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CORRESPONDENCIA

 


13-2-2004

 

HOLA.

Soy un padre de una niña de 14 años que vivimos en Zaragoza y no soy para nada muy católico aunque mi hija por motivos de estudio va a un colegio religioso pero no pertenece al "opus".

Mi hija tiene una amiga de clase (de la cual nos dijeron que sus padres pertenecian al Opus) que va a la Asociacion cultural "El Veral" y le invitó un domingo a pasar la tarde en la asociación en una fiesta. La niña se lo pasó bien, y la amiga le dijo que si quería el siguiente fin de semana se iban a la nieve.

Mi mujer, el otro día, se fue a ver dicha asociacion y le estuvieron explicando las actividades que hacían. Todas encaminadas hacia los estudios etc., pero no salio muy convencida, y he estado buscando informacion por internet y he encontado vuestra página la cual me ha parecido muy interesante. Hay que decir que mi hija ni mucho menos nos ha pedido que le apuntemos a dicha asociacion.

En fin que quisieramos que nos comentarais sobre qué tipo de asociaciones son éstas y hacia qué van orientadas ya que a nosotros tenemos un poco la "mosca detras de la oreja" .

Muchas gracias por adelantado

Un Saludo

Antonio


Me parece un disparate.

José A. :

¿Agradecer a la Obra el nivel de formación?... Va a ser que no :)

Tu argumento no se sostiene. En mi opinión llegas a una conclusión equivocada y disparatada.

Haciéndole caso a Ántrax voy a tratar de argumentar intentando sacarte una sonrisa. Así que te cuento un chiste sobre conclusiones equivocadas y disparatadas, que por cierto me contaron hace muchos años en el centro de estudios.

Dice que un sujeto había conseguido domesticar una araña, de manera que ésta respondía a la llamada de su dueño como si fuera un perro (el dueño la llamaba... araña, araña, ven aquííí... y la araña acudía a la llamada). El dueño pensó poner a prueba la capacidad de la araña para obedecerle en situaciones difíciles. Así, primeramente le arrancó una pata, la puso lejos de él, la llamó (¡araña!, ¡araña!...) y la araña fue andando con las 7 patas restantes. Después le arrancó otra pata, la puso lejos, la volvió a llamar (¡araña!, ¡araña!...), y la araña volvió a acudir con las 6 patas que le quedaban. Cuando le había arrancado las 8 patas, la puso lejos, la llamó de nuevo (¡araña!, ¡araña!, ¡ven aquííí!...), pero la araña ya no acudió... El sujeto insistió en su llamada varias veces... pero la araña ya no se movía...

Extrañado por sobrevenida indocilidad de la araña, el sujeto empezó a pensar cuál sería la razón por la que la araña había dejado de obedecerle... y después de mucho pensar creyó haber encontrado la causa, así que procedió a apuntar su “descubrimiento” en un cuaderno de notas que venía elaborando sobre el comportamiento de la araña doméstica:

"Cuando a una araña doméstica le arrancas las 8 patas, se vuelve sorda"

Pues eso... que tu conclusión me parece tan equivocada y disparatada como la del dueño de la araña.

Te lo argumento en serio. Los ex le hemos dado tanto al Opus que sería absurdo que le agradeciéramos la formación/deformación recibida. Efectivamente, nosotros le dimos al Opus –previo engaño en muchos casos- nuestras familias, nuestros amigos, nuestros afectos, nuestras inteligencias, nuestras carreras profesionales, nuestra salud, nuestros años de juventud, e incluso nuestros silencios a la salida... Y lo que el Opus nos dio fue una mezcla de formación/deformación que si el Vaticano la conociera lo mismo no había Prelatura.

Por otra parte, en la mayoría de los casos puede decirse del Opus lo que dijo un historiador antiguo respecto a un General que convenció a los habitantes de un pueblo pacífico para que fueran con él a una guerra, en la que todos murieron:

“...convenciéndoles de que eran lo que no eran, impidió que llegaran a ser aquello que podían haber sido...”

José Antonio


Me dicen que tengo que ser agradecida… Respuesta a José A.

Querido José A.,

yo también me he admirado por la calidad y el nivel de las intervenciones en la web, aunque me dé cuenta que también mucho es debido al trabajo -vamos a llamarlo de «limpieza» por los correos tan denigrantes, a favor o críticos sobre el opus- que hacen diariamente los Orejas para mantener ese mismo nivel y evitar que nos olvidemos de lo esencial o lo importante.

Dicho esto, paso a hacer alguna consideraciòn personal acerca de tu intervenciòn de ayer.

1°) Ya no sé ahora (y unas cuantas intervenciones en la web me hacen entender que las cosas hayan cambiado en los ultimos años), pero en los años ’60 y ’70, y mas aùn en los anteriores, existìa por cierto una forma de magnetismo, da atraciòn reciproca, entre la obra y las personas con fuertes actitudes intelectuales.

Tales “actitudes”, por ser tales, eran previas en la mayorìa de los casos al encuentro con la obra, o mejor, eran casi una “conditio sine qua non” para que la gente pudiera encajar y llegar a pedir la admisiòn.

