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¿EL 'BUEN' PASTOR?

NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años en la obra

-El " Buen Pastor" (4-5-2004)
-La madre de sangre (6-5-2004)
-La sangría de los agregados (20-5-2004)
-No hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer de las publicaciones internas (26-5-2004)
-El truco (30-5-2004)
-El Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar dentro con el corazón fuera (1-6-2004)
-Automóvil para todos (4-6-2004)
-La guillotina (5-6-2004)
-Más, más dinero (7-6-2004)
-La pobreza del Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración (15-6-2004)
-Hacerte mayor (17-6-2004)
-La suerte de tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada (21-6-2004)
-Una casa que no es tu casa (22-6-2004)
-La toalla (23-6-2004)
-Vaya cara (25-6-2004)
-Calzador de dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico para Isidoro (28-6-2004)
-El "ejemplo" de un mayor (29-6-2004)
-El cadenal Herrera no autorizaba al Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho (11-7-2004)
-Los ricos accionistas (13-7-2004)
-Usar y tirar (16-7-2004)
-Los ojos de los directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor (20-7-2004)
-Dulcísimo precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio (24-7-2004)
-El opus pierde 500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño (6-8-2004)
-El santo polivalente (9-8-2004)
-Miedo a los directores (16-8-2004)
-Las sombras dolientes (20-8-2004)
-Atraer a los populares (25-8-2004)
-Vocación de segunda (27-8-2004)
-El corazón y la cabeza (29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad (1-9-2004)
-El control anual de la mente (3-9-2004)
-Un efímero cumpleaños a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores graves (29-9-2004)
-El gheto de los agregados viudos (4-10-2004)
-La travesía del desierto (13-10-2004)
-El beso (17-10-2004)
-Medallero (22-10-2004)
-Malas notas (27-10-2004)
-Intención sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos (5-11-2004)
-El ombligo del mundo (14-11-2004)
-El magnetofón del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada (26-11-2004)
-El misterio de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito

 


¿EL 'BUEN' PASTOR?

Hace cinco años que dejé la Obra y no me arrepiento. Estuve dentro casi treinta y cuatro años. La mayor parte de mis amigos y mi familia me felicitaron por el paso dado. La pena es de no haber salido antes. Era una asfixia. Gracias por vuestra página que he descubierto hace unos pocos meses.

Pensé que los que habían sido mis "amigos" desde hacía treinta y cuatro años eran mis amigos. Ahora, el ochenta por ciento de esos "hermanos" de los que me encuentro por la calle no me saluda. Dicen de la esfinge de Egipto es muy fría. Ellos son hieráticos. Eso sí, decían que eran mi familia. ¡Cuánta risa falsa he tenido que aguantar dentro de la obra cuando he pertenecido a la prelatura! ¡Viva la caridad cristiana que ellos pregonan! Vamos, para todo lo contrario. Bendita la hora en que he salido.

Eso sí, en nombre de la "sinceridad salvaje" que ellos pregonan, diez meses antes de mi marcha advertí al director del centro que estaba pensando irme al director del centro. No me hizo ni caso. Ellos decían que el director del centro era "el buen pastor".No lo ví por ninguna parte. Después que me fui, al cabo de seis meses, a través del que había llevado mi charla o confidencia, me comunicó que quería hablar conmigo. ¡Qué "Buen Pastor"!. A ese paso, los lobos andan más de mil kilómetros sin que nadie les frene. Cuando se presentó el libro 'Ser mujer en el Opus Dei", se insinuó desde la presidencia que podía haber alguien espiando. Allí estaba. Os diré que se llama Rafa y no tiene corazón. Inmediatamente lo delaté. El lobo-supuesto "Buen Pastor" se vistió de cordero y no abrió la boca. Por lo que se ve quería informar de nuestra reunión a quien se le hubiera encargado.

La gente de la obra piensa que está abriendo su alma al "Buen Pastor" y lo que está haciendo es abriendo la boca al enemigo. Un día conté a el persona que llevaba mi alma una cosa que me había sucedido. Creí que hablaba solo con él. Al día siguiente me llamó el director del centro y me cambió de persona. Por lo que se ve había corrido la voz. ¡Menuda "sinceridad salvaje"! A ese paso sacan matrícula de honor sin haber estudiado.

Una vez que sales de la obra no sabes ligar. Tienes que partir desde cero. Tenía dentro casi todos los amigos y fuera había pocos. De todos modos, no me arreepiendo de haber tomado esa decisión. Ahora hago mi vida y disfruto de ella. Eso no obsta para que os diga que me han dado la espalda los que he encontrado fuera y que en su día fueron compañeros de fatigas pero ahora no quieren saber nada. La cosa es más dura cuando tienes más de cincuenta años y solo interesas a poca gente.

Desde fuera me he dado cuenta que el opus, que tanto habla de la crisis de los demás, tiene una sangría permanente. A título de ejemplo os diré que cuando yo me fui, abandonaron el opus seis agregados que llevaban cerca de treinta años dentro de la supuesta familia (por algo será). Hace poco se ha ido otro de esos mismos años que me ha contado que uno, que aún queda, le ha advertido del peligro que soy. Pue seguiré siendo peligro, pues prefiero ser esta persona que no un supuesto "Buen Pastor", que es un lobo que se viste con piel de oveja.

Ahora que han pasado más de treinta y cinco años desde que pité, os diré que en aquellos tiempos éramos más de ochenta agregados universitarios. De aquellos, ahora solo quedan cinco. ¡Hasta el sacerdote del centro y varios celadores (directores espirituales laicos) se fueron! La mayor parte de los que en los primeros tiempos se hiceron de la Obra en el colegio Tajamar hoy ya no son de la obra. Eso no se cuenta. Por orden de pitaje, yo me acuerdo de Daniel (tenía cruz de palo de la ermita de Molinoviejo, que daba el fundador a los primeros de obras corporativas), Laureano, Fernando José, David, Eugenio, Miguel Angel, Pepe, Garbi, Juan, otro Pepe... Vamos lo que ellos dicen: van a terminar como "el Rosario de la aurora". Seguiré otro día. Todo es empezar.


La madre de sangre

Dije adiós a la obra después de casi 34 años. De 1981 a 2000 estuve cuidando a mi madre de sangre, alternando mi trabajo profesional con el cuidado de ella y llevar un grupo de supernumerarios, la mayor parte de los cuales eran mayores de 70 años. Estaba muy contento, pero en los últimos años mi dedicación e ELLA (mi madre de sangre) se puso muy difícil, al tener más de 82 años y necesitar de mi calor y compañía. Por ello, pedí que me libraran de la atención a esos "hermanos" para poderme dedicar a la persona que me trajo al mundo, que falta le hacía. Sin embargo, paso a detallar lo que sucedió. Fueron las últimas gotas que llenaron el vaso de algo que llevaba diez años pensando.

