Hete aquí que por aquel tiempo infundió Jehová espíritu de profecía en su siervo peque y, habiéndole ordenado buscar una sencilla peluquería en la internés, fue luego él guiado por SU mano a un "vil ejemplo del trabajo del demonio para confundir las cabecitas de los humanos."

 

Y él profetizó en aquel antro del mal para confundir a los gentiles y pecadores y hubo de explicarle con muy rotundas y bien trabadas razones que, si un hombre de un pueblito de España levanta todo un mogollón, como la Opus, está claro que eso es una obra de Dios. ¿O no?

 

Y, así siendo la cosa, queda claro que la FORD, por ejemplo, es también una obra de Dios, ya que si el bienaventurado Henry Ford, nacido, no ya en un pueblecito, sino en una simple granja de Michigan y, sencillo aprendiz de mecánico a los 16 años, monta semejante imperio, pues a ver...

 

Y, otra que, tal: un lamentable estudiante y sencillo cabo austrohúngaro, ese Adolf Hitler, va y te monta la que montó, pues obra de Dios, de todas todas.

 

En fin, que el vil Ántrax, siguiendo el sabio consejo o mandato del profeta, optó por "dejarse de llorar" y procedió a reir a limpia carcajada. Eso es una conversión y lo demás, paparruchas. Luego se pegó un baño con sales aromáticas para disipar el olor a azufre infernal y santas pascuas.

 

Besos

 

ANTRAX