Hace tiempo se pudo ver una película –La isla– que reflejaba bien parte de lo que es la vida en el Opus Dei. El argumento trata de un lugar aislado y artificial en el que se encuentran muchas personas que no conocen otra realidad fuera de aquella en la que están inmersas, y a las que se les ha hecho creer que el mundo exterior a la isla es un mundo destruido y contaminado, donde no se puede sobrevivir. Pero resulta que los habitantes de la isla son clones de personas de la vida real, destinados a la muerte como donantes de órganos para trasplantar a sus dobles. Los ciudadanos de la isla viven en un entorno materialmente cómodo, pero virtual, completamente vigilados y sin libertad para decidir sobre su propia vida ni para salir de aquel lugar.

Muchos fuimos los que relacionamos todo esto con lo que sucede en el Opus Dei, ya que al nacer o “pitar” en la Obra se recibe una formación eclesial-religiosa, una configuración mental, que uno piensa que es la auténtica doctrina de la Iglesia, cuando, en realidad, no es así. Por ejemplo, en la Iglesia está prohibido imponer un director o directora espiritual, e incluso la misma dirección espiritual. Está prohibido que los responsables del gobierno de una institución sean a la vez los que llevan la dirección espiritual. Y está más prohibido aún exigir una completa apertura de la intimidad a los superiores y hacer informes a partir de lo conocido mediante esa dirección de conciencia.

En la Iglesia se respeta el ámbito de conciencia; la dirección espiritual es libre porque Dios así lo quiere: cada uno la tiene si quiere, cuando quiere y con quien quiere. Por lo tanto, la praxis del Opus Dei en estos aspectos es contraria a la ley eclesial, porque implica un sometimiento completo de la persona a la institución, conculcando la autonomía de conciencia de la que todo cristiano debe gozar, y dejando aislado e inerme a cada miembro frente a una omnipotente institución; pero también por la difamación que supone revelar la intimidad confiada en el acto de acompañamiento espiritual. 

Estas prácticas fraudulentas, y otras más, han sido dolosamente ocultadas a la autoridad eclesial. Y, a los mismos miembros, siempre nos habían parecido algo bueno porque −según se nos decía- eran parte del espíritu de la Obra y voluntad de Dios para nosotros. Pero, como eran lejanas a la verdad, el engaño tenía que acabar destapándose ante los miembros de la Obra y ante la Santa Sede.

Con mayor o menor lucidez, muchos fieles de la Prelatura empezamos a cuestionar nuestra confianza ilimitada en ciertas prácticas de nuestros Directores. ¿O es que nunca hemos tenido la impresión de que algo no iba en nuestra vida porque asfixiaba nuestra libertad? Posiblemente, eso lo atribuíamos a los requerimientos de la entrega. Pero la entrega a Dios no asfixia, sino que libera. ¿Entonces?

Y no me extrañaría que esa disconformidad haya acabado trascendiendo a la autoridad de la Iglesia. Porque, ¿qué está pasando ahora con el Opus Dei? ¿Por qué el Prelado insiste en que recemos por el Papa y sus colaboradores? ¿No se deberá todo esto a que la Santa Sede esté poniendo su mano sobre las irregularidades de la Obra, que las hay -¡y muchas!-, como ya lo ha hecho con los Legionarios y con otras instituciones?

Si fuera así, no se podría decir que el Opus Dei esté siendo perseguido. Con ello tampoco se estarían negando las cosas buenas que esta institución ha realizado. Se trataría, simplemente, de que se estaría examinando todo lo que la Obra está haciendo mal. Y es que en el Opus Dei se cometen errores graves porque se vive una realidad virtual, principalmente en cuanto a la figura del fundador y a la historia de la institución. Ya hay abundantes pruebas para concluir que la Obra de Dios no es en realidad tan de Dios, y que la historia que nos han presentado poco tiene que ver con la verdad de los hechos. Es duro comprobar que uno ha sido engañado en estos puntos, tan decisivos para la propia visión del Opus Dei. Pero así es. Tan duro como ha sido para los Legionarios descubrir la verdad sobre su fundador y sobre su organización. Pero, no lo olvidemos, la verdad hace libres.

