LA PRODIGIOSA AVENTURA EL
OPUS DEI.
GÉNESIS Y DESARROLLO DE LA SANTA MAFIA
Jesús Ynfante
CAPÍTULO II
5. Los Colegios Mayores y la Universidad de Navarra
Los "Colegios universitarios" nacieron en Europa
durante el siglo XII, aunque no adquirieron destacada importancia
social hasta los siglos XV y XVI. En ciertos casos el colegio
universitario ha sido el embrión de algunas universidades.
[En Francia, el cabildo de Notre-Dame fundó a fines
del siglo XII el Colegio Hotel-Dieu. En 1257, se estableció
el de la Sorbona, fundado por Roberto de Sorb6n. Casi al mismo
tiempo surgieron los de Toulouse, Montpellier y Orleans; el
de Bolonia en Italia; los de Oxford y Cambridge en Inglaterra.
En la redacción de esta nota histórica introductoria
sobre el origen y función de los Colegios Mayores,
he utilizado fundamentalmente el trabajo de Carlos Eguia:
colegios Mayores, aparecido en 1957 en Madrid, y editado por
Publicaciones Españolas. En la segunda parte, los Colegios
Mayores en el régimen de Franco, el articulo de D.
I. Mateo del Peral publicado en la revista Cuadernos para
el Diálogo, número monográfico dedicado
a la Universidad. Para un estudio que profundice sobre la
actual situación de los Colegios Mayores universitarios
en España, se debe consultar Teoría del Colegio
Mayor, obra basada en la larga experiencia del autor - Fernando
Suárez - como director de Colegios Mayores bajo el
régimen de Franco y que evoca a veces realizaciones
institucionistas como la Residencia de Estudiantes (Fernando
Suárez es director del Colegio Mayor Covarrubias y
procurador en Cortes). El artículo de D. I. Mateo del
Peral está inspirado en el libro de Fernando Suárez
y sus cifras provienen de las publicaciones de la Secretaría
General Técnica del Ministerio de Educación
y Ciencia ("Colegios Mayores en funcionamiento"
y "Datos y cifras de la enseñanza en España"),
y la ponencia "Enseñanza Universitaria" de
la Comisión de Enseñanza del Plan de Desarrollo
Económico en España.]
El origen de los Colegios Mayores universitarios, en cambio,
tuvo lugar algo más tarde: el cardenal Gil de Albornoz,
exilado de España a causa de las luchas intestinas
del reinado de Pedro I de Castilla, fundó en 1364 el
Colegio Español de Bolonia, cuyas constituciones se
copiaron e imitaron en Francia, en Inglaterra y España.
[Carlos Eguía: Colegios Mayores. Temas españoles,
n.º 319. Publicaciones Españolas. Madrid 1957,
p. 6.] El primero de los Colegios Mayores españoles,
el de San Bartolomé, fue fundado en 1401 en Cuenca
y llegó a formar seis cardenales, ochenta y cuatro
arzobispos y obispos, nueve virreyes, dieciocho embajadores
y doce capitanes generales. [Op. cfit., p. 11. El orden
en que aparecen estos personajes tuvo ciertamente importancia
jerárquica en su tiempo. El balance de colegiales ilustres
del Colegio Mayor del Arzobispo, el más importante
de Salamanca, lo que equivalía a decir de España,
arrojó en 1768 el saldo positivo siguiente: dieciocho
varones señalados en virtud y santidad; un cardenal;
un patriarca; diez arzobispos; cincuenta y un obispos; cinco
abades benditos; dos inquisidores generales; tres prelados
y ministros que asistieron al Concilio de Trento; cinco confesores
de santos, de papas, de reyes e infantes; tres comisarios
generales de la Santa Cruzada; un sumiller y capellán
mayor; cuatro auditores de la Rota; un gobernador del reino;
tres embajadores; cinco consejeros de Estado; cinco virreyes;
tres capitanes generales; siete gentileshombres de cámara;
siete presidentes del Consejo de Castilla; tres presidentes
del Consejo de Aragón; dos presidentes del Consejo
de Indias; tres presidentes del Consejo de Ordenes; cuatro
presidentes del Consejo de Hacienda; sesenta y cuatro consejeros
de Castilla; siete del Consejo de Guerra cinco del Consejo
de Portugal; catorce del Consejo de la Suprema General Inquisición;
dieciséis del Consejo de Indias; siete de Hacienda;
seis del Consejo de Italia; cinco del de la Cruzada; veintiún
alcaldes de Casa y Corte; cuatro presidentes de la Cancillería
de Valladolid; seis de la de Granada; diecinueve presidentes
de las Audiencias de Indias; de la Sumaria de Nápoles
y regentes de las Audiencias de España; veintinueve
inquisidores de los Tribunales de España e Indias;
ciento noventa canónigos y dignidades de la Iglesia
de España e Indias; veintiocho corregidores; veinte
próceres, hijos, nietos y hermanos de Grandes de España;
ochenta y nueve caballeros de las Ordenes Militares de Santiago,
Alcántara y Calatrava; treinta y cuatro escritores
y ciento ochenta catedráticos de universidad. (Op.
cit., p. 13.)]
La reina Isabel la Católica afirmó refiriéndose
a la labor de los Colegios Mayores: "Preparo los hombres,
los selecciono cuidadosamente y después me fío
bravamente de ellos."
