LA PRODIGIOSA AVENTURA EL
OPUS DEI.
GÉNESIS Y DESARROLLO DE LA SANTA MAFIA
Jesús Ynfante
X. NOTAS SOBRE CAMINO, EL
MANUAL DEL PERFECTO CLERICAL- AUTORITARIO
"Caminante, son tus huellas el camino, y nada más.
Caminante,
no hay camino se hace camino al andar." (Antonio Machado)
1. Nadie ha acometido todavía la tarea de analizar
concienzudamente Camino, el librito del fundador del Opus
Dei. La réplica de Josep Dalmau, "Contrapunts
al Camí de L'Opus Dei", cuyo secuestro causó
alguna sensación entre los progresistas católicos,
no alcanza el nivel necesario para que pueda ser considerada
como contribución crítica o como análisis.
Es, si puede decirse, "una rectificación",
con los mismos presupuestos ideológicos y dirigida
a una clientela parecida. Con el libro del famoso cura párroco
de Gallifa, los católicos progresistas iban a tener
también un manual de lectura, al igual que sus hermanos
integristas; pero la censura oficial secuestró la edición
de "Contrapunts" en el momento de su venta en librería.
El clerical-autoritarismo no aceptará nunca la libre
competencia ideológica en España y Camino seguirá
como el único manual moderno que existe en el mercado.
Camino es el Kempis de nuestros días.
Un grupo de investigadores que trabajó en Madrid sobre
los aspectos lingüísticos de la sociedad con una
subvención del Congreso por la libertad de la cultura,
llegó a utilizar Camino entre sus textos de análisis
de vocabulario y estilo. Las investigaciones que se llevaron
a cabo a lo largo de 1967 pusieron de relieve el valor de
las locuciones fijas o estereotipadas del libro básico
de los militantes del Opus Dei. Así pudo advertirse
cómo, por una parte, su valor retórico o impresivo
reside justamente en su vaguedad o inmovilidad semántica,
su ambigüedad o capacidad para no decir nada preciso;
pero cómo, por otro lado, consiste también en
el hecho de que esa vaguedad o ambigüedad está
oculta, en la apariencia de decir algo preciso, sumamente
definido (efecto del mismo carácter fijo y formulario
de las locuciones) con que esas fórmulas lingüísticas
se presentan. De estos trabajos, todavía inéditos,
ofrecemos a continuación algunas conclusiones provisionales.
Dentro de aquellas locuciones fijas o estereotipadas, se
lograron distinguir dos clases: unas, cargadas de la ideología
dominante, que por ello mismo carecen de valor semántico
en cuanto al mensaje particular que pretenden transmitir;
otras, meramente introducidas por su capacidad de llenar sitio,
completar la línea de la frase (expresiones que pueden
llamarse de relleno rítmico).
Esas locuciones cargadas de la ideología dominante,
aparecen constantemente a lo largo de Camino. Así,
por ejemplo, la máxima 311, en donde Escrivá
afirma: "La guerra ha sido para nosotros...", cuando
ya se sabe lo que representó la guerra de 1936 a 1939
para la clase dominante en España. En cuanto a las
locuciones de relleno rítmico, Escrivá hace
tan buen uso de ellas como Hitler cuando intercalaba en sus
discursos palabras de estribillo. La máxima 520 es
una muestra de locución de relleno rítmico:
" Católico, Apostólico, ¡Romano!
-Me gusta que seas muy romano. Y que tengas deseos de hacer
tu " romería ", "videre Petrum",
para ver a Pedro."
He aquí la clasificación exhaustiva a primer
nivel elaborada sobre los textos de Camino. La clasificación
está realizada bajo siete títulos: metáfora;
afines; sobreentendidos (este campo, con mucho el más
extenso, sometido a su vez a una distribución en tipos
especiales); dativo ético y tipos similares; mayúsculas
exaltadoras y otros procedimientos de énfasis; restos
de fenómenos sin clasificar.
Otros puntos importantes también suscitados fueron
la llamativa adverbialización de la frase "se
dedique prestigiosamente a todas las actividades"; la
corrección y reformulación de frase en no "el
tiempo es oro", sino "el tiempo es gloria";
empleos abusivos contra las normas de uso habituales de la
conjunción "pero" en diversos contextos;
la intención de una fórmula tan notable como
"suicidar su alma", o de otra como "el final
es éxito", con tan curioso juego etimológico
; la presencia constante de la segunda persona como procedimiento
gramatical, si bien tratándose de una segunda persona
que varía de unos a otros puntos evidentemente.
