EL OPUS DEI. Creencias y
controversias
sobre la canonización de Monseñor Escrivá
María Angustias Moreno
CAPÍTULO 4. PROCESO DE BEATIFICACIÓN
(ALGUNOS DATOS)
Decía el canon 2050 del antiguo Código de Derecho
Canónico que "la fama de santidad debe ser espontánea,
"no procurada por arte o diligencia humana", proveniente
de personas graves y honestas". Esta legislación
ha sido sustituida por otra que omite dichas alusiones. Y
dice el Papa Juan Pablo II en la introducción al apéndice
1 del actual Código de Derecho Canónico sobre
la Causa de los Santos, que "debido a experiencias recientes
se ha visto oportuno revisar esta forma de procedimientos
"para simplificar las normas, salvaguardando naturalmente
-añade- la solidez de la investigación".
Lo cual podría suponer que, como dice el canon 21 del
vigente Código de Derecho Canónico, según
los casos, "las leyes posteriores se han de comparar
y en la medida de lo posible conciliar con las anteriores".
Se ha de seguir contando por tanto, parece lógico,
con que la fama de santidad nunca sea procurada por ningún
arte o diligencia distinto del de su propia espontaneidad.
Con fecha 12-5-81 se iniciaba en Roma, por ser ésta
la diócesis en la que había muerto Mons. Escrivá
y en la Basílica de Letrán, sede del Vicario
del Papa en la misma, Cardo Poletti, el proceso de beatificación
del fundador del Opus Dei.
El tribunal quedó constituido bajo la presidencia
de Mons. Costalunga (Subsecretario para la Congregación
de Obispos y Juez eclesiástico).
Una vez iniciado el proceso y en esas mismas fechas, se publica
desde Roma un Edicto del Card. Poletti, referido al mismo,
en el que se dice que, como Vicario del Papa para la diócesis
de la ciudad citada, "ordena" que se envíen
al tribunal correspondiente todos los escritos atribuidos
a Mons. Escrivá, "recordando además a todos
y cada uno de los fieles, eclesiásticos, clérigos
o "laicos", que el Código de Derecho Canónico
"impone la obligación de darnos noticias"
de todo aquello que pueda brindamos argumentos contra la fama
de santidad del mismo siervo de Dios". Obligación
ésta a la que en el nuevo Código de Derecho
Canónico (de 1983), apéndice 1, ya no se alude.
Parece ser que gracias a los buenos oficios de los miembros
de la Obra en los trabajos de dicho Código.
El 18-5-81, sólo cinco días después
de iniciado el proceso, se traslada el mismo a Madrid, alegando
razones de que, aunque Mons. Escrivá hubiera muerto
en Roma (ciudad en la que residía desde 1946) era en
España donde más tiempo había vivido.
Para lo que se constituye nuevamente el tribunal correspondiente,
sin que en este caso fuese elegido, como es norma, por el
propio Obispo de la ciudad en cuestión, sino que llegó
determinado desde Roma, actuando el Cardenal Tarancón
sólo como delegado; esta vez había sido nombrado
como Presidente un agustino recoleto de unos ochenta años,
que no siempre se había mostrado favorable a la Obra,
pero que ahora, instalado en Madrid por los miembros de la
Institución, y gracias a las muchas atenciones que
éstos suelen dispensar a quienes les interesan, va
comprendiendo... que la Obra no era sólo lo que él
conocía, lo cual le lleva a actuar con otra "confianza".
[Anteriormente y durante unos 10 años, este agustino
había sido fiscal en la Congregación para la
Causa de los Santos en Roma, oficio que ya había dejado
lógicamente por la edad; experto no obstante, precisamente
por ello, en el conocimiento de toda clase de entresijos dignos
de tener en cuenta para dichas causas].
