LIBRO: EL OPUS DEI - ANEXO
A UNA HISTORIA
AUTORA: María Angustias
Moreno
TANTO TIEMPO ¿POR
QUÉ?
¿Cómo después de tanto tiempo? ¿Por
qué si aguanté 14 años, dejarlo después?
Hay quien es esto lo que no entiende.
Se trata sin embargo de que no es "después de",
sino "a lo largo de". De una manera reflexiva, ponderada,
seria. Y se trata sobre todo de que, dado el tipo de organización
de la Obra en sí, una se encuentra como ante una especie
de puzzle; todo está perfectamente estudiado, determinado,
y tan controlado, que cada uno participa sólo de un
"pedacito"; de una partecita incompleta, reducida
y aislada, en la cual las interrogantes tienen siempre una
"posible explicación".., abstracta, y que
nunca llega.
Se trata de que a muchas de las argumentaciones expuestas
a la solicitud de diálogo o razonamientos nos han propuesto
"esperar", "son cosas de primeros tiempos,
anomalías que se superan, circunstancias especiales
y subsanables propias únicamente de los comienzos".
Anomalías y circunstancias que sin embargo, en vez
de entrar en vías de superación, han ido avanzando,
avasallando y ganando terreno. Pero, en la Obra, "razonar"
es falta de fe; razonar o pedir que las cosas sean razonables
es infidelidad al Padre, y él representa a Dios. Nos
han contado muchas cosas de muy distintas maneras a como eran
realmente; se nos ha sugestionado y acaparado la atención
con sutiles "maravillas" para no dejarnos ver realidades
muy duras y contradictorias, ante las que lógicamente
hubiéramos reaccionado de conocerlas. Lo hubiéramos
hecho mucho antes, pero te llegan a convencer de que lo que
ves deformado es únicamente la consecuencia de tu deformación
personal.
En la Obra, además, está prohibido, es de mal
espíritu, actuar en conciencia, porque esa conciencia
personal es mala consejera; la única conciencia válida
en la Obra es la del Padre, o la del director que actúa
en su nombre.
¿Acaso no es comprensible que, contando con todo esto,
y precisamente porque no se trata de arrebatos personales,
haga falta tiempo, mucho tiempo, para poder entrever el terreno
que pisas, para poder deshacerte de tanto perjuicio y atadura,
para poder llamar a las cosas por su nombre?
Aunque hay más, hay algo que es fundamental, y que
me atrevería a decir que es y sigue siendo la gran
fuerza, la mayor fuerza, del Opus Dei. La fuerza precisamente
de la enorme buena voluntad de una parte importante de sus
miembros. Una buena voluntad que lleva a creer en la buena
voluntad de los demás, que impide creer en la manipulación
por indigna y repulsiva, que se niega a aceptar aquello que
no cree bueno... Hasta que la evidencia se impone, con toda
su crueldad. Y se impone para algunos, sólo para unos
pocos, determinándolos en la necesidad de su dimisión;
para otros, quizá bastantes más, abocándolos
a una situación de desequilibrio, de desconcierto,
de apatía... o lo que es igual, de incapacidad para
llegar a tomar una decisión consecuente y clara.
Los hay para los que no se impone nunca porque son la gran
masa anodina que les da todo igual, y que les daría
en muchos otros sitios. O para los que aun imponiéndose
se sirven de ello y "les vale", les sitúa.
Dentro de los primeros los hay que no acaban de poder superar
la tergiversación del "holocausto" que en
ello les han radicado.
¿Por qué tanto tiempo?, por esto, por todo
esto. En el mejor de los casos por el afán de aportar
toda la lucha y la entrega personal a una solución..,
realmente desinformada.
Que en la Obra se dice una cosa por otra es algo, hoy por
hoy, evidente; lo evidencian el testimonio escrito de las
personas que empiezan a atreverse a manifestarse. Ahora expuesto
por una mujer médico, que fue numeraria durante 15
años .y que dejó de serlo el año 1956.