Asimismo, la substitución en varias ocasiones del
nombrar por el señalar. Véase la notable fórmula
"te prohíbo que pienses más en eso",
que al mismo tiempo que es muy alusivo ("eso que tú
y yo sabemos bien de que se trata") es un "todo";
"pero" un "todo" para cada uno, por supuesto,
en cuanto se prohíbe al lector no sobre "eso"
(o sea "todo", cualquier cosa) en general, sino
sobre su "eso" (su todo, su cualquier cosa a que
la conciencia y la intención le guíe).
Sobre procedimientos de generalización tipo "el
volteriano de la pluma"; en las oraciones de relativo
generalizante, el indicativo : "el que susurra",
no "el que susurre"
El uso del sobreentendido: por ejemplo, "se ha hecho
tan pequeño... Ya ves: casi un niño". 0
también la acumulación a veces incongruente
de metáforas.
El aludido grupo de investigadores llegó, sobre todo,
a la conclusión de que la reducción rigurosa
al estilo indirecto pudiera ser el método de descubrir
fenómenos típicos de la apelación u otras
irracionalidades lingüísticas.
En resumen, el lenguaje de Camino puede ser traducido a un
lenguaje "neutro". En la comparación entre
ambos, podrá observarse el elevado número de
irracionalidades lingüísticas que Escrivá
utiliza en su librito.
2. Camino se presenta estructurado con sus 999 máximas
de tal forma que los cuarenta capítulos y los ciento
treinta y seis temas facilitan la tarea a cada militante del
Opus DI; es decir, que el opúsculo va dirigido a los
socios de la Obra de Dios. Según Artigues, " a
presentación formal de la obra atesta que ha sido concebida
como un vademecum destinado a facilitar hasta el máximo
la reflexión del lector en función de sus preocupaciones
de cada instante Ese "recucil de saintes sotüses",
traducido a 32 lenguas, ese "bétisier aux allures
de canular", resume toda la doctrina del todopoderoso
Opus Dei -señalaría, por su parte, "Le
Canard Enchainé" en noviembre de 1969.
Un trabajo clandestino de "Eusko-Ikaste-Sozialistak"
señalaba también recientemente que
"el único texto base [del Opus Dei] es el conjunto
de sentencias que, en cabalístico número 999,
escribió Escrivá de Balaguer bajo el título
de Camino. Camino es, más bien -afirmaba Eusko-Ikasle-Sozialistak-
un senderillo lleno de guijarros, una mini Biblia regocijante
en la que los valores más aplaudidos son el respeto
del statu quo, la obediencia ciega y una turbia mansedumbre,
clásicos valores de toda ideología perteneciente
a las clases dominantes, en todo momento y en todo lugar.
Camino es, externamente, como un brillante castillo de fuegos
artificiales, que a la hora de la verdad -la luz de la crítica-,
resultan vulgares estampidos de traca de pueblo."
Para Eusko-Ikasle-Sozialistak, "el Opus Dei es un purgante
espiritual de baja calidad con que tratar el empacho crónico
de la pequeña burguesía, de las clases medias
hispánicas, económicamente esquilmadas y sometidas
a una erosión secular en su aparato mental por la crisis
del Estado Imperial y sus valores feudales reaccionarios.
Durante siglos estos hidalgos vergonzantes constituyeron
un servonato dócil y acaramelado en el que las capas
dominantes oligárquico-terratenientes podan reclutar
su aparato administrativo y de represión. El anclaje
en el pasado, el culto irracional a valores míticos
patriótico-religiosos, constituyó la base de
su ideología. El fascismo no fue sino un fogonazo en
su horizonte intelectual. Demasiado vital para clases mentalmente
tan depauperadas. El fascismo no era sino una prótesis
de ocasión para salir del paso trágico de la
guerra civil y del derrumbamiento de un mundo socavado por
la historia.
Y tras el fascismo, una nada desoladora. El Opus Dei vino
a llenar ese vacío. Fue el molde ideológico
perfecto para su destartalado modelo.
