TUS ZONAS ERRÓNEAS
W. Dyer
CAPÍTULO II. EL PRIMER AMOR
La propia estima no puede ser verificada
por los demás. Tú vales porque tú dices
que es así. Si dependes de los demás para valorarte,
esta valorización estará hecha por los demás.
Puede ser que tengas una enfermedad social, una enfermedad
que no se pueda curar con una simple inyección. Es
muy probable que te haya infestado el virus del desprecio
a ti mismo; y el único remedio conocido para esto es
una buena dosis masiva de amor propio, o amor a ti mismo.
Pero quizá, como mucha gente en nuestra sociedad, tú
has crecido con la idea de que está mal amarse a sí
mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama
a tu prójimo, nos predica la Iglesia. Lo que nadie
parece recordar es lo de ámate a ti mismo, y sin embargo
es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr
tu felicidad en el momento-presente.
De niño aprendiste que amarte a ti mismo, algo natural
en aquel entonces, era lo mismo que ser egoísta y consentido.
Aprendiste a pensar en los demás antes que en ti mismo,
a darles mayor importancia porque de esa manera demostrabas
que eras una "buena" persona. Aprendiste a anularte
y te alimentaron con conceptos como el de "debes compartir
tus cosas con tus primos". No importaba que fueran las
cosas que más querías, tus tesoros personales,
o que ni papá ni mamá pudieran no estar compartiendo
sus juguetes de adultos con los demás. Incluso puede
que te hayan dicho a menudo que "los niños callan
cuando hablan los adultos" y que "debes saber cuál
es tu lugar".
Los niños se consideran hermosos e importantes por
naturaleza, pero al llegar a la adolescencia los mensajes
de la sociedad ya han echado raíces. La desconfianza
en sí mismos está en pleno apogeo. Y con el
pasar de los años esta sensación recibe constantemente
refuerzos. Después de todo no debes andar por el mundo
amándote a ti mismo. ¡Qué pensarán
de ti los demás!
Las indirectas son sutiles y la intención que las
alienta no es mala, pero logran mantener a raya al individuo.
Empezando con los padres y la familia y siguiendo con el colegio
y los amigos, el niño aprende estos encantadores modales
sociales que son como la marca de ley del mundo de los adultos.
Los niños nunca actúan así entre ellos
a menos que sea para darles gusto a los mayores. Que digan
siempre por favor y gracias, que hagan una venia, que se levanten
cuando entra un adulto en la habitación, que pidan
permiso para levantarse de la mesa, que aguanten las eternas
caricias en las mejillas y las sobadas de cabeza de los adultos.
El mensaje es muy claro: los adultos son importantes; los
niños no cuentan. Los demás tienen importancia;
tú eres insignificante. No te fíes de tu propia
opinión era el corolario número uno, y había
un enorme paquete de refuerzos que venían bajo el título
de "buena educación". Estas reglas encubiertas
por la palabra "modales" te ayudaban a internalizar
los juicios de los demás a expensas de tus propios
valores. No es sorprendente pues que estas mismas preguntas
y dudas, estas mismas definiciones que te niegan como persona
persistan en la madurez. ¿Y cómo logran introducirse
estas dudas de uno mismo? Quizá tengas problemas en
el importante tema de amar al prójimo.
Pero el amor a los demás está relacionado directamente
con el amor que te tienes a ti mismo.
EL AMOR: SUGERENCIAS PARA UNA DEFINICIÓN
El amor es una palabra que tiene tantas definiciones como
personas hay para definirlo. Prueba ésta a ver cómo
te va. La capacidad y la buena disposición para permitir
que los seres queridos sean lo que ellos elijan para si mismos,
sin insistir en que hagan lo que a ti te satisficiera o te
gustase. Puede que ésta sea una definición practicable
pero el hecho es que muy pocas personas son capaces de adoptarla
para sí mismos. ¿Cómo puede llegarse
al punto de poder dejar que los demás sean como quieren
y eligen ser sin insistir para que se pongan a la altura de
lo que esperas de ellos?
Muy sencillo. Amándote a ti mismo. Sintiendo que eres
importante, hermoso y que vales mucho. Cuando hayas reconocido
lo que vales y lo bueno que eres no tendrás necesidad
de que los demás apoyen y refuercen tu valor y tus
valores ajustando su conducta a tus instrucciones. Si estás
seguro de ti mismo y tienes confianza en lo que piensas, no
querrás ni necesitarás que los demás
sean como tú. En primer lugar, tú eres un ser
único. Por otro lado eso los privaría de su
individualidad, y lo que te gusta en ellos son precisamente
esos rasgos que los diferencian y hacen que sean lo que son.
La cosa empieza a armarse. Logras amarte a ti mismo y de
pronto eres capaz de amar a los demás, y eres capaz
de hacer cosas por los demás al poder dar y hacer cosas
para ti mismo primero que nada. Así no tendrás
necesidad de artimañas para amar y dar. No lo harás
porque esperas retribución o gratitud sino por el auténtico
placer que sientes al ser generoso y amante.
Si tu ser no vale nada, o no es amado por ti, entonces es
imposible dar.
¿Cómo puedes dar amor si no vales nada? ¿Qué
valor tendría tu amor?
Y si no puedes dar amor, tampoco puedes recibirlo. Después
de todo, ¿qué valor puede tener el amor que
se le da a una persona que no vale nada? El estar enamorado,
el poder dar y recibir, todas esas cosas empiezan con un ser
que es capaz de amarse totalmente a sí mismo.