También en la secciòn femenina, aunque por cierto habìa muchas excepciones, existía necesidad de esta caracteristica "intelectuales" para encajar en los criterios de selecciòn. Las asociadas que tenían menores actitudes intelectuales tenían sus peculiares dificultades al adquirir la formaciòn interna, y hasta iban a formar un grupo peculiar en la secciòn femenina, integrado sobre todo por administradoras y directoras de consejo local de por vida que, simpaticamente y con muchas bromas, pero efectivamente, se ponian (o a lo mejor venian puestas por las demàs) como un grupo alternativo a las intelectuales.

2°) Es verdad que en la obra se cultiva y se fomenta cierta capacidad dialectica, necesaria para relacionarse con los intelectuales y hacer apostolado y proselitismo. Tal actitud, a mi parecer, màs que abrirse a profundizaciones de la verdad, està toda ella orientada a alimentar una vida intelectual “autorreferente”, con objeto a justificarse a sí misma.

Esto me hace pensar a unas paginas de Chesterton, leidas hace muuuuuuchisimos años y por esta razòn citadas de manera muy aproximada, que hablan del simbolismo del circulo y de la cruz. Chesterton sostenìa que el circulo, en su perfecciòn y autorreferencia, simbolizaba la locura: todo està perfecto, todo està justificado, pero este movimiento eterno alrededor de un centro matemático no lleva en ningùn sitio. En cambio la cruz, con su movimiento centrifugo y por lo tanto siempre incumplido, no limitado por su misma perfecciòn, que extendiéndose puede llegar a abrazar toda la realidad, significaba para él la sabiduria cristiana… En este sentido, la vida intelectual y el nivel dialéctico que se logra con la formaciòn interna del opus, segùn mi parecer se parecen màs al circulo que a la cruz.

3°) Todos los que hemos salido de la obra, hemos tenido que hacer una larga y profunda labor a todos los niveles de nuestra personalidad para contrastar las deformaciones y reconstruir nuestro equilibrio interior e intelectual. Posiblemente este trabajo -hecho a posteriori de nuestro paso por la obra- ha enriquecido posteriormente y profundizado los contenidos de nuestro mundo mental. Ademàs, el mismo trabajo que todos juntos estamos haciendo en esta web, en la que a menudo la intervenciòn de uno desata la comprensiòn y la profundizaciòn de otro, entrelazando comprensiòn y testimonios en una labor de complementariedad que, segùn me parece, alcanza conotaciones de fenomeno sociológico, nos està otorgando a todos una posibilidad de ejercicio y de adquisiciòn intelectual que nos enriquece y desarrolla nuestra originaria “actitud intelectual”.

Si lo que trato de ilustrar en los puntos anteriores es correcto, la calidad intelectual que se encuentra en esta web es debida a factores “anteriores” y “posteriores” al periodo concreto de nuestro paso por el opus. Este mismo paso tiene el mérito de haber “aglutinado” personas con tales caracteristicas.

Y la consecuencia de esto es que (y ahora a lo mejor voy a pecar un poco de inmodestia, pero yo asì lo veo), en general -y reconociendo todas las exepciones- la calidad de la tolerancia, de las argumentaciones, de la profundidad de las intervenciones de los ex, supera la de los miembros de la prelatura que intervienen en la web desde dentro, sobre todo de aquellos que, conociendo y hablando de las características de la instituciòn, tienden a disfrazarse y a disimular su pertenencia.

Mutatis mutandis, lo mismo sucede en el plan intelectual que en el plan espiritual y místico. En este último campo el ejemplo de nuestra Flavia es paradigmatico: fueron las ansias de vida interior y de intimidad con Dios las que la acercaron al opus. Cuando saliò de la instituciòn pudo recuperar en gran parte estas ansias y seguir dasarrollándolas. El paso por el opus solo ha significado un parón, o al menos un retraso en ese recorrido personal.

Y para concluir, quiero también recordar la desproporciòn entre la importancia atribuida en el opus a la formaciòn intelectual y doctrinal, y la que se atribuìa al desarrollo de la afectividad. En este campo todo estaba reducido a la “custodia del corazòn” y a evitar las amistades particulares.

Es verdad, José A., que de estas páginas de la web sobresale el nivel intelectual, pero sobresalen aùn más los daños causados por la represiòn de la afectividad: ¿estàs seguro de que tenemos que estar tan agradecidos?

Un abrazo muy grande para todos,

Aquilina


Apoyo a Gustavo y Crítico Constructivo. (12-2-04)

El P. Carlos N. nos es más vicario regional, y cuando yo estaba en la opus era el director espiritual de la región. Muchas veces discutí con él por este tema: "es preferible que piten 100 y queden 90 a que pitan 5" (casi lo estoy escuchando decir esta frase). Era una consideración habitual cuando uno iba a decirle que en determinado consejo local no se tenían en cuenta las condiciones mínimas necesarias para ser numerario y pitaba cualquiera, y lo mal que sentía esa gente cuando se iba de la obra. Lo que dice Crítico es absoluta verdad. No creo que el "crecimiento" de Director Espiritual a Consiliario le haya cambiado su manera de pensar. (De paso, hoy ocupa algún cargo en Roma).

Nasius


¿Deberíamos desaparecer?