Toda la envidia sórdida de un mundo de pequeños
comerciantes, la inseguridad angustiante de unos funcionarios
de escalafón cerrado, la tremenda frustración
de unas profesiones liberales en las que el orgullo era inversamente
proporcional a sus capacidades técnicas y científicas,
la desolada sociedad de unos pequeños fabricantes que
no veían más tabla de salvación que el
Estado providencial la necesidad de todos estos pobres propietarios
de poco, de obtener una caución espiritual que respaldase
su maltrecha identidad de "caballeros", frente a
la "chusma" popular, encontró en el Opus
Dei, un blando y muelle narcótico que sedase todos
sus dolores.
De pronto, el pobre médico o ingeniero fue elevado
a la dignidad de levadura de la sociedad, la viuda vergonzante
de un difunto juez de provincias que vio su casa iluminada
por la presencia de unos jovencitos plenos de "estilo
universitario", tan diferentes, claro, de unos vulgares
huéspedes, el amargado funcionario -continente forzado-
convertido en miembro del Estado Mayor de Cristo... etc, fue
de repente, curados, salvados. Por fin su dignidad ofendida,
su mediocridad irritante, sus escasas economías resultaron
ser irreales pesadillas conjuradas por el bálsamo reconfortante
ya que no brillante, de un curita aragonés un tanto
cateto.
Nuestros play-boys sacristanescos, con su corrección
tan bien aprendida, sonrientes, saludadores, vengativos como
monjitas menopáusicas, intrigantes como Maquiavelos
de villorrio, cultas latiniparlas en un cotorro intelectual
amordazado, libres de inhibiciones, ¡al fin!, pudieron
disputar el terreno a los "sabios y abnegados" jesuitas.
El éxito de la operación es evidente; místicos
gloriosos sin santas apariciones, grandes economistas de obra
desconocida, brillantes equipos de investigación empeñados
en la muy científica tarea de papar moscas, especialistas
en evasión de capitales convertidos en ministros de
Hacienda, diplomáticos construyendo carreteras, elegantes
mendicantes, hábiles prestidigitadores de los millones
de MATESA, genios muy conocidos en Cuenca, agudos políticos
que afirman haber descubierto la democracia a los cincuenta
años, almirantes cornúpetas agradecidos, etc.,
desfilan ante nuestros asombrados ojos en periódicos,
documentales y TV. ¿Quién decía que España
no era diferente?"
España es diferente porque, entre otras razones, adora
al Dios de Camino. Y son precisamente los socios del Opus
Dei quienes elevan cada día mayor número de
oraciones -tanto en calidad como en cantidad- para que el
Todopoderoso-Señor-del-Cielo siga protegiendo a España,
y a los países en que está extendida "su
Obra", de toda injusticia.
3. ¿Por qué 999 máximas? ¿Es
acaso un número cabalístico?, se preguntaba
Le Vaillant en Le Nouvel Observateur. Indudablemente el número
no es mero azar: Dante utilizó profusamente el número
nueve u otros múltiplos de tres en la "Divina
Comedia..." Las razones de Escrivá, en la medida
en que son ignoradas, refuerzan esta hipótesis. En
Camino aparecen tres planos de santidad (máxima 387,
tres dimensiones de la vida (máxima 279), etc. Si esto
es cierto, la Trinidad Santísima (el Padre + el Hijo
+ el Santo Espíritu), que algunos consideran homenajeada
en la gran obra de Dante, ha salido muy malparada en el librito
de Escrivá de Balaguer.
¿A quién está dirigido el librito? Ya
en la introducción, Lauzarica garantiza que "si
estas máximas las conviertes en vida propia, serás
un imitador perfecto de Jesucristo y un caballero sin tacha.
Y con cristos como tú volverá España
a la antigua grandeza de sus santos, sabios y héroes
". La máxima 683 también está dirigida
al " caballero cristiano ", presunto lector de Camino.
Pero es Escrivá, en la máxima 63, quien se dirige
a los lectores del modo siguiente: " Tu -piensas- tienes
mucha personalidad: tus estudios --tus trabajos de investigación,
tus publicaciones-, tu posición social -tus apellidos-,
tus actuaciones políticas -los cargos que ocupas-,
tu patrimonio... tu edad, ¡ya no eres un niño!...
" La máxima 400 nos muestra hacia quienes iba
dirigido verdaderamente el librito: "catedrático,
periodista, político, hombre de diplomacia: meditad".
