Hola, guapetona!

Acabo de leer un escrito tuyo y quiero contarte a tí y a todos, la situación vivida con mi hija. Felizmente está VIVIENDO. Ella misma dejó de empastillarse, casi sin darse cuenta. Me lo dijo una semana después de haber dejado su medicación. Resulta que ahora SI podía dormir, cosa que no conseguía tomando la pócima maravillosa del psiquiatra y la psicóloga.

Cuando consiguió salir, ya llevaba tres meses de tratamiento intensivo (lo consulté con un Neurólogo y me advirtió que aquella medicación era fortísima y más indicada para una persona mayor, no para una chica jóven). Como no dormía, pues le aumentaban la dosis.

A todo esto, como el psiquiatra era numerario, pues la entrevista la tenía junto con la psicóloga, y un ratito corto. Realmente hablaba con ella, y esta se encargaba de contarle al psiqui cómo iba, para que le pasara la receta de la medicación. Todas las semanas estaba citada, eso si no debía ir dos veces en la misma semana. A la médico de cabecera de la Seguridad Social la convencieron de que tenía otro tipo de depresión, no el tipo que pensaba que tenía la Doctora, y como se suponía que estaba en buenas manos, pues la doctora se confío y tragó. Bueno, pues hete aquí que mi ex-numeraria y yo nos fuimos a ver a los dos psi para decirles que se había terminado el tratamiento. Llegamos tarde porque mi hija estaba con unas amigas "supongo impuras" y se le pasó el tiempo (BIEN). Aquello ya no les hizo gracia. Estaba la psico esperándola casi en la puerta. Cuando se enteró que llevaba tiempo sin medicarse, ...os lo podéis imaginar!: Qué burrada! Por Dios! Cómo puedes haber hecho eso? ... (sé que fué una burrada hacerlo de golpe, pero a su cuerpo no le hacía falta el pastilleo y no ocurrió nada) Añadí que la había observado un neurólogo amigo mío y que me había comentado que no veía por qué le habían dado tanta medicación. ...No, verás, es que estaba muy mal cuando vino. ... A lo que le respondí: Ya os dije que en el momento en que estuviera en casa, estaría perfecta y se le pasaría todo.

Me pasaron a una salita para estar a solas con ella. Primero oía murmullos de las voces de ellas, y después un silencio muy grande. Estuve atenta y al cabo de un buen rato, escuché una voz masculina. Era del psiqui. Pensé que no querrían que yo le viera y me salí hacia la entrada para cazarlo al vuelo cuando saliera.

En efecto. Salió y se dirigió hacia el fondo del pasillo, pero se quedó extrañado de la presencia de una señora en el recibidor (nunca había nadie, para eso están las salitas de espera). Me imagino que la enfermera le dijo quien era yo y regresó hacia mi.

Me hablo de usted y yo le espeté: De tú, por favor.

Estuvo todo el rato intentando que me hiciera cargo de que necesitaba seguir medicándose durante unos meses además de ir por allí durante por lo menos un año, para hacerle un seguimiento. Como no lo conseguía, sabiendo que nos íbamos a ir de viaje a un lugar ecuatorial, comenzó a meterme miedo sobre la jet-lag (no sé si se escribe así) por el cambio horario, que eso sería terrible para ella y que le haría falta la medicación. Como le dije que se tardaba 24 horas y que no se notaba, puesto que casi llegabas a la misma hora del día siguiente, y dormías en el avión, pues entonces arremetió con el problema de las altas temperaturas. El caso es que lo quiso buscar por todos los resquicios posibles, pero yo era un hueso duro de roer.

Como ví que se ponía muy pesado, le tendí la mano y le dije que encantada de conocerle, que gracias por su atención, pero que gracias a Dios no ibamos a necesitar nunca más su atención. Que conocía perfectamente a mi hija y que sabía que no iba a tener jamás un problema como ese.

Y nos fuimos. Y NO VOLVIMOS.  De eso hace ya dos semanas.

Y vamos progresando en todos los sentidos. Ya hemos hecho compras de ropa actual, camisetas de tirantitos y un BIKINI!!!

Esto os lo cuento para quitar hierro al asunto, porque a mí me hubiera gustado denunciar al médico en el Colegio de Médicos.

Un besazo a todos. Os quiero. Me ayudásteis mucho.

Luchadora.