Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Sobre la naturaleza de la Prelatura
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TÍTULO III: SOBRE LA VIDA, FORMACIÓN Y APOSTOLADO
DE LOS FIELES DE LA PRELATURA

Capítulo I: Sobre la vida espiritual

Capítulo II: Sobre la formación doctrinal religiosa

Capítulo III: Sobre el apostolado

* * * * * * * * * *

Capítulo I: Sobre la vida espiritual

79. § 1. El espíritu y la praxis ascética propia de la Prelatura tiene caracteres específicos, plenamente determinados, para conseguir los fines propios. Por tanto, el espíritu del Opus Dei ofrece un doble aspecto, ascético y apostólico, responde así adecuadamente de tal manera y está compenetrado y fundido con el carácter secular del Opus Dei intrínseca y armónicamente, que debe llevar consigo intrínsecamente a inducir siempre a una sólida y simple unidad de vida -ascética, apostólica, social y profesional-.
§ 2. Para que las exigencias ascéticas y apostólicas del sacerdocio común y en favor de los clérigos, del sacerdocio ministerial, conforme al espíritu del Opus Dei se establezcan en la práctica, seria y continuadamente, y porque de esta manera los fieles de la Prelatura puedan ser un eficaz fermento de santidad y apostolado entre los demás clérigos y laicos seculares, se requiere en principio una intensa vida de oración y de sacrificio junto a los oficios de piedad establecidos en este Códice y a las demás cuestiones pertenecientes a la tradición del Opus Dei.

80. § 1. Un fundamento sólido, por el cual se mantienen todas las características del Opus Dei, y una raíz fecunda y vivificante, es el sentido humilde y sincero de la filiación divina en Jesucristo, en virtud de quien se confía agradablemente en la caridad paterna, que Dios tiene para nosotros; y Cristo Señor, Dios hombre, por su inefable bondad, es reconocido como hermano primogénito por los fieles de la Prelatura, los que intentan imitar a Jesús por la gracia del Espíritu Santo, reviviendo sobre todo en su memoria el agradable ejemplo y la fecundidad de esta vida en Nazaret.
§ 2. Por esta razón, en la vida de los fieles de la Prelatura, que, como los demás clérigos seculares y laicos, iguales a ellos, se conducen en todas las cuestiones, nace la necesidad y como el instinto sobrenatural de purificar todas las cosas, de elevarlas al orden de gracia, de santificarlas y de convertirlas en ocasión de unión personal con Dios, cuya Voluntad se cumple, y en instrumento de apostolado.

81. § 1
. La raíz y centro de la vida espiritual de los fieles de la Prelatura es el Sacrosanto Sacrificio de la Misa, en el que se renueva de manera incruenta la Pasión y Muerte de Jesucristo y se practica la memoria de su infinito amor salvífico hacia todos los hombres.
§ 2. Por tanto, todos los sacerdotes celebrarán diariamente el Santo Sacrificio de la Misa, y deben asistir a él todos los laicos de manera devotísima, participando del Banquete del Cuerpo de Cristo, sacramental o espiritualmente al menos. Además deben visitar a Cristo en el SS. Sacramento en otro momento del día.

82. Imitando el ejemplo de los Apóstoles que eran perseverantes unánimemente en la oración, y de las comunidades de los cristianos de la primera época, los fieles de la Prelatura, mientras se dedican a la vida y virtudes ordinarias del trabajo cotidiano, deben cuidar la unión continua de su alma contemplativa y la conversación con Dios. Para este fin deben custodiar y fomentar necesariamente:
1.° cada día, por la mañana, después de la ofrenda de sus obras hechas a Dios, se dedicarán a la oración mental por espacio de media hora; por la tarde, además, dedicarán otra media hora a la oración. Además, deben dedicarse a la lectura del Nuevo Testamento y de otro libro espiritual durante algún espacio de tiempo, y deben recitar las preces propias del Opus Dei;
2.° cada mes dedicarán un día al retiro espiritual;
3.° cada año se consagrarán a un retiro espiritual más largo durante algunos días;
4.° siempre y en cualquier parte deben reverenciar la presencia de Dios; se acordarán de su filiación divina; repetirán comuniones espirituales; además de acciones de gracias, actos de expiación, oraciones jaculatorias; deben fomentar con más insistencia, la mortificación, el estudio, el trabajo, el orden, la alegría.