El arzobispo Lorenzana, que "pasó" por uno
de estos Colegios Mayores, dijo al respecto:
"Bien se hicieron cargo los fundadores que cuando llamaron
con preferencia a los pobres fue no a los hijos de mendigos,
ni a los hijos de bajo nacimiento, ni a los de infectas castas,
ni ensuciados con oficios viles, sino a los pobres nobles
y honrados, pues cabe ser pobre un hijo tercero de un grande
de España, por no tener mayorazgo, ni renta correspondiente
a su calidad."
En los Colegios Mayores no se admitía ningún
estudiante procedente de raza judía, sarraceno o converso.
Los colegiales tenían que acreditar ser hijos de legítimo
matrimonio, descendientes de cristianos viejos y limpios,
que gozasen de buena fama y costumbres y que no hubiese sido
condenados ni penitenciados. Todo este riguroso proceso de
admisión se fue atemperando poco a poco hasta que dos
siglos más tarde, en tiempos de Carlos III, llegó
a ser sustituido por una información sumaria de cinco
testigos.
No es por azar que el auge de los Colegios Mayores corresponda
exactamente con lo que se denomina Siglo de Oro en España
- la expansión del imperialismo español en ultramar
y más allá de los Pirineos aumentó la
demanda de hombres capacitados que sólo los Colegios
Mayores g universidades podían satisfacer -. Y no es
tampoco azar, que en el declive imperialista de España
fracasara la reforma de los Colegios Mayores promulgada en
tiempos de Carlos III por la Real Cédula del 23 de
febrero de 1771. [El preámbulo de dicha Real Cédula
comenzaba de la siguiente forma: "Habiendo entendido
con sumo dolor la gran decadencia en que de más de
un siglo a esta parte se hallan las dichas Universidades y
Colegios, y en especial los seis Mayores, que son los de San
Bartolomé, de Cuenca; de San Salvador, de Oviedo y
del Arzobispo, de Salamanca; el de Santa Cruz, de Valladolid,
y el de San Ildefonso, dc Alcalá, y que los abusos
y desórdenes que ellos han producido contra sus Constituciones
se han comunicado a las demás Comunidades y cuerpos
literarios de estos mis Reinos, y en gran prejuicio de la
pública enseñanza y del Estado; deseando que
los expresados seis Colegios Mayores, que han dado a la Iglesia
y a esta Monarquía varones tan insignes en santidad
y doctrina, tanto crédito a mis Tribunales de Justicia
y honor a los principales empleos, así eclesiásticos
como seglares, de estos Reinos, en que me han servido y a
mis gloriosos progenitores con el mayor celo, desinterés
y prudencia, recobren y, si es posible, aumenten su antiguo
esplendor, he creído de mi real obligación que
por sujetos de mi confianza y de la mayor prudencia e integridad
se vean y examinen con el mayor cuidado y atención
posible, por tantas y tan saludables constituciones que los
ilustres fundadores dejaron, respectivamente, establecidas
para su gobierno, a fin que, renovándolas en cuanto
fuese necesario, acomodándose a los presentes tiempos,
se forme, con arreglo a ellas, el conveniente plan."]
Una fuerza ignorada en los análisis históricos
del Siglo de Oro y que determinó profundamente los
Colegios Mayores y universidades españolas fue la Compañía
de Jesús. Los jesuitas, con su estructura interna completamente
militarizada, alcanzaron muy pronto tal influencia en la formación
de las élites que puede asegurarse que toda la enseñanza
superior estaba influida por ellos en España. En 1556,
los jesuitas, a la muerte de su fundador, poseían varios
colegios propios, ejercían una influencia decisiva
en los de España, contando la Compañía
con un millar de miembros perfectamente disciplinados. El
balance exacto en 1556 era de 36 colegios con más de
5,700 alumnos distribuidos por Europa (París, Gandía,
Messina, Viena, Ingolstadt, Colonia, Nápoles, Lisboa,
Venecia, etc.), más doce colegios en las universidades
católicas especializados en la formación del
profesorado. Lo que representaron en el siglo XI los monjes
de Cluny, lo que fueron dos siglos más tarde las Ordenes
mendicantes, vinieron a ser los jesuitas durante la Contrarreforma.
Pero en el siglo XVIII, la Iglesia católica lograba
ya a duras penas imponer su ideología y su poder estrechamente
ligado al feudalismo dejaba de ser hegemónico. En España,
como años antes en Europa, nuevas fuerzas sociales
habían comenzado a despertarse.
La supresión de los Colegios Mayores universitarios,
ocurrida en el reinado de Carlos IV, poco tiempo después
de la supresión de la Compañía de Jesús,
tuvo como causa inmediata las rencillas entre diversos cuerpos
sociales del antiguo régimen. La burguesía,
fuerza social ascendente, intentó en España,
aunque en un grado menos virulento que en Europa, reformar
los Colegios Mayores, revitalizarlos y arrancar de ellos el
control de la Iglesia. Disuelta la Compañía
de Jesús y fracasada la reforma de Carlos III, los
Colegios Mayores fueron suprimidos por su sucesor: en España
la burguesía nunca pudo escapar al poder feudalizante
de la Iglesia.
