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CORRESPONDENCIA
Viernes, 19 de Mayo de 2017
Con Ojos Nuevos: Confesión General y el caso Javier.- Stoner
Stoner, 19 de mayo de 2017
Este escrito viene un largo. Así que hago un resumen para que sepan de qué va la cuestión y decidan si siguen leyendo o van a hacer alguna otra actividad más placentera. En esta comunicación planteo una hipótesis sobre el sentido de la confesión general que se exigía a los miembros del Opus Dei antes de las incorporaciones. También contaré una anécdota sobre los informes de conciencia: el caso de Javier, como si estuviéramos en una collatio o en una escuela de negocios de esas que son pero no son. Realizo una digresión con el tema de los espías, para finalmente concluir agradeciendo que (en principio) se haya eliminado la práctica existente de archivar los pecados de los miembros de la Obra en un registro protocolizado, físico o informático. Durante el recorrido iré repasando textos de san Josemaría.
Artículo completo
Tú a lo mejor me quitabas el hipo…- Shukem
Hola a todos:
Hace unos meses que leo esta web con auténtica fruición, pero por un motivo o por otro, nunca me había decidido a escribir. Hoy, sin embargo, tras leer el último escrito de Stoner sobre los numerarios que no miran a las mujeres a los ojos, me he animado a hacerlo.
Stoner, te hablo como mujer y como exnumeraria que lo fue durante diez años. Precisamente por eso, yo no tuve trato alguno con numerarios, pero es obvio que conocí a bastantes sacerdotes numerarios. Pues bien, puedo decirte que a quienes recuerdo con más afecto fueron precisamente aquellos (dos, no más) que se dignaban mirarnos a los ojos con naturalidad y afecto. A ninguna mujer, sea numeraria o no, le gusta que se dirijan a ella sin mirarle a la cara. Cuando yo era numeraria, y ante todo mujer, agradecía que el sacerdote me mirara a los ojos, que me sonriera con naturalidad, que me viera como una mujer (siempre dentro del más fraternal afecto, por supuesto).
Recuerdo que uno de estos sacerdotes era un auténtico poeta; tanto era así que incluso lo comentábamos entre nosotras. Coincidí con él en varios cursos anuales de numerarias y predicaba unas meditaciones maravillosas acerca del Amor, era muy sobrenatural y a la vez muy humano. Pero, sobre todo, se agradecía que cuando nos impartía alguna asignatura de teología, lo hacía mirándonos a cada a una, -no al suelo, a la ventana o la pared-, y recuerdo que, incluso al darnos la Comunión, ¡nos miraba a la cara! Al fin y al cabo, la cara es el reflejo del alma, ¿no es cierto?
El otro sacerdote cuyo cariño no olvido era el de mi Centro de Estudios. Éramos alrededor de cien chicas jóvenes, llenas de vitalidad e ilusión. Al ser tantas, la verdad es que el trato era bastante impersonal y una llegaba a considerarse “una más” entre la multitud. Las directoras eran muy exigentes, de trato poco cercano y alguna incluso desagradable y arisca. Sin embargo, recuerdo que el trato con el sacerdote era distinto, personal, lleno de afecto: te lo cruzabas por un pasillo y te miraba a los ojos con una sonrisa; impartía una charla sobre el espíritu de la Obra y te miraba a los ojos; te confesabas con él y te trataba con cercanía y sentido del humor; en resumen: te sabías querida. Antes de finalizar el centro de estudios, a otra alumna y a mí nos propusieron trasladarnos a otra Región y ambas aceptamos encantadas (tal vez otro día escriba sobre ello…). Antes de irnos, la última vez que me confesé con él -con bastante pena, la verdad- él se despidió con palabras de afecto, de auténtico cariño fraternal y sentido del humor: “Bueno, ya tendremos noticias vuestras a través de Noticias (en efecto, mi nueva Región parecía que tenía una sección permanente en la revista interna). Ya os iré viendo en las fotos: a ti con tal vestido y a Fulanita (la otra numeraria) con su jersey de Snoopy”. Se notaba que se fijaba en esos pequeños detalles de cada una, que nos miraba y apreciaba.