83. Para que se pueda vencer la triple insidia de la concupiscencia, especialmente la soberbia de vida, que puede ser fomentada por el saber, por la condición social y por los trabajos profesionales, firme e insistentemente las exigencias del ascetismo cristiano deben cultivarse por los fieles de la Prelatura. Este ascetismo se apoya en el sentido fiel y perpetuo de la humildad externa e intrínseca, no sólo individual sino también colectiva; en el candor connatural de la sencillez; por la manera familiar y noble de actuar; por la expresión constante de serena alegría, por el trabajo, por su abnegación, sobriedad, por los actos de sacrificio, por los ejercicios de mortificación también corporal, establecidos para realizar cada día y cada semana, según la edad y condición de cada uno. Todas estas cosas se producen como medio no sólo de purificación personal, sino además de real y sólido progreso espiritual, según aquellas bien probadas y comprobadas palabras: "tanto avanzarás cuanto te hagas violencia contra ti mismo". Se cuidarán también como preparación necesaria para cualquier apostolado, de cumplir en la sociedad y de su ejercicio: "suplo en mi carne aquellas cosas que faltan en la pasión de Cristo, por su cuerpo que es la Iglesia" (Col. 1, 24).
§ 2. Este ascetismo y espíritu de penitencia lleva consigo también otras exigencias en la vida de los fieles de la Prelatura, principalmente un examen de conciencia cotidiano, la dirección espiritual y la práctica semanal de la confesión sacramental.

84. § 1. Amen los fieles a la Prelatura y guarden con mucho cuidado la castidad, que vuelve a los hombres muy gratos a Cristo y a su castísima madre, teniendo por cierto que la obra de Apostolado debe se cimentada en la castidad.
§ 2. Para la tutela de este tesoro, que se lleva en vasos frágiles, contribuyen extraordinariamente la huida de la ocasión, la modestia, la templanza, el castigo del cuerpo, la recepción frecuente de la SS. Eucaristía, el recurso asiduo y filial a la Virgen Madre.

85. Los fieles de la Prelatura veneran con tierno amor y devoción a la Bienaventurada Virgen María, Madre del Señor Jesucristo y Madre nuestra. Cada día deben contemplar quince misterios del Rosario Mariano, recitando al menos cinco misterios vocalmente o, en aquellos lugares en que esta piadosa práctica no sea usual, otra oración mariana equivalente, que sustituya esta alocución en voz alta. A la misma Madre de Dios, como es costumbre, no omitan honrarla, con filial devoción, con la salutación Angelus Domini (el Ángel del Señor) o la antífona Regina Coeli (Reina del Cielo); y hagan en el día del sábado alguna mortificación, y reciten también la antífona Salve Regina (Salve, Reina...) o Regina Coeli (Reina del Cielo).

86. § 1. Como el Señor creó al hombre "para que trabajara" (Genes. 1, 15), por eso esta ley del trabajar pertenece a la condición humana en general. Entre tanto el carácter peculiar y el fin de la Prelatura lleva a sus fieles no sólo a cultivar sino incluso a amar profundamente el trabajo diario: pues ven en él mismo de una parte un muy insigne valor humano, necesario realmente para tutelar la dignidad de la persona humana y el progreso de la sociedad; de otra parte, ven principalmente una ocasión admirable y un medio de unión personal con Cristo, imitando su laboriosa vida oculta de servicio generoso a otros hombres y cooperando de esta manera con amor pleno a la obra de Creación y Redención del mundo.
§ 2. Por tanto, el peculiar carácter del espíritu de la Obra de Dios consiste en esto de que cada uno debe santificar su trabajo profesional: que se santifica por el perfecto cumplimiento en su labor profesional; y que santifica a otros por medio de su labor profesional. De donde se originan muchas exigencias concretas en la vida ascética y apostólica de aquellos que se dedican a la peculiar obra de la Prelatura.