Un catedrático de la Universidad de Salamanca, Francisco
Pérez Bayer, que escribió un memorial a Carlos
III titulado "Por la libertad de la literatura española"
y un "Diario histórico de la reforma de los Colegios",
al examinar la situación de la enseñanza pública
en España, señaló la influencia de la
Compañía de Jesús en los Colegios Mayores
y el hecho evidente de que el aparato burocrático del
Estado español estaba en manos de hombres educados
en los Colegios Mayores. La relación de dominio en
España de los jesuitas con respecto a los Colegios
Mayores aparece claramente en este párrafo del "Diario
histórico"... del catedrático salmantino:
e Desde que se extrañaron de España a los Regulares
de la Compañía, esto es, desde los primeros
días de abril de 1767, hubo algunos que hicieron juicio
de que los Colegios Mayores no tardarían mucho en caer
o en mudar de semblante; veían el alto grado en que
estaban y que no podía durar ni mantenerse sin apoyo,
y como el principal que tenían era la Compañía,
de la desgracia de ésta inferían como muy cercana
la de aquellos. Sé de seguro que mucho antes del extrañamiento
de los Jesuitas, y cuando estaban aún en su auge, por
noviembre de 1763, alguien dijo en El Escorial, hablando de
los abusos y el formidable poder de los Colegios y Colegiales,
que jamás se reformarían si antes no se reformaba
la Compañía."
El vacío que dejaron los Colegios Mayores tras su
disolución, en 1798, fue incluso apercibido por el
Borbón de turno, Carlos IV, que después de haberlos
suprimido se quejó de que Castilla ya no proporcionaba
hombres para las Audiencias, para los virreinatos, para cargos
administrativos y de la milicia.
Desde su nacimiento en la Edad Media, los Colegios Mayores,
así como las Universidades, con un filtraje selectivo
y un saber jerarquizado, se han limitado a ser simples escuelas
de formación de cuadros burocráticos y en toda
la historia de España organizaciones de la Iglesia,
como antaño la Compañía de Jesús
y hoy el Opus Dei, han utilizado para sus fines estas escuelas
de formación de cuadros. [En este ligero análisis
no puede marginarse la presencia de la Institución
Libre de Enseñanza. La Institución Libre de
Enseñanza, organismo mantenido por una fracci6n de
la burguesía laica y liberalizante, influyó
durante largos años en la enseñanza media y
superior de España y consiguió dirigir abiertamente
toda la política educacional durante la segunda República
española. Tras la victoria de la "cruzada"
de Franco se ha intentado borrar toda huella ideológica
de las organizaciones políticas de la clase obrera
y de esta burguesía liberalizante.]
Intentando volver a la tradición de los Colegios Mayores
de Isabel la Católica y el Siglo de Oro, el régimen
de Franco publicó en el Boletín oficial del
Estado, del 1 de octubre de 1942, un decreto por el que se
organizaban nuevamente los Colegios Mayores universitarios.
[Extracto de algunos artículos del decreto del 21 de
septiembre de 1942 (Boletín Oficial del Estado del
1 de octubre de 1942). Art. 1: Los Colegios Mayores son los
órganos para el ejercicio de la labor educativa y formativa
que incumbe a la Universidad. Art. 4: Los Colegios Mayores
podrán instituirse en las Universidades por disposición
del Ministerio de Educación Nacional, bien mediante
iniciativa de aquéllas, bien por la de Falange Española
Tradicionalista y de las JONS, Corporaciones públicas
o privadas o de particulares. Art. 5 (modificado por decreto
del 11 de noviembre de 1943): Todos los escolares universitarios
deberán pertenecer, como residentes o adscritos a un
Colegio Mayor, y por medio de él se cumplirán
las funciones educativas que, con carácter obligatorio,
deberán realizarse paralelamente a los estudios facultativos
Cuando se hayan creado los Colegios Mayores en número
suficiente, será obligatoria la residencia de los escolares
en algunos de ellos. Art. 6: Todo escolar que haya de acudir
por vez primera a una Universidad, solicitará del rector
su incorporación al Colegio Mayor que elija. El ingreso
en el mismo se hará de acuerdo con las normas que fijen
sus Estatutos. La obtención de este ingreso será
condición indispensable para ser inscrito en la Facultad.
Art. 7: Los Colegios Mayores se inspirarán, para realizar
su función educadora, en los principios de la moral
católica, y procurarán arraigar sólidamente
en los colegiales el espíritu de disciplina, austeridad,
amor al trabajo, culto del servicio y amor de España,
consustanciales con los postulados del Movimiento Nacional.
El artículo 27 de la Ley de Ordenación Universitaria
del 29 de julio de 1943 determinaba asimismo que: "Los
Colegios Mayores son los órganos para el ejercicio
de la labor educadora y formativa general que incumbe a la
Universidad. Todos los escolares universitarios deberán
pertenecer, como residentes o adscritos, a un Colegio Mayor,
y a través de él se cumplirán las funciones
educativas que, con carácter obligatorio, deberán
realizarse paralelamente a los estudios facultativos."
El decreto orgánico de los Colegios Mayores del 26
de octubre de 1956 y la Ley de Protección a los Colegios
Mayores del 11 de mayo de 1959 fueron añadidos a esta
primera legislación sobre los Colegios Mayores universitarios
en el régimen de Franco.] Se esperaba con ellos que
ayudasen a la nueva época de esplendor que se avecinaba
bajo el caudillaje de Francisco Franco. Martín Sánchez-Juliá,
jefe de fila de la Asociación Católica Nacional
de Propagandistas, dijo refiriéndose al Colegio Mayor
San Pablo que:
"el fin del Colegio es formar una minoría selecta
de hombres con capacidad de dirección mientras sean
estudiantes, y en acción fecundísima después,
cuando sean hombres maduros y dirigentes de la sociedad en
que viven. Pero - y esto es muy característico nuestro
- una minoría que tenga profundo y agudo sentido de
la justicia y del bien común en su vocación
para las distintas funciones de la vida pública. No
queremos sólo formar intelectuales fríos y herméticos,
egocéntricos, ancestrales, encerrados en su torre de
marfil y despreocupados del bien del pueblo que los ha elegido
y rodea".
