DIECISIETE
AÑOS EN EL OPUS DEI
Testimonio de un ex numerario de Estados
Unidos
(Traducido por Hormiguita, Dionisio y Galileo)
versión
original en inglés
Obediencia
La obediencia en el Opus Dei se edifica alrededor del concepto
de identificarse con la mente del Padre. La palabra se refiere
ambiguamente tanto a Dios Padre como al Prelado, puesto que
el Prelado habla básicamente como la voz de Dios para
el Opus Dei. De manera similar, esto recuerda un elemento
clave en la vida de Jesucristo, cuando El ora en el Huerto:
"Padre... no se haga mi voluntad sino la tuya."
(Lucas 22,42)
La obediencia está ligada con el concepto de Unidad.
La unidad con el Padre y sus directores es una de las tres
pasiones dominantes definidas para todos los miembros del
Opus Dei (las otras dos son dar doctrina católica y
dirigir almas). Con el argumento de la Unidad, nadie habla
nunca en público contra la Obra o sus directores. Si
tienes una queja se supone que debes hablar en privado con
tu director inmediato y confiar que eso basta para que se
resuelva satisfactoriamente. Si alguien rompe esta Unidad,
los miembros han sido instruidos para no escucharle, reportar
el suceso al director y corregirle. Cuando uno hace la Fidelidad,
hace una promesa solemne de vivir la Unidad durante el resto
de su vida.
El Opus Dei usa un proceso gradualista para meterte en las
redes de la obediencia. Al principio te dicen que en el Opus
Dei hay libertad humana y profesional. Cuando empiezas a confiar
en ellos, te van apretando más explicando que la verdadera
libertad consiste en escuchar a Dios y seguir su voluntad
en tu vida espiritual y en el apostolado. Como Dios rara vez
te habla directamente, el director que el Opus Dei te asigna
se convierte en la voz de Dios para ti. Así llegas
a aprender que la obediencia no está limitada por las
directrices que explícitamente te de el director, sino
que una completa obediencia es el deseo de responder al gran
amor de Dios tratando de discernir lo que el director quiere
y hacerlo antes de que él tenga que decirlo. Uno va
aprendiendo mediante prueba y error a buscar e identificar
los indicios y pistas que te señalan ese tipo de obediencia.
Este proceso con frecuencia deja a las personas en un estado
de incertidumbre por no saber cuándo tienen que obedecer,
pero se aprende que uno debería tener la generosidad
de espíritu para dar siempre al director el beneficio
de la duda. Entonces, en los momentos de sensatez , un director
se mete en los terrenos que yo llamo de superstición,
cuando dice que si tu no obedeces en todos los detalles, no
estás cumpliendo y transmitiendo a otros fielmente
las tradiciones vivas del Espíritu del Opus Dei que
fue infaliblemente revelado a nuestro santo Fundador, quien
sufrió tanto para fundar el Opus Dei, como cuando cruzó
los Pirineos durante la guerra civil española teniendo
puesto precio a su cabeza sacerdotal, en medio del invierno,
en el frío, con zapatos inapropiados, comiendo alimentos
en mal estado, etc., etc., etc.
También aprendes que la verdadera obediencia no pone
condiciones, y que cuando eliges obedecer a las "indicaciones"
del director, debes responsabilizarte personalmente por ello.