Como contraste, Stoner, siento verdadera lástima al recordar el trato despectivo que nos dispensaba a las numerarias un cierto sacerdote de la región a la que me trasladé. No nos miraba jamás a los ojos. Por lo menos, así de contundente lo recuerdo: jamás. Era algo antinatural, desagradable en grado sumo; no sabías si hablaba contigo o con una pared... La persona que representaba al Padre en la Región, aquel que más cariño fraternal debería demostrarnos, no nos trataba con el cariño que “precisábamos”. (Digo esto, además, porque la labor en esa Región era harto difícil, era como vivir la vocación en la clandestinidad). Volviendo al tema: vivía en ese país una numeraria con un carisma extraordinario, en todos los sentidos. Una mujer de diez. Yo creo que todas la admirábamos por una u otra razón. Un buen día, como no podía ser de otra manera…, la susodicha dejó la Obra. Al poco tiempo de ocurrir, el sacerdote en cuestión nos impartió el retiro mensual a las numerarias de la ciudad. Estábamos allí todas. En la meditación, aunque no recuerdo las palabras textuales, nos dijo de manera muy despectiva que las numerarias éramos unas bobas, tontas y simples, que perdíamos la cabeza “por el primer hombre que se dignaba decirnos algo bonito”. Me quedé estupefacta, me sentí profundamente herida, como mujer y como numeraria. Resultaba evidente que lo decía a colación del caso de la numeraria que había salido de la Obra (la mujer “de diez”, os recuerdo). Yo no salía de mi asombro y pensé: “¿Dios mío, qué sabrá él (el sacerdote con el más alto cargo de la Región)…? Si no nos mira a la cara, si no sabe ni de qué color tenemos los ojos… Pensará que somos todas unos cocos, que intelectualmente no valemos un pimiento y que no hay hombre que se interese por nosotras”. ¿¿¿El primer hombre, ha dicho?? Si yo le contara, Don X, (y por mucho informe interno que leyera sobre mí, él no podía saber lo siguiente porque no me parecía correcto contarlo en la charla a la directora o al sacerdote) la cantidad de veces que me han dicho algo bonito, que me han pedido el número de teléfono, que he tenido que rechazar una invitación al cine, a que me acompañaran a casa o incluso una proposición descaradamente indecente de un hombre “hecho y derecho”. Bastantes veces, muchas más de las que imagina. Yo siempre había dicho “no”, aunque me había sentido halagada y hasta atraída por quienes me lo habían dicho. Yo he relatado mi experiencia, pero el resto de mis “hermanas” eran, seguro, mejores y más dignas que yo. Viví en varias ciudades y varios países, así que conocí a bastantes numerarias: unas eran muy inteligentes, otras excelentes profesionales (con trabajos que cualquier ejecutivo envidiaría), muchas tenían una educación y modales exquisitos, algunas verdaderamente bonitas, etc. Precisamente, recuerdo haber ido por la calle con la directora de mi centro, una mujer despampanante, y haber sido testigo de los piropos que le dedicaban; y sé de otra numeraria joven a la que una supernumeraria le dijo: “Fulanita, qué lástima, con lo guapa que eres, ¡podrías tener el marido que quisieras!” El colmo fue cuando, al llegar a otro país, me llamó soberanamente la atención una señora con una clase y una belleza extraordinarias, parecía una actriz de Hollywood. “Qué supernumeraria tan guapa”, exclamé. “Nooooo, no es supernumeraria. Es Fulanita, de la Asesoría Regional”. Anonada me quedé.
En fin, Stoner, que me he ido por las ramas, me pierdo en los recuerdos. Insisto, que tú mires a una mujer a la cara debería resultar algo natural; basta con no mantener tu mirada en su mirada. Lo contrario, mirar al suelo, al infinito, a la blusa (muy gracioso y lógico lo que comentas del escote) nos resulta raro y desagradable. Al fin y al cabo, si tienes tu corazón lleno de Amor a Dios y ves una mujer guapa, ¿no sientes necesidad de dar gracias por la belleza que Él ha sabido crear? Al menos yo, cuando veo un hombre de esos que quitan el hipo, eso es lo que hago: alabar a Dios.