Por la lectura de los correos que de vez en cuando escriben los de dentro, tengo la impresión de que esta página les rompe los esquemas. Me explico:

Una vez demostrada nuestra infidelidad a sus principios, nosotros no pintamos nada, y por lo tanto nuestro deber seria desaparecer sin más. Y sin embargo aquí seguimos.

No es broma, a los primeros que se fueron les proponían el destierro como salida y a muchos ex sacerdotes se lo impusieron. En los tiempos en que hablamos, esto era la desaparición.

Además como ”saben” que nos hemos ido “o por la cabeza, o por la bragueta”, versión zafia, pero que yo oí del fundador. O somos el diablo en persona o somos seres degenerados que van por ahí babeando sus lujurias a troche y moche. Como la gente encuentra mas árido imaginarse al diablo, quedamos los degenerados.

Naturalmente, que partiendo es eso, se explica hasta el “rejalgar”. (Cuántos años me he pasado yo sin saber que era y lo que me estaba perdiendo) Con esta versión bien asimilada, no es de extrañar que cualquier chiquilicuatro con cargo interno amenace con muertes en pecado mortal y las penas eternas del infierno al de turno que va y le dice que “ l cuerpo no da para más” y que se va.

Ya me gustaría a mi escuchar a un experto en el tema, (aunque el escrito de J.C. del 4-2-2004 va por ese camino, así como el de FEDE del 10-02) contarnos con que delicadeza habría que entrar en el tema de juzgar a los demás en el tema de la vocación y mas aun amenazarles con pecados mortales por alguna cosa.

Pero esto se ha hecho y se hace.

Por eso también esas preguntas tan bien intencionadas ¿Pero tu, vas a Misa? Y esas leyendas, que sin saber como, rodean como un halo la despedida de muchos de nosotros. Si. las lujurias desenfrenadas entre los hombres y, por lo que estoy leyendo, el lesbianismo entre las mujeres.

Yo creo que en la Cosa están tan adoctrinados que no conciben que la gente se pare, piense y llegue a la conclusión de que le han vendido una burra coja. Me explico. Que le han contado muy bien lo de la santificación en medio del mundo y lo del trabajo ordinario, y que tiempo después le dicen que la vocación es un cheque en blanco y a callar, y que de lo de antes bien, pero que la obediencia es lo que hay, o sea que “arre”. Si a esto le añades que lo primero te lo explican con 15 años, es como si engañas a un niño con un caramelo y luego dices que lo quieres para esclavo y que él dijo que sí.

Por eso se explican las instrucciones del Cardenal Hume en su Diócesis de Londres,a los Centros de la Cosa, exigiendo un mínimo de edad, el que los padres estén al tanto, libertad de Dirección espiritual, respeto a la libertad personal etc.

Doctrina tradicional de la Iglesia, por otra parte, aunque ya indica un grado de conocimiento de la situación que otros pretenden ignorar. Por eso, y supongo que por mas cosas también, nosotros les sobramos. No sea que vayamos por ahí contando nuestra versión y les estropeemos el plan.

Aunque es mas fácil hablar de la Cosa donde las experiencias son comunes, que de la vida de los que se van, apostaría cualquier cosa que con gente que ha estado dispuesta a entregarse por un ideal, y que ha aprendido eso de la filiación divina, al cabo de un tiempo de adaptación, se impone la normalidad de la vida, que no incluye, al menos que yo sepa, ni lujuriosas bacanales cada fin de semana, ni aquelarres varios, sino el apremiante empuje que mueve a las personas de hacer bien un trabajo y de sacar adelante una familia. Además eso lleva muchas horas cada día. Así que cuando te acuerdas de la tremenda vida que te esperaba, lo mas probable es que pienses “ Hombre, quizás, a lo mejor, si hubiese tenido tiempo....”.

En cualquier caso, mi opinión es que, menos durante ese periodo de adaptación, al final, las cosas vuelven a su cauce y que volvemos a ser unas personas muy parecidas a las que hubiésemos sido sin aventuras intermedias, es decir, en la mayoría de los casos: 'normales', con alguna genialidad, que para eso alguien se dedico a seleccionar. Quizá, eso si, con un especial sentido crítico con cualquier clase de organización, y con, seguramente, un enorme respeto a la libertad propia y ajena.

Ni que decir tiene esto molesta. No salimos en los sucesos y que se sepa, la Iglesia aun no ha excomulgado a ninguno y lo que es peor, no hemos desparecido entre llamaradas, nubes de odio, rencor, hiel, azufre, rejalgar y metáforas desaforadas varias.

¿Como compaginar eso con la doctrina oficial de la Cosa?

Pues probablemente atribuyéndonos maldades sino de hecho, desde luego de intención. Sino fijaros que en los correos de los que escriben desde dentro siempre repiten los mismos tópicos. Destilamos odio y rencor, estamos profundamente resentidos, tenemos intenciones malvadas, somos enemigos de la Iglesia.... Ah! Y además, perversos que somos, casi nunca firmamos, con lo que no pueden mandar a curas de dos en dos. (¡Anda que, por otra parte, vaya papelón el de los curas elegidos en la historia de María Angustias!)

