ESPERANZA
EN QUE LO OCULTO SALGA A LA LUZ
TLIN, 20 de julio de 2005
Se ha dicho de D. Antonio Ruiz Retegui que cuando fue destituido
como Capellan de la Universidad de Navarra y enviado a Madrid,
estaba ya herido de muerte, como caracol fuera de la concha.
Esta realidad me ha hecho pensar mucho, más aún
después de también leer el texto
inaugural de Antonio Esquivias, quien fue sacerdote
numerario durante muchos años en la prelatura, y ultimamente
al leer la correspondencia y, sobre todo, la
carta de dimisión de Marina.
¿Qué pasa con las personas que sufren atentados
contra su persona por no seguir la praxis de una institución
al defender la verdad, la integridad y dignidad de la persona?
Os acordáis de Alexander Solzhenytsin, quien delató
a voz alta y con pluma de plomo las atrocidades que se cometían
durante el régimen comunista en la Unión Soviética?
Pues cómo él, hay muchos en y fuera del Opus
Dei. Y pasa que cuando cogen la pluma, les sale la verdad
sin disfraces, sin fisuras y con una contundencia aplastante
y aclaradora...
Los que han sido reprochados y castigados por defender los
valores máximos de la Iglesia, en un régimen
totalitario y fanático, acaban haciendo un análisis
muy agudo, resultado de su lucha contra el establishment
y por haber dejado la piel a girones en medio de un sufrimiento
moral excesivo.
A diferencia del comunismo, aquí se trata de de errores
crasos que se cometen en nombre de Dios y por esta razón
son muchísimo más graves. No solo errores, sino
horrores que adquieren nombres inocentes dentro de la gama
de eufemismos creada para "entender" o defender"
a la obra
Los que han sufrido y sufren las injusticias
de la obra en la piel, denuncian un régimen totalitario
que relega la persona al último lugar, enalteciendo
y sublimizando la institución y sus fines de forma
tan obsesiva que acaba siendo irracional y penosamente ridículo.
Hay un enaltecimiento de la obra desde la cúpula hacia
abajo que implica que sus directivos carecen de lucidez para
ver claro que, cuando una institución atropella a la
persona, cuando se sale de los planes de Dios entra en la
estructura de pecado de la que habla D.
Antonio Ruiz Retegui. Si el hombre es la corona de la creación,
nunca jamás es legítimo anularle o minarle
como se hace con las personas en el Opus Dei. Ese forjar una
estructura de pecado, constituye una realidad muchísimo
más grave de lo que puede parecer a primera vista.
Sin darse cuenta, el Opus Dei produce auténticos mártires
de la Iglesia, porque con su régimen mata y anula lentamente
a un gran número de personas de buena voluntad,
y lo hace en nombre de Dios. ¡Gran paradoja!
La violación de las consciencias es algo a lo que
Juan Pablo II se opuso y por lo que luchó con todas
sus fuerzas durante su entera existencia. Lo había
vivido en su propia piel y conocía las consecuencias
y las secuelas nefastas que conllevaba. Por eso se enfrentó
y encaró con enorme aplomo a Jefes de Estado y a otras
personalidades así como entidades que fomentaban, toleraban
e institucionalizaban la manipulación de las consciencias.
Si quienes salen del Opus Dei expresan con una coincidencia
casi universal sus experiencias traumáticas, es porque
la obra hizo algo con ellos, movió y destrozó
los ladrillos estructurantes en las personas, magulló,
hirió (a veces de muerte) a personas que salieron lesionadas
y accidentadas en mayor o menor grado. En algunos casos mató.
El hombre puede desfigurar la verdad, puede ocultar la verdad
y puede mentir, como se hace de forma personal y colectiva
mediante el silencio institucional. Con todo, lo maravilloso
es que la Verdad habla por si misma y ya está hablando
no solo en estas páginas sino en la jerarquía
de la Iglesia de formas diversas. Y la verdad seguirá
hablando sola y por boca de muchos, porque no hay idioma
para la verdad, como dice un cantautor cubano muy conocido
(Silvio Rodriguez).
Y si Marilies Kucking o D. Javier Echevarría leyeran
esto (lo cual estoy seguro que nunca harán) dirían
qué esto es una difamación, qué calumnias
se están diciendo, "cuántas piedras se
tiran a nuestra madre guapa la obra" etc. Esa imagen
de la obra equiparándola a la Virgen, me hace recordar
el conocido cuadro que el fundador hizo pintar, con la Virgen
protegiendo con su manto a un pilar de piedra con el escudo
de la obra. Yo diría que se trata más bien de
una ilustración de los esfuerzos de la Madre de Dios
por proteger a los miembros de la Institución contra
los errores (aunque a veces bien intencionados), las injusticias
y los ultrajes que el régimen del Opus Dei causa a
tantos de sus seguidores.
Se podía decir: Señor perdónales,
porque no saben lo que hacen, pero lamentablemente sí
que hay algunos que saben muy bien lo que hacen, pero
no quieren ver o callan. Y la soberbia colectiva en la cúpula
de la obra, la intransigencia tan poco santa por disociada
de la verdad y de la realidad, ha forjado ya durante demasiadas
décadas una estructura de pecado que no puede ni debe
persistir en el seno de la Iglesia. Su propia naturaleza exige
que se de un cambio radical.
Con todo, lo último que se debe perder en esta vida
es la esperanza y creo sinceramente que la esperanza muere
unas cuantas horas después de nuestra muerte física
ya que es como el trampolín que nos lleva de esta vida
a la otra. Pienso que la esperanza jamás se tiene en
vano y menos cuando se trata de pedir, exigir, y esperar de
la jerarquía de la Iglesia que una institución
que ha forjado el primado de sus fines por encima de todo
y se obstina en una irresponsable destrucción de personas,
sea corregida o eventualmente suprimida para que no se dañe
más en nombre de Dios a gente que con ilusión
y buena voluntad han querido y quieren dar lo mejor de si
a Dios y a la Iglesia, pero entran en un laberinto aniquilador
y sin salida.
La esperanza reside en que la verdad siempre habla y hablará
por si sola
y todo saldrá a la luz del día
como ya está sucediendo.
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