La Residencia Moncloa, transformada más tarde en Colegio
Mayor de La Moncloa, fue la base de reclutamiento del Opus
Dei entre la juventud universitaria madrileña de la
postguerra. Allí han sido formados parte de los jóvenes
cuadros de la Obra de Dios. Pueden señalarse, por ejemplo,
entre los que ocupan puestos de responsabilidad en la prensa
del Opus Dei y que han pasado por La Moncloa a José
Julio Perlado, José Luis Cebrián, Javier Ayesta,
José Antonio Somoza, José Miguel Ibáñez
Langlois; Juan J. Gil Cremades, Jorge Collar, Manuel Fernández
Areal, Francisco Bermeosolo, Francisco José de Saralegui,
Ignacio Camuñas, etc. Otros, en cambio, como Jesús
Hermida, Andrés J. Martínez Lorca, F. Briones,
J. L. Tafur, Luis Ángel de la Viuda o Jesús
M. G. de Dueñas se apartarían pronto del camino
que habían iniciado en la Obra de Dios.
M. Ortuño señala que, finalizando los años
cuarenta, comienzan a presentarse problemas, al llegar a un
punto crítico las relaciones con otros núcleos
de estudiantes universitarios. El declive político
a pasos agigantados de los militantes falangistas decepcionados
en su fascismo, paralelamente a la puesta en flote del régimen
franquista en los medios internacionales, fue el origen de
algunas fricciones entre falangistas y opusdeistas en los
medios universitarios madrileños: la disputa llegó
a concretarse en ataques mutuos de grupos del Colegio César
Carlos del SEU y los de la Residencia La Moncloa.
Pero fue, sobre todo, la aparición pública
de socios del Opus Dei en las cátedras universitarias
lo que iba a aumentar la tensión en el clima político.
Artigues cuenta que los internos del Colegio Mayor César
Carlos, todos al final de sus estudios y candidatos a oposiciones,
quisieron reaccionar contra la parcialidad de ciertos jurados
en favor de los protegidos del Opus Dei. Fueron compuestas
unas coplas, las "letrillas del Padre Escrivá"
que tuvieron gran éxito en los medios universitarios.
En represalia, los simpatizantes de la Obra de Dios rompieron
algunos muebles en el Colegio Mayor César Carlos"
Hacia 1956, primera fecha de ruptura de la generación
de universitarios nacidos en el seno de la burguesía
y educados por el sistema, existía ya medio centenar
de Colegios Mayores universitarios agrupando más de
tres mil estudiantes en España. A partir de entonces,
el número de nuevos Colegios Mayores ha aumentado considerablemente
cada año, coincidiendo con el despegue del capitalismo
español que iniciaba entonces su rápido desarrollo.
Las ondas, de la agitación universitaria que estalló
en 1956 alcanzaron el Colegio Mayor La Moncloa donde, con
la debida autorización por parte de la dirección
que pensaba dar cabida con ello a las inquietudes de sus pupilos,
se fundó en abril del mismo año una revista
que empezó a imprimirse en Madrid, en Rivadeneyra,
para pasar en 1958 a Valladolid, a los talleres gráficos
de Andrés Martín, SA, ya entonces pertenecientes
al Opus Dei. Un año más tarde, la revista "Moncloa"
sería distribuida por DELSA, que había sido
montada por el Opus Dei para la distribución de sus
propias publicaciones. Al cabo de treinta y ocho números
publicados, "Moncloa" fue suspendida "por falta
de periodicidad regular" en junio de 1963. La desidia
de los residentes fue, al parecer, la causa de su desaparición;
siendo incapaces los socios militantes del Opus Dei de su
normal sostenimiento.
El primer número de "Moncloa" ya denotaba
el espíritu de sus animadores. En la primera página
en recuadro y con foto podía leerse lo siguiente: "Tiempo
de exámenes: sangre, sudor y lágrimas para quien
no dio ni golpe; sangre y sudor para el empollón descomedido;
sudor por lo menos para ese resto feliz en el que "Moncloa"
quiere verte incluido." Este espíritu mediocre
y comedido que preconizaba la revista no fue obstáculo
para que el Colegio Mayor La Moncloa fuera el mejor centro
de reclutamiento con que contó una organización
fascista denominada "Joven Europa". Según
Jorge Cerezo Roll, Joven Europa era un movimiento neofascista,
con ciertas vinculaciones con la OAS francesa y los neofascistas
italianos, siendo dirigida desde Bélgica por antiguos
colonos del Congo y por militantes nazis. Su emblema era el
mismo que utiliza el grupo fascista "Occident" en
Francia. En su versión española estaba dirigida
por Antonio Méndez, José Briz y el teniente
Cortina, en Madrid; en Vizcaya su jefe era un tal Talón.
A pesar de que tenían su sede en el propio edificio
de la Delegación Nacional de Sindicatos, concretamente
en el Centro de Estudios Sindicales [...] sus actos y reuniones
fueron sistemáticamente prohibidos por la policía.
Las circunstancias internacionales les resultaron adversas,
sobre todo la francesa en la cual tenían puestas todas
sus esperanzas. Intentaron actuar y en cierta manera participaron
en los sucesos universitarios acaecidos en el año 1962,
llegando a ser detenidos varios de sus miembros. Al ser rechazados
en las reuniones de estudiantes, su jefe, Antonio Méndez,
amenazó con dar nombres a la policía. Disensiones
internas acabaron con tal movimiento. [Del trabajo de Jorge
Cerezo Roll: "Veinticinco años de lucha universitaria",
citado por Antonio Peña en "Veinticinco años
de luchas estudiantiles". Horizonte español 1966,
tomo II, p. 191.]
