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 Tus escritos: Viejas lecciones de lógica opusina (2).- Flanpan

070. Costumbres y Praxis
flanpan :

Recuerdo que en el Bienio (un barniz filosófico impartido en los cursos anuales de numerarios) había una asignatura que se llamaba Lógica. También recuerdo que estudiamos el “silogismo”, y todo eso de “premisa mayor”, “premisa menor” y “conclusión” (si algo he dicho mal, que los filósofos me corrijan).

 

Pues bien, se ve que esa asignatura no figuraba en el currículum de quienes redactaban Instrucciones, Glosas y Vademecums.

 

Releyendo estos viejos manuales de “programación opusina”, uno sigue alucinando con la poca coherencia de los sucesivos párrafos, y sobre todo de lo general con lo particular. Por ejemplo en lo referente a la Vocación y Admisión.

 

Dice el “Vademécum de los Consejos Locales”:

 

Como fruto sobrenatural del apostolado del Opus Dei, dirigido a los hombres y mujeres de todos los ambientes, pues de cien almas nos interesan las cien,

 

El tema comienza con que de 100 nos interesan 100, y con que la Opus está dirigido a la peña “de todos los ambientes”. Por ahora todo muy evangélico: judíos, prosélitos y cristianos, todos llamados y acogidos sin acepción de personas: ¡pero qué bonito! Es que me emociono. Pero sigue el “documento”:



…muchas personas —generosas y capaces de enamorarse de Jesucristo y de servirle plenamente— sienten la santa inquietud de una posible vocación a la Obra. Para secundar la acción de la gracia, …

 

Al loro: “muchas personas sienten la santa inquietud de una posible vocación a la Obra”. Y además se dice que “para secundar la acción de la gracia” (se entiende que Divina). Es decir, que hay personas humanas que sienten una vocación a la Opus, y se reconoce eso como “acción de la gracia”. Yo Pepito, siento que Dios me llama a servirle en la Opus, así como si nada: sin que nadie me de la tabarra, yo solito siento esa vocación y acudo a la Buena Madre. Pero amigos míos, la cosa no es tan fácil. Ahora viene la “premisa menor”. Porque lo de “de 100 nos interesan 100” y lo de “todos los ambientes”, parece que se nos olvida, y se vuelve a caer en esa casuística tan pus-pus, que todo lo determina y analiza:

 

Los Consejos locales han de tener en cuenta algunos hechos personales que impiden la Admisión: personas esterilizadas, o que hayan consentido o inducido a la esterilización del propio cónyuge; personas divorciadas civilmente o que estén en circunstancias que hagan prever razonablemente que llegarán a esa situación; solteros o casados que han consentido o inducido al aborto de un propio hijo; personas que tienen algún hijo natural; quienes han vivido en concubinato.

 

Vamos, que si eres un San Agustín, que has fondeado en más puertos que los hermanos Pinzones, ya te puedes ir olvidando de que te admitan en la Opus. Por mucha vocación que sientas, por mucho que la Gracia actúe, por muy claro que veas el tema… lo del espíritu evangélico se ha olvidado. Pero si eres una María Magdalena (una meretriz a fin de cuentas) es que ya ni acercarte al Centro opusino puedes. Y para tocar un poco más los cataplines a quienes han sido un tanto furtivos en la vida se dice a continuación:

 

Esta indicación no supone, como es natural, menoscabo de nadie,…

 

Pues no sé qué les va a decir el Obispo de Hipona, santo Doctor de la Iglesia.

 

…ni constituye una regla general que excluye a priori a todos los que se encuentren en esas situaciones.

 

Ya empezamos con las palabritas: primero digo que no, y luego digo que no es que no sea que no, sino que generalmente es no, y no siempre es no, sino que a veces es si.

 

Pero vamos a ver: ¿es que se parte de la premisa mayor de que los Directores Locales son lerdos? ¿No se nos decía continuamente que estaban embadurnados de la “gracia de estado”? ¿Por qué no se deja actuar a esa “gracia de estado” para que cada Consejo Local decida sobre si un candidato debe ser o no admitido?

