SANTOS
Y PILLOS. El Opus Dei y sus paradojas
Joan Estruch
CAPÍTULO VI. 1939: "CAMINO"
1. Observaciones generales
a) Una de las cosas que más profundamente parecen
disgustar a los autores pertenecientes al Opus Dei es, precisamente,
que se ponga en relación la aparición del más
famoso de todos los escritos del padre Escrivá con
el contexto del final de la guerra española y la instauración
del régimen político de Franco. Tal es probablemente
la razón por la que tanto insisten en poner de relieve
la conexión directa entre Camino y las "Consideraciones
espirituales" de 1934, en general sin mencionar siquiera
el hecho de que los 999 puntos de Camino eran, en el librito
anterior, menos de la mitad. Camino, se dice en la nota editorial
de presentación del volumen, "aparece por primera
vez en 1934, con el título de "Consideraciones
espirituales"; en 1939, fecha de la segunda edición
aumentada, recibe el nombre actual y definitivo". Ello
no obstante, la propia editorial hace constar como primera
edición española la publicada en Valencia el
año 1939, con una tirada de 2.000 ejemplares, mientras
que la que oficialmente figura como segunda edición
es la correspondiente al año 1944.
"Se ha pretendido alguna vez -escribe Rafael Gómez-
poner en relación Camino con el ambiente político
español desde 1939. En realidad, si tuviese algún
sentido vincular un libro que trata de vida interior con un
ambiente político, habría que acudir al ambiente
republicano de los años treinta, época de gestación
y edición de "Consideraciones espirituales",
del que Camino es la segunda edición" (Gómez
Pérez, 1976, 253). No parece que haya de resultar fácil
sostener que un lenguaje que trata de "caudillos",
por no hablar ya de las alusiones directas a la guerra española,
pueda ser anterior a 1936. Resulta incluso un tanto ridículo
argumentar que "Camino está concebido en una época
en que del general Franco como posible gobernante ni siquiera
se hablaba", así como "recordar" que
a partir de 1946 monseñor Escrivá de Balaguer
reside fuera de España, para concluir que la supuesta
inspiración política del libro es "una
falsedad que se ha de denunciar" y que "está
en contradicción con la historia" (Coverdale,
1964, 492). El objetivo de Camino, escribe monseñor
del Portillo "era sencillamente poner en manos de las
personas que le rodeaban, a quienes dirigía espiritualmente
-en gran parte, jóvenes universitarios, obreros y enfermos-
unos puntos de meditación que les ayudaran a mejorar
su vida cristiana" (en Morales, dir., 45s). Algo más
adelante hallamos, en ese mismo volumen, una afirmación
similar de Jesús Urteaga: "camino estaba escrito
para todos. Catedráticos, periodistas, políticos,
diplomáticos, estudiantes, trabajadores, hombres y
mujeres, aparecen en sus páginas como destinatarios
de esas líneas penetrantes" (en Morales, 88).
Ya antes tuvimos ocasión de constatar esta preocupación
por hacer salir a "obreros" y "trabajadores"
en la lista, y sabemos que el año 1939 el Opus Dei
tenía "tantos miembros como años habían
pasado desde 1928" (Helming, 44) y que eran todos ellos
universitarios, como expresamente lo afirmaba, por lo demás,
el propio Escrivá en la "advertencia preliminar
a las Consideraciones": "apuntes escritos... respondiendo
a necesidades de jóvenes seglares universitarios dirigidos
por el autor".
Los hechos son tercos, y la voluntad de negar la evidencia
conduce a menudo a incurrir en pequeñas contradicciones.
Así, por un lado se nos dice que no tiene sentido alguno
pretender relacionar Camino con el ambiente político
de la guerra española; pero por otro lado Salvador
Bernal precisa que en Burgos, el año 1938, el "Padre"
tenía prisa por llevar las páginas de Camino
"a la imprenta cuanto antes, para facilitar la meditación
de quienes estaban aún en los frentes o en la Armada",
y que si el libro "no se publicó hasta después
de la guerra", fue "por falta de medios económicos"
(Bernal, 133). En efecto, la obra sale de la imprenta el 29
de septiembre de 1939, "Año de la Victoria"
(l. edición, C.I.D., Valencia). Con una presentación
de monseñor Xavier Lauzurica, un obispo conocido por
sus simpatías franquistas, que era en aquellos momentos
administrador apostólico de Vitoria, donde había
substituido a monseñor Mateo Múgica, uno de
los pocos que se habían negado a bendecir la "Cruzada"
de Franco. Monseñor Lauzurica termina su presentación
de Camino con esta frase: "Lector, no descanses; vela
siempre y está alerta, porque el enemigo no duerme.
Si estas máximas las conviertes en vida propia, serás
un imitador perfecto de Jesucristo y un caballero sin tacha.
Y con cristos como tú volverá España
a la antigua grandeza de sus santos, sabios y héroes."
b) El éxito de Camino es indiscutible, y bastante
extraordinario, y el Opus Dei no deja de ponerlo constantemente
de manifiesto. Pese a la advertencia de Escrivá en
contra del "espectáculo" que suponen "fotografías,
gráficos, estadísticas" (Camino, n°.
649), en múltiples publicaciones se facilitan y se
actualizan las estadísticas relativas a las ediciones
de Camino. En el momento de la aparición de la 49 edición
española (1990), la editorial habla de 235 ediciones,
en 38 idiomas, con un total de más de tres millones
y medio de ejemplares.
Y, sin embargo, este éxito no es inmediato. La edición
de 1939 es de 2.000 ejemplares, y la siguiente, cinco años
más tarde, de 5.000. Las tiradas no empiezan a aumentar
significativamente hasta el año 1950 (1950: 15.000
ejemplares; 1951: 15.000; 1952: 21.000; 1953: 20.000; 1954:
20.000). La primera traducción es la portuguesa (1946),
a la que siguen sucesivamente la italiana (1949), la inglesa
(Dublín 1953, Chicago 1954), la catalana (1955) y la
alemana (1956). Hasta esa fecha, pues, cinco idiomas en total,
frente a los 38 actuales, y unos 150.000 ejemplares durante
los primeros dieciséis años, frente a los 3.500.000
alcanzados en 1990. Y por lo demás, de esos primeros
150.000 ejemplares, sólo 20.000 editados fuera de la
península Ibérica.
Así pues, si el éxito del libro es gradual
y, en un primer momento, casi exclusivamente español
(como gradual es la expansión del Opus Dei, inicialmente
en España y después hacia otros países),
preciso es añadir que también la polémica
en torno a Camino es relativamente tardía. Pese a que
en la actualidad todo aquel que escribe sobre el Opus Dei
suele citar repetidamente máximas de las de Camino,
y pese a que suele producirse una polarización notabilísima,
que no admite la menor observación crítica en
el caso de la literatura "oficial", mientras que
tiende a adoptar una posición sistemáticamente
adversa en el caso de la literatura "no oficial",
lo cierto es que durante los primeros años la recepción
de Camino fue mucho más acrítica, y globalmente
positiva. Y es que, como es lógico, el contexto histórico
de la España franquista no pesa sólo sobre el
autor de Camino, sino igualmente sobre sus lectores.