La noticia en los periódicos fue breve y poco ilustrativa,
lo que me impidió conocer a tiempo quién era
el nuevo Presidente del tribunal de España, por lo
que me dirigí a Mons. Tarancón, según
cuento en el documento que con fecha 20-3-85, acompañado
de Acta Notarial de fecha 1-4-85, envié a la Sagrada
Congregación para la Causa de los Santos por los motivos
que en él explico.
|
Tribunal Eclesiástico
Sevilla
En la ciudada de Sevilla, a día uno de abril
de mil novecientos ochenta y cinco, ante mí, JOSÉ
VICENTE CORONA CORNEJO, Notario de esta Curia, especialmente
comisiondo parar este acto por orden del Excmo. Sr. Arzobispo;
ante el Ilmo. Sr. Vicario Judicial del Arzobispado; en
la Sala de Audiencias del Tribunal Metropolitano.-
Siendo las trece horas del mediodía, comparece
ante mí la Srta. María Angustias Moreno
Cereijo, con Documento Nacional n° 28.207.551.-
Lo hace manifestando su deseo de entregar al infrascrito
un documento que quiere hacer llegar a la S.C. para las
Causas de los Santos, de Roma, según instrucciones
que dice haber recibido de la misma Ciudad.
Efectivamente, entrega un sobre, que, abierto y
comprobado ante mí, contiene diversos escritos
dirigidos a la citada S.C., en todos los cuales yo rubrico
y sello con el de este Tribunal, admitiéndolo en
el sobre, que cierro y sello, comprometiéndome
a enviarlo oficialmente a la citada S.C.- Conmigo firma
igualmente la interesada.
A petición de la misma Srta., se le entrega
un ejemplar fotocopiado de la documentación entregada,
y de este acto, igualmente rubricados de mi firma y sello.
De todo lo cual, yo el infrascrito Notario, con
el V° B° del Ilmo. Sr. Vicario Judicial, doy fe.-
CUMPLIMIENTO.- Con la misma fecha, envío
a la S.C. para las Causas de los Santos el sobre y la
copia legalizada de este Acta. Fecha ut supra. Doy fe.
Se adjuntará carta oficial de envío
certificado.
|
Sevilla, 20 de Marzo de 1985
EXMO. SR. PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN DE LA CAUSA
DE LOS SANTOS
ROMA
Exmo. Sr.:
Al hacerse pública la iniciación
del proceso de beatificación de Mons. Escrivá
de Balaguer, me dirigí al Sr. Cardenal don Vicente
Enrique y Tarancón, Arzobispo de Madrid-alcalá,
en cuya diócesis funcionaba el Tribunal, mostrando
mi deseo de declarar ante el mismo, por estar convencida
de que, habiendo pertenecido al Opus Dei como numeraria,
e incluso como titular de cargos de confianza, podía
aportar datos que consideraba importantes. Acompañaba
dos libros que había publicado sobre el Opus Dei,
que, al reflejar experiencias personales y mi reflexión
sobre las mismas, podían hacer pensar que mi testimonio
tendría suficiente importancia como para ser examinado,
independientemente de lo que luego se decidiera sobre
su valor intrínseco. A mi carta, que llevaba fecha
del 15 octubre de 1981, respondió al Sr. Cardenal
el día 1 de noviembre que mi petición no
era la única que había recibido, sino que
había otras varias; que él no intervenía
personalmente, ya que actuaba un Juez-Delegado y que procuraría
que llegase mi testimonio al Tribunal.
Esperaba yo ser citada, por consiguiente, al Tribunal
mismo, para hacer una declaración formal, pero
pasó un año sin tener noticia alguna. Mi
sorpresa fue grande cuando recibí una carta del
Vicepostulados de la Causa, don Benito Badrinas, de 11
de noviembre de 1982, diciendo que desearía "hablar
unos minutos" conmigo "sobre un asunto relacionado
con la instrucción del Proceso" en presencia
de uno de los oficiales del Tribunal. Se trataba, según
se veía, no de declarar ante el Tribunal, sino
ante el Vicepostulador, cosa que no me pareció
regular, y el dictamen de algunos canonistas me ha confirmado
en aquel juicio. Por eso volví a dirigirme al Sr.