Pues bien, el primer año que lo planteé me dejaron el encargo de sólo dos supernumerarios mayores. A título de ejemplo diré que durante el tiempo que tuve este encargo raro era el año que alguna de esas personas mayores no moría. Les quería y me querían. Sin embargo, en el centro de la obra solo se acordaban de ellos cuando morían, para intentar conseguir alguna posible herencia --así sucedió más de una vez--, cuando antes no les habían hecho caso. Se me rompía el alma y no es un decir.

En la opus se suele decir que ellos son nuestra familia y la familia de sangre ocupa un segundo plano. Sé que intentarán rechazarme esto, pero es cierto. Mi madre me pidió que estuviera más con ella, pues me necesitaba. Así lo reflejé y planteé dejar cualquier encargo apostólico. El agregado mayor del que dependía directamente, me invitó a que me ayudara mi hermano en cuidar a mi madre, pero esto tampoco era posible. En vista de ello, optó por invitarme a mandar a mi madre a una residencia. ¿Qué os parece?

A la persona que llevaba mi charla fraterna, le comenté que había encontrado una señora que podía cuidar por la tarde a mi madre, ya que, por las mañanas, había una asistenta, que le hacía compañía. En consecuencia, le anuncié que iba a reducir la parte del sueldo que les entregaba cada mes. La respuesta del celador fue rápida: "Que lo pague tu madre de sus ahorros". Mostré mi extrañeza por tal actitud, a lo que mi interlocutor respondió: "Te va a dar lo mismo. Cuando muera la vas a heredar".

Cuando dejé la obra dejé claro al celador que uno de los motivos por los que abandonaba la prelatura después de treinta y cuatro años era eso. No me gustaba cómo había tratado a mi madre de sangre, que es mi verdadera madre, no la opus por mucho que lo pregone en charlas y diga que es santa. La persona que llevaba mi alma aseguró que tal afirmación no tenía importancia y era solo un comentario. ¡Pues vaya comentario! ¡Qué poca gracia tenía!

La tarde que dejé la obra lo tenía claro. No se me olvida aquel centro, en el que en uno de los pisos residían los numerarios y en otro nos reuníamos los agregados. En la residencia teníamos meditaciones en el oratorio y poco más. Me sentía totalmente desplazado. No olvidaré que no podía comentar nada de mi trabajo profesional de relación con muchas personas, porque era objeto de pitorreo. A ello se añadiía que yo era de una edad superior a los demás y quedaba un poco sin trato de ellos. Eso sí, una vez más, entregué mi sueldo mensual y solo me quedé con una pequeña parte para sacar adelante mi casa. Algún día comentaré más detalles que merece la pena que se sepan.

Al encontrarme con mi madre le comenté que se había acabado todo y había abandonado la obra. Añadí los detalles de los que querían que mandara a mi madre a una residencia y que la bendita persona que Dios me puso a mi lado pagara a la señora que le cuidaba por la tarde. ¡Bendita la hora en que tomé la decisión! Ella, (mi madre) me comentó: "Si esa es tu decisión, me parece bien. No te podía decir que no estaba de acuerdo con la obra, pues respetaba tu libertad".

Para la gente de la obra, ésta es su familia. No saben lo engañados que están. Si leen esto, que abran los ojos. Dos o tres socios de la obra supieron el fallecimiento de mi madre, aunque luego lo hayan negado. Ninguno fue al entierro. Otros, principalmente del gobierno de la obra en España, me escribieron cartas muy duras por no habérselo dicho, a la vez aue expresaban su pésame con frases de serie de las que llos tanto usan. Claro, el funeral de mi madre fue oficiado por el Secretario de la Conferencia Episcopal. Había que guardar las apariencias en las relaciones con los obispos. El monseñor, que sabía mi abandono, me preguntó si había alguien del opus. Le hice ver que no, pues no los había invitado. Si no fueron al entierro, no había por qué invitarles a la ceremonia religiosa. Pienso que con esta carta de opuslibros.com me van a terminar por proscribir para siempre. No me importa.

Uno de los que se decían mis "amigos", antes de morir mi madre, me manifestó: "La relación de amistad ya no es lo mismo". Ni falta que me hace. Ahora vivo solo y soy muy feliz. Poco antes de morir mi madre, me compré un apartamento en la playa con los ahorros que me habían ido haciendo mis padres. Es mi sitio de escape y uno de los lugares elegidos para cuando me jubile.

Al salir de la obra, lo hice con una mano delante y otra detrás. No tenía casi dinero (ellos no te dan nada, solo saben pedir). Sólo el de mi sueldo profesional y los ahorros con los que me compré el apartamento. Iba a ahorrar para decorarlo. Pero Dios es muy bueno. Me fui en octubre de1998 y en las Navidades de 1999, por ir a buscar a mi madre a un sitio de diversión, me tocó el segundo premio de la lotería nacional, que adquirí a una señora que estaba allí. Era una cantidad ligeramente superior a lo que me había costado el piso. Al tener noticia del hecho, uno de mis amigos me dijo: 'Te ha tocado una doble lotería, la de Navidad y... la de dejar el opus". ¿Verdad que es cierto?


LA SANGRÍA DE AGREGADOS

Hace poco tiempo escribía que el opus tenía una sangría de vocaciones en todos los campos, pero yo me refería especialmente al de agregados del centro 'Recoletos 5' (había uno para mayores en el número 19 de la misma calle). Citaba el caso de que pocos quedaban de los primeros agregados del Colegio Tajamar. Ahora me reafirmo en todo lo dicho, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos que he vivido.

En los centros lllamados "de mayores" donde estuve antes de irme el 28 de octubre de 1998, nos fuimos en un período de dos años seis agregados, todo ellos con una perseverancia cercana a los treinta años en el opus. No es que el centro al que pertenecía --Amaniel, en la calle Federcio Rubio de Madrid-- fuera un hospital para "incurables", sino que poco a poco nos íbamos "despistando" (en la obra se diría 'despitando').

Como uno anda mucho por la ciudad de Madrid, tengo ocasión de encontrarme a muchas personas, algunas de las cuales me cuentan lo que pasa. Este es el caso de un amigo mío al que no veía hace años que me ha revelado que se acaba de ir un agregado que llevaba más de 35 años en la opus. Seguía practicando su fe cristiana, pero dentro de la prelatura no aguantaba más.