87. § 1. La Prelatura del Opus Dei está completamente al servicio de la Iglesia, en cuyo servicio los fieles de la Prelatura -entregándose con sumisión plena, perpetua y definitiva al servicio de Cristo Señor- estarán siempre preparados a abandonar el honor, los bienes y aun también su alma; nunca presupongan servirse de la Iglesia. Sea por tanto firme y ejemplar su piadoso amor hacia la Santa Madre Iglesia y todas las cosas que de algún modo le pertenezcan a ella; tengan sincera dilección, veneración, docilidad y adhesión al Romano Pontífice y a todos los Obispos que mantienen la comunión con la Sede Apostólica, a los que el Espíritu Santo puso a dirigirla Iglesia de Dios.
§ 2. Además de las oraciones que prodigan en el Sacrosanto Sacrificio Eucarístico y en las preces cotidianas de la Obra de Dios, por el Sumo Pontífice y por el Ordinario de cada Iglesia local, todos los fieles no deben omitir encomendar cada día al Señor especialmente sus intenciones.

88. § 1. La Prelatura fomentará en sus fieles la necesidad de cultivar con especial habilidad aquella obediencia y aquella sumisión religiosa que todos los cristianos deben mostrar hacia el Romano Pontífice y los Obispos, que mantienen comunión con la Santa Sede.
§ 2. Todos los fieles están obligados a obedecer además humildemente al Prelado y a las demás autoridades de la Prelatura, en todas las cosas que pertenezcan a los fines peculiares del Opus Dei. Esta obediencia debe ser profundamente voluntaria, por motivo del amor divino y para imitar a Cristo Señor, quien siendo el Señor de todos, se despojó de sí mismo, adoptando la forma de un siervo, y que fue hecho obediente hasta la muerte, e incluso muerte de cruz (Philip. II, 8).
§ 3. Sin embargo, en lo que afecta a la acción profesional, y lo mismo en cuanto a las doctrinas sociales, políticas, etc., cada fiel de la Prelatura, dentro de los límites y en todo caso de la fe y costumbres de la doctrina católica, goza de la misma plena libertad de que gozan los demás ciudadanos católicos. Realmente, las Autoridades de la Prelatura deben abstenerse completamente de dar consejos en estas materias por parte de cualquiera. Por tanto, aquella plena libertad tan sólo podría ser disminuida por las normas que quizá dieran para todos los católicos, en alguna diócesis o jurisdicción, el Obispo o la Conferencia Episcopal; razón por la cual la Prelatura no hace suyas en absoluto las labores profesionales, sociales, políticas, económicas, etc., de ninguno de sus fieles.

89. § 1. Todos los fieles de la Prelatura amen y fomenten la humildad, no sólo la privada sino también la colectiva; por eso nunca buscan la gloria del Opus Dei sin que esto solo mantengan arraigadamente en su espíritu: que la máxima gloria del Opus Dei es vivir sin la gloria humana.
§ 2. Para que consiga su fin más eficazmente, el Opus Dei como tal quiere vivir humildemente: por lo cual se abstiene de actos colectivos y no tiene nombre ni denominación común con las que se llamen los fieles de la Prelatura; ni ellos participarán colectivamente en algunas manifestaciones públicas de culto, como procesiones, sin que por esta causa oculten que ellos pertenecen a la Prelatura, porque el espíritu del Opus Dei, mientras conduce a sus fieles a buscar la humildad colectiva cuidadosamente, para que alcancen la eficacia apostólica más extraordinaria y abundante, al mismo tiempo evita en general el secreto o la clandestinidad. Por lo cual, en todas las circunscripciones son conocidos por todos los nombres de los Vicarios del Prelado y además los de aquellos que forman sus Consejos; y a los Obispos que piden los nombres, se les comunican, no sólo los de los sacerdotes de la Prelatura, que ejercen su ministerio en las respectivas diócesis, sino también de los Directores de los Centros que se hayan erigido en su diócesis.
§ 3. Causa de esta humildad colectiva, el Opus Dei no quiere producir escritos, ni publicaciones de cualquier tipo bajo el nombre de la Obra.