Si no te importa, te envío un par de besos, Stoner. O un saludo, si lo prefieres. Yo estoy felizmente casada y tengo unos cuantos retoños, pero si te viera, te miraría a la cara seguro; espero que tú también. En mi escote no te ibas a fijar ni borracho, pero tú a lo mejor me quitabas el hipo… ;)
Shukem
LA CRIADA DEL OPUS DEI.- Ana Azanza
LA CRIADA DEL OPUS DEI
Publicado en Marianne Magazine 14 de abril 2017-05-18
Traducción Ana Azanza
Enrolada por la organización en su adolescencia Catherine ha pasado más de diez años rodando de centro en centro del Opus Dei. En 2001 denunció al Opus Dei “por trabajo disimulado y retribución contraria a la dignidad”.
Cuando no se acuerda de algo o es demasiado doloroso pliega los ojos y algunas arrugas aparecen en su frente, se calla brevemente. Y retoma el hilo de su relato. Rebobina 15 años de vida de criada al servicio de los adeptos del Opus Dei (obra de Dios en latín) hasta su huida en 2001. Siguieron años de lucha judicial tras su denuncia “por trabajo disimulado y retribución contraria a la dignidad” en octubre de ese mismo año. Primero perdió y luego ganó en el recurso.
Y el último recurso que sus ex empleadores han elevado a Tribunal de Casación que se cierne como espada de Damocles, a veces todo se anuda en su cabeza. Catherine Tissier cumple 45 años en 2017 y no era más que una adolescente cuando fue atrapada por el Opus Dei. La suerte estuvo en su contra. En el verano de 1985 la escuela privada Sainte Croix de Provins en el que está matriculada le propone que cursar un CAP. Catherine tiene 15 años y está en un equivalente de séptimo de EGB, no está contenta con sus estudios, y no le desagrada la idea de matricularse en la escuela de hostelería Dosnon sita en Couvrelles (Aisne).
La madre, Janine, nos cuenta: “fuimos de visita, nos encantó, nos recibieron con mucha amabilidad y simpatía. No terminábamos de hablar y ellas acababan nuestras frases, pensamos qué sitio tan estupendo ¿dónde hemos he venido a parar?” Pero en ningún momento nos explicaron que aquello era un submarino. Tampoco les dijeron que su hija seria presa de la institución, que la cargarían de trabajo a voluntad.
“Poco a poco” así intenta Catherine Tissier explicar lo inexplicable, ella bautizada pero educada por padres que no practicaban, fue manipulada, abducida y explotada durante más de una década por los discípulos de Josemaría Escrivá de Balaguer, el padre fundador del Opus Dei. Se levantaba a las 6 de la mañana y se acostaba a las 10 de la noche, tras un día de fregar vajillas, servido mesas, cuidado la ropa en los diversos centros del Opus Dei en Londres, París, Marsella, Couvrelles. Trabajando como una burra para santificar el trabajo y santificarse con el trabajo según le hicieron creer.
ENTREGAR SU VIDA
Poco a poco una de las profesoras que también es su preceptora la invita ya el primer curso a prácticas devocionales. Una presión amistosa, algunas frases amables cuando se cruzan en los pasillos de la escuela. “Sabes la semana que viene hay una meditación. Unos días más tarde “¿te acuerdas?” Y el mismo día: “dentro de una hora es la meditación”. La preceptora convence con facilidad a la dócil y fácil Catherine de que tiene que confesar, de que tiene que asistir al catecismo predicado por el capellán los lunes por la mañana y a la predicación el miércoles por la tarde. “No parecía acoso” precisa. “Al principio acudía para que me dejaran en paz, así veían que iba, que estaba presente.”
