TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO XI. ADIÓS
A LA IRA
El único antídoto para
la ira es la eliminación de la frase interna "Si
sólo fueras más parecido a mi".
¿Tienes mal genio? Tal vez aceptes la ira como parte
integrante de tu vida, pero ¿reconoces , que de hecho
no sirve a ningún fin útil? Quizá justificas
tu mal humor diciendo cosas como "Es muy humano"
o "Si no me desahogo expresándolo me lo guardaré
dentro mío y se me convertirá en una úlcera".
Pero la ira, el mal humor es una parte de ti mismo que no
te gusta y, casi está de más decirlo, tampoco
le gusta a la demás gente.
La ira no es algo "muy humano". No tienes por
qué sentirla, y no sirve a ninguno de los propósitos
relacionados con el que tú seas una persona feliz y
realizada. Es una zona errónea, una especie de gripe
psicológica que te incapacita igual que puede hacerlo
una enfermedad.
Definamos el término ira. En el sentido que lo usamos
en este capítulo se refiere a una reacción inmovilizante,
una reacción que se experimenta cuando nos falla algo
que esperábamos, algo con que contábamos. Toma
la forma de rabia, hostilidad, de agresión contra alguien
o incluso de silencio amenazante. No se trata simplemente
de un enfado o irritación. Una vez más la palabra
clave es inmovilidad. La ira es inmovilizante y por lo general
proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes
a lo que realmente son.
La ira es una elección y un hábito. Es una
reacción aprendida ante la frustración y a resultas
de la cual te comportas como preferirías no hacerlo.
De hecho, la ira profunda es una forma de locura. Se es loco
cuando no se puede controlar el propio comportamiento. Así
pues, cuando estás enfadado y pierdes el control, sufres
una locura temporal.
La ira no tiene retribuciones ni compensaciones psicológicas.
Tal como la definimos aquí, la ira es debilitante.
Físicamente puede producir hipertensión, úlceras,
urticaria, palpitaciones cardíacas, insomnio, cansancio
e incluso enfermedades cardíacas. Psicológicamente,
la ira acaba con las relaciones afectivas; interfiere con
la comunicación; conduce a la culpabilidad y la depresión
y en general interfiere con tu vida. Quizá te sientas
escéptico ante esto, puesto que siempre has oído
decir que es más sano expresar la ira que guardarla
embotellada dentro de ti. Sí, realmente la expresión
de tu ira es más saludable que su represión.
Pero existe una postura aún más sana: no sentir
esa ira en absoluto. En este caso, no tendrás que enfrentarte
con el dilema de si será mejor echarla fuera o guardarla
adentro.
Como todas las emociones, la ira es un resultante del pensamiento.
No es algo que simplemente te sucede. Cuando te enfrentas
con circunstancias que no van por donde tú quisieras
que vayan, te dices a ti mismo que las cosas no deberían
ser así (frustración) y entonces eliges la acostumbrada
reacción de enfado que sirve a un propósito.
(Véase la sección de retribuciones más
adelante en este mismo capítulo.) Y mientras aceptes
la ira como parte de lo que significa ser un ser humano, tendrás
razón en aceptarla y en evitar ocuparte de su eliminación.
Sin la menor duda, desfoga tu ira, desahógate, déjala
salir en formas que no sean destructivas (si sigues decidido
a conservarla). Pero empieza a pensar en ti mismo como en
alguien que puede aprender a pensar de manera diferente cuando
se siente frustrado, de modo que la ira inmovilizante pueda
ser reemplazada por emociones más gratificantes y positivas.
Lo más posible es que seguirás sintiendo rabia,
irritación y desilusión, ya que el mundo no
será nunca como tú quieres que sea. Pero la
ira, esa respuesta emocional tan perjudicial, puede ser eliminada.
Es posible que defiendas el caso de la ira porque te sirve
para conseguir lo que quieres. Bueno, observa la cosa con
un poco más de atención. Si lo que quieres decir
es que si levantas la voz o pones cara de furia te ayudará
a evitar que tu hija de dos años juegue en la calle
donde puede hacerse daño, entonces levantar la voz
es una estrategia excelente. Sólo se convierte en ira
cuando te sientes realmente perturbado, cuando te acaloras
y aumentan las pulsaciones de tu corazón, cuando arrojas
objetos y quedas inmovilizado en general por un tiempo, cualquiera
que sea. No dejes de seleccionar estrategias personales que
reforzarán el comportamiento apropiado, pero no aceptes
todo el dolor interno que esto puede significar. Puedes aprender
a pensar de esta manera: "El comportamiento de la niña
es peligroso para ella. Quiero hacerla ver que no se tolerará
que juegue en la calle. Levantaré la voz para demostrarle
la fuerza de mis sentimientos al respecto. Pero no me enfadaré".