90. En su vida profesional, familiar y social, los fieles de la Prelatura practican diligente y profundamente las virtudes naturales, que se estiman mucho en la sociedad humana y ayudan a realizar el apostolado: la fraternidad, el optimismo, la audacia, la santa intransigencia en asuntos buenos y justos, la alegría, la sencillez, la nobleza y sinceridad, la fidelidad; pero procuren siempre reflejar fielmente estas virtudes y las sobrenaturales en todos los casos.

91. Los fieles de la Prelatura, que guardan memoria de las normas de caridad y prudencia, están obligados a ejercer la corrección fraterna, de modo que, en una circunstancia, se aparten mutuamente de las costumbres que repugnan al espíritu del Opus Dei.

92. Cumplan con el máximo cuidado todas las cosas, incluso las pequeñas, con espíritu sobrenatural, santificando en el trabajo diario aquello en que consiste la razón de su vocación. No siempre tienen lugar grandes cosas; las pequeñas son en todo caso en las que se puede demostrar más frecuentemente el amor de Jesucristo. Esta es una de entre las manifestaciones del espíritu de penitencia propio del Opus Dei, la que debe buscarse más bien en las pequeñas y ordinarias cosas y en el trabajo cotidiano, constante y ordenado.

93. Cumpliendo su cometido en este trabajo suyo ordinario, con el máximo amor de Dios y del prójimo, los fieles de la Prelatura cultivan una fe viva y activa y una filial esperanza en todas las circunstancias; virtudes que hacen superar todos los obstáculos en la Iglesia y los que casualmente se presentan en el servicio de las almas: "puedo todas las cosas en aquel que me conforta" (Philíp. IV, 13). Pues nada o a nadie temen: "El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quién temeré?" (Ps. XXVI, 1).

94. § 1. Vivan en su persona los fieles de la Prelatura una plena libertad de corazón respecto de los bienes temporales, cada uno según su estado y condición, apartadas las almas de todas las cosas de que se sirven; comportándose sobriamente siempre en su vida personal y social, según el espíritu y la práctica de la Obra de Dios; proyectando en Dios toda solicitud de las cosas de este siglo; y deteniéndose en este mundo como peregrinos que tratan de descubrir la ciudad futura.
§ 2. Con su trabajo profesional diario, realizado por entero con mente y espíritu de padre de familia numerosa y de necesitado, para todos los fieles de la Prelatura, existe la función de proveer las propias necesidades económicas, personales y familiares y, en cuanto pueda hacerse por ellos mismos, la función de ayudar al sustento del Apostolado de la Prelatura, aportando el remedio para la indigencia espiritual y material de muchos hombres. Es propio que se alegren al mismo tiempo cuando experimenten los efectos de la carencia de medios, conscientes de que nunca ha de faltar en las cosas necesarias la providencia del Señor, que nos aconsejó para que busquemos el Reino de Dios y su justicia, si queremos que se nos añadan las demás cosas.
§ 3. La Prelatura sin embargo cuida para que no les falte a sus fieles la necesaria asistencia espiritual y el Prelado, por si mismo o por sus Vicarios, les fomentará el afecto paternal, exigiendo de cada uno aquella facultad, según lo aconsejen las diversas circunstancias de cada uno. Por esta razón, en lo que afecta a la Prelatura, a los fieles y a las personas, que de día y noche habitan en los Centros del Opus Dei, puede el Ordinario de la Prelatura, ante una causa justa, conceder la dispensa de guardar por obligación el día festivo o el día de la penitencia, o la conmutación de ésta por otra obra piadosa.