Toma por ejemplo el caso de Noah, un hombre maduro que pretendía
amar tiernamente a su mujer y a sus hijos. Para demostrarles
su cariño les compraba regalos caros, les costeaba
vacaciones lujosas y tenía buen cuidado, cuando se
ausentaba en viajes de negocios, de firmar siempre sus cartas
con la palabra "amor". Sin embargo Noah nunca lograba
decir a su mujer y a sus hijos que los amaba. Y tenía
el mismo problema con sus padres a quienes quería mucho
también. Noah quería pronunciar las palabras
que a menudo le pasaban por la cabeza y sin embargo se atoraba
cada vez que trataba de decir "Te amo".
En la mente de Noah las palabras "Yo te amo" lo
dejaban al descubierto. Si él decía "Yo
te amo" alguien tenía que contestar "Yo también
te amo, Noah". Su declaración de amor tiene que
encontrarse con una afirmación de su propio valor personal.
El decir esas palabras implicaba un riesgo demasiado grande
para Noah, porque podrían quedar sin respuesta y entonces
todo su valor se ponía en duda. Si, por otro lado,
Noah pudiese empezar con la premisa de que él era amable
o querido, no tendría ninguna dificultad en decir "Yo
te amo, o "Yo te quiero". Y si no le respondían
con el deseado "Yo también te amo, Noah",
él vería que eso nada tiene que ver con su propia
autovaloración puesto que ésta estaba intacta
desde antes de que siquiera empezara a hablar. Si su amor
era correspondido, era problema de su esposa, o de quien sea
que Noah amara en ese momento. Podría ser que él
deseara el amor de la otra persona, pero éste no sería
indispensable para su autovaloración.
Puedes desafiar todos tus sentimientos de acuerdo a tu habilidad
de amarte a ti mismo. Recuerda siempre que en ningún
momento y en ninguna circunstancia es más sano odiarse
a sí mismo que amarse a sí mismo. Incluso si
te has portado de alguna manera que te desagrada, odiarte
a ti mismo sólo te llevará a inmovilizarte y
a perjudicarte. Y en vez de odiarte a ti mismo, trata de tener
sentimientos positivos. Que la equivocación o el error
te sirvan de lección; haz el propósito de no
repetirlos pero no los asocies con tu autoestima o autovaloración.
He aquí el meollo tanto del amor a uno mismo como
a los demás. No confundas nunca tu propio valor (que
es un valor dado) con tu comportamiento o con el comportamiento
de los demás hacia tu persona. Y, lo repito, no es
fácil. Los mensajes que nos manda la sociedad son abrumadores.
"Eres un niño malo", en vez de "Te portaste
mal". "Mamá no te quiere cuando te comportas
de esta manera", en vez de "A mamá no le
gusta cómo te portas". Las conclusiones que sacas
de este tipo de mensajes son:
"Ella no me quiere, debo ser un desastre" en vez
de "no le gusto a mamá.
Ésa es su decisión; y aunque no me gusta que
así sea, sigo creyendo que soy importante. En su libro
"Knots" (Nudos) el doctor R. D. Laing resume el
proceso de internalización de los pensamientos de los
demás para equipararlo con la propia autoestima.
Mi madre me ama. Yo me siento bien.
Yo me siento bien porque ella me ama.
Mi madre no me ama. Yo me siento mal.
Yo me siento mal porque ella no me ama.
Yo soy malo porque me siento mal. Yo me siento mal porque
soy malo. Yo soy malo porque ella no me ama. Ella no me ama
porque yo soy malo.
No es fácil deshacerse de los hábitos de la
niñez. Es muy posible que la imagen de ti mismo se
base todavía en las opiniones de los demás.
Si bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo
las aprendistes de la opinión de los adultos, no es
cierto que tengas que cargar con ellas para siempre. Sí,
es difícil desligarse de las viejas cadenas y limpiar
las heridas abiertas, pero es aún más difícil
aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que esto
implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental,
podrás hacer unas elecciones de amor a ti mismo que
te sorprenderán.
¿Quiénes son las personas que aman con facilidad?
Son acaso las personas que tienen un comportamiento autodestructivo?
No, jamás. ¿Son las que se humillan y se esconden
en un rincón? No, por cierto. El volverse eficiente,
el lograr dar y recibir amor eficazmente empieza en casa por
uno mismo, con el propósito de terminar con los comportamientos
emanados de la baja valoración de sí mismo que
se han convertido en una costumbre y en una manera de vivir.
SINTONIZANDO LA ONDA DE LA AUTOACEPTACIÓN
Lo primero que tienes que hacer es destruir el mito de que
se tiene un solo concepto de sí mismo y que éste
es positivo o negativo permanentemente. Se tienen muchas imágenes
de sí mismo y éstas varían de un momento
a otro. Si te preguntaran "¿Te gustas a ti mismo?",
podría ser que contestaras con un "No" colectivo
después de amontonar todos tus pensamientos negativos
sobre ti mismo. El romper las áreas de lo que no te
gusta para catalogarlas en zonas específicas, logrará
dirigir tus esfuerzos hacia unas metas definitivas. Tienes
diversas opiniones respecto a ti mismo, desde un punto de
vista físico, intelectual, social o emocional.
Tienes tu propia opinión respecto a tu talento para
la música, el deporte, el arte, las tareas mecánicas,
la literatura y demás. Tus autorretratos son tan numerosos
como lo son tus actividades, y a través de todos estos
comportamientos siempre estás TU, la persona que aceptas
o rechazas. Tu autoestima, esa sombra amable siempre presente,
tu consejera para tu felicidad personal y para el dominio
de ti mismo no debe estar en relación directa con tu
autovaloración. Tú existes. Tú eres un
ser humano. Eso es todo lo que necesitas.