Ella duda incluso de que todo el espíritu del Opus
Dei sea cristiano, "tú lo crees salvable",
me dice. Ella disiente en esto de mi libro y va narrando sus
argumentos.
Querida M. Angustias:
He leído tu libro, al que considero un testimonio
de inapreciable valor por su veracidad, rectitud de intención,
delicadeza y elegancia y en el que se transparenta tu profundo
sentido religioso y eclesial. Sólo habiendo vivido
en la Obra, podemos corroborar tu exposición. Yo
entré en 1941 y permanecí 15 años.
Mi fundamental motivo al escribirte, es que disiento contigo
en algo esencial: para ti el Opus Dei es salvable, tú
crees que si se viviera lo que se predica, sí sería
un ideal de santidad. Te comprendo, pues el lavado de cerebro
a que se es sometido, le hace a uno considerar como válidos
conceptos que se desmoronan ante una serena crítica.
Fíjate hasta qué punto yo fui víctima
de esa situación, que después de haberme salido
con el deseo de vivir una pobreza más evangélica,
intenté ser supernumeraria con la creencia de que
no tendría colisión entre mi conciencia y
la enseñanza de la Obra.
Tengo mis dudas de que todo el espíritu del Opus
Dei sea cristiano. Una de las ideas fundamentales es "llevar
a Cristo a la cumbre de toda actividad humana", y para
esto se consiguen en escalada los puestos importantes y
claves. Es decir, la posibilidad de evangelizar se concatena
al prestigio humano.
En el Opus Dei cada uno tiene que permanecer en la clase
social de la que procede y se ve como normal que unos vivan
con lujo y otros muy pobremente. La situación es
totalmente clasista. Y cito una frecuente frase de Monseñor
Escrivá: "Las sirvientas sólo pueden
ser sirvientas, si no serían catedráticas."
¿Qué fundamento evangélico tiene esto?
El afán de poder, ya lo he esbozado. Repito mi anterior
pregunta.
La pobreza evangélica se sitúa en la inca
de servicio desinteresado, gratuidad, disponibilidad, compartir
lo que se tiene. La pobreza del Opus Dei es legalista, de
no disponibilidad (me llamaron un día la atención
por haber dado sangre sin previo permiso a un paciente que
la necesitaba), no se puede dar una limosna y aunque sobre
abundante comida, no puedes decir a un pobre que pase a
comer. ¿Qué relación tiene esto con
la parábola del juicio final: tuve hambre y me diste
de comer, tuve sed.., etc., en la que Jesús se identifica
con el pobre? "El apostolado de no dar." En contraste
de ese no dar, se puede ver sobre todo en Roma la acumulación
de riquezas: mármoles, cálices, peluconas,
esmeraldas, brillantes, con un largo etc., muchas de estas
cosas hechas como obsequio al "Padre". Si no existe
gratuidad material, tampoco de otro orden. Yo he visto cómo
se utiliza a las personas. Se valora el tener, no el ser.
La soberbia colectiva de creerse los mejores, los auténticamente
en línea de salvación, dudando de que los
que han abandonado la Obra puedan ser acogidos por Dios
¿es acaso evangélico?
La caridad que se vive en exclusividad con los que pertenecen
a la Obra ¿puede ostentar este título? Tú
sabes mucho de esto, al ver cómo has sido tratada
después de salirte y principalmente cuando tu testimonio
ha visto la luz. No se tiene inconveniente en decir cosas
no verdaderas en desprestigio de las personas que se estiman
peligrosas para la Obra. Con las personas que no simpatizan
con la obra o no le son útiles, queda uno automáticamente
desvinculado.