95. § 1. Además de la fiesta del Señor, de la Bienaventurada Virgen María y de San José, se celebran con especial devoción por los fieles de la Prelatura las fiestas de la exaltación de la Santa Cruz, de los SS. Arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael y de los Apóstoles Pedro, Pablo y Juan; de los otros Apóstoles y de los Evangelistas; el día segundo de octubre o de la festividad de los Ángeles Custodios y el 14 de febrero. Estos últimos días serán días de acción de gracias para el Opus Dei.

Capítulo II: Sobre la formación doctrinal religiosa

96. Bajo el aspecto doctrinal religioso, la formación que se les imparte a los fieles de la Prelatura se esfuerza en proveer un profundo conocimiento de la Fe católica y del Magisterio eclesiástico, alimento realmente necesario de su vida espiritual y apostólica; para que en cualquier ámbito de la sociedad estén personas intelectualmente preparadas que, con sencillez, en las circunstancias ordinarias de la vida cotidiana y del trabajo, ejerzan con el ejemplo y las palabras un eficaz apostolado de evangelización y catequesis.

97. En cualquier circunscripción regional deben erigirse por el Vicario Regional, con el consenso de su Consejo y confirmándolo el Prelado, según sea necesario, Centros de Estudios, para todos los fieles de cada Región, para que una formación doctrinal religiosa, extraordinaria y asidua, se ofrezca a todos proporcionalmente para sostener la vida espiritual y para conseguir el fin apostólico propio de la Prelatura.


98. Puede también el Prelado, después de escuchado su Consejo, edificar Centros de Estudios Interregionales, con dependencia de él mismo, para que en ellos se formen los fieles de la Prelatura seleccionados por el mismo Prelado directamente, o por los Vicarios de las respectivas circunscripciones que propongan esto. Estos Centros pueden ser destinados especialmente para preparar a los fieles, sacerdotes o laicos, que se dediquen a los oficios de formación en las distintas Regiones.

99. § 1. La Formación doctrinal religiosa, sobre todo en lo que atañe a las disciplinas filosóficas y teológicas, se impartirá por los profesores de los Centros de Estudios Regionales o Interregionales que se erijan con este fin, y que se consideran distintos según sean para hombres o para mujeres.
§ 2. Los Programas cíclicos se componen de manera que la formación pueda impartirse y perfeccionarse de manera continua sin que cada fiel lleve detrimento en el cumplimiento de sus funciones profesionales y familiares.

100. § 1. Los fieles de la Prelatura pueden cumplir su tiempo de formación fuera de los Centros de Estudios erigidos legalmente, si, t. una vez atendidas las circunstancias y oído el propio Consejo, el Vicario Regional lo dispusiera.
§ 2. Durante este tiempo reciben la formación del profesor o profesores elegidos por el Vicario Regional.
§ 3. Estos mismos deben arrostrar las circunstancias después, en algún Centro legalmente erigido.

101. § 1. Todos los Numerarios y aquellos Agregados en los que sus personales circunstancias lo aconsejen, cursen los estudios íntegros de dos años de Filosofía y cuatro de Teología.
§ 2. Cada año, bienio y cuatrienio se dividen en dos cursos semestrales, cuya duración, esto es, el número de horas que se dedican a las lecciones, debe ser equivalente a aquél de los cursos semestrales en las Universidades Pontificias Romanas de estudios, cuyos programas deben explicarse con la misma amplitud que en estas mismas Universidades de estudios.
§ 3. Para cumplir doce currícula semestrales, sobre los que se habla en los parágrafos precedentes, cada alumno se dedicará tantos años cuantos sean necesarios, conforme a sus circunstancias personales y su trabajo profesional.
§ 4. Para las mujeres Numerarias Auxiliares, los Centros de Estudios disponen cursos de formación filosófica y teológica acomodados a las circunstancias personales de éstas. De este modo, los cursos no deben necesariamente abarcar un currículum filosófico teológico integro.
§ 5. Para los demás fieles de la Prelatura, la formación doctrinal abarca también una conveniente formación doctrinal religiosa que los haga idóneos para ejercer su apostolado.

