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 Correos: Carta a mi prima Paulina.- Mario

900. Sin clasificar
Mario :

Estimados amigos:

Felicitaciones por la página.

Como antiguo candidato al opus, al que finalmente no pudieron cazar y se desistieron; a pesar de que casi toda la familia adscribe a este esperpento católico, les envío una carta escrita a mi prima numeraria que luego de 20 años sigue metida, pero completamente fuera de la realidad.

Los nombres y las referencias de la carta han sido modificados.

CARTA A MI PRIMA

¿Qué te pasó Paulina?

Paulina es mi prima. Es mi prima hermana. Es mi primera prima hermana por el lado de mi madre. La hija mayor del tío Juan Andrés, el tío extraordinario. El tío Juan Andrés, hermano menor de mi madre tuvo un hermano menor que él, Antoñito que se murió ahogado en la piscina de Rinconada cuando tenía 7 años.

En la familia de mi madre la muerte rondaba cerca de los vivos y de repente se llevaba a alguno para ponerle color negro a la vida gris de los que sobrevivían. Así se murió Antoñito cuando tenía 7 años; así se murió mi hermano Ramoncito cuando no llegaba a los 6 meses de vida; así se murió mi prima hermana Patricia cuando sus papás, el tío Juan Andrés incluido, andaban por Europa jugando al polo. Y así se murió mi abuelo Juan Andrés, a una edad parecida a mi edad actual, cuando admiraba sus caballos de raza un abril cualquiera en sus campos de Rinconada; y así se murió mi tío Juan Andrés, a una edad bastante menor que la mía actual, cuando con sus amigos, una tarde cualquiera de domingo del otoño se fue a jugar al polo al campo de un amigo polero. Y la prima Paulina se mamó todas estas muertes cercanas que culminaron con la muerte de su padre, el extraordinario tío Juan Andrés, cuando ella tenía recién 10 años. La muerte del tío Antoñito de 7 años, a ella se la contaron, y a mí me la contaron mi abuela y mi madre, desde que nacimos, y el resto de las muertes de hombres masculinos de la familia nos tocó vivirlas en carne propia. Las mujeres, con excepción de la primita Patricia, no sufrían de esta enfermedad mortal que conduce a la muerte y se nos morían los hombres de la familia a diferentes edades.

Tuvo mala suerte la prima Paulina. Era la mayor de 6 hermanos y a los 10 años no tuvo la capacidad para rebelarse por la muerte de su papá. Es más, en la familia, tan devota y creyente, la muerte en cualquier circunstancia, se atribuye a incomprensibles designios de Dios que pone a prueba la resignación y el conformismo de los sobrevivientes como una muestra concluyente de su inmenso poder y bondad. Con esto le endilgábamos a los incomprensible proyectos de Dios la responsabilidad o irresponsabilidad de nuestros propios actos. Y no teníamos la capacidad de enrabiarnos con el difunto porque ya se había ido, porque enrabiarse se podría interpretar como un inadmisible enrabiarse contra el padre Dios. No podíamos decirle, al magnífico tío Juan Andrés, ni en el pensamiento más íntimo que nos arruinó la vida nuestra marchándose de ésta tan temprano. Ni podíamos regañarle su irresponsabilidad de irse a jugar al polo después de un almuerzo excesivamente regado, en que los amigos y los contrincantes exacerbaban sus ansias de ganar, sus ansias de humillar al contendor, sus ansias de mostrarse como audaces, valientes, campeones de la osadía y de la irresponsabilidad y de la imprudencia. Ni podíamos decirles que eran unos autocentrados psicóticos que no preveían las horribles consecuencias de su audacia y temeridad de no tomar las mínimas precauciones, y de no protegerse la cabeza con un casco, y de jugar al polo si bien no borrachos, bastante alegrones y osados como para sacarse la cresta y matarse por el puro gusto.

Y la prima Paulina lo sintió. Y lo lloró con hartas lágrimas, se enlutó por un largo período y fue compadecida por sus cercanos que se apenaban por la niña de 10 años que se quedaba para el resto de su vida sin un papá al que admirar, sin un papá que la mimara en su regazo, sin un papá a quien cuidar cuando se fuera poniendo viejo. Pero la prima Paulina sólo lloró a su padre con lágrimas de tristeza. Y se le quedaron adentro las lágrimas de la rabia; no estaba permitido enrabiarse con los designios. Y menos estaba permitido enrabiarse contra quien sabe quién por la temeridad y por la insensatez de los actos de su propio padre. Y se quedó la prima Paulina con la rabia adentro para siempre jamás. Y esta rabia adentro le comenzó a corroer las entrañas y le entristeció su cara dulce y le enruló sus rulos crespos y le silenció su alma cantora y la prima Paulina a los 16 años, a la edad en que los adolescentes comienzan a pensar que se puede hacer con la vida que se les viene encima, la sorda rabia enmudecida de la prima Paulina la instigó a seguir la senda de los que no quieren seguir a su propia alma y se enroló en los ejércitos del Opus Dei, la sociedad secreta del fundamentalismo absoluto. Y se encontró con el Padre, el Beato San Josemaría que sustituyó la ausencia de su padre real, el magnífico tío Juan Andrés muerto en un accidente temerario y casi voluntario. Y el Padre Beato San Josemaría, también magnífico, quizá algo más que el padre accidentado y muerto en el polo, le enseñó el Camino a Paulina, extractado este Camino de su compendio Camino, y sobre la base de seguir a la pata y sin dudar los dictámenes del Camino del Padre Beato San Josemaría, se encaminó la prima Paulina por la senda de la melancolía, la depresión y la pena, que años mas tarde sería identificada por la ciencia médica como Psicosis maníaco depresiva.

ARTÍCULO TECNICO

Psicosis, enfermedad mental en la cual la persona pierde contacto con la realidad y tiene dificultades para funcionar en una vida normal. Los síntomas psicóticos pueden indicar una enfermedad mental severa, tales como la esquizofrenia o el desorden bipolar, (enfermedad maníaco depresiva). Las personas psicóticas normalmente no reconocen que su función mental está perturbada, al contrario que otros con problemas psicológicos de menor envergadura.

Los profesionales de la salud mental generalmente dividen los síntomas psicóticos en tres grandes clasificaciones: alucinaciones, delirios y comportamiento bizarro.

Las alucinaciones se refieren a sensaciones de oler, ver, oír, sentir o gustar algo cuya causa no se puede encontrar en el entorno de la persona. Por ejemplo, una persona con una alucinación auditiva puede estar escuchando una voz que lo llama por su nombre, sin que haya en el entorno otra persona o algún sonido que provoque dicha sensación.

Un delirio es una falsa creencia que una persona sostiene, que aparece como obviamente increíble a otras personas de la misma cultura. Por ejemplo, una persona puede creer que los Marcianos le han implantado un microchip en el cerebro para controlarle los pensamientos.

Comportamiento bizarro, se refiere a actitudes de la persona que son extraños o incomprensibles a otros que conocen a esta persona.

¿Y te pasan todas estas cosas prima Paulina?

¿Qué cosas te pasan prima Paulina, alucinaciones, delirios, te comportas extrañamente?

¿Y como te han ayudado en el Opus Dei, prima Paulina?

Te mandaron a hacerte cargo de la casa de campo en Rinconada para que tú, siendo abogado de profesión, te des cuenta que eres insignificante ante los ojos de San Beato Josemaría.

Según me ha dicho mi madre, tienes delirio de persecución.

Mario


Publicado el Saturday, 31 January 2004



 
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