No voy a analizar ni el proselitismo, ni los iracundos
enfados del "Padre" por una menor exquisitez en
la limpieza o en la comida, ni las faltas de verdad, ni
la coacción a la que se somete a muchas personas
con un régimen estrictamente dictatorial, ni la marginación
de que es objeto la Jerarquía de la Iglesia, ni la
falta total de colaboración con los movimientos apostólicos,
ni la no cooperación de los sacerdotes del Opus con
los Ordinarios del lugar y los demás sacerdotes de
la diócesis, a menos que el Obispo sea simpatizante,
ni las críticas a la Iglesia, pues somos humanos
y todos cometernos errores. Tampoco reflexiono sobre la
justificación de los medios para conseguir lo que
se hubiese propuesto (sacar dinero para hacer las obras
de Roma, etc.), ni el miedo que la gente tenía al
"Padre", ni el miedo que siguen teniendo muchos
de los que hoy están fuera por posibles represalias,
etc., etc.
¿Puede Dios inspirar a alguien una obra que no esté
totalmente de acuerdo con lo que Jesús de Nazaret
nos ha transmitido?
¿Es que no hay valores cristianos en el Opus Dci?
Sí, los hay como el profundo sentido de filiación
divina, el deseo de una entrega total a Dios, que lleva
a renunciar aun a lo más amado. Es de justicia resaltar
que mucha parte de sus asociados son ejemplo de entrega,
abnegación y rectitud de intención.
Quizá preferías que corroborase tu libro
con anécdotas vividas por mí, si quieres lo
puedo hacer, pero me ha parecido más importante el
ir a las raíces.
No sigo pues se haría demasiado largo. Te abraza
fuerte y sabes está a tu disposición,
(M. J. H. Médico. Madrid.)
Anécdotas podrían ser, entre otras y en general,
la de que en la Obra la admisión o la dimisión
de cualquier socio debe pedirse por escrito; pero la contestación
por parte de los directores sólo te llega de palabra.
Ellos ante una dimisión (con toda su envergadura por
no decir su problemática) pueden contestar, por ejemplo
(como más de una me ha comentado), haciéndose
los encontradizos con la interesada, como de paso, y como
quien dice buenos días, diciéndole: "Mira,
aquello ya lo tienes concedido." Sin embargo, algunas,
más listas, que han sabido captar las implicaciones
jurídicas que esto dejaba en el aire (quizá
porque a ellas mismas las han hecho actuar en no pocas dificultosas
actuaciones), muy a pesar de los deseos de la Obra, han teñido
que llegar a solicitar la confirmación escrita de la
Santa Sede, o por medio de acta notarial, porque cuando la
pidieron a los directores de la Obra éstos les dijeron
"que no era costumbre".
Informes sobre la muerte de personas de la Obra, escritos
con verdadera sinceridad y objetividad por la persona que
directamente había intervenido en tales casos, han
tenido que ser "revisados" por las directoras mayores,
para que pudieran quedar más sobrenaturales.
Cuando una directora de una casa, tremendamente agotada por
su dedicación a los encargos de la Obra, y a causa
de un accidente en una administración (casa que sirve
a la residencia), tuvo que ser internada y operada en una
clínica, y a pesar de llevar años, bastantes
años, en la Obra, la factura de tales gastos se la
pasaron a sus padres, incluso sin advertírselo a ella.
"Anécdota" puede seguir siendo "el
canje" de un buen montón de millones de pesetas
en valores, patrimonio de una numeraria (que quería,
y podía, conservarlo a su nombre, cediendo a la Obra
todo el usufructo), por acciones de otra titularidad que "convenían
más a las necesidades de la institución";
para lo cual, requerida por una necesidad de buen espíritu,
esta numeraria debió firmar el vendí de los
primeros, convencida de que la compra consiguiente sería
a la vez, pero le dijeron al terminar de firmar que para esto
segundo ya la avisarían, que no habían llegado
los otros valores; pasaron los meses, pasaron años,
y pasaron las delicadas reclamaciones de la interesada a sus
directoras, pero sólo fue posible llegar a una larga,
problemática, increíble, desatendida negativa
por parte de la Obra. Sencillamente porque esta persona, la
numeraria, debía "confiar" en que sólo
los directores deciden lo mejor.
