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 Tus escritos: Lo pasado y lo presente: el dilema de la Historia.- Ángel V.

115. Aspectos históricos
Ángel V. :

 

Lo pasado y lo presente: el “dilema” de la Historia

Ángel V., 3/04/2024

 

I.                Estamos asistiendo a la negación de todo lo pasado de dos maneras: asegurar que lo que acaeció hace milenios, siglos o años, no fue así, por tanto, es mentira y la otra, idealizando ese pasado sin hacer un análisis a fondo de lo que supuso ese hecho en el daño causado a las personas. De entrada, dejo constancia que abomino de las frases socorridas: “la historia lo juzgará”, “este es un hecho histórico” y el peor: “estamos del lado correcto de la historia”. La Historia no juzga a nadie, no es una ciencia jurídica, sencillamente analiza los hechos pasados y, en esa trayectoria, produce lo que se denomina historiografía; por medio de su estudio, podemos ver el desarrollo (que no evolución porque esa es una categoría de la Biología) de los diversos procesos históricos, que son el encadenamiento de hechos.

 

La Historia no tiene bandos, es una, el hecho es uno, lo que varía es la forma de interpretación o de narración de ese hecho desde según qué perspectiva de análisis…



En el caso de los hechos testimoniales, que corresponden más a lo que se denomina Historia del Tiempo Presente, la objetividad resulta más compleja dado que es la narración de alguien, en primera persona, con la consiguiente subjetividad personal, pero, prestar atención a que, el hecho de la subjetividad no es que invalide el testimonio, al contario, lo dota de ese carácter humano y vivido, un testimonio nunca será frío, sin sentimiento alguno y, en este caso, el grado de subjetividad es lo que aumentará la validez del mismo, porque no es un análisis lineal de un hecho en sí, sino la forma en que me afectó o no a mí ese hecho, con los respectivos daños psíquicos, físicos y, por qué no decirlo, monetarios también.

 

Todas y todos somos sujetos históricos porque nuestra existencia está determinada por un tiempo concreto en un espacio específico, nadie, por tanto, es ahistórico, por decirlo coloquialmente, ninguno está sobre el bien y el mal, aunque solemos utilizar ese dicho. Nuestras vivencias, nuestras narrativas son únicas porque corresponden a nuestra historia en el gran crisol (perdonad ese deje poético) de la Historia de la Humanidad.

 

Esta perorata que os he colocado es sencillamente para encuadrar el comentario que haré a dos narrativas que he visto: una en OpusLibros y la otra en las respuestas que la AOP ha dado al artículo del Financial Times. Empecemos por el principio entonces.

 

II.              Gómez puso sobre la mesa el tema del Opus Dei que él conoció en Colombia, por cierto, conocí uno de los centros que mencionó, fui a hacer la charla fraterna, luego cena y después tertulia. Regresando a la narrativa que comento, él nos dice que es lo que vivió en los años 70 del siglo pasado, fundamental el datar el momento de nuestra narración, para poder tener un contexto lo más certero a nuestro testimonio que, como he dicho, tiene un soporte subjetivo y también, por supuesto, objetivo, pero lo recalco porque me pueden saltar confundiendo “subjetivo” con mentira y, en Historia, esto no es así.

 

Yo pité más al norte de Colombia, en Guatemala, y unos años después de lo que nos cuenta Gomez, en 1986, aunque conocí el Opus Dei el 18 de mayo de 1985. Cuando yo llegué a aquel apeadero de San Rafael, llamado “Club Tucán”, me sorprendió el ambiente de silencio, la casa no tenía la belleza que describe nuestro amigo colombiano, era una casa Art Deco, si da tiempo daré mi apreciación de la categoría “belleza” en el ámbito de la Historia del Arte, pero esto no es una clase sino un comentario a dos cosas que me han llamado la atención.