Si, según acabamos de ver, durante los años
cincuenta aparecen ediciones anuales de entre quince y veinte
mil ejemplares, ello significa que el librito tiene muchísimos
más lectores que los que son o se convierten en miembros
del Opus Dei. Dentro del mundo católico español
de la época, Camino es efectivamente muy leído,
y apreciado. En un movimiento como el de los Cursillos de
Cristiandad, por ejemplo, puede decirse que es de lectura
obligatoria. E incluso muchos de los representantes del que
pocos años más tarde iba a ser el "progresismo"
católico lo valorarán positivamente. Josep Dalmau
afirma que en los primeros años de la postguerra Camino
representó "una primera corriente de aire fresco.
Fue una bandera que, tanto en la universidad como fuera de
ella, buscaba a su manera unas rutas de sinceridad en el marco
de aquel clima de euforia y victoria de la Iglesia. A mí,
aquel libro me había hablado profundamente" (citado
en Casañas, 146).
Y no sólo el contexto histórico pesa tanto
sobre el autor como sobre los lectores de Camino, sino que
el fenómeno dc la "alternación" (entendida
como reinterpretación y modificación del pasado
en función de las circunstancias del presente) no es
en absoluto monopolio exclusivo de los ideólogos del
Opus Dei. Un personaje corno Alfonso Carlos Comín,
"comunista en la Iglesia y cristiano en el Partido"
según él mismo se autodefinió, y uno
de los principales impulsores del movimiento Cristianos por
el Socialismo durante la década de los setenta, escribe
en el prólogo al libro de Carandell sobre monseñor
Escrivá: "La lectura de Camino fue para mí
una experiencia inolvidable. Pasé del asombro a la
santa indignación" (Comín, en Carandell,
7). Lo que sí olvida es precisar cuántos años
tardó en pasar del primero a la segunda: ya que si
en 1975 encuentra en Camino "una visión ramplona,
individualista y mediocre", veinte años antes
recomendaba su lectura y se lo hacía leer a sus amigos
(Casañas, 147).
Por difícil que resulte admitirlo hoy en día,
lo cierto es que durante los años cuarenta y cincuenta
Camino y el Opus Dei aparecían corno menos triunfalistas
que la Iglesia oficial, y como menos franquistas que los jesuitas
(Hermet, 1980, 1, 266). Y aquí radica precisamente
-y paradójicamente- una de las claves de su éxito
y de su rápida implantación después de
la guerra española, como veremos en el próximo
capítulo.
c) La polémica en torno a Camino, aunque tímidamente
iniciada algo antes, adquiere un tono substancialmente distinto
a partir de la publicación del artículo "Integrismo",
del teólogo Hans Urs von Balthasar, en el año
1963. El renombre y el prestigio internacionales del gran
teólogo suizo hacen, para el Opus Dei, particularmente
grave un diagnóstico que les perjudica y les hace daño,
y que interpretan como un ataque frontal. Von Balthasar sitúa
al Opus Dei al mismo nivel que otras manifestaciones del integrismo
católico, y afirma (en 1963) que "el Opus Dei
es hoy, sin duda, la más poderosa de todas ellas"
(Von Balthasar, 1963, 742).
En el mundo germánico, la línea de pensamiento
así abierta por Von Balthasar tendrá continuidad,
y serán efectivamente los autores de habla alemana
quienes más insistirán en subrayar los paralelismos
existentes entre el Opus Dei y todo el conjunto de corrientes
o movimientos que configuran el integrismo católico:
uno de los últimos ejemplos, hasta ahora, lo constituye
el volumen coordinado por el teólogo Wolfgang Beinert,
y publicado en 1991, sobre el "Fundamentalismo católico"
(véase Neuner, 1991, 426).
En lo que a Camino concretamente se refiere, Von Balthasar,
tras confesar que su lectura le ha "alarmado", reproduce
una serie de fragmentos, y lo cataloga como un "pequeño
manual para "boy scouts" (Von Balthasar, 1963, 743).
Dos años más tarde, otra personalidad destacada,
el pensador español José Luis Aranguren, se
hace eco de la polémica desencadenada por Von Balthasar
(que provoca algunas airadas réplicas de varios miembros
del Opus Dei), y en un artículo publicado en la revista
"Esprit" afirma que en Camino hay cosas originales
y cosas buenas, pero que el problema es que las que son originales
no son buenas, mientras que las que son buenas no son originales
(Aranguren, 1965, 763), para concluir que Camino es en última
instancia una "ascética ignaciana", pero
"increíblemente trivializada" (ibíd.,
765).
A partir de aquí, el Opus Dei parece reaccionar en
dos direcciones distintas: por una parte -y en este punto
cabría adivinar una cierta retirada estratégica-
empieza a afirmarse que el Opus Dei no puede ser reducido
al contenido de Camino, dado que el librito de Escrivá
"no recoge "toda" la espiritualidad del Opus
Dei" (Coverdale, 1964, 490, en un artículo que
constituye, por lo demás, una réplica directa
-y un ataque- a Von Baithasar). Al cabo de veinte años,
se sigue recurriendo exactamente al mismo argumento: Camino
no es "una exposición sistemática ni exhaustiva
del espíritu del Opus Dei" (Mateo Seco, en Rodríguez
y otros autores, 475).
Pero al mismo tiempo, por otra parte, comienza una acumulación
de elogios desmesurados a la obra de Escrivá, en un
ejercicio aparentemente destinado a comprobar quién
hace gala de mayores dotes de imaginación. Y así,
aquellos "apuntes escritos sin pretensiones literarias
ni de publicidad" de que hablaba Escrivá en 1934
("Consideraciones espirituales", advertencia preliminar),
se convierten en "un clásico de la literatura
espiritual" y un "Kempis de los tiempos modernos"
(nota editorial introductoria a las ediciones recientes de
Camino). Mientras unos hablan del "manual del perfecto
clerical-autoritario" (Ynfante, 137), y alguien hace
de vez en cuando un esfuerzo de equilibrio y ponderación
en el juicio (Artigues, 88s), la literatura "oficial"
equipara Camino a obras como "Romeo y Julieta",
"La vida es sueño" y "La divina comedia"
(Cejas, en Morales, 105), o bien osa afirmar que "es,
sin duda, uno de los libros más trascendentales de
la literatura espiritual de todos los tiempos" (Cardona,
en Morales, dir., 174). Si la literatura "no oficial"
lo encuentra superficial, primitivo y muchas veces de mal
gusto" (por ejemplo Walsh, 1 l6ss), o bien elitista,
machista e individualista (por ejemplo Lannon, 226), los biógrafos
de monseñor Escrivá afirman que "desde
Pío XII, han leído Camino todos los Papas"
(Sastre, 233), y que "durante muchos años, Pablo
VI había usado Camino para su propia meditación
personal" (ibíd., 333).
d) La pena es que, entretanto, seguimos sin disponer
de un análisis serio, lúcido y crítico
a la vez, del contenido del librito del padre Escrivá
y sus 999 puntos de meditación. Sabemos que la cifra
(999 = 3 x 333) constituye un homenaje al número tres,
expresión de "la firme devoción del Autor
a la Santísima Trinidad" (Saranyana, en Morales,
dir., 63; Le Tourneau, 98). Y sabemos igualmente que quiso
monseñor Escrivá que el libro siguiente, "Surco",
publicado póstumamente en 1986, tuviera mil máximas
en lugar de novecientas noventa y nueve, "para que tú
y yo acabemos el libro sonriendo, y se queden tranquilos los
benditos lectores, que, por simplicidad o por malicia, buscaron
la cábala en los 999 puntos de Camino" (Surco,
n°. 1000).