Cardenal Arzobispo de Madrid, en carta 12 de diciembre
solicitando ser citada por el Tribunal mismo, carta a
la que no tuve respuesta.
Pero el 25 de junio de 1984 se me ofreció,
inesperadamente, una ocasión de hablar con Don
Ricardo Quintana, de quien sabía que intervenía
en la Causa, y le mostré mi extrañeza por
no haber sido citada. Me contestó que se me había
citado dos veces y que yo no había querido acudir.
Le respondí, y estoy dispuesta a ratificarlo bajo
fé y juramento, que yo no había sido citaada
o recibido citación alguna para declarar ante el
Tribunal, sino unicamente una carta del Viceportulador
para hablar conmigo, según queda dicho. Pero añadió
que si tenía algo que alegar o reclamar debía
dirigirme a la Congregación de las Causas de los
Santos. Así lo hago ahora en ésta carta,
a la que acompaño fotocopia de las otras aquí
citadas.
Escribo esta carta porque me considero moral y
jurídicamente obligada a manifestar cosas que estimo
de importancia en la referida Causa. Pido formalmente,
en consecuencia, ser oida en forma jurídica en
la Causa.
A la vez qye paso a citar una relación de
personas que estimo importantísimo que también
sean oídas, como son:
Fdo. María Angustias Moreno Cereijo.
|
Causa de Beatificación y Canonización
del Siervo de Dios Josemaría Escrivá de
Balaguer.
Sacerdote. Fundador del Opus Dei.
El Vicepostulador
Madríd, 11 de Noviembre de 1982
Srta. María Angustias Moreno
SEVILLA
María Angustias:
Me permito enviarte estas líneas porque
me convendría hablar unos minutos contigo sobre
un asunto relacionado con la instrucción del Proceso
de Mons. Escrivá de Balaguer que tuvo su inicio
hace algo más de un año.
Te vería con uno de los oficiales del Tribunal
que constituyó el Arzobispado de Madrid. Puede
ser en Madrid o en Sevilla, en donde mejor te parezca.
En el caso de que hicieses algún viaje a
Madrid, en fecha próxima, te agradecería
que me enviases en unas líneas o llamando al 413.83.11
entre las 10 y las 2, que es cuando suelo estar en este
teléfono.
Si no fuese así, nosotros -el oficial del
Tribunal y yo- iríamos a Sevilla donde tenemos
también otro asunto pendiente. En este caso te
agradecería que me dijeses en qué fechas
te va mejor y dónde te podríamos llamar.
Agradecido por tu atención, te saluda
Benito Badrinas
|
El Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá
Madrid 1 de noviembre de 1981
Srta. María Angustias Moreno Cereijo
SEVILLA
Amadísima en Cristo:
He recibido sus dos libros. Uno, ya lo había
leído anteriormente.
Efectivamente, yo he abierto ese proceso por mandato
de la Santa Sede. Aunque no intervengo personalmente en
él -actúa el Juez-Delegado- procuraré
que llegue su testimonio al Tribunal.
La iniciación del proceso no condiciona
nada. Se explica que se haya hecho, con una rapidez realmente
inusitada, por razones que no son al caso. Son varias
las peticiones que he recibido de personas que le conocieron
personalmente y tuvieron relación con su obra que
quieren informar.
Dios proveerá para que todo se haga bien,
a pesar de las presiones que pueda haber.
Con afecto,
Vicente Enrique y Tarancón
Con fecha 27-5-85 fui citada al Arzobispado de Sevilla para
que el Vicario General de la Diócesis me leyera la
contestación a estos documentos. El 30 del mismo mes
nos reunimos en el despacho de dicho señor donde él
personalmente me leyó una carta dirigida por la Congregación
citada al Arzobispo de Sevilla, para que me la transmitiera
oralmente, y en la que venía a decir que puesto que
ya conocían mis publicaciones y sabían quién
era yo, que no necesitaban más declaraciones por mi
parte. Entendí que lo que de mí podían
conocer en estas esferas no podía ser sino lo que la
Obra hubiera querido contar. Me limité a decir al Vicario
que difícilmente unas publicaciones dirigidas a toda
clase de gente podían incluir lo que debía ser
declaración en una causa como esta.
