TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO IV. LA RUPTURA CON
EL PASADO
Sólo los fantasmas se revuelcan
en el pasado, explicándose a si mismos con descripciones
basadas en sus vidas ya pasadas. Tú eres lo que eliges
ser hoy en día, no lo que antes elegiste ser.
¿Quién eres? ¿Cómo te describes
a ti mismo? Para contestar estas dos preguntas tendrás
sin duda que referirte a tu propia historia, a un pasado ya
vivido, pero al que sin duda sigues ligado y del que te parece
difícil escaparte. ¿ Cómo te describes
a ti mismo? Son pequeñas etiquetas muy ordenaditas
que has ido acumulando durante toda la vida? Tienes acaso
un cajón lleno de autodefiniciones que usas regularmente?
Algunas de ellas pueden ser tan grandilocuentes como: Yo soy
una persona muy nerviosa; soy tímido; soy perezoso;
no tengo oído musical; soy torpe; soy muy olvidadizo,
y todo un catálogo de cosas que eres y que usas. Sin
duda tienes también una serie de "Soy" positivos
como: soy muy cariñoso; soy amable; y juego bien al
bridge. No hablaremos de ellos aquí ya que el propósito
de este capítulo es de ayudarte a crecer y desarrollarte
más que aplaudirte por las actividades en las que estás
operando eficientemente.
Las autodefiniciones no son inadecuadas por naturaleza,
pero pueden ser usadas de forma perjudicial. El hecho mismo
de etiquetar puede ser un impedimento para el desarrollo de
la personalidad. Es fácil usar la etiqueta como excusa
para seguir igual. Sren Kirkegaard escribió: "Si
me clasificas (o me etiquetas), me niegas". Cuando el
individuo tiene que estar a la altura de la etiqueta que lo
clasifica, el ser deja de existir.
Y pasa lo mismo con las autoclasificaciones. Es muy probable
que al identificarte con tus etiquetas clasificadoras te estés
negando a ti mismo, en vez de aprovechar tu propio potencial
de crecimiento.
Todas las autoclasificaciones proceden del pasado histórico
del individuo. Pero el pasado, como dijo Carl Sandbug en Prairie,
"es un cubo lleno de cenizas".
Trata de averiguar hasta qué punto estás encadenado
a tu pasado. Todos los "Yo soy" autodestructivos
provienen de estas cuatro frases neuróticas:
(1) "Así soy yo."
(2) "Yo siempre he sido así."
(3) "No puedo evitarlo."
(4) "Es mi carácter."
Ahí están todas en un paquetito. Las trabas
que te impiden crecer, cambiar y hacer tu vida (desde este
momento en adelante, que es la única vida que tienes)
nueva, estimulante y llena de momentos presentes plenos y
felices.
Conozco a una abuela que, todos los domingos cuando recibe
en su casa a su familia para comer, decide cuánto va
a comer exactamente cada persona y deliberadamente calcula
las porciones que pone en cada plato de acuerdo con sus propias
especificaciones. A cada persona le da dos pedazos de carne,
una cucharada de guisantes, unas patatas y así con
todo. Cuando le preguntan: "¿Por qué haces
eso?", contesta diciendo, "Oh, siempre he sido así",
¿Por qué? Porque "Así soy yo".
La razón del comportamiento de la abuela procede de
; su propia etiqueta que a su vez procede de un pasado en
el que siempre se ha comportado de esa manera.
Hay personas que usan las cuatro frases a la vez cuando
se cuestionan sus comportamientos. Si le preguntas a alguien
por qué se perturba tanto al oír hablar de accidentes,
puede que te responda: "Oh, así soy yo, siempre
he sido así, realmente no puedo evitarlo, es mi carácter,".
Las cuatro a la vez, todas y cada una le sirven para explicar
por qué nunca será diferente ni considerará
la posibilidad de cambiar.
Tus "Yo soy", que describen un comportamiento
autoneutralizador se remontan a algo que aprendiste en el
pasado. Y cada vez que usas una de estas cuatro frases i lo
que realmente estás diciendo es: "Pienso seguir
siendo lo que he sido siempre".