Pero no sabemos gran cosa más. El volumen "Estudios
sobre Camino" (1988), coordinado por José Morales,
aporta algunos elementos de información y algún
comentario de interés, pero debiera complementarse
con el estudio de una serie de otros aspectos que en ningún
momento son abordados. El libro "Contrapunts al Camíne
l'Opus Dei" (1969), de Dalmau, es un ejercicio interesante
y bien resuelto, que demuestra la parcialidad del texto de
Escrivá y subraya hasta qué punto toda moneda
tiene siempre dos caras; pero aunque con ello proporciona
múltiples elementos de análisis, no es en realidad,
ni lo pretende, un análisis propiamente dicho. Ynfante
alude a unos estudios llevados a cabo en Madrid, el año
1967, sobre el lenguaje de Camino (Ynfante, 383s), pero no
facilita ninguna referencia bibliográfica concreta.
Sería interesante un estudio comparativo de Camino
con los dos volúmenes póstumos del mismo estilo,
"Surco" y "Forja". Pese a que éstos
son presentados como el fruto de unas notas tomadas por Escrivá
durante los años treinta y publicadas después
de su muerte tal y como las había dejado ("Forja",
Presentación, 17), ya que sólo la falta de tiempo
le había impedido darles un repaso final ("Surco",
Presentación, 16), en alguna ocasión el lector
tiene la impresión de hallarse ante un lenguaje y ante
unas preocupaciones algo distintas de las de Camino. Así
por ejemplo, cuando monseñor Escrivá escribe
que "hay dos puntos capitales en la vida de los pueblos:
las leyes sobre el matrimonio y las leyes sobre la enseñanza"
("Forja", n°. 104), o bien que "con libertad,
y de acuerdo con tus aficiones o cualidades, toma parte activa
y eficaz en las rectas asociaciones oficiales o privadas de
tu país" ("Forja", n°. 717), parece
estar reflejando unas inquietudes y estar empleando un lenguaje
característicos de ciertos sectores de un catolicismo
bastante posterior al español de los años treinta.
Asimismo, hay en "Surco" una serie de puntos que
parecen estar haciéndose eco de la problemática
del catolicismo conciliar y postconciliar. Como por ejemplo
la distinción entre "libertad de conciencia"
y "libertad de las conciencias" (n°. 389); o
la referencia a la falsa comprensión que algunos católicos
tienen de nociones como las de "ecumenismo, pluralismo,
democracia" (n°. 359). Resulta difícil situar
en un contexto anterior al concilio Vaticano u afirmaciones
como la siguiente: "¡Triste ecumenismo el que está
en boca de católicos que maltratan a otros católicos!"
(n°. 643). Y cuesta ver cómo, desde la España
de los años treinta, podía un sacerdote escribir
que "quizá en otros tiempos las persecuciones
se hacían abiertamente, y ahora se organizan muchas
veces de modo solapado; pero, hoy como ayer, se sigue combatiendo
a la Iglesia" ("Forja", n°. 852).
También sería enormemente útil -ya lo
dijimos antes- un estudio comparativo de Camino y del texto
que le precedió en 1934, las "Consideraciones
espirituales".
Desde un punto de vista teológico, sería de
gran interés comprobar cuál es el tipo de relación
que en las páginas de Camino se establece entre el
hombre y Dios, entre el hombre y la Virgen; cuál es
su concepción de la Iglesia; cuál es el papel
de los "ángeles custodios", etc. Qué
conexiones existen entre la espiritualidad propugnada por
monseñor Escrivá y la de un san Ignacio. Hasta
qué punto su ascética es, como decía
Aranguren (1965), una "ascética ignaciana",
y una ascética ignaciana "trivializada".
¿En qué se manifestaría esta hipotética
"trivialidad"?
Desde un punto de vista lingüístico, tendría
sin duda interés analizar el vocabulario y el estilo
de Escrivá: el uso de la segunda persona, de las interrogaciones
y las exclamaciones, de la adjetivación. El simbolismo
del fuego al que ya tuvimos ocasión de referirnos en
otro momento. El lenguaje bélico y militar. La utilización
tan frecuente de términos con una fortísima
carga negativa: "viscoso, infame, inmundo, roñoso,
basura, podredumbre, putrefacción, cerdo, carroña
hedionda, montones de estiércol", etc.
Por último, aunque en todo el texto de Camino el Opus
Dei no es mencionado, sería interesante analizar cuándo
y en qué términos se habla de un "nosotros"
susceptible de ser interpretado como una referencia a la incipiente
organización, y de qué modo ese "nosotros"
se contrapone a un mundo exterior, a un "ellos"
o un "los demás".
e) Siendo este último aspecto, desde un punto
de vista sociológico, el más pertinente de todos
los propuestos en el apartado anterior vamos a detenernos
en él brevemente, no para proceder a un análisis
exhaustivo, pero sí para proporcionar al menos algunos
ejemplos que ilustren tanto el contenido del "nosotros"
como su contraposición a un "ellos", y observando
de paso algunos de los rasgos característicos del lenguaje
empleado por Escrivá.
La primera ocasión en que aparece en Camino el pronombre
"nosotros", es para afirmar que "entre nosotros
no caben los tibios": razón por la cual "tú"
no puedes "adocenarte" ni "ser del montón",
porque "has nacido para caudillo" (Camino, n°.
16). Lenguaje coloquial, referencias militares e indicios
de aquello que se ha denominado "el elitismo" del
Opus o, como mínimo, una marcada contraposición
entre "nosotros "caudillos" y "los demás
= del montón".
"Hijos, muchos hijos, y un rastro imborrable de luz
dejaremos si sacrificamos el egoísmo de la carne",
escribe en la segunda oportunidad en que utiliza la primera
persona del plural (n°. 28). Lenguaje indirecto y metafórico
para hacer referencia a la sexualidad y al compromiso de celibato
inicialmente exigido de todo miembro del Opus Dei, en una
máxima que comienza con aquel famoso "el matrimonio
es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo"
(n°. 28), y que vuelve a emplear una terminología
propia del mundo militar, al igual que aquel "la guerra
ha sido para nosotros" (n°. 311) que más arriba
ha sido ya comentado.
"Y ¿cómo adquiriré "nuestra
formación", y cómo conservaré "nuestro
espíritu"? Cumpliéndome las normas concretas
que tu Director te entregó y te explicó y te
hizo amar: cúmplelas y serás apóstol"
(n°. 377). En este caso las comillas, colocadas por el
propio Escrivá para subrayar que se trata de "nuestra
formación" y de "nuestro espíritu",
parecen constituir una alusión inequívoca al
Opus Dei, real, incipiente o en proyecto, de los años
1938-1939. No menos manifiesto es el modelo jerarquizado de
la organización, real o proyectada, con el acento puesto
en la obediencia al director ("los seglares sólo
pueden ser discípulos", había escrito en
el n°. 61). Y, desde el punto de vista del lenguaje, aparece
aquí otro rasgo distintivo: no "cumpliendo las
normas", sino "cumpliéndome las normas".
Una fórmula de salutación muy habitual en los
escritos y cartas de Escrivá es: "Que Jesús
te "me" guarde" (véase por ejemplo Camino,
n°. 312).