Ni antes ni ahora escribo con carácter de "declaración"
sino de simple información. Entendiendo que para declarar
formalmente hay que hacerlo ante un Tribunal legítimamente
constituido.
A consecuencia de ello me planteé solicitar una entrevista
con el propio Arzobispo Mons. Amigo Vallejo, que me recibió
a final de agosto del mismo año. Durante toda la visita
hubo en la puerta de la sala de audiencias, donde me recibía
el Arzobispo, un sacerdote del Opus Dei, que nadie sabía
por qué clase de coincidencia tenía que estar
allí.
Me habían confirmado que, también en el Vaticano,
la negativa a oír mi declaración estaba siendo
basada en el desprestigio a mi persona que se hacía
circular entre unos y otros. Por lo que mi entrevista con
Mons. Amigo tenía como único fin presentarme
a él personalmente, para solicitarle que, como mi pastor
que era, y dadas las cosas que sobre mi difundía el
Opus, fuera él quien, debidamente informado, sobre
cuanto creyera conveniente de quién o cómo era
yo, asesorándose de personas de su confianza que a
la vez me conocieran bien (porque las hay), no sólo
de ahora sino desde que era pequeña, pudiera ser él
quien informara y aclarara allí donde hiciera falta.
Me escuchó y dialogamos cordialmente unos veinte minutos.
No he vuelto a saber más de él.
Unos han manifestado su deseo de declarar en el proceso de
beatificación de Mons. Escrivá y han sido "desestimados".
Y otros ni siquiera lo intentan (aun teniendo muchos motivos
para hacerlo) porque saben con lo que se van a encontrar.
Cuentan M.R. y C.T. que cuando también ellas acudieron
a otro Obispo de otra ciudad de España para pedirle
igualmente que las ayudara, dada la dificultad que tenían
para que las citasen a declarar en dicho proceso, cuentan
que este Obispo les contestó que para qué querían
declarar si estaba claro que era un santo. Según parece
que porque así lo entendía él, aunque
el proceso aún estuviera en curso... Creo que huelga
el comentario.
De la misma manera que resulta alarmante leer, en unas recientes
declaraciones del propio Presidente del proceso de Beatificación
en Madrid, padre Rafael Pérez, respondiendo a la pregunta
de ¿por qué no se escucharon, en dicho proceso,
voces disidentes?, que él "escuchó adversarios,
minoría ciertamente, pero no a enemigos, que como en
tantas otras ocasiones sólo inventan, confunden y oscurecen
las causas". Habría que empezar aclarando que
es lo que él entiende por enemigo. ¿Quiénes
son para él los enemigos?, ¿los no amigos?,
¿los que tienen más que decir de lo que "conviene"
que se diga? Si se trata de que todo el que tenga algo que
decir, a favor o en contra, que lo diga (como dice el edicto
preceptivo para estos casos) ¿qué clase de adversarios
son esos a los que no hay por qué oírlos?
De mí se ha dicho que escribo "contra" el
Opus: que lo mío es "hostilidad manifiesta".
Yo, sin embargo, insisto en que no escribo "contra",
sino "sobre". Y no por hostilidad, sino por necesidad
de coherencia.
¿Acaso con. todas estas actitudes, por parte de quienes
han llevado el proceso adelante, no se está prejuzgando
demasiado a las personas?, ¿no se está desacreditando
a estos para desmerecer de sus opiniones, sin datos ni veracidad
alguna, sin el menor respeto a la dignidad o autenticidad
de sus conciencias? ¿Es que acaso, con esta clase de
desprecios no están ellos cayendo en la propia materia
que pretenden descalificar?
No obstante, con todos estos presupuestos por parte de quienes
han instruido la "causa", el día 9-4-1990
el Vaticano hace público el Decreto de reconocimiento
de virtudes heroicas de Mons. Escrivá de Balaguer.