Al curso siguiente Catherine se hace amiga de otra alumna nueva que la anima a seguir el camino de Dios. “Ahí fue donde me atraparon” analiza. La vocación reciente opusina y su amiga comienzan a practicar el “plan de vida” del Opus Dei: misa cotidiana, rosario siempre en la mano, media hora de oración por la mañana, un cuarto de hora de lectura espiritual, examen de conciencia antes de acostarse. En noviembre de 1987 Catherine escribe la carta para comprometerse en la institución, le dicen que no se lo cuente a sus padres. No tiene todavía 17 años y ya pronuncia votos de pobreza, castidad y obediencia. No se da cuenta de que tiene que entregar su vida y su herencia al Opus Dei y que su familia no podrá recuperar su cadáver cuando fallezca. “Sabía que iba a dar toda mi vida al Opus Dei, aquello tenía una finalidad.” Recibe una formación, le enseñan los códigos, las normas, las mortificaciones: el cilicio, ese collar de metal con puntas que se pone alrededor del muslo hasta hacer heridas, la autoflagelación. 6 meses más tarde se consagra como numeraria auxiliar, le dan una biblia, una cruz y se compromete a expandir el evangelio haciendo apostolado…Todavía no tiene la mayoría de edad y para evitar que sus padres la saquen de la trampa, seguían sin saber el compromiso de su hija, la directora de la escuela los convence para que la dejen ir a Londres durante un año y así aprenda inglés, inevitable si alguien quiere trabajar en la hostelería, isnt it? En realidad Catherine hará la limpieza en una residencia de estudiantes londinense dirigida por el Opus, ya que inglés no aprendió mucho.
Cuando vuelve en junio de Londres, los padres se dan cuenta de la manipulación, Catherine recuerda: “Las de la escuela les dijeron a mis padres: Su hija es mayor de edad y nosotros somos ahora su familia, no Vds”
TODO SE VIGILABA
“Cuando nos enteramos se nos cayó el alma a los pies”, recuerda Janine, “pensé que había metido a mi hija en una secta”. Mientras que Janine y Michel, su marido, remueven cielo y tierra, alertando a altas autoridades eclesiásticas, para recuperar a su hija, ésta se dedica a la obra sin cobrar ni un céntimo. Recibe una nómina pero todo su salario llega a una cuenta bancaria que lleva su nombre pero a la que ella no puede acceder. Los extractos bancarios llegan a sus empleadores que conservan también sus talonarios de cheques. Catherine firma cheques en blanco, más tarde sabrá que ese dinero sirvió para financiar la editorial Le Laurier del Opus Dei. Cuando la numeraria auxiliar necesita dinero para comprar champú o dentífrico lo tiene que pedir, una pequeña suma de la que tiene que dar cuentas al céntimo.
Catherine vivió así 10 años. Sin dinero, enclaustrada, siempre viviendo con mujeres y solo con mujeres, cuando se cruza con un hombre baja la mirada. Sale poco a la calle, siempre con alguien, una colega y así se vigilan mutuamente. Evita mirar los escaparates para no caer en la tentación. Sólo va a ver a sus padres una vez al año, un fin de semana. Cuando habla por teléfono con ellos, escuchan, sus cartas se abren y se leen, las que envía y las que recibe. “Todo lo controlaban” precisa.
En 1997 Catherine tiene 26 años, se cansa. Harta de trabajar, agotada de trabajar sin descanso, de no tener vida. “Hay un momento de hartazgo, de revuelta”. Sus patrones achacan la depresión que sufre a problemas de la infancia, a tensiones con sus padres, que aparecen 12 años más tarde. La envían a un médico del Opus Dei que la llena de neurolépticos y ansiolíticos. El médico la envía a trabajar como fille au pair en una familia de supernumerarios, le dan de comer y lavan la ropa, la alojan, le pagan 335 euros al mes por cuidar a tres niños durante el curso escolar. En esa época Catherine sufre un colapso y tiene que ser ingresada diez días en el hospital Sainte Anne de París.
A fin de curso la mandan de vuelta a la escuela Dosnon que además de ser un lugar de formación, es un vivero de numerarias, supernumerarias y numerarias auxiliares necesarias para ocuparse del centro de convivencias anexo de Couvrelles, unido a la escuela para un subterráneo. Se trata de un castillo de la prelatura Opus Dei, que consta de 29 habitaciones, 45 camas, tres comedores, uno de ellos para los residentes que acuden a los retiros, convivencias, jornadas de familias. Catherine aguantara aún unos años.