Antes vimos que la guerra civil no fue un paréntesis
en la vida de Escrivá ni en la de cualquier español
en aquella época. El propio Escrivá de Balaguer
habla en Camino de ella: " ¡La guerra! -La guerra
tiene una finalidad sobrenatural -me dices- desconocida para
el mundo: la guerra ha sido para nosotros... -La guerra es
el obstáculo máximo del camino fácil.
-Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe
amar sus disciplinas " (máxima 311).
Efectivamente, en la guerra civil española está
el origen de todo el poder que el Opus Dei detenta hoy. Todos
los intereses y privilegios que el Opus Dei disfruta en España
están implícitamente reconocidos en el final
sugerente de la primera parte de la máxima ("
la guerra ha sido para nosotros... "). Escrivá
termina la máxima con un falseado tono de obligación
que disimula la enorme carga de violencia fascista que contiene.
La expresión " tendremos que amar la guerra como
el religioso debe amar sus disciplinas " puede ocupar
un lugar de honor en la antología que está por
hacer del pensamiento clerical-autoritario. Y lo que es aún
más inaudito son las razones por las que se debe amar
la guerra: los del Opus Dei tienen que amar la guerra por
lo que ésta representó para ellos; es decir,
por su "eficacia".
Tras la guerra viene la paz. "¿Y qué es
la paz? La paz es algo muy relacionado con la guerra. La paz
es consecuencia de la victoria" (máxima 308).
En el antagonismo nunca resuelto en España entre la
actitud religiosa y la actitud científica, Escrivá
como eclesiástico milita con un encomiable tono moderado
en la primera: "... En el terreno profesional, nunca
alabaré la ciencia de quien se sirve de ella como cátedra
para atacar a la Iglesia" (máxima 836). La máxima
750 habla ampulosamente sobre el mismo antagonismo: "Óyeme,
hombre metido en la ciencia hasta las cejas: tu ciencia no
me puede negar la verdad de las actividades diabólicas.
Mi madre, la Santa Iglesia, hace que los sacerdotes al pie
del altar invoquen cada día a San Miguel, "contra
nequitiam et insidias diaboli" -contra la maldad y las
insidias del enemigo." En la 694 recoge un viejo tópico
de la Santa Madre Iglesia: "No sé por qué
te asustas. -Siempre fueron poco razonables los enemigos de
Cristo " (máxima 353).
En la máxima 725 Escrivá hace una clara alusión
a los métodos del gran enemigo luciferino de Cristo
y toda su Iglesia: "El enemigo casi siempre procede así
con las almas que le van a resistir: hipócritamente,
suavemente: motivos... ¡espirituales!: no llamar la
atención... -Y luego, cuando parece no haber remedio
(lo hay), descaradamente.... por si logra una desesperación
a lo Judas, sin arrepentimiento." En la máxima
708 utiliza la clásica imagen colonial para presentar
al lector el mundo, el demonio y la carne que según
la Iglesia católica son los tres enemigos del alma:
"El mundo, el demonio y la carne son unos aventureros
que, aprovechándose de la debilidad del salvaje que
llevas dentro, quieren que, a cambio del pobre espejuelo de
un placer -que nada vale-, les entregues el oro fino y las
perlas y los brillantes y los rubíes empapados en la
sangre viva y redentora de tu Dios, que son el precio y el
tesoro de tu eternidad."
En otro lugar habla también de Lucifer: "¡Con
qué infame lucidez arguye Satanás contra la
Fe católica! Pero, digámosle siempre sin entrar
en discusión: yo soy un hijo de la Iglesia" (máxima
576). Para el católico miembro del Opus Dei existen,
además, otros enemigos más reales. Escrivá
da cuenta de su existencia en Camino, máxima 836: "Servir
de altavoz al enemigo es una idiotez soberana; y si el enemigo
es enemigo de Dios, es un gran pecado."
En la máxima 838 admite implícitamente el dualismo
derechas-izquierdas, adjudicando -como es de rigor- a la derecha
la exclusiva de hacer bien y a la izquierda la de hacer mal,
aunque recomienda al lector que no tenga enemigos sino amigos
a la derecha y a la izquierda. La máxima dice así:
" No tengas enemigos. -Ten solamente amigos: amigos...
de la derecha -si te hicieron o quisieron hacerte bien- y...
de la izquierda -si te han perjudicado o intentaron perjudicarte-."