Un paso más, importante, en el desarrollo de esta pretendida
canonización.
Decreto que viene a ser el resultado de 6.000 folios (preparados
y presentados como ya hemos venido viendo por quienes promueven
y trabajan el proceso en cuestión) y 92 testigos.
Cuentan estos folios... ¿qué es lo que cuentan?
¿Siguen. los directores de la Obra actuando de acuerdo
con el céle bre principio que les inculcara su fundador
de que "por el bien de la Obra todo está permitido"?
.
Testigos y folios, todos ellos, al margen de publicaciones,
solicitudes de declaración, firmas, vivencias personales,
etc., que no sean los seleccionados por ellos. Testimonios
que lo serían desde la libertad de quienes, al no pertenecer
a la Obra (con la experiencia de haber pertenecido) pueden
actuar y lo hacen al margen de manipulaciones o mentalizaciones
interesadas. Aportaciones llegadas (como las de ellos también)
desde toda la geografía universal y desde las más
variadas perspectivas, circunstancias, personalidades, etc.,
generalmente con increíbles coincidencias entre sí,
que no han sido admitidas.
Aportaciones independientes, sin ninguna clase de intereses
que no sea el de contribuir con la verdad y la justicia. O
el de ser consecuentes con un compromiso de fe que, sin preocupación
por la Obra (de la que una vez desligados nada les afecta),
supone y conlleva la responsabilidad de un deber eclesial.
También nosotros, como ellos, somos y seguimos siendo
Iglesia. "Sensus fidei" o "sesus fidelium".
Con fecha 7-6-91 el Cardenal Angelo Felici firma el Decreto
que da luz verde a la beatificación de Escrivá.
La clave: el "milagro". Un milagro que nace polémico
y sigue polémico. Lo cual parece no importarles, pues
si ese fallara, comentan a quienes les plantean el problema,
tendrían 20 más. Por decir que no quede.
Un milagro que, como tantas otras cosas de las que hace esta
institución, resulta y se presenta realmente desconcertante:
Una religiosa, carmelita de la caridad (de las de Vedruna),
que al parecer lo que tenía eran unos bultos por distintas
partes del cuerpo, que desaparecen de la noche a la mañana.
El nombre de la religiosa es Concha Boullon Rubio, prima hermana
de los Navarro Rubio, Don Emilio entre otros, sacerdote numerario
de la Obra.
Yo no sé que dirá expresamente la ciencia médica,
no es mi tema. Lo que sí sé es que yo conozco
otro caso muy parecido, en el que los bultos aparecieron y
desaparecieron como consecuencia de un enorme estrés;
sin que a nadie se le ocurriera identificar semejante proceso
con ninguna clase de milagro. Esto sucede en junio del 76.
La enferma tenía 70 años. El médico que
la atendió, Dr. Wargüemert, declaró en
su día que dado el mal estado de la enferma no se realizó
biopsia. Viene luego .la curación, y cuenta la religiosa
que la cuidaba, M: Pilar Prieto, que unos días después,
cuando volvieron al médico, éste sólo
le encontró un pequeño resto de los bultos en
un pie, del que entonces sí, de ese resto se decidió
hacer una biopsia, que arrojó el resultado de un tipo
de tumor "no maligno".
A partir de entonces el médico antes mencionado que
no es de la Obra se niega a hablar, no quiere saber nada del
tema. Entran en acción Ortiz de Landázuri, que
luego muere y es sustituido por R. Cortesini, ambos del Opus
Dei, con algunos más de dificil identificación.
Unido a todo esto se da el dato curioso de que la Superiora
General de la mencionada Carmelita curada, Catalina Serna,
desconoce totalmente el tema, hasta que más de 10 años
después se entera por la prensa.
Y así, curiosamente así, es como se acepta
el tal milagro en la correspondiente Congregación Vaticana,
que lo constituirá en prueba definitiva para la beatificación.
