CORRESPONDENCIA
14-1-2004
Interrogantes
Orejas,
Unas preguntas vuelan por mi loca cabeza (ahora más
suelta y libre) y veo que no hallo en los escritos ni en la
correspondencia, comentarios al respecto.
Cierto es que hay que "pedir" la dispensa, cierto
es que no pueden no concederla; pero que pasa con el testamento
-caso de la fidelidad- que uno hizo: ¿es aconsejable
que pida que le sea devuelto -es suyo y manifestacion personalisima
de su "voluntad"- o lo mejor es no liarla y limitarse
a revocarlo fehacientemente en el primer momento que pueda?,
¿sabeís si lo retornan? y, ¿que sucede
con la disposición patrimonial? es conveniente manifestar
expresamente que se revoca?. Y, ¿si se pide la dispensa
por escrito, se les puede obligar a darla por escrito?.
Por cierto algo más, que nunca he llegado a entender:
¿por que hace falta tanta gente para trabajar en las
delegaciones? ¿a que se dedican tantas horas?, ¿por
que sus cuatro, cinco horitas diarias valen más que
las horas de trabajo de un quidam cualquiera? (pues a muchos
de ellos nunca les falta de nada: coche -como propio- sin
que les represnte un gasto, ropa que les parece necesitan
-a veces como dandys van por la vida-, convis, cursos a. -en
sitios caríííísimos-, etc.) De
quien viven?
Y que no se nos olvide otra cosa: el Opus Dei a lo mejor
no tiene directamente sociedades, ni propiedades, pero "no
las tiene" por que las pone a nombre de los miembros
que les parece, cuando les parece, otorgandoles las participacion
en el capital que les parece y se lo quita cuando le parece
etc. Un ejemplo al Sr. X -que existe- le costó mucho
tiempo desaparecer del accionaridado de una sociedad, y me
añadia que él no hizo falta para nada: ni para
adquirir la titularidad ni para transmitirla -vender-, ah!
eso si nunca le preguntaron si queria o no queria. Un dia
os con más detalles.
Gracias por estar ahí.
GPA
Los números de vocaciones
En esta web ya he negado varias veces que al consejo local
de mi centro se nos exigiera desde "la alta dirección"
un cupo específico de vocaciones anuales. Parece ser,
por lo que cuentan algunos, que así fue en otros lugares
hace mucho tiempo. Con mi versión simplemente quiero
constatar que en este tema se puede vivir el espíritu
del Opus Dei sin llenar esa fichita que describe Galileo,
a no ser que en mi región ninguno tuviéramos
"buen espíritu".
Para contestarme, Satur nos dice que el Padre ha pedido quinientas
vocaciones a las mujeres, otros conjeturan que a lo mejor
otras quinientas para los varones, y ahora resulta que son
quinientas por cada región pero de aquí a varios
años... y los cálculos se han disparado y, a
decir verdad, me he perdido con lo del promedio de vida en
la Obra y los que salen y los que entran y los que se mueren
y los que no siguen y los que se publican en Romana y los
del anuario pontificio. Por otra parte, Claudia además
comenta que ella recuerda cómo se le decía cuántas
amigas tenía que tener y cuáles eran las "metas
apostólicas" para su región.
Recordando, si bien es verdad que a mí nunca se me
exigió que mi centro "produjera" tal número
de vocaciones, también es cierto que cuando vino Don
Álvaro a mi región se nos pidió "doscientas
vocaciones de numerarios en este país", y yo también
he oído muchas veces que debía tener "unos
quince amigos, de los cuales cuatro o cinco puedan estar en
medios de formación y uno o dos puedan recibir la vocación".
Creo recordar una cita del fundador (a ver Orejas, ahora en
negrita y en cursiva, por aquello de los viejos tiempos, aunque
no es textual): "ningún hijo mío puede
estar tranquilo si no trae al año dos vocaciones que
sean fieles"... o algo por el estilo.
¿Cómo me tomaba yo todo eso? Para comprenderlo,
asumo las siguientes premisas:
1) Dios interviene en la vida de sus criaturas racionales;
2) por tanto, cada persona tiene una misión, una llamada
específica de Dios; 3) Dios suele obrar a través
de causas segundas, generalmente otras personas. Corolario:
LAS VOCACIONES LAS DA DIOS. Creo que estas premisas están
en consonancia con lo que se entiende por el fenómeno
vocacional en la Iglesia; los que no compartan esa visión
teológica, tendrán difícil aceptar lo
que sigue.
