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 Correos: Una puntualización.- Isabel Nath

140. Sobre esta web
Isabel Nath :

Hola a todos,

 

Leyendo el correo de mi amigo Armando del viernes, he ido a dar con otro correo enviado por Brian en el que se reproduce un artículo de periódico firmado en 1988 por una tal Sara Suárez. Habla Sara con mucha ironía y mucha gracia de lo edificante que es la lectura de Telva para darse cuenta de en qué consiste ser cristiano y tener una vida feliz y ejemplar. El artículo como digo es muy gracioso, por eso me parece una pena que incluya un apartado tan bochornoso como el que sigue y que quiero comentar.

 

Dice literalmente Sara Suárez: “Unas declaraciones bajo el título “Mi hijo es distinto”, me revelaron la edificante dicha de tres familias que disfrutan la impagable felicidad de tener un hijo subnormal. Naturalmente, los padres de estas criaturas, no protestan ni se quejan ni siquiera piden al Estado que asegure el porvenir de sus hijos cuando ellos mueran. No. Todo es resignación y alegría en estos hogares modelo donde las madres afirman que “pensé que Dios nunca hace las cosas sin un motivo y si quería ponerme esta prueba sería por algo positivo”, y, claro, ahora se dan cuenta de que esta clase de hijos son los que más satisfacciones te dan.

Se me ha quitado un peso de encima, porque siempre me angustió contemplar a estas criaturas y calcular el dolor y la frustración de los padres. Pero, no; estaba equivocada, así que, desde ahora, sugiero a las jóvenes parejas que vayan a contraer matrimonio canónico (a las otras Dios les negará su ayuda) que no dejen de suplicar encarecidamente al Altísimo la gracia de tener un hijo subnormal y, si no, que lo adopten, que son el mejor seguro para la unión y la felicidad de la familia.”

 

En primer lugar, la palabra subnormal quiere decir que yo sepa “por debajo de lo normal”, y en los 42 años que ando por este mundo he tenido serias dudas en ocasiones para dilucidar si esta o la otra persona están por encima o por debajo de lo que se considera normal. Y estamos hablando de personas adultas, con prácticamente todo su potencial desarrollado, o desarrollado casi al máximo de lo que ellos son capaces de desarrollarlo. Sin embargo esas personas se consideran normales. Cuando un niño nace con problemas de aprendizaje, o con problemas motores, o con problemas neurológicos del tipo que sea, o con síndromes varios, gracias a Dios y a la ciencia, hoy en día hay muchas cosas que se pueden hacer para ‘ponerlo a raya’, o si queréis para ponerlo a la altura de lo que se considera normal, o al menos para que pueda llevar una vida como la mayoría del resto de los mortales. O sea, que de nacimiento podíamos considerarlos por debajo de lo normal, pero en unos años pueden considerarse normales. Si los conociésemos en la adolescencia o en la madurez, nadie sospecharía ni de lejos los problemas que traía de origen y los esfuerzos de sus padres y de tantos profesionales por ponerlos a la altura de los demás, los que son normales, no porque sean estupendos, sino porque Dios tuvo a bien que fuesen así (que a veces no sabe una si es mejor o peor…). En esta sociedad que nos ha tocado vivir, hacer a alguien ‘distinto’, generalmente es hacerle una mala jugada, sobre todo si lo haces distinto a peor, por debajo de lo normal. La actitud de los padres hacia él, la actitud de los profesores, de la sociedad en general, será distinta (a peor) de lo que lo es frente a alguien considerado ‘normal’ o por encima de lo normal (en mi clase del colegio había una con fama de superdotada y le ponían todo 10 antes de leer el examen; luego cambio de colegio y como no conocían su fama solo le ponían 7 y 8…). La actitud será distinta al menos en el sentido de que se esperará generalmente menos de él, se le exigirá menos, se justificarán muchas cosas en su ser diferente, y eso dará lugar a que cada vez sea más diferente. No hablo por hablar, podría poner muchos ejemplos pero esto se haría tedioso, así que el que necesite más datos que me los pida personalmente. Me parece por tanto que el calificar a alguien de subnormal es condicionarle en parte la vida a peor, y me parece muy injusto. Por lo tanto, estoy totalmente de acuerdo en que, sean del Opus Dei o de donde sea, los padres digan que su hijo es distinto, que no es un suavizar las cosas, es la realidad. Yo añadiría “mi hijo es distinto hoy”, ya veremos dentro de unos años a qué distancia te quedas tú de él.

 

Antes de seguir quiero aclarar que yo también tengo un hijo distinto. Mi hijo es distinto desde su concepción, y su padre y yo lo sabíamos antes de que él naciese. No se nos paso ni de coña por la cabeza el tema de abortar. Lo aceptamos como parte de la voluntad de Dios para cada uno; para él y para nosotros. Yo no tengo de momento más hijos y por lo tanto no puedo comparar las satisfacciones que dan unos u otros, pero lo que sí que puedo afirmar es que mi hijo me da una satisfacción sin límites, exactamente lo mismo que afirman esas parejas de supernumerarios a las que hace referencia el artículo de Sara Suárez. No voy a decir que prefiero que mi hijo sea distinto a que sea estándar, ni pienso negar el sufrimiento que me ha producido o la inquietud que en ocasiones me genera, pero puedo en efecto afirmar que me da una felicidad impagable. No me quejo, ni protesto (a quién ni por qué podría protestar?), ni le exijo a gobierno alguno que garantice el porvenir de mi hijo cuando nosotros no estemos aquí. Mi marido y yo trabajamos lo indecible y ponemos toda nuestra inteligencia y nuestra capacidad de trabajo en la empresa de conseguir unos recursos que le sirvan en nuestra ausencia. Pero sobre todo tenemos una confianza absoluta en que Dios proveerá lo mejor para cada uno, para él también. Efectivamente Sara Suárez, Dios no hace las cosas sin motivo, y si ha querido que sean así, por algo será. Y será positivo, ¿cómo Dios iba a hacer algo negativo?.