Otra de las alusiones inequívocas al Opus Dei la tenemos,
según los biógrafos, en las referencias a la
"locura" y al "manicomio". "Señor,
haznos locos, con esa locura pegadiza que atraiga a muchos
a tu apostolado" (n°. 916). "Una buena noticia:
un nuevo loco para el manicomio" (n°. 808) es, segun
Gondrand, el comentario de Escrivá cuando durante los
primeros tiempos alguien pide la admisión en la Obra
(en el lenguaje para uso interno, a eso le llaman "pitar")
(Gondrand, 90). "Contesta, con decisión, que agradeces
a Dios el honor de pertenecer al "manicomio""
(n°. 910).
Un último ejemplo, acaso el más ilustrativo
de todos, tanto del tipo de lenguaje utilizado como de la
aplicación que de dicho lenguaje se hace, al servicio
de la contraposición entre "nosotros" y "los
demás": el punto n°. 914 de Camino. El Padre
escribe: "¡Qué pena dan esas muchedumbres
-altas y bajas y de en medio- sin ideal! Causan la impresión
de que no saben que tienen alma: son... manada, rebaño...,
piara. -Jesús: nosotros, con la ayuda de tu Amor Misericordioso,
convertiremos la manada en mesnada, el rebaño en ejército...,
y de la piara extraeremos, purificados, a quienes va no quieran
ser inmundos. "
2. Otro pequeño estudio sobre "Camino"
Muchos son, como puede verse, los "estudios sobre Camino"
que están por hacer, que podrían hacerse y que
merecería la pena que se hicieran. En la medida en
que aquello que mayormente nos interesa en toda esta parte
del trabajo es llegar a comprender cuál ha sido la
evolución histórica del Opus Dei, aquí
vamos a centrarnos exclusivamente en uno solo de estos estudios
posibles: el de las hipotéticas manifestaciones de
dicha evolución en el texto mismo de Camino.
Dicho de otra forma: si pese a las tajantes afirmaciones
de la literatura "oficial" en el sentido de que
monseñor Escrivá "engendró el Opus
Dei tal como hoy lo conocemos" (Heming, 4) y de que desde
el primer momento lo "vio" tal como había
de ser al cabo de los siglos (Vázquez, 113). con una
fisonomía que contenía ya todos los rasgos fundamentales
del Opus Dei actual (Fuenmayor y otros autores, 39ss), de
suerte que nunca necesitará ponerse al día porque
"Dios Nuestro Señor ha puesto al día la
Obra de una vez para siempre" (Escrivá, "Conversaciones",
n°. 72); si a pesar de todo ello nuestra tesis, elemental
y sencillamente basada en el sentido común, afirma
que el Opus Dei es fruto de una época y de unas circunstancias
determinadas, y que con los años ha ido evolucionando
-en sus objetivos y en su estilo- y adaptándose a épocas
y a contextos distintos, el interrogante que aquí vamos
a plantearnos es el de saber si en el texto mismo de Camino
pueden detectarse ciertos indicios de semejante evolución
y de semejante adaptación.
a) Preciso es considerar como secundarias, aunque resulten
a veces significativas, aquellas modificaciones que afectan
tan sólo a la presentación del libro. Así
por ejemplo, en las sucesivas ediciones de Camino desaparece
la referencia al año de la edición original
como "Año de la Victoria". El nombre de monseñor
Escrivá va modificándose, en la portada, de
acuerdo con las sucesivas mutaciones que más arriba
hemos comentado ya (cap. 2): se pasa así del "José
María Escrivá" de la primera edición
española al "Escrivá" o al "Monsignor
José M. Escrivá" de las primeras ediciones
inglesas; y del "Josep M. Escrivá de Balaguer"
de la primera catalana, hasta el "Josemaría Escrivá"
o "Josémaría Escrivá de Balaguer"
de las ediciones más recientes.
Con el transcurso de los años, se añaden a
las nuevas ediciones unas "Notas" de presentación
firmadas por el autor (Nota a la tercera edición, 1945;
Nota a la séptima edición, 1950, etc.). En las
ediciones más modernas se incluye asimismo un perfil
biográfico del autor, el cual sufre también
modificaciones, de acuerdo por ejemplo con las vicisitudes
de su causa de beatificación. Esa misma actualización
cabe hallar en una "nota editorial", que da cuenta
dcl número de ediciones aparecidas y del número
de ejemplares editados, y que contiene la relación
de todos los idiomas a los que ha sido traducido C'amino,
así como de aquellos idiomas para los que existe una
traducción en preparación.
Ciertas traducciones incluyen una nota de presentación
expresamente redactada para aquella edición concreta;
y no todas las ediciones han reproducido siempre la introducción
original redactada por monseñor Xavier Lauzurica en
1939. Por último, las ediciones más modernas
suelen ir igualmente precedidas de un prefacio no firmado,
o nota editorial, que presenta una síntesis del contenido
de Camino y de su significación (aquello del "clásico
de la literatura espiritual" y e1 "Kempis de los
tiempos modernos", por ejemplo).
b) Prescindiendo, pues, de estos aspectos un tanto
externos al libro en sí, una primera vía para
detectar posibles alteraciones del texto consistiría
en un análisis comparativo del original y de las diversas
traducciones.
Es evidente que el lenguaje de monseñor Escrivá,
coloquial, lleno de expresiones muy propias de la lengua española,
y que con frecuencia recurre a fórmulas francamente
"castizas", no es de fácil traducción.
Así por ejemplo, aquel "me" del "Jesús
te me guarde" o del "cumpliéndome las normas"
que veíamos hace unos momentos, en inglés desaparece,
y queda en un "siendo fiel a las normas" o un "que
Jesús te guarde".
Pero en determinadas ocasiones la traducción parece
evitar deliberadamente el uso de un término equivalente
al del original, aun cuando dicho término exista de
hecho en la otra lengua. Tal vez no sea éste el caso
del célebre "caudillo", traducido pobremente
por "leader" en inglés, seguramente porque
la lengua inglesa en este caso no da para más y no
ha gozado jamás del privilegio de saber con exactitud
qué es un "caudillo"; en la edición
alemana, en cambio, el término aparece traducido por
"Fuhrer", que es efectivamente una palabra capaz
de despertar en el lector resonancias muy similares a las
del vocablo original.
Ahora bien; Camino tiene un capítulo entero dedicado
al "proselitismo": y proselitismo, término
igualmente existente en inglés, se convierte en cambio
en un suave "winning new apostles", ganar a nuevos
apóstoles. "Ese afán de proselitismo que
te come las entrañas es señal cierta de tu entregamiento
(n0. 810): en inglés, "Ese deseo ardiente de ganar
compañeros de apostolado es signo cierto de que te
has entregado a Dios por completo". "Proselitismo.
Es la señal cierta del celo verdadero" (n°.
793): en este caso se habla de la "búsqueda de
nuevos apóstoles". También en alemán
el "proselitismo" se convierte en "Apostelsuche",
es decir, "búsqueda de apóstoles".
Otro de los capítulos de Camino es el dedicado a la
virtud de la "discreción". En la traducción
alemana se habla de la "discreción auténtica"
o "discreción verdadera" ("echte Diskretion").