 

Regresemos, que me disperso. La segunda cosa que me llamó la atención fue ver a una buena cantidad de jóvenes estudiando un sábado por la tarde y que el silencio del oratorio, que me lo enseñaron justo al entrar, era continuo en las salas de estudio que eran dos. Al presentarme a la concurrencia, un buen número eran estudiantes universitarios y otros pocos eran profesionales con estudios universitarios, eso me enganchó, todo sea dicho; era mi primer año de universidad y, por tanto, aquel ambiente fue muy atractivo para mí. No olvido la frase lapidaria que me dijo el que fungió como guía (y calificador para ver si me invitaban a seguir llegando o no), al despedirnos “espero te haya gustado y vengás la otra semana”, a lo que respondí “si tengo tiempo, aquí estaré el otro sábado” a lo que espetó “ah, entones, si a vos te sobra tiempo, no nos interesa que volvás a venir, porque aquí no queremos gente a la que le sobre el tiempo”.

 

Como puede apreciarse, era una primera etapa de pre selección, no marearé la perdiz contando más, pero anoto que seguí acudiendo al club, no había pasado ni un mes e hice el primer curso de retiro, después de eso, empecé a ir tres veces por semana, más el sábado y a los dos meses todos los días y, muchas veces, fines de semana completos.

 

Es cierto, se cantaba, algunos tocaban las guitarras, era muy alegre, claro, siendo de San Rafael todo era miel sobre hojuelas, no tenía que preocuparme de mover gente, aunque sí me decían que llevara amigos de la Universidad, pero muy sutil, sin agobios. Por supuesto que había películas de rollo, muy antiguas, por cierto, donde el tema de besos era una obsesión para cortar; de más está decir que había excursiones que incluían misas, meditaciones, rezo del Rosario del día y las otras partes. Y así llegué hasta el final de aquel año de 1985, en concreto la noche del 3 de diciembre de ese año, en que se me planteó por primera vez la vocación. En mi ignorancia crasa pensaba que yo ya era del Opus Dei, pero no, nada que ver.

 

Después de unos primeros meses del año de 1986 con una intensificación del trato, pité como agregado el 11 de mayo de aquel año y ahí cambió todo. Seguimos cantando, sí, hubo más excursiones, también, seguimos viendo películas, por supuesto, pero ahora tenía la enorme responsabilidad de llevar gente a las tertulias de San Rafael, y las tertulias con los de casa, era hablar del apostolado que hacíamos, nombres iban y venían en aquellas tertulias ¿Dichas tertulias con los de casa tenían un alto nivel cultural e intelectual? NO. En las tertulias de San Rafael se tenían invitados con temas variados interesantes, pero decir que teníamos temas de alto nivel intelectual, NO, eran eso, tertulias, pláticas, conversaciones, sin el propósito de fundirnos el seso en grandes y profundos análisis.

 

¿En el centro había todos los periódicos? Los nada sospechosos de izquierdistas si, los encontrabas en el salón (la sala de estar), pero recortados, antes habían pasado por la censura que se encargaba de eliminar artículos, sobre todo los de opinión, anuncios y cuanto oliera a atentado contra la santa pureza ¿Podías leer libros? Si, pero los autorizados, nada más que esos, de ahí que se tuvieran bibliotecas muy pobres en comparación a otras que yo conocía, de hecho, para mí fue un gran problema, porque la mayoría de los libros que tenía que leer en la universidad se calificaban con un 6. Con el tiempo, fui de los pocos privilegiados que tenía acceso a ciertos libros que únicamente podía leer yo, pero que nadie más del centro debía enterarse que lo estaba leyendo, no enumeraré aquí la lista de libros prohibidos que yo si pude leer, pero, poco a poco, fui saliendo de la esfera de Louis de Whol o de los libros publicados por Rialp o Eunsa.