No hay que tener miedo a la verdad sobre la historia real del fundador y de la Obra. A unos esta verdad les llevará a seguir en el Opus Dei, pero abandonando los aspectos no compatibles con la fe católica. A otros, en cambio, les llevará a dejar una institución en la que, sin saber explicar por qué, no acababan de sentirse a gusto. Pues hay que decir que también existe vida fuera de la isla de la Obra. Y una vida hermosa. Que irse, cuando uno ve que no es lo suyo, no es ninguna traición a Dios ni a nadie. Más aún, puede ser el modo de servir mejor a Dios y a la Iglesia: como le sucedió a un amigo que tuvo que saltar de la barca del Opus Dei -como San Pedro el día de la tormenta en el lago-, para poder avanzar sobre las olas y encontrarse verdaderamente con Jesús y con su vocación sacerdotal, que se le negaba dentro.

Que cada uno siga los dictados de Dios a través de su conciencia. Y si ve que debe marcharse, es importante que tenga en cuenta que no existen razones “sobrenaturales”, cara a Dios o a los demás, para permanecer a disgusto; y que hay personas dispuestas a ayudar –psicológica, emocional, laboral y económicamente– en lo que puedan a los que salen en condiciones difíciles.

Por lo demás, si alguno o alguna puede facilitar a la autoridad eclesial documentos y praxis internos, que no dude en tomarlos antes de que los destruyan, pues hay que suponer que la Iglesia y sus instituciones se rigen por normas públicas debidamente aprobadas, y no por reglamentos secretos.

Es de justicia expresar estas ideas por si pueden ayudar a los que están dentro de “la isla”, para que sepan lo que está pasando y en manos de quién se encuentran. 

Sinmiedo

Amigos, es la primera vez que contacto con todos vosotros. Si bien es cierto que conozco la web desde hace tiempo.

Hoy quiero ser breve. Solamente daros unas pinceladas de quién soy; retazos de mi paso por el Opus Dei; porqué, cómo y cuando me fui; etc.

El día 25 de noviembre de 1966 (santa Catalina de Alejandría), viernes, justo cuando cumplía catorce años y medio, solicité la Admisión como Numerario. El mismo día y mes del año 2008, martes, salí de mi casa, por la mañana, para nunca más volver. Ciertamente, elegí ese día como recuerdo del primero, pero todo estaba organizado, pensado y premeditado. Recibí ayuda de un buen amigo (ex numerario), de mi familia y otros amigos de la infancia que nada han tenido que ver con el Opus Dei. Desde entonces hasta el presente he ordenado mi vida fuera (tengo un año sabático, con excedencia en mi trabajo): poniendo al día aspectos legales (testamento, mis padres, casi nonagenarios, aún viven); saludando al sol cada mañana de forma distinta. En fin, que ya estoy fuera, aunque haya sido dando un portazo que ha levantado muchas ampollas. Conociendo el percal, tendrán sus justificaciones y creerán descubrir los verdaderos motivos. Sé, por ejemplo, que una persona que está en Roma ya ha dicho que ahora se explica cómo dije no al Padre (don Álvaro) cuando me pidió que me ordenase sacerdote.

Después de cuarena y dos años, me fui con lo puesto (tampoco eran muchas mis pertenencias), mi documentación y el anillo de mi fidelidad porque fue un regalo de mis padres.

Parafraseando a san Pablo, ahora sí que dejé atrás el hombre viejo, pues tuve la valentía y, sobre todo, la ayuda, de afrontar una realidad que deseaba pues, como he dicho antes, la fecha elegida supuso el inicio, pero latentemente ya estaba fuera del Opus Dei hacía tiempo.

He de ser honesto y dejar sentado que atrás quedan muchos, muchos años vividos con alegría, con intensidad y de muchos de ellos no me arrepentiré nunca. También, que dejo en el Opus Dei mucha gente buena que conozco de su sufrimiento y que seguramente no saben ni se atreven a dar el paso que yo he dado. Muchos de ellos conocen esta web. Desde aquí, desde ahora, les ofrezco mi ayuda en todos los sentidos.