Y el capítulo que lleva por título "táctica"
en español (y también en inglés), en
alemán habla de "táctica apostólica".
"El plano de santidad que nos pide el Señor,
está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia,
la santa coacción y la santa desvergüenza"
(n°. 387). La "desvergüenza" tendría,
en alemán, una traducción bastante literal ("Schamlosigkeit"):
se ha preferido utilizar un término mucho menos fuerte
("Unbefangenheit"), que el diccionario traduce como
"libertad o carencia de prejuicios". Inmediatamente
a continuación, dice Escrivá que "Una cosa
es la santa desvergüenza, y otra la frescura laica"
(n°. 388). Esta "frescura laica", "desaprensión
laica" en la traducción catalana, se convierte
en "mundana frescura" en alemán, y en "pura
frescura" en inglés.
Basten estos ejemplos -podrían buscarse otros y podrían
consultarse ediciones en otros idiomas- para indicar que las
modificaciones no siempre obedecen a las inevitables dificultades
de toda traducción, sino que en ciertos casos parecen
responder a una intención deliberada de evitar la fuerte
carga de algunas de las expresiones originales, en un ejercicio
que no sabríamos decir si es de "santa desvergüenza",
de "desaprensión laica" o de "pura frescura".
c) En cuanto al texto original propiamente dicho,
el de la edición española de Camino, ¿se
produce en él alguna alteración con el transcurrir
de los años?
Dado que en esta ocasión el trabajo ha sido ya llevado
a cabo, y en un texto perteneciente a la literatura "oficial"
además, bastará reproducir aquí las observaciones
de Josep Ignasi Saranyana (en el volumen "Estudios sobre
Camino", Morales, dir., 59-65).
Según Saranyana, "el texto de Camino se ha mantenido
substancialmente inalterado, salvo cuatro variaciones. Muy
pocas, si se tiene en cuenta que el libro consta de 999 puntos"
(ibíd., 61s). La primera de estas cuatro modificaciones
corresponde al año 1950. Hasta entonces, el punto 381
y el 940 estaban repetidos: "No olvides (n°. 940;
"no olvidemos", n°. 381) que la unidad es síntoma
de vida: desunirse es putrefacción, señal cierta
de ser un cadáver." Este texto se conserva a partir
de la sexta edición española en el capítulo
"El apóstol" (n°. 940), mientras que
en el capítulo "Formación" (n°.
381) el nuevo texto dice: "No te importe si te dicen
que tienes espíritu de cuerpo. ¿Qué quieren?
¿un instrumento delicuescente, que se haga pedazos
a la hora de empuñarlo?"
La tercera modificación señalada por Saranyana
data de 1965, y es consecuencia de un cambio en las normas
litúrgicas de la Iglesia. En el punto 750 de Camino
Escrivá decía que "mi Madre, la Santa Iglesia,
hace que los Sacerdotes al pie del altar invoquen cada día
a San Miguel, contra la maldad y las insidias del enemigo".
El texto actual afirma que "mi Madre, la Santa Iglesia
-durante muchos años: y es también una laudable
devoción privada- ha hecho que los sacerdotes..."
La alteración más reciente es del año
1974 y afecta al punto 145, que alude a un grupo de oficiales
"en noble y alegre camaradería" en el frente
de Madrid, durante la guerra española. Saranyana escribe:
"En 1974 ( 28 ed.) fueron ligeramente modificados el
primero y segundo párrafo del punto 145, quizá
para evitar alusiones a la guerra civil española de
1936, que entonces podrían haber extrañado en
algunas latitudes" (Saranyana, 62). Cuesta un poquito
imaginar cuáles podían ser concretamente las
"latitudes" susceptibles de sentir extrañeza
en 1974, y no antes. Pero en cualquier caso, el autor continúa
diciendo que "en 1983 (37 ed.), cambiadas ya las circunstancias
que hicieron prudente la modificación, ha podido recuperarse
el texto primitivo, mucho más expresivo y poético",
de forma que la alteración del texto ha desaparecido
ya en las ediciones más modernas de Camino.
La última de estas modificaciones, e indudablemente
la más significativa de todas, es no obstante la que
Saranyana menciona en segundo lugar, ya que cronológicamente
se sitúa en el año 1957.
"El punto 115, tomado de la página 16 de "Consideraciones",
fue retocado, primero en 1957 (ed. 14.) y después en
1958 (ed. 15). Desde entonces reza así: "Minutos
de silencio'. -Dejadlos para los que tienen el corazón
seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el
Padre nuestro que está en los cielos"" (Saranyana,
62). El autor no añade comentario alguno, y nada dice,
como en la anterior ocasión, de las posibles circunstancias
que aconsejaron la modificación. Y, sobre todo, no
explica "qué decía" el punto 115 de
Camino antes del año 1957. Veámoslo, pues, no
vaya a resultar que también en esta oportunidad el
texto primitivo fuera "mucho más expresivo y poético".
En la primera edición de Camino encontrarnos este
texto: "Minutos de silencio". -Quédese esto
para ateos, masones y protestantes, que tienen el corazón
seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el
Padre nuestro que está en los cielos."
Del "quédese esto para ateos, masones y protestantes,
que tienen el corazón seco" se pasa, en la primera
edición alemana (1956; algo antes, por consiguiente,
de incorporar la modificación a la versión original
española), a un "quédese para los ateos
y los que tienen el corazón seco", y posteriormente
al actual "para los que tienen el corazón seco",
sin especificar ya si son los protestantes o los ateos quienes
se hallan en tan lamentable condición.
La mezcla original de protestantes, masones y ateos es bien
característica de la España franquista de los
años cuarenta y cincuenta. En las dependencias de la
Jefatura Superior de Policía de Barcelona, por ejemplo,
a comienzos dc la década de los sesenta existía
todavía un llamado "Negociado de masonería
y comunismo", que era precisamente el lugar en el que
se custodiaba el fichero de los protestantes de la ciudad.
No sorprende en demasía, por ello, que inicialmente
monseñor Escrivá fuera igualmente partidario
de este tipo de mezcla: casa perfectamente con la imagen que
más arriba hemos evocado del Escrivá de los
años de la república y de la guerra; y si no
casa en absoluto, en cambio, con la imagen de las biografías
"oficiales", el problema es obviamente un problema
de los biógrafos.
Algo más sorprendente puede resultar, sin embargo,
que la modificación del texto de Camino no se efectúe
hasta la segunda mitad de la década de los cincuenta,
cuando monseñor Escrivá lleva ya más
de diez años fuera del ambiente español de la
época, residiendo en Roma. Más aún si
se tiene en cuenta que el Opus Dei presume del hecho de haber
admitido a cooperadores protestantes a partir del año
1950. En aquella fecha, en efecto, el "Fundador consiguió
-con "filial forcejeo"- que la Santa Sede admitiera
como cooperadores a todas aquellas personas (católicos,
no católicos y hasta no cristianos) que desearan colaborar,
material o espiritualmente, en los apostolados de la Obra"
(Vázquez, 258, quien comenta que el hecho "era
algo inaudito en el acontecer pastoral de la Iglesia").