Anécdotas de Bancos, de empresas, de prensa, de colegio...
ya irán saliendo. Porque no tiene por qué ser
sino la lógica facilidad que para tantos procedimientos
de éstos se deduce del hecho de contar (en la Obra)
con tanto directivo, interventores de comercio, juristas,
profesores... llenos de fidelidad y solicitud por la institución.
Durante esta temporada, que por la publicación dc
mi libro he tenido ocasión de recibir testimonios muy
directos y significativos sobre lo que es el Opus, me han
abierto los ojos. Sí, ahora conozco muchas cosas más
a fondo y con más datos concretos. Ahora no puedo ya
quedarme en una opinión "comprensiva" sobre
lo que podíamos denominar el sistema de la Obra. No
puedo tampoco valorar el significado de su fundación
como lo hacía antes.
Dicen que me he quedado corta y es verdad. Otros saben y
pueden aportar un testimonio mucho mayor que el mío.
Pero no porque me haya propuesto tirar la piedra y esconder
la mano (como alguna revista ha comentado) sino porque el
terna es lo suficientemente complejo como para necesitar de
más de una aportación para llegar a un esclarecimiento
adecuado.
Indudablemente mi visión de la Obra ahora, al ser
más completa, de una perspectiva mucho más profunda
e informada (por esos otros que la han vivido más que
yo), no puede ser de pensar en ella con la positiva confianza
que quizá lo he hecho antes. Mi aportación no
obstante no puede ser sino la misma, tengo que mantener un
mismo testimonio porque es el mío. Aunque he llegado
a creer con M. Jesús que hay muchas cosas en ella (en
la Obra). poco salvables, poco arreglables; porque el arreglo
tendría que ser tal que ya no sería salvar,
sino hacer otra cosa distinta.
Sin embargo yo sigo pensando que hay en la Obra dos cosas
por las que vale la pena abogar, luchar y aportar lo necesario
en su defensa, y que son: que es buena la idea de que en medio
del mundo se puede ser santo y hacer apostolado; y que es
importante sacar de su engaño a tanta gente de buena
voluntad que no acaba de tener elementos de juicio suficientes
para que su entrega y su generosidad no sean manipuladas,
para que su capacidad de bien se libere y se ejercite sin
condicionamientos.
Cuando M. Jesús dice que le parece mal lo de poner
a Cristo en la cumbre de las actividades humanas, yo entiendo
que aunque no es cristiano la ambición por la ambición,
sí puede serlo el saber estar en esos puestos con responsabilidad
y exigencia de cristianos.
Cuando M. Jesús desdice de la pobreza de la Obra,
yo he pensado también en algún caso concreto,
como por ejemplo el de una madre con 8 hijos, que su marido
está enfermo (tumor cerebral), la echan de la casa
porque no paga, no tiene ni para comer, y te pide que le eches
una mano.., tu puedes coger parte de tu sueldo y dárselo,
tú. puedes privarte de lo que sea y entregarle lo que
con ello te ahorres, pero ¿qué pasa si uno de
estos casos llama a la puerta de una de las casas de la Obra?
Sí, todos sabemos lo que pasa; pasa que ellos conciben
que ésta no es su misión. Pero es que resulta
que esto es misión de todos. Esto sí que es
condición "sine qua non" de ser cristianos;
y el cristiano necesariamente ha de exigirse en beneficio
de los que tienen menos, hay que estar a las necesidades de
los demás; y si se vive la pobreza hay que vivirla
para eso; y hay que aportar a la vida, en cuanto institución
cristiana, mucho más, algo tan vital como el afán
de que lo que a unos les sobra vaya a paliar lo que otros
no tienen. Cristianamente, estoy de acuerdo con María
Jesús, no entiendo, no acabo de entender el horizonte
del planteamiento de pobreza que la Obra practica.
