Me inspira el valor de las 43 exnumerarias auxiliares que están dando a conocer el tratamiento horrible al que fueron sujetas por la prelatura de la santa cruz y me repugna la injusticia y la cobardía de dicha prelatura que sigue sin pechar con la responsabilidad que les corresponde. Me inspira la fortaleza de Catherine Tissier que aguantó más una década hasta que la justicia le reconozca el dolor y los daños que le causó el opus durante sus años de numeraria auxiliar en Francia.

Y hay tantos testimonios aquí en Opuslibros: (Maripaz, Leonisa, Amapola, Cheli, Ena, GD, Iceland, María Elena G. y muchas más) del tratamiento que esta prelatura de la Iglesia católica reserva a las numerarias auxiliares que va en contra de la dignidad de la persona y de la moral cristiana.

El opus debe reconocer los daños que causó, repararlos debidamente y enmendar en profundidad a la luz del día todas sus prácticas nefastas para con las numerarias auxiliares.

En esta entrega quiero indagar específicamente en las varias dimensiones de los daños financieros que se desprenden de no haberles pagado sueldos ni cotizar a la Seguridad Social. Puesto que ya hay instancias documentadss en la Argentina, no me referiré a ninguno de ellos en concreto sino que lo haré por medio de un caso, el de Lea. No es una persona real: se inspira, como dicen en el cine, de acontecimientos y sucesos reales.

Lea conoció el opusdei cuando tenía 14 años. Vinieron al pueblo unas señoras de la cuidad a hablar con sus padres y convencerles de que Lea podría recibir una formación que le permitiese tener un trabajo que le generaría ingresos y así ligerar el peso que llevan esos pobres padres con tantos hijos. Los padres no tendrían que preocuparse de la matrícula de la escuela ya que Lea que se la podría ganar mediante unos trabajitos.

El desafortunado resto la historia se relató en los casos que mencioné anteriormente: no fueron unos trabajitos sino días completos con poco o ningún tiempo de descanso. Después vino la forzada “crisis vocacional” y la consiguiente esclavitud: vivir en cuartos considerablemente más pobres que las casas que atienden, comer la sobras de lo que cocinan para las numerarias y los numerarios, pasar muy poco tiempo con su familia y siempre acompañada, ningún fin de semana libre como lo suelen tener quienes viven “en medio del mundo”, vacaciones que no son vacaciones – ningún tiempo propio, ni para pensar.

Después de 20 años de este infierno Lea se desvincula del opusdei. No es fácil hacerlo. Ni tampoco reconstituir una vida nueva. Lea acaba regresando al pueblo y su familia le ayuda como puede. Intenta conseguir trabajo remunerado -cualquier trabajo- pero le resulta muy difícil porque no tiene título oficial y no hay empresa que le respalde sus 20 años de trabajo.

Lea estuvo en el opusdei en las décadas de los ochentas y los noventas. Veinte años de trabajo durante los cuales no se le pagó un sueldo ni cotizó a la Seguridad Social.

Para efectos de cálculos y para dimensionar los daños financieros, digamos que el sueldo de un empleo equivalente al que desempeñaba Lea era de 10.000 al año en 2020. Si Lea hubiera cobrado ese salario durante los años que trabajó, habría recibido 98.361 a lo largo de 20 años (1).

Si Lea hubiera ahorrado el 20% de su salario cada año y lo hubiera invertido con una rentabilidad del 5%, habría tenido 32.256 en su cuenta de inversión en el año 2000, cuando decidió no seguir en la prelatura.

Y si se hubiera cotizado a la Seguridad Social, a la edad de jubilación de 65 años Lea tendría derecho a percibir aproximadamente la mitad de su sueldo anual. Si Lea vive hasta los 85 años, recibiría esos 5.000 al año durante 20 años.

Ya que no se cotizó a la Seguridad Social durante 20 años, la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿cuánto dinero se necesita al empezar la jubilación para poder generar el equivalente a 5.000 anuales durante 20 años? Con una tasa de rendimiento de la inversión del 5%, el capital necesario para financiar este flujo de caja futuro es de 71.275.

En definitiva, si los directores del opusdei hubieran asumido la responsabilidad de su negligencia, le habrían dado a Lea (98.361 + 32.256) 130.617 en 2000, cuando decidió no continuar en el opusdei. Y le darían el equivalente a 71.275 a los 65 años para financiar los pagos de la Seguridad Social que no recibirá.

Lo que pasa es que no le dieron ese dinero a Lea en el año 2000. Teniendo en cuenta la inflación, esa suma vale más al día de hoy.

El monto de los sueldos de 98.361 en 2000 hoy vale 171.840. Y los ahorros de 32.256 en 2000 hoy valen 56.352.

Es decir que al día de hoy el opusdei le debe a Lea (171.840+56.352) 228.192 para sus 20 años de trabajo del 1980 al 2000. Además de los 71.275 que Lea necesita para financiar el equivalente de los pagos de Seguridad Social que no recibirá.

Es una suma considerable lo que no se le pagó a Lea y lo que dejó de ganar por no poder ahorrar e invertir lo que no se le pagó.

Estimados funcionarios de Hacienda, es también una suma considerable los impuestos que no se pagaron sobre ese sueldo inexistente.

Al final, más allá de los números y más allá de la dimensión de los daños, queda Lea -- ignorada por la Iglesia, despreciada por la institución a la que dedicó 20 años entregados incondicionalmente, exprimida como un limón y lidiando con una miseria económica que no ha logrado superar después de más de 20 años fuera.

E. Kard

(1) Como mínimo le deben esa suma. Porque en el mundo real, según la legislación laboral del país, los días laborables son de 8 horas y las semanas son de no más de 48 horas. Por lo tanto, cualquier hora adicional exige que la paga sea un múltiplo del sueldo base o que se compense con días libres. Y en varios países hay también un número mínimo de horas que se debe respetar entre dos turnos de trabajo y que si no se respeta constituye un delito.

[Nota: En una entrega posterior expondré las fuentes y la metodología que utilicé para llegar a estos números.]