EL
FUNDADOR SE ENGAÑÓ A SÍ MISMO
AQUILINA, 23 de septiembre de 2004
Estaba yo leyendo y reflexionando acerca de los argumentos
de la discusiòn de estos ùltimos dìas
entre Galileo,
Salvador y Carmen
Charo, y sin intenciòn de crear una "ideologia"
en la que insertar el fenomeno opus recortando todo lo que
la ideologia no consigue explicar, sino intentando una mera
hipótesis de explicaciòn, se me ocurriò
que esta inconciliabilidad entre "el bien radical"
y "el mal radical" que puede ser el opus segùn
los puntos de vista se puede explicar de otra manera.
En la formaciòn teologal de orientación escolástica
que recibí dentro de la obra hace ya mucho tiempo,
me explicaron que nadie puede escoger el mal por sì,
sino solo engañado por los disfraces que el mal puede
asumir, y esto me parece razonable, por lo que lo voy a aceptar.
Pues, yo creo que sea posible que el Fundador (y los que después
le seguieron, nosotros también) buscaba en principio
algo bueno para realizar en su vida, y coherentemente con
su época, con su educaciòn familiar y cultura,
con sus aptitudes. Este bien lo identificò con el ideal
màs alto a su alcance: el de la santitad.
Esto pasa a cualquier persona joven con un mediano afàn
de exito y de superaciòn, pero aunque sean muy fuertes
dentro de nosotros estos deseos de no malgastar la propia
vida y de hacer algo que vale la pena, hacer autenticamente
el bien no es un juego de niños: hay que tener madurez,
equilibrio, ser plenamente humano. Esto lo intuyò el
mismo fundador cuando indicò que las virtudes sobrenaturales
se fundan sobre las virtudes naturales. Pero él no
daba para esto. A las alturas a las que he llegado en mi conocimiento
de la obra y de Escrivà (también y sobre todo
gracias a esta web que, ademàs que la lectura de libros
silenciados me ofrece continuamente la oportunidad de leer
las colaboraciones de tantos ex y alguna vez de poderme hasta
dialogar directamente con personas que si no, nunca hubiera
podido conocer) creo que es posible que la personalidad del
fundador sea una de estas personalidades -que se encuentran
a menudo por ejemplo en las empresas trabajando por ejemplo
en marketing- de personas màs listas que inteligentes,
muy veloces en captar ideas y conceptos que puedan servir
a sus fines y que saben amalgamarlas hasta conseguir un sistema
de pensamiento que parece nuevo por la mezcla de elementos
que lo componen, pero no es nada màs que un "corta
y pega" de ideas ya existentes.
Lo que al fundador le estropeò todo fueron sus complejos,
sus neurosis, su inmadurez humana que le llevò a transformar
algo que hubiera podido ser sobrenatural (no porque fuera
de "revelaciòn divina" que esto creo que
es casi erético, pues la revelaciòn se acabò
con la muerte del ùltimo de los apóstoles, sino
por la voluntad de agradecer y amar a Dios de los que le iban
a seguir) en una estafa retorcida, complicada y nada de cristianos
corrientes.
Lo que sospecho es que el Fundador en principio no querìa
engañar a nadie, pero fue suficiente que, por error
y por debilidad, se engañara a si mismo para que, en
tiempos y circunstancias como los de la sociedad española
en la epoca de la guerra civil, la avalancha se hinchara y
engordara hasta generar lo que todos conocemos.
No es suficiente que algo se haga por Dios para que sea santo
y lleve a la santidad, los cristianos esto lo saben de sobra.
En este sentido el pecado de Escrivà fue no tanto de
orgullo por ambicionar algo excelso, sino de falta de humildad
y de sentido comùn: que por falta de capacidad introspectiva,
a lo mejor de cultura psicologica, y ¿quien puede saberlo?
de capacidad de escuchar alguna advertencia de alguien con
mayor sabidurìa que él, no se dio cuenta de
que lo que le hacìa falta era un buen psicoterapeuta
que le ayudara a quedarse con los pies en el suelo y sobre
todo que le llevara a activar aquellas partes de su personalidad
màs equilibradas y socializantes: en terminos de analisis
transaccional el adulto, el padre nutritivo y el niño
libre, a cambio de hipertrofizar el padre punitivo y persecutorio
y el niño rebelde, dejando dormir en cualquier caso
el adulto que se relaciona con otros adultos en una relaciòn
autenticamente horizontal, de escucha y respeto mutuo.
Si lo que acabo de ilustrar es posible, entonces el opus no
es "malo de raiz": es algo que hubiera podido ser
positivo como muchas otras cosas de nosotros los hombres,
y que a lo maximo se le puede reprochar de presumir de ser
intrinsecamente sobrenatural sin que esto sea acertado, pero
no la cosa tan ruìn que acabò por ser. Entonces,
¿donde empieza la maldad? Creo yo que empieza cuando
Escrivà no toma en seria consideraciòn la posibilidad
de engañarse (y en consecuencia, dadas sus circunstancias,
de engañar a otros), de no haber dado importancia a
que, con todas sus mejores intenciones, lo que habìa
ideado tenìa fuertes recaidas fuera de lo moral (la
doble verdad, la necesidad de ocultar cosas a la autoridad
de la Iglesia para que su obra fuera para adelante, la necesidad
de negar el acceso a la informaciòn no solo a los de
fuera sino sobre todo a los de dentro, el faltar a muchos
elementales derechos humanos, etc.) y que el fin no justifica
los medios que se ponen por alcanzarlo. En esto Escrivà
no tiene excusas, pues presumìa de su cultura teologica,
de sus estudios y experiencias, hasta de sus doctorados honoris
causa. Un hombre con esta formaciòn doctrinal no puede
no percatarse de que se està alejando, él y
su obra, de los criterios fundamentales de la moral y de la
convivencia humana.
