He escuchado en “Coloquios en Libertad” que Antonio Moya se preguntaba si se estaba produciendo una operación de blanqueamiento de capitales con una nueva “fiebre constructora” que les estaba dando a las élites que gobiernan la Prelatura. No tengo la respuesta a esta pregunta, pero sí varios comentarios que hacer al respecto.
Siempre he defendido que, en el tema económico, de relaciones políticas y financieras, incluso de politiqueo vaticano, el Opus Dei va siempre un paso por delante respecto al resto de los mortales. Por eso, veo claro, a mi entender, que mientras en Opuslibros, Ágora y otros foros de debate discutimos sobre líneas rojas a poner en la reforma de sus Estatutos, que si hay que poner una o varias denuncias, etc., ellos ya se están preparando para una intervención de la Prelatura por parte de la Santa Sede, intervención que muchos (y ahí incluyo a bastantes miembros y ex miembros) vemos como inevitable.
La intervención vaticana supondrá un descabezamiento del Opus Dei y traerá consigo, es inevitable, una lluvia de demandas por daños y perjuicios por parte de ex miembros. La nueva dirección de la Prelatura deberá, en primera instancia, atender estas demandas como una de sus más urgentes actuaciones. Y estas demandas suponen compensaciones millonarias a todas aquellas personas dañadas por una praxis inhumana por parte de las autoridades de la misma.
No se puede indemnizar a nadie sin liquidez. Y la liquidez es lo que está haciendo desaparecer las autoridades del Opus Dei gastándosela en obras, reformas y construcciones. Los inmuebles se pueden vender. Pero puede suponer un proceso muy lento, lleno de actuaciones judiciales, si pertenecen (como es el caso) a sociedades instrumentales y múltiples propietarios. Con ello esperan que esa autoridad temporal, impuesta por el Vaticano, tenga las manos atadas pata atender las miles de demandas económicas que se interpondrán. Y, mientras tanto, esperarán a que escampe, se vayan las nubes de tormenta, y todo vuelva a su cauce.
Me ha llamado la atención que ahora precisamente, después de la quiebra, éste verano, de la constructora china EVERGRANDE, cuando todos los inversores huyen del ladrillo y quieren liquidez, los directores del Opus Dei hagan lo contrario y se pongan a construir a diestro y siniestro. Es la única explicación posible. Aunque también es posible que desde la caída del Banco Popular (hay que recordar que decenas de sacerdotes de la Prelatura han recomendado, años y años, a supernumerarios, cooperadores y allegados que invirtieran sus ahorros en este banco porque era “el más rentable y seguro de España) no den una a derechas en el tema económico y vayan contracorriente y terminen despeñándose.
Yo, desde luego, tengo preparada mi demanda económica contra la Prelatura, que enviaré al Dicasterio del Clero al minuto siguiente de la intervención vaticana de la misma. Pero ahora veo que, sin liquidez, la posibilidad de que sea atendida en un tiempo razonable es casi nula.
Son muy “listos” estos del Opus, pero que muy listos. Pero, a la larga y yo quizá no lo viva, verán cómo se deshace su obra humana. Tendrán su castigo, aquí o en la Otra Vida.
Un saludo a todos y todas
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