El fuerte núcleo de militantes de Joven Europa en
el Colegio Mayor La Moncloa estaba formado por José
Méndez, Julio Briz, Alcocer, F. Laborda, J.I. Ruiz
de Francisco, y otros. Los dos primeros eran respectivamente
hermanos de los jefes supremos y el último, José
I. Ruiz de Francisco, estaba encargado de las relaciones de
Joven Europa con las organizaciones hermanas de extrema derecha
en Latinoamérica.
Tras la desaparición de Joven Europa, apareció
poco después la Acción Social Democrática
Universitaria (ASDU), sección universitaria de la ASD,
cuya base de acción en el ámbito universitario
también se encontraba en el Colegio Mayor La Moncloa.
Según Jorge Cerezo Roll, este grupo fue formado por
un antiguo falangista, Gabriel Aguilar, que por despecho al
no haber podido conseguir la jefatura de las Falanges Universitarias
a que aspiraba, se había convertido en un exacerbado
antifalangista. La ASDU desapareció pronto del panorama
político, no en cambio la ASD que fue luego potenciada
por el Centro Social Democrático de Florentino Pérez-Embid
y Rafael Calvo Serer, coincidiendo con la entrada de éste
último como presidente del consejo de administración
del diario "Madrid", en 1965.
En 1960, año del reconocimiento vaticano de la Universidad
de Navarra, el Opus Dei contaba con 7 Colegios Mayores en
gestión directa y controlaba indirectamente algunos
otros como, por ejemplo, en Madrid la Residencia del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. La fundación
de los Colegios, Mayores pertenecientes al Opus Dei se ha
presentado, según el período, como promoción
directa de la Obra de Dios de algunos de sus organismos de
cobertura.
En los Colegios Mayores de La Moncloa (Madrid) y La Estila
(Santiago de Compostela) que fueron puestos en marcha durante
el período de infiltración de la Obra de Dios
(1940-1952), es decir, de su "crecimiento para adentro",
la Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz -el Opus Dei- figura
abiertamente en los registros como organismo fundador de ellos.
Posteriormente, a medida que su poderío iba creciendo,
el Opus Dei comenzó a utilizar sociedades anónimas
de tapadera en todas sus actividades y también, en
la fundación de los Colegios.
A fines de 1966, de acuerdo con las cifras que ofrece D.I.
Mateo del Peral, existían en España 139 Colegios
Mayores universitarios, excediendo de 14 000 el número
de alumnos residentes. De los 139 Colegios Mayores citados,
87 alojan estudiantes varones, 50 son para universitarias
y 2, uno en Madrid y otro en Valladolid, se acogen a un régimen
mixto. La Universidad de Navarra ocupaba, por su parte, el
primer puesto de solicitudes de fundación de nuevos
Colegios Mayores.
De estos 139 Colegios Mayores actualmente en régimen
de funcionamiento, pertenecen a entidades religiosas el 47%;
a las propias universidades, el 19%; al Movimiento Nacional,
es decir a la Falange, el 18 %; a organizaciones particulares,
el 11%; y a otras entidades, el 5%. Si sabemos que en el apartado
"organizaciones particulares" hay numerosos Colegios
Mayores que pertenecen al Opus Dei de una forma encubierta,
el porcentaje de Colegios dirigidos por el clero aumenta sensiblemente.
Tomando en consideración esta dependencia, D.I. Mateo
del Peral llega a elevar al 62% el porcentaje de Colegios
Mayores "que sólo en el distrito universitario
de Madrid" pertenecen a organizaciones vinculadas a la
Iglesia.
Para Mateo del Peral, "la proliferación de Colegios
Mayores viene siendo un fenómeno creciente sobre todo
desde la promulgación de la Ley del 11 de mayo de 1959
de Protección a los Colegios Mayores, que daba la alarma
sobre la urgencia de fomentar la creación de nuevos
centros colegiales, para atender debidamente el incremento
de la población estudiantil. Tal vez esta prisa de
la Ley y la libertad fundadora aludida han jugado un papel
no siempre favorable a la misión y dignidad de los
Colegios Mayores".
Las causas de esa libertad fundadora y esa prisa de la Ley
- como apunta Mateo del Peral aviesamente - tienen su explicación
si sabemos que desde 1957 había socios del Opus Dei
por todo el aparato gubernamental y a la cabeza de algunos
ministerios y que desde entonces toda la actividad legisladora
ha sido dictaminada o influenciada por ellos. Veamos qué
Colegios Mayores y a quiénes el Estado español
favorece con sus subvenciones.
El sistema de subvenciones oficiales del Estado, según
D.I. Mateo del Peral,
"No ha logrado otra cosa que discriminar aun más
los Colegios Mayores. Hoy se puede hablar de Colegios Mayores
ricos y pobres, con mayores o menores posibilidades económicas
y frecuentemente los Colegios Mayores más caros reciben
más alta subvención anual por plaza colegial.
