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 Tus escritos: Comentario a la carta de Ocáriz de no se sabe qué fecha.- Antonio Moya

060. Libertad, coacción, control
Antonio Moya :



COMENTARIO A LA CARTA DE OCÁRIZ DE NO SE SABE QUÉ FECHA
Antonio Moya Somolinos, 28/03/3022

 

Una vez más, Ocáriz, muy al estilo opusino, envía y publica en su web una carta el 23 de marzo diciendo que va a enviar otra el 25 pero con fecha del 19 en la que dice que no menciona nada de Predicate Evangelium porque la tenía escrita de antes del mencionado documento pontificio pero asegurando que era del día 19 de marzo.

O sea, que lía las cosas para que los del Opus no lleguen en realidad a saber cuál es la fecha de la dichosa carta. Para el resto de los mortales, es decir, para los que no somos del Opus y no tenemos esas anteojeras, la mencionada carta es del día 25 de marzo de 2022, por una razón sencilla: Es la fecha en la que la ha hecho pública. Lo anterior no era la carta, sino un borrador de la carta sujeto a variaciones hasta el momento mismo de la publicación, en el que ya queda como una foto fija que ya no se puede variar...



En la entrevista que Carlos Herrera hizo al Papa hace meses le preguntó por la Constitución Praedicate Evangelium. El Papa le contestó que ya solo quedaba que le diera una última lectura y que la firmara. Pero al sacar y hacer pública tal constitución, a Francisco no se le ha ocurrido ponerle fecha anterior. La fecha es la del momento en que se ha hecho pública. No sabemos si en semanas o meses anteriores el Papa ha retocado el borrador al que se refería cuando le entrevistó Carlos Herrera, pero aunque no hubiera retocado ni una línea, la carta tiene la fecha en la que se ha hecho pública, es decir, la fecha a partir de la cual el propio autor pierde el control de lo que en ella se menciona porque lo acaba de hacer público, tanto el contenido como la autoría del mismo. Al publicarlo, el autor puede decir, como César: Alea iacta est. Para bien o para mal, lo escrito, escrito está, que decía Pilato, que sabía derecho romano.

Ocáriz tenía preparada probablemente la carta del 25 de marzo. Probablemente pensaba sacarla el 19. Pero tuvo la desdicha de desayunarse con el fatídico artículo 117 de Praedicate Evangelium, sacada por sorpresa la madrugada de ese día, un artículo de una sola línea (¿La incluyó el Papa en el último momento?... No sabemos) que textualmente dice así, en el capítulo referido al Dicasterio del Clero: “El Dicasterio tiene jurisdicción sobre todo lo que atañe a la Santa Sede en cuanto a las Prelaturas personales”.

O sea, en cuanto a la única que existe, la prelatura personal de la Santa Cruz, indisolublemente unida al ente asociativo (o al instituto secular en la sombra) llamado Opus Dei.

¿Por qué Ocáriz no sacó el día 19 de marzo esa carta que tenía guardada en el refajo, y que tenía fecha de 19 de marzo? ¿Por qué dice el 23 que la sacará el 25 pero con fecha del 19 y sin referencias a Predicate Evangelium?

No se reclama la excusa, se aclara lo inoportuno.

Mi opinión es que sí tiene referencia – pero no explícita – a Predicate Evangelium. Es decir, que entre los días 19 y 25, aparte de reponerse un poco del K.O., técnico que le ha supuesto el mencionado artículo 117, ha retocado algo el texto que tenía previsto hacer público el día 19 para adaptarlo a la nueva situación creada tras el huracán – “no pasa nada” – de Predicate Evangelium.

En esencia, lo que ha pasado con Praedicate Evangelium es que él mismo ha quedado con el culo al aire al ponerse de manifiesto la mentira institucional – infidelidad de él hacia sus “hijos” – que viene sosteniendo desde el primer momento de su elección en 2017 en el que apareció ante sus “hijos” revestido de atributos episcopales, como muy bien se ha puesto de manifiesto y se ha explicado hace pocas semanas en OpusLibros.

Como OpusLibros es la publicación más leída en el Opus Dei, Ocáriz ha tenido probablemente que añadir algo nuevo a esa cartita que pensaba sacar el 19 de marzo, ya que lo que decimos con libertad desde OpusLibros, los del Opus Dei no lo pueden decir, pero cabe el peligro de que lo piensen. Por eso, en la carta de Ocáriz del 25 de marzo hay dos párrafos que toman sentido en el momento en que se ha publicado:

El primero es este: “La fidelidad personal a la propia vocación en la Obra está necesariamente relacionada con la fidelidad institucional, es decir, con la permanencia de la Obra como institución en fidelidad al querer de Dios para ella como lo transmitió el fundador. (número 10).

El otro párrafo es este: “Elevo mi alma al Señor también en agradecimiento por la fidelidad de tantas mujeres y de tantos hombres que nos han precedido en el camino y nos han dejado un testimonio precioso de ese vale la pena, evocado al inicio de estas páginas. Nuestro Padre decía que toda persona que se acerque a la Obra, aunque sea por un tiempo breve, tendrá siempre nuestro cariño. Esto lo aplicaba aún más a quienes han estado un tiempo en la Obra y después han emprendido otros caminos; y a quienes en alguna ocasión se hayan sentido heridos, les pedimos perdón de todo corazón” (número 5).