 

Y continúa el Vademécum, otra vez derivando hacia el “evangelio”:

 

Por otra parte, no se puede cerrar las puertas a personas que manifiestan un arrepentimiento sincero de una grave conducta anterior —que, en estos casos, incluye la reparación por el posible mal ejemplo—, si reúnen los demás requisitos necesarios.

 

Y de nuevo la de arena:

 

Pero es preciso asegurar que no hay peligro de escándalo.

 

Hay que ver cuánto le importa a la Opus el buen nombre. El “buen nombre” está incluso por encima de la Caridad, o de la acción de la Gracia. San Pablo, que además de ser perseguidor de cristianos me suena que no era alto ni bien parecido, no hubiera sido admitido ni de coña. Anda que Jesús no escandalizaba a los “curillas” de su época: comía con ladrones, le lavaba los pies una mujerzuela, no cumplía con el sábado,…

 

No se trata, por tanto, de abrir la mano; sino de estudiar caso por caso con la máxima prudencia, graviter onerata conscientia, y teniendo siempre muy presente el buen nombre de la Obra y remoto scandalo.

 

Más claro no se puede decir: lo primero es el “buen nombre de la Opus”, y el que tenga vocación o no el gachí de turno es lo que menos importa. Porque cuando un “malvado arrepentido” llama a la puerta de la Opus, la Opus no se preocupa de discernir si tiene o no vocación, no se preocupa de adoctrinar a los Directores sobre la importancia de analizar el verdadero arrepentimiento, no se preocupa de extremar la Caridad con esos hermanos arrepentidos, no, no, no… Lo único que le importa a la Opus es que esos “leprosos” no manchen las alfombras de su buen nombre.

 

Por tanto, puede haber excepciones, pero, por la importancia de la materia, antes de permitir que pidan la Admisión, es necesario elevar la oportuna consulta a la Comisión Regional y solicitar la correspondiente dispensa ad validitatem, con los datos necesarios para poder estudiarla.

 

Y yo que pensaba que lo de la Vocación era cosa divina. Era algo que se veía en el Oratorio tras una meditación sobre el “joven rico”. Y ahora resulta que es algo que han de analizar en la Comisión Regional unos señores que no conocen de nada al “candidato”, y que “estudiarán” si “conviene o no conviene” que esa persona sea admitida. ¡Pero qué digo admitida! No se trata de que hagan o no la admisión: ¡es que ni siquiera se les permite solicitar ser admitidos! Y yo que pensaba que entre la “solicitud de admisión” y la “admisión” había un período para juzgar sobre la idoneidad del candidato… ¡Qué infeliz soy!

 

Y más de lo mismo:

 

Para dejar que un hijo ilegítimo solicite la Admisión como Numerario o Agregado, siempre que reúna las demás condiciones, se necesita permiso de la Comisión Regional.

 

Si eres hijo ilegítimo -pienso que ninguna culpa tiene el hijo, y sobre todo que no sé qué culpa puede haber en ser hijo de alguien-, pues ya sabes que nada de Opus. A no ser que seas hijo de una Condesa, pues seguramente la sangre azul limpie toda culpa.

 

Esta indicación se aplica también a los hijos adoptivos, a no ser que se trate de hijos legítimos y naturales de un matrimonio, adoptados por otro;…

 

Vaya hombre, si eres una chinita abandonada en tu país y criada desde los 2 años en España por la familia que te adoptó, ya sabes que no es posible que te “caiga” la vocación a numeraria. Mira el lado bueno: no te darán la brasa.

 

…y siempre que se conozca bien a los padres naturales.

 

Claro hombre, claro. Para tener vocación es muy importante que se conozca a tus padres. Pero no sólo eso, también debes ser medianamente listillo:

 

Para solicitar la Admisión como Numerario se requiere una capacidad intelectual que permita adquirir la formación científica y doctrinal exigida por el espíritu de la Obra, y alcanzar el suficiente prestigio en el ejercicio del trabajo profesional,…

 

¿Pero no habíamos quedado que la mayoría de los Numerarios trabajan en los Cuarteles Generales o en los colegios o las oficinas internas? Y además, ¿qué problema hay en que un Numerario sea carpintero? Que yo sepa, Jesús de Nazaret era carpintero.