Considera a una madre típica que no puede realizar
este despliegue controlado de enfado. Se siente constantemente
molesta por el mal comportamiento reiterado de sus hijos.
Pareciera como que mientras más se molesta ella, peor
se portan ellos. Los castiga; los manda a su habitación;
grita constantemente y está casi siempre en estado
de irritación, como "en pie de guerra", cuando
trata con sus hijos. Su vida como madre es una batalla. Lo
único que sabe es gritar y por las noches se siente
destrozada emocionalmente, agotada al cabo de un día
en el campo de batalla.
Entonces ¿por qué se portan así los
niños cuando saben cómo va a reaccionar mamá?
Porque la ironía de la ira es que nunca logra cambiar
a los demás: sólo consigue intensificar el deseo
de la otra persona de controlar a la persona enfadada. Escucha
lo que dirían los niños de quienes ahora hablamos
si pudieran formular sus motivos para portarse mal.
"¿Ves lo que hace enfurecer a mamá? No
tienes más que decir esto, o hacer esto otro, y podrás
controlarla haciendo que le de uno de sus ataques. Puede que
te tengas que quedar encerrado en tu habitación unas
horas o unos momentos, ¡pero mira lo que consigues!
¡El total dominio emocional de su persona y a precio
tan bajo! Ya que tenemos tan poco poder sobre ella, hagamos
esto más a menudo y veremos cómo se enloquece
con nuestro comportamiento."
La ira, cuando se usa en cualquier tipo de relación,
impulsa a la otra persona a que siga actuando como lo ha hecho
hasta ahora. Si bien el provocador aparenta estar asustado,
por otro lado sabe muy bien que puede enfadar a la otra persona
cuando quiera, y de esa manera ejercer sobre ella el mismo
tipo de autoridad vengativa que cree tener el iracundo.
Cada vez que eliges enfadarte debido al comportamiento de
otra persona, la estás privando de su derecho de ser
lo que ella escoja. Dentro de tu cabeza está la frase
neurótica: "Por qué no eres más
parecido a mí? Entonces te querría y me gustarías
en vez de enfadarme". Pero los demás no serán
nunca como tú quieres que sean, todo el tiempo por
lo menos. Gran parte del tiempo las cosas y la gente serán
distintas a lo que tú quisieras que fueran. Así
es el mundo. Y la posibilidad de cambiarlo es nula. De modo
que cada vez que optas por la rabia cuando te enfrentas con
alguien o con algo que no te gusta, optas a la vez por dejarte
herir o inmovilizarte de alguna manera por culpa de la realidad.
Ahora bien, eso es una tontería. Molestarte por cosas
que no van a cambiar nunca. En vez de escoger la ira, puedes
empezar a pensar en los demás como en seres que tienen
derecho a ser diferentes a lo que tú quisieras que
fueran. Puede que no te guste que así sea, pero no
tienes por qué enfadarte por ello. La ira sólo
los alentará a seguir siendo como son y te provocará
todas las tensiones físicas y las torturas mentales
que describimos antes. La elección está en tus
manos realmente. La ira o un nuevo enfoque que te ayude a
eliminar la necesidad de la ira.
Quizá te ves a ti mismo en el campo contrario, esto
es, alguien que siente mucha rabia, pero que nunca ha tenido
el valor de expresarla. Te la guardas y nunca dices nada,
trabajándote esas dolorosas úlceras y viviendo
tus momentos presentes con gran cantidad de ansiedad. En realidad
no eres la otra cara de la persona que chilla y despotrica.
Tienes las mismas frases en tu cabeza respecto a la gente
y las cosas, que deberían ser como tú quieres.
Si lo fueran, ése es tu razonamiento, no sentirías
rabia, no te enfadarías. Ésta es una lógica
equivocada y el secreto para deshacerte de tus tensiones radica
en destruirla. Aunque quieras aprender a expresar tu furia
contenida en vez de guardártela, la meta final debe
ser aprender a pensar en forma diferente para no crear esa
furia. Pensamientos internos como éste: "Si él
quiere hacer el tonto, yo no voy a elegir molestarme por ello.
Es él, no yo, el que se comporta de esa manera estúpida".
