Querido Cafeconsal: con muchísimo cariño te contesto alto y claro:

En mi oración personal (si es que así se puede llamar) delante del sagrario, no sentía paz interior. Después de muchos meses y años me abandoné al Señor. Le entregué, tal y como tu muy bien describes: los sentimientos de estafa, de mentiras, de malos tratos psicológicos,… y un día mi corazón hizo CLIC, y me di cuenta de que NADA VENÍA DE DIOS MISERICORDIOSO.

Era una estafa. Mi vocación se la había inventado el numerario de turno sin apenas conocerme. Profundicé un poco más en esta idea. Después de varias semanas topé de lleno con algo que me costaba creer: la vocación al Opus Dei NO EXISTE. Si llegara el caso de existir, cosa que no es, sería una PERVERSIÓN. Así bauticé este fenómeno: PERVERSIÓN DE LA VOCACIÓN AL OPUS DEI.

Otros muchos pensamientos, establecida ya dicha perversión, asaltaron mi mente. Prefiero en este momento centrarme solamente en algunos de ellos, dada la cantidad y la envergadura de todo lo que viví en esta época. Voy pues a resaltar aquellos que más me afectaron.

Para seguir a Jesucristo, ¿Hacía falta tomar pastillas? Viví acompañado de las pastillas más de una década, y cada cierto periodo de tiempo las dosis aumentaban. Yo ya no era yo. Éramos un “matrimonio con convivencia anómala y defectuosa”. Aunque desconocía la vida fuera, podía intuir que era más difícil que dentro, pero más real, más variada, más heterogénea, más rica, menos monótona. Y algo muy trascendental: con muchas menos mentiras que dentro.

Durante otro período largo de tiempo volví al sagrario. Recé. Pero lo hice a mi manera. Recé con MIS palabras. Recé una oración dialogada y no sólo meditada. Recibí muchas respuestas del Misericordioso: una de ellas fue crucial para mí: tu Señor me has llamado a ser cristiano. Dentro no puedo ser cristiano. En al Opus Dei no se practica el cristianismo. Es más: el Opus Dei no es cristiano. Si “algo” es cristiano en la obra, son algunas de las buenas personas que todavía existen dentro y que por su falta de espíritu crítico, siguen un camino programado.

Sentí que, si seguía dentro, dejaría de ser no sólo un buen cristiano, dejaría el cristianismo. Este fue el Clic definitivo. Me armé de valor y dije BASTA!!!! Dicho así suena como algo momentáneo. No te asustes pero no es así. No te voy a mentir: mis taquicardias me persiguieron. Pero la verdad, no sólo compensa. Anima, te engrandece, te libera, te hace mejor cristiano, dejas de ser orgulloso, altivo, prepotente. Te vuelves crítico, pero con una gran paz. Consulté a un médico no del Opus  Dei. Me informé del porqué de los fármacos, de sus indicaciones, de sus efectos secundarios y contraindicaciones. Eso me dio respuesta a una gran parte de las preguntas que me hacía y los comportamientos que había observado.

Empecé un nuevo camino. En él me siento feliz, libre, sin angustias. Pero eso son los laterales. El centro es que ahora me sentía un verdadero cristiano. Estaba siguiendo a Jesucristo. Ya no seguía al padre ni a don….. Seguía simple y llanamente el evangelio, la misericordia, las bienaventuranzas, el perdón. Ah! y todo ello lo hacía en medio del mundo.

Transpiro paz y felicidad en mi trabajo, con mis amigos. Soy feliz. Me siento querido por Jesús. Mi oración no se limita a los 30 minutos x 2. Todo mi día es oración. Esta sí es una bendición divina. ¡Y no es perversa!

Clic-Clac