Hace cerca de un año, abandonó la opus en un centro madrileño otro agregado de más de 38 años dentro, al que todavía no se ha dado la baja definitiva, aunque, eso sí, se le ha amenazado con hacerle un monitum por rebelarse. A los tres días de morir su madre, el celador (director espiritual) que llevaba su vida interior le dijo que era de sentido común que cediera a la obra parte de su herencia. Después ha insistido varias veces en lo mismo, a lo que el abandonante no ha hecho caso. También le aconsejó que fuera a un psiquiatra --por supuesto de la obra-- para que le dictaminara. Sin embargo, el protagonista se rebeló y acudió a un psiquiatra de la medicina pública, que determinó que no había nada anormal en la situación.

Cuando el que se le había muerto su madre dijo en la dirección espiritual que deseaba ir a una residencia de agregados --en Madrid existen en la calle Luis de Salazar, Leñeros, en el barrio de Moratalaz y en Húmera, cerca del colegio Retamar, obra corporativa del Opus--, el celador le contestó que la obra no era una agencia de colocación y que, por lo tanto, se buscara la vida. El afectado no aguantó más y salió por piernas. No ha vuelto. Como se ve, el tener asegurada la vejez es cosa de selectos, aunque en la obra se hable de que está asegurada.

El primer nombre que recibieron los hoy conocidos como agregados fue el de 'supernumerarios internos'. Así me lo manifestaron los dos primeros que se incorporaron: Paco Navarro (con cruz de palo, por ser el primero en toda la historia de la obra y Rafael Poveda. Los dos, que pertenecieron en la Prelatura hasta el final, ya han fallecido. El primero que pitó con el nombre de oblato fue Paco Uceda, que presumía de haber sido carterista y recordaba que el fundador le había dicho que le "había robado no la cartera, sino el corazón" (¡qué frase más buscada!).

Pues bien, esos primeros formaron parte de la concentración de oblatos de toda España que se produjo en Madrid en los años cincuenta, de los que un elevado número de ellos no perseveraron. Hasta hace poco tiempo algunos de ellos aún se iban de la obra.

Un cosa con especial relevancia se produjo cuando un día el fundador determinó que quería que se ordenaran como sacerdotes un grupo de tres agregados. Hubo un primero que se apuntó y luego no perseveró, por lo que fue sustituido por otro que tampoco perseveró. Otro, que se dedicaba a la fotografía, incluso terminó los estudios, pero no pudo ordenarse, pues no estaba solucionada la regulación jurídica de la prelatura, cosa que no se produjo hasta 1982. El tercero del trío era Juan Soria, ex supernumerario de Valencia, que murió en Madrid a consecuencia de un ataque al corazón en los años 80. También tenía terminados los estudios.

Esta falta de perseverancia entre los agregados no es nueva. Todos sabéis que el primero de la obra no perseveró. Según se deduce de las biografías oficiales de la prelatura, se llamaba Pepe, y abandonó su pertenencia al enamorarse de una joven que frecuentaba una iglesia de Madrid en los años treinta. Uno de los confesores puestos por Escrivá, le aconsejó que puesto que le gustaba aquella joven, dialogara con ella. Pasado el tiempo, el fundador dijo que aquellos sacerdotes habían sido su "corona de espinas". Uno de ellos, don Heliodoro, secretario de Fray José Lopez Ortiz, ex obispo de Tuy-Vigo y arzobispo Castrense de Madrid-- falleció hace poco dentro de la obra. No era frecuente tenerle en reuniones.

Cuento esto para que se sepan cosas de la historia de los agregados, que yo he vivido con algunos de los que fueron los primeros protagonistas. No hace mucho, Enrique, que se hizo de la obra en 1956, se quejaba en una tertulia de agregados mayores que ya no pitaban obreros. El que escribe esto fue agregado, pero no era obrero, sino periodista.

Una última consideración, a los que se quejan de que solo tratamos cosas negativas en opuslibros.com, le aconsejo que no dialoguen con la tentación. No lo pasarán tan mal. Si la leen, es porque no están muy convencidos de su vocación. Por ello, en un país de prelatura donde existen tantos pecados, igual éste es uno de ellos y deben confesarse con el sacerdote del centro que, según dicen ellos, es el que debe lavar esa ropa. Si lo hacen puede que se encuentren con una sorpresa: se les prohíbe volver a entrar en la página y, si repiten, les pueden echar.


NO HAY QUIEN LO ENTIENDA

El 19 de marzo de 1965 me hice de la opus en calidad de numerario en un centro llamado 'General Oráa, 5' y posteriormente 'Velaña', aunque finalmente se abandonó. Ese año no pude ir al 'curso anual' porque mis padres no me dejaron. Eso sí cambié de centro (Vitruvio, 3), cuando querían convertirlo en centro universitrario. Se incorporó conmigo Pepe Masdeu, hoy gran investigador y numerario del opus, que trabajó en Estados Unidos. Había pitado en noviembre de 1964. Los dos éramos los adscritos y no había ninguno más. Yo creo que los jefes del opus pensaban en el milagro de los panes y de los peces. ¡Qué sentido de la trascendencia! Habían puesto un huevo, del que más tarde no salió pollo alguno, como no fuera para abandonar la obra.

Cuando hice mi primer curso de retiro en las Navidades de 1965, al salir, el director del centro (Santos Velasco, hoy sacerdote) me llamó a su despacho. Después de adornar mucho la cosa, me indicó que mi vocación era la de oblato, nombre al que sucedió posteriormente el de agregado (se me olvidaba que antes, solo los dos primeros, Paco Navarro y Rafa Poveda, fueron 'supernumerarios internos'). Ahí estuve a partir del verano de 1966, en que hice mi primera convivencia anual, en compañía de otro que también había pitado en el centro 'Gurtugay' con el nombre de 'numerario'. Este se llamaba Pedro Luis (dejémoslo tranquilo, pues su hijo pitó de numerario y hoy no sé si éste persevera). La sangría que hablé en mi artículo anterior se hizo con él al hacer el servicio militar. ""Se fú", que diría un castizo de Madrid. Quedé yo solo.

Pedro Luis (alías 'Pelu') era uno de los ochenta agregados que estuvimos en el centro 'Recoletos 5'. La sangría (crisis de la obra) se lo llevó por delante. Yo, mientras tanto, me preguntaba: ¿Por qué soy agregado si tengo la carrera universitaria de Derecho?. Nadie me daba respuesta. Años más tarde comencé periodismo, que es a lo que me dedicó ahora y ejerzo desde hace 32 años. Como veis, tengo dos carreras. Si para ser numerario, hay que ser universitario y para ser agregado no se requiere, no se entiende.

