Queridos todos
Vengo visitando vuestra página desde hace meses: el tiempo que hace he dejado de ser numerario después de veintimuchos años en la Obra. Muchos de vuestros escritos me parecen certeros y ponderados; los leo con auténtico interés -quizás algún monográfico teológico-canónico, menos-. Quiero agradecer muy especialmente la carta de Luis Usera animando al optimismo; a mi me ha venido estupendamente.
También tengo deseos de intervenir; me he resistido y me resisto hasta ahora porque tengo hermanos en la Obra y no quiero causarles más dolor. Bastante les ha dolido que lo haya dejado; les daré más tiempo.
Pero el hombre es un ser sociable, y aunque sea en plan Nicodemo, me parece que hay muchas cosas que me unen a vosotros y me apetece compartir. Quizás mi experiencia más dolorosa en esta etapa, es el hecho de que muchas de las personas que te quieren no pueden realmente solidarizarte contigo porque todo lo que haga la institución está bien y viene de lo alto. Eso sí, te encomiendan.
He trabajado en una obra corporativa durante 20 años: he perdido mi empleo, cosa que ya sabía y asumí al tomar mi decisión. Tras 24 años en una ciudad que no era la mía me he tenido que venir a un pequeño pueblo de Castilla porque sin trabajo en ese sitio, no tenía una mala baldosa sobre la que caerme muerto.
He ocupado cargos de “dirección y gobierno” en estos años y, entre otras cosas, concluyo que cuanto más has dado a la Obra, menos quiere esta saber de ti ahora. No tengo ningún problema afectivo, psicológico ni de sociabilidad: conservo todos los amigos que he hecho en estos años, conocen mi situación, me respetan y me quieren. No vemos ni yo ni ellos nada malo por obrar siempre según conciencia. Y desde luego no entienden que la Obra se comporte así.
Lo que más me pesa hoy por hoy es mi situación de paro: llevo muchos meses mandando currículos, haciendo entrevistas, opositando. Después de una vida muy activa se me hace un mundo esta situación. Querría saber si tenéis experiencia al respecto o algún consejo que queráis darme será bienvenido. Con más de cuarenta tacos estoy empezando otra vez y, gracias a Dios, con muchas ganas e ilusión.
Bueno, aquí me tenéis para lo que necesitéis. Me he inscrito con el nombre de Rafinosa porque es una sustancia muy dulce, nada de acíbar. No es mi intención publicar las magníficas monografías que se publican, o intentar corregir lo incorregible; de momento busco solo el calor de vuestra compañía, que es mucho.
Un abrazo a todos
Rafinosa