El 12 de enero de 2001 Janine y Michel acuden a buscar a su hija para llevársela al “fin de semana” anual al que tiene derecho con sus padres en la casa familiar de Provins. Se quedaron estupefactos cuando vieron a su hija transformada en una zombie, delgada y en un estado lamentable, así lo recuerda Janine. Pesaba 29 kg, no paraba de vomitar y ni siquiera se sentaba a la mesa para comer. “Pensé que se moría, era algo imposible de creer.” Muy nerviosos la llevaron a su médico de cabecera que le prescribió la baja inmediata. “Me llevaron al límite” dice Catherine. Se reconstruye hasta el punto de presentar una demanda al Opus Dei.
LARGA CONVALECENCIA
Sentada en el canapé con su perrillo en las rodillas y busca la aprobación de la mirada de su marido desde 2009, Arnaud, es la Catherine de hoy, refugiada en su casa de Sens, rodeada de un jardín y una huerta que cuida con pasión. La ex numeraria auxiliar nos cuenta cómo fue su larga convalecencia. Cómo se abusó de ella física y psíquicamente…
¿Lo raro de no ser raros?.- Salypimienta
Hola a todos!!!, respondiendo a la pregunta de Stoner...
Estimado Stoner: Primero que nada te agradezco que te hayas animado a escribir. Admiro tu valor, de verdad. Me gusta saber que hay numerarios con las ideas claras que se dan cuenta de que hay mucho que arreglar allí dentro.
Te cuento cómo es que las mujeres vemos a los numerarios en general: ¡como algo rarísimo!. El trato que he tenido con ellos ha sido bastante frecuente. Lo he comentado con algunas amigas que también han tenido ese trato, y la respuesta unánime es esa: SON MUY RAROS. De verdad que casi nada hay natural en ellos, desde la forma de caminar, de hablar, de desenvolverse en público todo es como muy estudiado. Lo que dices de los escotes es cierto, al hablarte no te miran a los ojos y parece que te ven el escote, entonces te incomodas y al darse cuenta de eso, el numerario también se incomoda. La verdad es que el trato de una mujer con un numerario siempre es así, incómodo. No es sólo lo de verte a los ojos, tanta afectación al hablar también es muy incómoda. Yo incluso diría que el trato en general de los numerarios hacia las mujeres es rudo. Cuando no, hablan como si estuvieran dando una cátedra, llegando incluso a parecer soberbios.
Muy pocos he conocido que son un poquito agradables con las mujeres. Nunca te saludan más que con un ¡hola!, a veces ni eso, ya no hablemos de saludarte de beso, es que ni la mano te tienden. A mí la impresión que me da es que intentan poner una barrera tan impenetrable entre uno y otra, que al final, lo único que las dos partes quieren es que se termine la conversación cuanto antes, aunque dicha conversación sea sobre la educación de una criatura, cosa que es de suma importancia, sobre todo, porque es imprescindible que las partes involucradas en ello estén de acuerdo.
Hay que hacer énfasis en que el lugar más común en el que una mujer puede tratar con un numerario es en los colegios, donde por lo regular es la mamá quien acude a las citas, la mayoría de las veces sola. Te podría contar mil anécdotas sobre las ridiculeces que he visto en el trato entre numerarios y mujeres pero no lo haré. El caso, es que parece que las mujeres a los numerarios les damos mucho miedo, lo cual, como ya conté, puede resultar contraproducente. A algunas mujeres eso les parece un reto, como que sienten que es un triunfo personal el poner en aprietos a un hombre que las ignora olímpicamente y eso lo digo para que lo sepan y tengan cuidado (los numerarios, no las mujeres). Algunos n suelen utilizar un lenguaje exageradamente mojigato lleno de expresiones como: “de cara a Dios”, “lo encomiendo”, “hay que llevarlo a la oración”, etc. Quizá con alguien de casa no resulten extrañas esas expresiones, pero con mujeres de fuera, es como si les estuvieran hablando en chino, además de que les parece extremadamente cursi, ningún religioso ni sacerdote fuera de la Obra habla así.