Ahí están para demostrarlo los testimonios de
los Colegios Mayores La Moncloa, con una cuota mensual de
4.500 pesetas y 8.514 pesetas de subvención anual por
plaza; el San Pablo con 5.372 y 7.082 pesetas, y el Poveda
con 4.000 y 5.990 pesetas, cuando los centros de la Universidad
obtienen una ayuda nunca superior a las 3.000 pesetas anuales
por plaza. Según la última distribución
de subvenciones, en virtud de orden ministerial del 27 de
octubre de 1966, "en el distrito de Madrid, los Colegios
que más alto porcentaje reciben por plaza, en cantidad
absoluta, son los fundados por el Opus Dei, que alcanzan una
media de 7.648 pesetas anuales", seguidos de los Colegios
de entidades privadas (que incluyen la fuerte inyección
del San Pablo), con una media de 4.394 pesetas; los de religiosos
en general (contados los del Opus Dei también), con
3.839 pesetas; los de fundación directa universitaria,
con 2.562 pesetas y los del Movimiento Nacional, con 2.439
pesetas. [La decadencia política de la Falange ha
causado en los Colegios Mayores de la cuerda falangista una
penuria de medios económicos que es consecuencia directa
de la escasez de las subvenciones estatales; sobre todo, si
se las compara con las que recibe el Opus Dei y otras organizaciones
vinculadas a la Iglesia como la ACNP (Colegio Mayor San Pablo)
o la Institución Teresiana (Colegio Mayor Padre Poveda).]
El caso de los Colegios Mayores del Opus Dei se significa
aun más en el Distrito de Zaragoza donde se agrupan
los centros correspondientes de la Universidad de Navarra,
cuyos Colegios Mayores reciben para 529 plazas una ayuda estatal
absoluta de 4586984 pesetas, que arroja una media anual por
plaza de 8 672 pesetas. Hay entre ellos dos Colegios que reciben
cantidades superiores al millón de pesetas (uno se
acerca notablemente a los dos millones)" [Diego I.
Mateo del Peral]
Pese a todo, resulta ridículo acusar al Opus Dei de
corrupción y abuso de poder en un régimen como
el de Franco. Más interesante resulta en cambio constatar
el hecho de que el Opus Dei continúa aumentando su
influencia en la enseñanza superior como lo hizo la
Compañía de Jesús hace cuatro siglos
en España y que los Colegios Mayores son actualmente
verdaderas incubadoras de polluelos universitarios donde se
crían los futuros cuadros dirigentes de una sociedad
clasista y burocrática.
Un medio de formación que los socios del Opus Dei
practican en los Colegios Mayores y que reconocen como muy
característico de "su espíritu", es
la tertulia. El boletín n.º 2 de la Asociación
de amigos de la Universidad de Navarra afirmaba textualmente
lo que sigue:
"Un elemento imprescindible de la vida académica
de la Universidad de Navarra: la tertulia, que, en los afanes
diarios del estudiante de Pamplona, ocupa un primerísimo
lugar en la vida colegial y que no es ni más ni menos
que lo que dice el diccionario: "Una reunión de
personas para hablar de un tema concreto o para conversar
amigablemente."
"Cuando se palpa a diario la fuente de conocimiento
mutuo que suponen para los universitarios pamploneses las
tertulias de Goimendi y Goroabe, de Aralar y Belagua, del
Convictorio Sacerdotal del Colegio Mayor del Sagrado Corazón,
cabe pensar que al clima de libertad y de diálogo mutuo,
que hoy se observa en el universitario español [sic],
debe haber contribuido en mucho esta institución humana
de la tertulia, que ya en los años anteriores a la
guerra de 1936-1939, el hoy Gran Canciller de la Universidad
de Navarra, había introducido en su labor apostólica
con los estudiantes de Madrid: tertulias para hablar y opinar,
para aprender y escuchar, para atender a los juicios y a las
informaciones de los demás, para ilustrar la propia
personalidad con el contraste de las opiniones de todos."
Aparte del trabajo académico, los estudiantes de la
Universidad de Navarra disponen, teóricamente, de un
jefe de estudios (tutorial system), siguiendo en ello a las
universidades inglesas de Oxford y Cambridge. La vida en residencias
y Colegios Mayores completa la cerrada formación que
reciben los estudiantes.
En los Colegios Mayores dirigidos por el Opus Dei, el tiempo
se reparte entre la vida comunitaria (misas, tertulias, retiros,
conferencias, etc.) y el estudio personal. Los Colegios Mayores
son utilizados por el Opus Dei como base eficaz de reclutamiento.
En 1959, por ejemplo, de los 29 estudiantes a quienes se les
impuso la beca en el Colegio Mayor La Moncloa, diez pasaron
a ser luego militantes de la Obra de Dios (3 numerarios y
7 supernumerarios); dejando siete poco a poco de tener contacto
con ella (dos totalmente). En la docena restante hubo algunos
"refractarios" pero la mayoría de ellos ve
todavía la Obra de Dios con franca simpatía.
Paralelo al crecimiento de los centros de la Universidad
de Navarra, crecimiento que fue dirigido por Escrivá
desde Roma, algunos Colegios Mayores universitarios se fueron
formando desde 1952 en torno a ella. Aquí el democrático
proceso de formación histórica de los Colegios
Mayores se invertía a causa del totalitarismo que se
nota en todas sus actividades el aparato burocrático
de la Obra de Dios.
La característica más acusada de los Colegios
Mayores del Opus Dei desde su puesta en marcha ha sido siempre
la dimensión extrauniversitaria, imperialista, en concordancia
perfecta con "el espíritu de la Obra". Así
los Colegios Mayores de la Obra de Dios no se limitan a la
formación de universitarios sino que son, sobre todo,
bases de reclutamiento y plataformas de apostolado. En el
Colegio Mayor Aralar de Pamplona, por ejemplo, funcionó
pronto una organización, la Unión Cultural de
Estudiantes Africanos o UCEA, donde fueron enrolados todos
"los hermanos de color" que estaban becados en Pamplona.