102. § 1. Para los Numerarios que se destinan al sacerdocio hay Centros de Estudios especiales, erigidos por el Prelado, donde, sin embargo, siempre deben habitar otros Numerarios que no vayan a ser sacerdotes, recibiendo la formación propia de éstos y llevando una vida como los primeros, porque se requiere una e igual formación espiritual para todos.
§ 2. Pero entre tanto, después de este bastante extenso noviciado transcurrido en los Centros de Estudios, durante un año solamente de estudios de Sagrada Teología, los candidatos al sacerdocio habitarán en el Centro especial solamente destinado a ellos.
§ 3. En cuanto a los Agregados que se forman para recibir el sacerdocio, pueden aplicarse las mismas normas relacionando y actuando en consecuencia.

103. Los profesores deben tratar a fondo los estudios de filosofía racional y de Teología, y la formación de los alumnos en estas disciplinas según la razón, doctrina y principio del angélico Doctor, deben considerar estas cosas como sagradas, conforme a las normas, ya transmitidas o que aún se pueden transmitir del Magisterio de los Concilios y de la Santa Sede.

104. En cuanto a todos aquellos que se destinan al sacerdocio en el futuro, los estudios sobre los cuales se habla en n. 101, realizados según norma de derecho e instrucción de la Santa Sede, han de ser considerados públicos.

105. Todos los sacerdotes de la Prelatura conviene que estén dotados de título doctoral en alguna disciplina eclesiástica.

106. § 1. Todos los que deseen incorporarse a la Prelatura, es necesario que soliciten su admisión, que reciban la formación doctrinal religiosa que se llama previa, antes de que se les conceda la incorporación.
§ 2. Después de su incorporación, están obligados a completar sus estudios, sobre los cuales hablamos en n. 97. A este fin, frecuentarán cursos distribuidos por grupos homogéneos, y asistirán a reuniones, conferencias y a otras cosas de este tipo.

107. Una vez cumplidos los respectivos estudios de formación doctrinal religiosa, que reciben después de su incorporación a la Prelatura, continuarán todos su formación de manera permanente y durante toda la vida, según la relación cíclica de repeticiones y de adecuación a los conocimientos adquiridos de manera reciente para que cada día, de manera más profunda perfeccionen su formación doctrinal.

108. Para los Cooperadores católicos, y para otros Cooperadores que deseen conocer la doctrina de la Iglesia Católica, deben promoverse cursos, reuniones, y otros actos similares, sobre la cuestión dogmática y moral y sobre la ascética cristiana, de manera que estos mismos adquieran y perfeccionen su formación doctrinal.

109. El Opus Dei no tiene opinión propia ni escuela corporativa en las cuestiones teológicas o filosóficas, que la Iglesia deja a la libre opinión de los fieles: los fieles de la Prelatura, dentro de los límites establecidos por la Jerarquía eclesiástica, que custodia el Depósito de la fe gozan de la misma libertad que los demás fieles católicos.

Capítulo III: Sobre el apostolado


110. La Prelatura entrega a sus fieles con cuidado una conveniente formación apostólica y la necesaria asistencia pastoral para conseguir una extraordinaria labor de evangelización y catequesis, de tal manera que, en la vida de todos y cada uno se establezca constantemente para su cumplimiento la función y el derecho de los cristianos de ejercer el apostolado.