La fórmula para superar conflictos y contradicciones,
aunque un poco retorcida, es de una ortodoxia católica
impecable: "¿Estás sufriendo una gran tribulación?
-¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola,
esta oración recia y viril: "Hágase, cúmplase,
sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y
amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas.
Amén. Amén." Yo te aseguro que alcanzarás
la paz." (Camino, máxima 69l.)
En el opúsculo hay también normas de corrección
y urbanidad como la 680: " En la mesa, no hables de la
comida: eso es una ordinariez, impropia de tí. -Habla
de algo noble -del alma o del entendimiento y enaltecerás
ese deber. " Deber que los miembros del Opus Dei toman
muy seriamente porque en la 682 recomienda moderación
a la hora de comer: " De ordinario comes más de
lo que necesitas. -Y esa hartura, que muchas veces te produce
pesadez y molestia física, te inhabilita para saborear
los bienes sobrenaturales y entorpece tu entendimiento. i
Qué buena virtud, aún para la tierra, es la
templanza! " Si Escrivá recomienda moderación
es porque el consejo va dedicado a personas que disponen y
no se privan de una buena mesa. Pero todo se arregla con la
máxima 681 que mantiene en pie el espíritu cristiano:
" El día que te levantes de la mesa sin haber
hecho una pequeña mortificación has comido como
un pagano. "
Las notables barrigas que pasean algunos socios notorios
del Opus Dei salen muy malparadas en la máxima 367:
"El majar más delicado y selecto, si lo come un
cerdo (que así se llama, sin perdón) se convierte,
a lo más, i en carne de cerdo! Seamos ángeles,
para dignificar las ideas al asimilarlas. -Cuando menos, seamos
hombres: para convertir los alimentos, siquiera, en músculos
nobles y bellos, o quizás en cerebro potente... capaz
de entender y adorar a Dios. -Pero... ¡no seamos bestias,
como tantos y tantos!"
La máxima 679 (" La gula es un vicio feo. -¿No
te da un poquito de risa y otro poquito de asco ver a esos
señores graves, sentados alrededor de la mesa, serios,
con aire de rito, metiendo grasas en el tubo digestivo, como
si aquello fuera "un fin"?") arroja quizás
algún elemento de comprensión sobre la tendencia
al banqueteo común a toda la burguesía con algún
lustre que vegeta por España, incluido hoy el Opus
Dei. En la máxima 974, se hace referencia histórica
al "apostolado del almuerzo"; aunque existen también
para los socios del Opus Dei, el "apostolado de la diversión"
(máxima 975) el "apostolado epistolar" (máxima
970); etc.
De la urbanidad de la mesa pasamos a otro tipo de urbanidad
(máxima 541) : "Hay una urbanidad de la piedad.
-Apréndela. -Dan pena esos hombres "piadosos"
que no saben asistir a misa -aunque la oigan a diario-, ni
santiguarse -hacen unos raros garabatos, llenos de precipitación...
ni hincar la rodilla ante el Sagrario --sus genuflexiones
ridículas parecen una burla-, ni inclinar reverentemente
la cabeza ante una imagen de la Señora."
En cuanto a las preferencias estéticas, Escrivá
no quiere que sus discípulos recen ante imágenes
"de serie". Dice en la máxima 542: "No
me pongáis al culto imágenes "de serie":
prefiero un Santo Cristo de hierro tosco a esos Crucifijos
de pasta repintada que parecen hechos de azúcar."
Las razones son del todo comprensibles porque un Cristo tosco
es preferible al de pasta repintada y uno de hierro al que
parece hecho de azúcar. En resumen, el "Santo-Cristo-de-hierro-tosco"
tendrá, por fuerza, que ser más santo, más
viril, que "esos-Crucifijos-de-pasta-repintada-que-parecen-hechos-
de azúcar", que circulan aún empalagosos
y mal pintados por casi todas las iglesias de la tierra.
En la máxima 543, Escrivá de Balaguer hace
gala un de un gusto y una estética ejemplares. Todos
los sacerdotes de la Obra de Dios celebran misa, por supuesto,
con parecido decorado que, salvo en detalles, es común
a todas las iglesias y oratorios del Opus Dei. "Me vistes
celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo -mesa y ara-,
sin retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios,
con hachones de cera, que se escalonan: más altos,
junto a la cruz. Frontal del color del día. Casulla
amplia. Severo de líneas, ancha la copa y rico el cáliz.