Los tentáculos del Colegio Mayor Aralar están
hoy extendidos en las regiones limítrofes a Pamplona:
el Club Clera de Logroño, un club en Vitoria (Alava)
y el Club Aláiz de Pamplona son bases de reclutamiento
del Opus Dei que han sido montadas y dependen del Colegio
Mayor Aralar de la Universidad de Navarra.
La Universidad de Navarra se ha convertido en un inmenso
semillero de apóstoles del Opus Dei y la mayor base
de reclutamiento que posee la Obra de Dios en el mundo. La
Universidad de Navarra fue una aventura que comenzó
hace pocos años en Pamplona.
"En 1952, una olvidada mañana, Ismael Sánchez
Bella llegó a Pamplona con una idea atrevida. Pretendía
edificar de la nada una universidad. ¿Medios? El sueldo
de dos meses como catedrático de la Laguna, experiencias
frescas de Argentina y un optimismo inmarcesible." [Diario
de Navarra, 29 de noviembre de 1964. También en Carlos
Escartín: Art. cit. (Véase capítulo 1,
p. 7.)]
Así cuentan dentro del Opus Dei que nació en
octubre de mil novecientos cincuenta y dos, con un puñado
de alumnos de Derecho, en una vieja sala desafectada cedida
por la Diputación Foral, el Estudio General de Navarra
que diez años más tarde se convertiría
en Universidad de Navarra.
Preguntado recientemente Escrivá sobre la génesis
de la Universidad de Navarra, respondió que "su
gestación había sido lenta [...] Primero pidió
muchas oraciones y mientras tanto hubo que ir preparando el
profesorado. Esto requiere mucho tiempo y no puede improvisarse".[Recepción
de Escrivá a la prensa de Pamplona, Diario de Navarra,
2 de diciembre de 1964.] El profesorado fue ciertamente el
caballo de batalla utilizado por el Opus Dei para lograr que
el Estudio General de Navarra fuera reconocido oficialmente
por el Estado español como universidad de la Iglesia.
En el capítulo de las subvenciones, la Universidad
de Navarra se alimenta con el 69,2 % del presupuesto de investigación
para centros universitarios del Ministerio de Educación,
como fue reconocido públicamente en las Cortes en marzo
de 1968. [Con anterioridad al escándalo de las Cortes,
por las desorbitadas asignaciones del presupuesto de Educación
a la Universidad de Navarra, ocurrido en marzo de 1968 y que
asombró algunos sectores de bien pensantes españoles,
el Opus Dei ya contaba con ayudas sustanciosas para sus centros
de investigación. Tal fue el decreto de la presidencia
del gobierno, del 16 de octubre de 1964, por el que se creaba
un Fondo Nacional para el desarrollo de la Investigación
científica, dotado con cien millones de pesetas y con
cargo a la partida " inversiones que el gobierno apruebe
durante el período del Plan de desarrollo". El
fondo fue establecido según el propio decreto, "con
fin de disponer de recursos excepcionales destinados a impulsar
y estimular acciones combinadas y urgentes de investigación
científica que no puedan ser atendidas con los medios
regulares de financiamiento de los centros de investigación".
Los términos deliberadamente vagos y confusos de este
singular decreto, en virtud del cual el entonces subsecretario
de la presidencia, Carrero Blanco, y sin contar con el ministro
de Educación, se reservaba la libre disposición
de una suma de cien millones de pesetas, permitía al
equipo director del Plan de desarrollo, directamente o a través
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
poder proporcionar una ayuda directa a los "centros de
investigación" dependientes del Opus Dei.] Ante
tal evidencia, el Opus Dei ha cambiado sus primeras afirmaciones
sobre la total independencia financiera de la Universidad
de Navarra para recalcar la orientación social o el
tercermundismo, historias con las que pretende vanamente disimular
las escandalosas subvenciones que recibe cada año del
Estado.
John F. Coverdale, polemista y portavoz oficioso del Opus
Dei, afirmó rotundamente en la revista "Nuestro
Tiempo" "que [la Universidad de Navarra] a diferencia
de otras instituciones docentes españolas [...], no
está ni ha estado nunca subvencionada por el Estado".
["Nuestro Tiempo" n° 117, 1964]
Juan Antonio Paniagua, secretario general de la Universidad
de Navarra, reconocería en 1966 que "la Universidad
no recibe ninguna subvención del Estado español,
salvo la Facultad de Derecho canónico", y que
"las tasas de ingreso, el trabajo científico en
colaboración con entidades públicas o privadas
y la asistencia médica constituyen otras fuentes de
ingreso. Pero el gran instrumento es la Asociación
de amigos que promueve en todas partes donativos, becas y
legados". Las diputaciones y ayuntamientos de Navarra,
Barcelona (a causa del IESE) y Guipúzcoa (Escuela de
Ingenieros Industriales) también subvencionan, según
Paniagua, a la Universidad de Navarra.