El "filial forcejeo" (expresión que utiliza
asimismo Bernal, 295) es explicado por el propio Escrivá
en estos términos: "Cuando solicitamos oficialmente
de la Santa Sede la autorización para recibir a los
no católicos e incluso a los no cristianos como Cooperadores
de nuestra Obra, la primera contestación fue que era
imposible. Volví a insistir y la respuesta fue un "dilata",
que era ya reconocer la legitimidad de nuestra petición,
aunque aconsejándonos esperar. Por fin, en 1950, la
contestación afirmativa: la Obra era así la
primera asociación de la Iglesia católica que
abría fraternalmente sus brazos a todos los hombres,
sin distinción de credo o confesión" (citado
en Sastre, 456s).
No se nos explica, de todos modos, cómo queda reflejada
la posición de estos no católicos en las Constituciones
del Opus Dei de 1950. Son aquellos "que están
alejados de la casa paterna o que no profesan la verdad católica",
pero que ayudan al Opus Dei con su trabajo o sus donativos.
Todos los socios deben trabajar con estos cooperadores, a
fin de que lleguen a "la luz de la fe" y sean atraídos
"con suavidad y eficacia hacia las costumbres cristianas"
(Constituciones, 1950, art. 29.2). Por lo demás, miembros
o socios propiamente dichos sólo pueden serlo los católicos,
hasta el extremo de que sería declarada inválida
la admisión de alguien que posteriormente adhiriera
-¡y el lenguaje es significativo!- "a una secta
acatolica" (Constituciones, 1950, art. 36.1). Tras la
transformación dcl Opus Dei en prelatura personal,
el artículo 29 de las antiguas Constituciones fue incorporado
íntegro a los nuevos Estatutos, y sigue vigente por
lo tanto todavía hoy (Estatutos, 1982, art. 16.2; Fuenmayor
y otros autores, 630s).
En síntesis, pues, a partir del año 1950 el
Opus Dei admite a cooperadores que no sean católicos,
a la vez, que procura su conversión al catolicismo;
pero hasta el año 1956-1957, en Camino sigue leyéndose
que "los protestantes tienen el corazón seco".
En 1958 el "Padre", paseando bajo la lluvia por
la vieja ciudad universitaria de Oxford, "va repitiendo:
Hay que meter a Dios en estos sitios" (Sastre, 373);
como si en las capillas de todos los Colleges de Oxford los
estudiantes hubiesen estado reuniéndose, durante siglos,
sólo para guardar "minutos de silencio".
Por último, en 1960, en la primera audiencia que le
concede Juan XXIII (Gondrand, 214), monseñor Escrivá
tiene el valor de decirle que en la Obra todo el mundo, católico
o no, ha tenido siempre cabida, y que "no he aprendido
el ecumenismo de Vuestra Santidad" ("Conversaciones",
n°. 22 y n°. 46). "El Santo Padre Juan se reía,
emocionado" ("Conversaciones", n°. 46),
"había reído abiertamente" (Gondrand,
215), "sonreía, complacido" (Vázquez,
258).
Es como para preguntarse si no nos hallamos ante una demostración
práctica de la "santa desvergüenza"
del "Padre", que habría provocado "la
hilaridad de Juan XXIII" (Sastre, 457). 0 acaso se trata
más bien de la aportación original de la literatura
del Opus Dei a la leyenda, harto difundida, de un Juan XXIII
simpático y bonachón, pero según cómo
algo necio y un tanto irresponsable, vistas las consecuencias
del Concilio que se le ocurrió convocar. Se nos habla
del "encanto afable y paterno de su trato" (Bernal,
296), pero al mismo tiempo la audiencia del Papa a Escrivá
se convierte, en el texto de Vázquez de Prada, en un
informal: "Charlando un día con Juan XXIII, le
comentaba el Presidente General... " (Vázquez,
258). Pese a que no es éste el momento de desviar nuestra
atención hacia la figura del papa Roncalli, no resistiremos
la tentación de reproducir la deliciosa anécdota
narrada por López Rodó en el primer volumen
de sus memorias, inmediatamente antes de referirse a una entrevista
que mantuvo con monseñor Escrivá. Se trata en
este caso de una audiencia de Juan XXIII a una "misión
oficial española", presidida por el ministro de
Industria, el año 1959. La esposa del ministro "aprovechó
la primera pausa para pedirle que le bendijera un montón
de medallas y rosarios que llevaba en el bolso y Juan XXIII
en el acto los bendijo sin dar tiempo a que ella los sacara
del bolso, por lo que no se quedó tranquila y le pidió
de nuevo al Papa la bendición, quien la repitió
inmediatamente. Pero las medallas y rosarios venían
envueltas en plástico; ella, por fin, los sacó
de su envoltorio y pidió por tercera vez que el Papa
se los bendijera. Juan XXIII sonriendo le dijo: "Señora,
¿usted cree que mi bendición no atraviesa el
plástico?" Y López Rodó comenta:
"Se le veía muy divertido y movía las piernas
como un péndulo porque era bajito y, sentado en el
sillón, los pies no le llegaban al suelo" (López
Rodó, 1990, 158s; véase igualmente Helming,
61, y Gondrand, 216).
d) Existe aún otra vía para detectar
posibles alteraciones de Camino, no ya en lo que respecta
al texto propiamente dicho, antes bien a "la forma como
se nos propone una determinada lectura" de dicho texto.
Nos referimos al largo índice analítico que
cierra el volumen y que ocupa treinta páginas en la
edición española de 1988 (p. 301-330; quince
páginas tan sólo en la edición inglesa
de 1987, pero porque el tipo de letra es mucho más
reducido: el contenido es idéntico). En efecto, si
según acabamos de ver el texto de Camino ha sufrido
únicamente cuatro modificaciones, una sola de las cuales
realmente significativa, el índice analítico
de las ediciones moder nas es en cambio muy distinto del de
la edición original de 1939 (en "Consideraciones
espirituales" no había índice analítico).
Y no sólo es distinto en el sentido de que globalmente
ha sido ampliado; es cierto que han aparecido conceptos nuevos,
no entrados anteriormente en el índice, y es igualmente
cierto que se han creado subapartados nuevos, antes inexistentes;
pero a la vez que determinados apartados crecían, otros
menguaban, y algunos de los conceptos entrados en el índice
en 1939, hoy simplemente han desaparecido. En la medida en
que el índice analítico de un volumen de las
características de Camino constituye una especie de
guía de lectura, la evolución puede ser considerada,
pues, como sintomática de una modificación,
ya que no del texto, de la forma como se nos propone la lectura
y la comprensión de ese texto.
1) En la edición original, los títulos
de los 46 capítulos aparecían todos en el índice
analítico, con la única salvedad de "vida
sobrenatural" y "más de vida interior"
que, siendo capítulos consecutivos, quedaban agrupados
en el índice bajo la voz "vida sobrenatural",
del mismo modo que "infancia espititual" y "vida
de infancia", asimismo consecutivos y agrupados bajo
"infancia espiritual" en el índice. Con estas
dos únicas excepciones, la correspondencia es por lo
demás absoluta, con tal de tener en cuenta que el capítulo
"la Virgen" aparece en el índice como "Virgen
santísima", y el capítulo "santa misa"
como "misa", mientras que "otras virtudes"
está entrado como "virtudes", y el capítulo
"postrimerías" como "muerte". En
las ediciones modernas hallamos, en cambio:
-Tres añadidos parciales: donde antes decía
"dirección" (tanto el título del capítulo
como la voz entrada en el índice), el índice
dice ahora "dirección espiritual"; "examen"
se mantiene como título de capítulo, pero el
índice lo entra como "examen de conciencia";
y "formación" se convierte, en el índice
de las ediciones modernas, en "formación doctrinal".