Puedes empezar a deshacer los nudos que te atan al pasado
y eliminar las inútiles frases que se dicen para seguir
siendo lo que siempre has sido.
He aquí una típica lista de "yo soy"
que podría incluirse en tu autorretrato.
Yo soy tímida Yo soy perezoso Yo soy apocado
Yo soy asustadizo Yo soy desordenada Yo soy nervioso
Yo soy olvidadizo Yo soy pésima para la mecánica
Yo soy malo para las matemáticas Yo soy un solitario
Yo soy frígida
Yo soy aburrido Yo soy una pésima cocinera Yo soy malo
para la gramática
Yo soy de los que se cansan muy pronto Yo soy enfermizo Yo
soy tosco
Yo soy proclive a los accidentes Yo soy corto de genio Yo
soy hostil
Yo soy solemne Yo soy apática Yo soy gorda Yo soy negado
para la música
Yo soy fatal para el deporte Yo soy torpe Yo soy porfiada
Yo soy inmadura
Yo soy meticulosa Yo soy descuidado Yo soy vengativo Yo soy
irresponsable
Yo soy de los que se angustian fácilmente.
Es muy probable que te hayas topado con varias de estas
frases o que quizás estés haciendo tu propia
lista. De lo que se trata no es de qué etiquetas escoges,
sino del hecho que escojas ponerte en las etiquetas. Si auténticamente
estás satisfecho de alguno de los "Yo soy",
déjalo estar, pero si reconoces que algunos de estos
"Yo soy" u otros que hayas podido recordar se te
atraviesan en el camino entorpeciendo tu vida, quiere decir
que ha llegado el momento de hacer unos cambios. Empecemos
por comprender el origen de los "Yo soy".
La gente quiere ponerte etiquetas, quiere encasillarte en
cierto tipo de categorías que le resultan cómodas.
Así es más fácil. D. H. Lawrence nos
demuestra lo insensato que resulta este proceso de clasificación
en su poema 2 ¿Qué es él?
-¿Qué es él?
-Un hombre, por supuesto.
-Sí, pero ¿qué hace?
-Vive y es un hombre.
-¡Oh, por supuesto! Pero debe trabajar. Tiene que
tener una ocupación de alguna especie.
-¿Por qué?
-Porque obviamente no pertenece a las clases acomodadas.
-No lo sé. Pero tiene mucho tiempo. Y hace unas sillas
muy bonitas.
-¡Ahí está entonces! Es ebanista.
-¡No, no!
-En todo caso, carpintero y ensamblador.
-No, en absoluto.
-Pero si tú lo dijiste.
-¿Qué dije yo?
-Que hacía sillas y que era carpintero y ebanista.
-Yo dije que hacía sillas pero no dije que fuera
carpintero.
-Muy bien, entonces es un aficionado.
-¡Quizá! ¿Dirías tú que
un tordo es un flautista profesional o un aficionado?
-Yo diría que es un pájaro simplemente.
-Y yo digo que es sólo un hombre.
-¡Está bien! Siempre te ha gustado hacer juegos
de palabras.
CÓMO EMPEZARON ESOS "YO SOY"
Los antecedentes a los "Yo soy" caen en dos categorías.
El primer tipo de etiquetas o clasificaciones procede de la
demás gente. Te las colocaron cuando eras niño
y las has llevado contigo desde entonces. Las otras etiquetas
son el resultado de una elección de tu parte para evitar
tener que hacer cosas incómodas o difíciles.
La primera categoría es la más corriente.
La pequeña Hope está en segundo grado. Va a
clases de pintura todos los días, feliz de jugar con
los colores y pintar. Su profesora le dice que no tiene mucha
facilidad para la pintura, y ella empieza a faltar a las clases
porque no le gusta que la censuren. Y al poco tiempo ya tiene
un principio de "Yo soy": Yo soy bastante mala para
la pintura. Y si sigue actuando de forma negativa al respecto,
evitando las ocasiones de pintar, reforzará este concepto
y más tarde, cuando sea mayor y le pregunten por qué
no dibuja, dirá: "Oh, no sirvo para eso; siempre
he sido así". La mayoría de los "Yo
soy" son residuos de frases como: "Él es
bastante torpe; su hermano es bueno para la gimnasia, él
es el estudioso de la familia,". O "Eres igual a
mí; yo también era pésima para la gramática".