¿Se puede cristianamente reducir el apostolado al
proselitismo? No. Indudablemente tampoco. Hay que hacerse
todo para todos, y esto no es compatible con hacerse todo
sólo para aquello que "nos puede servir"
(Camino, 805 y 809); dice Escrivá que quién
no tiene hambre de perpetuar su apostolado; y yo me pregunto
¿el apostolado de quién? O hacemos el apostolado
de Cristo, o lo que estaremos haciendo, como decía
A. V. en su carta, lo que se haga no será un Opus Dei,
sino un Opus Pater.
Hacer apostolado es transmitir el mensaje de Cristo, pero
no determinar, encasillar en un solo estilo la manera de hacer
vida personal su mensaje.
"No hablas en tu libro casi nada del tema proselitismo";
me decía un ex supernumerario, después de agradecerme
la publicación de éste y de comentarme lo que
le había gustado. Le confesé que tenía
razón; quizá por lo mismo que antes argumentaba,
quizá porque me he movido en un terreno de experiencias
más hacia trabajos internos que externos. Pero tiene
razón. Él me contaba: "Lo que están
haciendo con mi hijo es un auténtico secuestro, un
secuestro mental, que para mí es peor que el físico;
a chicos de 17 y 18 años les inculcan que sus padres
(si no son forofos de la Obra) son un estorbo para su vocación,
son un obstáculo a la voluntad de Dios, los alejan
de ellos, y los someten a la dirección de cualquier
director (puede ser otro chaval de su edad) de alguna casa
de la Obra, anulando con ello la propia autoridad paterna
que se deriva del cuarto mandamiento."
Este mismo padre, al que yo no conocía de nada, me
escribía, junto con su mujer, diciéndome:
Muy señora nuestra:
Hemos leído su libro "El Opus Dei. Anexo a una
historia", y su contenido nos ha servido de mucho,
porque ha venido a confirmar lo que pensamos sobre la formación,
o más bien deformación, que está recibiendo
nuestro hijo, menor de edad, y que ya es socio del Opus
Dei.
Tenemos sobradas razones para pensar que lo han mentalizado
de tal manera que, un chico cariñoso, sociable, normal
y centrado, está haciéndose una máquina,
un robot que no puede pensar por sí mismo, porque
sólo puede hacer aquello para lo que está
programado.
Nosotros fuimos supernumerarios, y porque creímos
que se trataba de una asociación buena, donde nuestro
hijo podría recibir una sólida formación
cristiana, procuramos que asistiera a retiros y convivencias
programados por dicha Obra, no escatimando esfuerzo para
ello y haciendo verdaderos sacrificios de toda índole.
Ha pasado el tiempo y ahora vemos con gran pena que no
ha sido así, que una cosa es lo que se predica y
otra, muy distinta, la que se vive y se enseña, porque
¿puede ser Obra de Dios una asociación donde
la caridad no se vive, la alegría es impuesta, se
miente con frecuencia, la tan proclamada libertad no existe,
y el cuarto mandamiento se suprime por las buenas?
Las primeras señales contradictorias que observamos
en él fueron a raíz de haber asistido al primer
curso interno de verano de dos meses de duración,
porque hasta entonces su comportamiento había sido
normal. Al terminar dicho curso nos dijo, entre otras cosas,
que fuéramos haciéndonos a la idea de que
ya no le veríamos en varios años. Al notar
este cambio tan brusco y verle adoptar una actitud tan rara,
hasta el punto de no querer saber nada de su familia, ni
de sus amigos, de que el que viniera algún día
por nuestra casa era algo dificilísimo, empezamos
a preguntar a personas del Opus Dei que ostentaban algún
cargo, y cuál no sería nuestra sorpresa y
nuestro disgusto al comprobar que entre ellos mismos se
contradecían y se desmentían, hemos tenido
que soportar verdades a medias, mentiras, y hasta "malos
tratos".
Podemos decirle que han mentalizado de tal manera a nuestro
hijo que las veces que viene a vernos (generalmente cuando
necesita algo) está en nuestra casa, pero no convive.
Lo notamos ausente, receloso, pensando siempre lo que ha
de responder. Sabemos que leen sus cartas y las nuestras,
chicos que están igualmente mentalizados.
