CORRESPONDENCIA

Viernes, 09 de Octubre de 2009

Decirte Alameda que me alegró un montón volver a saber de tí.

Con fecha 1 de Junio escribistes con el titulo de " Me fuí porque no quería irme" después de 33 años tenías un gran sentimiento de culpa, a los pocos dias contestastes con "gratitud" a los que te contestamos y seguro a todos los que por OpusLibros pasamos de alguna manera mas o menos como tú, con dudas y pesares, que con el paso del tiempo van quedando atrás, eso sí, aún siguen sonando muchas cosas en nuestros oídos y por diversas circustancias pasan por nuestra cabeza momentos y situaciones que nos pesan y nos dan rabia, como tú cuentas en tu último escrito sobre tu "último dos de octubre".

Una piensa, aún con el paso de los años, porqué no me decidiría antes, pero no podemos darle al Rewind para rebobinar parte de nuestra vida, lo vivido ahí está, intentar sacar lo positivo, tal vez nos hizo mas fuertes todo aquello, y pienso que tener culpa o no nosotros, es algo que ahora ya no me planteo. Lo que si soy consciente es que mi capacidad de decisión era muy escasa, además me encontraba durante años tomando medicación, y siempre digo que la mayoría de las veces pensaban por nosotras. Si todos teníamos que obedecer, mucho mas las nax que no dábamos un paso sin que nos contralaran hacia donde iban.

Por eso digo que cada una/o en sus circustancias estaba metido en ese mundillo de ir y venir, de entrar y salir, de obedecer aunque no guste... y de correr como bien dices, que a veces ni te daba tiempo en pensar por una misma.
 
Asi que a tí te pasó como a tantos, hasta que un dia se colmó el vaso y nos dimos cuenta y sacamos fuerza de a saber donde y dijímos que nos largamos.

Bueno hay que pensar que nunca es tarde si la dicha es buena, y creo que para nada as sido una cobarde, a pesar de los pesares y de lo que te costaban las cosas como tu dices, de esas carreras, ese llegar a todo tan justa de tiempo... y todo lo que cuentas, estoy segura que lo hacías pensando en Dios y lo hacías por Él, por lo tanto que no te pese eso.

Seguro que en muchos casos fuístes heroica aunque nadie te lo reconoció, lo digo al hilo de lo que cuentas.

Has hecho muy bien en contarlo y quemar esa etapa de tu vida, ahora a tirar para adelante, y ya verás como cada dos de octubre lo irás viendo mas lejos hasta que se te pase el dia, este año se me pasó a mi por completo ya que estaba de vacaciones.

Gracias a esta Web cada una/o puede contar lo que quiera, como quiera y cuando quiera, a cada uno le llega su momento y eso es muy bueno.

Que sigas siendo muy feliz y disfrutes mucho de la vida, de tu nueva situación en la vida.
Un abrazo

Maries

Calandria:

Creo que no es un tema de equiparar significados sino actitudes.

Defender una idea con un TIC o atacarla con un TIC siempre es negativo, aunque sea una respuesta o una reacción.

Es como el ojo por ojo, pero intelectual, que raro.

Me dan un argumento absurdo y respondo con otro absurdo, pero si no eres absurda no respondas de modo absurdo.

Defender a la Obra con un TIC es tan negativo como atacarla con un TIC.

Yo no caeria en ninguna de las dos cosas porque no me gusta actuar con TICS.

Lo que quiero decir es que las ideas se defienden con la razón y que si hay personas que las atacan por manía, bronca, resentimiento o lo que sea, que puede pasar, no respondas tu de la misma manera, porque tanto tu como ella perderan argumentos.

Te equiparas entonces a esas personas que tu crees que atacan por TIC haciendo lo mismo.

Hablemos de ideas.

Obras son amores y no buenas razones, pero a la hora del discurso las buenas razones son indispensables.

Naranjas

Señora Achón, de entrada le diré que yo no puedo decir “que ni soy del Opus Dei, ni tengo nada que ver” como reitera en su escrito (7-10-09). Pero obviamente usted manifiesta interés por el Opus Dei, motivo por el cual ha accedido a está página Web.

