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 Correos: Quemarse a fuego lento y perder a Dios en la Obra.- Idiota

040. Después de marcharse
Idiota :

Querid@s amig@s:

Me ha gustado mucho el escrito de Nacho Fernández (24.01.05), ya que confirma con datos estadísticos la impresión personal que apuntaba en mi primer mensaje (21.01.05). Siguiendo el hilo de esa reflexión, quería ir entrando suavemente en la polémica que, según he visto, lleva planteada desde hace varios meses en esta página, sin que, a mi modo de ver, se haya llegado a alguna parte...

Hay dos cosas que le dan credibilidad a esta página: por un lado, ese lenguaje típico e inconfundible de la Obra; por otro lado, el hecho de que, hasta ahora, la vida de piedad no ha sido jamás criticada en cuanto tal (como mucho, la cantidad de prácticas o su rigidez formal). Más allá de ese último rasgo, la página alberga dos corrientes que polemizan mucho: una minoría más o menos "nostálgica" y una mayoría que rechaza, con distinta intensidad, la Obra en su conjunto. Hasta ahora se ha valorado este hecho como muestra de pluralidad y de pluralismo, cosa que comparto plenamente; a mí personalmente me permite entrever la variedad de situaciones personales que se da después de la salida de la Obra y me ayuda a responder a una cuestión que llevo planteándome desde hace cierto tiempo: ¿Qué tipo de persona quiero ser yo, ahora que estoy "en la puta calle" - "nel bel mezzo della strada"?

A mí me parece que la situación en la que se encuentra cada uno "después" refleja un poco la que tenía "antes" (según Manuel/Argentina, 19.01.05): "temido, superado y auténtico", "roto", "cínico", dependiendo de lo "quemado" que esté. Los médicos distinguen quemaduras de primer, segundo y tercer grado; se podría hacer algo parecido:

-"Primer grado": hay un problema con el director. La culpa es mía. Si soy humilde, sincero y obediente, todo irá bien. Tengo que tener visión sobrenatural (Camino 190). Ojalá me lo cambien pronto, etc.

-"Segundo grado": hay un problema en este centro/esta delegación/región. Como tengo que velar por la unidad de la Obra, haré correcciones fraternas, escribiré notas, me saldré por la tangente de vez en cuando o me encerraré en mi burbuja dándolo por imposible.

-"Tercer grado": hay un problema en la Obra. La Obra ha abandonado el espíritu primigenio (bueno), sobre todo desde el año 19xx, y se ha pervertido en su praxis (mala). ¡Ay si San Josemaría levantara la cabeza!

-"Cuarto grado": El Marqués de Peralta fundó la Obra así adrede y para fastidiar. ¡Y encima la Iglesia va y lo canoniza!

Evidentemente, se podrían enriquecer estas descripciones con toda clase de experiencias y de sentimientos - cada cual puede imaginárselas como quiera. Dependiendo de lo fuertes que son las experiencias, uno puede llegar al cuarto grado sin pasar por los demás. También le pueden echar a uno cuando todavía está en el segundo grado. En cualquier caso, cuando se pasa del segundo al tercer grado, uno acaba yéndose (al menos mentalmente). Yo recuerdo perfectamente los acontecimientos precisos que me quemaron en primer, segundo y tercer grado: es como si algo dentro de uno, con un chasquido seco, se rompiera "definitivamente" y uno sabe que jamás se recompondrá.

Lógicamente, cada una de estas situaciones se puede relacionar (aunque sólo sea indirectamente) con una actitud ante la Iglesia y ante Dios. Uno puede confiar...

-en la Obra, en la Iglesia y en Dios,
-en la Iglesia y en Dios,
-en Dios,
-en nadie más.

Por tanto, la polémica entre la minoría "nostálgica" y la mayoría, se puede plantear como el conflicto entre quemados de segundo grado y quemados de cuarto grado, sobre todo. Así que me encuentro como el presidiario que acaba de cumplir una condena de tropecientos años y sale por primera vez a la calle y no sabe para dónde ir: ¿Qué tipo de persona quiero ser yo, voy a ser yo? No me gustaría dejarme arrastrar por la amargura de las batallas de los últimos años. Quiero ser yo mismo, recorrer mi propio camino (tanto en lo humano como en lo sobrenatural).

Desde ese punto de vista, me conmovió profundamente el mensaje de Carmen Charo (21.01.05). Desde luego, ni siquiera puedo pretender entrar en diálogo con ella, porque voy en otra dirección y porque correría el riesgo de herirla con mi inexperiencia. A mí me han afectado mucho más los "sinsentidos intelectuales" de la Obra que los "sinsentidos afectivos" (como bien estoy demostrando). Pero eso quiere decir también que quiero saber y comprender qué pasa y por qué (es decir, qué me pasó a mí y por qué). La gran pregunta que me hago con respecto a quienes creen haberse alejado de Dios: ¿Cómo es posible perder la fe, la confianza en Dios, estando EN la Obra o A CAUSA DE la Obra? (Enlazamos con el tema de la Obra como estructura de pecado en sentido amplio: Satur, Querida Opus, cap. 6; A. Ruiz Retegui, Sobre el pecado)

Y recuerdo también el momento en el que me di cuenta no sólo de que en la Obra peligraba mi salud mental sino -peor aún- mi relación con Dios. Yo he vivido años y años en conflicto latente con mis directores, sabiendo que no me querían en el lugar donde vivía, trabajaba y, por lo demás, estaba a gusto, cosa que me fue corroyendo por dentro. A la vez, como se supone que a través de los directores nos llega la voluntad de Dios, si yo estaba en conflicto con los directores, estaba en conflicto con Dios. La cabeza me decía que el razonamiento tenía un fallo por algún lado, pero esa situación me impedía encararme con Dios de corazón, con sinceridad y confianza, en la oración. Y poco a poco esa situación fue creándome cada vez mayor malestar e incomodidad en el trato con el Señor. Fue entonces cuando empecé a buscar frenéticamente la línea que separa lo teologal de lo institucional (A. Ruiz Retegui), pero siempre con la sensación de que, en el fondo, estaba buscando excusas baratas para no someterme a aquello que planeaba sobre mí sin hacerse nunca explícito (y eso que yo, a fin de cuentas, tenía permiso para estar donde estaba). A pesar de que ahora sé distinguir con la cabeza lo teologal de lo institucional, el daño persiste en mi corazón y casi envidio a Carmen porque, sin duda, ha llegado mucho más lejos en su camino hacia Dios que yo, por mucho que yo siga teniendo la "capacidad" de asumir lo que cree y practica la Iglesia. Pero de esto y de los argumentos de los "nostálgicos" habrá que hablar otro día.

Muchas gracias por soportar mis teorías (que han sido y son mi manera de "descontaminarme").

Un abrazo a tod@s

Idiota




Publicado el Wednesday, 26 January 2005



 
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