O, "Las cosas no funcionan como yo creo que deberían
hacerlo. Y aunque no me gusta, no voy a dejarme inmovilizar
por ello". Aprender a expresar tu ira con valentía
por medio de nuevas formas de comportamiento como las que
hemos tratado en este libro, será un buen primer paso.
Luego, pensar de forma diferente que te ayude a trasladarte
del compartimento externo de tu salud mental al interno. El
rehusar apoderarte del comportamiento de cualquier otra persona
es el último paso, el objetivo final. Puedes aprender
a evitar que el comportamiento y las ideas de otra gente tengan
el poder de perturbarte y molestarte.
Al tener una buena opinión de ti mismo y negarte
a que te controlen los demás, no te perjudicará
ni lastimará la ira.
LA POSESIÓN DEL SENTIDO DEL HUMOR
Es imposible enfadarse y reírse al mismo tiempo.
La rabia y la risa se excluyen mutuamente y tú tienes
el poder suficiente como para escoger cualesquiera de las
dos.
La risa es el rayo de sol del alma. Y sin sol nada puede
crecer ni vivir. Como dijo Winston Churchill:
Creo firmemente que no se puede tratar con las cosas más
serias de este mundo a menos que uno comprenda las más
divertidas.
Quizá te tomes la vida demasiado en serio. Tal vez
la característica más acusada de la gente sana
es un sentido del humor sin hostilidad. Un excelente remedio
para la ira es ayudar a los demás a elegir la risa
y aprender uno mismo a echarse para atrás y observar
la incongruencia de casi todas las situaciones de la vida.
Dentro del esquema de las cosas de este mundo, lo que tú
haces y el hecho de que estés enfadado o no, provocará
un impacto similar al que puede producir un vaso de agua volcado
sobre el torrente de las cataratas del Niágara. Que
escojas la rabia o la risa no importa mucho, salvo que la
primera colmará tus momentos presentes de tristeza
y la segunda de alegría.
Tan en serio te tomas a ti mismo y a la vida que no puedes
echarte atrás y darte cuenta de lo absurdo que es tomar
algo de forma tan solemne?
No reírse es un indicativo patológico. Cuando
empieces a ponerte demasiado serio y sensato en lo que a ti
respecta o en lo que haces, recuérdate a ti mismo que
no tienes más tiempo que éste. ¿Qué
sacas con desperdiciar tu presente estando enfadado cuando
la risa sienta tan bien?
Hay que reírse por el mero placer de la risa. Es
en sí misma su propia justificación. No tienes
que tener ningún motivo especial para reírte.
Hazlo simplemente. Obsérvate a ti mismo y a los demás
en este mundo insensato y decide entonces si andarás
por ahí cargado de ira o si desarrollarás más
bien un sentido de humor que te otorgará uno de los
dones más valiosos que existen: la risa. Sienta tan
bien.
ALGUNAS DE LAS CAUSAS MAS COMUNES DE LA
IRA
Es posible ver la ira funcionando todo el tiempo. Por todas
partes se ven ejemplos de gente experimentando diversos grados
de inmovilidad, desde una pequeña molestia hasta la
furia ciega. Es el cáncer, aunque aprendido, que se
introduce en medio de las interacciones humanas. A continuación,
he aquí algunos de los casos más comunes de
ira, es decir de ocasiones en que la gente escoge la ira.
La ira en el coche. Los conductores le gritan a los demás
motoristas por casi todo. El comportamiento de acelerador
de pulso ocurre cuando otra persona va demasiado rápido,
demasiado lento, no hace señales, señala equivocadamente,
cambia de carriles o comete cualquier equivocación.
Como conductor puedes llegar a experimentar gran cantidad
de rabia e inmovilidad emocional por las cosas que te dices
a ti mismo de la manera como los demás deberían
conducir. Igualmente las congestiones de tráfico son
como señales claves para los ataques de furia y hostilidad.
Los conductores les chillan a los pasajeros y se expresan
con palabrotas respecto a las causas del atasco. Todo este
comportamiento es consecuencia de un solo pensamiento:
"Esto no debería estar sucediendo; y porque sucede,
yo me voy a molestar e incitaré a los demás
a escoger también la infelicidad".
- La ira en los juegos competitivos. El bridge, el tenis,
la canasta, el póquer y una variedad de otros juegos
son grandes provocadores de ira.