Escrivá, gran canciller, niega también en una
entrevista de 1967: "Preguntáis sobre subvenciones
del Estado. El Estado español no ayuda a atender los
gastos de sostenimiento de la Universidad de Navarra",
aunque luego reconoce, a continuación, refiriéndose
a otra nueva fuente de ingresos, la Comisaría de Protección
Escolar, que "[el Estado español] ha concedido
algunas subvenciones para la creación de nuevos puestos
escolares, que alivian el gran esfuerzo económico requerido
por las nuevas instalaciones" ["Conversaciones
con Mons. Escrivá"]
Según Escrivá, "[...] la Universidad se
financia con subvenciones. En primer lugar, la de la Diputación
foral, para gastos de sostenimiento. También hay que
mencionar la cesión de terrenos por parte del ayuntamiento
de Pamplona, para poder construir los edificios [...] Otra
fuente de ingresos, en concreto para la Escuela técnica
superior de ingenieros industriales, es la Caja de ahorros
municipal de San Sebastián, que hace algunas aportaciones.
Especial importancia han tenido desde los comienzos de la
Universidad la ayuda prestada por fundaciones españolas
o extranjeras, estatales y privadas: así, un importante
donativo oficial de los Estados Unidos, para dotar de instrumental
científico a la Escuela de ingenieros industriales;
la contribución de la obra asistencial alemana Misereor
al plan de los nuevos edificios; la de la Fundación
Huarte, para la investigación sobre el cáncer;
las de la Fundación Gulbekian, etc. Luego, la ayuda
que, si cabe, más se agradece: la de miles de personas
de todas las clases sociales, muchas de ellas de escasos recursos
económicos, que en España y fuera de España
están colaborando, en la medida de sus posibilidades,
a sostener la Universidad. Finalmente, no hay que olvidar
a esas empresas que se interesan y cooperan en las tareas
de investigación de la Universidad, o la ayuda de cualquier
modo".
["Conversaciones"]
Una cláusula del concordato entre el Vaticano y el
gobierno español había dejado la puerta abierta
para que la Iglesia creara sus propias universidades que debían
ser reconocidas por el Estado si cumplían ciertas condiciones.
[Calvo Serer ya había escrito en 1953 que "el
problema de la Universidad católica libre no es de
legislación, sino de realización". (Arbor,
julio-agosto de 1953.)] Como señaló el corresponsal
del semanario católico inglés "The Tablet:
"El reconocimiento pleno que equipara a "la Universidad
Libre" con las universidades estatales se realiza según
un acuerdo parecido al que rige en Italia entre el Estado
y la Universidad católica de Milán. Se exigen,
sin embargo, unas condiciones severas; la más exigente
es que un setenta y cinco por ciento de los profesores tienen
que haber obtenido antes una cátedra en una universidad
estatal [...] Se prevén también otros grados
más limitados de reconocimiento para las universidades
de la Iglesia que no pueden cumplir con este requisito principal
de un setenta y cinco por ciento de catedráticos numerarios.
Es digno de notar que la primera universidad que haya obtenido
el reconocimiento sea una que ha sido fundada recientemente:
es todavía más digno de mención que esta
universidad cumpla los requisitos exigidos para el reconocimiento
pleno. De hecho es con mucha diferencia la más desarrollada
de las distintas instituciones universitarias eclesiásticas,
y - más importante aún - es la única
erigida por la Santa Sede para tener facultades no eclesiásticas.
Para ser una universidad fundada hace sólo diez años
y que se ha desarrollado sin ningún tipo de ayuda estatal,
la Universidad de Navarra ha hecho notables progresos."
["The Tablet, Londres, 22 de junio de 1963]
El asalto de las cátedras universitarias ya realizado
por socios del Opus Dei había servido para abastecer
las facultades que funcionaban en Pamplona (Derecho, Filosofía
y Letras, en su rama de Historia, y Medicina, fundamentalmente)
con el 75 % de catedráticos numerarios exigido por
la legislación para el pleno reconocimiento. A continuación,
pueden verse los lentos progresos del Estudio General de Navarra
desde su fundación hasta su reconocimiento en 1962.
El rápido crecimiento que han conocido los centros
dependientes de la Universidad de Navarra ha sido posterior
al reconocimiento de sus títulos por el Estado: 1952:
cursos de Derecho; 1953: cursos de medicina y enfermeros.
Primera residencia masculina; 1954: primera residencia femenina;
1955: cursos de Filosofía y Letras (rama Historia);
1956: fallece Ángel López-Amo, decano de los
cursos de Derecho; 1957: primera promoción de licenciados
en Derecho (en la Universidad de Zaragoza); 1958: curso selectivo
de ciencias e ingenieros, IESE, Instituto de periodismo, dos
nuevas residencias; 1959: Instituto de Derecho canónico
(que pasa a depender de la Universidad lateranense de Roma),
dos nuevas residencias (para sacerdotes y extranjeros, respectivamente);
1960: el Estudio general de Navarra pasa a ser Universidad
de la Iglesia por decreto de la Congregación de seminarios
y universidades; 1961: negociaciones entre el Vaticano y el
Estado español para reconocer efectos civiles a los
títulos del Estudio general de Navarra; 1962: se reconoce
finalmente en el Boletín Oficial del Estado la validez
oficial de los títulos expedidos por la Universidad
de Navarra.
Aranguren señala, por ello, "la paradoja de que
lo que va a aparecer como primera Universidad católica
no sea una fundación de la Iglesia en cuanto tal, tampoco
de las grandes órdenes religiosas tradicionalmente
dedicadas a la enseñanza, y siquiera de las agrupaciones
seglares poseedoras de un historial en este orden - Acción
católica, Propagandistas católicos - sino por
un Instituto secular aprobado, como quien dice, ayer mismo.
Fortuna audaces juvat" [J.L. Aranguren: "El futuro
de la Universidad". Cuadernos Taurus, Madrid, 1962. También
en Cuadernos, París, julio de 1962.]
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