Pobres orejas. Ellos diciendo que esto no va contra nadie, sino sobre la Cosa... ¿Quién os va a creer, cuando tienen la verdad pronunciada por los que nunca se equivocan?

Sin embargo, alguno leerá con curiosidad, y es fácil porque cuidado que hay escritos magnificos tanto por su profundidad, como por su conocimiento y estilo y que además llegan muy a dentro, y encontrará, si quiere, que aquí nadie obliga a nada, que escribes porque quieres y volvería a apostar que lo hacemos con un cuidado exquisito en no violentar la conciencia de nadie, y desde el fondo del corazón.

Con cariño

Cooper


Buenas Gustavo,

Creo que no coincidimos en el curso anual, pero solo para quitarme la duda: estuviste en Lobos en los veranos del 90 y el 91? Yo sí.

Un abrazo
Yogurtu


Una sana crítica a Crítico Constructivo

¡Hola nuevamente! Ayer se dirige a mi Crítico Constructivo diciendo que las prácticas que obliga la obra a sus miembros y califico como aberrantes en mi mensaje del 11/02:

¿Por qué tienen pautas de vida y reglas en muchos casos aberrantes (oraciones a toda hora, misa diaria, uso del cilicio y disciplinas, prohibición de amistades particulares, literatura y espectáculos clasificados y censurados cuando el Index se abolió hace más de 50 años, obligación de recibir los sacramentos únicamente con sacerdotes de la obra, las mujeres numerarias durmiendo sobre tablas mientras los varones en plácidos colchones... y podría seguir hasta mañana) lo que no tiene ni la mas estricta orden religiosa de la Iglesia, cuando ni son una congregación ni son una orden religiosa, ni son un instituto secular?

A lo que : Crítico (abrevio el nick) me responde:

te sugiero tengas a bien no calificar de “pautas de vida y reglas aberrantes” costumbres y prácticas que no son patrimonio exclusivo del opus sino algo propio del cristianismo. Me ha causado sorpresa, que digas que la misa diaria es una práctica aberrante.

Amigo, si te resulta muy hiriente lo de la misa diaria y lo de las oraciones a toda hora, no tengo problemas en quitarlo; de todos modos si lees bien en mi escrito digo “pautas de vida y reglas EN MUCHOS CASOS aberrantes”.

Por el caso de la Misa, solo es obligatoria la misa dominical, lo demás como bien dices SON RECOMENDACIONES así que un “cristiano corriente por el mundo” no puede ser obligado a cumplir como un esclavo esas cosas que valga la redundancia, son solo recomendaciones.

Todo el resto de reglas que expreso en el paréntesis de mi mensaje: uso del cilicio y disciplinas, prohibición de amistades particulares, literatura y espectáculos clasificados y censurados cuando el Index se abolió hace más de 50 años, obligación de recibir los sacramentos únicamente con sacerdotes de la obra, las mujeres numerarias durmiendo sobre tablas mientras los varones en plácidos colchones... no son costumbres y prácticas propias del cristianismo. Y cuando digo cristianismo me refiero al cristianismo que se rige por el Catecismo de la Santa Sede, por tanto esas prácticas que cito SON ABERRANTES e indignas (algunas de las mencionadas como el uso de instrumentos de mortificación, fueron retiradas de las ordenes religiosas hace muchísimas décadas, por considerarse lesivas a la dignidad de la persona humana y por considerar la vida y el cuerpo humano como un don precioso de Dios, que hay que cuidar y respetar). Por eso digo que no todos los cristianos estamos de acuerdo con el opus y que no es cierto que criticando al opus se está contra la Iglesia. Esas prácticas (y otras muchas cosas que se han dicho hasta el cansancio en estas páginas) son las que hacen que la obra sea tan criticada y resulte tan desagradable para muchos católicos.

La Iglesia la formamos todos, y el opus es una parte mínima bastante cuestionada; ergo: se puede ser católico y estar en desacuerdo con el opus.

Y si a alguien le gusta ir a misa todos los días y secarse la garganta rezando a toda hora hasta desgañitarse... ¡que lo haga! ¡allá él! Pero que no por ello se considere más santo o más cerca del Cielo que los demás, que en este mundo lleno de miseria y sufrimiento hay muchas cosas para hacer por amor al prójimo. Hace un tiempo le pregunté en privado a un amigo de esta página ¿quién piensas que le agrada más a los ojos de Dios: el gran rezador o el que le honra atendiendo y sirviendo desinteresadamente al necesitado, al enfermo, al desamparado?

No desprecio el poder de la oración, pero obras son amores; así como Critico constructivo menciona a su abuela que iba todos los días a misa, seguramente una madraza y mujer de mucha Fe, y ya que tanto se menciona en estos escritos el santificarse a través del trabajo me permito incluir la biografía de un hombre santo de verdad, cercano a nuestro tiempo.

Alguien que en su último reportaje en TV allá por 1993 dijo que cada mañana durante un par de minutos daba gracias a Dios por un nuevo día y le pedía fuerzas para llevar adelante la tarea que se había propuesto, que era profundamente creyente y religioso pero que para él primero estaba el HACER, y que iba a Misa solo cuando algún cura se aparecía por la vetusta capillita de su olvidado y lejano pueblo en el norte argentino.