La diferencia entre el trato de numerarios con mujeres, es diametralmente diferente al trato de las numeraria con los hombres. Creo que en el caso de ellas, las cosas son más normales. Quizá se deba a que la numeraria nunca y por ningún motivo se encontrará frente a frente con un varón estando sola o sin una rejilla de confesionario entre el susodicho y ella. En el caso de los colegios, como dije antes, generalmente es la madre quien va a las citas, y cuando el padre es quien va solo, que es rarísimo que ocurra, la entrevista se hace con una tercera persona, ya sea la alumna o la preceptora de la niña.
No sé en las demás regiones, pero en México, creo que todas las numerarias han trabajado en algún momento en la administración de ‘algo’ de la sección de varones (un centro, una residencia universitaria, o así), por lo tanto, los nombres de los numerarios les suenan conocidos, y como han trabajado para ellos en algún sentido, se refieren a ellos con cierto aire de cariño (del más santo, de verdad). No creo que alguna vez lleguen a hablar con ellos como no sea por medio del telefonillo, pero seguramente les hablarían con un tono totalmente maternal porque de cierto modo ellas los ven a ellos así: como sus hijos. No voy a decir que en la Obra deberían hacer cursos anuales mixtos o algo por el estilo, pero quizá es hora de que tanto hombres como mujeres dejen de ver al sexo opuesto como un peligro latente, y aprendan a tratarse unos y otros con más naturalidad. Quizá así se logre que la expresión tan utilizada en la Obra: “Lo raro de no ser raros” tenga un poquito de verdad.
De corazón te digo, que la única manera de salvar al Opus Dei es que sus miembros comiencen a vivir en medio del mundo, pero del mundo real, con todas las consecuencias que ello conlleva. Y quizá también, en la sección de varones deban de aprender que las mujeres no somos todas unas arpías, que la mayoría somos buenas personas dignas de toda confianza, y que la gran mayoría de nosotras ni somos unas histéricas, ni olemos mal, ni vivimos a merced de los cambios hormonales. No sé por qué tipo de traumas, el Padre Josemaría tenía una visión tan mala sobre las mujeres, siendo además que vivía entre ellas (la Abuela, tía Carmen y las hermanas que murieron), pero esa visión al parecer la han heredado a todos sus hijos. De alguna manera puedo entender que en la España de aquella época el ver a la mujer casi casi como si se tratara de la mascota de la casa y el respeto hacia ellas fuera nulo era lo normal -desafortunadamente así ha sido tradicionalmente el los países latinos-, pero que se siga pensando de la misma manera 100 años después, la verdad que es una torpeza y una injusticia.
Besos a todos. Salypimienta.
Para Stoner: lo que vio y oyó el $anto Marqués.- Ramón
Hola Stoner,
Eres uno más de los que se lamentan de la confusión y mezcolanza que rodea al $anto Marqués y su fundación y espíritu fundacional, y se sienten traicionados en mayor o menor grado. La verdad es que todas esas leyendas áureas sobre lo que vio, oyó, sintió o declaró no tienen ninguna trascendencia, más que la que se quiera dar. Es lo menos importante del Opus.
Me explico: toda esa superchería sobre si Dios le comunicó directamente a $an Josemaría el Opus, etc, como si fuera un nuevo Moisés no hace sino abundar en una milagrería y grandilocuencia que no son nada cristianas y desde luego dejan bastante en entredicho la educación religiosa de los seguidores del Opus Dei. Dios, como todos sabemos, y nos dice Jesús "ve en lo escondido". Como dice el profeta "no estaba en la tempestad, sino que es una suave brisa"...
(Leer artículo completo...)
Nunca pensé que hablaría con un numerario.- Bruna
Hola Stoner
Nunca pensé que "hablaría con un numerario", si a hablar se le puede llamar a este intercambio de escritos. Pero aún así me parece divertido.