Voy a seguir sacando gente de la trastienda del opus. Pues bien, en aquel centro llamado Recoletos 5 (había otro de mayores en Recoletos, 19) había algunos agregados que luego pasaron a numerarios. Este fue el caso de Fernando Campos, que vino a Madrid procedente de Redondela (Galicia) para estudiar ingeniero naval y posteriormente estudió ciencias físicas. Pasado el tiempo pasó a ser numerario. ¿Por qué? La última vez que hablé con él fue mi director en una convivencia de verano en el colegio mayor Ayete de San Sebastián. Había perdido parte del corazón de las personas normales. Ya no era el que llamábamos 'Ficus de las Pagodas', a lo que el respondía con un taco.

Un caso curioso fue el de Agustín Guerrero, hoy sacerdote (espero que continúe y no sea uno más de la sangría). Antes de ser agregado, había sido supernumerario. Con el tiempo, pasó a numerario. ¿ Por qué? Nadie lo explicó. Todo se decía con mucho secreto. Aún no me he aclarado. Creo que era ingeniero de Minas. Aquello parecía el ajedrez. ¡Qué saltos daban!

Otros que pasaron a numerarios, siendo agregados fueron S.G.N., que empezó estudiando Ingeniero de Caminos; Angel Rodríguez de Bodas, que fue enviado a Canadá y el gobierno de este país no le admitió como inmigrante (no sé dónde ha ido, ni si ha abandonado la obra), Julio Montero y Pepe Muñoz, ambos de Tajamar, que no sé si continuan.

Cuando se habla de agregados, la gente se cree que no somos universitarios. Yo tengo derecho y periodismo. En una página anterior dice uno que podían pertenecer los que eran jorobados (solo conoci a Ludolfo, hoy con puesto destacado en la vida pública española, gobernada por socialistas). Unos eran bastante agraciados y algunos de ellos ligaron y se casaron con la mujer que conocieron. Me gustaría que alguien aclarara esto.

En algún momento, se me dijo en la obra, que mis padres me necesitaban (para justificar mi cambio de numerario a agregado). Claro que me necesitaban. Cuando, después de casi 34 años, solicité dedicar más tiempo a mi madre, se me invitó a enviarla a una residencia. Eso sí se nos hablaba de "nuestra madre la obra" y del "dulcísimo precepto" o cuarto mandamiento de la Ley de Dios con nuestros padres. ¿Alguien lo entiende? Yo, no.


DESAPARECER DE PUBLICACIONES INTERNAS

He leído detenidamente el gran artículo ('Vademecum y salida') que Jorge ha publicado en opuslibros.com. Lo ratifico totalmente. A mí, que había pasado casi treinta y cuatro años en la obra, a los pocos meses de mi salida, mis antiguos "compañeros" no me saludaban por la calle. Y eso que decían que éramos familia.

Hace poco, estaba en erl andén del Metro de Madrid y observé que un agregado, también llamado Jorge como el autor del artículo, que lleva más de cuarenta años dentro, venía hacia mí de frente. Me dispuse a saludarle, pero él siguió con la mirada puesta en el vacío. Para no dejarme llevar de lo negativo, pensé que era un despistado. Mi buen pensamiento no tenía ninguna base. Al día siguiente, le volví a encontrar en el mismo andén y volvió a suceder lo mismo: tenía la misma consideración que una pared. Ese "despiste" era habitual. Pobrecito. Qué mal lo debe pasar. ¡Qué feliz soy! Di el paso y soy libre.

Recordando un poco lo que viví durante años, me he dado cuenta de que periódicamente desaparecían los ejemplares de las dos "publicaciones internas" de los hombres del opus: 'Crónica' y 'Obras'. Soy periodista y me gusta investigar las cosas. Uno de los datos que obtuve era que en una sección que se denominaba algo parecido a 'Album Antiguo' había desaparecido Raimundo Pániker, uno de los primeros de la obra en Barcelona y que formó parte de la segunda tanda de sacerdotes numerarios que se ordenaron en los años 40.

La "desaparición" de Raimundo Pániker del "Album Antiguo" de la revista 'Crónica' no era un caso único. Luego quise investigar en publicaciones antiguas, en las que podía aparecer. No tuve la suerte de encontrarlo (digo esto, porque seguro, que ahora se ponen a remirar para negar mi afirmación).

Fácilmente llego a una consideración. Sé que periódicamente retiraban "Crónica" y "Obras" de determinadas épocas. Nunca pensé mal. Ahora he llegado a la conclusión de que había una base. Era que no querían ver a los que dejaron la obra ni esas publicaciones antiguas. De ese modo no venían los malos pensamientos ni las preguntas sobre el motivo de cerrar la puerta, que Escrivá decía que estaba entreabierta para entrar.

Otro caso muy triste fue el de la expulsión de la obra del banquero José María Ruiz Mateos, por haber criticado a otros dos banqueros, que aún siguen en el opus: Luis Valls Taberner y Rafael Termes. Yo tuve la suerte de enterarme de la informacióin real, a través de una noticia que publicó el diario 'El País'.

En el citado periódico se informaba que Ruiz Mateos habían sido visitado en su residencia por dos numerarios: Jerónimo Padilla (entonces director de la Delegación del opus de Madrid Oeste, con sede en la Marqués de Riscal, 4) y otro que no recuerdo exactamente el nombre. Se le había hecho un "monitum", advertencia muy grave, y, en consecuencia se le había expulsado de la obra. Pobrecillo, la prensa supo inmediatamente su situación.

Sin embargo, al llegar al "círculo breve" o reunión semanal se nos leyó una nota que NO decía la "noticia" de esa manera. El que encabezaba la reunión leyó el papel que había llegado no se sí del consejo general (gobierno de la obra en Roma), la comisión (hoy vicaría regional de España) o de la propia delegación. La persona que daba el "círculo' rompió el papel tan pronto como nos lo leyó y nos advirtió que de eso no se podía hablar, ni siquiera en la dirección espiritual del laico o confidencia. ¡Qué claridad! ¡Qué caridad! Yo digo ahora el chiste ese famoso sobre una persona que no entendía una pintura abstracta: ¡Qué cara! ¡Qué rasgo! ¡Qué gesto! '¿Qué c... (añadid un taco) es esto? Hay más casos que el de Ruiz Mateos y Pániker. No es broma. Palabra.


El truco

En todas las vidas de personajes públicos y en las películas siempre hay un truco. Como no podía ser menos, el opus también tiene sus trucos, que quiero describir en esta página para abrir los ojos a aquellas personas que lo lean. Los que somos periodistas tenemos un sentido distinto que nos hacer descubrir cosas por razón de la profesión que tenemos. No digo que seamos distintos, pero tenemos algo especial. Las madres también tienen un sentido especial que les lleva a darse cuenta de cosas de sus hijos.