Algunos amigos con quienes me escribo en privado ya tienen la biografía de este hombre ejemplar, alguien que en vida se hizo santo a través de su trabajo junto a los más pobres entre los pobres. Hoy quisiera compartirla con todos ya que al menos a mi me ha hecho tomar conciencia de lo mucho que tengo para aprender.

Este es para mi un santo de tomo y lomo: el Dr. Esteban Laureano Maradona (aclaro que nada que ver con el futbolista) que descansa en paz desde 1995.
Besos para todos

M. de A.

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(1875 - 1995)
Esteban Laureano Maradona: El “Doctorcito Dios” de la selva formoseña

El recuerdo de la vida ejemplar del doctor Maradona se funde con el homenaje a todos los médicos rurales argentinos, cuyas historias anónimas nos esconden sus nombres y sus desvelos: el 4 de julio, día de su nacimiento ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural.
Autora: Matilde Sellanes
6//1//2004

La historia…

Parecía una parada más. Pero la modorra del convoy se sacudió por los gritos y las manos que se levantaban con más angustia que aires de bienvenida, y clamando sin mucha esperanza por un milagro en aquel paraje olvidado…un médico. Un hombre delgado, de apenas 1, 53 m, se alisó los cabellos oscuros y lacios y con voz amable y firme bajó de inmediato a ofrecerse como tal. Tiempo después, el mismo recordaría su encuentro con su Formosa de monte e indios donde pasaría los siguientes 50 años de su vida con estas palabras y esta sencillez: “Había que tomar una decisión y la tomé. El tren que me llevaba a Tucumán, donde vivía mi hermano, estaba a punto de arrancar Yo estaba en el andén del Paraje Guaycurri (que con los años sería Estanislao del Campo) cuando vi muchas manos que se alzaban suplicantes y voces ininteligibles que me llamaban en idiomas diferentes. Entonces me subí a un sulky tirado por una mujer cincuentona muy preocupada y me dejé internar en la maleza. Poco después, como dijeron por allá, le había “salvado” la vida a una indiecita que después se me presentó como Mercedes Almirón y que hoy vive en Tucumán rodeada de sus nietos y sus bisnietos. Un parto distócico había estado a punto de terminar con ella y con el bebé. Fue entonces cuando decidí perder mi pasaje en el tren, que aún me aguardaba, y no volver nunca a las comodidades de mi consultorio en Buenos Aires. La bienvenida me la dieron indios, criollos y algún que otro inmigrante, todos enfermos, barbudos, harapientos. Yo mismo me di la bienvenida a ese mundo nuevo, aún a riesgo de mi salud y mi vida.”

Sin otro adorno que su simple sencillez narró siempre aquel instante que no sólo cambió su vida sino que mejoró para siempre la de miles de habitantes de las selvas de Formosa y Chaco, y que alcanzó a indios tobas, matacos, mocovíes y pilagás, a criollos y a inmigrant es. No fue poco: logró erradicar de ese olvidado rincón del país los flagelos de la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera, el paludismo y hasta la sífilis, que él entendía como el mal aportado por la civilización, a la que por eso llamaba “sifilización”. Para lograr sus objetivos, juntó lo que podía y como podía de la ciencia médica traída de la Universidad de Buenos Aires, sus propios y extensos estudios como naturalista, su ingenio y su creatividad y trabajó con métodos y remedios caseros, escribiendo su propia versión del sanitarismo cuando enseñó a sus queridos indios a fabricar ladrillos, a edificar sus casas y a cuidar de su salud.

Inevitablemente alguien lo llamó un día cuando su historia trascendió el monte “el Albert Schweitzer de los tobas y matacos”, y su comentario al respecto ayuda a conocerlo sin necesidad de comparaciones ociosas: “Nunca pude entender quién inventó esas macanas de que yo era como Ghandi o de que era el Albert Schweitzer d e la Argentina —comentaba—, eso no me causa gracia porque yo odio el exhibicionismo en cualquiera de sus manifestaciones. Yo soy sólo un médico de monte, que es menos aún que un médico de barrio”. “Schweitzer sí era un hombre ilustre, él sabía música; era un eximio organista, más allá de su gigantesca obra en África. Y cómo pueden compararme con Ghandi, justamente con él, que con la no violencia salvó a todo el pueblo. Y a mí, sólo por haber cumplido con mi deber, me quieren hacer fama, justamente a mí, que siempre me creí el más inútil de los 14 hermanos. Cómo voy a ser un hombre ilustre si de chico fui retraído, taciturno; fui mal alumno, desordenado, rebelde, solitario y de carácter fuerte. Era medio desobediente y a veces prefería quedarme pintando abajo de un ombú antes que leer libros”. [3]

A los 90 años, cuando los dolores de un cuerpo ya entumecido le hicieron partir a su pesar, se despidió sencillamente de “su gente” y se tomó un ómnibus para Santa Fe. Las c rónicas nos dicen que las autoridades lo detectaron y le consiguieron una ambulancia para que completara el viaje. Llegó tan mal que fue necesario internarlo por un mes, y pidió expresamente a su familia que siempre fuera en un hospital público. Casi 9 años después, pisando el siglo de vida, con la lucidez que lo acompañó siempre resumió su vida en un párrafo cuya sencillez y grandeza estremecen: “Así viví muy sobriamente cincuenta y tres años en la selva, hasta que el cuerpo me dijo basta. Un día me sentí morir y me empecé a despedir de los indios, con una mezcla de orgullo y felicidad, porque ya se vestían, se ponían zapatos, eran instruidos. Creo que no hice ninguna otra cosa más que cumplir con mi deber”. Dos lecciones y a cual más grande: una vida de entrega y trabajo y una humildad igualmente épica.

