Querido Flanpan (4-IV):

Muy humilde y emotiva tu queja por no haber aprovechado a fondo las enseñanzas de Juan Pablo II.  Te felicito por tu candor, tu franqueza y tus sentimientos, lo digo de verdad.  Pero con todo respeto y cariño, tío ¿en qué centros has estado? porque no me explico cómo pasaste por ahí sin ser expuesto al mensaje de Juan Pablo II. 

Lo que yo viví no tiene nada que ver con lo que nos cuentas...

-        Repetidamente, en la charla me pidieron que hiciera la lectura espiritual con las encíclicas del Papa, según iban saliendo: así me ventilé Laborem Exercens, Redemptoris Mater, Dominum et Vivificantem, Sollicitudo Rei Socialis, Centessimus Annus, Evangelium Vitae, Veritatis Splendor y Fides et Ratio.

-        Algunas de éstas (p.ej. Redemptoris Mater) también nos la llevábamos a la oración y se citaban en meditaciones.

-        Pero no sólo las encíclicas, sino también cartas apostólicas y exhortaciones: por sugerencias de los que dirigían mi alma, me empapucé Salvifici Doloris, Mulieres Dignitatem, Christifideles Laici, Redemptoris Custos y Reconciliatio et Penitentia.

-        En mi centro organizamos varias actividades para universitarios comentando diversos aspectos de los escritos del Papa: hoy mismo estuve mirando los apuntes que preparé para clases sobre Veritatis Splendor, en la facultad de medicina comentamos Salvifici Doloris, y recuerdo al director de la delegación de Chicago hablándonos sobre Sollicitudo Rei Socialis.

-        En un curso de retiro, fíjate hasta dónde llegamos, hicimos el Vía Crucis con textos de Juan Pablo II en vez de con el consabido libro de San Josemaría.

-        Siendo numerario, también me leí Amor y Responsabilidad y Cruzando el Umbral de la Esperanza.

-        En mi centro vimos varias veces la película basada en la obra de teatro escrita por Karol Wojtyla, “El taller del orfebre.”

-        Recuerdo un curso anual, en el que me tocó estudiar la asignatura De Deo Trino por mi cuenta, y el sacerdote que me daba la tutoría – era un tipo más bien “místico”, listo como el hambre y un tío fuera de serie, terminó yendo a Kenia, no sé qué habrá sido de él – me dio para leer varios textos de Juan Pablo II de las audiencias de los miércoles sobre el amor humano y el don personal, para tratar de comprender mejor las relaciones intratrinitarias.

-        No era un caso aislado: conozco a varios curas numerarios que estaban implicados a fondo en el magisterio de Juan Pablo II, y se traslucía en sus meditaciones.

-        Cuando el Papa venía a Estados Unidos, aparecían por el centro – junto a las cartas del Padre y las publicaciones internas – los textos de los varios discursos que iba pronunciando, recuerdo claramente p.ej. el de su viaje a Baltimore.

-        Como evidencia de lo que se nos exhortaba a aprender del Papa, tengo archivados en el ordenador, con fecha de varios años anteriores a mi salida, varios de esos documentos.

-        Me pide mi mujer que mencione que cuando ella va a algún retiro, lo que se lee en las comidas es siempre algo relacionado con el Santo Padre.

Así que no sé qué decirte: a veces cuando leo la página me pregunto en qué planeta he vivido, si hubiera estado en tu situación seguro que tendría sentimientos parecidos a los tuyos.

Un abrazo,

José Carlos