Tú eres quien determina lo que vales sin necesidad
de dar explicaciones a nadie. Y tu propio valor que es un
hecho en sí no tiene nada que ver con tu comportamiento
ni con tus sentimientos. Puede ser que no te guste como te
has portado en un momento dado, pero eso nada tiene que ver
con tu autovaloración. Tú puedes escoger el
ser valioso para contigo mismo para siempre, y de ahí
emprender la tarea de elaborar tus imágenes de ti mismo.
EL AMOR AL CUERPO
Todo empieza con tu yo físico. ¿Te gusta tu
cuerpo? Si has contestado que no, trata de dividir esta respuesta
en diferentes partes. Haz una lista de las cosas que no te
gustan. Empezando por arriba: tu cabello, tu frente, tus ojos,
párpados, mejillas. ¿Te gustan tus ojos, tu
nariz, dientes y cuello? Y ¿qué pasa con tus
brazos, dedos, pecho y estómago? Haz una lista larga.
Incluye también tus órganos interiores. Tus
riñones, el bazo, las arterias y el fémur. Ahora
piensa en los oscuros ingredientes que te componen. ¿Qué
piensas de tu Cisura de Merlando, de tu zona coclear, de tu
úvula, de tus glándulas adrenales y de tu pabellón
auditivo externo? Tienes que hacer una lista larga y completa.
No es que tengas buen cuerpo; tú eres tu cuerpo; y
el que no te guste significa que no te aceptas a ti mismo
como ser humano.
Puede que tengas algunos rasgos físicos que te desagraden.
Si son partes de tu cuerpo que pueden ser modificadas, haz
que cambiarlas sea una de tus metas. Si tu barriga es demasiado
grande o tu pelo de un color que no te sienta bien, puedes
considerarlos como elecciones hechas en anteriores momentos-presentes,
y puedes hacer nuevas decisiones apropiadas a este momento-presente.
Esas partes que desapruebas y que no pueden ser modificadas
(piernas demasiado largas, ojos demasiado estrechos, pechos
demasiado pequeños o demasiado grandes) pueden ser
vistos bajo una óptica diferente. Nada es demasiado
nada y las piernas largas no son ni mejor ni peor que pelo
o no pelo. Lo que tú has hecho es aceptar la definición
de la sociedad contemporánea respecto a la belleza.
No dejes que los demás te dicten lo que te resulta
atractivo a ti. Decide que te agrada tu yo físico y
que es valioso y atractivo para tu modo de ver, para ti, rechazando
las comparaciones y las opiniones de los demás. Tú
puedes decidir lo que es agradable y de tu gusto; y hacer
que la falta de aceptación de ti mismo sea una cosa
del pasado.
Eres un ser humano. Los seres humanos tienen ciertos olores,
hacen ciertos ruidos y tienen pelos en ciertas partes. Pero
la sociedad y la industria nos envían mensajes constantemente
respecto a la condición física del ser humano.
Avergüéncese de estas características,
nos dicen. Aprenda a disfrazar el comportamiento, especialmente
si disimula su verdadero yo con nuestro producto. ¡No
se acepte a sí mismo tal como es y esconda su verdadero
yo!
No se puede estar ante la televisión ni una hora
sin recibir este tipo de mensajes. Los anuncios que te bombardean
a diario te informan sobre lo mal que huelen tu boca, tus
axilas, tus pies, tu piel e incluso tus órganos genitales.
"Use nuestro producto y siéntase nuevamente como
un ser real y natural. Así desodorizas todos los orificios
de tu cuerpo con el producto perfumado apropiado, porque no
aceptas esa parte de ti mismo que existe en todos los seres
humanos.
Yo sé de un hombre de treinta y dos años,
llamado Frank, que ha aprendido a rechazar todas sus funciones
corporales y a considerarlas como innombrables y asquerosas.
Frank es compulsivamente limpio en todo lo que respecta a
su cuerpo hasta tal punto que se siente ' incómodo
cuando suda, y espera que su mujer y sus hijos se comporten
de la misma manera. Corre a la ducha para librarse de cualquier
olor que pueda resultar ofensivo, después de haber
cortado la hierba o jugado una partida de tenis. Y además
él y su mujer no pueden tener relaciones sexuales si
no se han duchado antes y después de hacer el amor.
No puede tolerar sus propios olores corporales ni tampoco
vivir con alguien que se acepte más a sí mismo.
Frank vaporiza con perfumes especiales su cuarto de baño,
usa una multitud de cosméticos y productos de tocador
para siempre tener buen olor, y se preocupa de que los demás
no lo quieran o no lo acepten cuando se humaniza y empieza
a oler como un ser humano. Frank ha aprendido a rechazar sus
olores y sus funciones corporales naturales. Él ha
adoptado actitudes que reflejan un autorrechazo personal al
sentirse avergonzado u obligado a dar excusas cuando permite
a su cuerpo funcionar con naturalidad. Pero un ser humano
implica tener muchos olores naturales, y la persona que está
trabajando para aceptarse a sí misma y para amarse
a sí misma no debe sentirse ofendida ni molesta por
sus características naturales. En realidad, si Frank
fuese completamente honrado respecto a su persona, y borrase
todos los mensajes aprendidos que lo llevaron a un rechazo
de sí mismo, podría incluso reconocer que disfruta
de su propio cuerpo y de todos esos olores, gloriosos olores,
que el cuerpo es capaz de producir. Y si no quiere compartir
esos olores con los demás, podría por lo menos
ser capaz de aceptarlos en sí mismo, decirse a sí
mismo que a él, en realidad, le gustan, y no sentir
vergüenza ante los demás.
El aceptarse a sí mismo implica la aceptación
del yo físico y la posibilidad de disfrutar del mismo,
eliminando las imposiciones sociales y culturales que te obligan
a ser limpio o simplemente a tolerar el propio cuerpo cuando
se comporta de una manera natural anticosmética. Esto
no quiere decir que tengas que andar haciendo ostentación
de tus olores y de tu persona, pero sí quiere decir
que puedes aprender a gozar de ser tú mismo.