Ausente la luz eléctrica, que no echamos en falta."
4. Durante el proceso de formación en el Opus
Dei, se hace ver a los neófitos que el "espíritu
de la Obra" sólo se obtiene con la madurez y que
se llega a ello gradualmente: "Vas a todo y luego, poco
a poco lo obtienes", repiten insistentemente los sacerdotes.
El "espíritu de la Obra" sólo se adquiere,
por tanto, en el proceso de iniciación burocrático.
También se recurre frecuentemente en las filas del
Opus Dei a la imagen del quebrado, gracias a la observancia
de los votos de pobreza, castidad y obediencia que forman
los tres más importantes controles burocráticos.
Los afiliados a la Obra de Dios consiguen a través
de los votos un denominador común para todos ellos,
siendo su numerador distinto, de acuerdo con su status social,
peripecia biográfica y sus actividades profesionales.
El denominador común es "el espíritu de
la Obra" para los socios del Opus Dei.
Con la apropiación de ese espíritu, es decir
la coherencia ideológica, el militante del Opus Dei
puede salir al mundo y hacer cualquier apostolado. "Toda
persona es Opus Dei porque sólo siendo del Opus Dei
llegará a tener el espíritu de la Obra",
gustan repetir los sacerdotes cuando educan a los militantes
en el espíritu de la Obra de Dios.
Un testimonio claramente favorable al Opus Dei y publicado
en la revista "Transmondia", precisaba que "para
el Instituto, todo hombre es considerado como una fracción:
el Opus Dei es un denominador común de sus miembros,
pero cada uno de ellos puede entrar en una familia de numerador
común en desacuerdo con otros afiliados cuyo denominador
él comparte"
Los tres votos de pobreza, castidad y obediencia son otros
tantos controles burocráticos y en ellos se basan las
ceremonias de la Oblación y de la Fidelidad que son,
en última instancia, meras repeticiones de éstos.
Estos votos fundamentan además los lazos estrechos,
la tela de araña invisible que une entre sí
a todos los socios del Opus Dei. Las protestas y declaraciones
acerca de la libertad de sus miembros son, por consiguiente,
fuegos de artificio... Públicamente, el Opus Dei insiste,
sobre todo, en la libertad que gozan sus socios; dentro, en
cambio, se suele repetir que "el mejor don del hombre
es la libertad y por eso quien entrega esa libertad está
en vías de hacerse perfecto". Al neófito
del Opus Dei se le dice textualmente: "Renuncias a ser
tú, para ser Opus Dei". No existe abdicación
tan completa del individuo en provecho de un aparato burocrático
como la que se lleva a cabo en el Opus Dei. La alienación
religiosa ha encontrado en la Obra de Escrivá unos
de sus más terribles alambiques burocráticos.
Realizada la entrega inicial, el proceso de formación
llega a ser irreversible para el iniciado y para disipar las
dudas del neófito, los encargados de la educación
en el seno de la Obra de Dios repiten a menudo: "El que
cumple las normas y vive la sinceridad perseverará
siempre." Y refiriéndose a la vocación:
"Tú la viste una vez, nosotros te la haremos ver
en adelante..." Escrivá, el primer interesado
en estas cuestiones escribió por ello en una de sus
misivas a sus hijos de la Obra: "El que pone la mano
en el arado, no debe volver la cabeza atrás. "
Hoy coexisten, sin embargo, en el aparato burocrático
del Opus Dei desde camadas generacionales a promociones académicas
y aunque funcionen a la perfección los mecanismos de
obediencia automática, el vertiginoso ascenso social
del Opus Dei hace que el bloque monolítico ofrezca
evidentemente algunas fisuras, surgiendo así la discusión,
la iniciativa y a veces la rebeldía. Dado que se vuelve
cada vez más difícil "el criterio único"
y la dispersión de los tentáculos está,
por otra parte, favorecida desde la Casa generalicia de Roma,
los responsables locales de la Obra de Dios recomiendan que
"el preocupado -por lo que sea debe trabajar y comer
más, que alterne con sus hermanos y debe, sobre todo,
dejarse en manos del director". He aquí con cuanta
sabiduría se solucionan las crisis de ambigüedades
personales en el aparato de la Obra de Dios.