Gracias por haber leído lo que escribí. Y con respecto a lo que comentas en lo que publicaste el día 17 de Mayo, sólo mencionarte que cuando salía al comedor, tampoco podía mirar a los numerarios a la cara. Me parecía lo más normal del mundo, si a eso se le puede llamar "normal". Cuando sales, te das cuenta de lo importante que es mirar a los demás a los ojos. Te sientes comprendido, querido,... y ves que eso que hacíamos no era ni mucho menos normal. Más de una vez, por no mirar estuve a punto de volcarle la fuente de comida o al sacerdote o al director, imagínate.
Con el tema laboral, regular. Por cierto, si alguien conoce o sabe de alguna farmacia donde busquen auxiliares, o un trabajo que pueda desempeñar, que me avisen por favor (vivo en Málaga). Más abajo dejo mi e-mail.
Y sobre Dios... sigue en stand by. No me siento a gusto con este tema todavía.
Un saludo.
PS. Os dejo mi dirección de correo electrónico: vrc84@icloud.com
Muchas gracias a tod@s!
Bruna
Saludos a Nachof.- Removiendo53
Estimado Nacho, ¿cómo estás?. Te recuperas adecuadamente? Sabes que tienes gente que te aprecia.
Removiendo53
Confiança: pilar básico em qualquer relacionamento.- Nempedronempaulo
Si su pareja le espía el móvil, rompa con ella
O artigo Si su pareja le espía el móvil, rompa con ella não é novidade: foi publicado em outubro/2016, em El Pais. Não fala especificamente sobre a opus dei, mas sobre relacionamentos. Sem embargo, penso que sua leitura é interessante para os afetados pela opus dei. Boa parte dos membros ou ex-membros que participam de Opuslibros possivelmente foram testemunhas ou protagonistas de histórias de invasão de privacidade por parte dos diretores, mediante controle do correio físico ou eletrônico, redes sociais ou aparelhos móveis dos numerários.
A mesma consideração, penso, aplica-se também ao relacionamento "od x numerario".
Um pequeno aperitivo: cuando el espionaje se produce es porque "faltan los pilares de una relación sana y equilibrada".
Nempedronempaulo
La libertad: una cuestión de conciencia.- daniel
Acabo de leer la carta de Alter Alterius. No piensa irse, dice. Pero alguna vez lo ha pensado. Ahora espera que la Virgen ayude a que se mejoren las cosas. No piensa irse, dice. Si mantiene el concepto de Dios que le han ido inculcando desde que nació y no se lo cuestiona ni le parece estridente, normal que no piense irse... o eso dice. Si piensa que el concepto de Dios que tienen los musulmanes está equivocado frente al suyo, católico, correcto, normal que no piense en irse. Si la cosmogonía y cosmología taoístas le desbordan y no se para a meditar sobre ellas, normal que no piense en irse. Si cree que la Iglesia es lo que aparenta y no le duele la moral que predica, con sus verdades teológicas, como el Pecado Original, pues normal que no piense en irse.
Una vez, hablando con un cura al que pedí información para un ensayo mío, me dijo que el Pecado Original y su transmisión era una verdad teológica. Le contesté que una cosa no es verdad por creer en ella y que esa verdad fue inventada en el sigo III. ¿Por qué digo esto? Pues porque cuando se habla de que en el Opus Dei no hay libertad me pregunto yo qué clase de libertad desean esos miembros que patalean. Y sobre todo, me pregunto yo quién les obliga a estar y a creer en tantas cosas absurdas y dañinas. La Biblia, ese tostón de libro sobre el que está basada la religión: si todos los humanos la leyeran no existiría la religión, pero hay que leer con los ojos abiertos, sin el prejuicio impuesto desde antes de nacer, por diossssss....
Leed con libertad de pensamiento. Decís que no hay libertad en la Obra, pero ¿os habéis parado a leer el Pentateuco? Estáis condicionados para interpretar en conveniencia de otros, pero tenéis la oportunidad de leer y reflexionar, sobre lo leído y sobre vuestra vida. Hace años, un numerario me contaba sus dudas sobre la conducta de la esposa de un amigo suyo, un supernumerario. En un momento de la conversación me dijo que dios era amor. Yo le dije algo así: - No tenemos el mismo concepto de Dios, ni lo vamos a discutir ni te voy a negar que sea amor, pero en tu vida no hay amor.