Muchas mujeres han aceptado estos mensajes socioculturales
y se comportan como se supone que tienen que comportarse cuando
se trata de sus propios cuerpos. Aféitese las piernas
y las axilas, desodorícese completamente, aromatice
su cuerpo con perfumes manufacturados, no naturales, esterilícese
la boca, maquíllese los ojos, labios, mejillas, ponga
rellenos falsos en sus sujetadores, vaporice sus genitales
con un perfume apropiado y falsifíquese las uñas.
Dentro de todo esto va implícita la idea de que hay
algo desagradable en el yo natural, en el yo esencial y humano
y que la única manera de ser atractiva es siendo artificial.
Esto es lo más triste: el producto terminado es un
yo falso que toma el lugar de tu yo natural que es el que
llevas contigo por donde vayas durante la mayor parte de tu
vida. Se te está impulsando a rechazar tu hermoso yo.
El que los anunciadores te estimulen a hacer esto es comprensible
en vista a las ganancias que logran, pero el que tú
compres los productos es menos comprensible puesto que estás
escogiendo desechar a tu yo real y verdadero. Y tú
puedes dejar de ocultar y esconder tu yo hermoso y natural.
De modo que si escoges usar cualquier ayuda cosmética,
no lo hagas porque no te gusta lo que estás ocultando,
sino por motivos de realización personal o para disfrutar
de algo nuevo. El ser honrado contigo mismo en este campo
no es fácil, y lleva su tiempo aprender a distinguir
entre lo que realmente nos gusta y lo que la industria cosmética
dice que debe gustarnos.
LA ELECCIÓN DE LAS IMÁGENES
MAS POSITIVAS DE UNO MISMO
Es posible hacer el mismo tipo de elecciones con todas las
imágenes que tienes de ti mismo. Puedes elegir considerarte
una persona inteligente aplicándote a ti mismo tus
propias normas. En efecto, mientras más feliz te haces
a ti mismo, más inteligente eres. Si hay áreas
en las que fallas o funcionas deficientemente como en álgebra,
ortografía o redacción, éste es simplemente
el resultado natural de las elecciones que has estado haciendo
hasta ahora. Si te decidieras a dedicar más tiempo
a la práctica de cualquiera de estas tareas, no hay
duda que llegarías a hacerlas mejor. Si la imagen de
ti mismo es la de una persona no demasiado inteligente, acuérdate
de lo que dijimos respecto a la inteligencia en el Capítulo
1.
Si te subestimas, es porque has adquirido esa noción
y te comparas con otros en cierto tipo de variables relacionadas
con categorías académicas o escolares.
Sin duda esto te sorprenderá, pero puedes escoger
ser tan inteligente como quieras. La capacidad es realmente
una cuestión de tiempo, más que una cualidad
innata. Un hecho que apoya esta declaración es
el de las normas para clasificar los tests de aptitud escolar.
Estas normas demuestran que las puntuaciones logradas por
los mejores alumnos de un nivel dado, son alcanzadas por la
mayoría de los alumnos de los niveles posteriores.
Otros estudios demuestran que aunque la mayoría de
los alumnos logran dominar ciertas tareas aprendidas, algunos
lo hacen más pronto que los otros. Sin embargo la etiqueta
"deficiente" e incluso "retardado" se
aplica a menudo a los que avanzan más lentamente hacia
el logro de un completo dominio en cualquier campo que sea.
Escuchemos a John Carroll cuando habla al respecto en su artículo
"Un Modelo para el Aprendizaje Escolar" que aparece
en Teachers College Record:
La aptitud es el tiempo requerido por un estudiante para
dominar una disciplina. Está implícita en esta
formulación el supuesto de que dado el tiempo suficiente,
todos los estudiantes podrán llegar a dominar una disciplina
determinada.
Con suficiente tiempo y esfuerzo podrías, si así
lo decidieras y eligieras hacerlo, dominar casi cualquier
disciplina académica. Pero no haces esa elección
y tienes muy buenos motivos para no hacerla. ¿Con qué
fin aplicarías energías de tu momento presente
para resolver oscuros problemas o aprender algo que realmente
no te interesa? Ser feliz, vivir efectiva y eficientemente
y amar son metas mejores y más importantes. Se trata
de demostrar que la inteligencia no es algo que has heredado
o que te ha sido otorgado. Tú eres tan inteligente
como decidas serlo. El que no te guste lo inteligente que
has escogido ser es simplemente una forma de subestimar, de
despreciarse a sí mismo, que sólo puede tener
consecuencias perjudiciales para tu propia vida.
La lógica de poder escoger tus autorretratos es aplicable
a todas las fotografías de ti mismo que almacenas en
tu mente. Tu comportamiento social es tan apropiado como tú
eliges que sea. Si no te gusta como te comportas socialmente,
puedes tratar de cambiar sin confundir tu comportamiento con
tu propia autovalorización. Al mismo tiempo, tu talento,
ya sea artístico, mecánico, atlético,
musical, etcétera, es en gran parte el resultado de
elecciones que ya has hecho y no se debe confundir con lo
que es tu valor personal. (Ver el Capítulo 4 donde
se tratan amplia y detalladamente las descripciones que haces
de ti mismo y del porqué las has escogido.) Con el
mismo enfoque, el capítulo precedente trató
de demostrar que tu vida emocional era el resultado de lo
que tú habías elegido. El aceptarte a ti mismo
en base a lo que tú consideras que es lo apropiado
para ti es algo que puedes decidir hacer ahora mismo. El reparar
o modificar aquellas cosas que no están a la altura
de lo que quieres, puede llegar a ser una ocupación
encantadora, y no hay motivo para que elijas sentirte inapropiado
o indigno, simplemente porque hay cosas en ti mismo que has
decidido mejorar.