111. Los fieles de Cristo de la Prelatura siempre tendrán presentes en el apostolado estas cosas:
1.° El celo con que nos inflamamos busca sólo esto, es decir, que todos nos dirijamos como de la mano, con Pedro, a Jesús por medio de Maria;
2.° Estamos organizados en favor de una multitud. Pues no existe ningún alma a la que no queramos estimar y ayudar, haciendo nosotros todas las cosas para todos (cfr. 1 Cor. IX, 22). No podemos vivir olvidando los cuidados y necesidades de todos los hombres, porque nuestra solicitud abarca a todas las almas: pasando una vida oculta con Cristo en Dios (cfr. Col. III, 3), debemos ser como el fermento latente en la masa de la sociedad humana y que se entremezcla hasta que está toda fermentada (cfr. Matth. XIII, 33).

112. Los fieles de la Prelatura deben proponerse, siempre y sobre todas las cosas, establecer para su cumplimiento su fin personal de santificación y apostolado, cumpliendo fielmente las normas ascéticas, formativas y disciplinares del Opus Dei, por lo que son ayudados perfectamente en el esfuerzo de conseguir los propios oficios profesionales, familiares y sociales, ofreciendo de esta manera un testimonio constante del sentido cristiano de la vida humana, y difundiendo el mensaje de Cristo en todos los ámbitos de la sociedad, a aquellos no excluidos, a los que llega difícilmente el ordinario trabajo apostólico de sacerdotes y religiosos.

113. Los fieles de la Prelatura, habiendo persuadido su peculiar apostolado para progresar a partir de la propia vida interior y del amor hacia el trabajo humano, que deben fundirse y compenetrarse en la unidad de la vida, deben esforzarse especialmente para santificar su trabajo y conseguir esto con la máxima perfección humana posible, ordenen según la voluntad divina y dispongan para la salvación de las almas, en primer lugar las de sus colegas de profesión. Por esto la intensa actividad apostólica de éstos no tiene medio de manifestarse, uniforme ni exclusivo, porque está arraigado en la misma variedad de circunstancias que lleva consigo el trabajo humano.

114. Además del apostolado del testimonio y del ejemplo, evidenciados por una congruente vida personal de unión con el Señor, los fieles de la Prelatura deben esforzarse para hablar también con palabra clara sobre Dios, difundiendo la verdad junto con la caridad, en un constante apostolado doctrinal y catequético, acomodado a las peculiares circunstancias de las personas con quienes trabajan y conviven.

115. El Apostolado de los fieles de la Prelatura se dirige a todos los hombres, sin distinción de origen, nación o condición social, para que los cristianos sean invitados, formados y ayudados para responder al llamamiento universal a la santidad en el ejercicio de su profesión y en el cumplimiento de las funciones de su propio estado, y para que también aquellos que aún desconocen a Cristo, reciban el testimonio de su mismo ejemplo y sus palabras, y se preparen de esta manera para recibir la gracia de la fe.

116. Por su vocación divina, los fieles cristianos de la Prelatura ponen mucho interés en elevar al orden sobrenatural el sentido del servicio hacia los hombres y la sociedad, con el que se debe realizar cualquier trabajo profesional. Seguidamente tendrán delante de sus ojos la fecundidad del apostolado, junto a personas de condición intelectual, que, por la doctrina con la que sobresalen, o por las funciones que ejercen o por la dignidad con la que se distinguen, son de gran peso para prestar servicio a la sociedad civil. Por esto los fieles de la Prelatura trabajarán con todas sus fuerzas para que también aquellas personas se adhieran a la doctrina y preceptos de Cristo Señor y la lleven a la práctica.

117. Los fieles de la Prelatura que, para volver al apostolado más eficaz, se esforzarán por dar ejemplo cristiano en el ejercicio del propio trabajo profesional de cada uno, y en el propio ambiente familiar, cultural y social, ejercerán su apostolado personal sobre todo entre sus semejantes, principalmente por la fuerza de la amistad y de la mutua confianza. Todos nosotros somos amigos -a vosotros, sin embargo, yo llamé amigos" (Ioann. XV, 15)- o por mejor decir, hijos de un mismo padre y por tanto en Cristo y también hermanos de Cristo al mismo tiempo: así pues, el medio peculiar de apostolado de los fieles de la Prelatura es la amistad y la asidua costumbre con los colaboradores, sin que, sin embargo, se constituyan para esto especiales asociaciones de acción religiosa exterior.