Sabiendo que las vocaciones las da Dios y que muchas veces
se sirve d instrumentos humanos, cuando el Padre u otro director
salía con alguna cifra -pongamos por ejemplo los doscientos
numerarios de mi región- yo entendía lo siguiente:
"si Dios quiere otorgar la vocación de numerario
a doscientas personas, nosotros hemos de poner todos los medios
posibles para que, humanamente, existan las condiciones para
que eso ocurra". Como San Pablo: "¿Cómo
van a creer, si no se les evangeliza?" O sea, para que
puedan pitar doscientos, si Dios quiere que piten, yo tengo
que intentar ser santo, alegre y buen amigo, para que vean
en mí una imagen de Jesucristo; yo tengo que saber
explicar la fe y el espíritu de la Obra; yo tengo que
animar a mis amigos a que se acerquen a Dios; yo tengo que
conocer a más gente... En otras palabras, para mí
esos mensajes no eran "tienen que pitar doscientos pase
lo que pase y caiga quien caiga", como insinúan
algunos, sino "tenéis que poner los medios para
que si Dios quiere que doscientas almas le sigan en este camino,
puedan hacerlo."
Eran un acicate para la mejora personal, no para "captar"
o "agarrar" a cualquiera que se cruzase en nuestro
paso. Claro que esa última forma de decirlo no tiene
tanto gancho, y que otros con menos sentido pueden interpretar
la arenga en plan "Santa Cruzada, ¡a por el sarraceno!".
Admito que puede haber mejores formas de transmitir un mensaje
de mayor dedicación, que no se preste a malinterpretaciones,
y a lo mejor con otras personalidades y otros modos de estimular
al personal así se hará.
¿A qué me llevaba eso? Para empezar, en vez
de contentarme con sólo los tres o cuatro amigos íntimos
que tuve durante mi infancia, a salir de mi caparazón
y tener por lo menos quince amigos: cosa que me ha ayudado
muchísimo, me ha hecho ser más gregario y expansivo,
y me ha llevado a preocuparme de la gente que tengo a mi alrededor.
Ojo: "de esos quince, cuatro o cinco en medios de formación"
-no sólo me parece una proporción bastante adecuada
a mi ambiente, en el que un tercio de mis conocidos podría
tener inquietudes religiosas y quisiera recibir más
formación; además, la frase da por entendido
que la mayoría de nuestros amigos NO estará
en medios de formación. O sea, que nuestra amistad
no está condicionada por que vengan al centro o no
vengan, y se entiende que tendremos amigos por ahí
fuera, más de la mitad de ellos, que no supongan ningún
beneficio para la Prelatura: eso, para los que acusan a la
Obra de actuar siempre por su propio interés y ganancia.
Siendo numerario, yo tenía amigos judíos, hindúes,
protestantes, Baha'i...(y los sigo teniendo); y nadie me dijo
nunca que dejara de tratarlos o de hacer planes con ellos.
Y si Dios quiere conceder la vocación a uno o dos
de mis amigos, que no sea yo el obstáculo que le aparte:
que vea en mí a un amigo fiel, contento, servicial,
buen estudiante, leal, alegre, piadoso, con corazón,
sincero... Y si no vienen, pues a "no estar tranquilo":
a ser más santo, a seguir intentando evangelizar mi
ambiente, que siempre puedo mejorar. No me parece, este modo
de comportarse, perverso o nocivo o enrevesado; más
bien, idealista y entregado a la felicidad de los demás.
Reconozco que puede haber abusos, sobre todo si no se tiene
muy claro Quién concede la vocación; pero no
tiene por qué haberlos.
Postdata a Mr. Proper:
Me has hecho reír con tu mensaje de ayer, en el que
me acusas de "hacer judo con trampas" por no responder
a todos y cada uno de los argumentos que se me lanzan. Vamos
hombre, si el baremo es ése que tú das, responder
a todos y cada uno de los argumentos que pululan por la web,
entonces aquí "hacen judo con trampas" desde
el primer Oreja que me respondió (el que tuvo que ponerse
a leer Surco) hasta la buena de Rulo Loco -no se escapa ni
Claudia, que aunque siempre me contesta con mucho detalle
no termina de llegar al 100 por 100. Venga colega, no me exijas
a mí lo que no se les exige a los demás, que
además estoy bastante solo contra muchos y mis mensajes
ya se alargan demasiado.