O "Billy fue siempre el tímido del grupo".
O "Ella es igual a su padre; si acierta una nota es como
el burro que toca la flauta por casualidad,". {éstos
son los derechos innatos de una vida entera de "Yo soy"
que nunca se discuten. Que se aceptan simplemente como una
condición natural de la vida.
Habla un día con la gente que tú crees responsable
de muchos de los "Yo soy" de tu vida (tus padres,
viejos amigos de la familia, antiguos profesores, abuelos,
etc.). Pregúntales por qué creen que te volviste
como eres y si has sido siempre así. Diles que estás
decidido a cambiar y comprueba si creen que eres capaz. Sin
duda te sorprenderán sus interpretaciones y el hecho
de que piensen que no puedes ser de otra manera puesto que
"Siempre has sido así",.
La segunda categoría de "Yo soy" tuvo su
origen en esos rótulos tan apropiados que aprendiste
a colocarte a ti mismo para dejar de hacer las cosas que no
te gustan. Yo he tratado a un paciente que tiene cuarenta
y seis años y tiene muchos deseos de ir a la Universidad,
pues perdió la oportunidad de hacerlo en su juventud
a causa de la Segunda Guerra Mundial. Pero a Horace le asusta
la perspectiva de entrar en competencia con gente joven recién
salida del colegio. El miedo al fracaso y las dudas que tiene
respecto a su capacidad intelectual lo espantan. A menudo
estudia catálogos de distintas universidades, y con
la ayuda que ha recibido en su tratamiento ha pasado los exámenes
de admisión y ha concertado una entrevista con uno
de los miembros del Comité de Admisión de una
universidad local. Pero aún usa sus "Yo soy"
para evitar incorporarse activamente a los estudios. Justifica
su actitud diciendo: "Soy demasiado viejo; no soy suficientemente
inteligente; no me interesa realmente". (Yo soy... demasiado
viejo; Yo soy... poco inteligente...; Yo soy de los que no
se interesan realmente por esas cosas.)
Horace usa sus "Yo soy" para dejar de hacer algo
que realmente quiere hacer. Uno de mis colegas los usa para
liberarse de las tareas que no le divierten. Evita tener que
arreglar el timbre, o la radio, o hacer cualquiera de esas
incómodas tareas caseras, recordándole simplemente
a su esposa que: "Pero querida, si tú ya lo sabes,
a mí no se me dan bien estas cosas",. Este tipo
de "Yo soy" entra dentro de los comportamientos
acomodables, pero no por eso dejan de ser excusas engañosas.
En vez de decir: "Encuentro que este tipo de actividad
es aburrida y sin interés, y escojo no trabajar en
ella en mis momentos presentes" (lo que es perfectamente
lógico y saludable), resulta mucho más fácil
sacar un "Yo soy," del bolsillo.
En estos casos, la gente está diciendo algo respecto
a sí misma. Está declarando que "Yo soy
un producto acabado en este sector y nunca voy a ser distinto".
Si eres un producto acabado, atado y encasillado, quiere decir
que has dejado de crecer, y si por un lado quieres aferrarte
a algunos "Yo soy", puede que descubras que muchos
otros te limitan y que son autodestructivos.
Más adelante he anotado una lista de etiquetas que
son reliquias del pasado. Si reconoces alguna de ellas como
tuya, puede que quieras cambiarla. El quedarte exactamente
como eres en cualquier sector de tu vida equivale a tomar
una de esas decisiones que se parecen a esa muerte de la que
hablamos en el Capítulo 1. No te olvides de que no
se trata de las cosas que simplemente no te gustan, sino más
bien de echar una mirada al comportamiento que te aleja de
actividades que podrían proporcionarte mucho placer
y fascinación.
DIEZ CATEGORÍAS TÍPICAS DE
"YO SOY" Y SUS DIVIDENDOS NEURÓTICOS
1. Yo soy malo para las matemáticas, la gramática,
la literatura, los idiomas, etcétera. Este "Yo
soy" garantiza que no te esforzarás por cambiar.