La gente se enfada con sus compañeros o con sus contrincantes
por no hacer las cosas bien o por infracciones a las reglas
del juego. Pueden llegar a tirar al suelo una raqueta de tenis
porque cometieron un error. Y aunque gritar y patalear y tirar
el equipo por los aires es más sano que gritarle o
pegarle a los demás, es igualmente una barrera de contención
para la plenitud de goce y realización de tu momento
presente.
- Ira ante lo fuera de lugar. Mucha gente siente rabia contra
un individuo o un suceso que considera fuera de lugar. Por
ejemplo, un conductor de coche en una carretera o calle puede
decidir que un ciclista o peatón no debería
estar allí y tratar de echarlo fuera. Este tipo de
ira puede ser sumamente peligrosa. Muchos de los denominados
accidentes resultan en realidad de este tipo de incidentes
en los que la furia incontrolada ha tenido efectos desastrosos.
- Ira ante los impuestos. Por más cantidad de ira
que se malgaste en rabiar contra los impuestos, nadie podrá
cambiar las leyes de nuestro país pero la gente sigue
rabiando igual porque los impuestos no son como ellos quisieran
que fueran.
- Ira debida a la lentitud de los demás. Si esperas
que los demás funcionen según tu horario, optarás
por enfadarte cuando no lo hagan y justificarás tu
inmovilización con "Tengo derecho a enfadarme.
Hace media hora que me tiene esperando".
- Ira por el desorden o desorganización de los demás.
A pesar del hecho de que tu rabia alentará a los demás
a comportarse de la misma manera, posiblemente persistirá
tu actitud de escoger la ira.
- Ira contra los objetos inanimados. Reaccionar con un grito
de rabia porque te golpeas la espinilla o porque te das en
el dedo con un martillo puede ser terapéutico, pero
sentir realmente furia y atravesar la puerta de un puñetazo
no es sólo inútil sino que también puede
ser muy doloroso.
- Ira debida a algún objeto perdido. Por más
que rabies, la rabia no logrará recuperar tu llave
o tu monedero, y probablemente evitará que organices
una búsqueda eficiente.
- Ira ante sucesos mundiales que están fuera de tu
control. Quizá no estés de acuerdo con la política
del gobierno, con las relaciones exteriores, o la economía
pero tu ira y la consiguiente inmovilización no cambiarán
nada.
LOS MUCHOS ROSTROS DE LA IRA
Ahora que has visto algunas de las ocasiones en las que
puedes escoger la ira, miremos algunas de las formas que toma
la ira.
- La agresión verbal o el ridiculizar a tu cónyuge,
hijos, seres queridos o amigos.
- Violencia física, pegar, patear, golpear objetos
o gente. Este comportamiento cuando es llevado a máximo
extremo conduce a los crímenes de violencia que se
cometen casi siempre bajo la influencia de una rabia inmovilizante.
No se cometen crímenes y asaltos a menos que se descontrolen
las emociones y la ira produzca una locura temporal. Puede
resultar peligroso creer que la ira es normal o suscribirse
a las escuelas psicológicas que impulsan a tomar contacto
con la rabia y a desahogarse dejándola salir. Igualmente,
la televisión, el cine y los libros que vulgarizan
la ira y la violencia y las presentan como comportamientos
normales perjudican tanto al individuo como a la sociedad.
- Decir cosas como "Él me enfurece" o "realmente
tú me das mucha rabia,". En estos casos, tú
optas por permitir que el comportamiento de otra persona te
haga infeliz.
- Usar frases como "lo mato", "lo deshago"
o "hay que destruir a la oposición". Puede
que pienses que ésos son sólo decires, expresiones,
pero en realidad lo que hacen es alentar la violencia y la
ira y hacerla aceptable hasta en una competición amistosa.
- Pataletas de rabia. Ésta no es sólo una
manera muy común de expresar la ira sino que a menudo
sirve para que el rabioso consiga lo que quiere.
- El sarcasmo, el ridículo y el tratamiento del silencio.
Estas expresiones de ira pueden ser tan perjudiciales y dañinas
como la violencia física.
Si bien la lista de los posibles comportamientos iracundos
podría seguir eternamente, los ejemplos que acabamos
de citar son algunos de los más usuales cuando la ira
aflora en esta zona errónea.
EL SISTEMA DE RETRIBUCIONES QUE TÚ HAS CONSTRUIDO
PARA ESCOGER LA IRA
A fin de aplacar tu mal genio, lo más efectivo es
empezar a percibir las razones que se tienen para usarlo.
