VADEMECUM
Y SALIDA
JORGE, 25 de mayo de 2004
En honor a la verdad y haciendo la petición de que
losresponsables del Opus Dei reflexionen sobre lo quediré
a continuación, comparto mi visión sobre la
disociación entre los criterios de su Vademécum
de los Consejos Locales (que ahora por fortuna han
puesto a nuestro alcance) y lo experimentado por muchos de
nosotros.
La teoría dice:
Cuando, a pesar de todo, alguno no persevere,
hay que tratarle siempre con mucha caridad y delicadeza:
ayudarle, disculparle, comprenderle; también entonces,
hacer con él lo que querríamos que hiciesen
con nosotros, sin nos encontrásemos en las mismas
dolorosas circunstancias (p.55).
Yo me pregunto:
¿Por qué motivo la redacción de su texto
parece culpar al que se va? Si quien se va se va bien y por
voluntad propia ¿por qué habría que disculparle
o comprenderle o por qué considerar las
circunstancias como dolorosas si quizá
es lo mejor para todos? ¿Han pensado que la forma en
que está escrito el texto predispone a los directores
a ver negativamente a quienes no siguen adelante
cuando no es necesariamente así?
Si el propio Vademécum está escrito con dichos
términos ¿cómo negar ese sentimiento
de rechazo tan real del que se quejan tantos exmiembros?
Yo personalmente he padecido de indiferencia, abandono, desprecio
e incomprensión por parte de varios miembros.
Se dice:
Tenemos una bendita experiencia, que no deja de
ser una gracia especial de Dios: los que abandonan su vocación
mantienen siempre un cariño grande a la Obra; es
lógico que sigan amando lo que amaron. El hecho de
que no siguieran adelante, no es razón para que no
continúen unidos pegados- a la Obra; y colaborando
de alguna forma son su oración, con su limosna-
en los apostolados. (p.56).
Y se encuentra nuevamente la redacción negativa los
que abandonan su vocación ¿y si no la
tenían? ¿y si la dejan de manera positiva
por ser lo mejor? ¿No convendría ampliar el
abanico de opciones vitales (poder vivir de otra forma) sin
prejuzgar la intención de la salida llamándola
abandono?
Sobre el cariño a la Obra me alegraría
que fuera del todo real el que quienes se van la amen,
que mas exmiembros fueran agradecidos y reconocieran lo positivo
que recibieron y se expresaran de otra manera. Pero desgraciadamente
la experiencia en muchos casos es muy diferente. Por tanto
dicha bendita experiencia
tampoco es generalizable
y, con todo respeto ¿por qué involucrar a Dios
con eso de que es una gracia especial mantener
el cariño? No lo entiendo y no creo ser poseedor de
ninguna gracia especial para continuar queriendo
a la Obra. ¿Por qué habría de preocuparse
Dios con la creación de gracias especiales
para dicho fin mientras que el mundo entero tiene requerimientos
mucho más importantes?
Se predica:
El hecho de que no siguieran adelante, no es razón
para que no continúen unidos pegados- a la
Obra; y colaborando de alguna forma con su oración,
con su limosna- en los apostolados.(p.56).
Y lo que ocurre es que esto es para mi un verdadero misterio
¿quedar pegados- a la Obra? En cuanto
dejé de ser cooperador el director de mi centro cambió
su actitud de interés por mí. Y pese a que varias
veces ofrecí apoyo y disposición de ayudar con
lo que pudiera jamás me llamaron para ello. Es más,
me pidieron expresamente que no me acercara a los centros
de la Obra. ¿Pegados? Me pidieron que dejara
de ser mala influencia para mucha gente que estaba
confundida tras mi salida. ¿Creen que con eso
sería convocado a colaborar de alguna forma
con ellos?
Vale la pena apuntar que mientras en la Obra me cerraron la
puerta, en mi Parroquia me abrieron otra de par en par para
dar formación.
Está escrito:
En cualquier caso, los Directores han de tomar
las medidas dictadas por la caridad y la prudencia-
para que no se perturbe el buen espíritu de los demás,
ni se creen confusiones o situaciones equívocas:
por ejemplo, si mientras no pasen muchos años, se
les permitiera que con demasiada frecuencia y confianza
visitasen nuestros Centros, o se les invitara a comer allí;
si se tuviera con ellos una excesiva familiaridad, en el
trato y las conversaciones, como si no hubiera pasado nada;
si se les contaran cosas de vida en familia, o si se les
hiciera intervenir permanentemente y con cierta autoridad
y responsabilidad en actos o en trabajos relacionados con
la Obra y que, por ser públicos, pudieran tener una
cierta difusión. La mejor manera de manifestar su
buena disposición es que ayuden generosamente según
su capacidad- en las labores de apostolado, al menos durante
bastante tiempo.(p.56).
Y lo que pasa en concreto es que:
No se pueden frecuentar los centros (por lo tanto no se puede
mantener contacto con aquellos que algún día
fueron hermanos). Y la cuestión no es de
frecuencia y confianza en las visitas
simplemente
están prohibidas para el exmiembro.
¿Familiaridad? Tras la partida de un miembro
lo que se hace es quitar (si la hubiera) cualquier fotografía
en la que aparezca. No se vuelve a hablar de él jamás.
Como si no hubiera pasado nada
pues ¿qué
pasó? ¿qué crimen se cometió como
para que el trato y las conversaciones tuvieran
que cambiar radicalmente? Eso
eso lo hemos experimentado
todos. Todavía el día anterior a la salida uno
era familia y digno de un trato normal
pero un día después
La experiencia para muchos, la vivencia, ¡la realidad
y no la teoría! del trato de algunos miembros hacia
los exmiembros (cuestión aprendida por mimesis al interior)
es una especie de mezcla entre desprecio y conmiseración
del Judas -o soberbio, o libidinoso, o infiel, o
-
que abandonó su vocación o del pobre
desgraciado que por enfermedad o falta de condiciones no pudo
con la entrega. De ahí que se evite el trato
con semejantes apestados; que se pase de largo sin saludarlos
o se haga fríamente; que se recomiende no hablar con
ellos porque están desorientados dada su confusión
existencial; que se les tache de mentirosos respecto su narración
de lo vivido en la Obra porque será totalmente subjetivo
o consecuencia del resentimiento; de que su imagen y su nombre
y sus acciones pasen a formar parte de la nada porque simplemente
jamás existieron en la historia del Opus Dei. La excepción
son los que quedan bien por algún motivo
(generalmente por tener familiares en la Obra o por continuar
siendo cooperadores muy cooperativos). Lo anterior lo puedo
describir y no demostrar
porque eso toca las conciencias
de todos los que hemos estado (o están) dentro. Y reconocerlo
implica valor y aceptar que lo que digo es verdadero. Otros
en esta web ya han hablado de ello bajo el título de
MUERTE CIVIL
espero tomen en cuenta sus explicaciones y que los miembros
de la Obra que actúan así rectifiquen. Esa sería
la única forma en que podrían vivir guiados
por la caridad y la prudencia.
Por último mi reconocimiento y gratitud a todos esos
otros miembros que sí valoran y lo tratan
a uno simplemente por quien es
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