La biografía formal

Maradona nació en Esperanza (Santa Fe) el 4 de julio de 1895, uno de los 14 hijos de Waldino Maradona y Petrona de la Encarnación Villalba, una familia enraizada ya en estas tierras. Descendía, por parte de su padre, de una familia gallega (los Fernández Maradona) llegada desde Chile en la época colonial a poco de fundarse San Juan donde finalmente se radicaron y dieron figuras de talla histórica. Del lado materno en cambio la ascendencia era criolla (de Santiago y Buenos Aires), y su infancia transcurrió en gran parte en su estancia de Los Aromos en las barrancas santafecinas del río Coronda. Ya adolescente, la familia se trasladó a Buenos Aires, donde se recibió dos décadas después de médico (1928).

Se instaló unos meses en la Capital Federal y luego en Resistencia, Chaco. Y allí estaba en 1930, cuando la revolución de Uriburu depuso al presidente Hip ólito Yrigoyen. Si bien nunca había sido yrigoyenista sino acaso lo contrario, asumió como ciudadano defender la democracia y el gobierno constitucional pronunciando entonces fogosas conferencias en las plazas públicas, que le valieron inmediatas persecuciones. En el entusiasmo de la juventud acaso esa experiencia lo marcara, porque nunca luego llegó a practicarla seriamente y definitivamente se apartó de ella. “Pese a que llegué a ser candidato a diputado por el Partido Unitario —recordaba a propósito del tema—, la política nunca ocupó el centro de mi vida; los políticos, en su mayoría, siempre dicen una cosa y hacen otra, muchas veces desvirtúan la democracia para hacer demagogia en nombre de ella”. [4]

Perseguido por el régimen que derrocara a Yrigoyen, partió para Paraguay donde comenzaba entonces la Guerra del Chaco Boreal, con apenas una valija de ropa, un revólver 38 y su diploma de médico como todo equipaje. Ya llegado, ofreció sus servicios a un comisario de Asunción, pero pidió que no lo sometieran a ninguna bandera porque su único fin era el “humano y cristiano de restañar las heridas de los pobres soldados que caen en el campo de batalla por desinteligencias de los que gobiernan”. Tan nobles palabras le valieron la cárcel por unos días: no le creyeron y lo tomaron por un espía argentino. Poco después ya liberado, lo tomaron como camillero en el Hospital Naval, donde pronto llegó a en tres años llegó a ser director, atendiendo en esa etapa a cientos de soldados de ambos bandos. Fue para ese entonces que conoció a la que sería el único amor de su vida: Aurora Ebaly, una jovencita de 20 años descendiente de irlandeses y sobrina del presidente paraguayo. Ya comprometidos, el romance estaba llamado a ser fugaz: el 31 de diciembre de 1934 Aurora murió con el año víctima de la fiebre tifoidea. Pero fue largo el recuerdo que Maradona encendió en su memoria, pues no se casó nunca y nunca volvió a noviar.

Acaso el dolor del duel o fue uno de los motivos que lo alejaron de Paraguay no bien terminó la guerra. Tras donar los sueldos que ganó a soldados paraguayos y a la Cruz Roja, escapó, de los honores y agasajos que le realizaron. No pocos dijeron que este médico tuvo mucho que ver con el fin de la guerra, pero él mismo se encargó de minimizar las versiones: “Pese a lo que algunos dijeron, yo no fui quien directamente hizo firmar la paz entre ambos países. Solamente colaboré para que se juntaran las comisiones que habían viajado desde Europa con los delegados de Bolivia y Paraguay”.

Volvió entonces a Argentina. Había proyectado las etapas de su viaje: regresaría a su país en barco, hasta Formosa, y allí tomaría el tren que pasaba por Salta, Jujuy y Tucumán; en esta ciudad visitaría a un hermano, que era intendente; después llegaría a Buenos Aires, donde vivía su madre. Fue en ese tren donde le salió al encuentro su destino definitivo en el monte formoseño. El próximo pasaba a los tres o cuatro días, y en ese intervalo la gente del lugar y de los campos vecinos acudió a hacerse asistir, y todos le pidieron insistentemente que se quedara, ya que no había ningún médico en muchas leguas a la redonda. Y también fue entonces cuando simplemente y según sus palabras “Había que tomar una decisión y la tomé… quedarme donde me necesitaban. Y me quedé 53 años de mi vida.”