Al leer nuestra carta podrá usted pensar que hay
en nosotros soberbia o egoísmo propios de unos padres
que ven cómo pierden a su hijo. Podemos asegurarle
que no es este nuestro caso. Somos un matrimonio cristiano,
practicante y siempre hemos procurado dar a nuestros hijos
una buena formación cristiana, enseñándoles
a amar a Dios y al prójimo, y siempre hubiera sido
para nosotros motivo (le alegría que Dios les concediera
vocación sacerdotal, aun sabiendo lo que ello lleva
consigo de sacrificio también para nosotros, lo hubiésemos
aceptado gustosos. Sabíamos que ello supondría
venir a vernos con menos frecuencia de lo normal, pero lo
hubiéramos comprendido perfectamente. Ahora bien,
lo que no podemos aceptar es que lo hayan enfrentado a sus
padres y a su familia, el que le hayan inculcado que la
casa de sus padres (un hogar cristiano) es un peligro para
su "vocación"; a lo que nosotros nos preguntamos
¿vocación a qué? En definitiva, lo
que no aceptamos es que esté manejado, porque esto
no puede ser del agrado de Dios.
Ahora nos preocupa qué pasará cuando se dé
cuenta, si es que algún día le dejan ver claro,
ya que ha tomado un camino sin verdadera libertad, pero
por otra parte, como gracias a Dios tenemos fe, a Él
le pedimos que cuando llegue ese momento las enseñanzas
que le inculcamos le hagan reaccionar cristianamente.
En cuanto a su libro admiramos su valentía al escribirlo,
pero más alabamos la rectitud de intención
que le ha guiado al querer dar a conocer tantos errores
como en el Opus se cometen para que en realidad llegue a
ser Opus Dei, porque al igual que usted creemos que podría
hacer mucho bien si se viviera lo que se predica. Pensamos
que si Dios ha permitido que su libro salga a la luz, es
porque va a hacer bien a muchas personas e incluso al propio
Opus Dei, ya que dentro de esta misma asociación
hay socios disconformes con sus métodos, y su libro
podría servir para iniciar una rectificación,
para la que nunca es tarde.
Esperamos y deseamos que su libro sirva para que muchos
padres, al estar enterados de lo que realmente ocurre en
el Opus Dei, no se dejen sorprender en su buena fe, como
nos ha ocurrido a nosotros.
Reciba por tanto nuestra felicitación y nuestro
agradecimiento, porque como le decíamos al principio,
su libro nos ha servido mucho.
(J. de C. M. y M. D. F. La Línea de la Concepción.)
Hablando en otra ocasión más ampliamente sobre
el tema, me seguía diciendo: "A mi hijo le dijeron
"que tenía vocación", se lo inculcaron,
lo mentalizaron, y cuando yo intenté conseguir de "sus
directores" que le dejaran tranquilo, al menos hasta
que terminara la carrera, hasta que tuviera 22 años
sólo, lo suficiente para que pudiera elegir libremente,
me contestaron que si yo era tan ingenuo como para creer que
a los 22 años se puede ya mentalizar a alguien."
Luego, cuando pasan los años, ya no es fácil
reaccionar. Y no lo es porque en el Opus Dei se acostumbra
uno a llamar virtudes humanas a despreciar, a ignorar a los
demás por el simple hecho de no pensar como los de
.la Obra; a decir una cosa por otra; a reducir toda la fe
y todo el amor a la sola persona del fundador; a utilizar
a tanta gente de buena voluntad negándole el derecho
a razonar so pretexto de docilidad obediente; a condicionar
toda acción consecuente a la voluntad de Dios con la
única voluntad de los que ejercen como directores...
En el Opus Dei está prohibido leer, dialogar, conocer...
basta con seguir consignas.
Por eso, por todo eso, hace falta tiempo, mucho tiempo...
y el tiempo se pasa largo...
Arriba
Anterior
- Siguiente
Ir a la página
principal
|