El disgusto con uno mismo puede tomar muchas formas y quizá
tú mantienes un comportamiento de subestima de ti mismo.
He aquí una breve lista de comportamientos típicos
de autosubestimación que entran en la categoría
del autoveto:
Rechazar los cumplidos que recibes ("Oh, no es nada...
En realidad no soy inteligente; simplemente tengo buena suerte,...).
Inventar excusas para explicar por qué te ves bien
("Gracias a mi peluquera, ella es capaz de hacer que
una rana parezca una belleza"... "Créeme,
es gracias a mi guardarropa"... "El verde es mi
color").
- Darle el crédito a los demás cuando en realidad
tú te lo mereces ("Gracias a Miguel, sin él
yo no sería nada"... "Marie hizo todo el
trabajo; yo sólo la supervisé").
- Usando referencias a otras personas cuando hablas ("Mi
marido dice"... "A mamá le parece"...
"Jorge me dice siempre que"...).
- Apoyar tus opiniones en los demás ("No es
cierto que así es esto, querido?",... "Eso
fue lo que dije, no es cierto, Marta?"... "Pregúntenle
a mi marido, él se lo dirá"...).
- Negarte a pedir algo que te gusta, no porque pienses que
no te lo puedes permitir (aunque éste puede ser el
motivo que alegues para no hacerlo), sino porque piensas que
no te lo mereces.
- No tener orgasmos.
- No comprarte algo porque piensas que lo tienes que comprar
para otra persona, aunque no sea necesario este sacrificio,
o no comprarte las cosas que te gustaría tener porque
piensas que no las mereces.
- Evitar darte gustos como por ejemplo flores, vino o lo
que sea, que te encantan porque consideras que es un despilfarro.
- En una habitación llena de gente cuando alguien
llama en voz alta diciendo "Oye, tontuelo, miras a la
persona dándote por aludido".
- El usar motes con implicaciones peyorativas para referirte
a ti mismo (y hacer que los demás también los
usen).
- Un amigo o un amante te regala una joya. Inmediatamente
te pasa por la cabeza un pensamiento de este tipo... "Debes
tener un cajón lleno de joyas en tu casa para regalar
a las otras chicas".
- Alguien te dice que te ves muy bien. La frase que se forma
en la cabeza es: "Eres completamente ciego, o estás
tratando de hacerme sentir bien".
- Alguien te lleva a un restaurante o un teatro. Tú
piensas: "Así es siempre al principio, pero ¿cuánto
durará cuando descubra qué tipo de persona soy
realmente?".
- Una chica acepta una invitación para salir contigo
y tú piensas que lo hace por un sentimiento caritativo.
Una vez trabajé con una mujer joven bastante atractiva
que tenía mucho éxito con los hombres. Su nombre
era Shirley y siempre decía que todas sus relaciones
acababan mal, y que aunque deseaba casarse desesperadamente,
nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Durante
su tratamiento llegamos a la conclusión de que era
ella misma la que estropeaba sus relaciones sin darse cuenta.
Si algún joven le decía que la quería,
el pensamiento de Shirley inmediatamente lo contradecía,
"él dice eso sólo porque sabe que es lo
que yo quiero oír". Shirley estaba a la pesca
de la frase que la subestimaría.
No sentía amor por sí misma y rechazaba los
esfuerzos que hacían los demás por quererla.
Creía que nadie la podía encontrar atractiva.
¿Por qué? En primer lugar porque no creía
que merecía ser amada. Y así un interminable
ciclo de renunciaciones era su manera de reforzar la pobre
idea que tenía de sí misma.
Aunque muchos de los conceptos que aparecen en la lista
pueden parecer mezquinos o pequeños, son sin embargo
como pequeños síntomas de autodesprecio. Si
te sacrificas por los demás o rehúsas mimarte
a ti mismo, tal como podría ser en el caso que escojas
una hamburguesa en vez del buen solomillo que te apetece,
puede que lo hagas porque piensas que no mereces el mejor
trozo de carne. Quizá te han enseñado que la
buena educación requiere que rechaces los cumplidos
o simplemente que no eres atractiva.
Éstas son las lecciones que has aprendido y el sacrificarte
por los demás, el anularte, se han convertido para
ti en una segunda naturaleza. Hay muchos ejemplos de comportamiento
autofrustrante que salen a la superficie en las conversaciones
y en la conducta diarias. Y cada vez que te rebajas a ti mismo,
de cualquier manera que sea, refuerzas los motes peyorativos
que los demás te han colocado y disminuyes tus propias
oportunidades de amar, ya sea amarte a ti mismo o a los demás.
Ciertamente vales demasiado como para pasarte la vida disminuyéndote
a ti mismo, humillándote.
ACEPTÁNDOSE A SI MISMO SIN CHISTAR
El amor propio, el amarse a sí mismo, implica aceptarse
a sí mismo reconociéndose como un ser humano
valioso y porque así lo decide uno mismo. Esta aceptación
implica también una plenitud, una falta de protestas
y quejas. La gente que funciona plenamente no protesta
jamás, especialmente no protesta porque la calle tiene
baches ni porque el cielo está muy nublado o el hielo
demasiado frío. La aceptación implica no protestar
o no quejarse, y la felicidad implica no protestar por lo
que no tiene remedio o por lo que no hay nada que hacer.