Y por cierto, aunque te hayas equivocado estrepitosamente
en tus dos especulaciones públicas sobre mi persona
(si dejé la Obra por que se me exigió el sacerdocio,
hace unas semanas; y ahora, si soy una construcción
dialéctica de la Prelatura), no me parece procedente
que te erijas en juez de quién tiene derecho a intervenir
y quién no, a no ser que seas el "Auriculum Maximum"
de la web y a esta web le dé por lo que en mi país
llamamos la censura.
Pero te preguntas por qué no respondo a todo, y te
mereces una contestación: sí que respondo a
muchas cosas, que me vienen de incontables direcciones; pero
a otras no respondo o porque no tengo tiempo, o porque ya
las he respondido en correos anteriores, o porque no son dignas
de respuesta, o porque estoy de acuerdo con mi interlocutor
y no hay motivo de discusión, o porque estoy preparando
una respuesta futura, o porque -aunque no te lo parezca- no
tengo respuestas para todo.
Tú quieres condenarme por mi silencio: si lees o ves
"Un hombre para la eternidad", ahí tienes
la gran defensa legal de Tomás Moro, al que no se le
pudo condenar por haberse callado (antes de su condena, él
nunca había criticado en público el divorcio
de Enrique VIII y su rebelión contra Roma) sino por
el perjurio de un oportunista. Hace una gran defensa de la
santidad de la conciencia, arguyendo que a un hombre no se
le pueda condenar por lo que piensa.
Mira: en algunos de mis correos sí que he mostrado
cómo no me parecía bien cierto modo de proceder,
cuando alguien relataba alguna acción reprobable de
algún miembro concreto. También he dejado bien
sentado cómo creo yo que se debían hacer algunas
cosas: de ahí un lector perspicaz puede deducir lo
que pienso si en algún caso particular no se vive algo
como me parece que se debía vivir. Pero en lo que a
mí respecta, consciente de mis propias limitaciones,
prefiero no juzgar ni condenar a nadie abiertamente, y menos
a una institución de la Iglesia ni a un fundador que
pertenece a su santoral. Me merecen mucho respeto.
En un largo escrito intenté con más o menos
fortuna discernir entre 1) las líneas maestras del
espíritu de la Obra, 2) las prácticas fundamentales,
3) los criterios variables y 4) la aplicación puntual
en momentos o circunstancias específicas. Entiendo
que pueda haber críticas contra las dos últimas;
pero en general, yo respeto, acepto y admiro las dos primeras,
que no me parecen dañadas por los errores que puedan
cometer criaturas débiles y falibles, a pesar del mucho
dolor que pueden causar cuando por su condición de
criaturas imperfectas manosean almas o cosas divinas. Pero
de mi silencio, no has de asumir nada más que eso:
silencio, la incógnita, no sabes lo que pienso, ni
otorgo ni dejo de otorgar. Cuando mi conciencia me pida que
defienda algo en público -como hice el otro día
con lo que entiendo por la verdadera amistad -, lo haré.
¿Te parece?
Un abrazo,
José Carlos
José Carlos, yo también
fui así
He leído estos días las cartas de José
Carlos. Para él, todas esas cosas que nos han pasado
a los que escribimos en esta página son circunstanciales,
casos excepcionales, y no se deben extrapolar a toda la Obra.
El piensa que la Obra es santa, como santo es su fundador,
y que los perjuicios que se producen a terceros, si es que
de verdad se producen, se deben a los defectos de algunas
personas, que no viven de verdad el espíritu de la
Obra.
José Carlos, te comprendo perfectamente, porque yo
también pensé así muchos años
después de dejar el Opus Dei. Aunque he cambiado poco
a poco...
[...]
Por eso Jose Carlos, en los últimos tiempos he dejado
de pensar como tú. Y estoy convencido de que tú,
cuando pase el tiempo, y recapacites por ti mismo, y fuera
ya de los esquemas mentales que te ha proporcionado tu estancia
en la obra, te darás cuenta del daño que hace
esta institución en sí, aparte del que hagan
a título particular algunas personas. Es imposible
que te lo explique. Tú sólo te darás
cuenta. Seguro.
Un abrazo muy sincero, y todo mi apoyo.
(El correo completo de Gregory P. está colocado
en Tus escritos y se
titula "Nunca
me sentí querido")
Yo también Bruto hijo mío!
