En lo que hace referencia a quienes han dejado el Opus Dei después de incorporarse temporal o definitivamente, las autoridades de la Obra han revisado los protocolos de actuación. En 2009 crearon dos grupos de trabajo —uno en la sede central y otro en la circunscripción de España— con objeto de mejorar la atención de cada persona. Según Carlos Cavazzoli, vicesecretario de san Gabriel del Consejo General, «nos movemos en tres direcciones. En primer lugar, adoptamos un espíritu de escucha y de respeto al itinerario vital de cada uno, evitando juzgar las intenciones y colaborando en la toma de decisiones. En segundo lugar, deseamos aprender de los errores del pasado y rectificar cuando es preciso: por ejemplo, pidiendo perdón si advertimos que hubo precipitación a la hora de plantear el proceso vocacional de alguien o descuidos en el acompañamiento espiritual. A la vez, nos esforzamos por asistir en los procesos de salida, valorando el sufrimiento tanto de la persona interesada como de los que la conocen. Y, en tercer lugar, dejamos la puerta abierta para que continúe una relación de amistad y de colaboración en lo que esté en nuestra mano: dirección espiritual, formación cristiana, encuentros personales, etc. De hecho, son numerosos los casos de hombres y de mujeres que, después de un tiempo de reflexión, manifiestan que su camino en la Iglesia está dentro del Opus Dei y vuelven a pedir la admisión como supernumerarios y supernumerarias»

El Opus Dei no sólo es una institución violenta por el modo en que oprime las conciencias sino también por el modo en que impunemente vive encubriendo esa violencia con elaboradas palabras engañosas y con un constante discurso de auto-absolución en el que florecen las virtudes.

Esto es importante, porque el Opus Dei sigue ejerciendo su violencia aunque uno se haya marchado.

Violencia que, estando adentro, no siempre se percibía, al contrario, se podía sentir una sensación de bienestar e incluso de felicidad, como quien estuviera anestesiado

Pero una vez pasado el efecto de la anestesia, empezaba el dolor y se tomaba conciencia de la violencia padecida. No sería extraño que quienes vuelven a pedir la admisión, vayan por más anestesia.

E.B.E.