Y se estableció en Estanislao del Campo, entonces el Paraje Guaycurri, un villorrio formoseño sin agua corriente, gas, luz o teléfono. Y a poco de vivir allí, vio aparecer a los aborígenes de las cercanías, tobas y pilagás. Llegaban de cuando en cuando, como espectros en fuga, miserables, desnutridos y enfermos a los comercios y viviendas de los límites del poblado, ofreciendo canjear plumas de avestruces, arcos, flechas y otras artesanías por alguna ropa o alimento que necesitaban. El corazón de Maradona se conmovió y latió con ellos, con su dolor y su desamparo, y se transformó en un compromiso asu mido como obligación moral de hacer algo por ellos, desde entonces y durante toda su vida. E hizo muchísimo: no es fácil resumirlo, el lector habrá de llenar los espacios cotidianos que mediaron en medio siglo… Primero acercarse, ganar su confianza demasiado herida, atenderlos, curarlos, oírlos y aprender sus lenguas y costumbres hasta ser aceptado en las tribus.

Y en el monte y las tolderías se escribió el capítulo más admirable de este hombre de extraordinaria riqueza y fuerza espiritual volcada en amor a su prójimo más necesitado. Su labor no se circunscribió solamente a la asistencia sanitaria: convivió con ellos, se interiorizó de las múltiples necesidades que padecían y trató de ayudarlos también en todos los aspectos que pudo: económicos, culturales, humanos y sociales. Realizó gestiones ante el Gobierno del Territorio Nacional de Formosa y obtuvo que se les adjudicara una fracción de tierras fiscales. Allí, reuniendo a cerca de cuatrocientos naturales, fundó con éstos una Colonia Aborigen, a la que bautizó “Juan Bautista Alberdi”, en homenaje al autor de “Las Bases . . .”, colonia que fue oficializada en 1948. Les enseñó algunas faenas agrícolas, especialmente a cultivar el algodón, a cocer ladrillos y a construir sencillos edificios. A la vez, los atendía sanitariamente, todo, por supuesto, de manera gratuita y benéfica, hasta el extremo de invertir su propio dinero para comprarles arados y semillas. Cuando edificaron la Escuela, enseñó como maestro durante tres años, hasta que llegó un docente nombrado por el gobierno.

Era además un apasionado de las ciencias naturales. Inspirado por la riqueza natural del monte formoseño, escribió una veintena de libros, la mayoría inéditos, sobre etnografía, lingüística, mitología indígena, dendrología, zoología, botánica, leprología, historia, sociología y topografía. Varias veces le ofrecieron puestos; nunca prestó conformidad. En 1981 un jurado compuesto por representantes de orga nismos oficiales, de entidades médicas y de laboratorios medicinales, lo distinguió con el premio al “Médico Rural Iberoamericano”, que se adjudicaba acompañado de importante suma de dinero. Rechazó a ésta de plano, y en el mismo acto de la entrega, logró que con ese fondo se instituyeran becas para estudiantes que aspiraban a ser médicos rurales. Cuando ya era anciano, el gobierno quiso destinarle una pensión vitalicia; tampoco aceptó. Su norma inquebrantable de conducta rezaba “todo para los demás, nada para mí”.

Fue postulado tres veces para el Premio Nobel y recibió decenas de premios nacionales e internacionales, entre los que se cuenta el Premio Estrella de la Medicina para la Paz, que le entregó la ONU en 1987. Sin embargo, no le importaban los honores. Había escrito su historia en el silencio, y la fama lo asaltó tiñendo su figura de ribetes legendarios y valores espirituales alejados de las sociedades de este tiempo, que paradójicamente lo admiraron por ello. Esa notoriedad le fue tan ajena como los homenajes o las retribuciones dinerarias: simplemente no alteraba su vida ni la aceptaba como algo merecido o que valiera la pena. En una carta dirigida a Eduardo Bernardi, al referirse a los premios, escribió: “Es todo humo que se disipa en el espacio”. Sus frases, siempre amables y sin altisonancias, son en sí mismas un legado más para la reflexión cuando ya su figura es una ausencia grande:

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado; yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien”.

“Muchas veces se ha dicho que vivir en austeridad, humilde y solidariamente, es renunciar a uno mismo. En realidad ello es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado” ….”estoy satisfecho de haber hecho el bien en lo posible a nuestro prójimo, sobre todo al más necesitado y lo continuaré haciendo hasta que Dios diga basta”.

Y mucho bien hizo, y ese bien habría de ser muy necesitado pues Dios tardó en decir basta. Recién cuando ya desbordaba los 91 años a mediados de 1986, enfermó y aceptó ir a vivir en Rosario con la familia. Su sobrino, el doctor José Ignacio Maradona y su esposa Amelia junto a sus diez hijos lo rodearon de afecto los nueve últimos años de su vida. De una lucidez asombrosa, que conservó hasta su muerte, estudiaba con los más chicos medicina e Historia. Su más cercano amigo durante 35 años, Abel Bassanese, cuenta que en el día anterior al de su deceso habían estudiado temas sobre el Virreinato del Río de la Plata. Murió de vejez, sin sufrimientos físicos ni morales -en la santa paz de los buenos y justos- poco después de despuntar la mañana del 14 de enero de 1995, cuando le faltaban apenas unos meses para cumplir los cien años.