Me llamo Pablo y tengo 39 años. Estuve unos dos años
y medio ligado a un club del Opus Dei (1º, 2º y
3º de BUP) y me llegué a hacer numerario (PITÉ)
después de estar en Roma en la concentración
anual de estudiantes. Poco tiempo después, no recuerdo
exactamente, lo dejé de forma radical por la presión
a la que me fueron sometiendo poco a poco, para que renunciara
a mi vida y les sirviera a ellos (No llegué a confirmar
mi solicitud de adhesión, no me acuerdo cómo
se llamaba ese acto). Me estuvieron presionando en todos los
aspectos: llamadas continuas a mi casa, tanto telefónicas
como a la puerta, intentaron crearme problemas de conciencia,
te hacían el vacío manejando a mis propios compañeros
del instituto, etc.
Antes de nada, reconozco que respeto la institución
del Opus Dei en cuanto a sus ideales teóricos, que
me parecen maravillosos y que pueden ser perfectamente los
de cualquier católico. También me merecen mucho
respeto algunas personas de dentro que son maravillosas y
de verdad creen en esos ideales y, sobre todo, ¡INTENTAN
PRACTICARLOS!.
Me parece penoso que intenten "comer el tarro" a
chicos y chicas de entre 12 y 17 años para que se compromentan
con ellos, cuando muchas veces no saben todavía lo
que quieren estudiar o hacer en su vida. Además no
se lo proponen a todo el mundo, sino sólo a los que
son de buena familia y con un buen rendimiento escolar. También
es importante no haber sido educado en malos ambientes y no
decir tacos habitualmente. Es decir, captan a personas sin
problemas y que puedan dar buenos rendimientos. ¡MENOS
MAL QUE JESUCRISTO VINO AL MUNDO PARA SALVAR A LOS PECADORES!.
Éste es el principal fallo que les veo en su apostolado
seglar, su proselitismo salvaje hacia la gente que les interesa.
Su corporativismo es fantastico, pues si te falta algo o necesitas
trabajo o lo que sea, ellos te lo consiguen y te ayudan, más
bien SE AYUDAN entre sí.
En resumen, no les soporto y he llegado a tener discusiones
muy serias con familiares que pertenecen al Opus. Ultimamente
estoy pensando en retomar mi actividad religiosa, pues Dios
no tiene la culpa de tener seguidores tan fariseos, ya que
hasta el día de hoy he sido "ATS" (sin ánimo
de molestar), en lugar de practicante, porque la Iglesia como
institución me defraudó tanto que no podía
soportar su corrupción.
Perdonadme por el rollo que he soltado y recibid un fuerte
abrazo.
Pablo
Hace algún tiempo me hablaron
de vuestra Web y decidí visitarla. He leído
muchos de los testimonios y he seguido algunas líneas
de la correspondencia. Decir que lo he leído "con
interés" sería demasiado poco, pues los
temas que se tratan son vitales, tanto para los firmantes
como para mí.
Me permito presentarme: soy Numerario desde hace casi 30
años y llevo 26 en Alemania. He ocupado diferentes
cargos de dirección y, como os podréis imaginar,
conozco al menos tan bien como vosotros la vida en la Obra.
Quiero subrayar también que escribo a título
exclusivamente personal. No lo hago por encargo de nadie.
Aunque quería escribir desde hace bastante tiempo,
he preferido esperar, sobre todo, para adquirir claridad de
porqué lo hago.
No tengo pensado dejar la Obra, ni quiero sabotear vuestra
Web, ni me pongo al teclado para poner en duda la sinceridad
de ninguno de los que escriben, por mucho que sus palabras
difieran de mi experiencia y mi punto de vista. Cualquier
testimonio personal es de por sí irrefutable (lo digo
sin ningún tipo de ironía), pues recoge vivencias
y experiencias intransferibles. A veces he pensado en puntualizar
algunos datos o algunas afirmaciones -a mi parecer incorrectos-
que aparecen en cartas o testimonios. Pero eso no llevaría
a nada, salvo atraer hacia mí los "paquetes"
que por ahora le caen a "José Carlos". Está
claro que tengo una opinión muy concreta y personal
sobre la mayoría de los temas tratados en la Web, pero
probablemente no os interese conocerla.
¿Porqué escribo entonces, a una Web con una
línea tan definida? Por dos razones.
