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 Tus escritos: Las cosas que aquí se ven ni los diablos las pensaron.- Mediterráneo

060. Libertad, coacción, control
Mediterráneo :

No quería escribir. De verdad que no quería escribir, de verdad que me juré que no escribiría y no diría nada, porque mucho he escrito, y he dicho, y tampoco se trata de cansar al sufrido lector.  

Y entonces apareció la semana del “acompañamiento espiritual a los movimientos y nuevas comunidades del opus dei”. Y entonces mi amiga nax comentó que le han dicho, una vez más, que entre ir a ver a su madre, y los trayectos, y las normas, no trabaja las horas por las que cotizan por ella. Y entonces supe de una numeraria a la que han dicho que le regalan el curso anual en no sé qué casa de retiros de lujo (sí la sé, claro que la sé, pero no la digo porque la numeraria sigue dentro) pero que el viaje tiene que pagárselo ella...



Y entonces vi que tenía que escribir, porque es un tal cúmulo de injusticias, desatinos, despropósitos y cinismos que no es de recibo quedarse callado. Igualmente, el lector sabrá disculpar las referencias personales que siguen, que responden a que relataré lo vivido en primera, primerísima persona. No me lo ha contado nadie, lo viví yo.

Vamos por partes: la semana del “acompañamiento espiritual”. En la institución no existe tal cosa, y quien diga que sí existe, miente. En la institución, la dirección espiritual, que es impartida por laic@s, tiene carácter de mandamiento imperativo, “la voluntad de Dios viene a través de los directores” y “en una obra de Dios el espíritu ha de ser obedecer o marcharse”, cito al fundador. A fecha de hoy la obediencia es el criterio por el que se elige a las directoras, por lo menos en la sección femenina. Se elige a quien mejor sabe obedecer, así sea una ignorante, gañana y patana de tomo y lomo... si sabe obedecer lo tiene todo para ser directora.

El “acompañamiento espiritual” objeto de la semana en cuestión es, una vez más, una huida hacia adelante de la institución, que cree que así lo soluciona todo. ¿Nos cuestionan la dirección espiritual? Vamos a organizar con toda pompa y boato una semana de acompañamiento espiritual, donde demostraremos que la dirección espiritual debe ser voluntaria, y libre, y siempre es impartida por sacerdotes.

Universidad Pontificia de la Santa Cruz: a mí, de 1978 a 1992, me dirigieron espiritualmente mujeres laicas, que en la institución eran numerarias y agregadas, de las que puedo dar nombres y apellidos y a las que puedo situar geográfica y cronológicamente, y el sacerdote solo me impartía la absolución. Así de sencillo.

¿Nuevos movimientos? ¡Pero si jamás se han relacionado con nadie! ¡Si “lo nuestro es otra cosa” era la excusa para decir que no a todo lo que supusiera relacionarse con otros movimientos de la Iglesia!

A tal extremo llegó este proceder que en Barcelona, hablo de la primera década del 2000, se pidió ayuda a los sacerdotes de la institución para que ayudaran a administrar la unción de enfermos a enfermos terminales, en hospitales, residencias o en sus domicilios. Es un servicio ya antiguo de la diócesis de Barcelona, los sacerdotes son voluntarios y, Vespino arriba y Vespino abajo, acuden a las llamadas de la familia, de las enfermeras, de los cuidadores que atienden a personas mayores y enfermas que desean recibir los últimos sacramentos. El servicio se llama SALUS y, en las fechas que menciono, tenía su sede bastante cerca de Bonaigua, que en otros tiempos más gloriosos fue el centro de estudios de numerarias de la delegación de Cataluña.

Como digo, se pidió ayuda a los sacerdotes de la institución para atender algunas de esas llamadas (recuerdo al lector que hablamos de ir a confesar y administrar la unción de enfermos, no de irse de zorrillas o zorrillos) y la respuesta fue que no, que “lo nuestro es otra cosa”. Y si lo sé es porque, en ese momento, yo atendía las llamadas que se recibían pidiendo atención espiritual a un enfermo. Éramos nosotr@s (servidora de ustedes y much@s otr@s voluntari@s) quienes contestábamos el teléfono y decíamos “SALUS, buenas noches”, o buenas tardes, o buenos días, porque el servicio estaba atendido 24/7. Y cuando pregunté por qué no se pedía ayuda a los sacerdotes de Bonaigua, la respuesta fue que ya se había intentado y contestaron lo que menciono al principio de este párrafo.

Segunda parte: mi amiga nax. Me lees, cariño, lo sé. También sé que el pánico te paraliza, por eso nunca te he dicho, ni te diré, que te plantees cosas. No tienes a dónde ir, no crees que haya vida para ti fuera de la institución, tienes miedo a la directora y a la administradora. Solo quiero que sepas que estoy aquí, siempre estaré, para que te desahogues, para que llores, para que te quejes, para que no te sientas sola. Tus audios van borrados en cuanto los escucho, tus whats desaparecen en cuanto los leo, no tengas preocupación por eso.