Comenta a renglón seguido el apoyo y el cariño recibido por el equipo del señor Enrique Rojas. Permítame que me cuestione no la sinceridad de sus palabras, sino qué trasfondo oculta la aparente manifestación, diríase que hasta cristiana, que da el señor Enrique Rojas a su proceder.

Aun cuando no confío plenamente en mis juicios y apreciaciones personales, puedo afirmar sin demasiado temor a equivocarme que las apariencias engañan. Las cosas no son lo que parecen, los socios del Opus Dei no son más que utilería y ahí es donde aparece el señor Enrique Rojas, socio supernumerario del Opus Dei.

Señora Achón, valora positivamente la relación con el equipo médico porque hay intereses compartidos, pero desconoce los intereses del señor Enrique Rojas en lo que a su persona se refiere.

Comentaba una histórica numeraria del Opus Dei, Encarnita Ortega, que a ella le costaba mucho hasta dar un vaso de agua a alguien que no pudiera aportar algo a la Obra.

Señora Achón, ateniéndonos a que, el no dar nada a cambio es doctrina en el Opus Dei, su situación es crítica.

Señora Achón, perdone la dureza de mis palabras. Menciona en su escrito ser madre de varios hijos. ¡He aquí cual será su moneda de cambio!

Es conocida la endogamia existente en la Obra a efectos de captar nuevos miembros, la mayoría proceden de supernumerarios o personas afectas a la Obra.

Usted acaba de dar el primer paso. 

HP

Me atrevo a hacer algún comentario a la “trifulca” aparente que han estado manteniendo Isabel y Atomito, sin ánimo de prolongar los rounds ad infinitum. Digo aparente porque pienso que ambos tienen parte de razón, aunque me inclino a alinearme más con el segundo por mi propia tendencia a huir de la casuística y establecer la discusión sobre cuestiones de principio. No obstante, a favor de la primera diré que un cúmulo de casos comprobados y contrastados pueden conformar un principio sobre el que basar un juicio, al menos en el fuero externo.

Atomito prefiere no pertenecer a un grupo de resentidos, y reconozco que ese mismo temor ha pasado por mi mente aunque sin atormentarme, pues nunca me he sentido parte de ningún grupo sino una individualidad, y podría afirmar que lo aprendido en la Obra –libertad y responsabilidad personales– fue reforzando día a día esa mi conciencia.

Ahora bien, sería ingenuo pensar que ningún colaborador de estas páginas esté libre de resentimientos. Pero, desde luego, no soy yo quién para juzgar quién sí y quién no: ese juicio está reservado para Dios y para cada uno consigo mismo. Cierto es que las formas externas de expresarnos sobre el comportamiento de otros pueden dar pie a conjeturas sobre lo que realmente mueve nuestras afirmaciones, y eso es inevitable.

Si alguien está totalmente convencido de lo que dice, que lo diga. Y si otro piensa que ese alguien carece de todos los datos y puede estar rozando la calumnia, que lo diga también. Para mí lo importante es reflexionar previamente del bien o del mal que pueda derivarse de lo que decimos y decidir después con libertad (libertad de cuyo uso tendremos que dar cuenta). A mí se me escapa en muchas ocasiones cuál pueda ser la frontera entre la crítica y la difamación, y eso sí que me preocupa: me preocupa sobre todo en mí, más que en los demás.

Por eso pienso que la crítica despiadada a la Obra y el deseo de que nadie se acerque a ella encierra a veces una actitud semejante a la que se desea combatir, y contiene una cierta carga de paternalismo. Además, hará que muchos acaben juzgando lo que no conocen y otros se sientan justificados sin quizá merecerlo. Y lo que empezó siendo una crítica fundada acabaría en un burdo prejuicio, un lugar común: una generalización y, como tal, injusta y opuesta a la riqueza de matices de cada individuo.

Yo, desde luego, no me arrepiento de haber pasado casi cuarenta años de mi vida en la Obra. He aprendido mucho y bueno. Lo que no he visto tan bueno –que ciertamente lo ha habido, y no son simples anecdotillas– lo cuento sólo a quien pueda entenderlo. En lo personal podría quizá quejarme de que ha reforzado en exceso mi confianza en los demás, pues ser tan confiado me ha hecho recibir más palos que una estera. Y es que en esto no aprendo... y quizá sea que no quiero aprender. 