Una de ellas es que, a excepción del citado "José
Carlos", de cuya existencia en la vida real parecen dudar
muchos de los visitantes, no he encontrado prácticamente
opiniones positivas sobre la Obra en esa Web. Leyéndola
se puede tener la impresión de que todos los que han
dejado la Obra desde sus comienzos están de uñas
con la Prelatura y con sus miembros, y viceversa: que desde
la Obra se quiere ignorar u ocultar la existencia de ex-miembros.
Mi experiencia es muy distinta, en ambos casos.
Durante los años que llevo en la Obra he conocido
a Numerarios, Agregados y Supernumerarios que han dejado la
Obra. Muchos de ellos han hablado conmigo de sus motivos para
dar ese paso, otros no. Pero puedo afirmar que la mayoría
de las personas que yo he conocido y han dejado el Opus Dei,
tras pocos o muchos años, lo han hecho sin rencores,
y que muchos de ellos conservan su amistad conmigo, o con
otros miembros de la Obra, a pesar de mantener posturas diversas.
No pretendo decir que hayan dejado la Obra como quien cambia
de sombrero, como si no hubiera pasado nada: es evidente que
desvincularse de algo o de alguien por lo que se estaba dispuesto
a dar la vida causa dolor, mucho dolor incluso. Este dolor,
junto a la desilusión, se refleja en muchos de los
testimonios y en la correspondencia de vuestra Web que, por
este y por otros motivos, merecen todo mi respeto y mi comprensión.
También esto lo digo sin ironía.
Yo siempre he evitado hablar de "culpas" en uno
u otro sentido en mis conversaciones con personas que tenían
previsto salir de la Obra. Las circunstancias de cada uno
son muy complejas, y las acusaciones mutuas no sirven de nada,
sobre todo en una situación de transición, acompañada
siempre de emociones muy fuertes. Pero, una vez pasado el
tiempo, todos reflexionamos sobre nuestra actuación
y nos planteamos preguntas. Vuestra Web demuestra que las
conclusiones que se sacan pueden ser muy variadas. No voy
a citar aquí un texto que todos conocéis, pero
para mí está claro que cualquier persona tiene
al menos parte de la culpa si alguien en su cercanía
no es feliz con lo que hace, o con la vida que lleva. Por
mi parte, pido perdón como Alfredo
(25-XI-2003) a todos los que hayan sufrido cerca de mí
(por mi culpa, o por mi inadvertencia).
En opinión de algunos testimonios de vuestra Web,
la "culpabilidad" queda claramente identificada:
bien con personas concretas (directores a los distintos niveles),
incapaces de entender lo que piensa o lo que siente un ser
humano, bien con una malicia inherente a la organización,
derivada de su misma idea fundacional o por perversión
de la misma a lo largo del tiempo, o bien con una "trágica"
ceguera, que lleva a personas supuestamente buenas a enajenar
y a destruir vidas ajenas creyendo que hacen lo mejor para
ellos. No me parece que la realidad sea tan sencilla.
El segundo motivo de esta carta me puede acarrear más
palos, del "oreja de guardia" o de otros. Lo digo
una sola vez, para no ponerme pesado y, si no se desea mi
visita a esta Web, estoy dispuesto a coger el sombrero y a
retirarme por donde he venido. He aprendido en la Obra, y
procuro ponerlo en práctica dentro de mis limitaciones,
que nadie que se acerque al Opus Dei debe irse sin un consuelo
y una ayuda, espiritual y humana. Esta ayuda está a
disposición de todos los que la deseen, también
de los que se identifican con el título de vuestra
Web. Yo y muchos otros en la Obra rezamos con frecuencia por
todos los que han dejado la Obra. Para que puedan configurar
su vida, para que sean felices, y para que encuentren a Dios
en su nueva situación.
No quiero despedirme sin decir que también yo me he
reído con la caricatura de Satur en el "Quién
me ha visto y quién me ve", a pesar de la amargura
que puede leerse entre las líneas. Y que me han dolido
mucho algunas acusaciones "globales" en otros testimonios,
que personalmente considero injustas, y sobre todo las graves
acusaciones en relación con el sigilo sacramental,
que tampoco acepto. Pero, como decía al principio,
todos somos dueños de ver las cosas como las vemos
en cada momento. Yo no pierdo la esperanza de que alguien
cambie su opinión (aunque no sea por esta carta).
Javier Canals, Colonia (Alemania)
P.D. Si se publica mi mail, que se haga con mi nombre real
(entiendo que otros actúen de otro modo)
Soñad y os quedaréis cortos:
la pesadilla de Escrivá.