Pero es injusto, ¿sabes? Es profundamente injusto, es cruel, es perverso, que después de prometerte el oro y el moro si cambiabas de ciudad, ahora tengas el contrato que tenías, cobres lo que cobrabas, y tengas que mendigar, mes tras mes, que te entreguen la nómina y que te enseñen que, efectivamente, han cotizado por ti. Es monstruoso y desalmado que no te paguen las horas por las que trabajas, es avieso y retorcido que te digan que no puedes ir a ver a tu madre porque hay que trabajar, es inicuo y pérfido que sean así de miserables contigo después de dejarte ahí la vida. No hay palabras para describir que, cuando preguntaste “pero, ¿no era que somos una familia y una madre de familia no mira las horas?”, la respuesta fuera “una madre de familia mira por la economía, y contigo no nos salen las cuentas”. Y tú te callaste porque es cierto que, a veces, uno se queda sin palabras.

Tercera parte: la numeraria a la que pagan el curso anual en una casa de retiros de lujo, siempre que ella se costee el viaje. Hablamos de una persona mayor, bastante mayor, que si vive sola es gracias a la generosidad de su familia, porque no tiene ni un céntimo. Su único ingreso es lo que saca de la venta de flores, pañitos de ganchillo y pañuelitos bordados.

El viaje que le han dicho que tiene que costearse está ahora mismo (según google) en unos € 1.800, clase turista, una conexión y cerca de veinticuatro horas entre el primer aeropuerto y el último. No se incluye ni la selección de asiento ni la maleta en bodega. Para entrar en el país donde realizará la conexión, y para entrar en el país donde tendrá lugar el curso anual, necesita dos visados diferentes, que debe sacar en los respectivos consulados.

El lector sabrá disculpar la extensión del párrafo que sigue, pero es que no es chiquita cosa lo que se le pide a la numeraria.

Este es el cuadro: una persona mayor, bastante mayor, debe 1) solicitar el pasaporte del país en el que reside, 2) desplazarse a dos consulados para que expidan dos visados, 3) encontrar la combinación más barata para cruzar el planeta (nunca será la mejor, ni la más corta, solo será la más barata) y comprar el billete, 4) llegar al aeropuerto de su ciudad, facturar, pasar el control de seguridad y embarcar, 5) llegar a un aeropuerto internacional, muy grande dicho sea de paso, pasar el control de pasaportes, recoger el equipaje (que el lector no me pida más detalles, pero no, en este caso el equipaje no se envía directamente al destino final), refacturar, pasar otra vez el control de pasaportes, y 6) llegar a destino, pasar el control de pasaportes para entrar en el país y recoger el equipaje. Esperemos que, como somos familia, alguien la esperará para llevarla a la casa de retiros, aunque la experiencia me dice que es mejor no confiar, que hartas pruebas nos ha dado la realidad de la vida.  

Al regreso hará las mismas operaciones a la inversa, con la salvedad de que esta vez sí podrá facturar el equipaje en origen y recogerlo en destino.

Siendo, gracias a Dios, bastante viajada, podría escribir un libro acerca de tal epopeya y de los mil imprevistos que pueden surgir aun yendo todo como la seda, pero no es este el tema. El tema es la desfachatez de pedirle semejante aventura a una persona mayor, sin medios, sin posibilidades y sin experiencia. El tema es el cinismo desalmado que permite que dos directoras se presenten en casa de la numeraria mayor para anunciarle la buena nueva del regalazo que le hace la institución pagándole el curso anual y que, para corresponder, ella debe encontrar, vendiendo más flores, bordando más pañuelos o mendigando, el dinero para el viaje. El tema es la desvergüenza, la falta de caridad, de enviar a una persona mayor, en palabras de mi Martín Fierro, a cruzar el mundo como burro con la carga (Le echan la agua del bautismo a aquél que nació en la selva; “buscá madre que te envuelva”, le dice el flaire y lo larga. Y dentra a cruzar el mundo como burro con la carga”.)

Muy a menudo veo a abuelitas solas en aeropuertos internacionales inmensos, con su maleta de cabina y su bolsa de mano, mirando las caras de la gente para adivinar a quién sería bueno preguntar, y sé que por dentro rezan. En ellas veo a mi abuela y pienso en cuánto agradecería que alguien la ayudara, así que más de una vez, por dejarlas en su puerta de embarque, he llegado a mi vuelo de conexión cuando estaban a punto de cerrarlo. Me han bendecido tantas veces que no es de extrañar que no me suceda nada cuando viajo.

El año pasado escribí aquí la historia de AB. Lo que le sucede a esta numeraria mayor es exactamente lo mismo porque, aunque a la institución le encante decir que son hechos aislados y que a la gente se la cuida, la realidad de la vida muestra lo contrario. “AB, vete a hacer el curso y búscate la vida”, después de haberla castrado durante años, “te regalamos el curso anual, pero el viaje te lo costeas tú”, después de haberla exprimido hasta la última gota y de haberla apartado a un lado cuando dejó de dar jugo.

Últimamente estoy pensando que la extinción es el único camino.  

Mediterráneo

Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron” – José Hernández, “El gaucho Martín Fierro”

 




Publicado el Monday, 13 February 2023



 
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