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CORRESPONDENCIA

 

Viernes, 11 de Julio de 2014



Fisac sobre Escrivá.- E.B.E.

Decía Fisac en su última entrevista: «Escrivá quería hacer una cosa buena pero le salió muy mal». Pese a lo que muchos podrían creer, lejos de ser una abierta crítica, puede ser una de las defensas más favorables a Escrivá, llegada la última instancia. Allí Fisac salva la intención de Escrivá y, si algún día, investigaciones oficiales llegaran a la conclusión de que indudablemente el Opus Dei salió muy mal, el testimonio de Fisac muy bien podría salir al cruce y salvar a Escrivá: al menos «quería hacer una cosa buena».

Desde luego Escrivá está canonizado y –según tengo entendido- Fisac no fue llamado a declarar en el proceso que llevó a Escrivá a los altares. Paradójico sería que, con el paso del tiempo, el Opus Dei se viera en la necesidad de acudir al testimonio de Fisac para salvar a Escrivá.

Ahora bien, a partir de lo dicho por Fisac, podría decirse lo contrario. A Escrivá le salió muy bien lo que hizo; la pregunta, entonces, sería si realmente quiso hacer algo bueno.

Escrivá se propuso crear su Opus Dei y lo consiguió. Hoy sigue en pie y hasta ahora no ha recibido ninguna crítica, censura o intervención pública (que haya salido en los diarios, digamos) por parte de la Iglesia, como sí la han recibido otras instituciones. Públicamente, el Opus Dei sólo ha recibido aprobaciones. Goza de un poder de influencia importante y, a pesar de la cantidad de personas que ha abandonado la institución, sigue funcionando y no presenta rasgos de crisis interna (al menos públicamente). Es cierto que Escrivá no logró todo lo que quería (el episcopado, la prelatura nullius, etc.), pero logró bastante, incluso obtuvo su propia consagración personal a través de su canonización.

Obsesionado por la eficacia, Escrivá alcanzó gran parte de las cosas que se propuso y deseó. Durante el tiempo que vivió, fue un hombre exitoso, e incluso su éxito trascendió su muerte hasta adquirir el título de santo. Al parecer, muy pocas cosas le salieron mal o contrariamente a sus ambiciones.

¿Por qué dice Fisac, entonces, que a Escrivá «le salió muy mal» lo que quiso hacer?

¿Será acaso:

-          por la cantidad de personas que abandonó -y abandona- la institución a lo largo de los años;

-          porque la salida fue/es generalmente traumática en muchísimos casos;

-          por la cantidad personas que se deprimen a lo largo de los años en la institución;

-          por el fraude vocacional (presentando una vocación religioso-conventual como si fuera netamente laical);

-          por la falta de separación entre gobierno y dirección espiritual;

-          por la falta de ayuda a la hora de la salida;

-          por el vaciamiento personal que se experimenta a la hora de la salida;

-          por la gran cantidad de gente que, en definitiva, es perjudicada por el Opus Dei?

Pues, desde la mirada de Escrivá, ninguno de esos elementos –y tantos otros- es signo de que algo le saliera mal. Todo lo contrario.

En primer lugar, Escrivá no admitiría dichos problemas, errores, o daños provocados bajo su responsabilidad. Tal vez, en la intimidad, podría aceptarlos y justificarlos como costos necesarios o inevitables, no como defectos. Todos los miembros tenían que quedarse lo más posible –hacer el esfuerzo- y los que se iban, pues, era sólo culpa de ellos, no del Opus Dei. Escrivá, cero culpas y el Opus Dei, una obra de Dios sin defectos ni manchas, como todo lo divino.

Escrivá construyó una organización a su medida. Eso hizo, y le salió muy bienLo que falta resolver es la siguiente pregunta: ¿quiso realmente hacer algo bueno?

Por eso, a la hora de criticar al Opus Dei, creo que sería un error dar a entender que con un par de reformas sus problemas de fondo estarían solucionados. Las reformas parciales servirán de muy poco, para el caso del Opus Dei. Es fundamental preguntarse por el objetivo real que tuvo Escrivá -y produjo tantos daños- a la hora de crear dicha institución, pues por ese objetivo fue sacrificada la salud espiritual y material de tantos individuos, hasta llegar a diversos grados de destrucción personal. Ese sentido es el que hay que reformar para que cualquier otra reforma sea viable y luego creíble. De ese sentido se derivan los daños más importantes, y de su reforma provendrán grandes beneficios.