Todo ello, como dice K. Woodward, en su libro "La fabricación
de los santos", contando con la especial vinculación
al Opus del Cardenal Palazzini, prefecto de dicha congregación.
Contando con José Luis Gómez Gutiérrez,
miembro de la Obra, como relator (estudioso de las causas
en la misma congregación). Con una "positio"
(o relato definitivo de todo lo referente al personaje que
se trata de beatificar), de la que, según dice el mismo
autor citado, en razón de una entrevista personal con
Eszer (otro de los relatores, en este caso no de la Obra),
todo estaba hecho: estaba escrita por el Postulador (de la
Obra) junto con cuatro profesores universitarios (también
de la Obra) que trabajaron con él; yo -dice Eszer-
me limité a corregir repeticiones. En la citada congregación,
y según la misma fuente, de los testimonios aportados
nadie sabe cuántos pueden ser de miembros de la Obra
y cuántos no.
Yo si sé, como conté en mi primer libro, y
antes he ido mencionando, cómo se fueron fabricando
estos testimonios, en vida todavía de Escrivá;
como se nos hacía escribir..., firmar, conseguir firmas,
de todo "lo positivo" que se nos fuera ocurriendo,
o que convenía que se nos ocurriese.
Y así... así es como todo este proceso irá
pasando a la historia, es ya historia, abierta o soterrada,
pero historia.
Dicen que hubo un momento en el que los defectos de forma
pudieron plantear problemas, pero ¿qué es eso
para la capacidad de "soluciones" que la Obra tiene?
¿Qué problema, o que defecto, podrá resistir
al "por el bien de la Obra todo está permitido"
que les enseñara su fundador? ¡Caiga quien caiga!,
¡pase lo que pase! Yo creo que en este terreno estoy
autorizada a hablar con toda la garantía de quien lo
hace desde el conocimiento de causa que me da mi propia experiencia,
sin ninguna miedo a estar exagerando.
Porque se me ocurrió escribir un libro en el que contaba
mi experiencia personal, vivida en la Obra durante catorce
años, -"Opus
Dei. Anexo a una historia"- como aportación
para quienes pudieran necesitar una información más
completa, porque el libro no fue del "gusto" de
los de la Obra (libro que nunca fue rebatido en su contenido)
después de intentar problematizar mi conciencia, y
de hacer muy difícil su difusión y venta (a
pesar de lo cual aún hoy, después de 12 años,
me lo siguen pidiendo), después de todo esto, y en
el más puro estilo de la doctrina que esta Obra practica
como recibida de su fundador, no encontraron mejor fórmula
para defender su prestigio que el de organizar contra mí
una importante calumnia para la que desplegaron a un grupo
de sus sacerdotes, nada despreciable, entre los que se contaba
don Emilio Navarro Rubio, antes mencionado como primo hermano
de la religiosa protagonista del milagro con el que se han
propuesto llevar a Escrivá a los altares. El Vicepostulador
de la Causa, Benito Badrinas, Júan García Llobet,
actual vicario delegado de Santiago de Compostela y el propio
Tomás Gutiérrez, actual vicario general de la
Obra en España, entre otros.
Calumnia que comenté en mi segundo libro ("La
otra cara del Opus Dei"). Y ante esto, yo me pregunto:
Si eso fueron capaces de hacer conmigo ¿quién
soy yo?, ¿mi opinión? ¡pobre de mí!;
si esto fueron capaces de hacer porque mi experiencia no se
atenía a los planteamientos que la Obra quería
que transcendieran ya entonces (año 1978), ¿qué
no serán capaces de hacer para que nada ni nadie obstaculice
la canonización que ahora se proponen? ¿Qué
no serán capaces de inventar?
Una triste y lamentable historia la mía. No por mí,
sino porque vino a demostrar cómo ante el "poder"
de la Obra quedan impávidas lo que tal vez deberían
haber sido las más altas y cualificadas reacciones.
Arriba
Anterior -
Siguiente
Volver
a Libros silenciados
Ir a la página
principal
|