El "Yo soy" académico sirve para evitar que
tengas que hacer alguna vez el trabajo pesado que se necesita
para dominar una materia que siempre te ha parecido difícil
y aburrida. Mientras conserves la etiqueta de tu incapacidad
ante ti mismo, tienes una disculpa hecha a medida para evitar
el esfuerzo.
2. Yo soy pésimo para el tipo de actividades que necesitan
cierta habilidad manual como por ejemplo, la cocina, los deportes,
hacer punto, dibujar, hacer teatro etcétera. Este "Yo
soy" te da la seguridad de que no tendrás que
hacer ninguna de estas cosas en el futuro y justifica cualquier
mala actuación en esos campos en el pasado. "Siempre
he sido así; así soy por naturaleza." Esta
actitud refuerza tu inercia y, lo que es aún más
importante, te ayuda a aferrarte a la absurda noción
de que no vale la pena que hagas cualquier cosa si no la haces
realmente bien. Así que, a menos que seas el campeón
mundial, siempre es mejor esquivar el bulto que hacerla.
3. Yo soy tímida, reservada, temperamental, nerviosa,
asustadiza, etcétera. Aquí se recurre a la genética
para apoyar estos "Yo soy". En vez de enfrentarte
con ellos y con el pensamiento autodestructivo que los apoya,
simplemente los aceptas como confirmación de tu manera
innata de ser. También puedes echar la culpa a tus
padres y usarlos a ellos como justificación o como
el motivo de tu "Yo soy" actual. Haces que ellos
sean los causantes de tus problemas, y no te tienes que esforzar
ni trabajar para ser diferente. Escoges este comportamiento
como una manera de evitar el ser asertivo en ciertas situaciones
que siempre te han resultado molestas. {éste es un
residuo de la infancia en la que había gente que tenía
especial interés en hacerte creer que eras incapaz
de pensar por ti mismo. {éstos son los "Yo soy,"
que tienen que ver con la personalidad. Estas autodefiniciones
te ayudan a evitar el difícil trabajo de ser diferente
de lo que has sido siempre. Defines tu personalidad con un
"Yo soy" apropiado y todos los comportamientos negativos
diciendo que están fuera de tu control. Niegas la noción
de que puedes escoger , tu propia personalidad y permites
que una supuesta deficiencia genética sea la explicación
de todos esos rasgos de personalidad que te gustaría
poder repudiar.
4. Yo soy torpe, me falta coordinación, etcétera.
Estos "Yo soy" que aprendiste de niño te
permiten evitar el ridículo que podrías sufrir
en caso de enfrentarte con ciertas habilidades físicas
que tienen otras personas. Por supuesto que tu falta de habilidad
proviene de un largo historial de creer en esos "Yo soy"
que te hicieron evitar todo tipo de actividad física
y no de una falla innata. Sólo puedes ser competente
en lo que practicas; no en lo que evitas hacer. Conserva tu
"Yo soy" y quédate entonces en los aledaños
de las cosas mirándolas y suspirando por ellas, pero
haciendo como si este tipo de cosas realmente no te gustara.
5. Yo soy poco atractiva, fea, huesuda, demasiado alta, etcétera.
Estos "Yo soy" fisiológicos te sirven para
evitar correr riesgos con el sexo opuesto y para justificar
la pobre imagen que tienes de ti misma y la falta de amor
que has escogido para tu vida. Mientras sigas describiéndote
a ti misma de esta forma, tendrás la excusa perfecta
y hecha a medida para no ponerte en línea para una
relación amorosa. Y tampoco tendrás que trabajar
para verte bien y ser atractiva. Usas tu espejo como justificativo
para no hacer la prueba. Sólo hay un problema: vemos
exactamente lo que escogemos ver, incluso en los espejos.
6. Yo soy desorganizado, meticuloso, desordenado, etcétera.
Estos "Yo soy" relacionados con la conducta son
muy útiles para manipular a los demás y para
explicar por qué las cosas tienen que hacerse de cierta
manera. "Siempre las he hecho así." Como
si la tradición fuese un motivo para hacer cualquier
cosa. "Y siempre las haré así" es
el mensaje no formulado. Confiando en la forma que lo has
hecho siempre no tienes por qué mantener la noción
llena de riesgos y peligros de que podrías hacerlo
de una manera diferente, y a la vez asegurarte de que todos
los que están a tu alrededor lo hagan a tu manera también.
