CORRESPONDENCIA
29 de noviembre de 2003
29-11-2003
Hola!
Entré a su página por simple curiosidad...
Me llamó muchísimo la atención... Yo
soy Super-N... Quisiera preguntar muchas cosas, pero no sé
si deba hacerlo... De cualquier manera les respeto muchísimo
por expresar abiertamente sus opiniones y jamás he
pensado que porque alguien decida libremente irse, vaya a
ser un infeliz.... ¡Por supuesto que no!
I.M.
(Es cierto que, perteneciendo al Opus Dei, no se esté
acostumbrado a encontrarse con personas que han estado en
la institución. En la Obra, como sabrás, no
te hablan nunca de los que se fueron y si lo hacen, siempre
hacer ver que nos fuimos porque no fuimos generosos o porque
no supimos vivir la pureza -es decir, que nos enamoramos de
alguien-, o porque teníamos problemas mentales. Además,
intentan silenciar los libros que expresan un punto de vista
diferente al oficial, así que difícilmente un
miembro de la Obra podrá tener información real
de por qué se fueron los que nos fuimos. Puedes hacer
las preguntas que estimes oportuno y escribir sin miedo a
la web, porque nosotros no desvelamos nunca el nombre de las
personas que escriben, a no ser que lo pidan expresamente.)
De circunspectos y positivos
Uno sigue leyendo con interés y simpatía correos
y relatos en la web. Es interesante encontrar un lugar abierto
a opiniones dispares y debates intensos, particularmente en
este momento de lenguajes y opiniones únicas que nos
está cayendo en suerte.
Bien merecería la pena un análisis estilístico
de cada escrito, tal vez por aquello de que el estilo
es el hombre, y su reverso: el estilo es precisamente
aquello que no es el hombre. Lo que sucede es que daría
para una tesis, y no hay tiempo para tanto.
Sólo me gustaría hacer referencia a la carta
de Matrix (27.11.2003),
que me parece una compleja composición retórica,
rica en circunloquios, cláusulas exculpatorias, parábolas
y demás artificios escolásticos. Finalmente
el lector despistado en la maraña descubre que se trata
única y exclusivamente de exponer una enardecida defensa
del Opus Dei, institución que finalmente queda identificada
con Dios y con la Iglesia Católica, como corresponde.
He comprobado que casi todos los escritos que utilizan este
género de lenguaje (mentaremos, cómo no, al
inefable y popularísimo José Carlos) desembocan
en conclusiones afines.
Y digo yo: ¿no sería más fácil
realizar esos apoyos a la institución en debate de
forma más sencilla y directa? Naturalidad, muchacho,
naturalidad, que toda afectación es vana, que
decía el otro.
En realidad, las argumentaciones de esta índole, pretendidamente
sibilinas, resultan de un candor notable.
Pues eso que decía Quevedo: ¿No ha de
haber un espíritu valiente?/ ¿Siempre se ha
de sentir lo que se dice?/ ¿Nunca se ha de decir lo
que se siente?...
Queridos orejas: sigan manteniendo este espacio de libertad
de expresión, que cada día van quedando menos.
Lástima que la temática se circunscriba al Opus
Dei, porque en muchos otros ámbitos de la realidad
cada vez se siente más la necesidad acuciante de debate
abierto.
Un cordial saludo
Ántrax
algo que decir
Hola,
pienso que os habéis pasado un poco con vuestras declaraciones.
Toda persona puede hacer cosas -en ocasiones- no demasiado
correctas. Pero dais una visión parcial de lo que es
el Opus Dei y de quien fue su fundador. El Opus Dei ha ayudado
a muchísima gente.
Entiendo vuestra situación ante el Opus Dei -no la
comparto en absoluto- pero no hace falta "encarnizarse"
tanto con algo con lo que vosotros/as estáis totalmente
enfrentados. Siempre he pensado que cuando las cosas no funcionan
o no han funcionado, siempre es más cómodo echar
la culpa a los otros y en ocasiones a aquellos que ya no pueden
hablar.
Una postura más honrada es pensar qué parte
de culpa tengo yo en esa falta de entendimiento o enfrentamiento.
Me parece que podría estar segura de que la gente del
Opus Dei no ha hablado tan mal de vosotros como vosotros lo
estáis haciendo de ellos o de la institución.
En fin, en algún momento nos daremos cuenta de quién
ha actuado con más honestidad, más autenticidad,
más veracidad.
Os saluda atentamente,
Susana
Acabo de leer el testimonio
de Ñam Ñam y ha sido uno de esos escritos que
de verdad te dejan satisfecho por la descripción detallada
de como es la vida del numerario oscuro en España.
Sé qué tipo de numerario eras, amigo, y desde
aqui te mando mi admiración.
Yo nunca llegue a esas cotas de trabajo y dedicación,
pero la vi en otros.
También sentí exactamente lo que tu mencionas,
de tener que decirles a tus padres que no puedes verlos mas
tiempo por lo ocupado de la labor, cuando en realidad yo me
estaba aburriendo como una ostra y viviendo como un señorito.
Me trajo recuerdos, en particular, la explicación
de cómo se mandaban cifras y estadísticas a
la delegación. Después de escuchar en las charlas
de formación inicial que "en la Obra no nos interesan
los números", a medida que vas pasando tiempo
en las distintas labores llega un momento en el que parece
que lo unico importante son los números.
El mejor caso que recuerdo, es una combinación impresionante
de la importancia de las cifras y la total falta de respeto
por la intimidad de la conciencia.
Durante varios años viví en un colegio mayor
universitario. Había misa diaria, por supuesto, pero
los domingos se realizaba un esfuerzo especial para que todos
los residentes (mas o menos el ochenta por ciento no eran
de la obra) se presentasen en la capilla para la misa: los
numerarios llamabamos a las puertas de sus habitaciones, se
ponia musica muy alta en el patio... Al acabar la misa, antes
del desayuno, los numerarios nos pasábamos por el cuarto
del director, que tenía una planilla en hoja cuadriculada
con los nombres de todos los residentes. Uno por uno, repasábamos
la lista y él ponía una marca para mostrar que
el susodicho habia estado en misa, y otra si había
comulgado. Evidentemente, si no había comulgado, ahí
tenías tu siguiente misión: averiguar por qué,
y tratar de llevar al sujeto a confesarse.
Ejemplos de la importancia de los números los hay
a patadas, pero este me pareció uno de los más
claros.
Abrazos,
MC.
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