Pues bien, como no podía ser menos, en la obra también hay trucos. Uno de ellos se refiere a la vida de su fundador que aparece en las películas, que se proyectaban en los centros y en las que nos creíamos todo lo que se nos presentaba. Mis casi 34 años en lo que hoy es una prelatura personal me han hecho enterarme de datos. En el Colegio Tajamar existía, hasta que me fui de la obra, un servicio especial para las películas que se realizaron coincidiendo con lo que se llamó 'dos meses de catequesis' del fundador, en 1972. Este mismo servicio luego se amplió a las tertulias de don Alvaro y no me extrañaría que ahora sea de don Javier Echevarría.

Por lo que se refiere a los 'dos meses de catequesis' puedo decir que algunas de las películas de las tertulias del fundador de 1972 fueron dobladas en los años noventa. Yo conozco a algunas de las personas de la obra que participaron en esos 'doblajes'. Ahora se exhiben esas cintas con aparente sonido original, que no es tal. Digo aparente porque, según explicaron en tertulias internas, no existía sonido de las personas que hicieron las preguntas al fundador. Esto hizo que, en muchos casos, las preguntas hayan tenido que ser creadas ahora, para poderlas adaptar a la contestación de Escrivá. HABíA TRUCO.

Así se da la circunstancia de que personas que no conocieron físicamente al fundador ahora se descubre que su voz figura, aislada de ruidos, como formulador de una pregunta interesante. El murmullo que acompaña es de efectos especiales, que de eso saben mucho en el opus. Que recuerda, se produjeron casos de doblaje en tertulias de la casa de retiros 'Islabe', cercana a Bilbao, y en algunos otros sitios. ¡Viva la verdad histórica! A este paso yo soy uno de los cristianos que se salvó de martirio en la antigua Roma o estuve con el Cid en la entrada de Valencia. Como podéis comprender estoy en el 2004, no soy mártir, ni me han canonizado, ni he luchado para expulsar a los moros de los reinos cristianos de la Península Ibérica.

Claro, digo esto, porque estas cuitas no se contaban en las tertulias normales y, si se hacían, era ante personas mayores en su entrega en el opus. A ver si se atreven a desmentir esto. ¿A que no? Mientras tanto dirán desde la oficina de información de la prelatura que se han puesto a la venta 30.000 DVDs en los principales kioscos de prensa de España. ¿De dónde viene ese dinero que se invierte en esa promoción? Seguro que ellos los compran. No creo que nadie tenga el más mínimo interés en adquirir algo que difunde un mensaje de un sacerdote que se presenta con sotana, junto a revistas de actualidad. Si se agotan es porque en España existen unas 10.000 personas de la obra. Mientras tanto, numerarios y agregados entregarán íntegro su sueldo para difundir el mensaje de la obra, que, según dicen, es "la santificación en medio del mundo". Muy conseguido.

Sigo con la historia de las películas. Pienso que si esto, como he comprobado, se ha hecho alguna vez, pudo producirse de la misma manera en otras épocas de la obra, incluidas otras películas de la misma serie. Ahora que estoy hablando de Tajamar recuerdo que una de las primeras películas que se hicieron sobre este colegio en los años sesenta fue dirigida por el hoy conocido cineasta Antonio Mercero, que primero fue numerario, luego supernumerario y hoy en día no es nada dentro del opus. Le va muy bien la vida. ¿Cómo no recurrieron a él en los "dos meses de catequesis"? Al haberse liberado del corsé, actúa libremente. La película de la citada obra corporativa no volví a verla. Igual es que habían cambiado los tiempos y había que adaptarse.

Pasaron los años. Un día, durante el tiempo que don Alvaro estuvo al frente del opus, me invitaron a asistir a una tertulia suya en el colegio Retamar, instalado en una de las zonas de más nivel económico de Madrid, en Somosaguas. Yo era periodista que me encargaba de los temas religiosos, pero no me invitaron a estar en primera fila con mis compañeros. ¡Qué pena! No se dieron cuenta que, en cualquier circunstancia de la vida, me sale del alma preguntar al personaje que se encuentra delante, para luego poderlo comunicar a los lectores. Mis compañeros de otros medios informativos sí estuvieron en primera fila. De ahí que no se enteraran de la comedia que allí se produjo.

Pues bien, decía que me gusta hacer preguntas a los que tengo delante, y en el colegio Retamar no podía ser menos. Me acerqué a uno de los micrófonos para expresar mis sentimientos ante don Alvaro e invitarle a hablar sobre el amor a la Iglesia. Mi anhelo se vio frustrado cuando la persona que portaba el micrófono me señaló que las preguntas ya estaban adjudicadas. Miré a mi alrededor. No vi a nadie con deseos de hacer preguntas. Eso sí a mí se me impidió usar el micrófono. Frustración de periodista. No pude participar en directo.

Aquel hecho no lo he olvidado. Era una investigación por desarrollar. Como espero habitualmente, un día me contaron que las preguntas se hacían por escrito en los centros y solo se formulaban si eran autorizadas por los que mandan (que verdaderamente lo hacen) antes de las tertulias. Para mayor seguridad de no equivocarse al hacerlas se llevaban escritas en las agendas personales ¡Viva la espontaneidad! HABÍA TRUCO. Mis compañeros periodistas no se habían dado cuenta y no se reflejó en las crónicas o noticias que hicieron. ¡Qué sagaces! Estaban en primera fila y no se dieron cuenta de lo que había detrás. Faltó ese sentido especial que hablaba antes. Otras veces el lapso ha sido mío.

Dicen que una manera que utilizan los grandes líderes es tener en penumbra el espacio donde tienen lugar las concentraciones, para llenar totalmente de luz el escenario. Así se consigue que la multitud fije su atención sobre la persona que ocupa el centro de atención . Todo se acompaña de personas veteranas del grupo que tienen un lugar destacado en el escenario y de algún "exótico" para que se vea que todos siguen al líder. En Madrid era muy frecuente que en Tajamar estuviera en un lugar destacado José Enrique F., invidente, que fue concejal del Ayuntamiento y ahora es profesor del colegio nacional de ciegos. HAY TRUCO.


EL OPUS DESTAPA GAYS

Cuando ingresas en el Opus Dei todo es muy bonito. La amistad ha sido utilizada para captarte y, al día siguiente de escribir la carta de incorporación, te das cuenta de que todo es un montaje parra que unos pocos, los llamados directores o directoras (jefes o jefas) manejen a los que antes se llamaban socios y hoy son 'fieles' de la prelatura.