Éstos son los "Yo soy" que recurren a la
"política" como sustituto del pensamiento.
7. Yo soy olvidadiza, descuidada, irresponsable, apática,
etcétera. Estos "Yo soy" te resultan particularmente
útiles cuando quieres justificar algún comportamiento
ineficaz. Estos "Yo soy" evitan que trabajes para
mejorar tu memoria, o tu descuido y simplemente te disculpas
con un cómodo y simple "Así soy yo".
Mientras puedas sacar a relucir este "Yo soy" cuando
te comportas de alguna de las maneras descritas más
arriba, jamás tendrás que trabajar para intentar
un cambio. Simplemente sigue olvidando y recordándote
a ti misma que no puedes evitarlo, y siempre serás
olvidadiza.
8. Yo soy italiana, alemana, judía, irlandesa, negra,
china, etcétera. Éstos son tus "Yo soy"
étnicos y funcionan muy bien cuando se te acaban las
otras excusas necesarias para explicar ciertos comportamientos,
que no te favorecen pero que son demasiado difíciles
de cuestionar. Cada vez que te comportas de manera estereotipada
relacionada con tu subcultura, tú simplemente echas
mano de tu "Yo soy" étnico como justificativo.
Una vez le pregunté a un maitre de hotel por qué
era tan excitable y reaccionaba con esos terribles exabruptos
ante el menor problema. Me contestó: "¿Qué
puede esperar de mí? Soy italiano. "No puedo evitarlo".
9. Yo soy mandón, prepotente, autoritario, etcétera.
Aquí tus "Yo soy" te permiten continuar tus
actitudes hostiles en vez de trabajar para desarrollar una
: autodisciplina. Recubres el comportamiento con "No
puedo evitarlo, yo siempre he sido así".
10. Yo soy viejo, anciano, estoy cansado, etcétera.
Con estos "Yo soy" puedes usar tu edad como justificativo
para no participar en lo que pueden ser actividades arriesgadas
o peligrosas. Cada vez que tienes que enfrentarte con una
actividad como puede ser un encuentro deportivo, una cita
amorosa después de un divorcio o de la muerte de un
cónyuge o un viaje, puedes decir simplemente "Estoy
demasiado viejo para esas cosas" y habrás eliminado
los riesgos que lleva consigo la posibilidad de hacer algo
nuevo y que impulsa tu crecimiento y desarrollo. Lo que implican
los "Yo soy" basados en la edad es que estás
definitivamente acabado en esos campos; como cada vez serás
más viejo, ya has terminado de crecer y de experimentar
cosas nuevas.
EL CIRCULO DEL "YO SOY"
Las retribuciones que te brinda aferrarte a tu pasado
por medio de los "Yo soy," que sacas a relucir cuando
te conviene, pueden ser resumidos nítidamente en una
palabra: evasión. Siempre que quieres evitar cierto
tipo de actividades o ignorar algún defecto de tu personalidad,
podrás justificarte con un "Yo soy". Y si
usas estas etiquetas durante un tiempo lo suficientemente
largo, verás que empiezas a creerlas tú mismo
y en ese momento presente eres ya un producto acabado destinado
a seguir siendo lo que eres para el resto de tus días.
Las etiquetas te permiten evitar el riesgo y el difícil
trabajo pesado de tratar de cambiar. también perpetúan
el comportamiento que las provocó. De este modo
si un muchacho joven va a una fiesta convencido de que es
tímido, se portará como tal y su comportamiento
reforzará aún más su imagen de sí
mismo como un ser tímido. Es un círculo vicioso.
|
Ahí lo tienes. En vez de intervenir entre los puntos
3 y 4 del círculo, simplemente exonera su comportamiento
con un "Yo soy" evadiéndose así del
riesgo necesario para salir de la trampa. Pueden haber muchos
motivos que expliquen la timidez del joven; algunos de ellos
estarán sin duda relacionados con su niñez.