Queridos amigos:
Ante todo, les deseo un muy buen 2004. Luego de un tiempo
de descanso, he retornado a la lectura de la WEB, y me ha
llevado un par de días comenzar a interiorizarme de
la correspondencia y materiales de este mes, ciertamente muy
ricos e interesantes.
En primera instancia, deseo felicitar a EBE, sus escritos
sobre Las
redes del Opus Dei, y sobre el Planteo
Radical en el Opus Dei, me parecen extraordinarios,
verdaderamente notables.
Una breve cosa para José Carlos, o mejor, para satisfacer
mi sentido de dignidad personal: José Carlos, tu cinismo
no tiene límites, es realmente proverbial, me parece
que con lo del "examen
de conciencia" te pasaste, volver a leer ese
lenguaje, ese fariseísmo tan típico de la Obra,
resulta insultante... y yo al cielo de Escrivá no pienso
ir, porque no creo en el dios de Escrivá, sino en el
de Jesús de Nazaret... no se puede servir a dos señores,
aunque tu "amadísimo fundador" se las haya
arreglado para encender "una vela aquí y otra
allá".
Me ha llamado fuertemente la atención en los últimos
correos, la discusión acerca del número de "pitajes"
que se estarían solicitando por parte del Prelado actual
a los fieles de la Prelatura. Realmente esta gente no para
de asombrarme... ahora se dedican a exigirle a Dios, que es
quien da la vocación (por lo menos era así hasta
el 2 de octubre de 1928, pero ahora quién sabe, han
cambiado tantas cosas en la teología y aún en
la doctrina católica, por mor del "iluminado"
Escrivá), un número equis de "vocati"...
el voluntarismo y el fanatismo de la Obra está intacto,
son capaces de llevarse cualquier cosa por delante, como siempre,
inclusive la gracia de Dios, claro, para qué quieren
a Dios, si tienen el dinero, el poder, y además, la
"verdad" enterita y sin mácula: allí
van de triunfo en triunfo... y si algo les sale mal, o alguien
osa criticarlos, serán cosas del diablo, pues ya se
sabe, en la Obra está todo previsto, y lo previsto
es infalible, por la farmacopea, y porque "obedeciendo
uno no se equivoca", y porque "antes, más
y mejor", y porque Escrivá le enmienda la plana
a toda la Iglesia triunfante, y le complica la vida a la militante,
o por lo menos, nos ha causado grandes amarguras a unos cuantos...
En fin, pero ahí sigue el "nuevo santo"
y su Obra, listos para redimir a la Iglesia y a la Humanidad
a sangre y fuego, pues por algo el señor fundador ha
recibido el mayor cúmulo de "gracias" desde
San Pablo hasta nuestros días... otra joya de la lobotomía
opusina, increíble, me había olvidado de esa
sentencia "ilustre".... Gracias a Dios nos fuimos,
Gracias a Dios me fui.
Sigo preguntándome, amén de la muy oportuna
interrogación de Satur: ¿Alguien
sabe qué es el Opus Dei?, lo siguiente: ¿Para
qué existe el Opus Dei, y cómo es posible un
lugar como ese?. Debo decir que se cumple lo de Escrivá,
"soñad y os quedaréis cortos", sí,
una pesadilla con todos los condimentos, se queda chica, si
uno se detiene a considerar los niveles de violencia, manipulación
y mentira institucionalizados, cristalizados en el Opus Dei,
metidos en el cuerpo y en el alma de sus miembros, hasta volverlos
autómatas, hasta enloquecerlos, hasta inmunizarlos
a las experiencias humanas más básicas.
Alguien podrá decir que estoy cargando las tintas,
pero, si se hace el ejercicio de ver lo vivido personalmente
y por otros en el Opus Dei, con una "distancia experimental",
el golpe es fuerte, muy fuerte.
Finalmente, tal vez por la lectura continuada y "acumulada"
de tanto material, no puedo evitar sentirme muy, pero muy
cuestionada acerca de la impunidad con la que el Opus Dei
actúa al interior de la Iglesia. Yo he escrito muchas
veces en esta WEB acerca de temas relacionados con el vínculo
entre la Obra y la Iglesia, y me pregunto continuamente cómo
se hace para mantenerse en tanta ceguera, para dejar pasar,
y dejar hacer cualquier barbaridad en cosas tan graves. ¿Hasta
cuándo?.
Espero poder ampliar este último punto en estos días,
pero no quería dejar de manifestarlo.
Les mando un fuerte abrazo,
Flavia
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