La protesta y la queja son el refugio de la gente que desconfía
de sí misma. Contarle a los demás las cosas
que no te gustan de ti mismo contribuye a que tú sigas
insatisfecho, pues lo único que ellos no pueden hacer
es negarlas, y entonces, tú no les crees. Así
como lamentarse ante los demás es un acto inútil,
aceptar que los demás abusen de ti cargándote
con sus fardos Ilenos de problemas y autoconmiseración,
tampoco ayuda a nadie. Una pregunta muy sencilla terminará
generalmente con este comportamiento tan inútil como
desagradable. "¿Por qué me estás
contando esto?" o "¿ Hay algo que pueda hacer
por ti para ayudarte a solucionar este problema?" Al
hacerte a ti mismo esta pregunta, empezarás a darte
cuenta de que la conducta de los lamentos es realmente una
locura total. Es tiempo malgastado, tiempo que puede emplearse
mejor practicando alguna actividad de autoestima como podría
ser elogiarte un poco en silencio o ayudando a que otra persona
pueda realizarse.
Hay dos instancias en las cuales la queja es la peor de
tus posibilidades: 1) Cada vez que le dices a alguien que
estás cansado, y 2) Cada vez que le dices a alguien
que no te sientes bien. Si estás cansado, puedes hacer
distintas cosas para remediarlo, pero quejarte aunque sea
a una sola persona, peor aún si esta persona es uno
de tus seres queridos, es un abuso de confianza. Y no hará
que te sientas menos cansado. Y el mismo tipo de lógica
se puede aplicar a tu "no me siento bien".
No hemos dicho nada aquí sobre los casos en los que
comunicar a los demás de que no te sientes bien puede
significar que éstos te ayuden de alguna manera por
más pequeña que sea. De lo que hablamos aquí
es de las quejas a los demás en los casos en que éstos
no pueden hacer nada por nosotros, aparte de aguantar estos
rezongos. Además, si realmente estás trabajando
para aumentar tu amor por ti mismo, y sientes alguna molestia
o dolor, querrás ocuparte tú mismo de esto,
trabajar tú mismo con esto, en vez de elegir a alguien
como apoyo y obligarle a compartir tu carga.
La lamentación de uno mismo es una actividad inútil
que impide que vivas tu vida en forma positiva y eficiente.
Te impulsa a tenerte pena a ti mismo e inmoviliza tus esfuerzos
por dar y recibir amor. Más aún, disminuye tus
oportunidades de mejorar tus relaciones afectivas y aumentar
tus relaciones sociales. Y aunque logres atraer la atención
de los demás sobre tu persona, lo lograrás de
una manera que sin duda ensombrecerá tu propia felicidad.
La posibilidad de aceptarte a ti mismo sin protestar implica
una comprensión amplia, tanto del proceso del amor
por uno mismo como del proceso de elaboración de estas
quejas y protestas dentro de nosotros mismos, que resultan
ser términos mutuamente excluyentes. Si auténticamente
te amas a ti mismo, entonces las quejas a los demás,
que no pueden hacer nada por ti, se convierten en una actividad
imposible de defender o justificar. Y si encuentras en ti
mismo (y en los demás) cosas que te disgustan, en vez
de quejarte puedes empezar inmediatamente a hacer lo necesario
para corregir esa situación.
La próxima vez que te encuentres en una reunión
social con otras parejas, puedes ensayar el ejercicio siguiente.
Anota cuánto tiempo se ha empleado en conversaciones
en que se lamentaban de algo. Ya sea de uno mismo, o de los
demás, de cosas que pasan, los precios, la meteorología
o cualquier otra cosa. Entonces, al finalizar la reunión,
cuando todo el mundo se ha ido a su casa, pregúntate
a ti mismo: "¿Qué se logró con la
mayoría de las quejas y protestas que se hicieron esta
noche?", "¿A quién le importan realmente
las cosas de que nos lamentamos esta noche?". Entonces,
la próxima vez que estés a punto de protestar
o quejarte de algo, recuerda la inutilidad de aquella noche.
EL AMOR PROPIO Y LA SOBERBIA
Debes estar pensando que todas estas palabras sobre el amor
a uno mismo implica un tipo de comportamiento detestable semejante
a la egolatría. Nada puede estar más lejos de
la verdad. El amor por uno mismo no tiene nada que ver con
el tipo de comportamiento que se caracteriza por la insistencia
en decirle a todo el mundo lo maravilloso que es uno. Ése
no es amor a uno mismo sino más bien una forma de tratar
de conseguir la atención y el aprecio de los demás.
Es una actitud tan neurótica como la del individuo
que está sobrecargado de desprecio por sí mismo.
El comportamiento arrogante y jactancioso está motivado
por el deseo de ganar el aprecio de los demás. Quiere
decir que el individuo se valora a sí mismo en base
a lo que los demás ven en él. De no ser así,
no sentiría la necesidad de convencerlos. El amor a
uno mismo quiere decir que te amas a ti mismo; no exiges el
amor de los demás. No hay ninguna necesidad de convencer
a los demás. Es suficiente contar con la propia aceptación
interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista de
los demás.
LAS RETRIBUCIONES QUE TE BRINDA EL NO AMARTE
A TI MISMO
¿Qué motivo puede tener un ser humano para
elegir no amarse a sí mismo? ¿Qué ventajas
puede tener? Los dividendos, por más malsanos que sean,
existen y puedes examinarlos. Y lo más importante para
aprender a ser una persona eficiente y positiva es comprender
por qué te comportas de manera autofrustrante. Todo
comportamiento tiene sus causas y el camino que lleva hacia
la eliminación de cualquier tipo de comportamiento
autodestructivo está lleno de baches provocados por
la incomprensión de tus propias motivaciones. Cuando
logres comprender el porqué de la maldad dirigida contra
tu propia persona y los motivos de permanencia del sistema
necesario para retener esa maldad, entonces podrás
empezar a combatir estos comportamientos. Sin una verdadera
comprensión de ti mismo, volverás a actuar como
antes.