Sea cual fuere el motivo de su miedo, él ha decidido
no hacer nada por solucionar su problema de contacto social
justificándolo más bien con un simple "Yo
soy". Su miedo al fracaso es tan grande que no le deja
ni hacer la intentona. Si él llegara a creer en su
momento presente y en su posibilidad y capacidad de elección,
su frase cambiaría de "Yo soy tímido,",
a "Hasta ahora me he comportado con timidez". El
círculo vicioso de la timidez puede ser aplicado a
casi todos los "Yo soy" que sirven para subestimarse
a sí mismo. Toma el caso por ejemplo del estudiante
que piensa que es malo para las matemáticas cuando
le toca hacer un deber de álgebra.
|
En vez de detenerse entre el 3 y el 4, dedicar más
tiempo, consultar con un profesor o hacer un esfuerzo, el
estudiante se da por vencido. A la pregunta por qué
falló el curso de álgebra dirá: "Siempre
he sido pésimo en matemáticas",. Recurre
a esos infernales "Yo soy" como elementos que invoca
para exonerarse y explicar a los demás por qué
persiste en una conducta autofrustrante.
Puedes echarle una mirada a tu propio círculo de
lógica neurótica y empezar a desafiar cualquier
aspecto de tu vida en el que has elegido ser un producto acabado.
La recompensa número uno por aferrarte al pasado y
refugiarte en tus "Yo soy," es rechazar cualquier
posibilidad de cambio. Cada vez que usas un "Yo soy"
para explicar un comportamiento que te disgusta piensa en
ti mismo como encerrado en una caja alegremente decorada,
envuelto y empaquetado como un producto listo y acabado.
Por supuesto, es más fácil describirte a ti
mismo que cambiar. Puede ser que culpes de tus etiquetas a
tus padres o a los adultos importantes que te influenciaron
en la niñez: a los maestros, vecinos, abuelos y gente
por el estilo. Al hacerlos responsables de tus actuales "Yo
soy" les has otorgado un grado de control sobre tu vida
de hoy en día, les has elevado a una posición
más alta que la tuya propia y te has creado una coartada
ingeniosa para permanecer en una condición inmovilista.
Esta retribución te sirve perfectamente de garantía
contra cualquier posibilidad de correr un riesgo. Si tu "cultura"
es culpable de que tengas ese "Yo soy", pues entonces
no puedes hacer nada al respecto.
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA LIBERARTE DEL
PASADO Y ELIMINAR TUS FASTIDIOSO E INOPORTUNOS "YO SOY"
Dejar atrás el pasado implica correr ciertos riesgos.
Tú estás acostumbrado a tus autodefiniciones.
En muchos casos funcionan como sistema de apoyo en tu vida
cotidiana. He aquí algunas estrategias específicas
que te servirán para eliminar esos "Yo soy":
- Eliminar los "Yo soy" cada vez que te sea posible.
Sustitúyelos con frases como: "Hasta ahora había
escogido ser así", o "Yo solía clasificarme
así...".
Anuncia a tus seres más próximos que vas a
tratar de eliminar algunos de tus "Yo soy,". Decide
cuáles son los más importantes y pídeles
que te lo recuerden cada vez que los saques a relucir.
Ponte metas de conducta para comportarte de manera muy diferente
de lo que has hecho hasta ahora. Por ejemplo, si consideras
que eres tímido, preséntate tú solo a
alguna persona a la que normalmente hubieras evitado.
- Habla con algún amigo de confianza que te ayude
a combatir las poderosas influencias del pasado. Pídele
que te haga alguna señal silenciosa, como darse un
pequeño tirón de orejas cada vez que te vea
caer en uno de tus viejos "Yo soy".
- Escribe un diario donde vayas anotando tus comportamientos
autodestructivos, y apunta no sólo tus actos sino también
lo que sentías cuando te comportabas de esa manera.
Durante una semana apunta en una libreta la hora exacta, la
fecha y la ocasión en que usas cualquiera de los "Yo
soy" autodestructivos, y esfuérzate por disminuir
el número de apuntes. Usa la lista que dimos al principio
de este capítulo como guía para las anotaciones
en tu diario.
- Está siempre alerta para notar cualquiera de estas
cuatro frases neuróticas y cada vez que vuelvas a pensarlas
corrígete en voz alta de la siguiente manera. Cambia.