Poco a poco te van informando de que en el Opus Dei la dirección espiritual la llevan los laicos. Así, un numerario o un agregado debe hacer semanalmente su charla, abriendo su alma, sobre una serie de asuntos como 'fe, pureza y camino', junto a las normas de piedad, el uso diario del cilicio, la utilización de las disciplinas o las mortificaciones y las correcciones fraternas que ha hecho. Así se van adueñando de su alma y la persona que cuenta esta intimidad cree que está en el buen camino.

Uno de los puntos sobre los que insisten en el Opus Dei es en la "sinceridad salvaje" en la dirección espiritual, que tambien se llama 'charla fraterna' o 'confidencia'. Si no has abierto suficientemente tu alma te meten el dedo hasta el estómago (por decirlo de alguna manera) y te preguntan, por ejemplo, si te has masturbado, en el caso de que sean célibe, o si has hecho uso recto del matrimonio, sin recurrir al preservativo o a la píldora anticonceptiva.

Para que no te alarmes te dicen que todo tiene arreglo y que el peor pecado es la "insinceridad" o falta de sinceridad. Conforme pasa el tiempo, abres totalmente tu alma y vives la "sinceridad salvaje", explicando, si es el caso, que has caído en el recurso a la masturbación. A continuación indagan si esa masturbación ha sido porque has deseado o has querido mantener relaciones con personas de tu mismo sexo. Es el momento de "la cacería". Si has caído en esa situación y lo dices, has abierto la puerta para salir del Opus Dei, pues sus responsables lo consideran uno de los peores pecados.

En el caso de que hayas caído solo una vez, te pueden echar de la prelatura. Véase la carta titulada 'El Opus Dei es homofóbico', que firma 'Kapo'. A su vez, Gregory P. cuenta otros dos casos parecidos. Uno de ellos fue expulsado a la segunda vez. En el tiempo que pertenecí a laprelatura tuve noticia de otros dos de la obra que fueron expulsados al ser descubiertos juntos en una cama. Luego sé de otros casos concretos que hoy no cito.

Poco tiempo después de salir de la obra, uno de los que se decían mis 'amigos' me preguntó si me gustaban los de mi sexo. Le di una larga cambiada, como dicen los toreros. Ahora comprendo su fin: quería "destaparme" y decir que había abandonado debido a mis gustos "raros". No caí en esa trampa.

¡Qué pena! ¡Cómo manejan las mentes!. Luego se lo cuentan a los directores y así todos los jefes se enteran. ¡Vaya dirección espiritual!.


ESTAR DENTRO CON EL CORAZÓN FUERA

Pienso que existen personas en la obra que se encuentran dentro pero con el corazón fuera. Lo digo por la experiencia reciente de dos casos que he vivido. Uno era un numerario y otro un agregado. Para proteger su intimidad omito nombres, aunque sean inventados. Es fácil comprender mi postura.

Pues bien, el numerario decidió irse después de más de treinta años de entrega a la Obra. Era, por así decirlo, un "burócrata" del sistema de la prelatura, ya que siempre se había dedicado a tareas internas y, por decirlo así, no había estado en contacto con la civilización exterior. Estaba, según frase del fundador, "en medio del mundo", pero no compartía vida del trabajador de la calle. No tenía seguridad social y tampoco un retiro en el caso de que le fueran mal las cosas. Eso sí era muy laico.

Un día decidió dejar la obra. Se fue fuera y como su madre aún vivía pensó que le iban a acoger con los brazos abiertos, cosa que sí sucedió, pero... Había un pero, no podía sostenerle económicamente. Eso sí le podía ceder su casa de campo para que residiera y pensara. Así lo hizo y se dedicó a escribir libros. Parecía respirar por dentro y por fuera el aire puro, no solo de campo, sino también de la libertad que tenía.

Los de la obra, como un comando de hombres intrépidos, inmediatamente trazaron ideas para resolver la situación. Se preguntaron dónde estaba y calor, como las "fuerzas del bien" (es una ironía) son tan listas, le localizaron en el lugar. Se pusieron muy pesados en intentar convencerle pero no lo consiguieron. Era un rebelde. No quería volver. Allí estaba más a gusto. Y eso que se encontraba solo.

La familia del numerario, principalmente su madre que era una pensionista, le dijo que podía sostenerle unos pocos días, pero no más. Una pensión de viuda no da para mucho. Tenía hermanos, pero tampoco. Uno de ellos fue de la obra antes y estaba divorciado. Bastante tenía con pasar la pensión a los hijos y la primera mujer. Este aspirante a huir no tenía medios económicos. Su falta hizo que pudiera más que las "fuerzas del bien" (es una ironía) que querían convencerle. Esto hizo que volviera a la "casa del padre", que diría el Evangelio, pero con una diferencia: está dentro pero fuera.

El otro caso es de un agregado. Pasó toda su vida aportando medios a la obra y, sin embargo, cuando quería asegurarse su porvenir, siempre se le daban excusas para no darle la cantidad de dinero que pedía. Claro, se ha hecho mayor y lo único que cobra es la jubilación. Se puede decir que malvive, aunque haya resuelto momentáneamente su situación, al haberse dado cuenta la obra que necesitaba una residencia.

La persona X (el agregado) solía decir que le no era un agregado, sino un "segregado". Algunos numerarios así tratan a los agregados, que, según lo expresan con hecho, son de segunda categoría, cuando el fundador repetía por activa y por pasiva que todos eran una única vocación. No se entiende. En los casi 34 años que estado en la obra he encontrado muchas distancias cuando he hablado con algunos numerarios. Parece que ellos viven como si fuera la élite. Incluso en mi etapa de un año en que fui numerario el director me decía que los numerarios eran la élite Yo añadí la sangre de todo el cuerpo y él (el director) lo corroboró. Le gustó mi expresión.

Este agregado ha vivido largo tiempo solo, realquilando las habitaciones de la casa que, a su vez, tenía alquilada. Semanalmente acudía su celador (director espiritual laico) a recibirle la charla. MI antiguo compañero me solía decir que tenía un pie fuera de la obra y el otro, tres cuartas partes salido. Faltaba un poco. Era un caso de "estar dentro con el corazón fuera". Ahora parece que le han convencido para irse a una residencia de agregados. La vejez es tremenda.

Vistos estos dos casos me pregunto. Los de fuera ¿estamos decididos a ayudar a los que "están dentro con el corazón fuera" para que den el paso de recuperar la libertad que les quitó el opus? Hay que hacer algo. Estos días opuslibros publica casos de personas que han salido que necesitan ayuda, aunque solo sea psicológica. El partir desde cero es muy duro, todo lo hemos pasado, pero pueden suceder otros como los dos reseñados que hagan que tengan que volver no por convencimiento sino por necesidad.