Una pregunta hago a los que creen que ser del Opus Dei es una bendición: ¿qué significa servir a Dios? ¿en qué consiste vuestra vida? ¿de verdad creéis que eso es vivir y para eso habéis nacido? ¿Servir a Dios es pasarse la vida rezando y mirando el mundo desde una vitrina y metiendo a otros en la misma vitrina?
daniel
No estáis solos.- Tintin
Hola a todos:
Creo que leo esta página desde hace dos o tres años e iban varias ocasiones donde pensaba en escribir, pero se me había ido el cassette. Tal cual. Soy supernumerario, bastante joven pues no llego a los 25 años. Igual que vosotros que habéis escrito -Stoner, por ejemplo- estoy muy cansado de hablar mil y una ocasiones sobre lo que está bien y está mal. Excusas por doquier para justificar cosas "del espíritu", y poner a Escrivá como intocable -me rehuso a decirle "Nuestro Padre"-, siendo algunas intocables siguiendo la falacia ad consequentiam: viene de Dios a Escrivá; por lo tanto, todo lo que ha dicho Escrivá es voluntad divina; por lo tanto todo es bueno; por lo tanto, no se debe revisar nada nunca. Qué mal el daño que hizo Del Portillo con "Nuestro Padre en el Cielo" y "maldito el que ose cambiar el Espíritu".
Antes de seguir escribiendo por aquí y demás, acerca de mi experiencia personal, quiero agradecerle profundamente a Agustina y a todos los que escriben en esta web. Quien ha escrito alguna vez con profundo dolor, ira y molestia, que sepáis que os comprendo. Aquí he encontrado también unos textos increíbles, fundamentados en la verdad, en la doctrina de la Iglesia a profundidad y no en argumentos sentimentales como "las auxiliares hacen todo con mucho cariño"-. ¡gracias! Pues se necesita mucho esto, y a final de cuentas, están apegados a lo que nuestro Señor nos guía: la verdad. Lamento profundamente todos aquellos que han perdido la fe por culpa del opus Dei, y lamento todo el daño que ha hecho -no sus miembros solamente- sino la institución. Lamento todas las personas que han sufrido reminiscensias por el resto de su vida.
Yo no soy ni remotamente cercano a tener -por supuesto: soy tropa- algún cargo, ni siquiera de celador, pero pido perdón si a veces he callado al denunciar todo lo que no me parece, y que sobre todo, fomenta que siga habiendo personas cuyos daños sean posiblemente irreparables. Sé que no es mucho mi palabra de consuelo, pero confío en que Jesús, mi amigo nazareno -por sobre todo-, se acuerde mucho y más de ustedes que de mí. Lo digo sobre todo por numerarios(as), agregados y numerarias auxiliares. Que sepan que, después de algunos años, no he vuelto a dejar de denunciar nunca lo que no me parece. Los directores saben lo que pienso, saben mi opinión y nunca la oculto. Mis demás amigos, numerarios y supernumerarios algunos, saben lo mismo. Esta web, que sepáis, ayuda a la verdad. No a la verdad escrita en crónica, sino como muchos sabrán, a "adecuar el intelecto con la realidad".
Para finalizar, quiero volver a agradecer a los que colaboran aquí. Es indudablemente importante su colaboración, y quiero lanzar una pregunta que tengo entendido que ya surgió a partir de la llamada de atención de Benedicto XVI a la Prelatura: ¿Se puede denunciar todo esto ante la Santa Sede? Sé que muchos no tendréis esperanza, pero... Confío en que Francisco puede escuchar. No sé por qué, pero esta sensación es la que me da con él, que nos podría escuchar en serio. Venga, ¡tengamos esperanza! Dios les cuide y no deje de guiarles a Él. Si alguna vez se enojan con él por todo lo que les ha tocado sufrir, no se olviden que el Dios de Israel, de Jacob, de David, de los católicos... Es un Dios que te espera para abrazarte, darte Su Cariño y tomarte en tus brazos para que no llores. Tal y como lo haría la más amorosa Madre. Todo eso va más allá de prácticas de piedad. Eso se llama amor.
Tintín.
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