 

Resumiendo. El Vademécum comienza diciendo (premisa mayor) que “interesan todas las almas”  y de todos los ambientes, continúa (premisa menor) que hay muchas gentes que sentirán vocación a la obra, y luego (conclusión) se extiende en detallar que los de mala fama, los que no conozcan a su padre, los que deban dinero,… esos de entrada no.

 

Todo muy lógico.¿¿¿¿Eeeeeiin????? Se pasa de los argumentos más elevados (la vocación, la acción de gracia) a los más rastreros (tu padre era un marino desconocido que fondeó una noche en este puerto). Pienso que el que redactó este Vademécum, o tenía muchas tragaderas, o era un poco cara, o no aprobó Lógica I y Lógica II (creo que eran dos asignaturas).

 

Es la doble cara que siempre presenta la Opus. Las dos verdades. O más bien la Verdad y la Mentira. Siempre mirando a la galería pero con el rabillo del ojo contemplando permanentemente el ombligo.

 

Dicen que son guachis, que están con todos, que en Fin de Año bajan a la calle con las putas y chorizos (por cierto, que esta año o no han bajado o no han dicho que han bajado, porque la web opusina no ha dicho nada al respecto de lo repetido en años anteriores), pero luego le preguntan al personal que si los apellidos que llevan son suyos o prestados, y que a ver si conocen a sus padres, porque si no tienes limpia la sangre de entrar en el Marquesado ni pensarlo.

 

Por si alguno duda todavía, que lea estas palabras del actual prelado de la Cosa, publicadas este pasado domingo en un artículo que escribió acerca de la primera encíclica del Santo Padre:

 

La caridad empuja a la magnanimidad, a no permanecer indiferentes ante las necesidades de los demás. El Santo Padre resume así este proceso de expansión de la caridad: "El amor es divino porque proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea todo en todos"

 (n. 18). Aquí se encuentra la explicación de la perenne juventud de la Iglesia…

 

… y la vejez decrépita de la Opus (apostillo yo).

 

Hay que tener cara para hablar de cara a la galería de “magnanimidad” y luego mantener ese Vademécum que dice que en casos de personas con sangre o alma sucia “…no se trata, por tanto, de abrir la mano;… y rematar con un “siempre muy presente el buen nombre de la Obra y remoto scandalo”.

 

Dice la Encíclica que el “amor (…) nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa”. Pero no menciona que es preciso hacer una cierta acepción de personas, ni nada similar.

 

Da igual. El Perlado aplaude con las orejas la Encíclica, y dice que “la tarea de difundir el Evangelio consiste en lograr que muchas personas experimenten la caridad cristiana”, pero de puertas adentro mantiene una mezquindad que no creo que el Hijo del carpintero sancionara de modo positivo.

 

Y claro, como el Santo Padre mencionó en su Encíclica a muchos Santos menores, pero olvidó mencionar al “gran santo del siglo XX”, pues no podía faltar el consabido "como decía siempre sanjosemaría”:

 

San Josemaría Escrivá afirmaba sin rodeos: "El principal apostolado que los cristianos hemos de realizar en el mundo, el mejor testimonio de fe, es contribuir a que dentro de la Iglesia se respire el clima de la auténtica caridad".

 

Ya sabéis, "el clima de auténtica caridad" que se respira en el Vademecum.

 

Pues nada, vamos a rematar con lo que Pablo de Tarso escribió sobre la caridad, que creo que algo choca con las prácticas opusinas:

 

1 Corintios 13, 3-8   “La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca"

 

Y ahora numerarito de pro, léete de nuevo las jilipolleces de los hijos naturales y los adoptados pero de padres que no son sus padres pero que eran conocedores de los padres legítimos que murieron o ausentáronse con grave y justo motivo, y dime a ver cómo se vive la Caridad en la Opus.

 

Y luego te repasas un poquito el Evangelio, y mira a ver cuántas escuelas de negocios fundó Jesús.

 

La lógica no la aprobáis ni prevaricando.

 

Flanpan

 

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Publicado el Wednesday, 01 February 2006



 
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