¿Por qué has elegido comprometerte con actitudes
autodestructivas, por más insignificantes que te parezcan?
Puede ser que te resulte más fácil aceptar lo
que te dicen los demás que pensar por ti mismo. Pero
hay también otros dividendos. Si escoges no amarte
a ti mismo y tratarte a ti mismo como a un ser sin importancia
colocando a otras personas por encima tuyo, lograrás...
- Tener una excusa interna para justificar el hecho de que
no te amen en esta vida. Simplemente, no mereces que te amen.
La excusa es la retribución neurótica.
- Poder evitar cualquiera y todos los riesgos que implica
el establecimiento de relaciones afectivas con los demás,
y eliminar de esta manera cualquier posibilidad, de ser rechazado
o censurado.
- Encontrar que es más fácil seguir siendo
así como eres. Mientras no valgas nada ni merezcas
nada no tiene sentido que trates de crecer y desarrollarte
o de ser mejor y más feliz; la retribución reside
en seguir siendo el mismo.
- Conseguir que te tengan mucha lástima, te presten
atención e incluso te aprueben, todo lo cual es un
buen sustituto de la arriesgada empresa que implica comprometerse
con una relación amorosa. De esta manera, la compasión
y la atención son tus retribuciones autofrustrantes.
- Tener muchos chivos emisarios para culparte de tus propias
desgracias. Así puedes quejarte y protestar sin necesidad
de hacer nada al respecto.
- Ser capaz de pasar tus momentos presentes con minidepresiones
y evitar el comportamiento que te ayudaría a ser diferente.
La compasión a ti mismo te servirá de válvula
de escape.
- Retroceder en el tiempo hasta convertirte en un niño
bueno recurriendo a las reacciones infantiles, o sea a las
que son del agrado de aquellos "mayores" que has
aprendido a considerar como superiores a ti. Tu regresión
es más segura que el riesgo del cambio.
- Ser capaz de reforzar el comportamiento de dependencia
de los demás dándoles a ellos más importancia
de la que te das a ti mismo. Un poste en el que apoyarse es
ciertamente un dividendo aunque te resulte perjudicial.
- Ser incapaz de hacerte cargo de tu propia vida para vivirla
como eliges vivirla, simplemente porque no sientes que eres
digno de la felicidad que anhelas.
Éstos son los componentes del mantenimiento de tu
sistema subestimativo. Son las razones que eliges para continuar
aferrado a tus viejas maneras de pensar y actuar. Simplemente
es más fácil, es decir, menos arriesgado echarte
que tratar de elevarte. Pero recuerda, la única prueba
verdadera de vida es el crecimiento, así es que la
negativa a convertirse en una persona que se ama a sí
misma es una elección que se asemeja a la muerte. Armado
con estas percepciones interiores de tu propio comportamiento,
puedes empezar a practicar algunos ejercicios mentales y físicos
que impulsarán y apoyarán el desarrollo de tu
amor a ti mismo.
ALGUNOS EJERCICIOS FÁCILES PARA
AMARSE A SÍ MISMO
La práctica del amor a uno mismo empieza por la mente.
Debes aprender a controlar tus pensamientos. Esto requiere
ser muy consciente del presente cuando te comportas de una
forma destructiva. Si logras pescarte haciéndolo, podrás
empezar a enfrentarte de una manera positiva con el pensamiento
que inspira semejante conducta.
Descubres que has dicho algo como: "En realidad no
soy tan listo; fue cuestión de suerte sacar una nota
tan alta en el examen". En este instante debería
sonar una campana de alarma en tu cabeza. "Acabo de hacerlo
otra vez. Me comporté de una manera autodespreciativa,
como si me odiara a mí mismo. Pero ahora estoy consciente
de ello y la próxima vez evitaré decir esas
cosas que he estado diciendo toda mi vida." Tu estrategia
es corregirte en voz alta, diciendo: "Dije que tuve suerte
pero en realidad la suerte no tuvo nada que ver en ese asunto;
me saqué esas notas porque las merecí. Esto
representa un pequeño paso hacia la autoestima, este
paso consiste en reconocer tu comportamiento autodestructivo
en el momento-presente y en decidir actuar de una manera diferente.
Antes tenías una costumbre; ahora eres consciente de
que quieres ser diferente y que has elegido lograrlo. Es como
aprender a conducir un coche con cambios fijos.
Con el tiempo, habrás adquirido un nuevo hábito
que no necesitará que estés constantemente alerta
ni consciente al respecto. Muy pronto y con toda naturalidad
empezarás a actuar con respeto y amor a ti mismo.
Con tu mente actuando ahora a favor tuyo en vez de en contra
tuya, se vislumbran en el horizonte una serie de fascinantes
actividades de autoestima. He aquí una breve lista
de esta clase de comportamientos que luego podrás ampliar
cuando consigas un sentido de autoestima basado en tu propia
valía.
- Escoge una serie de reacciones nuevas ante las tentativas
de los demás de llegar a ti con amor y aceptación.
- En vez de dudar inmediatamente de la sinceridad de cualquier
gesto afectivo, acéptalo con un "Muchas gracias",
o "Cuánto me alegro que pienses así".
- Si hay alguien por quien sientes verdadero amor díselo
de frente: "Te amo" y mientras observas su reacción
puedes darte una palmadita en la espalda por haberte atrevido
a correr ese riesgo.