Como puede comprobarse, en el segundo párrafo citado (el del número 5) no se menciona como traidores, infieles o cosa parecida a quienes nos hemos ido del Opus, pero a tenor de lo que se dice en el punto 10, debido a que no hemos tenido una “fidelidad institucional”, se está diciendo de nosotros que no hemos sido fieles a la propia vocación “en” la Obra, siendo el lugar (adverbio “en”) la circunstancia en la que se lleva a cabo esa presunta infidelidad, que al serlo a la vocación (vocación =llamada, y por tanto, como quien llama es Dios), supone infidelidad a Dios.

En una palabra, que largarse de la Obra se identifica una vez más con infidelidad a Dios, que es lo que a todos los que nos hemos largado del Opus nos han dicho cuando revelamos nuestra intención de irnos.

Esto es lo que siempre se ha dicho en el Opus Dei respecto de los que se van, y a Ocáriz le ha traicionado una vez más el subconsciente. También es verdad que a mí, por ejemplo, me importan un pimiento esos reduccionismos de confundir la vocación divina universal a la santidad que Cristo nos dirige a todos los seres humanos por igual, con la pertenencia al Opus, a un grupito a una organización, que ni es vocación ni nada que se le parezca, lo que implica que largarse de él no tiene por qué tener la más mínima relevancia en la vida cristiana de ningún FIEL CRISTIANO. Y lo digo con mayúsculas porque la fidelidad es a Cristo, no a un equipo de fútbol, partido político, cofradía semanasantera o asociación de curas con figura jurídica de prelatura personal.

En esto se contradice Ocáriz cuando al principio de la carta, citando una homilía del Papa, dice esto: “«Nuestra fidelidad no es más que una respuesta a la fidelidad de Dios. Dios que es fiel a su palabra, que es fiel a su promesa»

¿En qué quedamos Ocáriz, la fidelidad es a Cristo o al Opus, es a la Persona de Jesucristo, que es quien llama, o a la institución?

Ocáriz, se te ve el plumero. Y también la preocupación por si hubiera desbandada tras ese huracán de la Predicate Evangelium en donde ha quedado al descubierto tu mentira hacia tus “hijos” y, por tanto, tu infidelidad hacia ellos.

También en el párrafo número 5 dice de algunos de los que se han ido que “se hayan sentido heridos”; es decir, que toma esas heridas como algo subjetivo, no objetivo. No reconoce esas heridas y esos heridos – decenas de miles – que han dejado en la cuneta año tras año como un daño real, objetivo.

¿Pedir perdón a unos supuestos perturbados que subjetivamente se sienten heridos…? Debería reconocer objetivamente esos daños morales reales y pedir perdón -y resarcir- a las personas heridas con nombres y apellidos.

Es curioso que en ese punto 5 de la carta atribuye a san Josemaría una actitud de cariño hacia quienes se han ido del Opus; una actitud que nunca tuvo (recordemos el rollo del rejalgar). Curiosamente no cita ningún texto de san Josemaría que avale esa supuesta actitud. No solo porque no lo hay, sino porque ya se encargaba san Josemaría de sembrar la inquietud, la zozobra y el sentido de culpabilidad y de posible condenación eterna en quienes abandonaban el Opus.

Ya estamos acostumbrados a esa “reinvención” del personaje del fundador que el Opus viene llevando a cabo desde hace años, a base de censurar lo impresentable de su vida y de su figura (que es mucho) y de inventar dichos y modos de actuar que nunca tuvo. Es lamentable que desde una institución de la Iglesia se mienta de esa manera.

Por ejemplo – me dirijo ahora a los que todavía sois del Opus - ¿Os habéis dado cuenta de que ya no os ponen proyecciones de películas COMPLETAS – es decir, de tertulias completas – de vuestro fundador? Lo que veis ahora en los centros son refritos de trozos de tertulias en los que se quitan los trozos que actualmente son impresentables.

No sé si el trastorno narcisista de la personalidad incluye el defecto del carácter de ser un imprudente y un bocazas, pero es evidente para quienes nos hemos tirado en el Opus más de 40 años que san Josemaría hubiera hecho muy bien mordiéndose la lengua en no pocas ocasiones, si hubiera tenido un poco de sentido común y de perspectiva en el tiempo sobre las propias palabras.

Quienes hemos visto multitud de tertulias COMPLETAS de vuestro fundador sabemos que os están manipulando, sobre todo a los más jóvenes, dándoos una imagen distorsionada de vuestro fundador, lo cual es una clara infidelidad de quienes gobiernan el Opus, infidelidad a la verdad e infidelidad a vosotros.

Eso sí, luego son los primeros, Ocáriz a la cabeza, en reclamaros fidelidad institucional, unidad con los directores, obediencia rendida del juicio, docilidad como el barro en manos del alfarero, etc.

Me he enrollado un poco, pero creía necesario este comentario. A Ocáriz, sinceramente, le vendría bien quedarse calladito en vez de hablar de cosas que no practica. Cada vez que abre el pico, la caga.

Antonio Moya Somolinos.




Publicado el Monday, 28 March 2022



 
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