-Dos substituciones: el capítulo "lucha interior",
entrado en 1939 con idéntica formulación en
el índice, aparece ahora como "lucha ascética",
mientras que el "llamamiento" se ha convertido,
en el índice, en "vocación".
-Dos desapariciones sorprendentes: "discreción"
y "táctica" son conceptos que han sido "suprimidos"
del índice. En las ediciones de los años cincuenta
figuraban aún como tales: hoy, en cambio, los puntos
del capítulo sobre la "discreción"
han sido incorporados a la voz "naturalidad" del
índice (que originalmente comportaba sólo nueve
referencias y ha quedado ahora muy ampliado), mientras que
los del capítulo sobre la "táctica"
forman en el índice actual un conjunto único
con los relativos al "apostolado".
En cierto modo tendríamos aquí el indicio de
un proceso evolutivo paralelo al que antes observábamos
en relación con las traducciones: si el traductor alemán
suavizó ya la terminología en los títulos
de los capítulos ("discreción auténtica"
y "táctica apostólica", respectivamente),
en la elaboración de los índices se ha ido más
lejos y se ha procedido a una alteración más
radical.
2) En la edición original del año 1939,
el índice analítico entraba un total de 136
conceptos; la edición de 1988 comportaba 168. Originalmente
no existían subapartados dentro de cada voz, mientras
que en la actualidad son muy abundantes; globalmente, ha aumentado
asimismo el número de puntos del libro que son citados
en la mayor parte de los apartados. Prescindiendo, no obstante,
de estos datos, que nos obligarían a unas cuantificaciones
interminables, y fijándonos tan sólo en el conjunto
de las voces entradas en e1 índice, observamos que
de las 168 actuales, más de la mitad son idénticas
a las de la edición original.
Dicho al revés: aunque nos fijemos sólo en
los conceptos, y no en el número concreto de referencias
en cada caso, cerca de la mitad del índice analítico
actual de Camino ha cambiado con respecto al de la edición
original. Entre añadidos de voces nuevas, modificaciones
parciales y supresiones de conceptos hoy desaparecidos, los
cambios afectan a unas cien voces en total.
Veremos sucesivamente estas modificaciones, supresiones y
adiciones, deteniéndonos solamente en aquellas que
para nosotros revistan un cierto interés.
3) Las modificaciones son escasas, y algunas de ellas
responden al esfuerzo de precisión de los títulos
de capítulos que hemos mencionado ya: "dirección
espiritual" donde antes se hablaba simplemente de "dirección";
"lucha interior", convertida ahora en "lucha
ascética", etc. Por lo demás, quizás
el único elemento a subrayar sea que "ambiciones"
se presenta hoy como "ambiciones nobles", y que
lo que en la edición original aparecía como
"intransigencia" se ha convertido en "intransigencia
santa" (añadamos, de paso, que ni antes ni hoy
constan en el índice los otros dos puntos del "plano
de santidad" de los socios del Opus, que son, como se
recordará, "la santa coacción y la santa
desvergüenza").
4) Mayor interés presentan, lógicamente,
los conceptos que han desaparecido de las ediciones actuales
de Camino (28 en total). En algunos casos las referencias
han quedado incorporadas a otras voces ya existentes ("comunión"
y "eucaristía", por ejemplo), o bien de nueva
creación (las antiguas doce referencias de la voz "hijos
de Dios" forman hoy parte de las 28 referencias de la
antes inexistente "filiación divina").
Las supresiones afectan, en un cierto número de casos,
a nociones que cabría agrupar bajo el común
denominador de defectos diversos: por ejemplo, "confusionismo",
"contradicciones", "discusiones", "indiferencia",
"murmuración", "ociosidad", "pedantería"
o "ridículo".
Más significativa es sin duda la desaparición
de la voz "caudillos", que era en cambio francamente
importante en la primera edición, con un total de 19
referencias. Otro tanto cabría decir de "celo"
(26 puntos del libro, según la edición de 1939),
además de los dos que ya han sido comentados por tratarse
de títulos de capítulo: "discreción"
y "táctica".
Finalmente, otro grupo de conceptos cuya desaparición
nos parece sumamente significativa es el formado por las voces
"consejos evangélicos", "imitación
dc Jesucristo" y "perfección". Juntos,
suman un total de cerca de cuarenta referencias, presentes
en la edición original y mantenidas en el índice
analítico durante muchos años, y que obviamente
quedan suprimidas en el momento en el que el Opus Dei, a la
búsqueda de un nuevo estatuto jurídico dentro
de la Iglesia, quiere aparentar un mayor alejamiento de unas
virtudes que son consideradas propias de los religiosos. Si
en los casos anteriores podría argumentarse que se
suprimen voces innecesarias, o bien inoportunas desde el punto
de vista de la imagen del Opus Dei ("caudillos",
"táctica", etc.), aquí topamos con
una alteración que refleja una modificación
de la concepción que el Opus Dei tiene de sí
mismo, de sus objetivos y de su espiritualidad. Los "consejos
evangélicos" equivalen a los tres "votos"
clásicos de pobreza, castidad y obediencia, de las
órdenes religiosas: "Tú sabes que hay "consejos
evangélicos". Seguirlos es una finura de Amor.
Dicen que es camino de pocos. A veces, pienso que podría
ser camino de muchos" (Camino, n°. 323). Por otra
parte, de los religiosos se dice que viven una "vida
de perfección". Las Constituciones del año
1950 definen al Opus Dei como un "instituto secular dedicado
a adquirir la perfección cristiana" (art. 1),
que tiene como finalidad más genérica la "santificación
de sus socios mediante la práctica de los consejos
evangélicos" (art. 3.1) (en latín, en Fuenmayor
y otros autores, 553). Los Estatutos del año 1982 definen
al Opus Dei como una "prelatura que se propone la santificación
de sus fieles mediante el ejercicio de las virtudes cristianas
(...) según su propia espiritualidad específicamente
secular" (art. 2.1) (en latín, en Fuenmayor y
otros autores, 628).
Este es un tema que abordaremos más detalladamente
en su momento. Baste por ahora la confirmación de que,
efectivamente, algunas de las alteraciones del volumen de
Camino son indicativas de la evolución histórica
del Opus Dei.
5) ¿Podemos hallar ese mismo tipo de confirmación,
no ya por la vía de las supresiones, sino de la incorporación
de conceptos nuevos en el índice analítico de
Camino?
En relación con la edición original de 1939,
los conceptos nuevos son más numerosos que los que
han desaparecido: unos sesenta en total.
Del mismo modo que se han suprimido algunos que cabría
juzgar relativamente innecesarios, se han añadido otros
que son elementales y básicos, pese a que originalmente
no estaban, como por ejemplo "Evangelio" o "Jesucristo".
En segundo lugar, si antes observábamos una cierta
tendencia a eliminar conceptos equiparables a defectos, es
muy clara la inclusión moderna de todo un conjunto
de cualidades y virtudes: "comprensión",
"fidelidad", "generosidad", "justicia",
"libertad", "madurez", "magnanimidad",
"mansedumbre", "paciencia", "perdón",
"servicio", "sinceridad", "veracidad",
etc. Retrospectivamente, diríamos que en todo caso
lo significativo no es tanto el hecho mismo de su inclusión,
como el de su ausencia en las primeras ediciones.