 

¿De mi experiencia personal, puedo generalizar y decir que en el Opus Dei se era libre para leer todos los libros que quisiéramos? NO y aquí está el quid de mi argumentación y es el hecho que mi vivencia propia no era la norma sino la excepción, ese precisamente es el peligro cuando la subjetividad en la descripción de mi testimonio se sobrepone a la objetividad de los hechos. Lo objetivo del hecho es que existía censura en lo que leías y tenías que pedir autorización para leer ciertos libros, lo subjetivo es que yo piense que, porque a mí sí me permitieron leer cierta literatura, todos lo podían hacer y no era así. Y así para todo, algunos tenían ciertos privilegios que no tenían la inmensa mayoría, pero porque gozara de ciertos privilegios por una serie de cuestiones conocidas por todos, no quiere decir que en el Opus Dei todos pudieran hacer lo que sí les permitían a ese número contado de privilegiados.

 

Por último, antes de pasar al otro punto, está el concepto de “belleza” en los centros de la obra, en mi humilde opinión (como dicen en mi pueblo) Villa Tevere tiene un gusto propio de narco de los de esta época, una superposición desordenada que cosas bonitas que al señor aquel le gustaban, y así podría decirse de otros edificios, unos con buen gusto, eso sí, y otros un tanto mal proporcionados, esta apreciación si es extremadamente subjetiva y lo consigno para aviso a lectores.

 

III.            La AOP no duró ni 24 horas en responder al artículo del Financial Times que, todo sea dicho, les habían informado del contenido y del día de la publicación, tanto al artículo como a otros podcast (lo pongo el plural por si hay más de alguno) que han girado en el mismo argumento de respuesta y es el de no negar los hechos, pero, minimizar los mismos aduciendo que los testimonio recogidos en el artículo (y otras fuentes o medios) corresponde a etapas pasadas y, lo peor, sin asumir la responsabilidad del daño infringido a miles de personas en todo el mundo.

 

Reconozco que me hace mucho ruido el que fundamenten su defensa en que son etapas pasadas y se aplique así, lo que he escrito al inicio de este texto tan extenso, el negar los hechos aduciendo que son vivencias de otros tiempos que no corresponden con los de ahora, inconscientemente están acuñando la frase “la historia según quien la cuente, lo borra todo”, porque lo que vienen a decir es que como así fue antes, entonces debería ser juzgado en ese tiempo de “antes” y si “antes” no se dijo nada, ahora no tiene validez.

 

Esto es grave pero acorde a los tiempos en que vivimos, es frecuente leer artículos que niegan ciertos hechos y procesos históricos, no enumeraré los que podría poner de ejemplo, para no provocar un debate en un espacio que no es para ese tipo de debates históricos, pero si se está dando, vemos por doquier que se está reescribiendo la historia y hechos que pueden generar ampollas se ocultan, se acallan o minimizan, se les resta importancia, se crean momentos, personajes y textos ficticios en esta vorágine de la anulación de la razón y de la objetividad, se cargan tintas sin recurrir a las fuentes.

 

Cuando te quedas sin argumentos, acudes a la mentira, porque de tanto repetirla se convertirá en verdad y es el arma que esgrime la AOP, basarse en la mentira deliberada y se encomienda a que de tanto decirlo y escribirlo, se transforme en “verdad” ¿Cuál es el antídoto a esas pretensiones negacionistas? Los testimonios, ahí radica el terror que la AOP tiene a las redes, streamings y a los artículos que sobre el Opus Dei han aparecido publicados últimamente, porque los testimonios son irrebatibles, son una de las fuentes primarias para la reconstrucción y el análisis de la historia de una institución, proceso histórico, cambio social del Siglo XX, por eso mi explicación inicial que estamos frente a unos hechos que son materia de la Historia Actual o Historia del Tiempo Presente.

 

Por eso es tan importante recoger los testimonios de lo vivido en las diversas etapas o épocas del Opus Dei en que se hacían las cosas de esa manera y ahora no, el hecho que en el presente no se proceda como antes, no exime, ni minimiza, menos anula el daño que se hizo a miles y miles de personas en todo el mundo.

 

No os mareo más, a quienes tuvieron la paciencia de llegar hasta acá en la lectura, os deseo unas ¡Felices Pascuas de Resurrección!

 

Ángel V.

 




Publicado el Wednesday, 03 April 2024



 
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