Recién acabados mis estudios civiles, me fui a Roma. Allí conocí a san Josemaría (los dos últimos años de su vida), a don Álvaro del Portillo y a don Javier Echevarría.

Bien, esta ha sido mi breve introducción. Más adelante, continuaré con otros relatos.

RaúlL

6 - Tras mi marcha del Opus Dei a la “francesa” vino la búsqueda y la venganza

Carlos F., 15 de abril de 2009

A los 32 años de edad, tras madurar previamente la decisión durante dos años, me marché como numerario del Opus Dei a “la francesa”. Dos días antes de la fiesta de S. José recogí mis pocas pertenencias en una maleta y algún dinero que previsoramente había ahorrado de mi trabajo profesional, dejé una carta muy escueta y fría al director de mi centro comunicándole mi marcha y sin que nadie lo notase me fui… para siempre del Opus Dei

Sabiendo que me iban a buscar por todos los sitios, me fui de la ciudad en que vivía en el Opus Dei a la que vivía mi madre, recientemente viuda, pero por supuesto no se me ocurrió ir a vivir a su casa sino que me fui a vivir a un hostal cuya dirección no comuniqué a nadie, ya que efectivamente el Opus Dei inició una búsqueda frenética para intentar localizarme y someterme al “tercer grado psiquiátrico de locura”... 

Tengo varios días indagando sobre que es una numeraria y todo lo que al opus refiere y estoy horrorizado, sobre todo porque mi cuñada de apenas 21 años nos dijo hace 2 dias que se va a unir a este "grupo", el dolor embarga a toda la familia ya que nos tomo por sorpresa.

Existe algun grupo en Caracas, Venezuela, donde podamos contactar a una ex numeraria para poder reunirnos con ella?, para saber lo que es verdad y sobre todo para que ella tenga otro punto de vista?

Si pueden ayudarme se los agradecería

designer

Estimado BuenLadron,

Estaba esta mañana leyendo la actualización de Opuslibros con fecha de ayer y entre las muchas notas me tope con tu escrito. Un parrafito por acá otro por allá y efectivamente que divertido y simpático tu relato, ascética, mística y sexo un buen cóctel. El caso es que según iba leyendo tu escrito pensaba como para mi "esto no me cierra". Y termine de leerlo y no me cerro. Así que opte por levantarme de mi silla salir de mi oficina y pararme un poco para pensar por qué tu escrito no me cerro. Y la verdad es que termino donde siempre. Como se puede decir que algo es lo mejor del mundo mundial y a la vez ver y descubrir que eso mismo (como institución) dejo, deja y si no cambia la cosa dejara cientos de cadáveres por el camino.

Entiendo de tu buena voluntad, fe y buen rollito pero no, no me cierra tu escrito. Lo siento, pero mientras encuentre gente a mí alrededor sufriendo las consecuencias del Opus Dei me veo en la obligación de reclamar por ellos. Como dicen las madres y abuelas de la Plaza de Mayo en la Argentina " Ni olvido Ni perdón: Justicia". Eso de la Obediencia Debida y Punto final para los desaguisados del Opus Dei, no va.

En todo caso te felicito por tu nueva vida y me alegro de corazón de que pudieras recomponerla. Desafortunadamente muchos que estuvieron dentro no pueden decir lo mismo.

Un cordial abrazo. Javier

PD: El doctor Sarrais de la Clínica Universitaria!!  Veo que siguen utilizando el mismo método para todos. Y que siguen recetando los mismos medicamentos. No existe en España alguna Institución, Colegio de Medicos, Abogados o algo que ponga el cascabel al gato de la cuarta planta de la Clínica Universitaria?. Una autentica aberracion a la deontologia medica. Habría que pedir al Juez Garzon que si quiere estudiar algunos casos de violaciones de lexa humanidad se de una vuelta por Pamplona.

Para durero

Lei tu carta del año 2003, y llore, te entiendo perfectamente, pero veo que todo es muy reciente para ti, se que vas a estar bien, y muy feliz, me gustaria saber que paso despues.

