Manuel Jesús, leí tu carta, y entiendo perfectamente como te sientes. Suscribo contigo ese sentimiento de que utilizan a las personas y cuando no les interesan ya no te llaman para nada. Pues es la misma sensación que tengo, una vez pasados unos meses de mi salida. Y comparto contigo tu afirmación de que nos  invitaron a salir, porque yo pienso que nadie voluntariamente entra ni nadie sale.

 

Si, ellos eliges de qué entras -si les pareces útil- y también cuando y cómo sales -al ver que no les sirves-. El manto que cubre las vergüenzas de tal comportamiento, suele ser de tipo caritativo -"te crea tensión el plan de vida"-, pero sólo cubre el simple utilitarismo. Sería caritativo de verdad si en cuanto se viera dicha tensión, te dijeran que no era para tí. Pero no debe ser caridad, cuando se tarda -como en mi caso- más de 14 años en detectar tal tensión. Y menos cuando el interesado ya lo había advertido repetidamente a todos los directores con los que había hecho la charla.

 

Para servir, servir... y si no, pero tienes "buena intención", puedes ser cooperador (porque consideran -pensando por tí mismo- que al menos les eres útil para ese grado inferior de relación con la prelatura)

 

En mi caso, en cuanto me dijeron "caritativamente" que no convenía que renovara... dimití por carta certificada. Ví inmediatamente la falta de respeto inherente a dicho procedimiento de salida. 

 

Así que entiendo que sientas dolor y resentimiento, y que pidas que alguien te ayude a olvidarte del pasado y puedas acercarte a Dios. Cuanto más grande es la herida, más díficil es perdonar a los que te han herido. Aunque hay que intentarlo. Por la parte que uno pueda tener de responsabilidad en sus errores personales, siempre debemos pedir perdon a Dios. Para eso el sacramento de la penitencia. Luego, está la oración para la parte que es natural sentir.

Piensa en Jesucristo, el único verdadero modelo de todo hombre y mujer. ¿Quienes fueron los que le crucificaron? El Sanedrín, los doctores de la Ley, los principales del pueblo judío, los que se tenían por perfectos y superiores a los pecadores -el resto del pueblo-. Estos traicionaron el deber de amor que tenían con Dios y no sólo no aceptaron a Quién venía en su nombre, sino que lo mataron. Conoces la respuesta de Jesús, el "hágase tu voluntad" que dijo al Padre celestial y lo que después oró ya desde la Cruz: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen".

 

Yo no puedo darte una solución a tu situación. Casi no me atrevo al consejo, sólo doy una reflexión. La solución está en tu mano, en que te acerques personalmente y en la oración a Dios y le pidas que te ayude a superar el rencor y el resentimiento que experimentas respecto a unas personas que no supieron tratarte como el hijo de Dios que eres, y que por tanto, no te trataron como el hermano que eres a los ojos de Dios. Porque hermanos lo somos por estar bautizados no por pertenecer a la Prelatura.

 

Si tú has aceptado ese resentimiento, y te ha generado pensamientos que te incitan al rencor mira a ver si debes acercarte a un cura -no del opus- a consultar si puede ser tema de confesión o no.

 

Quita de tu alma aquello que pueda ser tu responsabilidad, y una vez liberado, pide en la oración al de arriba que te quite también el sentimiento natural de dolor ante la ofensa recibida.

Dios contesta todas las peticiones que se le dirigen. Unas veces dice "sí", otras "no", y otras "espera". Y este "espera" puede acabar siendo luego o "sí" o "no".

 

Pienso que si le pides con cierta perseverancia y fe que te quite del corazón el resentimiento y te de la capacidad de perdonar, podrás conseguirlo.

 

Considera -yo al menos lo hago- que a nosotros cuando nos aconsejaron "no renovar" -esa sutil manera de decirnos: "vete"-; hemos experimentado algo parecido a la expulsión que Jesucristo vivió, cuando lo echaron de Jerusalen para ser crucificado como un malhechor, como un maldito.

 

Siente que tú -como otros- has participado en cierto grado de la Cruz de Cristo, pues así como Él fue expulsado de Jerusalem y del Templo por los principales del Antiguo Israel; tú también has sido "expulsado" por la Prelatura -que se creen los principales de la Iglesia, la élite laical-

Has vivido en cierta manera parte del sentimiento de expulsión y rechazo que experimentó Cristo hace veinte siglos. Como sabes, todos los cristianos estamos llamados a sentir y cargar -por ser cristianos- con parte de esa Cruz de Cristo. Mira a ver si este hecho, no te acerca más a Cristo de lo que estabas antes.

 

Te deseo lo mejor, y que superes pronto tu actual situación personal y familiar.

Un abrazo,

Daniel M.

 

Nota. Gracias a Libero, por la información sobre Scott Hahn. Sólo son dos frases en uno de sus libros en las que se refiere a Escrivá, pero el hecho de ser publicado por Rialp daba pie a suponer una relación con la prelatura.