Es una violación a los fundamentos del espíritu
del Opus Dei y una grave falta responsabilizar a un director
por algo que se te dijo que hicieras. Es una estructura obediencial
montada de tal manera que hace posible que se pueda negar
que existe como tal. Se espera que los miembros muestren su
voluntad para ofrecerse a si mismos en obediencia a Jesucristo
en innumerables detalles que cada uno comenta con su director
cuando tiene la dirección espiritual semanal, llamada
"charla" o "confidencia". A continuación
se exponen algunos ejemplos de cosas que se suponen que yo
debía interiorizar con espíritu de obediencia
y unidad:
-No debía sentarme en la cama para ponerme los zapatos;
en lugar de eso debía hacerlo sentado en una silla;
-Durante un tiempo, se me pidió hacer la cama cada
mañana después de remover antes todas las
sábanas porque esa era la "manera profesional"
de hacerlo según mi director había visto en
un hospital;
-Se me pidió que no caminara directamente a la puerta
principal de nuestra casa, sino que diera una vuelta e hiciera
una ruta más larga a través del jardín;
-Se me dijo exactamente como debía cambiar mi caligrafía
cuando escribía los ítems de ciertas cuentas
que yo manejaba;
-Se me dijo que nunca cerrara una puerta empujándola,
la forma correcta tenía que ser girando la cerradura;
-Había una puerta a la que me estaba prohibido mirar;
nunca compré mi ropa sin la compañía
de un director que aprobase el gasto, supervisara que era
lo más económico, lo más adecuado a
mi estatus y lo más apropiado para mis actividades
apostólicas;
-Me dijeron que el domingo por la mañana no era
el momento adecuado para cortarme las uñas.
Se puede ver por qué el Opus Dei necesita sus propios
sacerdotes, quienes entienden el "espíritu"
del Opus Dei y ayudan a controlar a la gente sujetándoles
estrechamente en el sacramento de la confesión.
Una vez que el Opus Dei te ha atrapado, las posibilidades
de liberarse se encuentran seriamente limitadas. Todos regularmente
asisten a un círculo -una clase de formación
dirigida-moderada por un director que explica constantemente
el "espíritu de la Obra", de forma que todos
aprenden la manera oficial de explicar y hacer las cosas.
Para los numerarios, el círculo es semanal. La continua
indoctrinación verbal enfatiza los siguientes puntos
sobre la obediencia:
-En la obediencia no hay cosas pequeñas;
-No hay opciones en la obediencia; toda desobediencia tiene
el mismo valor;
-Hay que confesarse de las desobediencias porque son pecados
graves;
-Los directores son el único criterio para decidir
lo que es obediencia o desobediencia;
-El mandato más fuerte en el Opus Dei es "por
favor" (pero si el director dice "por favor"
y tu no haces lo que dice, desobedeces);
-Si el director grita en lugar de pedir "por favor"
la culpa es tuya por ser tan estúpido o tan testarudo
de no reconocer tus obligaciones;
-Uno siempre debe obedecer al director, incluso si pide
algo que va contra otras normas o el espíritu del
Opus Dei (por ejemplo, siempre obedece primero y pregunta
después);
-Toda obediencia viene de Dios. Estatutos de 1950, n. 154,
dice, "Nuestra obediencia tiene que ser universal;
tiene que ser pronta; tiene que ser alegre; no sabe distinguir
entre Superiores mayores y menores; no tiene otro poder
que el que viene de Dios. Por eso, cualquiera que obedece
al más bajo Superior, se somete a sí mismo
al gobierno de Dios."
El Fundador escribió en su librito Camino, (n. 625)
"Tu obediencia no merece ese nombre si no estás
decidido a echar por tierra tu labor personal más floreciente,
cuando quien puede lo disponga así." En otro
punto escribió (n. 620) "Si la obediencia no
te da paz, es que eres un soberbio."
El Fundador enseñó que los miembros debían
tener absoluta confianza en su director y uno no debería
estar preocupado si siente que está dividido en partes,
como si su cabeza estuviera en el alféizar de la ventana,
sus manos bajo la cama y un pie colgando de la lámpara.
Los directores constantemente echan mano al clásico
espiritual que habla de "la noche oscura del alma"
-que se aplica a la oscuridad de seguir ciegamente las indicaciones
de tus directores. Uno de los más famosos sermones
del Fundador citado cada año en la fiesta de la Epifanía,
adoctrina a los miembros sobre cómo los Tres Magos,
aunque dejaron de ver a su estrella, viajaron a ciegas, perseveraron
buscando al Niño Jesús en Belén y por
ello fueron premiados.
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