Para mantener la unidad del aparato, uno de los puntos de
meditación cotidiana entre los socios del Opus Dei
es el de " a unidad de espíritu". En este
punto se exige que el miembro no haga nunca una crítica,
bien sea a la totalidad del Opus Dei o algún aspecto
concreto de la actividad de sus dirigentes. El hábito
anarquizante de la discusión esta rigurosamente prohibido
en el Opus DeL Ya de ello Escrivá habla en Camino,
máxima 25: "No discutáis. -De la discusión
no suele salir la luz, porque la apaga el apasionamiento."
El propio Escrivá también se refiere en términos
inequívocos al secreto burocrático. Según
él, "discreción no es misterio, ni secreto.
-Es sencillamente naturalidad" (máxima 641). Efectivamente,
la discreción es algo connatural a la militancia en
una organización burocrática. Un apartado de
Camino se dedica, pues, a la discreción que debe observar
el socio del Opus Dei. Así la máxima 650 dice:
"Hay mucha gente -santa- que no entiende tu camino. -No
te empeñes en hacerlo comprender: perderás el
tiempo y darás lugar a indiscreciones."
El fundador del Opus Dei no habla, sin embargo, de secreto;
sino que utiliza palabras más suaves como discreción,
silencio, ocultamiento, etc., que vienen a ser sinónimos
del secreto y que corresponden "de hecho" a esa
característica esencial al espíritu burocrático.
Como escribió Marx en "La crítica de la
filosofía del Estado de Hegel", la burocracia
considera como características esenciales del espíritu
burocrático, el secreto, la autoridad como principio
del saber y la idolatría de la autoridad como sentimiento
dominante.
Por último, la intransigencia a ultranza que lleva
consigo una actitud totalitaria, se descubre a menudo en Camino
y es un índice elocuente del potencial fascista del
librito. Hay máximas donde Escrivá recomienda
la intransigencia sin rodeos y de una manera poco democrática.
En la máxima 407 que dice ("no confundamos los
derechos del cargo con los de la persona. Aquellos no pueden
ser renunciados"), puede observarse como Escrivá
centra la intransigencia en el mantenimiento de una función
burocrática (los derechos del cargo), olvidando los
derechos del hombre que es una de las aspiraciones mínimas
que hoy reivindican todos los individuos y países del
mundo, a excepción, claro está, de los fascistas
y otras especies de autoritarios. Los derechos humanos son
peligrosamente relegados por Escrivá...
"La santa eficacia" no figura, por tanto, entre
los consejos y sentencias que contiene Camino, el manual del
perfecto clerical-autoritario. "El plano de la santidad
que nos pide el Señor -señala, en cambio, Escrivá-
está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia,
la santa coacción y la santa desvergüenza."
Estos tres planos de santidad que debe observar el militante
del Opus Dei son más bien los tres escalones de una
"santa eficacia" inconfesada, que es la sustancia
ideológica que hace funcionar un aparato burocrático
como el Opus Dei.
Dentro de Camino existen otras muchas máximas que
hablan de la santa intransigencia. He aquí una selección
de ellas: " Un hombre, un... caballero transigente volvería
a condenar a muerte a Jesús " (máxima 393)
; "La transigencia es señal cierta de no tener
la verdad. Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de
honra o de Fe, ese hombre es un... hombre sin ideal, sin honra
y sin Fe " (máxima 394); " Aquel hombre de
Dios, curtido en la lucha, argumentaba así: ¿Que
no transijo? ¡Claro!: Porque estoy persuadido de la
verdad de mi ideal. En cambio, usted es muy transigente...:
¿Le parece que dos y dos sean tres y medio? ¿
No ?.... ¿ni por amistad cede en tan poca cosa? -Es
que por primera se ha persuadido de tener la verdad... ¡y
se ha pasado a mi partido!" (máxima 395); "La
santa intransigencia no es intemperancia" (máxima
396) ; "Sé intransigente en la doctrina y en la
conducta. Pero sé blando en la forma. -Maza de acero
poderosa envuelta en funda acolchada. -Sé intransigente,
pero no seas cerril" (máxima 397); "La intransigencia
no es intransigencia a secas: es "la santa intransigencia."
No olvidemos que también hay una "santa coacción"
(máxima 398).
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