Llama la atención, por otra parte, la incorporación
de algunas voces curiosas, que parecen responder a expresiones
muy típicas del "Padre". Nos detendremos
solamente en dos de ellas: "endiosamiento bueno"
y "mística ojalatera", con dos referencias
sólo en el primer caso, y cuatro en el segundo. La
"mística ojalatera" (expresión que
no quisiera tener que traducir yo al inglés, pero que
ciertamente jamás habría traducido por el comparativamente
pobre "wishful thinking") está hecha, según
el "Padre", "de ensueños vanos y de
falsos idealismos" ("Conversaciones", n°.
88), de quienes van por ahí diciendo "ojalá
tal cosa", "ojalá tal otra". Lo más
curioso es que Escrivá no utiliza para nada esta fórmula
en ninguna de las cuatro referencias consignadas en el índice.
Es decir, que se trata de una fórmula típica
del Padre, pero muy probablemente posterior a la época
de redacción de Camino, y que en todo caso no aparece
en Camino ni una sola vez. En otras palabras: a través
del índice analítico se están introduciendo
en Camino elementos que no aparecen en cambio en el texto.
Que ocurra algo así en el caso de una cuestión
como la de la "mística ojalatera", no deja
de ser puramente anecdótico. Pero en otras ocasiones
se trata de algo más que de una anécdota. Así
por ejemplo, de acuerdo con la literatura "oficial",
"la filiación divina es el fundamento del espíritu
del Opus Dei", hasta el punto de que según el
propio Escrivá "Dios ha querido que, por primera
vez en la historia de la Iglesia, fuera el Opus Dei el que
corporativamente viviese esta filiación" (citado
en Vázquez, 516).
Quien considere excesivo este "por primera vez en la
historia de la Iglesia" puede tratar de dejarse convencer
por las cuarenta páginas del estudio de Fernando Ocáriz
"La filiación divina, realidad central en la vida
y en la enseñanza de monseñor Escrivá
de Balaguer" (en Rodríguez y otros autores, 173-214),
donde el autor proporciona "un primer esbozo de análisis
y sistematización, que ayude a la comprensión
de la riqueza teológica -verdaderamente impresionante-
que contienen las enseñanzas del Opus Dei sobre la
filiación divina" (Ocáriz, 176). Quede
claro, por otra parte, que no pretendemos negar la importancia,
ni siquiera la "centralidad" del tema, en la enseñanza
de Escrivá; no somos competentes para emitir un juicio,
ni tan sólo para dejarnos "impresionar" por
su "riqueza teológica". Lo único que
estamos poniendo de relieve es que en el índice analítico
de Camino la expresión "filiación divina"
antes no estaba, y ahora sí.
Lo mismo podría decirse de algunos otros conceptos
tardíamente incorporados al índice analítico,
como por ejemplo los de "visión sobrenatural",
"universalidad" o "vocación". Bien
es verdad que, en este último caso, en la edición
original figuraba la voz "llamamiento", ahora desaparecida:
pero aun así, si en un primer momento se habían
clasificado 49 puntos de Camino bajo la rúbrica "llamamiento",
la entrada "vocación" comporta actualmente
194 referencias y más de veinte subapartados.
6) Si desde la óptica de la literatura "oficial"
hubiese que sintetizar en una sola frase la originalidad y
la especificidad del Opus Dei en la vida de la Iglesia, no
cabe la menor duda de que esta frase giraría en torno
a la santidad y la santificación, a la santificación
del trabajo, en el trabajo y a través del trabajo,
y en torno al trabajo y a la santificación en medio
del mundo. La unanimidad en este punto es tan indiscutible,
que huelga el recurso a cualquier cita: hasta en el documento
pontificio de erección del Opus Dei en prelatura personal,
del año 1982, Juan Pablo II escribe que el Opus Dei
se ha esforzado en "llevar a la práctica la doctrina
de la vocación universal a la santidad, y promover
entre todas las clases sociales la santificación del
trabajo profesional y mediante el trabajo profesional"
(Fuenmayor y otros autores, 622).
Pues bien: en el índice analítico de Camino
la voz "santidad" no aparecía en la edición
de 1939 y seguía sin aparecer durante los años
cincuenta (figuraba, eso sí, el concepto "plano
de santidad", correspondiente al capítulo que
lleva el mismo título, y únicamente con los
puntos de Camino incluidos dentro de dicho capítulo).
También la voz "mundo" es nueva en el índice;
tampoco figuraba en el de 1939. En cuanto a la voz "trabajo",
comportaba en la edición original 19 referencias (35
en una edición del año 1955), y 63 en la actualidad.
Uno de sus subapartados, "santificación del trabajo",
es nuevo: y ninguno de los puntos de Camino clasificados bajo
este epígrafe aparecía citado bajo el concepto
de "trabajo" en la edición original. La "santificación
del trabajo" constituye hoy tal vez la esencia misma
del mensaje del Opus. Pero cuando el padre Escrivá
redactó Camino, no lo era en absoluto.
e) A la vista de todo ello, creemos más que
justificada la conclusión según la cual el Opus
Dei ha evolucionado con e1 paso del tiempo. Y no poco. Podemos
concluir que el Opus Dei, tal como Escrivá lo proyectaba
y "veía" al redactar las máximas de
Camino, no se proponía "primordialmente"
"llevar a la práctica la doctrina de la vocación
universal a la santidad, y promover entre todas las clases
sociales la santificación del trabajo profesional y
mediante e1 trabajo profesional", por decirlo de nuevo
en las palabras del documento de Juan Pablo II.
Con ello no estamos negando, desde luego, que el Opus Dei
sea hoy esto. Negamos que lo fuera en 1928, o en 1939, incluso
unos años más tarde. Algunos de estos elementos
podían estar más o menos presentes, de forma
más explícita o más implícita:
pero no eran los elementos primordiales. Si hubiesen sido
fundamentales, no habrían podido quedar olvidados en
el índice analítico de Camino.
Por consiguiente, y contrariamente a lo que afirma la literatura
"oficial", no es que Camino no sea "una exposición
sistemática y exhaustiva del espíritu del Opus
Dei" (Mateo Seco, 475), o que "no recoja "toda"
la espiritualidad del Opus Dei" (Coverdale, 490): es
que no recoge lo que hoy quiere presentarse corno específico
y constitutivo de la espiritualidad del Opus Dei. O lo que
es lo mismo: el Opus Dei no es lo que era, ni era lo que es
hoy. Ni monseñor Escrivá "engendró
el Opus Dei tal como hoy lo conocemos" (Helming, 4),
ni "Dios Nuestro Señor ha puesto al día
la Obra de una vez para siempre" (Escrivá, Conversaciones,
n°. 72).
Una vez más, el método del "pillo"
padre Brown, al sugerirnos que procediéramos a eliminar
las piezas mal colocadas en el rompecabezas del índice
analítico de Camino, nos ha permitido comprobar que
los "pillos" discípulos de monseñor
Escrivá facilitan a veces unas pistas que despistan.
As pues, si el Opus Dei no era lo que es hoy, regresemos donde
lo habíamos dejado, al final de la guerra española,
para preguntarnos qué fue realmente durante los años
cuarenta.
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