118. También nota peculiar, con la que se distingue el trabajo apostólico de los fieles de la Prelatura, es el amor de la libertad personal de todos los hombres, con muy cuidado miramiento hacia la libertad de conciencia y deseo de convivir con todos. Espíritu por el cual los fieles son llevados a practicar siempre una sincera caridad, hacia aquellos que siguen a Cristo, puesto que por Él mismo trabajan, y para, considerando con rectitud también sus mentes, amar a estos que todavía no siguen a Cristo, poniendo mucho interés en atraerlos hacia el Señor, por el ejemplo y la doctrina.

119. La Prelatura trata de obtener de sus fieles una extraordinaria y constante actividad apostólica personal, ejercitándola en el mismo trabajo y ámbito social propio de cada uno, libre y responsable, empapada de espontaneidad plena, que sea fruto de la acción de la gracia y que se acomode con cuidado a la fe y costumbres cristianas y al Magisterio de la Iglesia.

120. En esta continua actividad de apostolado personal, los fieles de la Prelatura emplean también, según la pericia de cada uno, aquellos medios y empresas que son comunes a la sociedad civil, esto es, círculos de estudios, juntas, frecuentes reuniones, sesiones, conferencias, cursos de estudios y otras actividades similares, de modo apropiado a los diversos ámbitos civiles en que ellos desarrollan su vida.

121. § 1. Además del apostolado personal, que la Prelatura fomenta en sus fieles y al que en verdad corresponde el lugar principal, la Prelatura, de alguna manera presta una asistencia personal específica a los trabajos y empresas de índole civil y profesional, no confesional, que persiguen fines educativos, asistenciales, etc.
§ 2. El Ordinario de la Prelatura, llevado por la necesidad de cumplir su específica misión y como el fin peculiar de la Prelatura se deduce mejor en la práctica, elige con el máximo cuidado a aquellos que desempeñan un cargo de capellanes y de profesores de religión, no sólo en las empresas del Opus Dei promovidas como tales, sino también en aquellas que por los fieles de la Prelatura se inician juntamente con obras y para las que piden ayuda espiritual del Opus Dei. Pero al nombrar a estos capellanes y maestros de religión, el Ordinario de la Prelatura nunca debe omitir el escuchar a su Consejo y comunicará oportunamente los nombramientos hechos de esta manera al Ordinario del lugar.

122. La Prelatura nunca asume para sí los aspectos técnicos y económicos de los proyectos sobre los que se habla en n. 121, y no responde de ellos, pues éstos pertenecen a sus propietarios y gestores, los que poseen los bienes y recursos de la propia industria u otros medios civiles semejantes, obtenidos u obtenibles. Ordinariamente la Prelatura no es propietaria de los instrumentos materiales de estas empresas, cuyo cuidado espiritual acepta.

123. La parte de la Prelatura, en las empresas de las que se habla en el número precedente, consiste en su vivificación cristiana, a través de un medio oportuno de orientación y de formación doctrinal y espiritual, y además por una conveniente asistencia pastoral, cuidadosamente reservada, de los alumnos, de los compañeros y de todos los demás con legítima libertad de conciencia. Para ejercer este cuidado de cada empresa apostólica, se erige el Centro del Opus Dei, previa oportuna licencia del Ordinario del lugar, dada preferentemente por escrito.

124. Cuando algún fiel cristiano de la Prelatura, para la petición del Ordinario del lugar y mantenida la disciplina de la Prelatura, presta ayuda directamente en las labores diocesanas, lo mismo les incumbe cumplir los trabajos según voluntad y opinión del Ordinario del lugar, y le da cuenta sobre el trabajo realizado.


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