Nota de Agustina.- Como una participante más de esta web, que es lo que soy, aprovecho para copiar unas palabras de Flavia de su escrito "Los remedios de la Obra" que van en la línea de lo que yo pienso: "me parece un problema el que se califique a los testimonios de algunos ex miembros como "amargos" o "resentidos". En todo caso, la pregunta es: ¿hay una "forma" o debería haberla, una suerte de "criterio de expresión para ex" que se derive de algún vademecum y que habría que observar (por fuera de los de la urbanidad)?. Entiendo que los modos en que las personas se expresan no sólo deben leerse desde sus estados de ánimo o peculiaridades de carácter, también resultan indiciarias de los aspectos de la personalidad o la afectividad, o la racionalidad, que son vulnerados cuando se acciona o se reprimen ciertos resortes de la condición humana. Tomando en cuenta, además, que nuestra reunión cibernética es algo singular, no hay espacios para el estilo, porque la Obra no es algo simple, ni fácil: en todo caso, nuestras experiencias plantean un primer desafío, la posibilidad de hablar, uno segundo, la posibilidad de comprender, uno tercero, la de ayudar, acompañar y consolar; siempre, la de curar y curarnos". Si alguien está dolido, enfadado, resentido o decepcionado con la obra, tiene todo el derecho a escribir lo que siente, igual que quien ha superado esas fases. Es mi opinión. Un abrazo. Agustina.

Queridos Orejas,

y al final, todo viene a resumirse en esto: tanto sufrimiento para qué?

Un abrazo,

Carocha

Enhorabuena a Job Fernández por su excelente trabajo de investigación. Aquí va mi pequeño comentario referido a la vocación sacerdotal:

1.- Jose María Escriba no tenía vocación sacerdotal, y sin embargo se ordenó sacerdote.

2.- Sólo los numerarios que no manifiestan desde un principio su vocación sacerdotal pueden ordenarse sacerdotes, al contrario de lo que sucede con los que sí la manifiestan, que no pueden hacerlo.

Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Adelante.

Hola,

La verdad no me considero un experto en el tema Enrique Rojas. Solo conoci de su existencia en la Obra a traves de algun libro que publico sobre la personalidad: ¿Quien eres?; y otro sobre temas sociales: El hombre light. Ambos de gran acogida en la region que me toco padecer. ¡Ah! Y ademas aparece una entrevista que le hace Jose Luis Olaizola en uno de sus libros pro-opus.

De su propia pagina web se deduce que Enrique Rojas es un hombre perfecto y, de acuerdo con Blanca Achón, solo una mentalidad torcida se atreveria a cuestionar tal verdad tan palmaria. Ademas, Enrique Rojas se ha comportado como un caballero con ella y por eso se siente obligada a escribirnos a este sitio web.

Una investigacion propia, no muy profunda, sobre el particular me llevo a los siguientes sitios web.

1. El del propio Dr. Rojas: recomiendo la lectura de su biografía-articulo-periodistico

2. El de un detractor: interesantisima documentacion (por ejemplo esta)

Una busqueda muy sencilla en la web de la Universidad Complutense arroja los resultados que se pueden ver en la figura.

En resumen si se busca a esta persona en la Complutense el buscador da este mensaje:

"Resultado de la búsqueda solicitada 0

Ningun registro encontrado" 

En una busqueda mas detallada en el sitio de la Complutense, en particular en la pagina web del Departamento de Siquiatria de la Facultad de Medicina el Dr. Rojas brilla por su ausencia.

Pero el Dr. Enrique Rojas Montes insiste en su pagina web que si es Catedratico de Siquiatria la Universidad Complutense de Madrid (ver la propia web y esta captura por si esto desaparece). Igual el hecho de que el Dr. Rojas siempre ha alegado esa afiliacion es innegable visto el sitio 2. de mas arriba.

Que cada quien saque sus propias conclusiones. A lo mejor le toca a la Complutense actualizar su sitio web y a mi pedirle disculpas al Dr. Rojas (Ya me baje un capitulo de su libro contra la depresion :-)).

Saludos,

Australopitecus

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