Màs lo pienso, màs estoy convencida de que
el pecado màs grande del opus es la falta de humildad
de Escrivà: nunca tuvo la humildad de dudar de sì
mismo, no con esta duda enfermiza de los acomplejados, sino
con la duda recia y fuerte de los hombres que comparan sus
intenciones con los resultados que sacan. El mismo Evangelio
en el que pretendìa inspirarse advierte que las obras
se reconocen por sus frutos: él tuvo estos frutos ante
sus ojos a lo largo de muchos años: exitos humanos
(obras corporativas y personales, adhesiones de gentes a su
ideal, tantos que le llamaban "padre") y fracasos
espirituales (cantidad de personas que se han alejado de su
obra amargadas, enfermas, aniquiladas, a menudo habiendo perdido
la fe). Algo no cuadra con el evangelio. Ni los demasiados
exitos humanos ni los fracasos con las personas particulares.
A raiz de todo esto, él nunca se preguntó qué
sucedía, nunca tuvo la menor duda de que algo fallaba.
Nosotros creimos en él, pero él ¿a quien
creìa cuando nos aseguraba que la obra era divina?
Es esto que no se le puede perdonar a Escrivà.
Se puede continuar opinando si el opus es o no es una secta.
Yo estoy orientada a que lo es, aunque no creo que en estos
asuntos existan certezas y estoy realmente dispuesta a cambiar
de idea si alguien me persuade de que no. En este momento,
metodicamente, me hace falta que quien me lee asuma hipoteticamente
que es verdad que sea un secta. Yo no creo que las sectas,
y el mal en el opus, nazcan de un trabajo premeditado que
hacen unas cuantas criaturas diabolicas reunidas alrededor
de una mesa. Yo creo en lo que declaraba al principio, que
realmente nadie quiere el mal (la violencia, el embrollo,
la mentira,...) en sì mismo. Escrivà tuvo una
buena intuiciòn a raiz de la lectura del Evangelio:
que los hijos de las tinieblas son màs prudentes, màs
inteligentes, màs... exitosos que los hijos de la luz.
El sintiò el empuje de poner al menos el mismo empeño
en buscar su santidad y lo que segùn él es la
gloria de Dios que los que él consideraba hijos de
las tinieblas. Pero esto del "exito" fue su engaño:
un cristiano puede buscar el exito, pero no como absoluto,
sino sòlo hasta cierto punto. Por conseguir su exito,
y aunque lo identifique con el exito de Dios, un cristiano
no puede hacer cualquier cosa: ni mentir, ni decir verdades
a medias, ni engañar, ni despreciar a los que no pertenecen
a su medio, ni absolutizar sus opiniones bajo pena de pecado
para los que no piensen como él. En su egocentrismo
Escrivà dramatizò excesivamente sus sufrimientos
y dificultades, imaginandose que eran señales de predilecciòn
divina, y no se preocupò del exito material y social
que hubiera tenido que sugerirle que estaba haciendo no una
obra de Dios, sino una obra de hombres y ademàs infelices
y neuroticos.
¿Si todo esto està acertado, es justo o no
"avergonzarse" de haber pertenecido a la obra? Unos
pocos dìas antes de que surgiera esta disputa en la
web, yo y Galileo discutìamos de esto y màs
o menos llegamos a la conclusiòn de que es "normal"
avergonzarse recién salidos del opus, cuando ya no
nos reconocemos en todo el sistema, y tenemos temor -justamente-
de ser juzgados por haber sido de la obra cuando tanto sufrimos
para irnos y, sobre todo, mientras aùn no sabemos en
quien nos vamos a convertir, porque nuestra reconstrucciòn
acaba de empezar. Pero con el paso del tiempo, cuando nuestra
personalidad va madurando, cuando aprendemos a activar nuestro
"adulto" y a asumir nuestras vivencias en el bien
y en el mal, en nuestras responsabilidades pero también
en lo que nuestros sufrimientos nos han enseñado, yo
creo que poco a poco vamos perdiendo esta verguenza porque,
en fin ¡gracias a Dios! fuimos capaces de darnos cuenta
de lo que nos pasaba, fuimos valientes para reaccionar y para
recomenzar desde cero (desde bajo cero si nuestra salud y
situaciòn profesional estaba particularmente afectada).
Esto no quiere decir que voy a hablar de mi historia con cualquiera,
aunque sea murmurador, simplòn, o un enemigo que lo
va a utilizar contra mì. Pero sì que se vuelve
una etapa de mi confidencia con nuevos amigos hablar, entre
otras cosas importante de mi vida, también de esa temporada,
no por necesidad o por coacciòn a repetir, sino porque
me encuentro ya tan distinta de la que era en la obra que
no tengo temor de que quien me escucha no se entere.
Hasta es una temporada que estoy meditando de hacerme un
regalo: el de empezar a firmar con mi verdadero nombre (sin
quitar el nick de Aquilina al que tengo demasiado cariño)
como señal, màs para mì que para los
demàs, de que mi camino de liberaciòn y de asunciòn
de mi misma està progresando.
Y acabo agradeciendo la web y quien la cuida porque si no
estuvierais todos vosotros, lo que leeis y los que escribìs,
pero sobre todo los orejas que velan y publican, todo este
proceso personal se hubiera realizado con mucho màs
tiempo y mucha màs dificultad.
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