AUTOMÓVIL PARA TODOS

Una de las cosas que más cuestan vivir en la obra es el uso del automóvil. Los que fuimos agregados y profesionales durante largos años nos costaba aceptar que cuando llegaba a la convivencia todo el mundo se creía con derecho a usar lo que era tu instrumento de trabajo y de hacer vida de familia con los tuyos. Cuando llegabas a las convivencias o cursos de retiro anuales una de las primeras cosas que te aconsejaban era dejar las llaves en un cajón de dirección previamente establecido. Es, según las voces oficiales, un signo de desprendimiento.

Voy a pasar a contar algunos hechos que me sucedieron durante esos casi treinta y cuatro años que estuve en la obra. En 1973 comencé a trabajar como periodista en una empresa informativa. Mi padre quiso que, puesto que yo me automantenía aunque viviera con ellos en casa, se 'festejara' con el regalo de un automóvil que él quiso que fuera de la misma categoría que el que había regalado a mi hermano. Sin embargo, no pudo ser, porque los directores de la obra se opusieron a tal pretensión y me invitaron a que fuera un poco peor. Al final, después de un tira y afloja que mi progenitor nunca entendió, tuve el anhelado automóvil.

La alegría duró poco tiempo. En el verano de 1974 hice la convivencia anual en un colegio de una empresa relacionada con la obra de Madrid. Seguí los consejos que se me hicieron y deposité las llaves del coche en dirección. A los pocos días de iniciarse la actividad, tuvo lugar un accidente de un agregado de fuera de Madrid que había utilizado mi vehículo para desplazarse a atender a uno de su ciudad en otro sitio cercano. Uno de los que iban en el vehículo tuvo que ser ingresado en un hospital, donde permaneció tres días.

La causa del accidente automovilístico fue que el conductor se había saltado un stop y fue arrollado por otro automóvil. Esto hizo que interviniera la policía, quien dio un parte y, con el tiempo, se celebró un juicio. El causante del accidente, que como digo vivía en otra ciudad española, con una excusa, no asistió. Yo, que no había participado en los hechos, me vi sentado en el banquillo de los acusados. No sabía qué decir. El abogado de la compañía aseguradora se había aprendido el caso momentos antes de entrar a la sala.

Pues bien, el causante del accidente me había avisado unos días antes que no podía venir al juicio. No lo entendí. Una vez se celebró, le condenaron a estar nueve meses sin el carné de conducir. Preferí dejar tiempo para escribirle una carta que expresara mi malestar. Naturalmente que en la obra quisieron leer mi escrito y, después de dos intentos, me la autorizaron. Como no solo leen las cartas en un lado (mi centro), también la leyeron en el otro (el centro del causante). Nadie preguntó por el estado de mi vehículo que, con cinco mil kilómetros, estuvo a punto de ser declarado en siniestro total.

Me decían en el centro de la obra que yo estaba muy apegado al vehículo. De ahí que, siguiendo sus "buenos consejos" --es un decir--, al año siguiente, cuando fue a un colegio mayor de la obra en Sevilla, volví a dejar las llaves en dirección. Mientras tanto, el director del causante del accidente antes reseñado, me dijo en la charla que le había hecho mucho daño con aquella carta mía, que había sido revisada en mi centro. Más claro no lo puedo decir, estaban interviniendo la correspondencia entre los dos.

Para mí, la cruz de Madrid podía prolongarse en Sevilla. Así sucedió. En este caso, el autor del accidente --saltarse una línea continua en una avenida amplia de la ciudad-- fue un numerario pintor en el colegio romano, que presumía de cosas del fundador. Aunque no era de la convivencia, había ido a solicitar un automóvil en el colegio mayor y, claro, se le dio. Al saltarse la línea continua, fue arrollado por otro vehículo. Como no había podido decirme nada de que iba a utilizar el coche, me comunicó que se había puesto nervioso y que, por lo tanto, yo tomara los datos al conductor contrario, con el número de teléfono que le había dado.

Al año siguiente, en 1976, fui a hacer la convivencia anual en un colegio infantil en Málaga, donde nos alojábamos en las aulas. No teníamos armarios ni perchas donde dejar la ropa, que debíamos depositar en unos cajones de unos muebles allí habilitados. Cuando queríamos entrar en los servicios, debíamos atravesar el pomo de la puerta con un papel higiénico que decía "ocupado". Otra vez tuve mala suerte. No fue un accidente ni un choque, sino que el que me utilizó el vehículo me lo dejó sin gasolina y pinchado. El que se desinflaran las ruedas no tenía importancia, pues cerca había una fábrica de ladrillos. Otro día contaré detalles de esta última convivencia. Nunca supe quién fue el que me utilizó el coche y luego lo abandonó sin combustible.

Todas estas circunstancias hicieron que yo me resistiera a dejar las llaves de mi automóvil en dirección. Procuré desde entonces no decir nada sobre las llaves. Alguna vez se enteraron de mi resistencia a depositarlas. Me hicieron desde entonces varias correcciones fraternas y me invitaron a estar desprendido de aquel instrumento de trabajo. Aseguraban que el vehículo no era mío sino de la obra, que me lo prestaba, y que, por lo tanto, olvidara esos pensamientos. Otro día le dejé el vehículo al director de mi centro. El resultado fue que llegó una multa por aparcar mal y nunca la abonó. Otra vez volvió a tener resistencia a dejar el carro, que dirían en América.

Dos años antes de abandonar la obra, planteé por escrito la necesidad de cambiar de automóvil, pues llevaba once años con el mismo y ya empezaba a estar viejo. Todos los coches anteriores habían sido adquiridos con dinero de mis padres. Por ello, ahora propuse que la obra me pagara al contado el coche. Tardaron mes y medio en dar una respuesta. Al final, un día que teníamos el retiro mensual en una residencia de numerarios de Madrid, aún existiendo el silencio, me llamó el secretario del centro mío y me dio la respuesta: tenía que pedir dinero prestado a un banco, pues "la obra es pobre".

Aquello hizo que por dentro me rebelara. Decidí no hacer el retiro mensual. Me fui inmediatamente del lugar del retiro. Llegué a casa. Mi madre me preguntó qué me pasaba, pues había vuelto enseguida. Estuve toda la tarde pensando. Llamé al director de agregados de la delegación de Madrid Oeste y le expliqué el caso. Al final, para no humillar, opté por solicitar la mitad del dinero del precio del automóvil. En veinticuatro horas disponía yo de esa cantidad. Y eso que la obra era pobre. El resto lo pagué de los ahorros de mis padres.