"Así soy yo"... a... "Así era
yo".
"No puedo evitarlo"... a... "Puedo cambiar
si lo intento seriamente".
"Siempre he sido así"... a... "Voy a
ser diferente". "Es mi naturaleza",... a...
"Así creía yo que era mi naturaleza".
Trata de concentrarte para eliminar un "Yo soy"
en un día determinado.
Si has usado el "Yo soy olvidadizo" para describirte
a ti mismo, dedica el lunes para tomar conciencia de esa tendencia
e intenta alterar uno o dos comportamientos olvidadizos. Igualmente
si no te gusta tu "Yo soy tozudo", date un día
específico para ser tolerante con las opiniones contrarias
a la tuya; la cuestión es deshacerse de los "Yo
soy" concentrándote en uno de ellos cada día.
- Puedes interrumpir tu propio "Círculo de "Yo
soy"" entre los puntos 3 y 4 y decidir sacarte de
encima esas viejas excusas que te servían para evadirte.
- Encuentra algo que no has hecho nunca y dedica una tarde
para esa actividad. Después de haberte sumergido durante
tres horas en una actividad completamente nueva, alguna actividad
que siempre habías evitado, fíjate si aún
puedes usar el mismo "Yo soy," que usaste esa mañana.
Todos tus "Yo soy" son fórmulas aprendidas
de evasión y tú puedes aprender a hacer casi
cualquier cosa si así lo decides.
ALGUNOS PENSAMIENTOS PARA TERMINAR
No existe algo que se pueda llamar naturaleza humana.
La frase está diseñada para encasillar a la
gente e inventar excusas. Tú eres producto de la
suma total de tus elecciones, y cada uno de los "Yo soy"
que tanto cuidas, podría ser rebautizado o reetiquetado:
"He escogido ser". Vuelve a la pregunta que abre
este capítulo. ¿Quién eres tú?
y ¿Cómo te describes a ti mismo? Piensa en algunas
etiquetas deliciosas que sean completamente nuevas y no estén
relacionadas en absoluto con las cosas que los demás
han elegido para ti, o con las que tú habías
elegido para ti hasta ahora. Esas aburridas y viejas etiquetas
pueden estar impidiendo que tengas una vida tan plena como
quisieras.
Recuerda lo que dijo Merlin sobre la educación:
"Lo mejor para la tristeza -contestó Merlin,
empezando a soplar y resoplar- es aprender algo. Es
lo único que no falla nunca. Puedes envejecer y sentir
toda tu anatomía temblorosa; puedes permanecer durante
horas por la noche escuchando el desorden de tus venas; puedes
echar de menos a tu único amor; puedes ver al mundo
a tu alrededor devastado por locos perversos; o saber que
tu honor es pisoteado por las cloacas de inteligencias inferiores.
Entonces sólo hay una cosa posible: aprender.
Aprender por qué se mueve el mundo y lo que hace que
se mueva. Es lo único que la inteligencia no puede
agotar, ni alienar, que nunca la torturará, que nunca
le inspirará miedo ni desconfianza y que nunca soñará
con lamentar, de la que nunca se arrepentirá. Aprender
es lo que te conviene.
Mira la cantidad de cosas que puedes aprender: la ciencia
pura, la única pureza que existe. Entonces puedes aprender
astronomía en el espacio de una vida, historia natural
en tres, literatura en seis. Y entonces después de
haber agotado un millón de vidas en biología
y medicina y teología y geografía e historia
y economía, pues, entonces puedes empezar a hacer una
rueda de carreta con la madera apropiada, o pasar cincuenta
años aprendiendo a empezar a vencer a tu contrincante
en esgrima. Y después de eso, puedes empezar de nuevo
con las matemáticas hasta que sea tiempo de aprender
a arar la tierra."
Cualquier "Yo soy" que te impide el crecimiento
es un demonio que hay que exorcisar. Y si forzosamente debes
tener un "Yo soy", prueba éste a ver cómo
te va. "Yo soy un "Yo soy" exorcista, y me
gusta serlo."
Arriba
Anterior -
Siguiente
Volver a Recursos
para seguir adelante
Ir a la página
principal
|