He aquí algunas de las motivaciones psicológicas
para mantener en funcionamiento ese mal genio:
- Cuando se te hace difícil controlarte, te sientes
frustrado o derrotado, te es posible usar la rabia para trasladar
la responsabilidad de lo que sientes a otra persona u otro
suceso en vez de dominar tus propios sentimientos.
- Puedes utilizar la ira para manipular a los que te tienen
miedo. Esto es especialmente efectivo con los que son más
jóvenes o más pequeños, física
o psicológicamente.
- Los accesos de ira atraen la atención de los demás
y así logras sentirte importante y poderoso.
- La ira es una excusa muy cómoda. Puedes volverte
loco -temporalmente- y luego disculparte diciendo: "No
pude evitarlo,". Así puedes exonerar tu comportamiento
con una lógica de descontrol.
- Consigues lo que quieres porque los demás prefieren
aplacarte que tener que tolerar tus rabietas y ataques de
ira.
- Si le tienes miedo al amor o a la intimidad, puedes enfadarte
por algo y evitar de ese modo el riesgo de compartir algo
emocionalmente.
- Puedes manipular a los demás por medio de la culpa
haciendo que se pregunten: "¿Qué hice yo
para que se enfade de esta manera?,. Cuando los demás
se sienten culpables, tú eres poderoso.
- Puedes bloquear la comunicación cuando te sientes
amenazado porque alguien es más hábil que tú.
Usas la rabia para evitar el riesgo de quedar en inferioridad
de condiciones.
- No tienes que ocuparte de ti mismo cuando estás
enfadado. De ese modo puedes usar tus momentos presentes de
una manera muy fácil al estar furioso y evitar hacer
lo que sea necesario para mejorarte a ti mismo. Utilizas la
ira para desahogarte.
- Puedes sumirte en una profunda compasión de ti
mismo después de un ataque de rabia, compadecerte de
ti mismo porque nadie te comprende.
- Puedes evitar pensar con lucidez por el mero hecho de
enfadarte. Todo el mundo sabe que no puedes pensar claramente
en esos momentos. Así que ¿por qué no
echar mano de la vieja ira cuando quieres evitar el pensar
con rectitud y claridad?
- Puedes usarla como excusa por un fracaso o por tu falta
de capacidad. Incluso puedes llegar a evitar que los demás
te ganen debido al miedo que inspiran tus accesos de mal humor.
- Puedes utilizar la rabia como excusa diciendo que la necesitas
para poder realizar algún trabajo específico,
pero en realidad la ira es un comportamiento inmovilizador
y no ayuda a trabajar bien.
- Al decir que la ira es humana, tienes a mano la justificación
para tu comportamiento: "Yo soy un ser humano y así
funcionan los seres humanos".
ALGUNOS PROYECTOS QUE PUEDEN SERVIR PARA
REEMPLAZAR LA IRA
La ira se puede eliminar. Para ello es necesario pensar
de distinta manera y se puede lograr ocupándose de
un solo momento presente a la vez. Cuando te tienes que enfrentar
con gentes o hechos que provocan tu ira o te instan a escoger
la ira, ten conciencia de lo que te dices a ti mismo, y entonces
trata de elaborar frases nuevas que provocarán nuevas
sensaciones y un comportamiento más productivo. He
aquí algunas estrategias específicas para combatir
la ira.
- Lo primero y más importante es tomar contacto con
tus propios pensamientos en el momento mismo en que te enfadas;
entonces debes recordar que no tienes que actuar así
simplemente porque siempre lo has hecho. Lo más importante
es estar alerta al respecto.
- Tratar de postergar la ira. Si tu reacción normal
ante algo es de enfadarte, trata de postergar esa ira durante
quince segundos y luego explota como sueles hacerlo. La próxima
vez trata de postergarla treinta segundos y sigue alargando
los intervalos. Cuando empieces a ver que puedes postergar
la ira, te darás cuenta que has aprendido a controlarla.
Postergarla significa controlarla y con mucha práctica
la eliminarás por completo.
- Cuando tratas de utilizar la ira en forma constructiva
para enseñarle algo a un niño, prueba de hacer
como si estuvieses enfadado. Levanta la voz y frunce el ceño,
pero no sientas todo el dolor físico y psicológico
que acompaña a la ira.
- No trates de engañarte a ti mismo diciéndote
que disfrutas de algo que en realidad te es desagradable.
Algo puede desagradarte sin que por ello te tengas que enfadar.