 

En el segundo párrafo ya se va escurriéndose de forma patética por un plano inclinado y engrasado. Dice que contempla a esas  criaturas y calcular el dolor y la frustración de los padres. Yo leo esto y me da la sensación de que mi hijo no debe ser tan distinto, porque no me identifico para nada con eso que dice. Yo no siento dolor ni frustración. Pregunto otra vez: ¿por qué debería hacerlo?. Mi hijo es el niño más feliz del mundo. Por no mentar que es de lo más listo y de lo más guapo que he visto últimamente. No puedo imaginarme tener un hijo diferente de éste. Gracias a él he aprendido a rezar de verdad, he encontrado a Dios en el centro de mi corazón. He entendido lo que es la voluntad de Dios. He aprendido cómo Dios nos lleva a cada uno de la mano proponiéndonos tantas lecciones que nos acerquen más a Él y que nos hagan más felices. Ahora sé que cada cosa que nos pasa a cada uno es lo mejor que nos puede pasar, porque Dios es efectivamente Padre y todo lo provee con infinito amor. He aprendido a dejarme llevar, a tener paciencia, a no preocuparme, a vivir el momento. He encontrado la paz. Y tengo la certeza de que este hijo mío diferente ha sido el ‘instrumento’ que Dios ha elegido para enseñarme todas esas cosas, que hoy son una parte importante de mi bagaje como ser humano. Y las que me quedan por aprender, seguramente…!.

 

Es de muy mal gusto sugerir que todos deberíamos intentar tener hijos subnormales, adoptándolos si fuese necesario. No, evidentemente que no. Entre otras cosas porque la voluntad de Dios para cada uno hay que respetarla y quererla. Las cosas que nos pasan son lo mejor para cada cual, pero no quiere decir que sean lo mejor en general y para todos. Ni lo bueno, ni lo normal, ni lo diferente. Lo mejor para cada uno es lo que tiene. Pero menos coñitas con las diferencias de los hijos de nadie Sara Suárez. No te angusties tanto por nuestros hijos, míralos con el respeto que se merecen, no les cuelgues etiquetas que les perjudiquen en la vida, y sé feliz chica, que nosotros realmente somos muy felices, creeme. Salvo cuando leemos comentarios como el tuyo.

 

Concluyo con un par de anotaciones:

1. Me consta que Armando, al que como he dicho considero amigo, no tenía intención alguna de molestar a nadie citando ese artículo (lo digo porque enseguida saldrá el defensor de turno diciendo que el pobre Armando es un tío genial y etc, etc; ya lo sé, pero se da la circunstancia de que ha sido él el que ha citado el articulo de Sara Suárez, y yo tengo que hacer referencia a él para que sepáis de qué hablo).

2. Aunque parezca que esto no tiene nada que ver con el tema de la Web yo creo que sí tiene mucho que ver, y quiero explicar por qué. Pienso que con demasiada frecuencia nos enzarzamos en calificaciones y descalificaciones de todo tipo y hacemos grupos de todo tipo, y nos olvidamos de que cada uno de nosotros y ‘de ellos’ (los del Opus) somos personas. Y por ese motivo, nos merecemos cada uno el respeto que nuestra dignidad exige, los del Opus Dei y nosotros, y todos. Y por el hecho de que alguien sea del Opus Dei, no vale descalificar todo lo que dice, cuestionar la felicidad que afirma tener en su hogar, o dudar de sus sinceros propósitos de hacer las cosas bien y por amor a Dios. Yo ya sabéis que no siento ninguna simpatía por el Opus Dei, y sin embargo entiendo perfectamente y me identifico al 100% con las afirmaciones de esas supernumerarias que cita Sara Suárez con tanta sorna en su artículo. Me identifico con ellas como madre en unas circunstancias similares. Seguramente me puedo identificar también en otras facetas de la vida. Pienso que los métodos se deben criticar, los procedimientos erróneos se deben denunciar (en el juzgado si hiciese falta), pero no podemos ni debemos perder nunca de vista que estamos en todo momento haciendo referencia a personas. A las vidas, las actitudes, las intenciones, los sentimientos, las costumbres, …los actos delictivos…, de personas. Solo eso.

 

En ese sentido, quiero mandar mi sincera felicitación a Arancha y a Ananaru por sus correos de los últimos días en respuesta al sin par texto de Encarna González. Me quito el sombrero chicas, yo no sé qué haré el día que descubra entre nuestras filas a algunas… Quiero pensar que alguien me hará caer en el hecho de que también son personas.

 

Con cariño,

Isa Nath

 

PD: Huelga decir que ni necesito ni quiero que nadie me conteste en plan te paso la manita por el hombro y te digo que eres estupenda. Gracias a Dios no me hacen falta. Solo he sacado este tema tan personal porque lo necesitaba para apoyar mis argumentos. Gracias en cualquier caso a los que sintáis que querríais hacerlo.




Publicado el Monday, 16 October 2006



 
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