Su recuerdo, tal como quizá lo hubiera querido, se funde con el homenaje a todos los médicos rurales argentinos, cuyas historias anónimas nos esconden sus nombres y sus desvelos: el 4 de julio, día de su nacimiento ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural.

M. de A.


Que piten 100 y se vayan 90!!

Estimados Orejas y todos:

Me impresiona lo que ratifica "Crítico Constructivo" en su correo del 12/02/04 en cuanto escuchó al vicario regional Carlos N. decir que era preferible que pitaran 100 y se fueran 90 que que sólo pitaran cinco, ya que en mi caso se lo escuché decir a otro vicario y no a ese, por lo tanto queda demostrado -al menos para mí- que esa idea es algo "institucional" de la opus y no la palabra de algún vicario loco. Me parece mucho, mucho más grave esto. Claramente no les importa nada la gente. La usan y la tiran, nada mas.

José A. (12/02/04): dudo que la opus haya hecho a alguien más inteligente (y mucho menos a mi que sigo siendo un burro, pero no como el de Escrivá ¡por favor!!!). Y de haber sido como tu dices, ¿no es altísimo el precio pagado por ello?. ¡Has pagado con los mejores años de tu vida!. Sale mas barato estudiar en Oxford o Harvard, te lo puedo asegurar.

Por último, quiero mandar todo mi apoyo a Alfredo (11/02/04) ya que lo necesitas. Ya tomaste tu decisión pero infiero -corregidme si me equivoco- que aún estás dentro. Prepárate, por que salir es lo más dificil.

Saludos a todos.

Gustavo


OS PIDO INFORMACION

Me he decidido por fin a poneros este mail, ya que desde hace algún tiempo sigo con interés lo que se publica, el "pálpito de la calle". cada uno tiene su historia (historia " dentro y fuera").

De alguna manera, uno va leyendo y puede al menos tener puntos de vista, compartir cosas, que son tremendamente complejas y difíciles de compartir con alguien que no tenga una "historia".

En cualquier caso me parece positivo lo que hacéis, ya que entiendo que todo se hace buscando un bien y de buena voluntad; al margen de lo que cada opinión exprese y de los condicionantes que en cada una de ellas haya, que no nos toca excrutar sino es tan sólo para salvaguardar un respeto en lo que se escribe.

Me gustaría deciros para que me digáis:

1.- soléis tener algún contacto más o menos organizado entre vosotros, o tan sólo depende de que particularmente algunos quieran hacerlo

2.- enviáis algún tipo de información periódica, cómo recibirla

3.- perdonad por este punto o pregunta ¿es absolutamente segura la Web?, me imagino que habrá quienes intenten conocer datos de sus miembros registrados, quién está detrás, qué se dice y comenta...?. Os lo comento porque me parece que vuestra Web es una iniciativa muy privada de unos cuantos, y los medios por tanto de seguridad que son caros, por otro lado, a lo mejor no son los mejores, lo cual es muy lógico por el coste que supone. (EL QUE SEA ALGO PRIVADO NO QUITA QUE SE PERCIBA EL MUCHO ESFUERZO Y POR QUÉ NO DECIRLO CIERTO "ESTETICISMO" ON-LINE BIEN CUIDADO )

Atenta y cordialmente, VIENTO (estoy registrado así)

(Respuestas. Punto 1: no hay encuentros organizados, si los hay es a nivel particular. Punto 2: la información no es periódica, es diaria; todos los emails, testimonios, escritos, libros, etc., se colocan en la web cada día, no hay envíos ni ningún tipo de información 'confidencial' que unos puedan conocer y otros no: todo para todos. No hay textos "para la opinión pública": Camino, Surco, Forja, Conversaciones, etc., ni textos secretos: documentos internos, estatutos, cartas del prelado, meditaciones internas, praxis, notas, informes sobre cada uno de los miembros, recomendaciones para los numerarios pero que no los pueden leer los supernumerarios, etc, etc. Punto 3: la web es segura en el sentido de que no contiene los datos personales de quienes escribís, si te refieres al tipo de seguridad de que el Opus pueda saber quiénes participáis. Sobre la seguridad informática de los equipos, intentamos estar muy bien protegidos contra virus y crackers aunque siempre estamos expuestos a algún "milagro" que nos descuelgue de la red, pero en ese caso tenemos todo previsto para reaparecer en otro servidor en un plazo máximo de 48 horas. Y respecto a lo de que la web es algo "muy privado", yo no diría lo mismo si se tiene en cuenta que hay orejas de 7 países que hacen posible que la web exista. Respecto al esteticismo, aprovecho para comentar que hemos cambiado la imagen que enlazaba al link de la carta de dimisión de Maque, porque la que había -decía ella- le recordaba a la hermanas Bronte, a "Mujercitas", a Emily Dickinson... y quería algo con más glamour :) Maque, ¿te has visto ya en la nueva imagen de Tamara Lempicka? Glamour a tope!! :)


NOTA: cuando el oreja que está de guardia contesta a alguno de los correos, su comentario va en cursiva y es la opinión personal del oreja que contesta. Lo hace expresando su opinión como uno más de los que escribís, no como línea editorial de la web. Sus opiniones son igual de personales -y criticables y respetables- como las opiniones que se vierten en los correos que se reciben.


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Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?