cuáles eran las cosas de las que tendría
que preocuparse y se fue. Jugó al tenis durante una
hora, disfrutó jugando al fútbol con unos niños
un rato, participó con su esposa en un campeonato de
ping pong en el que ambos se divirtieron muchísimo
y finalmente unas tres horas más tarde volvió
al vestuario a ducharse. Su nuevo amigo seguía allí
angustiándose, y empezó inmediatamente a enumerar
una serie de cosas más que merecían preocupación.
Mientras tanto mi cliente había pasado sus momentos
presentes estimulantemente vivo, mientras que el otro había
consumido los suyos preocupado por diferentes asuntos. Y ninguno
de los dos tuvo ninguna influencia sobre los valores de la
Bolsa.
- Reconoce lo absurdo que resulta la preocupación.
Pregúntate a ti mismo una y otra vez: "¿Habrá
algo que llegue a cambiar como resultado de mi preocupación?".
- Date a ti mismo períodos cada vez más cortos
de "tiempos de preocupación". Dedica diez
minutos por la mañana y diez por la tarde para preocuparte;
considéralos como tus segmentos de preocupación.
Usa esos períodos para angustiarte por todos los posibles
desastres que te quepan en ese espacio de tiempo. Entonces,
usando tu habilidad para controlar tus propios pensamientos,
posterga cualquier posible preocupación hasta que te
llegue el próximo "tiempo de preocupación".
Rápidamente te darás cuenta de lo disparatado
que es emplear el tiempo de esta manera y a la larga eliminarás
totalmente tu zona de preocupación.
- Haz una lista de preocupaciones anotando todas las cosas
que te preocupaban ayer, la semana pasada e incluso el año
pasado. Verifica si tus preocupaciones hicieron algo por ti.
Averigua también si algunas de las cosas que te preocupaban
llegaron a suceder. Pronto te darás cuenta de que la
preocupación es una actividad doblemente inútil
y vana. No hace nada para modificar el futuro. Y la posible
catástrofe resulta a menudo muy inferior a lo esperado
e incluso un hecho beneficioso cuando sucede.
¡Preocúpate sin más! Trata de demostrarlo
cuando sientas que estás a punto de preocuparte. Esto
es, detente, dirígete a alguna persona y le dices:
"Míreme, estoy a punto de preocuparme". La
otra persona no sabrá qué decir, se sentirá
completamente confundida ya que tú probablemente no
sabrás cómo demostrar eso que haces tan bien.
- Hazte a ti mismo esta pregunta eliminadora de preocupaciones:
"¿Qué es lo peor que me puede pasar a mí
(o a ellos) y qué posibilidades hay de que ocurran?".
Descubrirás de esta manera el absurdo de las preocupaciones.
- Escoge deliberadamente un comportamiento que esté
en conflicto con tus zonas habituales de preocupación.
Si eres de los que ahorra compulsivamente para el futuro,
preocupándole siempre de si tendrá suficiente
dinero para el día de mañana, empieza a usar
tu dinero hoy mismo. Haz como el tío rico que escribió
en su testamento: "Gozando de excelente salud física
y mental, gasté todo mi dinero en vida".
- Empieza a abordar tus miedos con pensamientos y comportamientos
productivos. Hace poco una amiga mía pasó una
semana en una isla cerca de la costa de Connecticut. A esta
mujer le encanta hacer largos paseos y muy pronto descubrió
que la isla estaba llena de perros que habían dejado
en libertad. Decidió que lucharía con su miedo
y preocupación de que la mordieran o incluso de que
la hicieran pedazos, el desastre total y definitivo. Llevaba
una piedra en el bolsillo (seguro contra accidentes) y decidió
no dar muestras de miedo cuando se le acercaran los perros.
Incluso rehusó disminuir la marcha cuando los perros
empezaban a gruñir y se dirigían hacia ella.
Y los perros al ver que alguien rehusaba asustarse ante sus
embates, desistían y se alejaban corriendo. Yo no estoy
abogando por una conducta que puede resultar peligrosa, pero
creo que plantar cara en forma positiva al miedo o la preocupación
puede ser la mejor manera de hacerla desaparecer de tu vida.
Ésas son algunas técnicas que te pueden servir
para eliminar la preocupación de tu vida. Pero el arma
más eficiente que puedes tener para terminar con la
preocupación es tu propia determinación de borrar
este comportamiento neurótico de tu vida.
ÚLTIMOS PENSAMIENTOS SOBRE LA CULPA
Y LA PREOCUPACIÓN
El momento presente es la clave para comprender tus actividades
de culpa y preocupación. Aprende a vivir ahora,
en el presente, y a no desperdiciar tus momentos actuales
en pensamientos inmovilizantes sobre el pasado o el futuro.
No hay otro momento en el que sea posible vivir más
que el presente, el ahora, y todas tus preocupaciones y culpas
tan inútiles se hacen en el exclusivo momento presente.
En Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
habló de la vida en el presente.
"La regla es, mermelada mañana, y mermelada
ayer... pero nunca mermelada hoy."
"Alguna vez tiene que ser "mermelada hoy día",
objetó Alicia.
Y tú ¿qué me dices? Puesto que tiene
que llegar a ser algún día, ¿por qué
no hoy?
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