¡Qué curioso! Me pedían que estuviera desprendido de las cosas y viviera la pobreza. Ellos no eran capaces de entregar la mitad del precio íntegro de un coche. Si esa es la generosidad que se pide a los de la obra, me río yo. Piden a los demás lo que ellos no viven. Quieren vivir lo que puedo denominar el "automóvil para todos" sin pagar ellos nada. Y si ocurre algo, págalo tú, que "el automóvil" es de la obra, que te lo presta.


LA GUILLOTINA

En los bajos de la sede del gobierno de la obra en España existe una guillotina para eliminar libros o documentos que puedan dañar, según ellos, el alma de los fieles de la institución. Al igual que en la Revolución Francesa se utilizó la guillotina para "cortar cabezas", ahora se hace para las obras de los que no son adictos a la prelatura y han publicado libros que no convienen a sus intereses.

Al igual que en los mataderos de animales, allí llegan los libros y esperan para ser triturados y que nadie los pueda volver a utilizar. Tengo noticia de que los libros publicados por María Angustias Moreno, Alberto Moncada, Carmen Tapia y Luis Carandell pasaron por esa trágica situación. De muchos de ellos nunca más se supo, pues los directores de la obra se encargaron, no solo de comprar las ediciones íntegras, para que tuvieran efecto silenciador en la opinión pública, sino que todos los que se recogían inmediatamente pasaban al "matadero de libros". Un ejemplar podía entrar en la casa de Diego de León 14 con muy buena apariencia y salir hecho trizas. No es algo imaginario. Es real.

De este modo, los directores de la obra evitaban que aparecieran reseñas en los periódicos y, por lo tanto, tuvieran un efecto expansivo entre los ciudadanos al descubrirles versiones distintas, para ellos heterodoxas, de explicar hechos del opus dei o de su fundador. Qué claridad. No se permitía saber la otra cara de un hecho, que solo se presentaba de una manera oficial y se aseguraba, con toda clase de notas internas a los miembros de lo que es la prelatura, que aquello era falso. Tengo conciencia que más de una vez se fueron rebatiendo puntos de Carmen Tapia, María Angustias Moreno o Alberto Moncada, sin que nos dejaran leer la versión que presentaban estos ex del opus.

Me parece una manera cobarde de actuar. Ahora que he salido de la obra y me he puesto a pensar he llegado a esa conclusión. Igual dicen que me he vuelto loco y se ponen a husmear en mi vida privada, por si existe algo que se aleja de esa ortodoxia de la que presumen o que demuestran. Que sepan que no van a encontrar nada.

Pero volvamos a "la guillotina". Recuerdo que en las películas del fundador éste decía que no se podían leer cualquier tipo de libros. Ponía el ejemplo de cuando se va a una farmacia y nos gusta la apariencia de un medicamento, por lo que lo introducimos en la boca y lo tragamos. Así debía de ser el criterio de los de la obra: no se puede leer cualquier libro, y si es autora una persona que ha salido del opus o de una que no vive casada por la Iglesia, con mayor motivo. Puedo decir que en los centros donde estuve en los últimos diez años existían unos ficheros con más de treinta grupos de clasificación de libros, tarea de leer que realizaban un grupo de personas autorizadas. Otro criterio era que si se leía un libro y se sentía alguna tentación, inmediatamente se dejaba la lectura. En todo caso, si el lector continuaba, había que hacer una ficha en la que se calificaba ese volumen.

Las trizas de papel no eran de uso exclusivo en los libros. En los últimos años que acudí a las convivencias en el Colegio Mayor Ayete, yo era el encargado de traer la prensa a dirección, para que viera los diarios que se publicaban esos días. Los periódicos que se utilizaban eran el 'ABC', 'El Mundo' y el 'Diario Vasco'. Aunque se trataba de periódicos con línea no heterodoxa, pasaban cada mañana por el filtro del director. Esto se extendía incluso a la prensa deportiva que algunos deseban leer.

¡Qué pena cómo llegaban los periódicos a la convivencia y cómo salían! Cuando cada mañana acudía a la sala de estar con los periódicos, observaba que habían sido arrancadas o recortadas en parte varias páginas. No solo eliminaban las imágenes en las que aparecía una mujer o un hombre en bañador más o menos púdico --siempre se eliminaba el bikini--, sino aquellas que tenían noticias que ellos consideraban morbosas. "La guillotina" del centro de la calle de Diego de León había sido trasladada al colegio mayor Ayete. Esto puede suceder en muchas partes del mundo. Se basan en la buena fe de la gente que "traga" hasta con estas cosas.

Un caso especial me sucedió un día en el colegio Mayor Ayete. Un agregado de un centro relacionado con el colegio Tajamar me vio con el diario 'El País'. Yo ya había oído que en la obra no se podía leer este diario. Pues bien, me increpó delante de todo el mundo y me dijo que yo llevaba el diablo debajo del brazo. Debo aclarar que los directores me habían autorizado a leer 'El País', debido a mi profesión de periodista. Fue una escena desagradable, que no olvidaré.

Los numerarios y agregados (salvo los que están expresamente autorizados por su profesión [por ejemplo, críticos de cine]) no pueden ir a ver películas en salas comerciales. Estuve en esa situación casi 34 años (mi tiempo siendo de la obra). En su lugar, las películas que ven numerarios y agregados son las que se seleccionan normalmente en las convivencias o cursos anuales, tras haber alquilado tres o cuatro películas, que, en muchos casos, no llegan a verse ninguna de ellas. Una de las últimas cintas que vi fue 'El perro del hortelano', de Pilar Miró. Al llegar una escena de amor, se oscureció la pantalla. Luego no se podía explicar, pero nos supusimos que se había eliminado un beso. Era frecuente que antes de proyectarse las imágenes, el director la veía en compañía del sacerdote. Así, estando "en medio del mundo" no vivíamos como nuestros compañeros que sí estaban. Hace cuarenta años, las distribuidoras de las películas no prestaban éstas a los centros de la obra, pues era frecuente el que recortaran imágenes y luego se pegaban unos trozos con otros. Era otro tipo de "guillotina".

El año que viene se celebrará el cuarto centenario de la primera edición del Quijote. En la época de Cervantes era frecuente que algunos libros se tiraran a las hogueras especiales, pues podían ir contra la fe. Hace poco se descubrieron algunos de esos libros que habían podido ser salvados, como "El Lazarillo de Tormes", gracias a que sus propietarios los escondieron entre las paredes de sus casas para huir de la Inquisición. La situación es parecida, pero estamos en el siglo XXI. De ahí que, en general, la mayor parte de los de la obra tienen una deficiente formación cultural. Leen los libros espirituales que se les recomienda, y algunos otros ejemplares autorizados dentro de la gran clasificación. Eso sí, son "muy cultos" y se permiten dar lecciones.

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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?