- Trata de acordarte en el momento en que te enfades que
los demás tienen derecho a ser lo que escogen ser,
que tu exigencia de que sean diferentes sólo logra
prolongar tu ira. Trabaja para lograr permitirle a los demás
el derecho a sus propias elecciones así como insiste
en tu propio derecho a la libre elección.
- Pídele a alguna persona de confianza que te ayude.
Pídele que te avise cuando estés enfadado ya
sea verbalmente o con alguna señal convenida. Cuando
recibas esta señal piensa en lo que estás haciendo
y luego prueba de usar la estrategia de la postergación.
- Escribe un diario de tu comportamiento iracundo y apunta
exactamente el día, hora y lugar del incidente en el
que escogiste enfadarte. Sé muy exacto y cumplido en
tus anotaciones; oblígate a apuntar todas las veces
que has reaccionado con rabia. Pronto descubrirás,
si persistes, que el mero hecho de tener que anotar el incidente
servirá para persuadirte a escoger la ira con menos
frecuencia.
- Trata de estar cerca físicamente de algún
ser querido en el momento en que sientas rabia. Una de las
manera de neutralizar tu hostilidad es cogerte de las manos
de alguien, a pesar de tu inclinación en contra, y
sigue asido a esas manos hasta que hayas expresado lo que
sientes y disipado tu ira.
- Habla con las personas que son los blancos más
comunes de tu ira en un momento en que no estés enfadado.
Comparte con el otro las actividades más provocadoras
de ira, y proyecta alguna manera por medio de la cual puedes
comunicar tus sentimientos sin tener que recurrir a un comportamiento
debilitante como es el de la ira. Quizás una notita
por escrito, un mensaje o una caminata para serenarse podrían
dar resultado si antes se llega a un acuerdo al respecto,
de modo que no sigan maltratándose mutuamente con exabruptos
de ira que no tienen sentido. Al cabo de unos cuantos paseos
para serenarte, empezarás a ver lo insensato que es
dejarse llevar por el mal genio.
- Aplaca tu ira durante los primeros segundos clasificando
lo que sientes y lo que crees que siente tu compañero
también. Los primeros diez segundos son cruciales.
Si logras sobrepasarlos verás a menudo que la rabia
se ha desvanecido por sí sola.
- Ten conciencia de que todas las cosas en las que crees
serán desaprobadas por el cincuenta por ciento de la
gente el cincuenta por ciento del tiempo. Si esperas que gran
parte de la gente esté en desacuerdo contigo, verás
que no escoges la ira. En cambio te dirás a ti mismo
que el mundo es justo y recto porque la gente no está
de acuerdo con todo lo que tú dices, piensas y haces.
Ten conciencia de que si bien la expresión de la ira
es una alternativa saludable a guardarse ese sentimiento en
el interior, no sentirla en absoluto es la opción más
saludable de todas. Cuando dejes de pensar que la ira es algo
natural o típicamente humano, habrás adquirido
una razón interna para tratar de eliminarla.
- Trata de no esperar demasiado de los demás. Cuando
dejas de tener expectativas, dejas de esperar lo que muy bien
puede ser imposible y dejas de enfadarte si no lo consigues.
- Recuerda que los niños son siempre activos y bulliciosos
y que no sacarás nada enfadándote. Y si puedes
ayudar a que los niños hagan elecciones constructivas
en otras áreas, no podrás nunca alterar su naturaleza
básica.
- Anímate a ti mismo. Si lo haces, no te sobrecargarás
de un sentimiento que resulta tan destructivo para tu persona.
- Cuando te encuentres en una congestión de tráfico,
controla el tiempo de espera sin explotar. Trabaja para lograr
controlarte. En vez de gritarle a un pasajero, hazle una pregunta
civilizada. Usa el tiempo creativamente escribiendo una carta,
una canción o para descubrir formas de evadirte de
la congestión de tráfico; o trata de revivir
la experiencia sexual más estimulante de tu vida, o
mejor aún, proyecta mejorarla.
- En vez de sentirte esclavizado por todas las circunstancias
frustrantes, usa esas mismas situaciones como un estímulo
para cambiarlas. De ese modo, no tendrás tiempo para
enfadarte en tus momentos presentes.
La ira se entromete en nuestro camino. No vale para nada,
no es beneficiosa para nada. Como todas las zonas erróneas,
la ira es un medio que sirve para usar elementos externos
a ti a fin de explicar cómo te sientes. Olvídate
de los demás. Haz por tu cuenta tus propias elecciones
y no permitas que éstas estén empañadas
por la ira.
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