- En un restaurante, pide algo que realmente te guste sin
preocuparte por lo que pueda costar. Date un verdadero gusto
porque lo mereces. Empieza a elegir las cosas que más
te gusten en todas las situaciones, incluso en los mercados
y tiendas de comestibles. Date el lujo de adquirir tu producto
favorito, sea lo que sea, porque lo mereces. Abomina y destierra
toda conducta abnegada en la que te niegues a ti mismo a menos
que sea absolutamente necesario. Y rara vez lo es.
- Al cabo de un día agobiante y después de
haber comido mucho, toma tiempo para una siesta o date un
paseo por el parque, incluso si tienes mucho que hacer. Te
ayudará a sentirte ciento por ciento mejor.
- Inscríbete en alguna organización o apúntate
para tomar parte en alguna actividad que te guste. Quizás
has estado postergando hacerlo porque tienes tantas responsabilidades
que simplemente no tienes tiempo para ello.
Al escoger amarte a ti mismo y coger las tajadas de la vida
que te apetecen, los demás, a los que tú sirves,
aprenderán también a tener confianza en sí
mismos. Y descubrirás que no sientes resentimiento
hacia ellos. Los servirás porque eliges hacerlo y no
porque tienes obligación de hacerlo.
- Elimina la envidia reconociéndola como una manera
de rebajarte a ti mismo. Al compararte con otra persona e
imaginarte que eres menos querida que ella, haces que otros
sean más importantes que tú. Mides tus propios
méritos comparándolos con los de los demás.
Recuérdate a ti mismo que 1) un tercero puede preferir
a otra persona sin necesidad de que ello sea un reflejo negativo
de tu persona, o, 2) si eres o no elegido, por cualquier persona
significativa, no quiere decir nada, pues no es así
como evalúas tu propio mérito. Si haces así,
estás condenado a dudar de ti mismo eternamente, porque
siempre estarás pendiente de cómo sentirá
alguna otra persona en cualquier momento de cualquier día.
Si él o ella escogen a otra persona, la elección
es un reflejo de su personalidad y no de la tuya. Con la práctica
y la costumbre de amarte a ti mismo, cualquier circunstancia
que antes te daba celos o envidia funcionará de manera
inversa. Creerás tanto en ti mismo que no necesitarás
ni la aceptación ni el amor de los demás para
sentir que vales.
- Tu actividad basada en el amor a ti mismo puede incluir
nuevas formas de tratar tu cuerpo, tal como elegir comida
buena y nutritiva; eliminar el exceso de peso (lo que puede
ser un riesgo para la salud a la vez que una indicación
de autorrechazo); hacer paseos en bicicleta o caminatas regularmente;
hacer muchos ejercicios saludables; salir a disfrutar de la
naturaleza y el aire puro porque es agradable y uno se siente
bien; y en general cuidando tu cuerpo para que sea atractivo
y goce de buena salud. Siempre que tú quieras ser sano.
¿ Por qué? Porque eres importante y te vas a
tratar como si lo fueras. Un día entero pasado encerrado
o llevando a cabo actividades aburridas es un voto de hostilidad
hacia tu propia persona. A menos que te guste estar encerrado,
en cuyo caso, tú habrás elegido esa situación
que entonces será válida.
- Sexualmente, puedes practicar un mayor amor a ti mismo.
Puedes contemplarte desnudo frente al espejo y decirte lo
atractivo que eres. Puedes ponerte en contacto con tu propio
cuerpo. Explórate a ti mismo sensualmente y acaricia
tu piel. Con otros puedes también elegir realizarte
sexualmente en vez de que el placer de tu compañero
sea más importante que el tuyo propio. Sólo
al escoger gratificarte a ti mismo podrás dar placer
a otra persona. Si no eres feliz, por lo general tu compañero
o compañera se sentirá desilusionado. Y lo que
es mejor aún, cuando te escoges a ti mismo, a los demás
les es más fácil escoger su propia felicidad.
Puedes demorar todo el proceso del sexo, enseñándole
a tu amante lo que te gusta, tanto con palabras como con acciones.
Puedes elegir el orgasmo para ti mismo. Puedes obligarte a
lograr el colmo de la experiencia sexual creyendo que la mereces
y luego perdiéndote en la excitación de verificarla
por ti mismo o para ti mismo. ¿Por qué? Porque
te lo mereces.
- Puedes dejar de equiparar tu actuación o funcionamiento
en cualquier cosa con tu propia valía. Puedes perder
tu puesto, o fracasar en algún proyecto. Puede que
no te guste como hiciste algún trabajo. Pero eso no
quiere decir que tú no valgas, que no tengas méritos.
Tú debes saber que tienes un valor dado ajeno a tus
logros. Sin este conocimiento, siempre estarás confundiéndote
a ti mismo con tus actividades exteriores. Es tan absurdo
hacer que lo que tú vales dependa de algún logro
externo como lo es hacer que dependa de la opinión
de otra persona. Cuando hayas logrado eliminar esta confusión,
serás capaz de emprender toda clase de empresas.
El resultado final, aunque pueda tener interés para
ti, no determinará de ninguna manera tu valor como
persona.
Éstas y muchas acciones similares son típicas
de la gente que se ama a sí misma. Puede que a menudo
pongan en entredicho las lecciones que has aprendido en tu
vida. En un momento dado, fuiste la negación del amor
a uno mismo. Cuando niño sabías instintivamente
que valías mucho.
Ahora vuelve a las preguntas que se plantearon en la introducción
de este libro.
¿Puedes aceptarte a ti mismo sin protestar? ¿Puedes
amarte a ti mismo todo el tiempo? ¿Puedes dar y recibir
amor?
Éstas son las cuestiones en las que puedes trabajar,
poniéndote como meta enamorarte de la persona más
hermosa, más valiosa, más estimulante y atractiva
que haya existido jamás: tú.
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