CLGR

No sabía que las palabras escritas pudieran generarte miedo, “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. Imagino que para generar ese “miedo” dichas palabras tendrían que venir acompañadas de la posibilidad de causar “riesgo” o “daño” mediante alguna acción. Como eso es imposible, tú sabrás si dices la verdad cuando acusas de que los míos dan “miedo”. Me parece un argumento pobre, falso y sentimentaloide, que exhibes para crear una tendencia en el lector favorable a tu opinión. Allá tú...

Llegué a la conclusión de que necesitaba dejar de ir a la obra por un tiempo para pensar mejor en todo lo que sentía y que no me era muy claro. Seguía pensando que yo tenía toda la culpa y por más que le pedía a Dios que me iluminara, no tenía respuesta. Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo más segura estaba de pedir permiso para no ir unas semanas. Pensé que con eso y mis oraciones con Dios podría salir de tanta confusión.

Una de las cosas que más me indignaban era el saber que las numerarias no se podían casar. No me cabía en la cabeza semejante cosa. No sabía toda esa política a ciencia cierta, pero muchas veces pensé que no era justo ya que no eran monjas (según me habían dicho en la obra) pero al final de cuentas pensaba que si ellas lo habían aceptado así antes de entrar a la obra, ya no era cuestión mía. Qué mal informada estaba...

Hace tiempo que vengo leyendo las disputas sobre la fe, en buena parte suscitadas por las aportaciones de Atomito. Me parecen muy interesantes y, en cuanto tenga tiempo, seré feliz de participar en ellas. Sin embargo, me parece que hacen un flaco servicio a una de las más importantes finalidades de opuslibros. Lo voy a decir directamente y sin rodeos: si quienes tengan el deber de revisar al Opus Dei leen opuslibros y llegan a la conclusión –falsa, pero posible- de que sus colaboradores son ateos o agnósticos, opuslibros perderá inmediatamente su valor testimonial.  La base está en el argumento de que nada puede aportar a la fe quien ha renegado de ella. Mi sugerencia, por tanto, es que se evite en lo posible hasta la impresión de que esta web es una web contra la Iglesia, característica cuya necesidad vieron con claridad desde el principio sus creadores. O dicho en positivo: concentrémonos en el Opus Dei, y hablemos de la fe en cuanto que conectada con nuestro paso por la Obra.

Heraldo

Hola Luccas

En primer lugar siento no poder atender tu demanda de contenerme ante quien me tilda de mentiroso y llorón.

En segundo lugar, esta web no tiene una línea oficial, cada uno escribe lo que quiere y lo enfoca como le parece oportuno, en cambio, el opus dei si que tiene una línea oficial claramente definida y de la que sus miembros  no se pueden desviarse un ápice.

En tercer lugar estoy de acuerdo contigo en que cada uno debe opinar desde el respeto lo que considere oportuno, pero el problema es que el opus dei no quiere opinar, debatir sus puntos de vista ni confrontar experiencias, ni en esta página ni en ningún otro lugar, para que van a hacerlo si ellos tienen la Verdad. Curiosamente los insultos que se escriben en esta web provienen exclusivamente de miembros y simpatizantes de la prelatura.

Por último, si por "aires de libertad" te refieres a los últimos escritos del diplomático y el machote en los que lo único que hacen es llamarnos mentirosos, enfermos y llorones, humildemente te propongo que revises tu concepto de libertad y de paso el de opinar con respeto. Por cierto que de imposición en cuanto al pensamiento el opus dei sabe un rato largo.

Un saludo

Luis (el valedor enmascarado)

Playa de "Los Coceores" Pulpí. (Almería) España. Foto anónima.

Andaba yo a vueltas con el enredo estéril en que me he metido con Daniel_M y me he topado con un consejo que me brinda a modo de colleja Don Miguel de Unamuno desde uno de los cuadernos de su Diario Íntimo:

            “No discutas nunca; Cristo nunca discutió, predicaba y rehuía toda discusión. No rebatas nunca las opiniones ajenas porque eso es querer aparecer más fuerte que tu prójimo y domeñarlo. Expón con sinceridad y sencillez tu sentir y deja que la verdad obre por sí sobre la mente de tu hermano; que le gane ella, y no que le sojuzgues tú. La verdad que le profieras no es tuya; está sobre ti, y se basta a sí misma.”...

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