E.B.E.





Uno de casa ejemplar.- resopón

En el centro de estudios era habitual tener tertulias con gente de casa ejemplar que nos demostraran lo maravilloso que es ser laico en medio del mundo con el ejemplo de sus vidas, obras y milagros. Era una manera de definir esa cosa tan difícil de definir como es la vocación de los numerarios que es para lo que, en definitiva, estábamos en el centro de estudios. El formato era siempre muy parecido: planazo de los sábados, después de la meditación, en el salón grande y con opción a invitar a los "chicos-de-san-rafael" con lo cual, se mataban dos pájaros de un tiro: se formaba a los numerarios y teníamos plan-de-san-rafael para tener chicos en casa, meterlos en la meditación, ver si se les pegaba algo y a ver si pitaban de una vez.

Las tertulias eran "muy de hombres", para demostrar que "no somos monjas" y por ello se permitía algún taco que otro, se fumaba (se fumaba mucho, compulsivamente, diría yo... que para eso "Nuestro Padre" obligó a Don Álvaro a que empezara a fumar para, a su vez, demostrar, que no eran monjas).

Entre los invitados de pro, gente de casa ejemplar, contamos con D. Luis Valls, presidente entonces del Banco Popular, profesores universitarios diversos, por supuesto directores de la delegación y políticos... entre ellos, Juan Cotino. Juan Cotino, creo recordar, no era numerario sino agregado, pero fue invitado porque "la vocación es única". No recuerdo una palabra de lo que este señor nos pudo decir pero imagino que nos hablaría sobre su vida heroica consistente en madrugar para ir a misa diaria, dónde y en qué circunstancias rezaba el rosario y cómo se las arreglaría para hacer corrección fraterna a sus queridos hermanos del centro al que estuviera adscrito. hablaría, seguro, de cómo hacia apostolado y proselitismo entre sus compañeros de profesión y, por supuesto, hablaría de lo importante que es para alguien de "casa" ser un profesional de prestigio para ser "anzuelo de pescadores" y demás florituras al uso.

Pues bien, me sorprende que no hay día que no abra el periódico y me encuentre con noticias sobre este tipo "de casa" ejemplar. Y, para muestra, un botón:

- "Cotino, entre el fervor y el escándalo", publicado en El País, el 6/07/2014. 

- "Cotino vaciaba geriátricos del Consell y llenaba los de su sobrino", publicado en El Mundo, el 1/07/2014.

...Y muchos, más que se pueden encontrar, simplemente, haciendo una búsqueda. Eso sí, no deja de llamar la atención que, en su propia página web, dedique un apartado a "humanismo cristiano". 

Sí, sin duda, no éramos monjas. Los del Opus no son monjas. Qué es lo que son... es su auténtico problema.

resopón





¿El Opus Dei es un pecado contra el Espíritu Santo?.- Ravelo

Cuánto miedo le tenia yo a pecar contra el Espíritu Santo.

Si usted es uno de esos presbíteros o teólogos del Opus Dei le ruego que me oriente.

¿No es absolutamente pretencioso calificar de "ordinario" el trabajo de cualquier católico que no sea del Opus Dei, aunque hayan recibido el mismísimo sacramento del Bautismo?

¿No cree usted que el famoso pecado contra el Espíritu Santo se puede explicar de una manera muy sencilla diciendo?: El pecado contra el Espíritu Santo es simplemente no pedirle perdón a los demás y por añadidura a nuestro Padre Dios que también habita en los demás.

Porque si realmente creyeran en el Espíritu Santo, estarían abiertos a recibir a Jesús no solamente en la especie del Pan y del Vino, sino en la especie favorita del mismo Jesús, en la especie de cada uno de los hijos de Dios, como bien lo hizo San Juan XXIII, invitando a todo el mundo a su casa en el Vaticano para empezar una nueva amistad.

Eso que hizo san Juan XXIII, invitar a todos los cristianos y no cristianos al Vaticano para dialogar y reavivar una gran amistad, eso es la mejor muestra del sacramento de la reconciliación, poniendo realmente a Jesús en el centro de su existencia.

Ravelo




 

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